Extra 2 - Una bomba en el corazón
Cientos de besos tronados en el rostro, fueron los premios que Taehyung recibió al haber conseguido el mejor pastel de cumpleaños de la historia: decorado con un glaseado muy colorido y cinco razas de distintos dinosaurios en la cima.
Los niños estaban felices, sabían que Yesung amaría su pastel. Lucía delicioso, aunque, para los ojos de Jungkook, no tanto como su perfecto y suavecito esposo. Nada, ni siquiera el postre más sabroso del mundo, se le podía comparar.
La hora de la fiesta llegó y dos preciosos castañitos de piel blanquecina se encontraban bajando de la camioneta en silencio. Acababan de aparcar en la calle de los Min y Taehyung les había recalcado las condiciones para estar ahí: ambos estaban castigados y el ir a la fiesta de Yesung no contaba como un premio. Asistían porque amaban a su primito, pero en cuanto regresaran a casa, el castigo sería reanudado.
Jungkook bajó también y rodó el vehículo hasta abrir la puerta del copiloto, donde aún reposaba Taehyung, quien cargaba el pastel.
Le dedicó una sonrisa gigantesca y, en lugar de tomar el pastel de inmediato, acarició sus mejillas para darle un dulce beso en los labios, encargándose de evocarle lo mucho que lo amaba.
—Yo puedo llevarlo —soltó el mayor cuando la atención de ambos se dirigió al postre que el pelinegro fue a cargar.
—Gracias, pero tus brazos ya deben estar cansados, lindura. Tu fuerte, cariñoso e irremediablemente sexy marido lo hará por ti.
El castaño no pudo evitar reír mientras negaba. El comentario, a pesar de haber sido algo narcisista, le resultó encantador—. Solo estás presumiendo.
—No, solo estoy recordándote que el universo te bendijo con un hombre que te idolatra con el corazón.
—Tonto.
Y tras reír, Jungkook tronó un beso al aire, esperando que fuera justo en la dirección de su esposo. Le gustaba eso, coquetear con Taehyung todo lo posible y observar, en primera fila, su preciosa sonrisa cuadrada.
Solo después de mirarla se retiró, apresurándose para alcanzar a sus copias en miniatura, quienes ya estaban tocando el timbre de la casa de sus tíos, con un par de regalos en las manos.
Taehyung suspiró con prontitud, algo en su pecho se removió de repente y la feliz mueca que se había quedado plasmada en su rostro, se destrozó con la mala sensación.
El repentino dolor lo obligó a sacudir la cabeza para tratar de alejar los malos pensamientos, intentando, de paso, dejar intacta su conciencia y no meditar demasiado. No quería ponerse mal, arruinar el cumpleaños del lindo Yesung ni ridiculizarse frente a los demás. Así que solo bajó del auto y avanzó por el camino que había trazado su familia, encontrándose con el precioso Park Jimin, esperándole en la entrada.
—¿Cómo va todo?
—Bien —contestó vagamente y el rubio asintió, dándole paso a su hogar y entrando detrás suyo—. ¿Cómo te puedo ayudar?, ¿falta algo?
—Creo que no. Yoongi y Namjoon hyung fueron a hacer las compras de último minuto, Seokjin hyung y Hobi hyung están terminando de poner algunos adornos en el jardín y tu marido está manoseando la comida en la cocina. Así que... bueno, puedes ayudarme con eso: ya sabes, controlando a tu bestia.
Taehyung soltó una carcajada y Jimin se le unió un segundo más tarde.
—Mi bestia es como un niño y cómo tú eres el encargado de los pequeños que vendrán a la fiesta, es tu responsabilidad amarrarlo y encerrarlo en el cuarto de lavado.
—Eres cruel —una mueca ofendida se dibujó en el rostro del muñeco cachetón y Taehyung solo volvió a reír.
—Iré a contribuir en el jardín.
Seokjin y Hoseok lo recibieron con mucha alegría. Había pasado al menos un mes de que no se reunían, así que tenían muchas cosas para contarse.
Intentaron darse toda la prisa posible, hasta que el patio de la casa de los Min quedó impecable: los colores eran abundantes, había globos por doquier y bocadillos en una esquina, justo donde los niños podían tomarse fotografías con los dinosaurios de cartón que Jimin preparó con anterioridad. Un inflable se alzaba también sobre el césped, lejos de las mesas donde todos comerían, dando un aspecto ordenado y espacioso.
En momentos como ese, Taehyung pensaba que no era una mala idea vender su departamento y buscar una casa de grande jardín como la de su Yoongi hyung. Estaba seguro de que sus bebés serían más felices y podrían tener una mascota.
Hablando de mascotas, su vista viajó a todos lados, buscando la presencia de Yeontan, encontrándolo fuera de su casita perruna, echado sobre sus patas delanteras y viendo a los niños jugar.
Se acercó, inclinándose para acariciarlo con ímpetu y recordarle lo mucho que lo quería. El canino de edad avanzada cerró los ojos, disfrutando del contacto y del aroma de uno de los humanos que más le gustaba.
Una nostalgia intensa ciñó el corazón del fisioterapeuta y la pena volvió a embriagarlo mientras trataba de sonreír, pensando en lo que daría por ver a Yeontan lleno de vitalidad y energía otra vez, jugando con los niños y yendo de allá para acá en pequeños saltos.
Cuando se piensa en el tiempo, a veces es duro ver los estragos que deja a su paso. Sin embargo, la vejez también es parte del crecimiento y, no es de mucha importancia si sucede en alegría. Esperaba que ese fuera el caso de Yeontan.
». Jimin, ¿tienes alcohol? —de repente preguntó y los dos hombres que se encontraban atendiendo a los niños que ya estaban llegando, lo voltearon a ver con desconcierto.
—Es una fiesta infantil, Kim —contestó el mencionado, burlándose de su petición, más fue Seokjin el que se percató de la mirada cristalizada del que acariciaba al canino.
—¿Taehyungie? —lo llamó, poniéndose a su costado—, ¿pasa algo? —el castaño negó con seguridad—. Tae...
—Estoy muy sensible, seguro se acerca mi periodo.
—Tonto —dijo, dándole un zape en la nuca por haber dicho tal barbaridad. Agradecido debería de estar por ser varón y no sufrir los síntomas que las mujeres tienen cada mes—. Ser pasivo no deja nada bueno, méteselo a Jungkook de vez en cuando.
—¡Hyung!
—¿Qué?, Namjoon y yo siempre nos turnamos.
—¡Cállate!, esa es demasiada información. Además, estamos rodeados de pequeños. Los míos son como esponjas y todo lo que escuchan, aunque no sepan lo que significa, se lo graban y lo preguntan después. Están muy chiquitos para recibir tal explicación —dijo, utilizando su radar paterno para encontrar a los gemelos, sentados un par de mesas atrás, con Yesung y otros niños acompañándolos—. Igual, no es algo que te incumba, pero me gusta que Jungkook se encargue.
—Bien —dijo Seokjin, riendo, por lo bajo, de la declaración que sonrojó los cachetes de Taehyung—. Entonces, ¿por qué estás sensible?
—Jungkook quiere que tengamos una segunda luna de miel —de inmediato, una pícara sonrisa se dibujó en los labios del mayor, pero al ver que el castaño no se inmutó, la mueca se le fue borrando.
—¿Eso es malo?, ¿no quieres tener otra luna de miel?
—No quiero dejar a Haru y a Hayoon aquí. Nos costó mucho poder estar con ellos. Los años que tenemos juntos no desaparecen el martirio que fue el proceso de adopción, así que, dejarlos ahora me parte el corazón.
—Pero, Taehyung, solo son vacaciones.
—Vacaciones de mis hijos, hyung —soltó, volviendo a sentir sus ojos aguarse, provocando que Seokjin lo observara con angustia. Un leve viento movió sus cabellos y, por un instante, se convirtió en uno de los tantos infantes que los rodeaban: uno que necesitaba ser abrazado—. No quería pensarlo, pero, me molesta que Jungkook lo tome a la ligera, ¿sabes?, me parece inmaduro de su parte que justifique el viaje diciendo que los niños ya son grandes y que pueden sobrevivir en la casa de su abuela. ¿No es eso egoísta? —terminó diciendo con la voz rota y un claro puchero adolorido.
—Tengo una botella de vodka en el mueble del televisor de la sala —Jimin pronunció, uniéndose a la conversación sin haber sido invitado. Acababa de escuchar la declaración de Taehyung y su pecho se acongojó al entender lo que el castaño sentía—, está en los cajones más altos. Tómenla y suban a mi alcoba, los alcanzo en un minuto.
De inmediato, Taehyung se puso a negar—. Debo alimentar a mis hijos.
—No te preocupes, yo me encargo. Soy el responsable de todos los niños que vinieron, ¿recuerdas?, así que lo haré bien.
Seokjin asintió, animándolo, mientras lo tomaba de un hombro para indicarle que avanzara al interior de la casa. Más Taehyung se detuvo un momento para decirle a sus niños, con la voz más dulce que pudo externar, que se comieran todo lo que Jimin les sirviera.
Caminaron con el objetivo de obedecer al dueño de la casa, encontrándose con los demás hombres entre los pasillos y habitaciones. Unos recibiendo invitados y otros más llevando los platos de comida y demás cosas de la cocina hacia el jardín, Jungkook entre los últimos.
—¿Embriagarás a mi bebé? —preguntó a Seokjin después de ver que sacó la botella del mueble indicado y que ambos comenzaron a dirigirse a las escaleras.
—¿Tienes algún problema con ello, diablillo?
—No realmente, pero... ¿no es muy temprano?, aún no come y tampoco ha probado el pastel.
—No sé si no lo has notado, pero está muy estresado y si no se toma un momento ahora, terminará explotando —le explicó, viendo como los ojos mieles corrieron desesperados en busca de los oscuros, mismos que se desviaron a la brevedad, haciéndolo preocupar.
—¿Amor?, ¿qué sucede? —pero Taehyung, con la cabeza gacha, se privó de contestar cualquier cosa: su voz ya no iba a salir firme, así que solo estiró la manga del cárdigan de Seokjin, pidiéndole ayuda cuando Jungkook intentó acercarse—. ¿Bebito...?
—Tranquilo, Jimin y yo nos encargaremos de hacerlo sentir mejor. Solo ayuda con la fiesta, ¿sí?
Y dicho eso, tomó el brazo de Taehyung para llevárselo, desapareciendo del lugar y dejando a Jungkook con una sensación agobiante en el alma.
—¿Qué está pasando? —cuestionó, en cuanto Jimin pasó a su lado, deteniendo su caminar como si de ello dependiera su existencia—. Dime que ocurre con Taehyung.
—No te preocupes, no pasa nada grave. Vamos a hablar con él sobre el viaje al que lo quieres llevar: la segunda luna de miel.
—¿Tendrás una segunda luna de miel, Jungkook? —Yoongi, quien se dirigía nuevamente a la entrada de la casa para recibir a más pequeñines, se detuvo para cuestionar, interesado en el tema—. Yo quiero tener una de esas.
Jimin soltó una risita, negando hacia su marido, más su mirada volvió prontamente a la del menor de todos—. Intentaré convencerlo de que vaya.
—¿En serio?, ¿harías eso por mí? —los ojos de venado brillaron y Jimin sonrió, feliz de poder ayudarlo. Después de todo, seguía siendo su mejor amigo.
—Claro, sé que te hace mucha ilusión y quiero verte contento... Estaremos arriba un rato, así que están a cargo. Reciban a los invitados y aliméntenlos.
Solo entonces subió las escaleras, perdiéndose de presenciar como ambos machos entraban en un mini pánico, que los hizo maldecir un par de veces.
—Hombres —Yoongi se quejó ante el lío en el que se había metido.
—No podemos vivir con ellos, pero mucho menos sin ellos.
Las horas pasaron más rápido de lo normal y el atardecer dio paso a una noche que parecía ponerse cada vez más densa.
Tanto Seokjin como Jimin habían bajado un par de veces, el mayor con la intención de atender las necesidades alimenticias de Taehyung y el rubio para presenciar el evento en honor a su Yesung.
Hubo muchos niños en su jardín, todos jugaron felices y saltaron en el inflable contratado para la ocasión. Con mucho anhelo, había deseado que el ruido no fuera una molestia para el castaño, pues luego de comer un poco, llorar y beber, cayó en un profundo sueño a raíz de la pena.
Ninguno de los dos tenía la menor idea del enorme estrés que Taehyung estaba llevando consigo. Tal vez tenía muchos pensamientos revueltos, pero entendieron su punto, entendieron que, detrás de su bonita y llamativa sonrisa cuadrada, había muchas cosas guardadas que estaban entrando en estado de putrefacción.
Se quedaron muy sorprendidos, pero, de todas maneras, intentaron ser neutrales y le aconsejaron lo mejor que pudieron, analizando la situación y aminorando sus preocupaciones. Al menos eso esperaban haber hecho.
Jimin procuró entrar con sigilo a su habitación cuando la fiesta acabó, más soltó una sonrisa y fue más ruidoso al encontrar al joven sentado al borde de la cama, ya despierto y con un semblante muy distinto al de la tarde.
—¿Cómo estás?, ¿descansaste? —ante su asentimiento, Jimin sonrió con más ganas. Era bueno haber servido para algo.
—¿Y Seokjin hyung?
—Se fue hace un rato, tiene guardia en el hospital —avisó, recibiendo otro pequeño asentimiento como respuesta.
—¿La fiesta se terminó? —cuestionó nuevamente, extrañándose por el silencio que no era característico de eventos infantiles.
—Quedan algunos niños —le informó y se sentó a su lado, para darle un par de palmadas en la espalda, consolándolo—. ¿Pensaste en lo que harás?
—Sí —contestó y una sonrisa chiquita iluminó de a poco su bonito rostro caneloso—... Tendré una segunda luna de miel con Jungk...
No obstante, una voz que tenía arraigada en el pecho se manifestó sorpresivamente en un grito desgarrador y sus sentidos despertaron por completo, encendiendo pura adrenalina en su cerebro.
Sin perder un solo segundo, se levantó y salió corriendo, como alma que lleva el diablo, escaleras abajo, rumbo al jardín trasero de la casa de los Min.
Era Hayoon, su Hayoon.
Lo sabía.
Y previó que se iba a desbordar en llanto cuando la vio lagrimear también.
La niña estaba sobre el césped, sosteniéndose la pierna y llorando de dolor, entretanto los demás menores la rodeaban y se contagiaban de su tristeza, principalmente Haru, quien la estaba abrazando desde atrás, tratando de contener sus sentimientos para que no sufriera más.
—¡Hayoon! —provocando que las personitas le hicieran espacio, se dejó caer frente a su niña sin ningún tipo de cuidado consigo mismo. De repente, careciendo de pigmentación, la palidez embriagó su cuerpo, expresando con ello la inmensa preocupación que experimentó—. Linda, ¿qué pasa?
—¡Me duele! —chilló la pequeña y su rostro se volvió a empapar de gotitas adoloridas, haciendo que el nudo en la garganta de Taehyung se apretara más.
—¿Dónde?
—¡Aquí! —le indicó, dedicándose a llorar fervientemente.
Las manos del mayor corrieron a examinar a su hija, quitándole la zapatilla deportiva y el calcetín a la brevedad, para inspeccionar su diminuto piececillo. Pero su semblante no fue más relajado cuando se dio cuenta del diagnóstico: una fractura de tobillo.
La sangre se le bajó hasta los pies cuando vio la expresión aturdida y de tortura que Hayoon dibujó al sentir el tacto sobre su piel, mientras que la respiración de Haru se aceleró, anunciándole que estaba asustado.
—Vamos al hospital —le dijo, tragándose las lágrimas para no preocupar más a ninguno de sus dos pequeños.
Si él lloraba, las cosas se saldrían de control. Los niños se sentirían vulnerables.
Entonces, se hizo el fuerte y la cargó entre sus brazos con mucho cuidado, para luego tomar la mano de Haru e ir directo al hospital, en búsqueda de su Seokjin hyung. Solo él podría ayudarlos.
Sin embargo, nunca imaginó que todo el miedo que le estaba transitando entre las venas, rápidamente se convertiría, con cada uno de los pasos apresurados que su esposo propició, en un explosivo enojo destructor.
El pelinegro apareció de la nada, con una expresión intranquila plasmada en la cara, completamente fuera de contexto en todos los sentidos: simplemente, aterrado por los lloriqueos de su hija. Taehyung entendió que estaba preocupado también, lo conocía perfectamente, todas y cada una de sus características, pero la cólera en su cuerpo fue lo suficientemente grande como para querer arrancarle el cabello ahí mismo.
—Hayoon, ¿qué te pasó? —cuestionó, observándola llorar con desconsuelo escondida en el cuello de su padre. Trató de tocar su lacia melena, pero aquello incrementó en desmedida su llanto y el castaño no tuvo más que alejarla levemente de su toque—. Bebé, ¿qué le sucede?
—¡¿Quieres saber qué le sucede?! —y ahí fue cuando la bomba estalló: era Kim Taehyung, sumergido en una tormenta de sentimientos aprensivos—, ¡¿Dónde estabas hace un minuto, eh?!
—En el estudio de Yoongi hyung, jugando un nuevo videojueg...
—¡Inútil!, ¡tenías solo una tarea!, ¡una! —profirió y no lo soportó más, cientos de lágrimas de furia cristalizaron sus ojos. Más su pecho se estrujó un instante después, justo cuando se percató de la mueca adolorida en la cara de Jeon Jungkook, una mueca que exclamaba en grande: "Hola, acabas de romperme el corazón". De todos modos, no encontró palabras para justificar semejante ofensa, así que solo pudo lamerse el labio inferior, tragar saliva y continuar con lo que debía hacer—... A un lado, voy a llevar a mi hija al hospital.
—¡Espera! —pidió, pero el joven avanzó al interior de la casa, provocando que el pelinegro lo alcanzara y lo tomara del brazo que Haru sujetaba también—, ¿Al hospital?... ¿Qué ocurre?, ¿por qué al hospital?
—¡Se fracturó el tobillo!, ¡Cosa que no hubiera sucedido si su padre hubiera estado al pendiente, cerciorándose de su bienestar! —aprovechó para reclamar y con el enojo aún en altos niveles, se deshizo del toque de su marido—. Deja de estorbar.
—Taehyung... Dame las llaves, déjame llevarlos.
—No vengas, no quiero verte la cara.
Y una vez dictaminada tal cosa, salió de la casa de sus amigos, dejando a seis niños muy asustados, un rubio completamente absorto y un pelinegro que se echó a llorar por el dolor que le aquejó, severamente, su destrozado y ensangrentado corazón.
Espero que nadie me odie por el desenlace de este capítulo.
Iba a publicarlo antes, pero hubo cosas que podía enriquecer y me tardé al intentar redactarlo de la mejor manera posible.
Sí quieres saber todo el chisme y presenciar el drama, espera el próximo episodio, por favor.
Gracias por leer. Continúa sintonizando esta estación. ♥
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