❪PRELUDIO❫

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NOIRE
preludio!

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Desde nuestro primer encuentro, nuestros espíritus comenzaron a tocarse. Mi corazón te reconoció antes de que mis ojos entendieran quién eras.❞ — Anónimo.


𝑵 𝑶 𝑰 𝑹 𝑬  :  𝑬 𝑳  𝑷 𝑹 𝑬 𝑳 𝑼 𝑫 𝑰 𝑶



Octubre de 2005.

          PISAR SUELO NORTEAMERICANO NO RESULTÓ SER TAN RECONFORTANTE COMO ELLA LO PENSÓ, sin embargo, el tener la mano de dos personas agarradas a las de ella; a quienes confiaba con toda su vida, era algo que la mantenía en tierra y de algún modo segura. Sus orbes azules observaron como la compuerta se abría, dejándoles libre al paso para que las tropas pudiesen salir y así admirar la sede de la rama norteamericana de la Alianza dispuesta frente a sus ojos. Alguien tiró de su mano y ella siguió los pasos, los mismos pasos de sus compañeras, cada tanto teniendo la mirada fugaz de los capitanes de dichas unidades que se desplegaron donde las encontraron. Se permitió respirar hondo, para no sentirse tan abrumada por toda la situación; la cual había cambiado radicalmente desde donde habían empezado hacía meses — por un segundo, ella se sintió algo intranquila, temiendo que aquella fuese una muy mala idea. 

          Al terminar la misión en Albania, Joy Williams y Chris Redfield se aseguraron de llevar a las tres mujeres a un lugar seguro detrás de las líneas de soldados de la BSAA, así creando una barrera de protección para las tres fugitivas de la vista de Dalton Bauer. La Alianza, al ser un organismo perteneciente a las Naciones Unidas y en parte al Consorcio Farmacéutico Mundial, no tendría a ningún corrupto entre sus empleados que pudiese delatar la posición de la presunta agente difunta Charlotte Harmon y una niña llamada Eider.

          (Charlotte no se podía creer que su acta de defunción realmente se dijese textualmente que su muerte fue provocada por empalamiento.)

          Joy condujo a las tres mujeres dentro, pidiéndoles que entregasen sus armas y efectos personales, para así proceder con el registro de las mujeres en la sección de alistamiento. La mujer de cabellos rubios las colocó dentro de una habitación más silenciosa para que pudiesen pensar mejor en sus siguientes opciones. Lottie le ordenó silenciosamente a Eider que tomase asiento y ella obedeció sin rechistar, sentándose a su lado mientras que Nora iba de un lado al otro en la habitación. Los capitanes de las unidades SOU, Chris y Joy, entraron hablando en murmullos a la habitación — cerrando la puerta justo detrás de ellos.

          —¿Quiénes son ellos?—preguntó Eider.

          —Amigos, cielo, son amigos—declaró Lottie mirando el formulario.

          Nora miró en dirección a los capitanes—Pues se notan más serios que antes, colega. ¿O sois todos los soldados así?

          —Normalmente no solemos ponernos así si la situación no lo amerita—espetó Chris cruzándose de brazos—. ¿Qué diablos...?¡Ow!

          Joy le miró a modo de advertencia, luego de haberle pegado un codazo en las costillas—Compórtate, grandulón, hay una niña aquí—su mirada se dirigió hacia las dos adultas—. Lo que mi compañero...en realidad "pareja" quiere decir, es que no sabemos qué fue lo que les sucedió durante todo este tiempo. Y que ustedes aparezcan así de la nada...

          —Es bastante sorpresivo, a pesar de haber pasado por esa experiencia antes—prosiguió Chris antes de enviarle una mirada de soslayo a su pareja—. Lo cual no recomiendo que repitas, gracias. Agradezco no haber llenado un documento de defunción con tu nombre, Joy.

          —Lo cual nos lleva a la siguiente pregunta: ¿Cómo es que estás aquí?¿Viva?¿Rebosante de vida?—añadió Joy intentando de no temblar—. Leímos el reporte que hizo Leon, Lottie. Tú moriste por empalamiento, literalmente una gran estaca te atravesó el pecho y tu corazón dejó de latir, además de la pérdida de sangre.

          —Que haya sobrevivido no es una coincidencia, si no un hecho—dijo Nora deteniéndose al lado de la mujer de cabellos rubios-pelirrojos—. Tú seguías infectada con el parásito, lo cual, según una teoría, fue lo que te salvó de la muerte. Es muy probable que tu sistema inmunológico haya actuado acorde a la infección y eso afectase tu material genético.

          —¿Cómo puedes estar segura?—preguntó Chris.

          El semblante de Sera se mantuvo neutro—Soy bióloga, una investigadora como lo era mi hermano Luis. Ambos fuimos contratados por el líder del culto: Osmund Saddler.

          —Tú eres la otra Sera...—concluyó la rubia.

          —Teniendo en cuenta de que Dalton te tuvo bajo detención y experimentación, es muy probable que el virus ya no esté y los otros que intentó inyectarte también estén muertos—prosiguió la mujer de cabellos cortos—. Eso debe ser a que hubo cambio genético y que tus antígenos sean más fuertes que las de un humano promedio.

          —Entonces, estás infectada—dijo Chris sin más preámbulos.

          Nora negó con la cabeza—No lo sabemos, en estos últimos tres meses que he estado con ella, no ha mostrado síntomas de convertirse en un infectado o en un Ganado. Si tenéis equipo médico vírico aquí, podría examinarla.

          —Las examinaciones médicas vendrán después de que llenen ese formulario—declaró Joy señalando los papeles—. Siguiendo el procedimiento, Chris y yo las llevaremos a habitaciones separadas para interrogarlas. Teniendo en cuenta de que están escapando de alguien, no las registraremos oficialmente, así que elijan sus nuevos nombres.

          Charlotte intentó no sumirse a aquel sentimiento abrumador de recibir tanta información y no saber nada al respecto de qué era lo que le había ocurrido a su fisiología. Las cosas eran claras para ella: había sido infectada con la Plaga, había muerto siendo empalada por una estaca gigante en una de las trampas de Salazar, sobrevivió a una herida fatal gracias a que Jack Krauser la sacó de allí, fue traicionada por el propio Krauser quien terminó entregándola a otro traidor quien resultaba ser su ex pareja y ese idiota experimentó con ella y la torturó hasta que el aliento le faltase — agregando que estuvo aislada y detenida en una isla japonesa por ocho meses, siendo salvada por la persona que su supuesta alma gemela y amigo de toda la vida estaba enamorado.

          Eso sí que fue una excelente patada a sus entrañas.

          (Ella se preguntó como hablaría de ello en los interrogatorios que la Alianza le haría.)

          La muchacha de orbes azules miró en dirección al formulario, para tomar una lapicera que se encontraba al lado, dispuesta a rellenar los lugares vacíos. Si ella jugaba bien sus cartas, podría estar en un lugar seguro por unos buenos cinco años, donde podría estar atenta en muchas cosas: 1. Cuidar de Eider y de Nora, quienes estaban en este momento en un blanco posiblemente por su culpa. 2. Cuidar y ver de lejos a Leon S. Kennedy, como si se tratase de su propia sombra por si a Dalton se le ocurriese atacarlo. Y 3. Podría usar esos medios para poder buscar a Dalton y finalmente acabar con su vida como es debido (ya que estar detrás de las rejas no parecía ser un castigo suficiente por lo que hizo). Además de tener experiencia como agente SOA o soldado SOU para poder entender mejor los métodos y el maldito arte de derrotar terroristas vinculados a las armas bio-orgánicas.

          No hacía falta agregar que ella parecía una superheroína gracias a las "habilidades" que Dalton le dio durante su corto pero eterno tiempo en Japón.

          Nope.

          Claro que no.

          Sería mejor que Joy y Chris sean los únicos en saber eso.

          Al mirar la primera casilla para llenar, ahí empezaba a marcarse el nuevo camino. ¿Quién diablos sería ella? Si Dalton Bauer estaba buscando a Charlotte Harmon, entonces ella no podía ser Charlotte Harmon; ella debía dejar de ser esa persona. En el lugar del nombre, no puso Charlotte, sino que decidió colocar su segundo nombre: Faye. Ella recordó la primera vez que le preguntó a su madre el por qué eligieron aquel nombre y Mareena Harmon sonrió ante la pregunta, la emoción de una niña a los ocho años no era la misma que ella portaba en ese momento.

          —Faye significa "hada" en francés—respondió su madre.

          Los orbes azules de Lottie brillaron, con pura e índole inocencia—Soy un hada, ¿entonces?

          —Ajá, eres un hada.

          Faye sería su nuevo nombre, entonces.

          En el apellido, decidió utilizar el apellido de soltera que tenía su madre: Willibur. Así que, ella ya no sería Charlotte Harmon, si no que se llamaría Faye Willibur. Al terminar de llenar su formulario, procedió a registrar a Nora, quien le advirtió con la mirada sobre su información falsa y ella asumió el nombre de Nora Taldon — donde Lottie le miró con una ceja alzada.

          —Debo decir que es un anagrama bastante currao', si lo piensas—espetó la española con diversión.

          Cuando llegó el momento de registrar a Eider, ella simplemente no sabía que nombre quería y se notaba que estaba muy a gusto con el nombre que ya tenía; así que Charlotte la registró como Eider Willibur, una hija claramente adoptiva que tomó debajo de su ala. En cuanto terminaron registrándose, la pareja de la Alianza los llevó al Ala Médica donde las revisarían y harían una examinación completa para ver si había rastros víricos o vacunas que hacía falta poner. Joy podía ver la incomodidad que tenía la muchacha ante la presencia de los doctores y enfermeras; Charlotte percibió esa incomodidad y como la rubia entrelazó su mano con la de su pareja quien estaba parado a su lado. Estuvo presente cuando examinaron a Eider, ya que su cantidad de confianza en ese momento no era tan elevada y arriesgarse a que algo pase (a pesar de que Joy se lo prometió), ella no desistió en su declaración.

          Y todo llevó a la sala de interrogatorios.

          Chris Redfield se encontraba sentado frente a ella, mirándola fijamente y la muchacha de cabellos pelirrojos-rubios se removió en su asiento.

          Redfield se dio cuenta.

          —Lo siento, no buscaba intimidarte.

          Relájate, Harmon, él es un amigo, puedes bajar la guardia, se dijo a sí misma.

          —Está bien, no tienes por qué disculparte—respondió ella esbozando una sonrisa de lado—. Todo esto me pone nerviosa.

          El castaño levantó una ceja—Creía que en tu entrenamiento como agente federal te enseñaban a sobrellevar interrogatorios.

          —Sí, ya sé, he aprendido muy bien a sobrellevar interrogatorios—añadió Lottie sonando neutral—. Pero estos últimos meses, parece como si el tiro me hubiese salido por la culata. Estoy preocupada por mis movimientos, es todo.

          —No tienes que preocuparte, Charlotte, nadie tiene nada en contra de ti. Ni siquiera yo. Tú ayudaste a mi hermana a escapar de Raccoon City, estoy agradecido por ello y por esa razón tengo confianza en ti—alegó el capitán cruzándose de brazos y luego suspiró—. Según tu acta de defunción y el reporte Kennedy, falleciste por empalamiento en octubre de 2004. No pudieron recuperar tu cuerpo de la ubicación donde se te vio y está más que claro que tu nombre forma parte de la lista de los "fallecidos en acción" del gobierno.

          —No me digas, ¿hicieron un funeral?

          —Sí, tu cajón estaba vacío—espetó Chris con poca expresión—. Joy llevó a Claire a tu entierro ese mismo día. Sherry Birkin también estaba allí con su tutor.

          —¿Cómo...?—empezó ella antes de mirar al castaño.

          —¿Cómo está mi hermana?—terminó él la frase antes de inclinarse hacia adelante—. Ella me habló mucho de ti, sabía que eran amigas, a pesar de que trabajabas en aquella línea de trabajo y mi hermana en TerraSave. No se encontraba bien, teniendo en cuenta de que tal vez podrías haber sido la última persona con quien hablaste antes de irte a España.

          —Hablé con ella y con Joy, son simples emails.

          —Mi hermana no la pasó bien, Charlotte. Joy se encontró algo abrumada al respecto.

          —¿Le dirás a Claire que estoy viva?

          —Si tú estás escapando de alguien, no creo que sea la mejor idea.

          Charlotte sonrió de lado—Eso no le gustará para nada.

          —Hay dos personas quienes me aterran como una buena película de terror, Harmon—añadió el castaño levantando su dedo índice—. Una es mi hermana Claire y la otra es mi pareja Joy. No dudo que ellas puedan patearme el trasero si se unen en mi contra.

          Harmon soltó una carcajada.

          —Así que, ¿tú y Joy ya son oficialmente una pareja?—preguntó Harmon alzando una ceja con diversión—. Claire no paraba de hablar sobre ustedes dos. ¿Ya te pidió que le des un sobrino?

          El rostro de Chris se sonrojó—Es muy temprano para eso. Pasitos de bebé, eso se nos da bien.

          —Me alegro de que finalmente puedan estar juntos.

          Chris le sonrió antes de asentir.

          Y Charlotte simplemente le contó su historia.




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Washington D.C, Estados Unidos — 2006.

          Había noches en las que él no podía dormir por completo o simplemente se sentía ahogado dentro de aquellas aguas tormentosas que acudían a él solamente cuando dormía. Su estado más vulnerable, sus sueños se encontraban plagados de la noche que se cernió sobre él y su mejor amiga de toda la vida, en Raccoon City, donde ellos pelearon y batallaron hasta el punto que la sangre ya no corría por sus venas; corrían, pero no era suficiente para escapar. Él se preguntó qué hubiese pasado si ambos se quedaban estancados allí y la respuesta no era tan complicada: simplemente serían un simple recuerdo en el olvido. Al principio, esas pesadillas eran pasajeras, ya que él siempre se encontraba acompañado con alguien que verdaderamente le entendía. Pero luego, ese alguien se le fue arrebatado de sus brazos en una mezcla de sangre, de enojo, lágrimas y decepción; como si se tratase de un simple chasquido.

          Esa persona que más le entendía ya no estaba.

          (Y Leon Scott Kennedy finalmente podía decir qué significaba tener el corazón roto.)

          Sus pesadillas eran el mismo momento, el mísero mismísimo momento de la gran caída en el Castillo Salazar y todas las veces que lo repetía...terminaban igual. Él colgando por el gancho que Lottie había sido muy cauta en llevar y ella empalada por una maldita estaca, atravesándola de norte a sur. Leon gritaba y su mente recordaba las palabras temblorosas que le decía a su mejor amiga, a quien le negó ser su alma gemela. Ella no escuchaba lo que él le decía y él, claramente, no escuchaba lo que ella le decía con su último aliento — Leon, simplemente, agonizaba por el fatídico destino final.

          En ese momento, entendió los sentimientos de Charlotte.

          ¿Por qué no lo había hecho antes?

          ¿Así se sintió ella cuando él le rompió el corazón?

          Yo siempre pensé que eras extraordinario, como me lo decías a mí.

          Las lágrimas no paraban de bajar, su enojo era incesable y cuando disparó en dirección a un megáfono que captaba el sonido en un ataque de ímpetu, sabía perfectamente que Ramón Salazar estaría disgustado. Él lloró como un niño pequeño, desolado, solo y abatido; sintiéndose más que inútil ante la incompetencia como amigo, como compañero y como agente federal. Lo que más le apenó y dolió de todo eso: Leon no se despidió de ella. No, claro que no, la última vez que entablaron una maldita conversación fue una discusión donde Lottie le confesó sus sentimientos hacia él — una carta de amor que contenía muchísimos sentimientos acumulados por tantos años, demasiados para su propio bien y él, en el calor del momento, los negó.

          Entonces ya sé dónde estamos parados.

          En ese momento, él sabía que había metido la pata.

          En ese momento, él no esperó verla morir.

          Y otra vez, la vio caer, empalándose en esa maldita estaca.

          Despertó completamente sudado, su respiración entrecortada y lágrimas corriendo libremente por sus mejillas. Sollozó antes de fregarse los ojos, su habitación siendo iluminada por las luces que había en el exterior y lo que parecía ser la luna entre los edificios de Washington. Se levantó de la cama lentamente, buscando relajar su respiración y, cuando tuvo la iniciativa suficiente, se encaminó a la cocina. El lugar lucía absolutamente solitario sin la presencia de la pelirroja, silencioso, casi amenazador para él. Leon encendió la luz de la cocina y se dispuso a llenar un vaso con agua, mientras que con la mirada buscó a Munchkin — el gato que él y Lottie habían adoptado. Este dormitaba pegado a la puerta que pertenecía a la habitación de su difunta mejor amiga, donde la puerta estaba cerrada con llave, impidiéndole el paso al minino y a él — la llave estaba oculta en su cajón, en un lugar donde él no podía verla.

          Leon no podía entrar ahí.

          Ese lugar estaba lleno de ella.

          Y a él...le dolía muchísimo ver tanto de ella, sabiendo que ella verdaderamente ya no estaba ahí con él.

          Cuando rescató a Ashley de aquella isla, Graham hizo caso a todas las órdenes que él le dio y fue una gran ayuda en cuanto a puntería — no le trajo ningún problema. Al verlo dentro de esa isla, ella no tardó en largarse a llorar cuando lo vio completamente por su cuenta; portando un rostro sombrío y melancólico, el cual decía a gritos que su compañera había muerto. En el momento que pisaron tierra firme fuera de Saddler, de Krauser y de Ada Wong, pudieron retomar el contacto con Ingrid Hunnigan.

          —Oh, por dios, no tienes idea de lo que me alivia verte—espetó la mujer esbozando una sonrisa—. Mejoraré mi táctica para evitar que vuelvan a interferir en la línea. Necesito una actualización de la misión.

          —El objetivo fue rescatado y los terroristas fueron neutralizados.

          —Buen trabajo, chicos. ¿Está Lottie por ahí?

          El rostro de Leon se ensombreció más y Hunnigan ladeó la cabeza a un lado.

          —¿Leon...?¿Donde está la agente Harmon?

          —La agente Harmon fue asesinada en acción, Hunnigan.

          El rostro de la mujer de lentes palideció y Ashley, al escuchar la declaración, bajó la cabeza.

          —Realmente lo lamento, Leon. No sé si tienes su cuerpo...

           —No lo tengo, lo dejé en el Castillo de Ramón Salazar—respondió él e hizo un esfuerzo muy grato para que sus lágrimas no cayesen—. Tenía que seguir con la misión. Podría volver por él...

          —No, déjame eso a mí—espetó la mujer luego de soltar un suspiro—. Enviaré a un helicóptero para extraerlos a Ashley y a ti. Una vez sean extraídos, enviaré un pelotón de reconocimiento para recobrar el cuerpo de Harmon.

          Pisar suelo estadounidense nunca lo hizo sentir tan miserable.

          Ashley corrió a los brazos de su padre, quien la recibió con tanta calidez, tanta desesperación y alivio al verla sana y salva. La rubia lloró desconsoladamente al sentirse finalmente en su hogar, ya lejos de fanáticos religiosos infectados y el ruido de las balas saliendo del cañón de su arma, la que tenía en su pierna enfundada. Leon observó silenciosamente el intercambio entre padre e hija, tomándolo como una misión casi-completada: porque de los tres integrantes que se suponía que debían regresar, solo dos volvieron con vida. En cuanto Ashley y su padre se separaron, él miró el arma que portaba su pequeña y el arco que tenía en su espalda.

          —¿Desde cuándo estabas armada?

          Ashley apretó sus labios—Créeme, era muy necesario que estuviese armada. Si no, no estaría aquí.

          Graham miró en dirección a Kennedy, donde se encontró una cara estoica, pero tan llena de dolor enmascarado con triunfo. Su mano estrechó la del agente con fuerza, pero aquel gesto terminó en un abrazo, sintiendo que había enviado a matar a dos soldados que eran niños.

          —No tienes idea de cuanto lo lamento, Leon—espetó el presidente al separarse—. Realmente lo lamento. Estoy en deuda contigo y con Charlotte por sus actos, por haberme traído a mi pequeña a salvo.

          —El honor fue nuestro, señor.

          —Hunnigan dijo que iban a buscar el cuerpo de Lottie, papá—añadió Ashley mirándolos—. ¿Hay alguna noticia?

          La voz de Hunnigan se hizo presente a sus espaldas—¿Señor presidente?

          Al girarse, Leon fijó su mirada en la mujer de lentes, la cual vestía formalmente para la ocasión. Su rostro, en cambio, mostraba más desolación que antes.

          —Dime que lo encontraron—murmuró Graham.

          —Lo siento, señor—declaró Hunnigan bajando la cabeza—. Al seguir las coordenadas del agente Kennedy, el equipo que se envió se contactó diciendo que lo único que encontraron fueron rastros de un castillo, el cual fue destruido hacía varias horas atrás. La mayoría estaba hecho polvo y el cuerpo de la agente Harmon no estaba. Lo más probable es que se haya cremado con las explosiones que hubo allí.

          Ashley sollozó en silencio.

          —De acuerdo, entonces empezaremos los preparativos para su entierro—asintió el presidente y miró a Kennedy—. ¿Charlotte tenía algún familiar o relativo vivo?

          —Su madre, Mare Harmon. Ella vive en Baltimore.

          —Iré en persona a darle la noticia.

          ¿Qué?

          No.

          Graham no debía ir a decirle en persona que Charlotte estaba muerta.

          Debía ser él.

          —Con el debido respeto, señor, yo debería ser la persona que vaya a darle las noticias—replicó Leon con todo el respeto posible.

          Graham estuvo a punto de decir algo, pero Ashley lo detuvo—Tiene razón, papá. Ellos fueron amigos desde hace tiempo. Es mejor que venga de él.

           Al contárselo a Claire, ella no tardó en largarse a llorar por teléfono. Sherry no podía creer lo que sus ojos veían y lo que sus oídos escuchaban. Hubo llanto de todas ellas, mezclados con sus propios sollozos cuando fue el funeral de la persona que él más quería. Las palabras de consuelo que dio el presidente simplemente se trataban de palabras de coraje y valentía, haciendo sentir a los dos agentes como héroes, como mártires al servicio de los buenos. Leon se rompía poco a poco, viendo como enterraban el cajón vacío en una fosa y una lápida se alzaba con el nombre de su mejor amiga tallado en piedra. Hacer el reporte fue lo peor que pudo haber escrito en su vida, como relatar una tragedia que parecía de ficción, pero era tan real como el mundo mismo.

          Para cuando el presidente le dio la bandera de la nación, él se encaminó a Baltimore.

          Ni siquiera sabía cómo iba a enfrentarse a Mare Harmon.

          Yo siempre pensé que eras extraordinario, como me lo decías a mí.

          Cuando llegó a su casa, él guardó la bandera dentro de su chaqueta de cuerpo y respiró hondo antes de bajar del vehículo. La puerta principal estaba algo entreabierta y él tocó dos veces antes de pasar, encontrándose con el aroma característico de Mare Harmon y su dulzura. Leon sintió que él no merecía nada de eso y si Mare lo mataba a puñaladas por haber permitido la muerte de su hija, él tomaría con gusto el castigo. Sin embargo, la voz suave de Mare lo devolvió a la realidad y se giró para toparse con el rostro de la mujer.

          —¡Leon!—dijo ella con una sonrisa—. No esperaba tu visita. Por favor, toma asiento.

          —Huh, de acuerdo.

          Tomó asiento en uno de los sillones y sentía que sus pelos se ponían de punta.

          ¿Cómo iba a decirle que su hija estaba muerta?

          ¿Cómo iba a encontrar el coraje para decir que su muerte fue por su imprudencia?

          Mare observó el gesto nervioso, como también vio como él se guardaba la bandera norteamericana en su chaqueta y cómo se bajó solo del auto — sin su hija. La mujer de cabellos castaños respiró muy hondo, antes de llenar un vaso con agua y llevarlo hacia el lugar donde se encontraba el rubio. Le regaló una sonrisa y él hizo su intento por no mostrarse para nada afectado, cosa que Mare lo categorizaría como un desastre emocional, así que se sentó a su lado — esperó en silencio, mientras que él miraba fijamente en dirección al vaso. Mare apretó sus labios y buscó sus palabras para simplemente saber.

          —¿Cómo murió, Leon?

          A Leon se le fue el aliento.

          ¿Cómo...?

          —No soy tan estúpida y tú no eres tan meticuloso con tus movimientos como tú crees—replicó Mareena con escepticismo—. Además, portando la bandera que llevas y la expresión que tienes, dudo que esta visita se trate de algo feliz—suavemente, con un toque de madre, agarró su mano—. Dime, Leon.

          Sus ojos se llenaron de lágrimas y Mare sabía que él agonizaba.

          Que le dolía demasiado.

          Ella apretó mucho más sus manos, dándole un lugar para que él finalmente suelte todo.

          —Nos enviaron a una misión en España...

          Mare asintió—Fueron a rescatar a la hija del presidente, lo sé. ¿Qué fue lo que ocurrió?

          —Estábamos en un castillo y caímos en una trampa, ella...—parpadeó y luego cerró sus ojos con fuerza—. Ella había llevado algo para poder engancharse y detener la caída, yo no. Y...ella lo usó conmigo. Terminó em...e-empalada y la vi morir.

          Al mirar a Mare, finalmente, su rostro reflejó tanta tristeza que a la mujer le dio pena. Su hija podía llegar a ser imprudente, pero con aquella imprudencia reflejaba los mejores intereses para ella y su equipo, con eso empujaba a su equipo un poco más a la victoria, al triunfo. Ella solía decirle a su hija que la decisión es un cuchillo afilado que corta limpio y recto; la indecisión, es un cuchillo embotado que hace trizas y desgarra, y deja bordes irregulares detrás de él — si ella decidía que salvar a su mejor amigo era la mejor decisión, entonces ella había hecho su elección.

          A veces uno toma la decisión correcta, a veces uno hace que la decisión sea correcta.

          —La dejé morir, Mare. Es mi culpa—sollozó él.

           Mare acunó al muchacho de veintisiete años, quien rompió en llanto instantáneamente. Él tembló en los brazos de la madre de su mejor amiga, dejando salir toda esa angustia, furia, dolor y mucho más.

          Lottie le dijo que estaba enamorada de él.

          Que lo amaba.

          Y él destruyó todo eso.

          —La dejé morir. Debía haber sido yo, no ella.

          Yo la maté.

          En aquellos días después de haber vuelto de España, él se sentía tan sofocado por recuerdos, por la presencia del aroma de Charlotte y se obligó a cerrar la puerta de su habitación bajo llave mientras se sumía en su dolor — se consumía en este. Cuando llegó el momento, él se dio cuenta de que realmente la había perdido, que había perdido a su mejor amiga, a la persona que lo sostuvo en momentos difíciles, a la persona que le hizo reír, a la persona que captó su atención desde que él se lanzó a rescatarla porque no salía del agua, a la persona que lo amaba incondicionalmente, con todas sus fallas, con todos sus aciertos y a quien abrazaba si tenía un mal día.

          A la única persona con quien se sentía seguro.

          Ella ya no estaba.

           —Perdóname, Mare, por favor...es mi culpa, debía haber sido yo—sollozó descontroladamente—. La perdí...

          Él, en ese momento, cuando cerró la puerta, se dio cuenta de que había perdido a su alma gemela.

          Que sí. ¿Por qué lo elegiste?, le preguntó ella hace muchos años.

          El amor que ella le dio, ya no estaba.

          Porque la gente extraordinaria lo lleva, le dijo él.

          —¿Qué fue lo último que te dijo antes de morir?—le preguntó Mare afligida, su voz temblando.

          Siempre fuiste tú. El dueño de todas esas acciones, de todo lo que dije, siempre fuiste tú.

          —Que ella estaba enamorada de mi—replicó él entre sollozos—. Siempre lo estuvo, desde Raccoon y...yo se lo negué.

          Y tú te comportas como un imbécil diciendo que no puedo encontrar a alguien tan perfecto cuando estás allí parado.

          —Ella siempre creyó que ustedes dos eran almas gemelas, que tú eras su alma gemela—dijo la mujer abrazándolo, su mentón apoyado en la cabeza de Leon—. Se mantuvo fiel a sus convicciones hasta el final y el amor que sentía por ti era enorme, Leon. Siempre creí que ambos terminarían juntos, pero...el destino no quiere lo que todos queremos o deseamos—se limpió una lágrima que caía por su mejilla—. La decisión es un cuchillo afilado que corta limpio y recto; la indecisión, es un cuchillo embotado que hace trizas y desgarra, todos tomamos decisiones. Ella tomó la suya y fue salvarte la vida. Ella decidió morir. No fue tu culpa.

          —P-Pero...

           —¿Tú la amas, Leon?

          Él la amaba y se dio cuenta de eso muy, muy tarde.

          Leon asintió.

          —Entonces continúa amándola y recuerda el momento más feliz que tienes con ella. Es así como uno mantiene vivo el espíritu en su corazón.

          Ella siempre fue su alma gemela.

          Charlotte Harmon fue su alma gemela.

          Y él la perdió.

          Leon dejó el vaso de agua en la pileta para lavar luego y fue en dirección a Munch, agarrándolo para llevárselo a su habitación, decidiendo dormir de una vez por todas para su misión en Pittsburgh — sintiendo como la imagen viva de su compañera lo cuidaba, su mirada tan llena de amor que él se sintió seguro otra vez.

          Siempre fuiste tú.




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sin editar

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