68. Amando al amor - Parte II

Advertencia: 🔞

Este capítulo contiene lenguaje explícito y escenas subidas de tono.
Se recomienda leer a discreción.

Mayo.

Y ahí estaba Kim Taehyung, parado en medio de la habitación, completamente aturdido, sin saber hacia dónde mirar: por un lado estaba su novio, sirviendo un par de copas con champagne y manteniendo una sonrisita tonta que no le quería salir de los labios; por el otro, centenares de velas encendidas, adornando el piso en figuras preciosas, acompañadas de pétalos sedosos de la rosa más delicada que jamás pensó ver; más al fondo, se encontraba la cama, que ahora estaba bañada entre sábanas blancas y rojas, mientras del techo colgaban velos del mismo color, finos y relucientes, como todo lo lindo que era Jeon Jungkook.

—P... pero... ¿C... cómo? —balbuceó, sin poder creerlo aún.

—¿Cómo?, Bueno, usaré a Jungkook junior...

—¡No! —exclamó, sintiendo que el color de sus mejillas aumentaba—, no hablo de eso —aclaró—... quiero decir, ¿Cómo fue que sucedió esto?

—Oh —soltó Jungkook, queriendo reír por ver a Taehyung tan absorto—, te lo contaré más tarde... ahora, solo relájate —ofreció la copa y Taehyung la tomó, dándole un ligero sorbo a la brevedad y viendo a su novio pararse frente a él, solo para sonreírle y beber igual.

—Todo es tan precioso —dijo, sonriendo y desviando su mirada, otra vez apreciando su alrededor.

—¿Lo hice bien? —preguntó y Taehyung asintió de inmediato.

—Me encanta —soltó y su mirada fue de nuevo a los ojos mieles—. No eres el peor novio del mundo... Lo dije porque pensé que no querías...

—Te estaba molestando —rio un poquito—, me gusta cuando dices cosas que normalmente no te atreves —comentó acercándose más y haciendo a Taehyung temblar en su lugar—, te hace ver tan sexi e inusual —estableció—... Tienes una boquita muy explícita para ser un bebé tan lindo.

—Jungkook —se quejó, sintiendo cómo la mano libre del mencionado, se posaba, lentamente, en su espalda baja.

—Te quiero —aseguró y dio un pequeño trago a su champagne para luego hacerla a un lado y llevar sus labios hasta el costado del cuello de Taehyung, volviendo a efectuar aquellas caricias que había tentado en el elevador, dejando leves besitos en un camino que inició bajo su oído y recorrió hasta la costura de su uniforme, el cual deslizó un poco para tener más acceso y llegar más lejos que la primera vez.

—Te... Te quiero —contestó Taehyung, segundos después, estirando su cuello al lado contrario de donde Jungkook le besaba, tratando de darle más espacio.

—Bebé —se alejó unos centímetros y solo pudo sonreír al ver como el castaño tenía los ojos cerrados con fuerza, dejando una mueca expectante—... ¿Realmente quieres esto? —terminó por cuestionarle y los orbes de Taehyung se abrieron, relajando su expresión y buscando los mieles a la par.

—¿Por qué lo preguntas? —devolvió.

Entonces, Jungkook se movió, volviendo a erguirse frente al muchacho y tomándole las mejillas, cariñoso—. Quiero que estés seguro y te sientas cómodo. No quiero que pienses que hice esto para obligarte o presionarte.

—No, no... Yo no pienso eso... yo —balbuceó levemente—... realmente lo quiero —y la sonrisa de Jungkook se expandió.

—Bien, pero si algo no te gusta, te molesta, te incomoda o te lastima: quiero que me lo digas de inmediato. Me detendré, sea lo que sea, ¿Está bien?

—Sí —dijo, casi tan pronto como Jungkook habló y le devolvió una leve sonrisa, asegurándose de ser lo suficientemente cuidadoso y transmitirle su sentir, tratando de expresar que de verdad confiaba en él, que no era necesario establecerlo, porque estaba seguro de que sería tan perfecto, como todo de lo que era parte Jeon Jungkook.

—Sí —repitió y entonces se acercó, pegando sus labios en un bonito beso inocente, uno que, posiblemente, describía la simpleza que hay en dos corazones que tienen la bendición de palpitar a la par, conscientes del hermoso paisaje colorido a su alrededor.

Taehyung suspiró, abrazando a Jungkook, deslizándose al compás de sus lentos movimientos y pensando en lo hermoso que era sentir esa tranquilidad, esa que solo le brindaban los brazos más cálidos del mundo. Su alma entera se regocijaba, como la alegría que siente un pequeño niño que juega dentro de una fuente, lanzándole agua a su mejor amigo, mismo que ríe lleno de felicidad, devolviendo el ataque de su igual.

Jungkook lo cargó y sutilmente lo depositó en la orilla de la cama. El sonrojo de Taehyung subió dramático, al ver las intenciones del pelinegro cuando dejó de besarlo, pues se sacó la camisa rápidamente y luego, con la misma agilidad, hizo algo parecido con su playera, acelerando el corazón del pobre castaño, que lo miró ofuscado.

—Jungkook —musitó y las ansias le llenaron el cuerpo. ¿Era posible ser tan sexi y tan gentil al mismo tiempo?—... Me gustas —terminó por decir, cuando el menor atendió a su llamado, pero solo pudo perderse en la piel blanquecina y brillante de su chico.

—Me gustas más —admitió y plantó sus labios sobre el castaño, para después llenarle de besos el rostro, mientras lo recostaba levemente en las sábanas.

Los toques suaves le distrajeron, sobre todo cuando sus labios fueron tomados, otra vez, de una forma más atrevida; sin embargo, no se concentraba del todo en lo bonito que lo trataba su novio, pues se estremecía con solo pensar en poner sus manos sobre los pectorales del atleta.

¿Por qué tenía que ser tan tentativo aquello?, solo era piel... preciosa piel blanca y bien abultada.

Y su mente voló a una escena donde se dedicaba a acariciar y a besar aquel torso y pecho desnudo, todo completo, desde la punta de los dedos del brazo izquierdo, hasta el derecho, pasando suave por las clavículas y por la bonita manzana de Adán que tenía su guapo chico.

Lo imaginó y su piel se erizó incontrolable, enviándole también una sensación de arrepentimiento, que se fue casi de inmediato, cuando pensó en que no tenía nada de malo desear complacer a su hombre y comerle el cuerpo; porque, en efecto, era su hombre y sí, quería comerle el cuerpo. Entonces se decidió y sus manos actuaron con lentitud, caminando, ansiosas, desde las sábanas hasta el pelinegro sobre suyo, pero se vieron interrumpidas por un Jungkook que lo levantó cuidadoso, con la intención de sacarle la camisa, hecho que lo devolvió de nuevo a la pena.

—Jungkook —lo detuvo y pegó un respingo del susto al notar que sus manos fueron a los pectorales sin analizarlo, así que no tuvo más que retirarlas lentamente, evitando alarmarle—, yo... tal vez lo que hay debajo de este uniforme no te agrade; es decir, no soy llamativo, ni tengo zonas bien definidas... tampoco estoy cerca de verme bonito desnudo y...

—Hey —interrumpió, consiguiendo la mirada de los ojos negros—... escucha, bebé: Me encantas. Me gustas de una manera irrevocable, completo, todo tú; y tengo la certeza de que voy a adorar cada centímetro de tu piel, cada línea, cada curva... tus lunares, cicatrices, marcas, todo —aseguró y Taehyung sonrió levemente al contagiarse de la sonrisa de Jungkook—... Ojalá pudieras verte con estos ojos, hermoso príncipe; ojalá pudieras sentir todo lo que yo siento cuando puedo admirar tu originalidad y belleza, solo así podrías comprender lo divino, especial y único que eres para mí, Kim Taehyung.

—Aw, Kookie —balbuceó—... Eres tan perfecto.

—Tú eres perfecto, mi amor —y el halago fue más que bonito—... Por cierto, no lo pienses tanto, puedes tocarme entero, soy todo tuyo —entonces, se enrojeció al verse expuesto, Jeon Jungkook y su talento de leerle hasta el tacto.

—Lo siento —soltó y sus manos fueron hasta las del mencionado, quien seguía acariciando el borde de la tela de su ropa. Las tomó y, con seguridad, incitó a que fuera retirada, ayudando en el movimiento—. Soy todo tuyo también —dijo y ambos se sonrieron, observando sus dorsos con detenimiento, sintiéndose tan atraídos y felices, que no dudaron ni un segundo en agradecer su existencia en el mismo plano—... Ven —rompió el silencio y se colgó del cuello del muchacho, jalándolo hasta sí y dejándole los labios en un beso placentero, mientras se recostaba, nuevamente, con él encima.

De ahí en más, perdieron la cuenta de cuantas veces rodaron por la cama. Suspiraban tanto, que sus voces estaban afinándose para la locura que vendría después. Era divertido y dulce, un sincero sentimiento recorriéndoles la piel conforme besitos eran impresos. Risitas tontas salían de pronto, cuando los roces les hacían cosquillas o cuando se burlaban por los temblores y sobresaltos justificados.

Taehyung tomó una bocanada de aire mientras sus manos se aferraban a la sábana. Quizá no era para tanto, tenía claro que existían sensaciones más intensas, pero es que Jungkook era muy ardiente cuando se portaba así, lento y habilidoso, dejando besos, mordidas, lamidas y succiones bajo su ombligo, en esa zona que ya se empezaba a sentir especial.

—Eres tan suave, TaeTae —le dijo y Taehyung quiso chillar—... Adoro tu pancita —indicó y siguió besando, mientras sus caricias iban a los costados de la delgada cintura que tanto quería.

El castaño se movió y le pidió que le besara en los labios, recibiendo un ósculo que le robó hasta el más dócil suspiro de su corazón.

Giraron y Taehyung quedó arriba, pensando que era perfecto para seguir haciendo de las suyas con el torso que ya había besado un par de veces; bajó un poco y su lengua dejó un par de lamidas largas en el cuello de Jungkook, cosa que enloqueció al menor e hizo que sus manos fueran hasta el elástico del pantalón de Taehyung, mismo que tomó y deslizó fuera de las bonitas piernas, esas que se lo permitieron al instante.

Seguía habiendo vergüenza, pero Taehyung se mantenía firme a su pensamiento de: si yo lo estoy, él lo está. Así que también desabotonó el jean de su novio y lo jaló, hasta sacarlo, sin poder evitar observar la preciosa erección que ambos tenían bajo sus bóxers.

Jungkook sonrió, perdiéndose en el bonito cuerpo de Taehyung, caneloso y delicado, tan perfecto como su propio ser. Y se levantó, sentándose un poco y alcanzando los labios del muchacho, degustando de su fino sabor.

—¿Quieres jugar conmigo? —le preguntó lleno de ternura y sensualidad, derritiendo a Taehyung completito.

—¿No estamos jugando ya? —inquirió, sin dejar de sonreír.

—Sí, pero quiero jugar a ponerte más caliente —y la mueca aturdida de Taehyung fue suficiente para que Jungkook actuara rápido, yendo a recargarse en la cabecera de la cama y haciendo que el castaño se subiera a horcajadas sobre sus piernas, para besarle los labios con un poco más de ansias que momentos anteriores.

Taehyung se mantuvo sereno, tratando de seguir al beso escandaloso que Jungkook le dejaba, pero no tuvo que preocuparse tanto, porque este mismo se alejó, bajando drástico por su piel y plantando unas ligeras mordidas en su cuello y clavículas.

Respiró con los ojos cerrados, pero tuvo que apretarlos más, cuando las manos de Jungkook fueron a jugar con sus pezones erectos, los cuales acarició en un principio, para luego dedicarse a torturar.

Y los jadeos comenzaron.

El castaño se estremecía, echando la cabeza para atrás y encorvando la espalda al sacar el pecho. Gemía bajito, despacio, moderando su corazón, tratando de no exaltarse en demasía; pero Jungkook era un jodido vaquero del oeste, que no pretendía dejar atrás las aventuras y, por eso, dio un saltito oportuno, rozando su erección contra la entrada de Taehyung, haciéndole soltar un jadeo inmenso, que le desató la insensatez.

Jungkook jadeó también, absorto y totalmente seguro de que se haría adicto a lo que veía: Taehyung portándose travieso y desesperado, restregándose como un demente en su entrepierna despierta, yendo de atrás a adelante, rítmico e insistente, nublándole la mirada y haciéndole perder el juicio.

Sus manos fueron, temblorosas, hasta el precioso trasero redondo, que Taehyung sacaba un poco para darle más acceso a la parte del menor; y gimió junto a él, apretando sus dedos contra la tela de su sedoso bóxer.

—Kookie~, delicioso~, mmh~...

Y Jungkook no lo soportó, se levantó junto con Taehyung y lo dejó recostado en la cama, retirando su bóxer y el del mayor de una vez; metiéndose entre sus piernas, empezando a embestir falsamente, fuerte y decidido, mientras iba a comerle la boca.

Taehyung chilló entre el beso, era demasiado: Jungkook fingiendo aquello y rozando su carne caliente en su intimidad, justo así, tan vibrante y exquisito como nada en la vida.

Se sentía en el cielo, era su más grande tesoro.

Pero Taehyung detuvo todo cuando su corazón se aceleró más de lo posible, por una estocada que recibió directo en su entrada—... ¡Jungkook! —soltó extasiado, casi podía jurar que había sentido la punta—... Jungkook —repitió, cuando los ojos lujuriosos del ajeno dieron con los suyos—... ya —musitó—... Por favor, comienza ya.

—Disfrutemos un poco más.

—Lo disfruto como no tienes idea, amor, pero te necesito ya —aseguró, ansioso—... Luego seguimos jugando.

—Bien —soltó—, lo que mi Taehyungie quiera —y después de plantarle un beso, salió de entre sus piernas.

—¿Qué haces?, ¿Por qué... por qué te alejas?

—Te prepararé —le contestó con obviedad y fue hasta la mesita donde habían dejado sus copas con champagne, tomando la botellita de lubricante y un par de preservativos que acercó a la mesita de noche.

Sus ojos fueron hasta Taehyung y este se enrojeció por completo; es que no había tenido tiempo de apreciar el cuerpo desnudo de su novio: verlo caminar por la habitación, casi le causa un paro respiratorio; era completamente perfecto y trabajado, hasta el más mínimo espacio en él. Mientras tanto, Jungkook estaba pensando lo mismo, el castaño estaba hecho un desastre sobre la cama, pero era tan hermoso, que juraba estar viendo la obra de arte más preciosa del planeta entero.

—Jungkook —le llamó Taehyung cuando sintió que el menor lo miraba con un deseo que, si existía un poco más, podría tocar.

—¿Mmh? —preguntó, sin darse cuenta que se estaba mordiendo el labio inferior.

—Pervertido —le insultó y Jungkook salió de la ensoñación.

—Já, como si no supiera que le dejas miraditas constantes a mi pene —y eso fue suficiente para que Taehyung quisiera huir. Se puso tan rojo, que ya no sabía ni qué intensidad tenía de la paleta de colores. Así que solo se sentó y tomó un par de cojines, que llevó hacia su intimidad y su rostro, haciendo a Jungkook reír—... Ven acá, precioso —le dijo y se acercó a él, abrazándolo con fuerza, aún a través de las almohadas—. Te adoro, mi amor.

—Tonto —soltó y Jungkook volvió a reír.

—¿Quiere decir que sí veías a mi amiguito?

—¡Jungkook!...

—A él le agradas también.

—Eres... malo.

—No es verdad, soy bueno y te lo probaré —dijo pícaro y Taehyung se volvió a quejar, sacándole otra carcajada—... Ya, no diré más. Déjame ver tu carita.

—No —negó, sosteniendo con más fuerza a la almohada.

—¿Por qué no?

—Porque no quiero —estableció, esperando escuchar a Jungkook burlarse, sin embargo, esta vez, no lo hizo.

—Bien —fue lo que contestó y lo soltó.

Taehyung presenció la seriedad e, inmediatamente, pensó que lo había arruinado; aun así, solo abrazó a la almohada con más ansiedad, resignándose a qué no podía con Jeon Jungkook y su manera de conocerle. De todos modos, automáticamente quiso pedir perdón, pero el atleta fue más rápido y, de un solo movimiento, lo hizo quedar boca abajo, sembrando su mano traviesa en su trasero, paseando por la línea media que también acarició.

El castaño pegó un respingo a la brevedad y se separó de la almohada solo para girar un poco y ver a Jungkook, quien sonreía divertido mientras apreciaba su bonita y delgada espalda, en conjunto de sus largas y enigmáticas piernas, su cuello perfecto y ese trasero redondo que sentía temblar bajó su tacto.

—¿Qué... Qué haces? —preguntó, poniendo sus codos para apoyarse.

—Te prepararé —le volvió a decir y Taehyung lo miró con más confusión.

—Espera, ¿Qué?... ¿A... Así lo harás? —inquirió, tragando saliva—... ¿De... de espaldas?

—¿Hay algún problema?

—No podré ver nada, no sabré qué esperar.

—Por eso decidí que fuera así —indicó—. Te conozco y si estuvieras de frente, igual te taparías el rostro para no ver... No quiero que te asustes, parecerá sucio, pero lo vas a disfrutar... Estarás bien, te lo juro.

—¿De verdad?

—Claro, bebé.

—Bien... hazlo.

Y dicho eso, volvió a poner su rostro en la almohada, abrazándola como si se tratara del osito de peluche que tenía cuando era niño.

Enseguida, Jungkook volvió a sonreír y se acercó hasta dejarle un pequeño besito sobre su cabello castaño ya un poco mojado. Posteriormente, comenzó a ayudar a su nene: primero, llevó su mano derecha y la pasó por debajo del vientre de Taehyung, alzando su cuerpo levemente y causando que su trasero se elevara delicioso.

Pensamientos malos le atacaron. Es que sus cachetes eran tan sexis, que se los quería comer a mordidas; sin embargo, debía pensar primero en Taehyung y en lo que le incomodaría su lengua como intrusa, es decir, era su primera vez, no podía actuar como un animal, no si el amor de su vida no estaba listo para ello. Así que decidió seguir con lo planeado, llevando su mano izquierda hasta la entrada de Taehyung, donde empezó a tocar con amor.

Su dedo índice le recorrió el borde en un círculo lento, haciendo que Taehyung se apretara un poquito junto a un gemido agudo que se perdió en la almohada. Jungkook agradeció escuchar eso y se atrevió a poner toda la palma de su mano contra el agujerito del mayor, donde comenzó a masajear, ejerciendo fricción con el lubricante para calentarlo también.

Entonces, segundos después, metió la puntita de su dedo meñique, observando cómo el cuerpo de Taehyung se tensaba y su cabeza se levantaba ligeramente, seguro ya sin aire. El dedo salió y volvió a entrar hasta la mitad, causando que el castaño soltara un gemido en seco; repitió el movimiento y todo su dedo llenó a Taehyung, nublándole los sentidos.

Los ruiditos de placer comenzaron: era Jungkook haciendo círculos dentro de sus paredes, acariciándolas lentamente, tratándolas con cuidado y protección.

—Koo~ —escuchó entre los cortitos jadeos. Taehyung nunca había sentido algo igual. Era extraño, viscoso y, por supuesto, advenedizo, pero no le molestaba, al contrario, se sentía complaciente, satisfactorio y agradable. Por eso, Jungkook cambió su dedo meñique por el índice, viendo como la espalda de Taehyung se estiraba por el cambio de grosor y profundidad—... Kookie~ —y un segundo dedo entró de golpe—... ¡Koo~! —chilló y las tijeras comenzaron adentro, abriendo y cerrando, expandiendo cada espacio.

—No duele, ¿Verdad? —preguntó y su voz resonó grave. Lo anterior no era normal, pero lo atribuyó a que su erección palpitaba exagerada.

—N... no —dijo, con la respiración agitada, como si hubiera corrido un maratón—... Me... me gusta~...

—¿Te gusta?

—S... Sí...

—Dile a Kookie que te gustan sus dedos, amor.

—¿Ah~?

—Solo dile —indicó y acercó sus labios hasta dejarle un beso casto sobre su pompi más cercana, causándole un respingo, y que apretara entre sus puños a la tela de la almohada.

—Kookie~ —dijo, como pudo—... me... me gustan~ tus... tus dedos~.

—Perfecto —soltó el menor—... TaeTae es tan obediente y precioso —felicitó con otro beso—... Kookie se pregunta, ¿TaeTae se pondrá feliz si uso un tercer dedo?

—¡Sí~! —exclamó emocionándose—... Por favor —pidió después, un poco más calmado.

—Pídeselo a Kookie, amor.

—Por favor~ —chilló—... tres dedos, por favor, Kookie~.

—Bien, mi precioso bebito —y dicho eso, agregó un tercer dedo, viendo como Taehyung, ahora, levantaba por sí solo su trasero.

Las suaves penetraciones fueron acelerando y llegando más profundo, el ardor se extendió y fue la primera vez que Taehyung lo experimentó como tal, asustándose un poco, pero desviando su atención, concentrándose en lo delicioso que Jungkook lo estaba haciendo sentir.

—Kookie quiere mucho a TaeTae —le aseguró, segundos más tarde, encorvando sus dedos adentro, cada vez que avanzaban lo suficiente.

—¡Ah~, Kookie~! —gimoteó Taehyung, sintiendo la curvatura dentro suyo y delirando ante lo placentero que era eso.

—¿Qué siente TaeTae por Kookie, lindura?, Kookie quiere saber.

—TaeTae~ —jadeó—... TaeTae quiere a Kookie~.

—¿Cuánto lo quiere?

—¡Mu... mucho~! —admitió—... ¡TaeTae quiere a Kookie~... mucho~! —y con esa frase, su líquido llegó por debajo, manchando su abdomen, la mano de Jungkook y la sábana arrugada en su sitio.

Su cuerpo cayó y Jungkook dejó de tocarlo, escuchando como Taehyung trataba de recuperar el aliento, aún babeando sobre la almohada. Entonces, el pelinegro, después de limpiarse las manos con una toallita húmeda, sonrió y sus besos empezaron a recorrer la espalda del mayor -que lucía preciosa y excesivamente perfecta- como si le estuviera agradeciendo por dejarse hacer.

—¿Cómo te sientes, bebé? —le preguntó al llegar a su oído, sembrando un besito en la mejilla rojiza expuesta.

—Estoy... estoy bien —contestó Taehyung, aún con los ojos cerrados—... pero, me siento raro.

—¿Raro? —cuestionó Jungkook preocupándose, mientras veía a Taehyung querer levantarse; enseguida, lo ayudó a sentarse al borde de la cama—, ¿Raro cómo?

—Raro como... vacío —confesó y su mirada se desvió, pues tenía al miembro de Jungkook enfrente.

—Ay, amor, lamento si hice algo mal... Me dejé llevar, pensé que, si llegábamos a tener este momento, todo en nuestra relación se alinearía y nos sentiríamos completos, realmente sincronizados y satisfechos... Siento si no es lo que esperabas o...

—No, Jungkook, no —le detuvo—... No hablo de eso. Quise decir que me siento vacío de... de... ahí —terminó balbuceando, pues se dio cuenta de que había abierto las piernas de una forma tosca, señalándole, al joven que lo miró extasiado, el problema que había debajo, como si no significara nada, ni tuviera un signo de pudor. Cerró las piernas de golpe y tomó el cojín otra vez, cubriéndose la entrepierna—... Lo siento... fui... un descarado.

—No, no, bebé —soltó, sentándose junto al muchacho y abrazándolo de costado—. No hay problema. Me encanta cuando haces cosas que yo jamás pienso que harás... aunque, si vuelves a hacer algo así, llegaré con solo mirarte —confesó y una sonrisa pequeña estiró a los labios de Taehyung. Era un comentario muy tonto, pero lo hizo feliz.

—Ah, cierto, Koo —dijo, segundos después, cuando su mirada dio con el bulto de su compañero—... ¿Quieres que... te ayude?

—¡Oh!, no, no...

—Jungkook, sabes que puedo hacerlo.

—Lo sé, bebé, pero es que... quiero que mi orgasmo, ocurra... ocurra dentro de ti.

—Oh —entendió Taehyung al instante e, inevitablemente, con su expresión, demostró el asombro en su pensar—. Entonces, necesito ponerme duro ya —dijo y su mirada fue hasta los ojos de Jungkook, quien lo miró pícaro.

—¿Quieres eso?

—Quiero eso —decidió y ambos rieron, cómplices de su perversión.

—Yo lo arreglo —soltó y sus brazos fueron a tomar a Taehyung, cargándolo en pose nupcial y dejándolo, otra vez, al centro de la cama.

Subió encima y sonrió, lleno de ternura, al toparse con la carita bonita de su novio, quien le sonreía en una línea, tan inocente y fugaz como cuando quiere decir algo en función de agradecer su felicidad y emoción.

—Te quiero, Koo —fue lo que soltó y su mano subió hasta acariciar una mejilla del joven que pudo haber muerto de amor en ese bendito momento.

—Tae —musitó, totalmente perdido, y su mano fue a su mejilla también, posándola sobre la de Taehyung—... Eres el hombre de mi vida —confesó solo para sonreír más y ver el cuadrito en la boca del mayor.

Entonces, se acercó y plantó un besito tierno en la frente de Taehyung, viendo como este cerraba sus ojitos por mero instinto, haciéndolo derretir. Continuó así, dejando piquitos tiernos en cada lugar que se le antojaba, provocando una sonrisa juguetona en Taehyung. Se deslizó, clavando su rostro en el cuello caramelo y dejó una profunda aspiración, una que le erizó los sentidos al castaño.

Lamidas aterrizaron y los besitos de Jungkook dejaron de ser tiernos, para convertirse en succiones, moretes que seguro podría ver al día siguiente. Suspiró, a pesar del pequeño ardor, le encantaba sentir aquello, Jungkook era un príncipe, considerado y gentil; lo cuidaba como si fuera una rosa, protegiendo cada uno de sus pétalos rojos.

—Jungkook —suspiró de nuevo y sus manos dieron con el cabello del joven, satisfecho de lo que ocurría. Pero abrió los ojos de golpe, cuando un beso le fue depositado en la punta de su flor, despertando su sensibilidad por completo—. Koo —musitó preocupado, levantándose un poco. No sabía si estaba preparado para algo así.

—Tranquilo —le susurró Jungkook desde abajo, mirándolo travieso—. No lo haré —estableció y dejó otro besito a la mitad de sus centímetros—... tengo otros planes.

Y no supo si eso era bueno o no, pero quiso chillar cuando el joven le abrió las piernas y se metió entre ellas otra vez.

Una mordida quedó en su ingle derecha y de pronto hubo un camino de dientes marcados; no obstante, se desesperó, pues su parte íntima era exceptuada y, si era sincero, una mordida se sentiría muy bien ahí. Igual se estremecía y sentía el calor emerger de quién sabe dónde, soñando, de nuevo, en ser poseído por su dominante novio.

Después de todo, solo entendía una cosa, Jungkook amaba torturarlo y, en efecto, él amaba ser torturado.

El pelinegro enredó su miembro, casi completamente despierto, en su mano derecha y, acariciándolo levemente, lo obligó a erguirse, sacándole un resoplo entrecortado a Taehyung. Mientras tanto, su otra mano fue directo a mimar su perineo, esa zona bendita que se extendía desde su escroto hasta su entrada. El castaño no lo pudo resistir y sus manos se aferraron a la sábana bajo sí.

Jungkook rio, feliz de ver lo que unos simples toques delicados, lograban estremecer a su novio. Era magnífico ver eso.

—Mmh —murmuró, juguetón—... Me pregunto si a Taehyung le gustaría, otra vez, tener mis dedos aquí —soltó y dejó un toque suave en los bordes de su orificio.

—Jungkook —habló Taehyung, quedándose sin aire después de jadear—... ¿Por qué me haces esto?, Solo mételos y ya —Jungkook se echó a reír, totalmente enamorado de su pobre Kim Taehyung—. ¿Qué te divierte?

—Que te vuelves muy directo cuando estás necesitado.

—¡Jungkook!

—Ya, bebito. Te complaceré —dijo, dejando un besito en su perineo y estirándose hasta conseguir el lubricante; poniéndose un poquito en la mano, extendiendo la sustancia hasta sus dedos—. ¿Listo?

—S... Sí... li... listo —comentó Taehyung con la mirada concentrada en el techo y reafirmando su agarre en las sábanas. Jungkook volvió a reír y solo decidió actuar metiendo su dedo índice dentro del joven, viéndolo fruncir el rostro de inmediato.

Esta vez fue más centrado, moviéndose rápido y disfrutando de ver cómo Taehyung se retorcía con su vaivén gozoso.

—Más~ —balbuceó entre jadeos y Jungkook se sorprendió, no habían pasado ni treinta segundos cuando su bebé ya le estaba pidiendo un cambio. Por eso metió su dedo medio y continuó, comenzando a jugar de otra manera, moviéndose distinto, tratando de hacerlo más delicioso y que el sudor que desprendía el cuerpo de Taehyung, valiera la pena completamente—... Más~.

—Tae...

—Más, Koo~ —le pidió, con las mejillas arreboladas, y sus finos ricitos pegados a su frente. Tenía los ojos cerrados desde el principio y los apretaba con fuerza, disfrutando, pero sufriendo internamente. Jungkook le regaló un tercer dedo y Taehyung chilló; sin embargo, a los segundos, no estuvo del todo satisfecho—... Más~.

—Bebé... Si mi meñique entra, no podré ir más profundo y tendré que ser más cuidadoso para no lastimarte.

—Entonces... tu amiguito~ —alcanzó a decir y trató de abrir los ojos, pero cuando se encontró a Jungkook trabajando ahí, se asustó, y con un brazo se tapó el rostro—... Mete~... a tu amiguito~.

—¿De verdad?

—Sí~.

—Pero, Taehyung...

—Por favor~ —le pidió, pero aquello fue más como un ruego—... Por favor~... Quiero... Quiero sentirte a ti.

—Bien —contestó y sus dedos salieron junto a un gemido que expulsó el mayor.

¿Era demasiado tarde para aceptar que tenía miedo?, Es decir, esta era su primera vez en la vida, no sabía cómo resultaría y tenía muchas dudas en la mente... Pero no estaba aterrado por él mismo, temía mucho de lastimar a Taehyung, de no saber medir su fuerza o descontrolarse una vez llegara a su límite.

Quería que fuera perfecto y que Taehyung estuviera orgulloso y feliz de haber vivido aquello; que pudiera decir que lo hizo bien y cumplir sus expectativas a la par, quería ser la mejor experiencia de su novio y que este volviera a él cada vez que tuviera ganas de que sucediera algo parecido, poder satisfacerlo siempre y hacerlo disfrutar sin más.

—¿Kookie?

—Ah, sí —fue cuando se movió, colocándose el preservativo con cuidado y poniéndose un poco de lubricante.

Se acomodó otra vez, alineándose a la entrada del jovencito y viendo como este se mordía los labios, ansioso. Entonces, su punta tocó el orificio y Taehyung soltó un jadeo que también lo obligó a descubrirse el rostro, para aferrarse, nuevamente, a las sábanas.

—Te quiero, bebito —confirmó, temeroso.

—Te... Te quiero —musitó el otro y apretó todo en su cuerpo, desde sus labios, hasta los dedos de sus pies, sintiendo como, con cuidado y lentitud, Jungkook comenzaba a abrirse paso adentro.

Los segundos caminaron y, con ellos, Taehyung iba perdiendo el alma. Trataba de ajustarse, pero el simple hecho de respirar era difícil. Se estaba rompiendo, era como si cada milímetro que Jungkook recorría fuera una llaga que le hería la piel. Dolía mucho y quemaba a cada instante.

Cuando menos acordó, las lágrimas se le salieron ante el suplicio y Jungkook se detuvo de inmediato.

—TaeTae... Amor... Lo siento... Lo siento mucho, cielo... No quiero lastimarte, saldré ya.

—¡No! —sollozó levemente, pero fue por haber hecho sentir a Jungkook así—... Sigue.

—No, te estoy... hiriendo —trató de explicar—... No quiero hacerlo si debo verte sufrir así, no puedo con ello...

—¡Jeon Jungkook! —regañó, abriendo los ojos por fin y viendo la carita asustada del menor—... Tienes que hacerlo —dijo y Jungkook quiso llorar al ver los ojitos aguados del castaño.

—Taehyung, te estoy haciendo daño.

—¡No! —respondió—... Esta es nuestra primera vez y así tiene que doler.

—Taehyung...

—¡Quiero tener sexo contigo!... ¡Quiero tener sexo contigo siempre!, Así que... tienes que hacerlo... tarde o temprano... si no, no podré seguir a tu lado... no si las ganas están y tú no te atreves a tocarme porque no te gusta verme sufrir —pronunció y sorbió su nariz—... Yo confío en ti, ¿Por qué tú no confías en mí?

—Confío en ti...

—¿Entonces? —preguntó y Jungkook bajó la mirada, decepcionado de sí mismo—, Puedo con esto —explicó—... Soy lo suficientemente capaz de ser tuyo... y quiero serlo, aunque no sea fácil —entonces, se levantó un poco, tomando las mejillas de Jungkook y uniendo su frente con la del menor, siendo abrazado, por la espalda, al instante—... Por favor —rogó—... No me dejes ahora... continúa y hazme llegar al cielo... Resistiré... Te lo prometo —dijo y sus labios se cerraron sobre los de Jungkook, tratando de transmitirle su sentir y sus ganas inmensas de tenerlo a él.

—Lo lamento, mi vida —contestó Jungkook, cuando Taehyung dejó de besarlo—... Perdón por hacerte pasar por esto.

—Jungkook...

—Lo haré —decidió—... Te haré el amor —dijo y besó firmemente al mayor, para luego dejarlo en la cama otra vez y volver a acomodarse, presionando su miembro en el pequeño interior del otro.

Taehyung jadeó y volvió a taparse la cara con sus manos. Los ojos se le humedecieron más, pero no quería provocar que Jungkook cambiara de opinión: le dolía y ardía mucho, no podía evitar llorar, era algo que no controlaba y que, en efecto, le apenaba; sin embargo, quería eso... de verdad lo quería, así que se resistió. Lo hizo hasta que, por fin, Jungkook terminó con su camino y se instaló por completo en él, llenándolo con ese intruso que tanto necesitaba.

Jungkook sabía perfectamente que Taehyung estaba llorando y que se lo intentaba ocultar. Odiaba la situación, odiaba verlo sufrir por su causa y no poder hacer nada.

Así que solo se acomodó sobre sus rodillas y se inclinó por Kim Taehyung, levantándolo y sentándolo encima suyo, esperando que esa fuera una posición más cómoda y abrazándolo de inmediato, con fuerza, por la espalda, tratando de reconfortarlo.

Taehyung se descubrió el rostro y de inmediato se abrazó al cuello de Jungkook, comenzando a llorar con fuerza: ya no solo por el dolor en su parte baja, ahora, que había reflexionado, era todo lo sucedido.

—Lo... Lo siento —balbuceó y siguió llorando, rompiendo el corazón de Jungkook, quien lo abrazó más y comenzó a acariciar su espalda, dejándolo expresarse—... Perdón... Te obligué...

—No —soltó apresurado, cuando captó lo que pensaba Taehyung—... No, amor, no... No me obligaste a nada, yo fui quien quise hacerlo...

—Pero tenías miedo y yo, en vez de ayudarte, te presioné... Lo lamento —gimoteó y hundió su rostro en el cuello de Jungkook, de verdad arrepentido.

—Taehyung, está bien, lindura...

—No lo está...

—Sí —respondió—. Tus palabras fueron necesarias, me motivaste y me explicaste lo que tú querías... Yo estaba dispuesto a correr y terminar con esto, pero tú me animaste a seguir... No hubiera sido posible sin ti.

—Koo —sollozó.

—Aquí estoy, mi amor —afirmó y acarició los ricitos de su nuca—... No te voy a dejar nunca... Llora todo lo que necesites, no me voy a ir —aseguró y Taehyung se conmovió, sintiéndose bendecido por tener un novio tan especial, uno que le acariciaba el corazón y que le permitía llorar, aunque estuvieran en el momento menos oportuno.

Lloró, lo hizo por algunos minutos, sin soltar a Jeon Jungkook y sin dejar de esconderse en la curva de su cuello. Siguió hasta que se sintió aliviado, hasta que en su corazón no había más pena y hasta que pudo comprender que el atleta lo quería con todo su ser.

Hubo un instante en el que el silencio reinó y una sensación cálida le adornó el pecho: era Jungkook, quien seguía ahí, adherido a su piel y apoyándolo en cada respiración.

—¿Te duele mucho? —preguntó en un susurro y Taehyung se alejó un poquito, para, ya tranquilo, ver sus ojos miel. Jungkook agradeció eso y de inmediato llevó sus pulgares a limpiar las lágrimas del muchacho.

—No tanto —fue lo que contestó y trató de sonreír en una línea, viendo a Jungkook también hacerlo.

—Si quieres lo saco y...

Pero se detuvo, pues la mirada de Taehyung bajó, por primera vez, hasta ver lo que se hallaba más allá.

No había la suficiente luz, pero estaba claro lo que veía: Los dos cuerpos eran separados por su miembro erecto, que palpitaba entre sus pieles cálidas sin remordimiento alguno; más abajo, se convertían en uno solo, se fundían en una situación hermosa que le robó el aliento de inmediato.

Era su unión... La perfecta unión de un amor que lo rescató de morir en la pesadumbre de su existir.

—Ju... Jungkook —llamó y el mencionado se puso aún más nervioso. Una cosa era ver la carita pasmada que ponía Taehyung ante la imagen que cualquiera evitaría mirar, pero ya conversar sobre eso, no sabía si podría hacerlo.

—¿Sí, bebé? —inquirió y los ojos negros subieron hasta conectarse con los suyos.

—Te amo —confesó y los orbes se le llenaron de lágrimas, observando el rostro de Jungkook, quien se deslumbró al instante y se quedó sin aliento. Esperaba de todo... esperaba cualquier otra cosa, menos que Taehyung dijera aquello. No podía creerlo, no podía ser posible—... Te amo —le confirmó—... Te amo real y verdaderamente... Te amo como nunca he amado y como nunca amaré a nadie más. Estoy enamorado de ti. Te amo mucho, te amo más allá de lo posible... Siento que me muero de amor por ti, siento que solo te necesito a ti y que lo único que quiero hacer, por el resto de mi vida, es amarte profundamente —lloró—. Te amo.

—Taehyung —sollozó Jungkook, recayendo en qué ya estaba llorando también. Es que... ¿Cómo fue que pasó eso?, ¿Cómo era posible que ese chico hermoso le estuviera diciendo aquello?... Lo enamoró. Enamoró al fisioterapeuta que veía como un imposible. Ciertamente, lo hizo: enamoró al causante de sus alegrías, a su razón de respirar, al pintor de su mundo colorido... y lo convirtió en el amor de su vida. ¿No era eso lo suficientemente increíble ya?... El universo no podía ser más perfecto, le había concedido su más grande y precioso deseo—... Te amo —le contestó, aún sin poder creerlo—... Te amo con todo lo que soy. Te amo a cada instante. Te amo y te amaré por siempre. Te amo mucho, te amo más que a nadie... Eres el único diseñado para mí, eres el amor de mi vida.

—Jungkook —chilló Taehyung, besando, torpemente, los labios del menor—... Te amo, amor —repitió y volvió a presionar sus belfos, recibiendo también la presión de los del pelinegro.

—Te amo —le contestó Jungkook, cuando pudo—... Te amo, bebé.

Y se unieron en un beso precioso, uno que se sintió como la confirmación de todo lo que acababan de decir; como si, con cada desliz, se juraran amor eterno, del más bonito y apasionante: puro, como todo lo que embriagó a sus corazones cuando Kim Seokjin los presentó en el hospital.

Es que todo había valido la pena, cada maldito segundo, cada momento difícil, cada situación que los preocupó, la gente que estuvo en su contra y aquella que los ayudó, todas sus sonrisas y todas sus lágrimas... todo fue necesario, solo para llegar a amarse así, con toda su alma y corazón.

El pecho les latía fuertemente y ambos podían sentir el palpitar del otro gracias a que se estaban fundiendo en el ajeno. La electricidad les recorría el cuerpo, intensificándose en esas zonas donde era más necesario. Temblaron e, incluso, eso lo hicieron con el corazón. En sus mentes, la habitación estaba llena de luces de colores: alegres, vivas y regocijantes, aumentando la magia del momento, haciéndoles saber que estaba bien, que se amaban y que era perfecto... lo mejor que les había pasado.

—Hazme el amor —pidió Taehyung en un susurro, cuando apenas se separaron unos milímetros, aún sin abrir los ojos.

De todos modos, Jungkook asintió, completamente feliz y dispuesto.

Se volvieron a besar y sus lenguas apenas rozaron sus belfos, cuando Jungkook puso a Taehyung en la cama, sin separarse un instante, tratándolo con amor y cuidado. Las puntas de sus narices se rozaron y un pequeño empujón fue dejado dentro de Taehyung. Su gemido se perdió en la lengua de Jungkook, que ya jugaba con la suya enamorada. De pronto, hubo otro sonido, más largo y preciso, como la lenta estocada que volvió a sentir.

El pelinegro había comenzado despacio, era necesario si quería que Taehyung no llorara más, cosa que era imposible, pues el ardor seguía presente ahí. Sin embargo, Taehyung intentó abrirse un poco más, abrazando sus piernas a la cadera de Jungkook, esa que se movió otra vez, con mucho tacto en su interior.

—¿Duele? —preguntó Jungkook, dejando el beso en el momento oportuno, pues pudo ver a Taehyung jadear y se enamoró más.

—Arde —confesó, tomando una bocanada grande de aire, preparándose para el siguiente movimiento.

—Tranquilo —susurró acercándose otra vez y besando la puntita de la bonita nariz—... Tranquilo, amor —pidió, saliendo un poco más y volviendo a entrar despacio, sintiendo las paredes de Taehyung apretarle y tratando de mantener el control para no gemir desquiciado—... Está bien —murmuró, al besar sus rojizas mejillas—... Pronto se convertirá en placer.

—Sí~ —recibió entrecortado.

—Te amo.

—Te amo —contestó casi sin aliento y Jungkook sonrió, volviendo a sus hinchados labios.

Las estocadas siguieron, lentas, largas y profundas, cada una causando millones de sensaciones en ambos. Jungkook encargándose de todo, esperando estar haciéndolo bien, dedicándose a mimar cada centímetro del castaño. Cuando sentía que la lengua de su mayor se quedaba sin fuerzas, simplemente lo dejaba descansar e iba directo a repartirle preciosos besitos en su rostro, cuello y pecho, sin saber de dónde sacaba la flexibilidad necesaria.

De repente, pequeñas gotitas salían de los orbes cerrados de Taehyung y Jungkook actuaba de inmediato, secándolas antes de permitirles ir hasta las raíces de su bonito cabello castaño.

No era nada exagerado, pero ambos ya estaban sudando mares; el simple hecho de estar juntos, ya hacía el instante caótico, mágico y especial.

Después de un tiempo, los jadeos de Taehyung se hicieron un poco más livianos y afinados; el menor pudo notarlo, no sabía qué significaba, pero intuyó que era algo bueno, pues las muecas en el castaño, ya no eran más fruncidas: su rostro bonito y delicado se mantenía apacible, tal vez un poco perdido e, incluso, lejano, con una linda abertura en sus labios, ligera, pero estremecedora, de donde salía la estela de gemidos más etérea del mundo.

Entonces, aceleró levemente, incrementando el vaivén de su cadera, a una velocidad que no pensó que llegaría, viendo como Taehyung comenzaba a retorcerse y a jadear más fuerte, más profundo y más bonito.

Gimió también, jamás había pasado por algo igual; ni su mano, ni la de Taehyung habían sido tan perfectas para aliviar su sentimiento. Esas paredes eran una bendita y completa joya: le apretaban delicioso, lo deleitaban, lo hacían sentir soñado y, cada vez, solo podía adorarlo más, pues el mayor, a pesar de todo, se ajustaba en demasía y lo ayudaba a seguir el camino completo hasta su límite, ahí, donde sus gemidos casi se convertían en gritos.

Se sentía increíble, se sentía como el bendito cielo, como si caminara entre las nubes o estuviera volando hacia un atardecer que no cedía, que se volvía más inmenso y atrayente.

—Koo~ —logró articular, sintiendo a Jungkook moverse más rápido de lo real y escuchando a la perfección sus gemidos, abriendo los ojos y quedándose sin aliento por lo sexi y expresivo que su novio era: mordiéndose los labios, abrumado, y poniendo los ojos en blanco cada tanto.

—Tae~ —gimió Jungkook, cuando recordó que había sido llamado; estaba demasiado perdido en los jadeos de Taehyung y en los golpecitos chiclosos que se oían más abajo, por el choque de sus cuerpos. Lo disfrutaba en serio, como nunca nada en la vida.

—Eres... Eres fantástico, amor~ —concedió clavando levemente sus uñas en la espalda de Jungkook, sintiendo como este oprimía a su miembro y le provocaba ligeros roces entre sus abdómenes, con el vaivén más suculento de la historia de su vida—... ¡Me encantas~!... ¡Joder!, ¡Me encantas, amor~!

—¡Eres mi todo, bebé~!... Estar dentro de ti es... es estar en el cielo.

—Te amo~ —aseguró y sintió que Jungkook se deshizo por dentro.

—Te amo, mi amor~

Y con esa confirmación, Taehyung se vino entre sus pieles, manchándolos de su mezcla caliente y divina, haciendo alusión a la galaxia; mismo acto que provocó la llegada de Jungkook, quien adoró sentir a su bebé más satisfecho que nunca, totalmente perdido en una ensoñación maravillosa, una que solo era de ellos dos.

Salió de Taehyung lo más rápido que pudo, no quería incomodarlo con su sustancia blanquecina dentro del preservativo; sin embargo, a la brevedad, volvió a su sitio, topándose con los ojos negros de Taehyung, esos que se cerraban levemente ante el cansancio. No obstante, una de sus bonitas y delgadas manos subió hasta la mejilla de Jungkook, acariciándola un poco, a pesar de su baja energía. El pelinegro la tomó de inmediato y la llevó hasta sus labios, dejando besitos tiernos en cada uno de sus largos dedos.

—Koo —balbuceó bajito.

—Lo hiciste increíble, amor —animó—... Fuiste muy valiente y estoy completamente orgulloso de ti —le dijo y los ojitos de Taehyung trataron de mantenerse abiertos, pero parpadeó ensimismado al final—. Gracias por darme esto, ha sido maravilloso...

—Gra... gracias, Koo —pudo decir, realmente sin más aliento.

—Te amo, ¿Sí? —y un asentimiento pequeñito, vino por parte de Taehyung—. Sueña bonito —alentó, dejando un besito apenas palpable en la frente del niño que se quedó completamente dormido, después de haber sentido aquel deseo de dulces sueños.

Jungkook suspiró, admirando la belleza de su Kim Taehyung y sacando una sonrisa gigante, al pensar en todo lo que le había sucedido por primera vez.

En definitiva, esa noche, había amado al amor.

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