xv. una madrina designada


GUERRA CIVIL,
capitulo quince: una madrina designada!



          LEON KENNEDY SABÍA PERFECTAMENTE CUANDO ESTABA EN PROBLEMAS, solo que, en ese momento, al ver a su mujer en el mismo lugar que él, decidió concluir lo siguiente: que estaba hundido en demasiada mierda como para inventar alguna excusa. En el frenesí que ocurrió en las últimas horas desde que llegó fue suficiente para ponerlo de mal humor y ver a la figura de su mujer frente a él — de brazos cruzados, apoyada sobre la pared de piedra y con una expresión que a ojos de él no parecía nada amistosa. Sí, definitivamente Leon Scott Kennedy estaba hundido en mucha mierda. Pero, por otro lado, agradecía gratamente la presencia de su esposa y (casualmente) compañera de crimen en un entorno tan hostil como lo era ese lugar. Terminó por deducir que fue Hunnigan quien la envió por él, lo cual era un alivio y un llamado de atención al mismo tiempo por sus actitudes. Sin embargo, en lo que a él se refiere, no llegó a importarle un bledo.

          JD parecía estar achicándose más y más conforme la mirada fulminante de la pelirroja se hacía más intensa, sumada a la mirada azul del castaño que estaba en contra de ella: tan examinante como siempre.

          Si él conociese los detalles, simplemente rodaría los ojos.

          (Pero el eslavo estaba siendo más intimidado por los norteamericanos que por su propio comandante.)

          —¿No vas a decir nada, Kennedy?—preguntó Lottie rompiendo súbitamente el silencio, su postura intacta.

          —Tengo...varias preguntas—sentenció el aludido, su mirada fija en ella, recomponiéndose de la sorpresa—. Pero empezaré con la primera: ¿Qué diablos haces aquí, Lottie?

          Charlotte tuvo que contenerse de darle un balazo debido a que no solo estaba exponiéndola en territorio enemigo, sino que también tiene la audacia de revelar su identidad a un guerrillero. Ella agradeció conocer el sarcasmo y el cinismo que él heredó conforme avanzaban los años, pero algunas veces eso llegaba a irritarla. No obstante, ella sonrió de lado, queriendo redoblar la apuesta.

          —Ouch, eso es un poco brusco—respondió la pelirroja ladeando su cabeza a un lado—. Solo he venido a buscar y a llevar el trasero de mi querido marido de vuelta a Estados Unidos.

          JD frunció el ceño confundido, sin creérselo—¿Qué?¿Él es tu marido?¿No era tu compañero?

          —Compañero y marido—gruñó Kennedy sin quitarle los ojos a Charlotte, confirmando la sospecha—. ¿Quién te envió aquí?

          —Ah, ah—lo interrumpió ella—. Las preguntas aquí las hago yo y decir que tú estás en problemas por ir en contra de órdenes es quedarse muy corto.

          Leon rodó los ojos—Lo lamento, estaba un poco apret...

          En cuestión de segundos, en un movimiento rápido, Lottie colocó al castaño contra la pared y vio como eso le quitó el aliento. Con un puño contra el pecho de Leon, la mirada azulada de Harmon fulminándolo, el silencio que se había formado entre ambos otra vez — JD no sabía si él debía correr y esconderse o simplemente delatarlos a ambos con el resto de sus compañeros. Leon, al ver el rostro enfadado de su mujer, decidió levantar ambas manos por segunda vez en el día; haciendo así un acto de sumisión ante la fuerza que ejercía la pelirroja sobre él.

          —Ese es mi chico—dijo finalmente ella, complacida.

          —Lo que sea que te excite, cariño—bromeó Kennedy y soltó un quejido de dolor al recibir un golpe en su entrepierna—. Está bien...me lo merezco.

          Luego, ella lo enderezó para besarlo, cosa que Kennedy aceptó con grata sorpresa. Se sintió mareado, en el buen sentido, al sentir los labios de ella contra los suyos. Parecía casi un bálsamo que lo llenó de energía y lo agradeció en silencio. Al separarse, ella dejándolo sin aliento alguno, sus orbes azules se concentraron en los de su mujer.

          —Eso también me lo merezco—declaró Kennedy esbozando una sonrisa ladina.

          —Hunnigan te pateará el trasero cuando te vuelva a ver, esto es solo una anticipación—añadió la pelirroja inmovilizándolo con una mirada, otra vez, antes de mirar hacia su PDA al recibir un mensaje—. Y aquí está ella dándome las coordenadas para dirigirnos al punto de extracción. Vámonos.

          —Esperen—sentenció el guerrillero detrás de la pelirroja—. Él fue por ella.

          —¿Qué?—le preguntó Leon volteándose—. ¿La Plaga?

          Lottie suspiró con exasperación—No tenemos tiempo para esto. Vámonos, Leon.

          En cuanto Lottie se alejó de allí, juró creer que su marido la estaba siguiendo, pero se detuvo al no percibir su presencia detrás de ella — lo cual procuró que ella se girase en seco para mirarlo, una ceja alzada dirigida hacia su persona. Leon permaneció de pie en el mismo lugar que antes, sin mover algún ápice de su cuerpo, su mirada fija en la pelirroja a metros de él. Lottie levantó ambas manos, en un movimiento descuidado, intentando (y realmente intentándolo, antes de que una vena psicótica la atravesase) razonar con su pareja junto al desconocido que estaba a su lado.

          —Leon—dijo Lottie esperando desde su lugar.

          —¿Qué es lo que sabes sobre la Plaga?—le preguntó Leon a JD, mirándolo a forma de intimidarlo.

          —Nada. Todo lo que sé es que los mayores nos la dieron—declaró JD.

          —Leon—insistió ella.

          En cuestión de segundos, Leon logró inmovilizar al guerrillero, colocándolo justo contra la pared como ella lo hizo con él minutos atrás. Instintivamente, Harmon se llevó la mano hacia la funda de la pistola, manteniendo su mirada azulada fija en los movimientos de su marido contra el guerrillero. Apretó los labios, esperando a que Kennedy empezase su interrogación, esperando sacar algún provecho — algo que ella no sabía y que él sí, debido a las circunstancias. Al ser invierno, Lottie ya podía sentir que el sol se estaba poniendo, y se preguntó que tanto tiempo había pasado desde que la desplegaron en ese campo de guerra. Leon mantuvo un agarre de hierro contra el hombrecito rubio, quien alternaba su mirada de pánico entre el castaño y ella.

          —Leon—volvió a decir Lottie, su tono bordeando a una advertencia.

          —Uno se inyecta eso en el cuerpo para controlar a los lickers, ¿verdad?—inquirió el castaño sin piedad alguna, ignorando por completo a la pelirroja—. Qué mayores tan compasivos tienen.

          —¿Qué más opciones tenemos, colega?—bramó JD con un ligero acento ruso, buscando librarse del norteamericano—. ¿Te das cuenta de que todo el mundo nos ignora?¿Que corremos peligro de ser exterminados?

          Finalmente, Kennedy desistió y Charlotte se irguió, fulminándolo con la mirada. El alivio que sintió en ese preciso instante llegó a atravesarla como una bala, donde ya no podía temer nada más de lo que su marido podría haber hecho antes. Ambos se irían, tomarían un helicóptero y volverían con Eider en menos de 24 horas para continuar con sus vacaciones en familia.

          Charlotte esperó eso con creces.

          —Ahórrate las palabras—añadió el castaño dando un par de pasos hacia su mujer—. No vamos a ver esto de la misma manera.

          En cuanto Leon se movió hacia Charlotte, dispuesto a seguirla, JD se separó de la pared para respirar con normalidad y bajó la mirada — al menos hasta tomar el coraje de exclamar las siguientes palabras.

          —¡Ayúdennos!

          Los dos se voltearon, con rostros completamente malhumorados, pero con una pequeña pizca de compasión y empatía tan característicos de ellos.

          —No quiero verlo a él convertido en un monstruo—imploró el guerrillero desde su lugar—. Esto no le gustaría a Irina. La conocíamos desde niños—él negó su cabeza con claro pésame y su voz no estaba muy atrás—. Era la prometida de Buddy. Sasha—aclaró para la pelirroja—. Irina era maestra de escuela y aunque no lo crean...Buddy también. Los malditos creyeron que su escuela era un escondite independentista y la atacaron.

          Lottie no debía adivinar qué era lo que venía después, JD se encargó de demostrarlo con su voz, con su simple movimiento de cabeza baja y su propia culpa en una guerra en la que él fue forzado a actuar. Con ese tipo de información, la pelirroja podía atar los cabos sueltos que todavía le quedaban: Buddy era el comandante de la guerrilla, JD parecía ser su mano derecha y ambos estaban batallando contra la oposición con la ayuda de la Plaga. En ese instante, solo en ese instante, ambos agentes se dieron cuenta de que el comandante estaba a punto de cometer una estupidez — ella prefirió eso a que sea un acto suicida, pero apostaba todo a que se trataba de esa razón. JD los miró desde su lugar, decisivo, antes de dar un paso hacia ellos.

          —Voy a fingir que tu mujer me noqueó y que escaparon—sentenció finalmente el rubio con piercings y aros alrededor de su rostro—. A cambio, deben conseguir esa cosa antes que él.

          Lottie intentó no sonar sorprendida—Oh, ¿entonces ahora confías en nosotros?

          —No sé quien o qué diablos sean...pero tu hombre me salvó la vida cuando lo necesité—replicó JD convencido—. Deben detener a Sasha—en un movimiento rápido, le cedió su rifle de asalto a Leon—. Lo encontrarán en el mercado central.

          Leon tomó el arma, dirigiendo su mirada hacia Lottie y ella se lo quedó mirando por un segundo. Parpadeó dos veces, llegando a su propia conclusión y eso no le gustó para nada. Diablos, ella lo conocía de pies a cabeza, conocía cada maldita peca que él tenía en su cuerpo, y eso significaba que Lottie podía catalogar cada mirada que él le lanzaba hacia su persona. ¿Y cuál era el tipo de mirada que ella veía en ese momento? Una mirada a modo de convencimiento.

          Ella gruñó en voz alta.

          Charlotte Harmon tenía órdenes y esas ordenes no incluían meterse más en la mierda que pisó Leon.

          —Leon...—negó ella con la cabeza—. No.

          —No podemos dejar que ese imbécil ponga una mano en la Plaga.

          —Esas no son nuestras órdenes, no son mis órdenes—contraatacó la pelirroja girándose para mirarlo fijamente—. Hunnigan nos está vigilando. Nos pondremos en peligro innecesario.

          —Es un pedido de ayuda, Lottie—añadió Kennedy en un murmullo—. Tú eres la altruista de los dos, más sabiendo lo que sabes ahora. ¿Desde cuándo sigues órdenes?

          Lottie apretó los labios en una fina línea.

          (Ese era un buen punto.)

          —Púdrete, ¿sabes?

          Leon esbozó una sonrisa de lado, con diversión—Yo también te amo, cielo.

          Harmon se permitió un momento para respirar hondo, relamiéndose los labios antes de cerrar sus ojos por un segundo. Si ella desistía en las órdenes dadas, era muy probable que Adam no solo quiera matarlos por la imprudencia, sino que podrían ser penalizados por su actitud y por ir AWOL¹ sin acatar órdenes dadas por un miembro del FOS. Pero si ella obligaba a Leon a retirarse por la fuerza, la guerra continuaría y la guerrilla terminaría siendo exterminada por la oposición y el poder de la presidente Belikova.

          —Nos divertiremos un poco, como en los viejos tiempos—añadió el castaño inclinándose hacia ella.

          —Está bien—exclamó Lottie exasperada—. Ayudaremos. Un movimiento en falso y los mataré a todos ustedes, incluyendo a tu amigo Sasha—lanzó una mirada a Kennedy—. Y a ti te llevaré de vuelta a Estados Unidos de una buena patada. ¿Entendieron?

          —Sí, señora—dijeron los dos hombres al mismo tiempo.

          Los dos agentes se despidieron finalmente del guerrillero, tomando sus armas para poder avanzar en dirección hacia el mercado, alejándose de la iglesia poco a poco. Lottie le entregó una pistola a Leon, solo por seguridad en cuanto se detuvieron en la esquina y él asintió antes de guardarla en su cinturón. Súbitamente, el PDA de la pelirroja empezó a sonar y ella lo sacó de su bolsillo — sabiendo perfectamente que se trataba de Hunnigan queriendo contactarla.

          —No puedo creer que esté haciendo esto—bramó la pelirroja con mal humor.

          —Créeme, lo haces—bromeó Leon lanzándole una mirada coqueta—. Hunnigan estará bien sin nosotros por unas horas. Apaga eso.

          —Pensé que le dispararías—admitió ella mirándolo de manera poco impresionada—. Ya que le disparaste al tuyo.

          El castaño alzó sus manos—Huh, JD fue quien lo rompió, no yo-

          —Cuida mejor tus cosas, entonces.

          —Púdrete.

          —Yo también te amo, cielo—se burló ella.

          Y con una última mirada al PDA, Lottie apagó el dispositivo para continuar avanzando.




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          Llegar al mercado central fue relativamente sencillo para los agentes, a pesar de que algunas calles estuviesen infestadas de personas bajo el control del virus o algunos vehículos rondando para alertar que abandonasen las calles. El matrimonio Kennedy se movió entre las sombras, rápidamente y en silencio; escondiéndose al ver pasar vehículos militares que pertenecían a la oposición, alertando que una operación daría comienzo dentro de unas horas. Ambos observaron como el convoy se alejaba por la esquina, dejando la costa libre de cualquier amenaza y siguieron hacia la entrada que Leon señaló con su mano. Mientras avanzaban, ella carraspeó en voz alta.

          El castaño le lanzó una mirada—¿Pasa algo?

          —¿No vas a hacerme la pregunta?¿Cómo es que...?—se señaló a sí misma, a modo de énfasis.

          —¿Qué pregunta?—inquirió él deteniéndose para mirarla, antes de fruncir más el ceño—. ¿Qué...?

          Oh.

          Oh, esa pregunta.

          ¿Cómo diablos era posible que Lottie estuviese allí con Leon, teniendo a alguien a quien cuidar?

          Si la memoria de Leon no fallaba, él había dejado a sus dos chicas en un hotel lujoso, a salvo de cualquier peligro, de cualquier cosa que pueda lastimarlas; y ahora tenía a su mujer junto a él, armada hasta los dientes, con un ligero ceño fruncido que parecía estar poco impresionado. En otras palabras, Leon Kennedy debía recordarse una vez más que no solo era un maldito agente y propiedad del gobierno de Estados Unidos, sino que también era un padre. Un padre sumamente sobreprotector con su familia y que ambos estuviesen al otro lado del mundo, alejados y sin saber nada de su hija parecía espantarlo un poco. Solo un poco, pero él no le daría entender eso a su mujer, todavía.

          Lottie ya lo había descifrado de todas formas.

          —Si tú estás aquí, verdaderamente aquí—empezó el castaño haciendo un gesto descuidado con la mano—. ¿Quién está con Eider?¿Sherry?

          —Sherry está en México, de misión.

          —Sherry está en México, de misión—repitió él, quedándose en silencio un momento antes de proseguir—. ¿Entonces me estás diciendo que dejaste a nuestra hija sola?¿Sola en una ciudad?

          —¿Qué?¡No!—dijo la pelirroja negando con la cabeza rápidamente—. Patrick la está cuidando. Todo está bajo control.

          —Eso es igual a que ella esté sola, niña flama—añadió Leon de manera inexpresiva—. Patrick es la peor niñera que hemos tenido.

          —Ya, ya, lo sé—suspiró Lottie vencida por la razón de su marido—. Ella prometió comportarse mientras yo buscaba tu maldito trasero aquí.

          —No puedo creerlo...

          —Tranquilízate, Hunnigan está vigilándola constantemente-

          —Y Hunnigan nos matará cuando se entere de esto.

          —Si hubieses acatado las órdenes dadas, no estaríamos teniendo esta conversación—lo reprendió Lottie de manera fulminante—. Así que, una vez que regresemos a Norteamérica, terminaremos nuestras vacaciones y afrontaremos la ira de Hunnigan.

          Leon se mordió el labio, finalmente desistiendo ante el punto válido de su esposa y asintió. Ella le señaló la entrada con la cabeza, dando por finalizada la discusión y caminando en dirección a la entrada donde JD les dijo que podrían encontrar las muestras. Kennedy le señaló con sus dedos por dónde podrían pasar, debido a que parte de la infraestructura estaba dañada por una explosión de la que él formó parte. Lottie decidió no hacer preguntas al respecto, sabiendo que eso podría llevar a otra discusión y siguió al castaño hasta llegar a un punto donde la luna iluminaba el gran estacionamiento del mercado central. Kennedy soltó un jadeo al ver un maletín abierto en el medio, corriendo para poder inspeccionarlo.

          —Leon—llamó Lottie en un murmullo.

          —Llegamos tarde—dijo él de manera seca.

          —¿Qué?

          —Las muestras, Lottie—bramó Leon ladeando su cabeza hacia ella—. Ya no están.

          No obstante, ella no le respondió de vuelta, debido a que sintió el cañón de un arma apuntándole en la cabeza por detrás. La pelirroja se mantuvo quieta, buscando algún punto para obtener el reflejo de la persona que estaba detrás. Una figura de su misma estatura, sin tantas cosas encima, apuntaba un arma directamente a su cabeza y, juzgando por su silueta, se trataba de una mujer.

          —¿Buscan a alguien?

          Lottie conocía aquella voz con tal claridad que provocó que rodase sus ojos.

          Oh, genial, pensó la pelirroja.

          Rápidamente, a pesar del esfuerzo, Leon barrió el suelo con una patada y Lottie se apartó antes de lanzar un puñetazo en dirección a la mujer que decidió atacarlos. Ella se apartó dando un par de volteretas hacia atrás, apuntando su arma hacia ellos. Su cabello corto azabache junto con su traje mezclado con negro y un rojo profundo la delató ante los agentes de la DSO. Su mirada lograba consolidar sus rasgos asiáticos tal como ambos la recordaban cuando ella se interponía en sus cruzadas. Ada Wong se enderezó frente a ellos, apuntando su pistola hacia la pareja con una sonrisa ladina en sus labios.

          —Esto se puso mejor y mejor—murmuró Leon a su lado.

          —Ha pasado bastante tiempo, chicos—espetó Wong dando un par de pasos hacia ellos.

          —¿Qué haces aquí?—le preguntó Lottie mirándola fijamente.

          Wong caminó hacia un lado, queriendo rodearlos—Oh, diablos, esa pregunta era mía.

          —No me gustaría especular...—declaró Kennedy con su arma en alto—. Pero sé que lo haré de todos modos. ¿Tú liberaste la Plaga?

          —No me hagas reír, por favor—se burló la asiática continuando con sus pasos—. Ustedes saben muy bien que no me interesan los productos defectuosos. Solo estoy aquí para...darles una mano a ellos.

          —Ya no estoy sorprendida—murmuró Lottie siguiendo su movimiento, su arma en alto, pero el dedo fuera del gatillo— ¿A quiénes?

          —Pero...me parece que mi ayuda no era necesaria—señaló Ada mirando hacia el maletín.

          —No volveremos a repetirlo—bramó el castaño al lado de Lottie—. ¿Qué estás haciendo aquí, Ada?

          Wong se encogió de hombros—Si ellos atacan la capital...puede decirse que me facilitarán mucho el trabajo. Eso es todo—se detuvo debajo de la luz de la luna—. A propósito...¿cómo está mi dulce ahijada?

          —¿Desde cuándo te gusta jugar a ser madrina de una niña?—dijo Leon escéptico.

          —¿De verdad estás enojado conmigo? Soy la madrina designada, Leon, siempre me ha gustado jugar a ser algo que no soy—replicó la asiática con simpleza—. Tú la sobreproteges con tu mujer, yo la malcrío con todo lo que ella quiera. Así es el negocio.

          Lottie rodó los ojos—Lo que él quiere decir es que Eider te extraña.

          Ada esbozó una sonrisa de suficiencia—Pues le sienta bien. Me encargaré de darle una visita pronto, eso espero—disparó su gancho hacia arriba antes de salir de un desliz—. Les daré una advertencia. ¡Esta ciudad pronto quedará purgada!

          Con tan solo esas palabras, el matrimonio se quedó solo.

          —Mujeres—gruñó Leon.

          (Lottie le golpeó las costillas luego.)

          Ambos se quedaron mirando hacia el cielo, el cual ya estaba cubierto por pocas estrellas y donde la luna se mantenía encima de ellos resplandeciendo. Lottie bajó su mirada hacia el suelo, donde estaba el maletín vacío, sin rastro de nada. Ella se agachó para poder inspeccionarlo, buscando algún tipo de pista que pudiese decirles algo sobre el posible paradero del comandante. Sin embargo, la pelirroja se dio cuenta que era toda una pérdida de tiempo el buscar algo que ya no existía de manera material frente a ellos. Leon ladeó su mirada hacia la pelirroja, quien no había vuelto a hablar y posó una mano contra su hombro — a modo de llamado de atención.

          —Sasha utilizó el virus—concluyó ella luego de unos momentos.

          —¿Cómo puedes estar tan segura?

          Harmon miró al castaño desde su lugar—Escuché la conversación que tuvo con JD cuando me infiltré en la iglesia. Decía que el atamán, el líder que utilizaba el virus, debía ser reemplazado.

          —El viejo...—murmuró Leon convencido—. Tiene sentido.

          —En orden de convertirse en comandante, Sasha tiene que infectarse con el virus y eso es exactamente lo que acaba de hacer—sentenció la pelirroja poniéndose de pie—. Tenemos que volver a la iglesia para advertirle a JD, es muy probable que él pueda saber algo más.

          —Así que tenemos dos problemas: Sasha y Ada—declaró Kennedy negando con la cabeza—. Un idiota que anda suelto con la Plaga y una mercenaria que le encanta jugar a ser la madrina designada.

          —¿Prefieres que otra persona se convierta en madrina designada?

          —Diablos, no—bramó el castaño tomando mejor su arma antes de seguir a su mujer—. Hacemos eso y puedo jurar que empezarán a rodar cabezas cuando ella se entere.

          Lottie soltó una ligera carcajada—¿Vas a decirme qué fue lo que pasó aquí?

          —Huh...aquí me capturó la guerrilla—dijo Leon manteniendo el paso—. El agente Scarecrow estaba escondido aquí y cuando lo encontré estaba malherido. Llegó a decirme muy poco antes de morir por sus heridas—ladeó su cabeza hacia un lado—. Luego de eso, un licker me atacó y causé una explosión, me rodearon y...creo que ya puedes adivinar como sigue.

          La pelirroja asintió con lentitud, digiriendo las noticias de las últimas doce horas lo mejor que podía. Ambos avanzaron hacia la salida, cuando empezaron a tocar las campanas de una iglesia, quitándole un respingo al matrimonio. Empezaron a trotar en dirección a la iglesia, queriendo acortar la distancia entre las diferentes calles para llegar más rápido, pero el riesgo a la exposición a infectados y miembros de la oposición era demasiado alto. Así que tomaron la misma ruta para poder llegar a la iglesia del centro de manera segura.

          —¿Qué fue lo que te dijo?—le preguntó Lottie mientras trotaban.

          —¿Qué?

          —El agente Scarecrow—farfulló ella mirándolo—. Sus últimas palabras. ¿Qué fueron?

          —Apicultor—respondió él a su lado—. La palabra es apicultor.

          —¿Y qué diablos significa eso?

          Kennedy rodó los ojos—Es lo que estuve intentando saber desde que llegué aquí. Pero mi estadía no fue la mejor, cariño.

          —No te dieron desayuno, ¿verdad?—bromeó la pelirroja y su marido le mostró el dedo medio, el cual le quitó una sonrisa a ella—. Te llevaré a desayunar cuando terminemos esta mierda, lo prometo.

          —Gracias a Dios que eres mi esposa.

          A lo lejos, Charlotte pudo percibir disparos, lo cual detuvo la marcha de ambos y procedieron a moverse más lento para llegar a un punto ciego — buscando observar parte del entorno. Una horda de infectados estaba agrupándose contra la puerta principal, enrejada y negra, de la catedral. Lottie no podía llegar a contar la cantidad, pero estaba demasiado segura que eran bastantes para poder matarlos a ambos y poner en prueba sus "poderes" contra ellos era demasiado pronto — más cuando Leon no estaba enterado al respecto del asunto.

          —No llegaron a entrar—dijo Leon en un murmullo—. ¿Entonces...?

          —¿Qué fueron esos disparos?

          Lottie se asomó un poco más, viendo que otros estaban rondando por dentro, pasando la gran reja. Leon codeó a la pelirroja, señalándole con la cabeza un lugar para poder seguir, ella avanzó junto a él y la condujo hacia una pared, juntando sus manos para levantarla. La pelirroja se subió a la pared, tendiéndole una mano para él, mientras que su mirada se enfocaba en los infectados que ya estaban dentro del perímetro de la iglesia y tironeó con toda su fuerza al sentir que Leon intentaba subir. Una vez que los dos ya estaban arriba, esperaron, mirando a su alrededor algo que pudiesen utilizar para entrar.

          —¿Cómo fue que entraste aquí sin ser detectada?—le preguntó Leon.

          —No revelaré mis trucos de bruja y agente, Kennedy.

          —No estoy bromeando, Lottie.

          —Bien, bien—se quejó ella rodando los ojos y buscó la ventana que tomó para entrar—. Había una ventana abierta.

          —¿Y tú solo entraste?

          —¿Me ves cara de acróbata?

          Fue el turno de Leon para rodar sus ojos, quedándose en silencio otra vez. A lo lejos, logró divisar una escalera junto con una puerta, un modo para poder entrar sin hacer tanto ruido o entrometerse en el camino de los infectados. El castaño le palmeó la pierna a su mujer, señalando la escalera y un techo que estaba lo suficientemente cerca como para dar el salto.

          —Haremos como Santa, cariño—bromeó Kennedy esbozando una sonrisa ladina.

          Lottie no estaba impresionada, pero lo siguió de todos modos.




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sin editar

¹ AWOL es un término militar que significa absent without leave, osea ausente sin permiso.

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