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Maratón 2 de 3
POV Jungkook
Ya me tienes aquí, de nuevo a tus pies, Jimin, maldición, no puedo creer que hagas que me arrastre en cada encuentro. Mierda, soy un tipo, fuerte y con carácter ¿Es que acaso no puedes ver eso en mí, pequeño endiablado?
Acabamos de tener la sesión de sexo más ruda que he tenido en mi puta vida y él duerme como un ángel entre algodones. Es tan bello que mis ojos sangran de placer al mirarlo. Duermes como bebé. Bebé mío, hermoso. Mentí a Yoongi cuando dije que no me enamoraría de ti, Jimin, estoy loco por ti. Me tienes de las narices…
—¿Dijiste algo Kook?
Él giró su cabeza hacia mí y me observó como si fuera capaz de escuchar mis pensamientos.
—No, Jimin, no hablé.
—Pensé que querías decirme algo…
—No, bueno, sí, pero no…
—Jajaja ¿qué? —Giró todo su cuerpo hacia mí, riéndose con sus ojos de medialunas y ese gesto infantil que tira todas mis defensas por los suelos.
—Hoy no estás aquí conmigo, Kook, ¿Dónde está esa cabecita loca?
No, no puedes saber que empiezo a enamorarme de ti, porque me sacarás a patadas de tu vida.
—Nada importante, solo cosas del trabajo.
—¿Piensas en trabajo después del sexo?
Soy un imbécil, claro que no pienso en trabajo, pienso en ti criatura hermosa, solo en ti.
—No, no, claro que no, solo fue un pensamiento fugaz, Jimin.
—Igual, me interesa tu trabajo, eres músico, y ya sabes, yo estoy a punto de grabar mi próximo disco. ¿Tú compones, Kook?
—Sí, con mi hermano. Él es productor y ambos componemos y arreglamos las canciones.
—Quiero escuchar más de lo que haces. Me interesa mucho y lo que oí el día que nos conocimos, no me basta.
—Por supuesto, me encantaría. ¿Quién será tu productor musical en tu próximo trabajo?
Él sonrió como si quisiera compartir conmigo un secreto que de antemano sabía que no me gustaría.
—¿Qué? ¿Por qué esa sonrisa entre coqueta y perversa?
Volvió a sonreír y se acercó a mi cuello para susurrar mientras me mordía suave y rico.
Mis defensas, Jimin, no juegues así conmigo.
—Mi productor es muy hermoso.
Maldita punzada en el estómago.
—Bueno, esa no era la pregunta. Pregunté quién era, no si te gustaba.
Rió con una carcajada musical y se tapó la boca al hacerlo. Siempre lo hace, es un gesto que me enamora, pero está vez entre risas y caricias me apuñaló con palabras.
—Bueno, es que a veces los nombres no son importantes, Jungkook. Solo te diré que él también es mi amante.
Lo dijo con tal desparpajo que yo sentí como si un hierro candente atravesara la misma porción del cuello donde acababa de besarme.
Me despegué de su cuerpo y lo miré directo a los ojos. Del ojo derecho al ojo izquierdo en cuestión de segundos, muchas, muchas veces. Me alejé de él aún sosteniendo mi mirada sobre sus ojos.
Miré su boca, volví a sus ojos. Me preguntaba quién estaba detrás de ese rostro angelado. Me dolió el pecho, lo juro. Y no es que no supiera que él estaba con otras personas, pero que me lo dijera de ese modo después de haber compartido saliva y semen, me hizo sentir como basura descartable.
Recordé lo que Yoongi me había dicho sobre hacerme valer. Ese era el momento. No lo dejaría pasar.
—Qué horrible lo que acabas de hacer, Jimin.
El boqueó como pescadito como para decir algo y no se lo permití. Puse mi dedo sobre su boca en señal de que hiciera silencio.
—Mira Jimin, sé qué tal vez lo que ahora te diga provoque que no volvamos a vernos, pero eso ya me tiene sin cuidado.
Volvió a intentar a hablar y volví a hacerlo callar.
—Entiendo que eres libre de hacer lo que se te ocurra. Entiendo que no somos nada y que no tenemos una relación estable, ni definida, ni comprometida. Y acepté porque me siento a gusto, porque creí que iba a poder manejar esta situación.
—Jungkook…
—Déjame decirte esto y prometo que me iré de aquí de manera silenciosa y no sabrás nunca más de mí.
Él hacía un gesto de negación con la cabeza como si supiera que lo que iba a decir no le gustaría.
—Jimin, nunca me pasó de sentirme mal después de tener un encuentro con alguien. Nunca. Pero acabas de ser mi primer desencanto.
Ya estaba de pie y subía mis boxer mientras las palabras me brotaban cual catarata.
—Me cuesta entender que después de haber tenido una sesión tan íntima, tan sensual, tan rabiosamente perfecta, tú me digas con descaro que tu productor es tu amante.
—Te dejé en claro cómo serían las cosas, no hagas esto JK.
—Sí, me dejaste en claro que no seríamos exclusivos. Es verdad. Y lo acepté. Pero lo que no acepto es que me lo digas como si yo fuera tu diario íntimo al que le cuentas tus secretos sucios. Me importa una mierda si te gusta tu productor. No quiero saber con cuántos te acuestas. No tengo ganas de que después de haberte escuchado jadear mi nombre me hagas sentir como basura con tan solo una maldita frase: mi productor es "también" mi amante. ¿También, Jimin? ¿Soy un "también" en tu vida?
Él se había levantado de la cama y se había puesto mi camisa blanca que le quedaba enorme y me miraba con ojos de susto. Parecía un crío al que su padre lo regañaba. Caminó hacia mí y con sus pequeñas manos intentó tomar mi cara entre ella pero llevé la cabeza hacia atrás para impedírselo.
Tironee de las mangas de la camisa para que se la quitara.
—Me voy. Necesito mi camisa, Jimin.
Se la quitó y la dejó caer a sus pies, quedando completamente desnudo excepto por el collar de sumisión con el que minutos atrás me había dejado sentir que si fuéramos lobos, yo sería su alfa dominante.
Sostuvo mi mirada mientras me ponía la camisa que ahora huele a él.
Qué delicia...
—Si sales por esa puerta, no volveré a llamarte, Jungkook.
—Me iré Jimin, no soy la carne de descarte de nadie. Me gustas —Él abrió sus ojos ante mi confesión —sí, no me mires así, me gustas mucho. Pero lo que tenemos no me alcanza.
Acomodé mis cabellos largos detrás de la oreja —Espero que tu productor te haga feliz —dije mirándolo a los ojos.
—Claro que lo hará —respondió y noté el sarcasmo en su tono.
Ya casi salía de la habitación cuando las siguientes cuatro palabras se hicieron dagas…
—Min Yoongi es único.
Me estuve en seco.
—¿Qué dijiste?
Le pregunté observándolo por encima de los ojos.
—¿No te ibas?
Regresé hasta estar frente al él que me miraba desafiante aún desnudo y desprendiendo el collar de cuero de su cuello.
—¿Dijiste, Min Yoongi?
—Sí.
Lo miré de arriba a abajo.
—Suerte con tratar de tratar a Yoon como lo hiciste conmigo.
—¿Qué? ¿Qué mierda significa eso?
Ahora el que sonreía era yo.
—¿De que te ríes?
—No río, Jimin, sonrío que es distinto.
Hizo un gesto como diciéndome ¿Eres idiota? Muy cerca de su rostro le susurré una frase que sabía con anticipación que le taladraría la cabeza. Era mi intención.
—Probarás de tu propia medicina con Yoongi. Yo sé de lo que hablo.
Le di la espalda y salí de la vivienda de Park Jimin.
—¡Jungkook, detente!
No lo hice, llegué al auto y lo encendí sin dedicarle ni una sola mirada más.
Jimin retrocedió y escuché como azotó la puerta con fuerza antes de irme con la única idea de no regresar nunca más. El tiempo me demostraría lo equivocado que estaba.
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