25


La tarde había caído pesada sobre Busán y el cielo se desplomaba en agua. Tras el hermoso encuentro que prolongaron durante todo el día, en donde el amor y el deseo se habían hecho presente, cayeron rendidos en un sueño profundo. Sin embargo, cada dos por tres, Jimin se despertaba sobresaltado sin saber dónde se encontraba. El perfume de su hombre lo traía de regreso y lograba calmar hasta la mayor de sus insondables ansiedades.

Se levantó sin hacer ruido. Preparó un té de hierbas, y se sentó a observar la lluvia. Cada cosa que pensaba era un bombardeo emocional difícil de manejar. Tenía que tomar una decisión y tratar de salir entero de ella.
No quería lastimar a nadie. Y eso era muy injusto porque parecía que en esta situación él era un simple peón en una partida en la que el rey y la reina ya le habían cantado el jaque mate desde antes que él hiciera el primer movimiento.

¿En quién debía pensar?

¿En JiHyun y su prometida?
¿Sobre sus hombros debía caer el destino de su historia de amor?

¿O debía pensar en Jungkook? Y en consecuencia en él mismo.

Enterarse de que su padre no era el padre de su hermano, fue devastador.
Y su cabeza buscaba nodos de donde agarrarse para poder afrontar esto y no morir en el intento
De todas las millonadas de cosas que le taladraban la cabeza, ninguna se detenía en su padre. Menos en su madre. Su madre, su torturadora.

Salió de sus pensamientos cuando escuchó el momento exacto en el que Jungkook se despertó.

—¿Qué haces allí, Mimi?

—Hola dormilón, veo la lluvia. Y pienso. ¿Quieres un té o un café?

—Quiero del tuyo.

Se subió a la cama y le ofreció su taza.

—¡Qué rico! es de menta.

Dijo sí con sus ojitos.

—Es tan difícil lo que se viene, Jimin. Realmente siento miedo. No quiero sumarte más preocupación pero no la tienes fácil.

—Lo sé, Kookie. ¿Te confieso algo? No sé cómo mierda zafar de este caos.

Jungkook en el fondo pensaba que lo único posible que debía ocurrir, era que Jimin protegiera el amor de ambos contra viento y marea. Cualquier otra cosa no era una opción aceptable ni valedera. Ni en su peor pesadilla podía caber que Jimin eligiera salvar la pareja de su hermano sobre la propia.
Él quería ser comprensivo pero veía a Jimin cada vez más lejos de lo que él consideraba como lógico. Y lo lógico era que lo eligiera a él. Y que se priorizara a sí mismo. Por sobre toda tormenta, Jungkook necesitaba que Jimin escogiera quedarse con él.

—Jungkook, no sé qué debo hacer.

—Jimin, pero... ¿no es decisivo para ti lo que nosotros tenemos? ¿Sacrificarías tu amor por mí y mi amor por ti, para que tu hermano pueda estar con su mujer?

—No. No son ellos mi prioridad. Pienso en mi padre y en su necesidad de preservar su linaje de sangre.

—Creí que dirías que yo soy tu prioridad —comentó con ojos tristes— «Qué idiota soy» pensó.

—No estoy seguro de nada, JK. Temo lastimar a todo el mundo.

—¿Y en ti, piensas?

—Yo no importo. Debo pensar en ellos.

—¿Yo tampoco importo?

Jimin no sólo evitó responder sino que se paró y comenzó a vestirse.

—¿Por qué te vistes? ¿A dónde vas? Estamos hablando.

—Necesito estar solo.

Escuchar eso fue como recibir una puñalada. Estaba allí para cuidarlo y contenerlo pero Jimin prefería estar solo. Jungkook podía avecinar que se venía una tempestad que no era exactamente climática.

—No tienes que salir, me iré yo. Este es tu cuarto.

—No, Jungkook. No quiero que te vayas.

JK comenzó a recoger la ropa que había caído al suelo antes de que ellos se entregaran al delicioso ritual con que sus cuerpos se manifestaron. Parecía mentira que un par de horas antes, hubieran estado saltando uno sobre el otro y se hubieran dicho mil palabras de amor y deseo.
Este Jimin que un rato atrás jadeó su nombre al romperse en un feroz orgasmo sobre sus vientres, no era el mismo ser distante que ahora mismo tenía enfrente.

—Solo necesito un rato con mis pensamientos.

JK se vistió y cuando Jimin se encaminó a la puerta de salida, él lo tomó del brazo y lo atrajo hacia sí.

—¿Por qué sales así? Sin abrigo y casi huyendo de mí.

—No huyo de ti. Jungkook deja de asfixiarme. Quiero estar solo.

—¿Yo te asfixio?

Soltó su brazo y se retiró dos pasos sin dejar de mirarlo.

—No, bueno, no quise decir eso, no lo tomes literal.

—¿Venir hasta aquí a estar contigo, es asfixiarte? ¿Intentar que comas un poquito es asfixiarte? ¿Que duermas en mis brazos, lo es? No sabía que preocuparme para que no enfrentes esto solo, a ti te asfixiaba. No lo sabía y te juro que no me di cuenta… 

—No es así….

Se puso el calzado a toda velocidad mientras repetía la fatal frase «deja de asfixiarme» una y otra vez. Tomó sus pertenencias y se dirigió a la salida.

—No, no por favor, Jungkook. No te vayas. Por favor.

Jimin le agarró la mano impidiendo que saliera.

—Jimin, no hagas esto. No tienes idea del dolor que siento al escucharte decir eso. Eres muy cruel cuando te lo propones.

—Lo siento…

—Un "lo siento", no va a borrar lo que te salió del alma.

—Jungkook, no me salió del alma. Te amo más que a nada en esta vida, pero estoy con mil cosas en la cabeza. No puedo sumar otra preocupación.

—No seré yo, otra preocupación para ti, Park. Regreso a Seúl de donde no debí haber salido.

—Por favor, si yo te importo, no te vayas de Busán. Espérame un poquito más.

—¿Si tú me importas? Mira, puede que yo te asfixie, como dices, pero tú me manipulas. ¿Realmente dudas que me importas? Sabes que estoy rendido a tus pies, Jimin. No uses eso en mi contra.

—No es así. Ni tú me asfixias ni yo te manipulo. Que la boca no nos juegue en contra, Jungkook. No ahora…

Intentaba abrazarlo pero JK se mantenía rígido y no respondía a ese abrazo.

—Como sea. Estaré en mi hotel hasta mañana.

—Te llamaré. Hasta mañana, mi amor.

Jungkook salió sin responder el saludo. No lo besó, no lo miró, le dio la espalda y se retiró rápidamente.

Una vez en el ascensor se permitió llorar como un niño. Susurraba sin dejar de mirar su cara de dolor frente al espejo.
—Te amo, pero no estoy dispuesto a que me rompas en mil pedazos. No lo hagas, Jimin, no rompas mi corazón.











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