69. Te amo para siempre

Mayo.

Amor.

Amor dulce, tierno y cálido.

Amor suave, delicado y certero.

Amor bonito.

Precioso amor enamorado.

El mejor de todos los amores.

Jeon Jungkook suspiraba felizmente, entre tanto abrazaba al acariciable cuerpo de Kim Taehyung, chico que seguía más que dormido a su costado, después de la noche más preciosa de sus vidas; el fisioterapeuta también estaba aferrado a su novio, o al menos a las manos de este, pues el pelinegro se hallaba a su espalda, descansando tras su cuerpo y haciéndole cucharita al mismo, mientras rodeaba su cintura y dejaba que el castañito abrazara sus manos contra su pecho.

Adoraba, con todas sus fuerzas, estar así: perdido en el bonito olor de Taehyung, mimando de cerca su nuca y su cuello, clavando su nariz entre sus ricitos y sintiendo la suavidad de su cuerpo contra el suyo.

Era tan mágico, tan especial.

Si lo pensaba, aun no podía creer lo que habían vivido; la noche anterior había dejado su alma y su vida entera en cada uno de los besos que le dio a Taehyung y, sinceramente, ver los bonitos moretes en su piel y en la del mayor, solo lo hacía pensar en que, definitivamente, era el hombre más suertudo de la Tierra, pues tenía el cielo en sus manos.

En su casa, ¿De qué servía tener aquella habitación repleta de estanterías con trofeos bien organizados?, Nada nunca se había sentido tan victorioso y satisfactorio como el tener a su hermoso novio entre sus brazos. No necesitaba todo eso, al final del día, ese pequeño ángel castaño dormiría entre sus brazos y no existiría cosa mejor.

Salió de sus pensamientos debido a que Taehyung comenzó a hacer ruiditos de bebé y a removerse un poquito entre las sábanas; sus manos fueron alejadas del pecho suave del castaño y, después, tomadas nuevamente, para luego ser acariciadas por las manitas de los dedos suaves y largos.

Jungkook sonrió, totalmente enamorado del jovencito que estaba despertando frente a su persona; pero luego pensó en que era mejor fingir que dormía, pues, si el mayor se enteraba de que llevaba como dos horas esperando su despertar, iba a ser regañado brutalmente por su cobardía ante no llamarlo.

Sin más, cerró los ojos y enserió su expresión, tratando de lucir lo más relajado y natural posible, mientras sentía cómo Taehyung reaccionaba lentamente.

El mayor sonrió entre su sueño y, con pesadez, se giró bajo el abrazo de Jungkook, abriendo los ojos y topándose con el rostro atractivo que más de cien veces ya lo había cautivado.

Se quedó ahí, mirándolo por unos segundos y al final se animó a dejar un besito, casi sin imponer, en el mentón de su novio para, luego, darle un abrazo cariñoso, hundiendo su rostro en su cuello y aspirando el delicioso olor a nuez de su piel.

Se alejó un minuto después y sus ojos bonitos dieron con los pectorales de su chico, haciéndolo pensar en las cosas de adultos que sucedieron preciosamente.

De pronto, se alejó un poquito más, acomodándose boca arriba y analizando, de verdad, lo que logró darle a Jungkook durante la noche anterior. Su corazón se estremeció y, al instante, pensó en que aquello no podía ser cierto, que había sido un sueño magnífico, algo muy fuera de su realidad.

Pero, cómo un pequeño niño travieso, permitió la sensación erizante en toda su piel, mientras se le ocurría una tonta idea para confirmar que los recuerdos no habían sido un sueño.

Entonces, sus manos fueron directo al borde del edredón que cubría a ambos cuerpos y, con el mayor cuidado posible, lo levantó un poquito, echando un ojo rápido a lo que estaba escondido debajo, encontrándose con la gracia más perfecta y sin igual de dos cuerpos completamente desnudos; el brazo de Jungkook, rodeando su cintura y las piernas de ambos, enredadas en una preciosa locura.

Rápidamente, estampó el edredón contra su pecho y sintió que las mejillas le ardieron por montones, mientras soltaba un chillido pequeño, tratando de no patalear emocionado cual adolescente sorprendido cuando recibe el nuevo álbum de su banda favorita. Sin embargo, la emoción le recorría el pecho de una manera exponencial y aquello solo lo ponía más y más feliz.

Jungkook, por su parte, estaba realmente conmovido, sonriendo de la forma más enamorada posible en el mundo; había visto todo el actuar de su Taehyung y estaba a punto de derretirse por la ternura que abundaba en el cuerpecito de su novio, así que no se pudo aguantar y tomó entre sus brazos al chico, arrastrándolo y apegándolo todo lo posible a su cuerpo, mientras se doblaba un poco y plantaba un beso cerrado en los labios que ni siquiera lo estaban esperando.

No obstante, después de sorprenderse, Taehyung sintió que la felicidad se le desbordaba y solo se abrazó a Jungkook, respondiendo al beso también.

—Buenos... días... bebito... lindo —y entre cada palabra, besos tiernos le fueron repartidos en sus mejillas rojizas, haciéndolo reír de inmediato.

—Buenos días, amorcito —contestó, dejándose hacer por Jungkook, quién se detuvo de repente, solo para apreciar su bonito rostro angelical.

—¿Dormiste bien? —le preguntó, recibiendo un asentimiento feliz, por parte del niño bajo suyo.

—Como un bebé entre sus mantitas —dijo tierno y Jungkook solo pudo reír enamorado, yendo a soltarle un beso en los labios.

—¿Entonces, soy un edredón para ti? —inquirió y Taehyung se carcajeó avergonzado.

—No, no, Jungkook... tú eres el amor de mi vida —y la alegría con la que latió su corazón, solo pudo congeniar más con el de Jungkook, haciéndolo derretirse instantáneamente.

—Oh, Taehyung —murmuró, abrazando con más ansias el bonito cuerpo delgado—... Vas a hacer que muera de amor, lindura —proclamó y atrapó los rosados belfos del castaño, dejándole un par de caricias deliciosas—... tú eres el amor de mi vida, TaeTae.

—Kookie —susurró Taehyung, totalmente enamorado y conmovido—... Basta, moriré también —y establecido eso, rieron levemente, mientras acariciaban la punta de sus narices en un bonito beso esquimal.

Segundos después, Jungkook se bajó del cuerpo de Taehyung, con la intención de darle su espacio y no abrumarlo con todos los mimos que tenía preparados, pero, casi al instante, el castaño se le dejó ir de costado, buscando su calor y acomodando su cabeza despeinada en su pecho, mientras rodeaba su atractivo cuerpo, con sus delgados brazos.

Jungkook rio y solo aceptó aquello, envolviendo también a Taehyung y comenzando a dejar suaves caricias en su espalda.

—¿Cómo estás, amor? —preguntó, luego de un minuto de mimarse mutuamente.

—Feliz —contestó el mayor y la risa de ambos no se hizo esperar—... ¿Tú?

—Feliz y muy enamorado —y Taehyung sonrió más grande, sintiéndose bendecido por tan lindo momento.

—Esto... se siente como un sueño —intentó explicar—... Es decir, de no ser porque estamos desnudos y porque la habitación está hundida en un hermoso ambiente, pensaría que todo lo que hicimos fue un precioso y placentero sueño.

—Es cierto —dijo Jungkook, después de soltar una risita apenada.

—¿Verdad? —inquirió—... Es como si no hubiéramos hecho nad... ¡Ay, no! —exclamó de pronto, interrumpiendo su intento de sentarse correctamente para apreciar, otra vez, la decoración de la habitación, pues un dolor severo le adornó sus adentros—... ¡Sí lo hicimos!, ¡Sí lo hicimos!, ¡Sí lo hicimos!

—¿TaeTae? —preguntó Jungkook, sentándose a la par, totalmente asustado por la manera en que Taehyung habló e hizo puños la tela de las sábanas—. ¿Qué ocurre?

—Sí lo hicimos —repitió, con la carita llena de susto y la respiración entrecortándose al sentir su cadera destruida—... Y lo hicimos tan bien, que estoy completamente seguro de que fue tan real y perfecto, que lo recordaré para siempre —dijo y soltó un chillido de dolor—... ¡Kookie!

—Bebé —musitó angustiado, tomando la mano de Taehyung que lo buscó por inercia—, lo siento tanto —soltó, casi queriendo llorar—... ¿Duele mucho?

—Mu... mucho —afirmó el mayor, con un pucherito en los labios.

—Amor —murmuró, sintiendo un arrepentimiento gigante—... Espera, traeré un analgésico y prepararé la tina —informó, dejándole un beso rápido en su mejilla—. No te muevas, ¿Okay?

Y en ese momento, Kim Taehyung quiso asesinar a su novio: ¡¿Cómo jodidos se iba a mover, si su interior entero estaba hecho trizas?!, ¡Solo al despistado de Jeon Jungkook se le ocurriría decirle aquello!, ¡Era un insensible!

Sin embargo, solo apretó los labios y se limitó a observar al muchacho correr por todos lados, perdido en su preocupación y miedo. Entonces, Taehyung se relajó, arrepintiéndose de haberle querido gritar, pues el menor estaba tan angustiado, que ni siquiera le importó andar desnudo por la habitación.

—Koo —chilló cuando, un minuto después, el pelinegro llegó hasta él y, con todo el cuidado del mundo, lo tomó entre sus brazos, cargándolo en pose nupcial.

—Ven, cielito —trató de tranquilizar, viendo los pequeños gestitos en el castaño—. Ya pasará, bebé —indicó, dirigiéndose hasta el baño, donde antes preparó la tina y encendió un par de velas con olor a vainilla, que esperaba, actuaran como calmante para el bonito fisioterapeuta.

Se acercó hasta la tina servida con agua caliente y se inclinó, metiendo el cuerpecito acaramelado en ella. Soltó un resoplido de alivio cuando vio que Taehyung dejó ir un suspiro y giró hasta alcanzar una de las mesitas, donde tenía un analgésico y un vaso de agua, preparados.

Ofreció ambos al mayor y se estuvo en su sitio hasta que Taehyung le regresó el vaso.

—Gra... Gracias.

—No es nada, lindura —mencionó y acarició unos ricitos castaños—... te daré tu espacio para que puedas relajarte. Estaré aquí afuera, si necesitas algo.

—Sí —contestó y Jungkook se levantó, sonriéndole con angustia—. No —soltó, de repente, deteniendo su actuar—... No, amor. Quédate.

—¿Quedarme?

—Sí —pidió, poniendo sus ojitos tiernos, mismos que sabía que Jungkook no resistía.

—Pero... ¿No te molesta?

—No —estableció rápidamente—... ¿Cómo me va a molestar?

—No quiero que te sientas asfixiado y luego no me quieras más. Soy como una sanguijuela.

—No digas tonterías, adoro a la sanguijuela que hay en ti, así que: quédate.

—¿Seguro? —volvió a cuestionar y Taehyung asintió insistente.

—Por favor, amor.

—Bien, precioso —dijo y, tomando uno de los cojines que ofrecía el silloncito decorativo de la habitación, se acomodó en el piso, volteándose hacia Taehyung y, cruzando sus brazos al borde de la tina, acomodó su atractivo rostro entre ellos, sonriéndole de inmediato.

Taehyung le sonrió de regreso y girándose un poquito, fue y plantó sus labios en la punta de su nariz—. Me gustas.

—Oh —soltó el menor, sumergiéndose en la bonita ternura del muchacho; enseguida, sus manos tomaron sus perladas mejillas y el beso le fue regresado en los labios—. Me gustas mucho mucho mucho, Tae —informó y Taehyung se sintió satisfecho. Escuchar ese tipo de cosas, era, para él, casi tan necesario como respirar.

Segundos después, sin muchas ansias, se volvió a acomodar en la bañera, con una pequeña sonrisita feliz pintada en sus rosados belfos.

—Anoche... tú —se animó a decir, pero se detuvo en cuanto sus ojos buscaron los de Jungkook, encontrándolos perdidos a lo largo de su piel acaramelada, esa que tenía cientos de marquitas violetas repartidas. Se miró también, sorprendido por cómo había reaccionado su piel después de haberse entregado al joven pelinegro que más quería. Sus moretones eran delicados, algunos más rojizos que morados, lucían extendidos y algo abultados sobre la superficie real de su perfecta piel; ¿Era normal que se sintiera tan precioso?... No estorbaban, no lo hacían para nada, tampoco dolían, solo le adornaban, le daban color a su cuerpo, cumpliendo sus hundidos sueños sustentados en no permitir que los besos de su amado se borraran: los quería ahí, los quería por siempre. De pronto, se enrojeció, recordando que Jungkook lo seguía mirando meticulosamente, incluso, a través del agua brillante a su alrededor—. Kookie —le llamó, poniéndose tímido y doblando sus rodillas para abrazarlas, tratando de cubrirse de los ojos mieles que más amaba.

—TaeTae, no seas bobito... No hay nada en ti que no haya visto ya, no tienes por qué apenarte, ni esconderte.

—Es que...

—Me encantas, Taehyung —aclaró—, todo tú. Y es imposible que no quiera estar viéndote siempre... eres tan hermoso y perfecto, que mis ojos simplemente van y te siguen: se fascinan y se enamoran cada vez más de ti.

—Te amo —fue lo que pudo contestar segundos después y Jungkook sonrió al volver a escuchar ese par de palabras que le habían alegrado la existencia.

—¿Sí? —preguntó y Taehyung asintió al instante—, ¿Cuánto?

—Mucho, amor —aseguró—, ¿Tú? —preguntó tímidamente, queriendo escuchar eso que ya sabía—... ¿Me amas?

—Te amo más que a nada en el mundo, bebé —y Taehyung, se movió desesperadamente a su costado, hasta tomar los labios de Jungkook entre los suyos, queriéndose perder en la deliciosa suavidad que estos siempre le brindaban.

Jungkook sonrió entre el beso y solo se irguió un poco, sintiendo la necesidad de abrazar al mayor, pero solo pudiendo aferrarse a los bordes de la bañera. Taehyung pasó por la misma necesidad y sus manos mojadas fueron a ponerse encima de las de Jungkook, quien las sintió y las entrelazó al instante, intentando transmitirle todo lo que un abrazo podría hacer.

—Sumérgete conmigo —pidió Taehyung entre el beso, siendo incapaz de tener suficiente con un simple apretón de manos.

—¿No sería incómodo? —preguntó, deteniéndose al escuchar la sugerencia.

—Nuestro amor no es incómodo.

Y Jungkook rio levemente, al ver la carita esperanzada de Taehyung—. Sabes a lo que me refiero, amor.

—Sí, pero quiero tenerte cerca en serio —explicó—, ¿Tú no quieres abrazarme? —preguntó y luego sus manos fueron hasta su abdomen—... Mi pancita es suave —indicó, cómo si aquello fuera un beneficio de una oferta maravillosa y Jungkook solo rio más.

—Solo porque de verdad adoro tu suavidad —habló segundos después, sin realmente poder resistirse a lo que tenía claro que era imposible. Así que se levantó y Taehyung sonrió emocionado, recorriéndose hasta hacerle un espacio al muchacho que entró cuidadoso, poniéndose a su espalda y estirando sus brazos para recibir a Taehyung en su pecho; sin embargo, el castaño se giró, quedándole de frente y tomándole las manos para guiarse hasta su abrazo—. ¡Hey, hey, hey! —soltó, deteniéndolo—, si te sientas así, te vas a lastimar.

—Kookie —chilló, emberrinchándose—... Quiero estar a horcajadas sobre ti —describió, acercándose un poquito más y siendo detenido otra vez—, ¡Déjame! —volvió a externar y Jungkook rio, negando.

—Te lastimarás, amor.

—Koo, ya no me duele tanto.

—Tae...

—Koo —alargó—... Seré cuidadoso.

—No es el punto.

—De todas maneras, quiero que me hagas el amor más tarde, ¿Tendría sentido si me privo de sentarme como quiero? —y una sonrisa pícara abandonó la boca de Jeon Jungkook, mirando a Taehyung sonrojarse por quinceava vez en lo que iba del día.

—¿TaeTae quiere más sexo con Kookie? —preguntó, viendo la mueca de Taehyung, preparándose para parecer molesta.

—Es que —empezó a decir—... anoche fue... fue increíble y... no puedo evitar querer más de ti.

—Eres un calenturiento, Taehyung.

—No es verdad —se defendió y sonrió porque Jungkook le consintió seguir, ayudándolo a acomodarse sobre sus muslos, todo con mucho cuidado y delicadeza, incluso cuando lo abrazó por la espalda, permitiendo que Taehyung se acomodara, abrazando su cadera entre sus piernas y su cuello entre sus manos—... Bueno, quizá sí; pero no me negarás que tú también lo eres. Sabes cómo hacer las cosas.

—Calentura, no es sinónimo de conocimiento.

—En este tema: sí —indicó y Jungkook rio, contagiándolo levemente.

—No te ganaré.

—Jamás, yo soy quien manda en esta relación —dijo, sonando dominante y viendo a Jungkook sonreír más grande—... Ahora, dame un besito aquí —precisó, en una mezcla de ternura y mandato, parando su boquita en un piquito suave.

—Ven, pedacito de cielo —enseguida, Jungkook plantó sus labios en el piquito ajeno, disfrutando de la preciosa manera en que Taehyung cerraba los ojos, completamente agradecido de estar siendo consentido de la manera en que pedía. Se alejaron y se sonrieron precioso, para después solo abrazarse fuertemente, con todo el cariño del mundo.

Taehyung descansó su mentón en el hombro de su chico y Jungkook tomó el grifo manejable que ofrecía la bañera: abrió la llave de paso solo un poco y esperó a que saliera el agua caliente, para después llevar el rociador hasta los hombros de Taehyung, desde donde empezó a verter con tranquilidad, mojando y acariciando la bonita espalda del joven que solo logró relajarse más sobre su cuerpo.

—¿Soy el único que siente que estoy completamente hecho para ti? —preguntó y Jungkook soltó una risita, sintiendo las manitas de Taehyung dibujar círculos en sus omoplatos—... Es tonto, pero estoy tan enamorado que no puedo dejar de pensar en que estaba destinado a ser tuyo. Primero: soy un fisioterapeuta certificado y tú eres un atleta maravilloso, ¿Qué mejor que eso?, es el complemento perfecto... Luego, está nuestra sincronía y nuestra manera de querer vivir la vida: antes de ti, odiaba salir de mi cueva, pero llegaste y me hiciste reír: decidí perseguirte porque era interesante y me provocabas una curiosidad enorme, era como una promesa que me aseguraba que lo disfrutaría, que valía la pena que dejara mis libros, que tu tiempo y el mío eran especiales estando juntos. No me costó nada seguir tus pasos y me enamoré preciosamente de la manera en que tú dices algo y yo tengo la respuesta perfecta enseguida... Después viene nuestra perfección mutua, es decir, si yo hubiera sido más grande o tuviera músculos como los tuyos, no seríamos tan lindos juntos: mi cintura fue moldeada para que ahí descansaran tus manos, la anchura de tus hombros se adecúa a cuidar de los míos y tus labios encajan tan bien en mi boca, que se siente divino y casi me muero de locura al probarte.... Es como si...

—... hubiéramos nacido para estar juntos —terminó de explicar Jungkook, quien estaba más que conmovido, escuchando los dulces pensamientos de su niño lindo; al instante, Taehyung se despegó un poco, buscando los ojos mieles que le miraron de inmediato.

—Sí —respondió y sonrió en una línea, asemejando la sonrisa que le daba Jungkook.

—No eres el único que piensa eso, mi amor —pronunció—... Creo que estuve destinado a quererte desde el día en que nací; incluso, los minutos que no estuve a tu lado y toda la espera en conjunto, fueron importantes para poder amarte así, con todo lo que soy y todo lo que tengo... Nuestro amor ya estaba escrito: te conocí en un Abril que apenas estaba haciendo florecer a los cerezos y te amé en un Mayo que prometió ser el mejor momento para mirarlos.

—Te amo —contestó Taehyung, con unas pequeñitas lágrimas al borde de los ojos, mismas que no supo cuándo aparecieron.

—Te amo —recibió por parte de Jungkook, quien fue directo a plantarle un besito precioso en la frente.

—Gracias, Kookie —dijo, ya con los ojos cerrados y con las gotitas escurriéndole de entre las pestañas—... gracias por siempre dar todo de ti, gracias por soportarme y apoyarme en todo; gracias por hacerme el amor, pero, sobre todo, gracias por amarme, te prometo que voy a cuidar esto para siempre, por toda nuestra eternidad.

—Taehyung —susurró, sintiendo el nudo en su garganta—... gracias por todo, bebé —dijo, conteniéndose al limpiar los pómulos húmedos del mayor—... gracias por aceptarme y por enfrentarte al mundo entero con tal de estar conmigo, gracias por resistir y por amarme de la forma en la que lo haces. Soy el más feliz de la Tierra porque te tengo.

—Me tienes —aceptó y se abrazó más al menor—... me tienes, amor... para siempre.

—Para siempre —repitió y también se fundió en el abrazo, acariciando a Kim Taehyung: acariciando toda su perfección y cariño, amándole hasta la respiración y sintiéndose real y verdaderamente amado también.

Eran lo mejor del mundo para el otro.

Eran su principio y su final.

Eran todo su amor y mucho más.

[...]

Park Jimin suspiró profundamente y su corazón latió descontrolado.

Estaba nervioso y solo podía pensar en que era una muy mala idea estar ahí, observando ese ventanal atractivo, con miles de cosas frikis siendo promocionadas.

Su mirada fue otra vez hacia atrás, esperando ver lo que tanto quería, pero, después de no encontrarlo, volvió de nuevo a la tienda, donde pudo ver que el chico del mostrador lo estaba observando también.

Por supuesto que era raro: de no ser por su carita de ángel, ya lo habrían sacado los guardias de seguridad; cualquiera pensaría que estaba planeando un asalto o viendo cual artefacto era más fácil de robar. Agradecía que no le gustaran mucho los videojuegos, así no tendría que volver a mirar al joven del mostrador, se avergonzaría si este dijera algo sobre su tiempo esperando en el sitio, que ya sobrepasaba las dos últimas horas.

Respiró y desvió un poco su mirada, girando su cuerpo de espaldas a los estantes, pero de inmediato sintió que el aire se le iba, pues su propósito estaba yendo por el pasillo hacia su ubicación, con la mirada aferrada a los preciosos y blanquecinos azulejos en el piso y un gorrito naranja cubriéndole sus sedosos mechones despeinados.

—Yoo... Yoongi —le llamó, cuando el mayor estuvo a punto de entrar al local, pasándose de largo, sin siquiera haberse percatado de que el rubiecillo bonito lo esperaba.

Min Yoongi retrocedió un par de pasos y se quedó completamente absorto ante los ojitos cafés con los que se topó; sin embargo, algo se disparó aterrado dentro de sí mismo y, de repente, se echó a correr por donde había venido, como un pequeño niño que huye de la realidad, con tal de no seguir sufriendo.

¿Qué era eso?, ¿Cómo se atrevía ese muñeco cachetón a aparecerse así, sin importar nada?, Había quedado claro ya, ¿No?... dejarían las cosas como estaban, ¿Por qué rayos regresaba a atormentarlo así?

Jimin no pudo creerlo, era demasiada cobardía para un adulto tan tonto; pero tuvo que echarse a correr también, pensando en todo lo que había hablado con Cha Eunwoo esa tarde, quien, justamente, lo envió a buscar a Min Yoongi.

Sin embargo, no contaba con un grandísimo detalle: afuera del centro comercial estaba cayendo un diluvio. Entonces, se detuvo, sin dejar de ver como el ajeno huía... ¡Estúpido Min Yoongi!, Si no fuera por él, no odiaría, con toda su alma, las noches lluviosas... ¿Por qué la vida le ponía pruebas así?, ¿Por qué no podía permitirle una simple charla tranquila en alguna banquita cercana, a salvo de la realidad y de sus más grandes miedos?

—Carajo —murmuró y, sin más, se echó a correr bajo la lluvia. Sus dos horas de espera no quedarían en vano: su tiempo valía oro, no podía andar por la vida desperdiciándolo así... No, no era eso; necesitaba, con todo su ser, recuperar al amor de su vida—... ¡Min Yoongi! —gritó, cuando estuvo un poco más cerca, pero no obtuvo respuesta—... ¡Carajo! —exclamó, siguiendo los pasos del más tonto de todos los hombres—... ¡Estás huyendo! —le hizo saber—... ¡Me estás dejando otra maldita vez!

En pleno estacionamiento, bajo la lluvia habilidosa, Min Yoongi se detuvo en seco, después de analizar lo que el pequeño había dicho, totalmente perdido en su dolor y en todo el miedo que le causaba, enfrentar al muñequito que le reclamaba su realidad, una que, desde que se confesó, había sido parte de su contexto. Por eso, no tuvo el valor de girarse a encararlo, así que fue Park Jimin el responsable, quién se le colocó de frente, porque no tenía intenciones de pretender hablarle a la pared.

Min Yoongi, esta vez, tenía que entender.

—Jimin...

—Explícate —le interrumpió y penetró severamente en los ojos de Yoongi, al cruzarse de brazos, sin importarle la tormenta que había sobre sí—... solo tienes una oportunidad, así que no la arruines.

—Minnie —nombró el otro, sintiendo su corazón en su mano—, ¿Qué estás haciendo aquí?

—Estoy buscándote —repitió, justo como el pálido se lo dijo una vez. Yoongi lo miró aprisionado y el cuerpo entero comenzó a temblarle, pudo ser por el frío o por el dolor que sintió en su pecho: quería morirse, esa era la única verdad—... y quiero escuchar lo que tengas que decir.

—¿Para... para qué? —preguntó, sin antes analizar que sus ojos se cristalizaron; lágrimas que tenían un único motivo: Park Jimin y su ausencia—... ¡¿Para qué, si no conseguiré nada?!

—¡¿Qué quieres conseguir?!

—¡A ti! —exclamó y apretó los ojos con fuerza, dejando su llanto emerger junto a las gotitas de lluvia sobre su cara—... A ti, Jimin.

—¿Entonces?, ¿Por qué no te acercas y me abrazas?

Y Yoongi no pudo con aquel comentario, ¿En serio tenía que pasar por eso?... Park Jimin no tenía una idea de cuantas veces lo había necesitado, no podía solo actuar así y ya.

—No puedo —contestó y el mundo entero se esfumó a su alrededor.

—¿Por qué no?

—Porque, si lo hago, moriré cuando te vayas —confesó y se dejó caer, en cuclillas, sobre su sitio, llorando bajo su antebrazo. Sabía que era un tonto, pero no podía permitir que Jimin viera en lo que se había convertido: un miserable ser humano jodido.

Jimin sintió que se le partía el corazón. Jamás en su vida se imaginó que Min Yoongi pudiera llegar a estar tan destruido: y eso, su simple tristeza, le hacía tanto mal, que prefería arrancarse los ojos, para no estar llorando también, pues, sin querer, sus marrones ya estaban cristalizados.

Así que solo se inclinó a la altura de Min Yoongi y puso su pequeña manita en la mejilla redonda del mayor, haciendo que éste retirara su brazo, para poder ver sus ojos de estilo felino.

—¿Y si te digo que no pretendo irme? —fue lo que contestó y Yoongi hizo una mueca de dolor, llorando más.

—No lo hagas —pidió—... No me engañes, será peor.

—No es engaño —estableció y Min Yoongi fue a dar con su bonita mirada—... Yo... de verdad no voy a irme.

—Jimin...

—Pero tienes que explicarme y tienes que estar dispuesto a luchar por mí, porque esta vez te dejaré todo el trabajo y solo me sentaré a ver cómo haces para conquistarme.

—¿De qué estás hablando? —preguntó, sorbiendo su nariz en una diminuta aspiración y Jimin simplemente le sonrió, acercándose lentamente hasta tomar sus mejillas pálidas entre sus manos y plantarle un besito, apenas palpable, en sus delgados labios.

Yoongi se quedó estático, completamente ido de sí, soñando ante ese pequeñito toque perfecto, que le acurrucó el corazón al instante, derritiendo el hielo en el que estaba hundido, con toda su calidez y cariño.

—¿Crees que puedas amarme, Min Yoongi? —le preguntó, dejando lucir la esperanza en sus ojitos brillosos, deslumbrándose ante la mueca aturdida que apareció en el joven de piel pálida, que no pudo creer lo que estaba escuchando.

—Yo... yo —balbuceó—... yo —y sus manos fueron directo a tomar las de Park Jimin, que seguían envolviendo su rostro. El pequeño temió: justo de esa forma Min Yoongi retiró sus manos cuando se confesó la primera vez; pero había algo diferente y eso lo hizo sentir más ilusionado que nunca, pues el azabache mantuvo sus manos entre las suyas y las apretó con cariño—... Yo ya te amo.

Jimin soltó un sollozo cuando su sonrisa salió de nuevo y Yoongi también lloró, soltando las pequeñas manitas para enredar al chico bonito entre sus brazos, mientras sus labios se unían en un cálido beso necesitado, uno que solo servía para confirmar lo que ambos sentían: un precioso amor eterno, tan fuerte como la profunda noche lluviosa que los cubría.

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