Epílogo
1 año después.
—Taehyung es insoportable —dijo Kim Seokjin, muy seguro de sí, mientras clavaba su calculadora mirada en los ojos mieles de Jeon Jungkook—... Lo aclaro porque quiero que sepas que nadie te culpará si desapareces ahora. Incluso, yo no diré que te vi salir.
—Hyung —intentó hablar, pero, como todas las veces anteriores, fue ignorado olímpicamente.
—Sé que lo quieres, pero estar con él no será sencillo: te comerá vivo cuando se moleste y hará que te arrepientas de cada una de tus decisiones.
—Hyung...
—Es un hombre horrible, de verdad. Hará que vayas a la tienda en la madrugada por su capricho de comer frituras, te molestará mucho y te seguirá por todas partes, como el loco que es. No te dejará dormir si él no duerme, no te dará privacidad, ni te dejará ducharte solo. Cuando entres a casa te regañará diciendo: "¿Qué horas son estas de llegar?", Y te hará miles de dramas mientras llora argumentando que nunca imaginó que no le prestarías la atención suficiente, que provocarás que la llama del amor se acabe con cada uno de tus desdenes; dirá que lo tuyo es de él y lo de él es de él. Llenará el armario con sus pijamas quirúrgicas de colores y solo te dará el cajón de la esquina. Querrá que lo saques del departamento los domingos y que lo lleves a pasear por ahí, que gastes en sus helados y cargues las bolsas con las compras... Estás a tiempo, Jungkook.
—Hyung...
—Piénsalo, un día o dos estarán bien, pero una semana ya será difícil, y esa semana se convertirá en un mes y el mes será un año y el año un lustro... y así, hasta que mueras... Me duele imaginar que te suicidarás pronto, niño. Ni siquiera llegarás a los treinta.
—Hyung —pero esta vez fue Namjoon, entrando en la habitación, quien lo interrumpió decisivamente—... Deja de molestarlo —pidió, llegando hasta el más joven y acomodándole el adorno floral en la solapa izquierda del traje—, ya tiene puesto el esmoquin y terminó de aprenderse los votos. Está dispuesto a esto, nada de lo que digas, hará que cambie su opinión. Igual, es consciente de lo que le espera a partir de hoy, ¿Verdad, Jungkookie?
—Namjoon, haces que pierda autoridad —reclamó, Seokjin, levantándose para ayudarle a fijar el boutonnière—... Aún puedo salvar a mi Taehyungie de enredarse completamente con este... diablillo.
—No sucederá, Taehyung está desesperado en la habitación contigua —informó, mientras le acercaba la loción al mayor, esperando que la rociara en el cuello de Jungkook—... ya quiere pasar a la parte en que se suben al coche y toman el vuelo a su luna de miel.
—¿Qué? —preguntó a Nam y su mirada fue, amenazante, hasta el menor—. Diablillo —le llamó, alargando la palabra—, ¿Qué le has dicho a mi Taehyungie para que esté ansioso por irse?
—Na... nada, Hyung —balbuceó, tragando saliva, sin entender si la causa principal de sus nervios era saber que Taehyung estaba ansioso por estar con él, o el hombre mayor que tenía de frente—. Él no sabe nada, ni siquiera el destino.
—Jeon Jungkook, no me mientas.
—No te miento, lo juro. No arruinaría nuestra luna de miel con spoilers o cosas de ese tipo.
—Bueno, quizá tú no, pero él sí, ¿Seguro que no sabe?... conozco a Taehyung, es muy astuto cuando se lo propone: pudo haberte preguntado mientras dormías y tú, como eres un bobo, pudiste haberle contado cada detalle.
—Dios, espero que no —deseó, y la mirada de Seokjin solo se incendió más.
—¡¿Eso quiere decir que durmieron juntos... otra vez?! —entonces, recayó en lo que había aceptado. Seokjin y sus juegos mentales, algún día le obligarían a sacarse el cerebro.
—Hyung...
—¡Santo cielo, Jungkook!, Taehyung no es un cachorrito en celo, aunque parezca... ¿Acaso no comprenden lo que es abstinencia hasta el matrimonio?... Si ya hacen ese tipo de cosas, ¿Qué caso tiene que estén gastando tanto en esta boda?, Hubieran ido a vivir juntos y ya.
—No, no es lo que crees... Taehyung tenía pesadillas en la semana y me llamó, entonces fui a verlo y lo cuidé, para que no tuviera miedo.
—Jungkook...
—Solo lo cuidé —trató de aclarar. Seokjin, aunque tenía cara de ser una linda florecilla, no dejaba de aterrarlo.
—¿Me quieres ver la cara de tonto? —le preguntó, ofendido, y Jungkook comenzó a negar.
—No, jamás ha sido la intención —dimensionó, aún asustado, pero, ahora, necesitando expresar sus pensamientos—. Escucha, Hyung, amo a Taehyung con todo lo que soy, así que no tienes de qué preocuparte. Doy todo por él, justo como tú... y nunca en mi vida dejaré de darlo. Te prometo que será genial, que lo apoyaré en todo, que nada le faltará y que sus días estarán llenos de amor y de felicidad... siempre de los siempres —aseguró—... Pero... necesito que confíes en mí... solo un poquito, ¿Sí? —le terminó pidiendo, mientras ponía sus ojitos brillosos—... ¿Puedes hacerlo?
—Hyung —llamó Namjoon y la mirada de Seokjin fue a parar en la suya—... confía en él, jamás rompe sus promesas.
—Nam...
—Jin... Son solo unos niños que se aman, déjalos vivir su vida y mejor concéntrate en vivir la tuya.
—¿En la mía? —preguntó, de pronto, ofendiéndose—, ¿Qué tratas de decir?, ¿Qué no tengo una?
—Claro que no —negó, rápidamente.
—Nam...
—Que no, Jin. Solo digo que... deberías dejar de preocuparte tanto por Taehyung y... comenzar a pensar más en ti... en tu futuro.
—Yo pienso en mí y en mi futuro, tengo un fondo de ahorro y acabo de comprar mi casa...
—Le gustas a mi Namjoon Hyung —soltó Jungkook, de repente, y sus manos cubrieron su boca cuando ambos chicos lo miraron, totalmente absortos—... Es lo que trata de decir.
—¡Jungkook! —exclamó el moreno, aferrado a un pensamiento que no debía ser descubierto.
—Lo siento, Hyung, pero tu plan no iba a funcionar: Seokjin Hyung no se dará cuenta de lo que sientes, es muy torpe para poder notarlo.
—¡Jungkook! —exclamó, esta vez, Seokjin, pero no supo si lo hizo por su torpeza recién exhibida o por lo que acababa de revelarse y flotaba en el aire inseguro.
—¡Me voy! —exclamó el menor, pero Seokjin fue más rápido y tomó la manga de su esmoquin negro.
—¿A dónde crees que vas?
—Encendí el fuego, pero no pretendo arder en él —confesó, juguetón y enseguida se sintió pequeñito. La mirada de ambos chicos era muy fuerte, tanto, que el lugar se fundió en tensión e incomodidad.
—Eres un diablillo, Jeon Jungkook —fue lo que le dijo Seokjin, y su mano liberó la manga de su traje, cuando se sintió más calmado—. Mucho cuidado con toparte con Taehyung allá afuera: si lo escuchas, te cubres los ojos y regresas aquí, ¿Okay?. No debes verlo antes de la presentación —indicó y el pelinegro asintió rápidamente, saliendo de la habitación con una velocidad que jamás logró alcanzar en la pista.
Los ojos de Namjoon se clavaron en el piso, mientras sus mejillas expulsaban un rosado irreal, uno que nunca imaginó sentir. Seokjin lo miró por unos segundos y justo cuando Namjoon se sintió un poco más fuerte y buscó el rostro de Seokjin, el mayor evitó su mirada.
—Hyung...
—Namjoon —lo interrumpió y la forma en que su nombre fue pronunciado, solo lo hizo retroceder—... Tú... ¿No pensabas decirme?
—No, Hyung, no es lo que crees... Puedo explicarlo... Yo —pero se detuvo, los ojos marrones de Seokjin lo hicieron titubear: no porque dudara de lo que sentía, más bien por pensar en la manera en que su Hyung podría reaccionar... Por ello, el silencio le dolió más, percibir esa expresión neutral, le incitaba a querer salir corriendo del sitio, aun si eso significaba que se perdería la boda del siglo—. Me gustas —segundos después, solo lo soltó y su mirada volvió al piso, de donde nunca debió haberse levantado.
Pero jamás imaginó lo que sucedería al minuto siguiente. Se desconectó tanto del mundo, que ni siquiera fue capaz de percibir que Kim Seokjin se había acercado, hasta que su rostro fue levantado por un par de manos blancas que acunaron sus mejillas rojas, mientras los labios más esponjosos del planeta presionaban, suavemente, a los suyos, dejando la marca de un amor que estaba a punto de dispararse hasta el cielo.
Y el toque más sutil que la propia brisa de un verano calmoso, confirmó lo que ambos habían pretendido entender por medio de indirectas.
—Lo dijiste —soltó, Seokjin, con una sonrisa gigante, una que hizo perderse más a su menor.
—Jin...
—Me gustas también —le aclaró y la mirada de Namjoon se agrandó, totalmente pasmada—... desde hace tiempo ya.
—Yo... no... no lo sabía.
—Lo sé, mi plan tampoco estaba funcionando —y ninguno pudo evitar reír ante lo irónico que eso era.
—Jinnie...
—Nam —le volvió a interrumpir. No tenía intenciones de hacer sus vidas complicadas, así que se decidió por ir directo al punto—, salgamos, ¿Quieres?
Y Namjoon sonrió en grande, dejando ver los hoyuelitos que tanto le gustaban a Seokjin—. Sí —contestó, demasiado feliz para poder ocultarlo—, salgamos.
—Genial —murmuró y sus brazos se abrieron para ir a enredarse en el cuello del menor, haciendo que Namjoon también se adhiriera a su cuerpo, mientras se transmitían una paz inefable, una que siempre sería parte de sus vidas.
[...]
—Ha pasado media hora, Taehyung —nombró Jimin, tocando la puerta del baño por cuarta vez consecutiva, pero, ahora, con una pizca ansiosa en la voz—... ¿Sigues vivo? —y su pregunta solo hizo que el castaño se abrazara un poquito más a sus rodillas. Sí, estaba muy seguro de que estaba vivo, pero a esas alturas, no podía entender cómo era posible aún respirar. La única realidad reparaba en qué su estómago se había hecho un nudo, cuando Yoongi entró en la habitación anunciando que vio a Chulmoo llegar al recinto de la ceremonia—. Tae...
—Sí, sigo... vivo —aclaró en un susurro que a Jimin le costó comprender. No tenía idea de que podía perder la voz ante los nervios.
—Si me dejas entrar, te abrazaré muy fuerte: lo prometo.
—Jimin...
—Taehyung, no estás solo —indicó—. Sé que hemos tenido nuestras altas y bajas, pero, en definitiva, no pienso abandonarte, mucho menos el día de tu boda. Estoy aquí... para siempre —y tras un par de segundos en los que el mencionado analizó todas sus posibilidades, la puerta del baño dejó ir el seguro, abriéndole paso a Park Jimin, quien hizo una mueca afligida cuando vio al castaño- ya preparado dentro de su esmoquin blanco- abrazarse a sí mismo en el piso, arrinconado, como un pequeño ratoncillo asustado. De inmediato, se sentó a su costado y abrazó, con cuidado, al joven que al instante se aferró a su, también, pequeño cuerpo—. Soy todo oídos. Dime lo que te atormenta —dijo y Taehyung soltó un suspiro gigante, que le removió hasta sus más delicadas entrañas.
—Todo, pero nada, en realidad.
—No es verdad —dijo, sonriendo un poquito sin que Taehyung lo notara—. Hace un rato estabas muy feliz y emocionado, no puede ser que tu ánimo haya decaído de la "nada".
—Es que... me casaré con Jungkook —dijo, después de dudar unos segundos y, justo cuando Jimin estuvo a punto de reírse por la respuesta, Kim Taehyung decidió sincerarse—. Mi papá está aquí —soltó, con toda la pesadumbre del mundo—... y eso hace que la vida sea tan... diferente.
Entonces, todo estuvo más claro—. ¿No querías que viniera?
—No, no... no es eso, más bien... jamás pensé que se atrevería, ni siquiera me imaginé que lo llegaría a considerar —pronunció y pegó su mejilla al pecho de Jimin, refugiándose en su compañía—. Jungkook insistió demasiado en que lo invitáramos, pero yo no le veía el caso porque de verdad no tenía ningún sentido; sin embargo, terminamos enviándole la invitación por correo y... aquí está... ¿Cómo es que aquí está?
—¿Qué hay de malo con ello? —terminó por preguntar y la mirada de Taehyung subió, incrédulo ante lo que había escuchado—... solo es un padre asistiendo a la boda de su hijo.
—Me asusta y me hace rabiar porque no debería —admitió y su semblante solo palideció más—... Este día... estuve esperando tanto este día que me aterra que esté aquí para hacerme saber lo mal que le parece —aceptó, abriendo paso al mar de sensaciones que deseaba privar—. Te juro que jamás pensé que vendría, de verdad que no. Imaginé que había tomado la invitación como correo molesto y la había tirado a la basura, por ello, no me preparé mentalmente y, ahora mismo, no sé qué hacer. Trato de pensar en lo que dijiste, solo es un padre asistiendo a la boda de su hijo, pero Chulmoo es...
—Tú no sabes lo que ahora es —respondió Jimin, interrumpiendo aquello que saldría de la boca del rizado—. Ha pasado más de un año desde la última vez que se vieron. Si fue capaz de cambiar de parecer de la noche a la mañana, imagina lo que puede ocurrir en un año —animó—. Lo estás sobre pensando, somos personas civilizadas: Chulmoo no es la excepción; y si no estuviera de acuerdo con todo esto, jamás habría asomado sus narices por esa entrada.
—¿Tú crees? —preguntó, tratando de reprimir el sentimiento en su interior.
—Por supuesto, Taehyungie —dijo, al sonreír en una línea—... No lo juzgues sin antes conocer sus motivos, y remueve ese sentimiento negativo porque llorarás y arruinarás tu precioso maquillaje —y una sonrisa triste apareció en los labios de Taehyung, disipándose casi al segundo siguiente.
—Odio no poder hacer que deje de importarme lo que piensa.
—Es normal, es tu padre.
—Jiminnie...
—Todo estará bien, Taehyungie: hoy es tu boda, te casarás con Jungkook y eso es lo único que importa, ¿Sí?. No te preocupes demasiado, Chulmoo no hará nada en tu contra y, si lo hace, todos lo pondremos en su lugar y lo sacaremos del sitio antes de que te des cuenta. Por el momento, si te hace sentir mejor, ignora su presencia y olvida lo que mi estúpido gato dijo.
—¡Oye! —reclamó Yoongi, quien estaba fuera del baño, recargado en la pared del mismo, escuchando con atención lo que se hablaba.
Y Jimin soltó una risita que le alegró la vida al joven azabache recién ofendido—. ¡Lo siento, Don chismoso! —levantó la voz para que su novio escuchara y, cuando éste rio también, volvió a Taehyung—. Anda, anímate. Hoy debe ser un día genuino.
—Gracias, Jiminnie.
—No es nada, tontuelo. Ahora, vamos a terminar de arreglarte, ¿Quieres? —dijo, ayudándolo a ponerse de pie, para hacerlo salir del lugar.
—¡Wow, Taehyung! —exclamó Yoongi, cuando pudo apreciar lo celestial que se veía el menor—, luces her —soltó, pero se detuvo cuando Jimin dibujó una mueca ofendida: él debía ser el único hermoso para Yoongi—... te ves bien —corrigió y Jimin sonrió en grande, orgulloso de tener un gato bien amaestrado.
—¿Sí? —preguntó, después de haber soltado una risita ante la característica pareja que lo acompañaba—. Es que... el traje hace al hombre —fue lo que dijo y Yoongi se mofó al segundo.
—¿Bromeas?, Jungkook pagó miles de wones al diseñador de ese traje para que creara un modelo nunca antes visto, ni siquiera por él... fue hecho especialmente para ti, así que no puedes decir eso, mi amigo; en esta ocasión, es el hombre quien hace al traje.
—Exacto —arguyó Jimin—. Jungkook se desmayará, Taehyung —admitió, soñador—, pareces un ángel.
—Aiñ, Jimin...
—¿Taehyung? —pero la respiración del mencionado se entrecortó y su mirada viajó incrédula hasta el dueño de la voz que muchas veces le rompió el alma.
Sus ojos chocaron con los de su padre y, por un instante, el latir de su corazón pasó a desaparecer, dejándole un colapso mental que también apuñaló su cuerpo entero.
—Papá —susurró, casi fuera de sí y la opresión en su pecho volvió a instalársele.
—¿Podemos —balbuceó el hombre, completamente perdido en el joven que era su hijo—... podemos hablar?
—Estaremos afuera —dijo Jimin y su mano dio directo en la de Yoongi, arrastrándolo del sitio.
Por primera vez después de tanto tiempo, Taehyung volvió a sentirse pequeñito, como una hormiga que transita por el jardín de un niño travieso que seguro le pisará.
Los ojos de su padre escudriñaron su vestir entero y cada uno de sus ricitos bien acomodados sobre su cabeza; quiso llorar, pero la sensación se incrementó cuando el hombre le puso demasiada atención al ramo de rosas blancas que estaba entre su equipaje.
¿Era normal sentir que el alma se le saldría del cuerpo ante alguien que no era Jeon Jungkook y su perfección?
—Te casarás —murmuró, de pronto, como si apenas estuviera cayendo en cuenta, y su mirada fue a parar hasta el jovencito frente a él—... Taehyung, esto...
—Papá, ¿Por qué viniste? —soltó, por fin, armándose de valor para terminar con sus miedos.
—Es que... escuché que mi hijo se veía hermoso y... solo vine a comprobarlo —y Taehyung no pudo comprender del todo lo que había escuchado, le pareció una locura que aquello saliera de esos fríos labios e, incluso, sintió que todo a su alrededor era una simple ilusión—. Te ves precioso, Taehyung... más de lo que siempre has sido. Si tu madre estuviera aquí, se volvería a enamorar de ti, como lo hizo el día en que naciste.
—Papá —balbuceó Taehyung, y las lágrimas que tanto había evitado soltar, escurrieron, cual atletas en competencia. Su madre era su punto más frágil.
—Taehyung —le llamó, con el rostro serio y los ojos mojados también—. ¿Eres feliz? —preguntó, mirándolo fijamente, sorprendiéndolo en el acto—, ¿Jungkook te hace feliz? —volvió a cuestionar, haciendo que el corazón del menor latiera, inesperadamente, con mucha fuerza—, ¿El lazo que hoy formarán, es justo la vida que anhelas tener?
Y los segundos que transcurrieron para que Taehyung pudiera dar una respuesta, fueron inhumanos para ambos—. Sí —respondió al final, asintiendo, con total honestidad, a cada una de las preguntas que su padre había hecho—... Soy feliz, no solo por Jungkook, sino por ser quien soy y porque soy libre de serlo; no obstante, Jungkook logra complementar esta alegría y me hace más feliz de lo que puedo imaginar, es el amor de mi vida, así que: sí, hoy me casaré con él porque es justo la manera en que quiero vivir el resto de mis días: a su lado, donde siempre he pertenecido —aclaró, acumulando las fuerzas para cualquier respuesta que viniera de su padre, pero su sangre fue hasta sus pies cuando una sonrisa apareció en los labios del ajeno, dejándolo helado ante lo raro que se sentía poder ver aquello y notar que la mueca era inmensamente similar a la suya.
—Me alegra mucho, hijo —fue lo que soltó y Taehyung creyó que perdería el conocimiento—... En realidad, lo único que quiero es que nunca te falte nada y que tengas el futuro más feliz y próspero del mundo entero. Afortunadamente, Jungkook apareció en tu camino y me tranquiliza saber que has encontrado el amor en una buena persona, que te amará, te cuidará y te apoyará hasta el final. Así que, solo he venido a desearte una buena vida, estable y feliz: que sea lo suficientemente positiva, para que, al final de tus días, puedas decir que viviste bien, que cumpliste tus sueños, que estás satisfecho y que fuiste muy amado —explicó y tuvo que tomar aire, pues un sollozo repentino le quitó el aliento. Las lágrimas resbalaban por sus mejillas con largura y Taehyung solo podía llorar más al notar tal suceso: jamás se imaginó vivirlo—. No pierdas el rumbo nunca y vive por ti y los que te complementan, ¿Sí?, sin importar lo que pase... También recuerda que, allá en el cielo, hay alguien que está muy emocionada y feliz por ti, mientras que, aquí en la Tierra, tienes un viejo gruñón que se enorgullece de tener un hijo que lucha por sus sueños, que sigue sus anhelos, que es valiente y capaz de afrontar cada reto, y tiene la fortaleza que a muchos de nosotros nos falta, para soportar la rudeza de la vida —suspiró, limpiándose el rostro con la manga de su esmoquin—. Sé que esto no soluciona nada entre nosotros, tampoco pretendo que lo haga, ni espero tu perdón o algo al respecto: no lo merezco. Solo quiero que sepas que tienes a tu padre para siempre y, que el mismo, te acompaña a dondequiera que vas, apoyando tu camino, tus decisiones y tus anhelos. Lamento haberte hecho llorar en este momento, no era la intención, hoy solo debe ser un día feliz —terminó diciendo y una reverencia de casi noventa grados le fue efectuada, dejando a Taehyung hecho una laguna de inesperadas sensaciones—. Gracias por tomarte el tiempo y por invitarme a tu boda, he sido bendecido por poder estar aquí. Mucho éxito siempre, Taehyung —y dicho eso, se irguió sobre su cuerpo y, tras sonreír un poco, se giró sobre sus talones, decidido a salir de la habitación.
—Papá —pero el castaño no lo permitió, su corazón se sentía extrañamente cálido y eso también era una bendición: ahora todo estaba bien para él—. Gracias por todo —pronunció y sorbió su nariz.
—Te quiero, hijo —y con esas palabras, abandonó la habitación, dejando sumido a su primogénito en un sentimiento que era imposible de procesar a la par de las lágrimas. Fuera, se encontró con Jimin y Yoongi tratando de detener a Jungkook, quien acababa de enterarse que, aquel hombre, había solicitado hablar con su futuro esposo a solas y, para ser honesto, le aterraba tal hecho, necesitaba protegerlo de cualquier cosa que pudiera suceder con Kim Chulmoo como protagonista. Sin embargo, el forcejeo se detuvo cuando el señor se posó frente a ellos y se reverenció también, dejándolos atónitos—. Gracias por cuidar de Taehyung —soltó— y, Jungkook, gracias por quererlo tal y como es: protégelo siempre, por favor —dijo por último y se giró, yendo directo a cualquier otra parte del edificio.
Los tres jóvenes solo pudieron mirarse entre sí, antes de reaccionar y recaer en que Taehyung sollozaba dentro de la habitación. Pero justo cuando Jungkook iba a avanzar, Min Yoongi lo detuvo por órdenes de Park Jimin.
—Jungkook, no. No puedes verlo aún —advirtió—. Es de mala suerte.
—¿Koo? —pero Taehyung balbuceó desde el interior cuando escuchó al rubio decir aquello, haciendo que Jungkook se soltara de aquel agarre y simplemente corriera hasta encontrarlo, envolviendo de inmediato el cuerpo que lo recibió con más necesidad de la que se podía apreciar.
—Tranquilo, bebé, todo está bien —le dijo cerrando los ojos con fuerza y dejando que el joven llorara en su pecho, sin permitirse mirar un centímetro del mismo.
Taehyung asintió, aun lagrimeando, pero manteniéndose firme de aquel agarre. Ya no necesitaba nada más, ya lo tenía todo, ya estaba bien—. Sí, ahora lo está.
[...]
Después de unos minutos, todo fue una mezcla de calma y nervios arrebatados. Jungkook se retiró de la habitación cuando Taehyung pudo controlarse y Jimin volvió a retocar aquel maquillaje que regresó a ser perfecto, mientras le daba unas palabras de aliento al castaño, quien no podía dejar de sonreír tímidamente.
Aquello se sentía muy extraño, luego de haber olfateado el aroma a nuez que llevaba puesto su novio, las sensaciones en su pecho incrementaron y la ilusión volvió a renacer como si fuera la primera vez. Se casaría con Jungkook, en serio lo haría; pero no estuvo tan consciente de ello como cuando lo tuvo de frente, mirándolo con un amor y una emoción indiscutible, que le recorrió cada una de sus venas. El pelinegro estaba totalmente perdido en la belleza angelical de su Taehyung: a punto de morir al volver a confirmar que era la pieza de arte más preciosa del universo entero y que él era el hombre más afortunado del mismo al poder tenerlo.
—Todavía puedes salir corriendo —susurró Taehyung, sintiendo el ramo temblar entre sus manos, mientras sonreía inmensamente al poder encontrarse con la imagen de un Jungkook que había esperado admirar por meses, pero que, en definitiva, no se comparaba con ninguno de los sueños que llegó a tener: era demasiada perfección en una persona como para lograr imaginarla.
—Al único lugar que pienso correr, por el resto de mi vida, es a tus brazos, mi amor —confesó y su mano pidió una de Kim Taehyung, que tomó con suavidad y adoración, a la par que recibía la sonrisa más hermosa del planeta pleno.
Y ante un asentimiento, ambos se posaron frente al ministro, decididos a contraer matrimonio y ser felices para siempre.
Aquellos votos que planificaron por tanto tiempo, fueron dichos con honestidad y cariño, haciendo que los invitados soltaran cientos de suspiros, entretanto la pareja se juraba amor eterno y sin dimensiones, capaz de curar cualquier tristeza y problema: porque nada sería lo suficientemente malo si seguían tomándose las manos así, con toda esa dedicación y afecto, que nadie nunca pensó llegar a conocer.
Más pronto de lo esperado, sus labios se unieron en un beso tierno: sutil, pero lleno de vida, como todo lo que ellos eran. Una mejilla de Taehyung fue acariciada por Jungkook y su corazón se derritió, sintiéndose soñado y muy feliz: completamente satisfecho y enamorado.
Las personas a su alrededor soltaban vítores de todo tipo, aplaudiendo y regocijándose ante la imagen emocionante que los albergaba. Después de tantas críticas y malos momentos causados por la sociedad, lograron aprender que la única opinión que debía ser admitida era la propia. Los que los aceptaban y apoyaban, esos sí que tenían un lugar muy especial en sus corazones.
—Jungkook se enteró de que gustaba de Taehyung mientras estaba durmiendo —comenzó a contar Jimin, burlón, cuando fue llamado al escenario para ofrecer unas palabras, entretanto tomaba la mano de Yoongi, quien amablemente lo acompañaba—. Esa noche soñó que estaba conduciendo y que, en efecto, Taehyung era su copiloto... Nadie jamás imaginó que ese sueño se volvería una realidad: ahora, sucede tan a menudo, que el propio Jungkook no cabe en la felicidad al recordar aquello. Y pensar que el tonto se rehusaba a enamorarse —soltó y todo el mundo se carcajeó del pelinegro, incluso Taehyung, quién se acurrucó a su costado y se abrazó a su cuerpo con ímpetu, siendo envuelto, de regreso, por el hombre que sonreía tímido al ser expuesto por su mejor amigo—, quedó completamente fascinado ante la bonita sonrisa de Taehyung y se flechó solito cuando lo miró a los ojos: se enamoró desde el primer día, pero también lloró un montón: Taehyung tenía novia y le pedía consejos de amor, sin saber que lo hería cada vez.
—Lo siento —susurró Taehyung en el oído de su, ahora, esposo, dejando un beso tierno en su mejilla, que fue contestado con otro en sus labios.
—Jungkook sufrió demasiado y...
—No, no, espera —le detuvo Yoongi—, Taehyung fue quien sufrió más, eso debes destacarlo —le indicó al rubiecillo y este frunció el entrecejo.
—¿Qué?, No, Jungkook sufrió más, era la primera vez que el amor le pegaba, no sabía cómo controlar sus sentimientos.
—Pero Taehyung tenía novia, tú lo dijiste; y el día en que se enteró de que Jungkook gustaba de él, hizo una tormenta en un vaso de agua. No obstante, lo peor fue cuando supo que correspondía al sentimiento, le costó una vida aceptarlo y, cuando lo hizo, vino a rogarnos que lo ayudáramos a reunirse con Jungkook, porque el Maknae ya no quería verlo, ¿Recuerdas?, Incluso, te lloró.
—Oh, bebé, perdón —murmuró Jungkook esta vez, abrazando a Taehyung con dulzura y recibiendo un abrazo también.
—Pero no más que Jungkook —le discutió Jimin.
—Claro que sí.
—Claro que no. Además, tú no puedes saberlo, no estabas ahí.
—Bueno, no, pero sé que Jungkook es un macho pecho peludo y Taehyung es un osito de peluche apapachable, así que, en definitiva, Taehyung lloró más.
—Pero... Jungkook también...
—No, fue Taehyung.
—Aiññ —soltó Jimin, molestándose, apunto de tener una rabieta frente a todo el público. Pero la risa bromista de Yoongi resonó y un beso le fue dejado en la mejilla, a la par que lo abrazaba con mucho amor, haciendo a Jimin derretirse sin otra opción. Los invitados se enternecieron e, incluso, Hoseok dejó de arrasar con la buena rebanada de pastel que acababa de servir en su plato, mientras los meseros estaban distraídos: presenciar la hermosa manera en que Jimin se había perdido en los ojos de su novio, fue algo que a todo el mundo conquistó—. Te quiero, gatito —le dijo por fin, alejando el micrófono de sus labios, pero no lo suficiente, porque las personas vitorearon aquel suceso.
—Yo a ti, muñequito —le contestó, enterneciéndolo, pero haciéndolo volver en sí y recordar que estaba dando un discurso.
—El punto... el punto es que sufrieron mucho para poder amarse de esa manera tan profunda y maravillosa —volvió a decir hacia la multitud, dirigiendo su vista hacia la pareja recién casada, quienes le regresaban la mirada, desde su mesa principal, tan conmovidos como sus propios corazones—, así que brindemos por ellos y celebremos este gran paso que han dado para sus vidas —indicó y todos a su alrededor alzaron sus copas, dedicando su alegría a la pareja que, por órdenes de Seokjin, se levantó de su sitio para ir directo a la pista de baile —Taehyung —le llamó Jimin desde el escenario—, Jungkook te dedica esto.
Until I Found You comenzó a sonar y Taehyung soltó un chillido cuando Jungkook le ofreció su mano para invitarlo a bailar. Era su canción favorita del momento; cada vez que la escuchaba, sentía el recuerdo de Jungkook vibrar en su interior, pero jamás le dijo que era una dedicación y ahora su esposo se había adelantado: en definitiva, había sido bendecido con el hombre más atento del universo.
Aceptó esa cálida mano, pero de inmediato la soltó para abrazarse al cuello del pelinegro y esconder su rostro en el mismo, mientras este reía y se abrazaba también a la linda cintura de su castañito enamorado.
Comenzaron a moverse al ritmo de la música, todo el mundo los observaba con detenimiento, pero eso no les impidió, ni un segundo, seguir viviendo su amor: se sentía tan hermoso, se sentía como estar durmiendo entre las nubes. Sus corazones latían a la par, podían experimentarlo a la perfección, pues hasta su respiración se sincronizaba ante la excelencia de su afecto.
—Koo —musitó Taehyung, alzándose un poquito para alcanzar el oído del dueño de su existir—... gracias.
—Gracias por convertirte en el hombre de mi vida, Taehyung —dijo el menor, justo al mismo volumen que Taehyung, cuando este se volvió a acurrucar—... gracias por amarme.
Pero Taehyung se separó un poco de aquel cuerpo, solo para ver los ojos mieles—. Jungkook, esto que siento por ti, va más allá de un simple amor —confesó—. Si pudiera encontrar otra palabra que pudiera describir como siento que mi corazón se desborda de amor por ti, sería tan...
—¿Maravilloso? —completó y Taehyung sonrió, totalmente enamorado.
—Te amo mucho, Jungkook.
— Te amo más, Taehyung.
Y tras decir eso, juntaron sus labios en un beso que comenzó como una conmovida caricia, pero que incrementó su rigurosidad conforme los segundos pasaron, haciendo que dejaran de moverse y que las manos de Jungkook fueran directo a tomar las mejillas de Taehyung, para profundizar aquel beso que les empezaba dejar sin aliento.
El mundo desapareció. A lo lejos, solo podían escuchar aquella linda canción resonar en su último párrafo. La gracia de estar juntos siempre superaba sus expectativas, incluso, esas tardes cuando se reunían para ver una película o para ir al supermercado, eran tan especiales que no les cabía en el alma el sentimiento.
Todo era justo como lo habían deseado siempre, como ese lindo beso en el que estaban envueltos.
—¡Hey, chicos! —exclamó el buen Hobi Hyung, entrando en la pista a interrumpir la situación y haciendo que la pareja se separara lentamente—, estamos en horario familiar —susurró en una sonrisa, acercándole el ramo a Taehyung, quien lo tomó sin siquiera dejar de mirar los ojos mieles de su esposo.
—Te amo, TaeTae —le murmuró Jungkook y eso lo ruborizó un poquito más de lo normal.
—Te amo, Kookie.
—Es hora de que lances el ramo, Taehyungie —le informó Hoseok, sintiendo su pecho cálido por lo que solo él pudo ver y escuchar.
—Sí —respondió el castaño y solo después de que Jungkook lo soltó por completo, volvió en sí, dándose cuenta de que ya había muchas personas tras él, esperando ganar ese precioso ramo de rosas blancas.
Sin embargo, Namjoon jamás hubiera querido que aquello sucediera, pues Yoongi cayó desmayado en sus brazos, cuando Jimin entró entre la multitud y atrapó el ramo entre sus manos, soltando grititos emocionado y celebrando que su boda con el azabache sería la siguiente. Pero palideció casi al tono de su novio cuando lo vio inconsciente y salió corriendo hasta poder tomarlo entre sus brazos y dramatizar su desmayo, mismo que ya estaba siendo atendido por Seokjin y Hoseok.
Jungkook y Taehyung rieron, mientras sus manos se entrelazaban sin siquiera notarlo.
—Niños —llamó la señora Jeon y ambos le prestaron atención—. La limusina los espera afuera —informó y Taehyung sintió mucha emoción al instante: comenzaría a vivir su matrimonio con Jungkook, una vez que abandonara aquel edificio—. No iré con ustedes para poder cuidarlos, así que, por favor, cuídense mucho.
—Lo haremos, mamá —contestó el menor y su mano dio un pequeño apretón a la mano de Taehyung—. ¿Nos vamos, amor?
—Sí —contestó Taehyung sin dudar y ambos se dieron la vuelta, pero el castaño se detuvo cuando apenas dieron unos pasos—. Espera —le pidió a su chico y soltó su mano para regresar a la señora Jeon y tomarla entre sus brazos, para ser apapachado al instante—. Sé que no es mi mamá, pero gracias por aceptarme en su familia y por tratarme como a su propio hijo —le dijo y los ojos de la señora se llenaron de lágrimas.
—Taehyung, siempre serás como mi hijo —fue lo que pudo decir, antes de ponerse a llorar en grande—. Anda, ve con Jungkook, que se hará más tarde y perderán el avión —le avisó y dejó un pequeño besito cariñoso en la mejilla del joven, quien asintió levemente y dejó a aquella mujer, para ir a abrazarse de su marido.
Las personas salieron a despedirlos y ellos no pudieron dejar de sonreír en ningún momento, ni siquiera cuando ya estaban a solas en la parte trasera del vehículo.
—Pedacito de cielo —nombró, Jungkook, cuando sus labios fueron a buscar los de Taehyung, encontrándolos casi al instante y anclándolos a los suyos con todo el cariño de su alma.
—Amor —balbuceó el mayor y se dejó ir sobre el pelinegro, subiendo a su cuerpo a horcajadas y sintiendo como era envuelto por unos brazos fuertes que le demostraron que siempre iban a estar ahí, para sostenerlo de la manera en que fuera necesaria—. Así que —musitó, sin poder resistirse, separándose y poniendo una pícara mirada—, un avión, ¿eh? —preguntó y Jungkook soltó una carcajada irresistible.
—Taehyung, ni sueñes con que te diré a dónde vamos.
—¡Jungkook! —chilló, haciendo un lindo puchero—. Ya estamos casados, ya no puedo arruinarlo. Además, ¿No dijimos que cero secretos?, ahora somos esposos, debo saberlo todo.
—TaeTae, se trata de nuestra luna de miel: no es un secreto, es una sorpresa.
—¡Kookie!
—No te diré, aunque llores.
—Aiñññ —soltó, al no haber logrado su objetivo. Es que ya no podía seguir esperando—. Acabas de provocar nuestra primera pelea matrimonial: que quede en tu conciencia —dijo, bajándose de aquel cuerpo y sentándose a su lado, entretanto se cruzaba de brazos y hacía un mohín molesto, volteándose hacia la ventana.
—Mi amor —llamó Jungkook, burlándose de la postura que Taehyung había tomado—. Bebé —volvió a llamar, viendo como era ignorado—. TaeTae —pero nada pasó. Entonces, supo que ya era momento y, con una sonrisa, se levantó del asiento, buscando aquello que había guardado para Taehyung.
Regresó casi al instante y el mayor lo siguió ignorando, pero, de pronto, una caja de regalo fue dejada sobre sus piernas y su mueca cambió, rápidamente, de molestia a intriga.
—¿Qué es esto? —preguntó, tratando de no demostrar la pequeña emoción que nacía en su pecho y enseriando su rostro lo necesario, sin dirigirle, del todo, la mirada a Jeon Jungkook.
—Un regalo, mi vida —y Taehyung alzó las cejas, casi queriéndole decir que, ni de chiste, con aquel apodo lo convencería.
—Ajá —fue lo que soltó—. Gracias —dijo, muy digno de sí, con intenciones de hacer a un lado el regalo—. Lo abriré cuando —pero pegó un saltito cuando la caja se movió sobre sus piernas y un ruidito extraño se escuchó dentro, sacándole una carcajada al pelinegro—... Ju... Ju... Jungkook, ¿Qué es? —le preguntó y se estiró hasta poder abrazarlo de costado, sin quitarle la mirada a la linda caja y totalmente temeroso por conocer lo que se encontraba dentro de ella.
—Tranquilo, bebito. No es nada peligroso.
—¿No?
—No, ¿Qué clase de persona crees que soy?
—¿Un esposo vengativo?
—No —contestó, riendo—. Jamás te haría daño, vine al mundo para cuidarte —afirmó y Taehyung solo se adhirió más a él—. Anda, abre tu regalo, te hará sonreír.
—¿Seguro?
—Tan seguro como el amor que te tengo, lindura.
—Bien —fue lo que dijo al final y se irguió sobre su posición, tomando la tapa y cerrando sus ojos, esperando a que el golpe final sucediera; pero, luego, nada ocurrió, más que aquel sonido incrementando su volumen. Abrió los ojos ante la risita que escuchó de Jungkook y se tapó la boca al instante, totalmente sorprendido por lo que veía—. ¡Tan! —exclamó y Yeontan le regresó un ladrido como saludo, siendo cargado al instante por Taehyung—... Pero... ¿Qué hace aquí?
—Lo robé —contestó Jungkook, riendo ante la expresión extrañada que puso el castaño—. Aunque... solo por nuestra luna de miel, y cuando Jimin y Yoongi vuelvan a prestárnoslo. De igual forma, le acondicioné un lugarcito en nuestro departamento —indicó y Taehyung sonrió con ilusión.
—Ay, Kookie —chilló y se abrazó al joven, recibiendo un beso tronado en su mejilla.
—Ahora, solo nos faltan dos bebés y estaremos completos por siempre —informó—, los conseguiremos en el viaje.
—Pero no te los robarás, ¿Okay? —soltó Taehyung, divertido y Jungkook rio, acercando sus labios hasta rozarlos con los de Taehyung.
—No —murmuró—. A ellos los conseguiré de otra manera —indicó y sus belfos volvieron a capturar los de Taehyung, haciéndolo temblar ante su sensualidad y ternura.
—Te amo —contestó Taehyung y dejó a Yeontan en la camita que le tenían preparada, para cruzar sus brazos detrás del cuello de Jungkook y hundirse con él en una de sus más preciosas caricias, esas donde siempre había suavidad y locura.
—Te amo —confesó Jungkook y, abrazando el cuerpo de su esposo, sonrió repleto de felicidad, estableciendo que él siempre sería su causa principal para respirar.
Kim Taehyung tenía los ojos más bonitos del mundo, podían parecer inexpresivos, pero, aun siendo tan oscuros, desbordaban un mar de sentimientos intensos. Había algo en ellos, algo que Jeon Jungkook no podía comprender; Sin embargo, el día que los observó por primera vez, inesperadamente, su corazón comenzó a latir.
Su mirada asemejaba un mar de estrellas, sumergidas en una profunda noche oscura, esa que Jungkook tuvo el privilegio de apreciar hasta el final de sus días, cuando Taehyung dio su último respiro y se sentó bajo un árbol frondoso de un parque conocido, esperando a que su amor lo buscara, para vivir juntos una eternidad más.
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