70. Un etéreo sentimiento
Advertencia: 🔞
Este capítulo contiene lenguaje explícito y escenas subidas de tono.
↣ Se recomienda leer a discreción.
Mayo.
La tarde de ese fantástico sábado, fue muy hermosa. Después de ducharse entre caricias y apapachos, Kim Taehyung y Jeon Jungkook salieron del hotel, dispuestos a pasear por todos los sitios que fueran necesarios. Comieron en un par de restaurantes y visitaron el centro de Busan, justo pasando por algunas tiendas de música y librerías, surtiéndose de objetos que adoraron en cuanto vieron.
También visitaron el museo al que Taehyung había querido ir, cuando sus planes cambiaron por asistir al concierto de Coldplay. Disfrutaron del arte, mientras capturaban cientos de imágenes para el álbum de los recuerdos; querían tener todas las remembranzas posibles de su primer viaje juntos.
Más tarde, Taehyung llevó a Jungkook a su antiguo barrio, donde vivió mientras estuvo en la universidad. Para el menor, era muy interesante cualquier cosa que el castaño le quisiera mostrar, incluso el parquecito de la cuadra, donde había un par de columpios que Taehyung explicó usar cuando más estresado se sentía. Jugaron un rato mientras se mecían en ellos y tomaban las lechitas de plátano que compraron en la tienda de autoservicio más cercana.
Para ese entonces, se encontraban en una cafetería, sentados en una mesita fuera del local, disfrutando de la manera en que la noche se había cernido sobre sus ojos. Taehyung bebió de su café latte y luego volvió hacia Jungkook, quien llevaba más de diez minutos jugando con su mano libre y bebiendo su café a la par.
Jungkook alzó la mirada para apreciar, por enésima vez, la carita preciosa de su novio, pero terminó riendo enamorado ante los graciosos bigotitos que se habían pintado sobre sus belfos, gracias a la blanquecina espuma de su bebida.
Los ojos negros del castaño lo atacaron; no obstante, Jungkook solo recorrió su silla para quedar más cerca y tomarle las mejillas con cuidado. Taehyung le sonrió a su sonrisa y luego cerró sus orbes, sintiendo cómo Jungkook se acercaba a su rostro, para, después, dejarse hacer muy contento, experimentando besitos suaves en su comisura, que le borraron el rastro de espuma que una vez existió.
El atleta se alejó lentamente y, aprovechando esa bonita imagen de Taehyung, acarició sus mejillas abultadas por su sonrisita—. Te amo —le dijo y el castaño sonrió más, abriendo poquito sus ojos y yendo a colgarse del cuello que lo recibió preparado.
—Te amo —contestó, respirando el aroma a nuez, para luego terminar pegando sus labios ahí, con pequeños besitos repetitivos en la curva del cuello de su novio. Jungkook suspiró, abrazando a Taehyung por la espalda y dejándose consentir. Pero el juego terminó cuando el celular del mayor comenzó a sonar, haciéndolos alejarse—. Seokjin Hyung —informó, mirando el celular con un poquito de susto.
—¿Quieres que yo le responda?
—¿Estás loco? —preguntó, asustándose más—... Te asesinará si se entera —argumentó y, en un pequeño esfuerzo de su mente, logró colisionar con una idea—... Le diré que me enfermé del estómago, ¿Okay?
—Okay, mentirosín —acordó, recibiendo un quejido por parte del chico que se levantó para atender la llamada de su Hyung regañón.
Jungkook lo miró alejarse y solo sonrió muy enamorado, viéndolo tomar una bocanada de aire para animarse a contestar. Sin embargo, recordó que quería cambiar el fondo de pantalla de su celular, por una foto que le tomó a Taehyung cuando estaba distraído; así que se entretuvo, buscando cumplir su objetivo.
—¿Hola? —le interrumpió la voz chillona de una chica y alzó la mirada solo para encontrarse con ella—... Disculpa que te moleste, pero... amh... ¿Estás ocupado?
—¿Ocupado?, ¿Ahora?... mmh...
—Por favor, no digas que sí —pidió, incluso juntando sus manos en señal de ruego—... Es que hay...
—Sobreviví, Koo... pero no por mucho —anunció Taehyung, sentándose al lado de su novio, quien le prestó atención al instante.
—¿Te regañó? —le preguntó y Taehyung asintió.
—Sabe que estás aquí. Namjoon Hyung nos delató.
—¡Rayos! —exclamó bajito, arrepintiéndose de haber hablado con Jackson enfrente de Namjoon.
—Fue obligado, no te enojes con él... Seokjin Hyung dijo que nos colgará cuando regresemos.
—¿A ti también? —el castaño asintió, dándole una mueca de resignación.
—Soy parte de la travesura.
—Aiñ, lo siento, Tae.
—No te preocupes. Igual, si voy a morir, pienso hacerlo bien feliz, así que hay que disfrutar mucho. Vayamos al hotel y —pero al decir eso, se detuvo, pues, por primera vez, se topó con la chica que estaba frente a ellos, escuchando muy atentamente—... oh, disculpa, ¿Te podemos ayudar en algo?
—Wow —fue lo que soltó la pelinegra, quedando extasiada ante lo atractivo que le resultó Taehyung a la vista—... Sí... amh —balbuceó—... Mi amiga quiere conocerte —volviendo a Jungkook, le dijo sin rodeos.
—¿Es su fan? —preguntó Taehyung, antes de siquiera permitir a Jungkook carburar.
—¿Su fan?... ¿Son idols?, ¡Por Dios!, son muy guapos, ¡Tienen que ser idols!
—Entonces, ¿No es su fan? —volvió a intervenir Taehyung, levantando una ceja cual detective.
—No, pero se convertirá de inmediato, estoy segura.
—Bien... Mmh, en ese caso, no puede conocer a tu amiga —indicó, cordialmente.
—¿No puede? —cuestionó la chica, sin poder entender—... pero ¿Por qué?, les invitaremos a beber y, después, a lo demás que surja... podemos acompañarlos a su hotel o cualquier otra cosa que deseen hacer.
—Oh, Dios, no —soltó, más alarmado de lo que pudo haber reaccionado—... eso último que propones, hizo que se volviera, incluso, un poco más imposible.
—Oye, basta —pidió hacia el chico de los ricitos—. Deja que tú amigo decida lo que quiera hacer con su noche sabatina, ¿Qué derecho tienes tú de responder por él?
—Es que no es solo mi amigo, estamos en nuestra luna de miel. Así que no le permito ir a conocer a la chica que mencionas, mucho menos hacer 'quién sabe qué cosas' con ella.
—¡Ay, por Dios!, He escuchado peores excusas de rechazo. ¿Luna de miel?, sí, claro. Sé más original, amigo.
—No soy tu amigo y ésta no es una excusa: somos pareja y tenemos planes para hoy; así que, de la manera más amable, te pido que te retires y dejes de molestar.
—¿Ahora me llamas 'molestia'? —inquirió, ofendiéndose más de lo requerido y encolerizando, a Taehyung, por primera vez en el día—... Creí que eras una especie ángel caído del cielo, pero ahora veo lo mentiroso que un hombre puede llegar a ser, para no salir con un par de chicas que solo quieren unos buenos polvos.
—¿No te da pena? —le preguntó, sin poder creer lo que había escuchado.
—¿Pena?, ¿Por qué debería de darme pena?
—Porque estás siendo una... ofrecida. No necesitaba una buena impresión, pero esto es demasiado bajo.
Y la chica no lo pudo soportar—. ¡Solo quiero que tu amigo conozca a mi amiga!
—¡No es mi amigo, es mi pareja! —proclamó, desesperado.
—¡No mientas!
—¡No lo hago!
Pero la discusión quedó pausada en el aire cuando Jeon Jungkook, por fin, intervino, plantando sus labios delgados en los preciosos de Kim Taehyung, tomando su mandíbula con posesividad, y sacándole un gemido por la sorpresa y por cómo lo obligó a abrir la boca para recibir su lengua, la cual, llegó hasta su garganta casi al instante, resbalándose certera en esa boca que ya conocía como a la palma de su mano y que le encantaba, un mundo, explorar.
Taehyung pudo haberse desmayado en ese momento, la mezcla de emociones hermosas que lo invadió, fue más divina que el propio sentimiento exasperante que antes tuvo. Igual, amaba demasiado ser tomado así por Jungkook, pero que lo hiciera en un sitio público, solo encendía más sus sentidos y lo hacía querer desfallecer de gusto.
Aquel beso sucio y exuberante, finalizó cuando Jungkook sintió que su Taehyung se quedaba sin aire. Era demasiada intensidad para algo tan inesperado. Así que se alejó, dejando un chasquido libido, mismo que causó otro jadeo en el castaño.
—Tranquilo, mi amor —le pidió, viendo su divina carita impresionada y aprovechando para limpiar la saliva en sus brillantes comisuras—... yo lo resuelvo —le dijo con cariño, observando los ojitos negros que al instante le pidieron más del beso que se terminó; pero solo le sonrió, dejándole un pico en la nariz y girándose hacia la chica que deseó ser el castaño en ese momento—. No, gracias —contestó—... Como mi novio ya te lo explicó, no puedo aceptar su invitación, estoy muy ocupado con nuestra luna de miel. Ahora, si me disculpas, iré a hacerle el amor a esta criaturita hermosa a mi costado, quien es, por supuesto, un ángel caído del cielo, muy original y para nada mentiroso, a quien amo más que a mi vida entera —soltó y se levantó, girándose hacia Taehyung y ofreciéndole sus brazos, en señal de querer cargarlo. El mayor hizo un pucherito de bebé y extendió sus manos, llamando al chico cuál pequeño niño consentido, y Jungkook le sonrió en grande, cargándolo y permitiendo que sus bonitas extremidades se enredaran a su cuello y a su cadera. Taehyung balbuceó y solo se acurrucó en el cuello del más joven, sintiéndose tan protegido como la primera vez—. Pasa una bonita noche —volvió a la chica— y ojalá alguien más quiera darte lo que estás buscando —le deseó y sus labios pronto fueron a dejar un besito en la oreja de Taehyung que alcanzó—... Vamos, bebé... Tengo planes de hacerte gemir delicioso —dijo, comenzando a alejarse de espaldas, permitiendo que Taehyung se topara con la mirada aturdida de la chica pelinegra.
Iba a sonreírle victorioso, pero se dio cuenta de lo que dejaba en la mesa—. Koo, Koo, Koo —llamó con desespero—... Mi latte —dijo, cuál bebito enternecedor y Jungkook rio, entendiendo a lo que Taehyung se refería y regresando hasta la mesa, de dónde el mayor tomó su latte a la brevedad—. Pasa linda noche —le dijo a la chica, cuando se topó, nuevamente, con su incrédula mirada. Al instante, se llevó la bebida a los labios, dejándose, otra vez, unos bonitos bigotitos; cosa que no le importó y solo le sonrió a la chica triunfantemente, diciéndole 'adiós' con su manita libre.
[...]
Jimin sonrió con agradecimiento, cuando Yoongi le ofreció la taza de té que le preparó, entretanto esperaba que saliera de la ducha.
El mayor le sonrió también, pero aquella preciosa expresión no duró mucho a su vista, pues el chico desapareció de repente, corriendo escaleras arriba y haciéndolo sentir extrañado, mientras se removía en el sofá. No obstante, segundos después, fue sorprendido por el joven pálido, quién acomodó una sedosa manta en su espalda, asegurándose de cubrir la mayor parte de su bonito cuerpo que, en realidad, deseaba enrollar entre edredones.
—Ya no tengo tanto frío —le avisó, dándole un sorbo a su té y viendo la mueca dudosa en su Hyung.
—Sé cuánto te cuesta tomar calor, así que no me arriesgaré ni un poco —informó y, después de tomar su respectiva taza de té -de la cual Jimin se burló porque decía: feliz día del abogado-, fue a sentarse en el sofá frente al pelirrubio.
Jimin sonrió, otra vez, en una pequeña línea que desapareció cuando volvió a tomar el líquido calientito de su taza. Honestamente, la ansiedad le recorría por cada una de sus fibras nerviosas, rogándole por entablar la conversación que, más veces de las que quisiera admitir, imaginó mientras se duchaba.
Pero los segundos pasaban y ninguno de los dos parecía poder hablar en realidad, solo estaban ahí, bebiendo del té más azucarado de sus vidas, sin siquiera reparar en el buen sabor del mismo: pensando en todo, pero a la vez en nada.
—Yoongi...
—Jimin...
Dijeron al unísono y ambos soltaron una risita. Sus mejillas se encendieron maravilladas. En definitiva, ese llamado simultáneo era especial, sucedía muy a menudo entre sus conversaciones fugaces y les traía recuerdos memorables.
—Te escucho —estableció el menor, cediéndole la palabra al joven que no tenía ni la más mínima idea de por dónde empezar.
Pero, enfrentando sus más grandes miedos, dio un profundo respiro y sus ojos conectaron con los de su niño—. Lo siento —soltó en un principio, observando la bonita carita del pequeño, que lo miró expectante—... Realmente lo siento... Lo siento mucho, lo lamento con todo lo que soy y no puedo parar de arrepentirme por cada una de las lágrimas que salieron de tus hermosos ojos, Jimin.
—Yoon...
—Lo siento —volvió a decir—... No hay día que no lamente haber sido un idiota, haberte causado tanto dolor, haberte herido... Ahora estoy completamente consciente de lo que perdí, al no permitir que mis ojos se abrieran a tiempo: es que... Yo... Simplemente, no podía aceptar lo que sentía... no quería aceptar nuestra realidad.
—¿Por qué? —preguntó y Yoongi soltó un resoplido, tratando de ser lo más claro y sincero posible.
—Siempre pensé que querer cuidarte era por mi simple instinto protector de hermano mayor, pero no, esto que hay en mi pecho es diferente... la manera en que te veo es diferente. Por eso vinieron todas esas altas y bajas: me convencía de quererte y me dejaba llevar por lo que tus ojitos me causaban y luego recordaba que mi propósito era ser tu guía, esa persona que nunca te abandonaría y te apoyaría hasta el final; no estaba bien verte desde el sentido romántico, porque, principalmente, me aterraba perderte. Las relaciones son algo muy complicado y la mayoría terminan en finales trágicos, no podía vivir con el miedo de que, quizá, algún día, te perdería de repente. De todas maneras, ya ocurrió... y ni siquiera pude intentar detenerlo. Ahora solo puedo pensar en que necesito que Eunwoo sea suficiente para ti y te ofrezca todo lo que yo no pude darte...
—Eunwoo no me dará nada, Yoonnie —aclaró Jimin, deteniendo la explicación del mayor, quién acaba de sentir calientito en su corazón, por escuchar, después de tanto tiempo, ese apodo que tanto adoraba.
—Ese idiota —fue lo que pudo soltar; al analizarlo, la sangre comenzó a hervirle—, ¿Se atrevió a hacerte daño?
—No, Yoon, con Eunwoo todo está bien.
—¿Entonces? —preguntó, sin poder entender realmente—, ¿Qué le cuesta hacerte feliz? —y ante esa cuestión, Jimin sonrió pequeñito y dejó la taza de té sobre la mesita de centro.
Los ojos de Yoongi lo siguieron cuando se levantó del sofá y, por un instante, temió que decidiera irse; pero solo se sorprendió cuando el menor, aún enredado en el acogedor edredón, llegó hasta él y se echó sobre sus piernas, cual bebé que desea tomarse su mamila en el regazo de su madre.
—Es que esa no es su obligación, gatito —explicó, soltando el edredón y enrollando el cuello de Yoongi entre sus brazos—, es la tuya —su bonita sonrisa se amplió y Yoongi abrió sus felinos orbes en grande, sin poder contener el asombro. Por primera vez en su vida, adoró tener una obligación—... Terminamos y, él mismo, hizo que viniera a buscarte.
—¿Qué?
—Eunwoo es muy lindo, Yoon; pero a ti no te agrada porque eres un celoso de primera —y Yoongi no pudo defenderse, pues Jimin se acercó demasiado e hizo que las puntitas de sus narices se rozaran, causándole un rayo eléctrico que le embriagó por completo, reviviendo las mariposas en su estómago que ya se habían declarado como ceniza. Ambos cerraron los ojos al instante y unieron sus frentes después de unas leves caricias—. Debo estar contigo, ¿Tú quieres que lo esté?
—¿En serio me preguntas eso, muñequito?
—Es que —balbuceó Jimin y hundió sus dedos entre los mechoncitos azabaches de la nuca del mencionado—... No pienso sufrir por ti nunca más —confesó, llenándose de nostalgia por su propia forma de haberlo dicho—... He traído mi corazón aquí para depositarlo en tus manos y hacer que te comprometas a cuidarlo, porque no voy a soportar más bajas —dijo y se alejó un poco, encontrándose con los ojos de Yoongi, ya viendo los suyos—. Estoy hablando más que en serio, Yoonnie; no es un juego, ni una de las tantas oportunidades que te puede dar el destino. La decisión que tomes hoy, determinará el resto de nuestras vidas. ¿Eres consciente de lo que te digo?
—Lo soy —contestó casi en un hilo de voz, viendo brillar las pupilas de Park Jimin y pensando en lo enamorado que se encontraba de ellas.
—Entonces, responde: El amor que aseguras sentir por Park Jimin, ¿Se trata de un amor romántico? —inquirió—. Sé muy honesto contigo, porque no tengo intenciones de que me trates como a tu hermanito
—Yo... lo que yo siento por ti... la forma en que lo siento y el sentido que toma cuando te pienso —no podía creer que no era capaz de complementar ninguna de las oraciones. La mirada marrón lo estaba poniendo muy nervioso, era intensa, bonita y atenta: como todo en Park Jimin—... Jamás besaría a mi hermanito, muñeco —aclaró—... y en este momento, tengo tantas ganas de besarte.
Y las mejillas del menor se prendieron sobremanera, haciendo sonreír a Yoongi en grande, pues adoró recaer en que, agraciadamente, tenía ese poder sobre el precioso pelirrubio, y era divino.
—Yoon —se quejó el chiquillo, queriendo esconderse de la pequeña sensación vergonzosa que lo agobió.
—Eres tan hermoso, Minnie —halagó, tomando las bonitas mejillas coloradas y acariciándolas con ternura—... Eres... eres mi sueño más grande... Eres mi principio y mi final, a quien más quiero en este mundo... Tú eres mi compañero de aventuras y no puedo dejar de pensar en que deseo, con todo mi corazón, que seas mi compañero de vida. Quiero amarte y sentir que te dejas amar, quiero mimarte por siempre, sufrir con tus berrinches y apoyar cada locura que salga de tus pensamientos; quiero tomarte de la mano y amanecer contigo por el resto de mi vida. Quiero cuidarte y que te quedes a mi lado, porque en serio te amo y lo hago tan inmensamente, que no hay momento en que no pueda dejar de anhelar que tu felicidad sea eterna y completamente certera, aun si no estás conmigo.
—Estaré contigo —aclaró, totalmente conmovido y con pequeñas gotitas acumuladas en sus ojos. Eso era lo que siempre había querido escuchar, su más grande anhelo y convicción, el único sueño que lo había embriagado desde el instante en que se topó con los bonitos ojos felinos de Yoongi, el bendito día en que acudió al consultorio del señor Min y se avergonzó tanto por llorar frente al niño que daba vueltas en la silla del escritorio: ese mismo que, por fin, aceptaba que lo amaba con su vida—. ¿Te quedarás conmigo? —preguntó, soltando un sollozo que hizo cristalizar la mirada de Min Yoongi.
—Sí —aceptó—... para siempre —dijo y un par de lágrimas escurrieron, acompañando a las del pequeño rubiecín, que ya lloraba mares—... Sin inseguridades, sin bajas, sin incongruencias y sin hacerte daño nunca más.
—Gatito —chilló el menor y se lanzó a abrazar el cuerpo del chico que también lo hizo al instante—... Te —balbuceó y buscó el rostro del pálido—... Te amo.
Yoongi sonrió exageradamente, mostrando sus bonitas encías y haciendo a Jimin quererlo más, por regalarle ese simple y precioso hecho—... Te amo, muñeco cachetón.
Y sus labios se unieron, provocando el beso más ansiado de sus vidas, ese por el que la luna brilló más, estableciendo que cuidaría de ese amor para siempre, hasta que viera morir al par de hombres que ya habían sufrido, incluso, por los pecados de sus ancestros.
Se abrazaron con fuerza y sus labios se anclaron estáticos, como si quisieran detener el tiempo ahí, en la profundidad y sencillez de su toque: unidos en una prisión perfecta, dulce y certera, sin ningún tipo de decoloración ni nitidez.
Solo eran ellos dos, presionándose firmemente, aplastando sus narices en las mejillas ajenas y mezclando las pequeñas lágrimas que se unían justo ahí, en su perfecta calidez y armonía.
—Yoon —musitó Jimin, como pudo y se alejó un poquito del rostro perfecto del hombre azabache—. ¿Harás lo que yo diga?
—¿Quieres un novio o un sirviente? —y Jimin rio, recibiendo un besito suave en su comisura inferior.
—Vine por ambos —estableció y sus belfos fueron a devolver el besito recién recibido—. Necesito un novio que esté dispuesto a hacer lo que sea por mí. Caso contrario, permíteme llamar a un taxi.
—Jimin-ssi, no puedes irte así... amo tus labios, son tan suaves y pomposos, amo su grosor y su perfección; no puedes subir a un taxi sin que yo haya terminado de succionarlos como se debe.
—¿Entonces?
—Haré lo que sea, siempre... todo lo que quieras.
—Respuesta correcta, lindo gatito —felicitó y, como pudo, salió del abrazo que fue más cálido que la misma manta diseñada para ello. Yoongi lo miró irse hasta la cocina y regresar unos segundos después, con el cuaderno de recetas que sabía que el mayor tenía por ahí, junto con un bolígrafo que fue un souvenir de la playa de Busan. Muy concentrado, se sentó a su costado, buscando una hoja limpia y poniendo la libreta sobre las piernas de Yoongi—. Firma aquí —le indicó, en una sonrisa y Yoongi lo miró desconcertado, pero la expresión del menor lo animó más y no tuvo otra opción que tomar la pluma, para dejar su firma en el renglón señalado, recibiendo, de inmediato, un agradecimiento de un húmedo beso en su mejilla.
Jimin tomó el cuaderno al instante y comenzó a redactar—... Por medio de la presente, yo: Min Yoongi, hago constar que estoy verdadera y completamente de acuerdo con todo lo que, mi compañero de vida: Park Jimin, requiera —se dictó y soltó una carcajadita linda, al notar la belleza de las palabras escritas. Amaba eso, amaba pensar en sí mismo como el compañero de Min Yoongi—... Desde cuidar su corazón por la eternidad, hasta asistir a la cita con el psicólogo, misma que ya agendó.
—¿Cita con el psicólogo? —le preguntó, asustándose.
—Terapia de pareja, Yoonnie bebé —indicó el menor con una sonrisita burlona, mientras acariciaba la barbilla de su chico pálido, quien no podía creer lo que leía.
—Estaré a su disposición siempre y mi prioridad será mimarlo y quererlo más que a mi vida —siguió escribiendo—. De ahora en adelante, tengo estrictamente prohibido faltar a las órdenes encomendadas, así como arruinarle el final de las películas. Lo llevaré por helado cada que quiera y tomaré su manita para caminar. Dejaré que sea el otro papá de Yeontan y que lo saque a pasear sin actuar tan celoso frente al perrito. Dormiré abrazándolo y le daré mucho amor por el resto de mi vida. Estando consciente de lo anterior determinado, permito que, si en algún momento falto a mis palabras, Park Jimin podrá quemar mi colección de Shingeki No Kyojin, así como atropellarme con un camión de basura —escribió y Yoongi se llevó las manos al pecho, tratando de no huir ante la angustia que lo embriagó—. Sin más, extiendo mi explicación, así como mi compromiso certero hacia mi pequeño amorcito. Firma: Min Yoongi —sonrió y sus labios fueron otra vez a posarse sobre los de Yoongi, alejándose, casi al instante, con un chasquido estremecedor—. Eres fantástico, Yoon. Gracias por firmar a voluntad y dar tu consentimiento. Por la mañana, se lo enviaré a mi abogado.
—¿Ah? —preguntó y los ojitos marrones lo miraron atentos, esperando los quejidos que sabía que vendrían—... Oh, pequeñito —soltó, más conmovido de lo necesario y sus brazos fueron a rodear al menor, obligándolo a quedar acostado sobre el sofá, mientras sus delgados labios se deleitaban con los gruesos de Park Jimin—. Te amo.
—Te amo, Yoon —le contestó y dejó caer el cuaderno al piso, llevando sus manos hasta perderlas en el suave cabello del mayor—. Gatito —llamó, separándose unos segundos después—... Nosotros...
—Somos novios, muñequito —le aclaró y sus ojos acunaron a los marroncitos, transmitiéndole todo el cariño que había de por medio.
—Somos novios —repitió Jimin, completamente lleno del sentimiento, sonriendo en grande y buscando nuevamente los belfos de su, ahora, compañero de vida.
[...]
Y ahí estaban otra vez, desnudos y completamente apegados: El castaño recargado contra la pared de aquella habitación ajena, siendo acorralado por su novio, quien no dejaba de besarle el cuello mientras sentía como el mayor se estremecía cada vez más.
Taehyung se estiraba y gemía silencioso, parándose de puntitas y sacando el trasero todo lo que podía mientras echaba su cabeza hacia atrás, por el placer que le brindaban esos benditos dedos gruesos de Jungkook.
Ninguno supo en qué momento habían llegado a tanto, pero, en realidad, Taehyung sentía increíble de tener a Jungkook así, asfixiándolo y rodeando su espalda con un brazo, mientras que su otra mano se colaba justo por ahí, jugando entre sus redondos cachetes.
—Taehyung, eres el mejor novio del mundo.
—Tú~... Tú lo eres~ —recibió como respuesta, pero no era lo que deseaba escuchar ni tampoco a lo que se refería; así que se alejó de su sudado cuello, topándose con la carita llena de placer de Taehyung.
—No, bebé, lo digo en serio —indicó y los ojos de Taehyung trataron de abrirse para buscar los de Jungkook, pero le fue imposible por las exactas penetraciones de los tres dedos debajo y la fricción de su miembro con el del otro; así que solo pudo chillar y el pelinegro lo comprendió, sintiéndose totalmente enamorado al ver el remolino de sensaciones que se acrecentaban en su dulce novio—... Hace un año, cuando olvidaste tu aniversario con Misuk, dijiste que eras el peor novio del mundo, ¿Lo recuerdas? —le preguntó.
—S... Sí~.
—Pues... era incorrecto, corazón —le aclaró—. En ese entonces, no eras el peor novio del mundo, solo eras novio de la persona equivocada.
—Ju... Ju... Jungkook~ —gimió, para ir a detener los movimientos de la mano de abajo, que no le permitía ni respirar—... ¿Eso... eso crees? —cuestionó, conmovido, por fin abriendo los ojos un poquito, encontrándose con la expresión libidinosa del hombre más atractivo del planeta.
—Por supuesto, mi amor. Hoy ha sido un día precioso, todo lo que has dicho y hecho por mí, fue tan especial que no tienes una idea de cuan enamorado me siento de ti. Jamás pensé que alguien podría llegar a hacerme tan feliz como tú, bebé. Cada instante que he pasado a tu lado, ha sido increíblemente importante, pues, aunque no tenemos por qué demostrarle nada a nadie, hoy paseaste conmigo de la mano, te dejaste besar y abrazar en lugares públicos e, incluso, defendiste nuestra relación frente a esa chica pelinegra.
—Dios —soltó Taehyung, ruborizándose un poquito más de lo que ya estaba—... Soy tan celoso —admitió, arrepentido—. Lamento haber actuado así, Kookie.
—No: me encanta eso, TaeTae. Me encanta verte celoso y sentir que me reclamas ante lo que sea.
—Koo...
—Tae... No sabes cómo me dolía cada vez que, de tu boca, salía la palabra 'novio' y te estabas refiriendo a Misuk. Que me caiga un rayo encima, si no hice uno y mil corajes al respecto —rio un poco, poniéndose tímido por confesarlo y sacando su mano de Taehyung, causándole un jadeo tembloroso que lo dejó vacío—. No me gustaba verte con ella; quería ir y retirarte de su lado, tomarte entre mis brazos y decirte que yo era tu lugar, que necesitaba que estuvieras conmigo y que me abrazaras también —Se alejó, aún sonriendo pequeño y volvió casi de inmediato, acomodándose el preservativo que acababa de abrir frente a los ojitos de Taehyung, provocándole un infarto al pobre, pues la naturalidad con la que lo hacía era fantástica, como si ese no fuera su segundo encuentro y hubieran disfrutado de su desnudez desde el día de su nacimiento—. Siento haber sido tan intenso, cielito —se sinceró y, sin pedir permiso o pensarlo mucho, cargó el cuerpo del muchacho, que por inercia se enredó en su cuello y cadera—... En ese entonces, eran celos verdaderamente injustificados. Jamás pensé que todo esto pasaría, pero quería que fueras mi novio, no de ella.
—Ya soy tu novio, Kookie —soltó, el sonrojado Taehyung, con una ternura inmensa. Esa confesión le causó un escalofrío armonioso: pensar en que Jungkook lo había celado también, incluso antes de que todo sucediera con ellos, le hacía sentir especial, realmente deseado y adorado. Pero su sonrisa se perdió un poco, cuando sintió la punta de la flor del ajeno, alineándose en su entrada; Jungkook le sonrió enamorado, amando el hecho de haber escuchado aquello, de que esa sagrada palabra se convirtiera en una verdad que apreciaba más que a su vida: viniendo de esa boquita hinchada, se volvía el centro de su universo—... Lamento que hayas tenido que ver todo eso, lamento haberte hecho sufrir con ello.
—No, bebé... Así tenía que ser —admitió y, acomodando a Taehyung, nuevamente, contra la pared, subió sus delicadas y bonitas piernas sobre sus hombros, para permitirle una postura más accesible y comenzar a presionar sus caderas hacia adelante, haciendo que el mayor se apretara a la brevedad, recibiendo su semilla con lentitud y soltando el gemido que, segundos antes, ya había necesitado sacar—... Somos... unos celosos —dijo, haciendo reír al castañito que pudo muy poco.
—Lo somos —acordó, hablando entrecortado por la respiración pausada que Jungkook le contagió—... Pero soy tan tuyo, Jungkook —designó, al mirar los ojos mieles de su novio y toparse con la bonita mueca conmovida que se pintó en el ajeno, pues había quedado sin aliento y totalmente impresionado, tanto, que detuvo el caminar en su interior.
—Tae...
—Soy tan de ti, mi amor —volvió a decir y sus manos tomaron, un poco aturdidas, las mejillas perladas de Jungkook, a la par que unía sus labios en un contacto sencillo y lleno de ternura, queriéndole transmitir todo lo que su corazón sentía y como lo mandaba a volar con cada toque que dejaba en su canelosa piel.
—Eres tan mío, Taehyung —fue lo que pudo decir, cuando un bonito chasquido tronó en el ambiente—... Y yo... yo te pertenezco también, bebé —aceptó—... para siempre.
—Ay, Koo... Eres el mejor novio del mundo.
—No, tú lo eres, amor.
Y tras decir eso, sus labios se volvieron a probar, buscando la cálida sensación que solo en ellos encontraban, anhelando permanecer unidos para siempre, poder deslizarse de esa manera tan perfecta y armoniosa, que les hacía sentir que no necesitaban ni siquiera del oxígeno... solo de ellos y sus cariñosos besos.
Sus lenguas acariciaron las contrarias, más pronto de lo que pudieron analizar y la humedad apareció al instante, haciendo los roces más fluidos e indispensables. El calor volvió a subir y sus corazones a palpitar con velocidad, trayendo consigo la reanudación de las embestidas de Jungkook, que comenzaron por los pequeños saltitos que dio Taehyung.
—Te amo~ —confesó el castaño al separarse y jadear ensimismado, emocionándose por sentir las penetraciones en su interior, que lo dejaban sin fuerzas para poder besar a Jungkook a la par.
El pelinegro adoró aquello, se derritió y gimió grueso. Taehyung era la persona más preciosa del planeta, todo lo que siempre había querido, un rayo de luz en una habitación oscura, la estrella más brillante del firmamento abierto y, para su buena suerte, también era su novio... su perfecto novio bonito... suyo y de nadie más.
—Te amo, mi vida.
[...]
Las mejillas de Taehyung estaban siendo atacadas por cientos de besitos sonoros que Jungkook le dejaba con euforia, pues, antes, aprovechó que el mayor aún tenía puesto el cinturón de seguridad y, por un leve instante, se distrajo, siendo atrapado por el conductor del vehículo, sin poder rechistar.
—Kookie —le llamó entre risas, adorando los pequeños mimos que recibía.
—¿Mmh? —musitó: aproximadamente, veinte 'muaks' después.
—Deberíamos bajar —aconsejó y fue entonces que Jungkook se detuvo, aún sosteniendo sus mejillas.
—Le quitas lo divertido a la vida —se quejó y se alejó con un puchero molesto, siendo seguido por la expresión burlona de Taehyung—. Anda: baja ya. A ver quién te da besitos frente a Yoongi Hyung.
—Tú, ¿Quién más?
—No, yo respeto a mis mayores.
—¿Desde cuándo?
—Desde siempre.
—Bueno, en ese caso, yo también soy tu mayor, y si digo que puedes besarme frente a Yoongi Hyung, en serio puedes hacerlo.
—Ay, por Dios. Tú eres un bebé, no mientas para convivir.
—Jungkook —alargó, en señal de advertencia.
—¿Qué?, no te daré el mismo tipo de respeto que tengo hacia Yoongi Hyung.
—¿Por qué no?, naciste después.
—¿Y me discriminas por ser del 97?
—No es discriminación, se trata de lo que uno hace con sus dongsaengs.
—Lo que tú haces con tu dongsaeng es pedirle que te haga cosas sin respeto.
—¡Jungkook! —exclamó, sintiendo una ola de calor arroparle y sus mejillas colorearse. El menor sonrió burlesco—. No se trata de eso, solo te estoy pidiendo respeto.
—¿Eso quieres?
—Sí, que me obedezcas.
—¿De verdad?
—Sí.
—Okay, Hyung. Baje del auto.
—¡Kookie! —chilló, dándose cuenta de lo que había conseguido, totalmente arrepentido y molesto de que Jungkook supiera exactamente cómo hacerlo rabiar. Solo quería de sus besitos frente a Yoongi Hyung, ¿Era mucho pedir?
—No le ayudaré a abrir su puerta, porque usted ya está grandecito y puede hacerlo a la perfección —dijo, sonriendo para sus adentros y saliendo del auto lo más rápido posible, para poder soltar la carcajada que comprimía. Le encantaba confundir a Taehyung y tener ese tipo de discusiones tontas.
Pero justo cuando sonreía perdido y avanzaba hacia la cajuela, un cuerpo delgado se estampó contra el suyo, atrapando sus labios en un beso que se volvió profundo conforme el castaño pudo arrinconarlo contra la camioneta.
Suspiró, aún más perdido de lo que podía admitir y sus manos fueron a unirse detrás de la espalda baja del fisioterapeuta, apegándolo más a él y dejándose hacer por la boquita que se resbalaba segura dentro de sus fauces: alegrándole aún más la noche y aclarándole que nunca tendría suficiente, que esos labios eran su mayor vicio y que los amaba más que a nada en el mundo entero.
—Me retracto —soltó Taehyung en cuanto se separó de los labios del menor, dejando un chasquido húmedo en el aire—. Quiero que mi dongsaeng siempre me falte al respeto.
—No bromee así, somos una organización decente.
—No bromeo. Nada es broma.
—¿De verdad?
—Sí —aceptó, asintiendo más veces de las que se podían contar—, muy en serio —estableció desesperado y la sonrisita de Jungkook volvió a aparecer, haciéndolo pegar sus labios con los del chiquillo de los rulos.
—Lo amo, Hyung —soltó y volvió a dejarle otro besito soñador, logrando quitarle el aliento con ese toque tan sutil. Taehyung se quedó congelado por unos segundos y Jungkook aprovechó para acariciarlo un poco y dejarle un beso en su frente bonita; al instante, se alejó, riendo enamorado de la forma en que el castaño se pasmaba cuando era tomado por sorpresa y se conmovía a tal profundidad. Es que, el mayor, jamás se imaginó que aquellas palabras sonarían tan especiales en la misma oración: que Jungkook le llamara 'Hyung', no era de su agrado; pero hubo algo muy emocionante en la manera en que se proclamó lo anterior dicho—. Llevaste ropa como para un mes, bebé —se quejó, burlón, desde la cajuela, bajando el equipaje del chico que volvió en sí, cuando, nuevamente, escuchó la preciosa voz.
Llegó hasta él y le sonrió de lado—. Si hubiera sabido que andaría desnudo por ahí, juro que no hubiera llevado el par de pijamas que sobraron —dijo, tratando de lucir provocativo y acariciando, con su dedo pulgar, las comisuras del menor, quien entendió perfecto y le tomó la cintura con un solo brazo para acercarlo hacia sus belfos y robarle un beso tronado.
—Cuando vivamos juntos, no necesitarás ropa, mi amor —le susurró y Taehyung sonrió en grande, ruborizándose más que cuando Jungkook lo besó por sorpresa en el avión, mientras conversaba con el compañero de facultad que se encontró por ahí.
—Tonto —insultó enamorado y retomó la compostura, alejándose, un poco, del pecho en el que tanto amaba refugiarse—. Dámela, sé que está pesada —pidió, refiriéndose a la maleta que Jungkook ya tenía en mano.
—Oh, no, no, no. Por eso mismo, yo la llevaré, ¿De qué sirve que tengas un novio fuerte, si no va a cargar tus maletas? —preguntó, cerrando la cajuela—, Además, ¿No es ese el deber de un príncipe azul, ayudar con el trabajo pesado al príncipe morado?
—Eres todo un caballero, amor —halagó Taehyung, despeinando sus pelinegros mechones—. Aprovecharé esa cualidad tuya, para que la subas hasta mi habitación.
—Si puedo desnudarte ahí, por supuesto que sí —dijo y recibió un leve golpe en el brazo, justo al que Taehyung volvió a abrazarse para ocultar su sonrojo.
—Te amo —anunció y Jungkook sonrió, dejándole un besito en el cabello, para luego, por fin, comenzar a avanzar hasta el pórtico de la casa de Min Yoongi.
Taehyung se adelantó para abrir la puerta antes de que Jungkook llegara con su equipaje, pero se quedó completamente pasmado en cuanto eso sucedió, pues, al fondo de la habitación, justo en la barra de la cocina, Min Yoongi le estaba comiendo la boca al pequeño Park Jimin, quien lo abrazaba con fuerza por el cuello, recibiendo los besos intensos de su pareja.
—¿Bebé? —le preguntó Jungkook por detrás y Taehyung volteó rápidamente, pidiéndole que guardara silencio y se acercara sigiloso.
Entonces, Jungkook también se encontró con la escena y su boca formó una exagerada 'o', mientras Taehyung se derretía, sintiendo su corazón adormecerse por lo bonito que era ver a su mejor amigo así, disfrutando de lo que siempre había querido tener en su vida.
Sin embargo, algo tenían que hacer, pues esos besos estaban elevando la fogosidad y parecía que los mandiles de gatitos ya estaban sobrando en la situación.
—¡Wow! —exclamó Taehyung, haciendo como que abría la puerta por primera vez y no había visto hacia la cocina—, Jungkookie, aquí dentro huele delicioso. Creo que tuvimos suerte, Yoongi Hyung debe estar de buenas —de inmediato, Jimin aventó a Yoongi y se bajó de la barra, escondiéndose detrás del chico que le tuvo que hacer frente a los recién llegados—. ¡Hey!, ahí estás —saludó, ingresando a la casa y haciendo como que ayudaba a Jungkook con sus cosas, metiéndolas al recibidor—. ¿Te pusiste a cocinar en domingo por la noche?
—Ah, bueno, es que...
—Huele muy rico —halagó el menor—... Espera, ¿Jimin Hyung? —cuestionó, viendo la cabellera rubia por encima del hombro de Yoongi, quien se tensó aún más cuando sintió a Jimin querer desmayarse.
—¡Hey!, ¡Buenas noches! —saludó, saliendo de su escondite sin más, enrojeciendo por montones y sintiendo que podía morir de la pena, pues su sensibilidad reparaba en lo rojos e hinchados que tenía los labios: demasiado obvio e indiscutible, como para intentar refutar—... ¿Cómo les fue?
—¿Cómo les fue? —preguntó Yoongi, pero lo hizo hacia Jimin, recayendo en el hecho de la pregunta recién planteada—... Esperen, ¿Por qué llegan juntos?, ¿No ibas a venir hasta mañana, Taehyung?
—¡Ah! —exclamó el nombrado, pensando en si debía decir que Jungkook fue a recogerlo al aeropuerto o hasta el hotel en Busan—, resulta que hubo un cambio de planes.
—¿Cambio de planes?
—No los molestes, Yoon —interrumpió Jimin, quitándose el mandil amarillo y desatando el de Yoongi a la par—... Díganme, ¿Estuvo bien? —cuestionó, otra vez, a los menores—, ¿Jungkook lo hizo bien, Taehyung?
—Oh —fue lo que soltó el castaño, sonrojándose exagerado y buscando la mirada de Jungkook, quien también se coloreó ante la pregunta—. Lo... lo hizo muy bien.
—¡Eso! —celebró y tomó a ambos chicos de la mano, guiándolos hasta la mesa y ofreciéndoles asiento, para luego ir por la comida—... Le dije que debía ser cuidadoso y tratarte con delicadeza. Nada de adelantarse, ni descontrolarse o te podría lastimar.
—¿Lastimar? —cuestionó Yoongi, pero fue ignorado monumentalmente, aun cuando comenzaba a ayudar a Jimin con las cacerolas y los platos.
—Oh, no... No me lastimó, fue muy paciente y extremadamente cuidadoso.
—¡Cielos!, ¡Qué lindo! —soltó el rubio al estremecerse, totalmente orgulloso de Jungkook y de su valentía; sin embargo, al recordar algo, se detuvo, enseriando su semblante—... Dime qué usó bien el lubricante.
—¡Hyung! —exclamó Jungkook, avergonzándose y cubriéndose la cara con las manos. Conociendo a su mejor amigo, sabía lo que venía después.
—¿Qué?, Estabas tan nervioso y preocupado, que ni siquiera pude dormir de la angustia.
—¿Por qué tienes que exponerme así? —dijo, causando la risa del chico, acompañada por la sonrisita traviesa de su novio.
—Oh, Jungkookie —nombró, enternecido—, para Taehyung es lindo saber lo mucho que te esforzaste por hacerlo sentir bien —pero, aunque eso era más que obvio, Jungkook soltó un quejido por la vergüenza.
—Koo —le llamó Taehyung, tomando sus manos y logrando quitarlas para ver su colorado rostro—. Sé que te costó trabajo y hubo mucho estrés de por medio, pero no tienes idea de lo agradecido que estoy por todo —confesó y le sonrió, mirando profundamente los ojitos mieles mientras se perdía en las caricias que dejaba en los mechones negros de su nuca—. Gracias, Kookie. Te amo mucho.
—Okay, okay, okay, esperen —interrumpió Yoongi, viendo al par de chicos desde el pie de la mesa—... ¿De qué están hablando?
—¿No es obvio? —preguntó Jimin, tomando ya su lugar frente a la pareja—, Tuvieron su primera vez —le explicó al azabache y éste, de repente, perdió los pocos colores que tenía en la piel.
—¡¿De verdad?! —inquirió, totalmente impresionado—... ¡¿Al fin lo hicieron?!
—¡Hyung! —reclamó, Taehyung, aquella cuestión.
—¿Qué?, A juzgar por todas las veces que los encontré comiéndose en tu habitación, ya se habían tardado en hacerlo.
—Bueno, pues a juzgar por la manera en que ustedes se besaban cuando entramos, ya ocurrió hace mucho.
—¡Taehyung! —y esta vez fue Yoongi el que regañó.
—Un momento, eso es cierto —interrumpió el menor de todos, observando los rostros de los jóvenes recién expuestos por su bebé—... ¿Qué está pasando aquí?
—Nada, ¿Verdad, Jiminnie? —contestó Yoongi, al instante, sentándose al lado del muchacho cachetón.
—Nada, nada... Solo cocinamos la cena.
—¡Ay, por favor!, No jueguen a intentar ocultar el sol con un dedo. No les creemos.
Y el suspiro que soltó Yoongi, vino antes de que su mano fuera a posarse sobre la de Jimin, quien lo miró completamente asombrado—. Jimin es mi novio —les confesó y el rubio sonrió con ilusión, cerrando sus ojitos marrones por la elevación de sus lindos pómulos.
—Estamos saliendo —confirmó segundos después, haciendo que Taehyung y Jungkook soltaran un grito emocionado.
—¡Oh por Dios!, ¡Es fantástico!
—¿Verdad que sí? —preguntó y su mano se entrelazó con la de Yoongi—, Ni siquiera yo me lo puedo creer.
—Es genial que lo hayan decidido así... y es increíble, Jimin-ssi —soltó Jungkook, mirando la preciosa pareja que hacían los dos—. Todo va a estar bien —le indicó y el rubio sonrió más, agradeciendo todo el apoyo recibido y no estar siendo juzgado por sus decisiones arrebatadas.
—Me siento muy contento por ustedes.
—Yo igual, pero lo diré de una vez —y su mano tomó uno de los palillos hasta apuntar a Yoongi, tratando de parecer intimidante—: Min Yoongi, si te atreves a dañar a mi Hyung, esta vez, te mataré.
—Jimin ya se encargó de las amenazas —pronunció divertido, pero comenzó a asentir al instante—... Pero no lo haré, lo juro, lo cuidaré mucho.
—Más te vale, porque de esto solo podrás salir si mueres.
—Es cierto —segundó Taehyung, pero su mirada fue hasta encontrar la de su novio—... también aplica para ti.
—Oh, no digas tonterías, bebé —le dijo, soltando una risita y abrazándolo de costado—, pienso estar contigo hasta la muerte.
—Dicho de otra manera, hasta que Seokjin Hyung se entere de que follaron en Busan —se burló Min Yoongi y una patada le fue dejada por debajo de la mesa— ¡Ouch!
—¡Basta! —le regañó Taehyung, dueño del golpe que recibió—... No nos recuerdes nuestras desgracias.
—¿Ya lo descubrió? —preguntó y al ver las caritas resignadas de los dos menores, soltó la carcajada más necesitada de su vida—. Bueno, al menos podremos decir que se amaron hasta la muerte.
—Tonto —le reprendió Jimin, viendo el puchero que puso Taehyung y la forma en que fue abrazado por Jungkook—. Mejor ponte a comer, o no vuelvo a cocinar contigo.
—No pequeñito, comeré ya —y tomando los palillos, se llevó el primer bocado hasta los labios, asustado por no volver a tener a Jimin en su cocina; pero al instante sintió una caricia en su muslo y un besito ser dejado en su mejilla.
En definitiva, ninguna otra emoción, podía ser comparada con lo hermoso que se sentía el amor.
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