32
A la mañana siguiente, ingresaron muy temprano a la zona VIP donde el padre de Jimin se encontraba conectado a más máquinas que a la vida misma. Y lo hicieron tomados de la mano, sabiendo que esa demostración provocaría más de una mirada de desaprobación y por supuesto así fue. La primera evidencia de rechazo llegó obviamente de parte de su madre. Ella es muy hermosa y muy refinada pero todo lo que tiene de bella y distinguida se borra en un segundo cuando deja salir el monstruo que la habita.
Jimin la ignoró. Fue directo hacia su padre y le pidió al enfermero que levantara un poco el plano de la espalda de la cama ortopédica de manera que el hombre quedara ligeramente sentado.
—Pensé que no vendrías, Jimin.
—Buenos días, MinJun.
—Buenos días, Jimin, pensé que no vendrías —repitió.
—Ayer te dije que vendría. Y yo cumplo con lo que prometo.
—Bueno, eso es algo bueno.
—Y es algo que por supuesto, me lo enseñaron mis abuelos. —Con claras intenciones de reafirmar que todo lo bueno que él poseía se debía a la educación recibida por sus abuelitos, completó la frase: —Pero claro, eso es algo que tú desconoces.
—No lo desconozco. Mis padres fueron tu salvación y eso es algo que me va permitir abandonar este mundo en paz.
Su padre seguía siendo aquel hombre que permitió que su hijo sufriera en manos de una insana mujer que lo atormentó toda su infancia, el mismo que no supo ni cuidarlo, ni protegerlo. El mismo que le había hecho la vida imposible poniéndose del lado de su mujer y culparlo por tener actitudes “desviadas” desde niño. Él y su inocente acto con un tutú azul despertó un infierno en el que permanecería cautivo por muchos años hasta ser rescatado, exhausto y casi desfallecido, de los más despiadados actos de desamor que un ser puede soportar.
Sin embargo, al verlo postrado, enfermo, vencido, no pudo sentir el mismo desprecio que sentía hasta hace pocas horas por esa persona. Algo en su interior había cambiado.
El hombre observó a Jungkook que se mantenía alejado y cercano a la puerta.
—¿Quién es?
Jimin no respondió, giró para ver a su amado y hacer contacto visual con él, lo tranquilizó. Pero esa tranquilidad duró hasta que su vista se dirigió a su madre que miraba a JK con tal desprecio que Jimin dudó que hubiera sido buena idea someterlo a la demencia de su familia.
La voz de su padre lo trajo de regreso.
—Pediré a los abogados que traigan el documento. ¿Lo firmarás, verdad?
—Claro que no. No vine a eso.
El padre emitió un suspiro de sumisión.
—Sabía que no lo harías —Una sonrisa desvencijada le surcó el rostro gris y casi sin vida.
—¿Sabías que no lo firmaría?
—Por supuesto. Jugué mi última carta, Jimin. No sé si lo sabes, pero de esta no salgo —Volvió a sonreír pero esta vez lo interrumpió una tos áspera que sacudió todo su cuerpo.
—Obligarme a contraer matrimonio con una desconocida no suena algo que yo aceptaría. ¿Estabas dispuesto a que yo sufriera lo mismo que tú? Una boda sin amor, padre ¿Por qué?
—No era la boda en sí, Jimin, no me interesa eso. Yo solo quiero un nieto. Quiero la trascendencia de mi sangre y mi apellido.
—¡Como si hubiera pocos Park en el mundo! Vociferó indignada la madre.
Jimin hizo un no con la cabeza pero no dejó de mirar a su padre.
—¿Cómo es que la aguantas? —Ambos rieron con resignación.
—Porque la amo.
Jimin se sorprendió con esa confesión y volteó su rostro para observar a su madre y dilucidar cuál era la razón por la que su padre, después de tantos años, aún amara a ese monstruo.
—No se trata solo del apellido —continuó el padre hablándole a Jimin, pero Jimin sabía que era dirigido a su madre.
—Mi sueño era tener un descendiente de sangre, mi sangre —eso también fue un recordatorio para ella y su traición— Sé de tu inclinación, hijo, supe que no podrías darme ese nieto si continuabas por ese camino.
—¿Inclinación? Homosexualidad, padre, dilo en voz alta y con todas las letras. Soy homosexual y amo a un hombre. Y me siento orgulloso y feliz como nunca lo he sido.
—Yo entiendo, lo supe desde hace mucho.
—¿Antes o después que mamá me arrancara el dedo, el tutú y toda esperanza de ser un niño feliz?
—Hijo, por favor…
—Necesito hablarlo, padre. No quiero que te mueras sin que pueda decir cosas.
—Entonces dilas, Jimin, queda poco tiempo
—Ustedes dos fueron mis verdugos. Fui el niño más infeliz de este mundo. Pero en compensación, dos ángeles me salvaron.
—Lo sé.
La tos volvió a interrumpir. Jimin sabía que la vida de su padre pendía de un hilo, entonces sin perder más tiempo en reclamos del pasado, planteó sin rodeos su propuesta.
—¿Todo este tema de la herencia y la boda de mierda, era para que te diera un nieto?
—Sí. Ya sabes, pensé que de otro modo no se podría.
Jungkook permanecía en silencio detrás de todos.
—Pues pensaste mal. Yo puedo darte ese nieto que prolongue tu descendencia de sangre y de tu apellido, aunque haya miles de Park —sonrió con malicia dirigida a su madre.
—¿Cómo harías eso?
—Eres inteligente, MinJun, vamos piensa un poco…
—No sé, Jimin, no me hagas pensar.
—Se llama gestación subrogada. Es un tratamiento en el que escogemos quién va a ser la madre biológica que donará el óvulo que conformará el embrión junto con mi espermatozoide.
—¡Qué asco! —Nuevamente la madre mostraba repulsión por su hijo.
Jimin se encorvó en la silla porque por más que él se hubiera liberado de sus azotes desde hacía años, la lengua bífida que ella ponía en acción lograba mucho más que lastimarlo. Activaba en él al niño abatido a golpes y lo dejaba sin capacidad de movimiento. Se quedó callado y no pudo continuar hablando con su padre porque el nudo en su garganta se hacía cada vez más grande. Su padre acarició su mano y aunque él intentó quitarla, su papá la sostuvo e impidió que lo hiciera. Ella observaba ese gesto entre padre e hijo y pareció volverse loca.
—Supe desde siempre que serías un maldito desviado. No vengas aquí con esas propuestas inmorales.
Otro latigazo al alma de Jimin que no pudo decir ni una palabra. El silencio incómodo reinaba, pero nadie esperaba que Jungkook reaccionara al comentario peyorativo de esa mujer malvada. Él, que se había mantenido al margen durante todo el encuentro, casi a la sombra y sin llamar la atención, caminó hacia la mujer con pasos firmes y sonoros. Se detuvo frente a ella que lo miraba con sorna hasta que el gesto adusto y la voz imponente de Jungkook le dejó bien claro que cualquier cosa que sucediera, no iba ser agradable.
—Es la última, maldita vez, que usted se dirige a Jimin de esa manera. Cierre su boca venenosa antes de hablar de él.
—¿Quién crees que eres para hablarme así?
—Quién hará que se trague todos sus odios si continúa. De verdad le digo, no me ponga a prueba. Usted señora, ya no tiene ni potestad, ni derecho, ni autoridad para dirigirse a Park Jimin de esa manera.
Llámese a silencio.
Los ojos de ella echaban fuego.
—¿Permitirás que me hable de ese modo? —le gritó a su esposo convaleciente.
—HaNeul no quiero oírte ya. Delante mío no lastimaras a mi hijo nunca más.
La mujer masculló ponzoña y se retiró a un rincón.
—Continúa hablando con tu papá, Jimin —JK se dirigió a ambos hombres que observaban con enormes ojos lo que acababa de ocurrir.
—Preséntame a-a… —No encontraba palabra para dirigirse a Jungkook.
—Mi pareja, papá. Es mi pareja.
Jimin estiró su brazo y lo convocó a su lado.
—Él es Jeon Jungkook.
—Buenos días, señor Park. —Se inclinó ante el hombre.
—Un placer, Jungkook.
Jimin sonrió.
—Entonces, siendo ustedes dos varones ¿quién será el padre de mi nieto?
Jimin sonrió una vez más ante la ocurrencia del moribundo.
—Yo, padre. ¿Acaso no quieres un nieto de sangre?
—Sí.
—Yo seré el donante del primogénito de los Park Jeon. Esperemos que sea un varón…
—Los próximos serán de tu semilla, mi amor —Jimin susurró al oído de JK y pudo ver la sonrisa de conejito que tanto ama.
El padre carraspeó. Jimin necesitaba aclarar otro punto importante.
—¿Qué pasará con mi hermano?
—Quedará al frente de la empresa. Ellos recibirán todo lo que corresponde, hijo. Tú también.
—Yo no quiero nada.
—No estás en posición de elegir, Jimin. Es mi dinero. Con él hago lo que quiero.
Su padre hizo un gesto a su esposa y ella salió de la habitación para regresar minutos después con el notario de JinHyun.
El documento con el que Jimin había sido presionado fue destruido y el testamento original fue validado ante el escribano.
Jimin y Jungkook salieron tomados de las manos tal como llegaron. Jimin llevaba una sonrisa que denotaba la satisfacción de haber llegado a un acuerdo con su padre, por un lado, y la tranquilidad por haber podido hablar por primera vez sobre los temas delicados que signaron su infancia y su vida.
.
.
.
Los tres días subsiguientes, él continuó visitando a su papá en un intento de reafirmar aquello que suele decirse acerca de que las personas merecen una oportunidad.
Y él se la estaba dando, a su padre y a sí mismo. Mantenían largas charlas en las que Jimin descargaba mucho de sus traumas infantiles y su padre podía contar su parte de la misma historia.
Llegó a conectar con su padre en tres días, más que en todos sus años de vida.
Regresaba a reunirse con su amor que lo esperaba en el Noctiluca siempre con abrazos y besos consoladores.
El móvil de Jimin los despertó violentamente a las cuatro de la madrugada.
—Jimin, papá empeoró. Pide por ti.
En menos de cuarenta minutos llegaron al hospital.
Jimin se acercó a la cama de su padre que respiraba con dificultad. Los médicos aseguraron que era cuestión de horas, tal vez minutos para que el hombre abandonara ese cuerpo maltrecho.
—Papá, estoy aquí. ¿Puedes oírme?
Su padre entreabrió sus ojos.
—Jimin, hijo. Gracias por venir. Gracias por estos últimos días.
—No me agradezcas, yo también los necesitaba.
—Jimin... Perdóname.
El señor Park suspiró leve.
—Papá, quédate tranquilo. Descansa ya.
Perdón.
—Ya perdoné, pá. Vete en paz.
Se acercó y le dio un beso en la frente.
—Vuela alto, papá —dijo en un hilo de voz entrecortado por el llanto contenido— No me hagas caso cuando dije que te fueras con el de abajo.
Su padre sonrió sin abrir sus cansados ojos.
—Vete arriba, vuela altísimo, para que regreses y puedas ser un papá amoroso.
Jimin sintió el agarre de la mano con su padre se aflojaba en el preciso momento en el que el hombre perdía su última batalla con la muerte.
Tras el sepelio, Jimin y Jungkook regresaron a Seul para retomar sus vidas. Todo lo acontecido había sido un sacudón en la vida de ambos. Por supuesto que mucho más en la de Jimin, que pudo hacer las paces con su padre tras hacerle una promesa en su lecho de muerte.
Promesa que cumpliría como que se llama Park Jimin.
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