67. Besos de colores - Parte I

Advertencia: 🔞

Este capítulo contiene lenguaje explícito y escenas subidas de tono.
Se recomienda leer a discreción.

Mayo.

Las puertas del elevador se abrieron lentamente y Taehyung soltó un resoplido cansado. Cinco días... cinco frustrantes días viviendo en aquel hotel de Busan.

No recordaba que fuera tan difícil adaptarse a la ciudad, es decir, vivió por casi cinco años ahí y, aunque estaba mal con su padre, la tranquilidad y el regocijo eran extremos.

Tal vez eran las conferencias. Ese día había estado horas y horas en una sala repleta de especialistas; no es que no fueran interesantes, todo lo contrario, pero había algo que lo mantenía inquieto y no era precisamente el 'tic, tac' de la pluma que, su compañero de asiento, hizo sonar durante todo el transcurso.

Se detuvo en pleno pasillo, dándose cuenta de que, de nuevo, revisaba el chat de su novio, joven que había estado desaparecido desde el mediodía anterior.

Entonces, se golpeó la frente, entendiendo la situación: Jeon Jungkook y su relevante falta de comunicación.

Y la molestia llegó desprevenida.

¿No sé supone que no se volvería a repetir?, Es decir, le explicó cuánto le dolió aquella vez y Jungkook prometió que no ocurriría de nuevo, que había sido porque, si se mantenían en contacto, arruinaría la sorpresa que le tenía para cuando se hicieron novios; pero, de todos modos, seguía siendo un compromiso, ¿No?, entonces, ¿Por qué terminaba rompiéndolo?

Quizá, lo estaba pensando demasiado; dicho de otra forma, tan solo eran 33 horas con 24 minutos y 49 segundos sin saber de él. No era para tanto, ¿Verdad?

Ay por Dios, Kim Taehyung, eres tan impulsivo y controlador.

Pensó, dándose cuenta de cuán aferrado estaba al tiempo.

Jungkook no era, ni de cerca, un adicto al celular, ¿En qué cabeza cabía que iba a estar pegado día y noche a la pantalla, solo para confirmar que Taehyung seguía respirando?... En otras palabras: sabía que estaba ocupado, a tan solo mes y medio de ir a París a competir, ¿Por qué estaría perdiendo el tiempo en un chat sin remedio?, había prioridades y Jeon Jungkook tenía sus propios problemas, Kim Taehyung no debía ser uno de ellos.

Sí, en definitiva, se lo estaba tomando muy a pecho. Ni estando en el mismo Seúl tenían una comunicación continua: cuando mejor les iba, se veían un par de veces a la semana, y tampoco era que hablaban durante todo el día, solo en la noche para desearse dulces sueños, con la promesa de dejar un mensaje de buenos días.

Honestamente, era la distancia lo que afectaba; es que, una cosa es estar y pensar en alguien que vive en diferente barrio, pero, justo ahora, se trataba de una ciudad al otro lado del país... El tema perjudicaba, completamente, al chip de Kim Taehyung, lo hacía sentirse desprotegido, solitario y singularmente nostálgico.

Extrañaba a Jeon Jungkook, eso era todo.

Y al aceptar su conclusión, simplemente llevó su celular a su bolsillo y continuó su caminar hasta la habitación donde se hospedaba.

No iba prestando mucha atención, su mirada estaba clavada en el piso tal cual su estado de ánimo, pero cuando giró en el pasillo, fue inevitable que su alma no diera un vuelco enorme, pues, afuera de su habitación, una silueta conocida se hallaba en el piso, con las rodillas abrazadas y la cabeza descansando entre ellas.

Se sorprendió y pensó que estaba soñando, pero esos mechones oscuros, esas botas de motociclista desobediente y esas manos blanquecinas suaves y bonitas, solo las tenía una persona en el mundo y, para su suerte, se trataba de su preferida.

Enseguida, se echó a correr, llegando hasta el bulto que dormitaba en el suelo, porque sí, era lo único obvio en diez metros a la redonda; Jeon Jungkook jamás se encorvaría así si estuviera en sus cinco sentidos. Ya lo habían discutido un par de veces: el pelinegro quejándose porque Taehyung era algo descuidado al respecto, y eso que se trataba de un fisioterapeuta; sin embargo, no importaba, Jungkook tenía sus propias manías estrictas, mismas que eran tan especiales y exquisitas como un encanto primaveral.

El castaño se sentó a su lado, recargándose en la pared y observando, ilusionado, al chico que no se movió ni un poco. Primero levantó un mechoncito rebelde, asegurándose de que el pelinegro estuviera, en efecto, dormido. Se encontró con la carita más tierna del mundo, que hacía un pucherito por la misma gravedad y su rostro inclinado. Estaba tranquilo, por eso decidió mantenerse en silencio y no llamarlo hasta que estuviera medio despierto.

No obstante, la única forma que se le ocurrió para despertarlo, fue dejarle caricias bonitas para hacerlo reaccionar, por eso comenzó con el oído que tenía cerca, a dónde llevó sus labios y, cuidadosamente, dejó un besito apenas palpable; sonrió sin remedio y luego fue más allá, plantándose por más tiempo. Su nariz intervino también, actuando soñadora y acariciando levemente cada parte que Taehyung le permitía recorrer, ya metiéndose, de a poco, en la mejilla del hombre.

Jungkook se removió levemente, pero su posición no cambió, solo soltó un quejido y volvió a ajustarse a las medidas. La risita de Taehyung salió por ternura y fue cuando decidió reanudar lo que hacía, esta vez, abrazando, poco a poco, al joven Jeon.

—Koo —le llamó casi sin fuerza y Jungkook volvió a moverse—. Kookie, amor —dijo suave y tronó sus labios en la patilla del muchacho.

—¿Mmh? —respondió lejano, haciéndolo reír.

—TaeTae quiere saber si Kookie sigue vivo.

—¿TaeTae? —balbuceó aún dormido—... ¡TaeTae! —exclamó de pronto, levantando la cabeza apresurado, cayendo en la realidad ofuscada.

—Tranquilo, tranquilo —le susurró, tratando de no alterar sus sentidos—... tranquilo, amor, no pasa nada —aseguró, acariciando la nuca que antes tocaba—... Entremos a la habitación para que duermas en la cama.

—¡No! —soltó, haciendo a Taehyung pegar un brinquito, espantado—... Quiero decir, ¿Me dormí aquí? —y una risita salió del mayor.

—Lo hiciste y tenías una mala postura —indicó y Jungkook se enderezó de repente, llevando sus manos hasta tallarse los ojos—. ¿Por qué estás aquí?

—¿No es obvio? —contestó, sacudiendo la cabeza para despertar—... Vine a dormir en la puerta de la habitación de mi chico.

—¡Jungkook! —se quejó, riendo fuertemente.

—Te extrañaba mucho —confesó, haciendo que la carcajada de Taehyung se detuviera de golpe—, así que, entre ayer y esta mañana, di todo de mí para que Jackson Hyung me dejara venir a verte.

—Koo —fue lo que pudo murmurar. Jeon Jungkook siempre le derretía el alma—. Gracias, amor —prosiguió, moviéndose rápido y abrazándose al cálido cuerpo del muchacho que sonreía pequeñito, dejando un beso en su suave mejilla—... Te extrañaba un montón y sentía que me faltaba el aire.

—Aw, lindura —soltó Jungkook, abrazando a Taehyung también y regresándole aquel tierno beso, pero ahora en los labios—... Eres tan hermoso y perfecto... Te quiero inmensamente —admitió—, pero te voy a querer más si me acompañas a cenar a algún sitio: muero de hambre.

Taehyung no tuvo más que reír—. Todo sea porque me quieras más —dijo, saliéndose de su agarre y preparándose para levantarse—, dejaré esto en la habitación y nos vamos enseguida —indicó, refiriéndose a su mochila.

—Oh, no hace falta, la cargaré por ti.

—¿Qué?, No seas tonto, solo es dejarla en la habitación —dijo, ya estando de pie junto con Jungkook

—Por Dios —murmuró tomando las correas y cargándose el bulto a la espalda—... Cuando era adolescente, mi sueño era cargar la mochila de mi novio y acompañarlo hasta su casa. Nunca sucedió algo parecido, así que, ahora que puedo recrearlo, no desaprovecharé —admitió, tomando la mano del muchacho que lo miraba expectante y comenzando a andar por el pasillo, directo al elevador.

—¿Por qué no fuimos a la misma escuela?, Hubiera sido genial cargarte con mis cosas, yo odiaba llevarlas.

—Tonto —rio Jungkook—, por eso no fuimos a la misma escuela, me hubieras tratado como un sirviente.

—¡Claro que no! —dijo y ante la mirada acusatoria de Jungkook, solo se sonrojó—... A lo mejor un poco —admitió—, pero lo hubiera compensado comprándote dulces y frituras en la cooperativa. Siempre traía comida chatarra conmigo.

—Eso es tan tú —soltó riendo y subió la mano de Taehyung hasta besarle los nudillos, mientras esperaban el ascensor—. Hubiera sido fantástico.

—En definitiva —aceptó y, después de un segundo, volvió a hablar—. Me pregunto: si hubiéramos ido a la misma escuela, ¿Me habrías notado entre los demás?

—¡Pero claro que sí!... Jamás conocí a alguien que fuera la mitad de precioso e irresistible de lo que tú eres, así que por supuesto, te habría adorado desde el primer momento.

—Aiñ, Koo... Te quiero.

—También te quiero, Tae.

[...]

Taehyung sonreía inmensamente para cuando entraron de nuevo al hotel; estaba demasiado feliz, parecía que tenía un gancho de ropa dentro de la boca, desde donde enseñaba sus bonitos dientes aperlados.

—¿Qué pasa? —le cuestionó Jungkook, mientras atravesaban de nuevo el recibidor.

—No sé —fue lo que contestó y simplemente sonrió más, cerrando sus ojos por el levantamiento de sus tiernos pómulos.

Jeon Jungkook solo lo siguió mirando y le devolvió la sonrisa más rápido de lo que pudo pensar, provocando que Kim Taehyung casi se disparara volando hasta el cielo.

Es que de verdad no sabía lo que pasaba, solo podía sentir como su corazón latía con regocijo a cada segundo; podía ser el pollo Kung Pao que comieron, o que la noche en Busan era más bonita de lo que recordaba, tal vez era el clima perfecto de la zona o, quizá, el olor a dulce nuez que lo acompañaba.

Si no estuviera sonriendo ya, lo habría hecho apenas ese pensamiento llegó.

Todo era tan cotidiano y conocido, pero si no fuera por el olor a nuez, no sentiría esa mezcla incesante de sentimientos entusiasmados.

Sí, en definitiva, era Jeon Jungkook y su presencia en Busan.

Subieron al elevador, junto a un par de personas que se reunieron tras minuto y medio de espera; seleccionaron el botón que los dejaría en su piso y sonrieron, abriéndose paso y quedando en el fondo de la caja.

Taehyung empezó a cavilar, recordando el día en que ambos se quedaron encerrados en el elevador del hospital y, justo cuando empezaba desear, con todas sus fuerzas, que algo así jamás volviera a pasarles, Jeon Jungkook soltó su mano. El castaño se desconcertó y solo la volvió a buscar, pero ya no estaba disponible, sino que se había atado a su cintura. Sus ojos se toparon con los miles del chico que le sonrió a su costado y eso, junto al tierno tacto ya conocido en su talle, hizo que los feos pensamientos se esfumaran como burbujas que se truenan al crecer lo suficiente.

Los segundos siguieron pasando y el ascensor hizo la primera parada, dejando a una de las personas que los acompañaban. Todo tan normal como siempre, hasta que Jeon Jungkook se movió un poco, lo abrazó desde atrás y clavó su rostro en su cuello, dejándole un beso que destacó por su humedad y su sensación electrizante. Se estremeció, pero pegó un respingo cuando los mismos labios atraparon el lóbulo de su oído, mordiéndole juguetones y luego lamiéndole lascivamente.

Iba a jadear por la sensación, pero lo evitó a toda costa, apretando los labios con toda la fuerza que tenía, viendo como la señora frente a ellos se acomodaba ligeramente el bolso, despreocupada y sin tener idea de que, tras ella, Jeon Jungkook estaba haciendo de las suyas con Kim Taehyung entre sus brazos.

No dijo nada, ya que, luego de sacarse un poquito, Jungkook se quedó quieto, solo abrazándolo y respirando dulcemente en su oreja; eso lo relajó, pero, en definitiva, no era lo que Jungkook quería, pues, justo cuando su respiración se moderó, unos besitos cortos, tibios e inaudibles, empezaron a bajar desde su oído hasta donde comenzaba el borde de su pijama quirúrgica.

Cerró los ojos. Era tan precioso sentir aquello; le gustaba, no podía decir que no, pero no era ni la hora ni el lugar. Si tan solo Jungkook se pusiera así de meloso en habitaciones que no implicaran la presencia de personas ajenas a ellos dos.

Sin embargo, abrió los ojos cuando sintió como una de las manos de Jungkook se coló por debajo de su playera y le comenzó a acariciar la pancita, mientras uno de sus dedos mágicos infringió en la privacidad de su ombligo.

Quiso chillar, pero solo contuvo el aliento y detuvo la mano de Jungkook bajo su ropa, agradeciendo que las puertas se abrieran otra vez, para dejar salir a la señora.

—Jeon Jungkook —llamó, soltando el aire, luego de que estuvieron solos—, ¿Qué ocurre? —preguntó, dejando libre la mano que de inmediato volvió a colocarse en la suave piel de su abdomen.

—¿Trabajas mañana?, será sábado —devolvió, acariciando, esta vez, la punta de su nariz, con la piel del cuello de Kim Taehyung.

El castaño intentó calmarse, las caricias le encantaban, pero debía mantenerse centrado—... Yo —balbuceó, de repente, perdiéndose un poquitín. Jungkook solo sonrió—... ¿Por qué la pregunta?

—Porque, si no trabajas, puedo considerar no irme al amanecer y pasar el fin de semana a tu lado, mi amor —entonces, Taehyung tuvo que sacarse del agarre, porque entendió que era imposible pensar con claridad estando así. Pero en cuanto se topó, otra vez, con los ojos mieles de su novio, él mismo fue a enredarse entre sus brazos, buscando sus labios y exigiendo un beso que le fue dado al siguiente instante.

—¿Jackson no se enojará?

—Sí, pero estoy seguro de que no vendrá a buscarme, solo me llamará para gritarme cosas que no entenderé porque es más importante comer esta boquita —indicó y sus labios fueron a besar los del chico que se sacó unos segundos después.

—Dios, soy una terrible influencia —soltó y Jungkook rio, dejando un beso casto—. Solo tengo un par de conferencias a las que debo asistir antes del mediodía, pero si estás dispuesto a quedarte y recibir ese regaño, entonces yo también me prepararé para el mío.

—No, tampoco se trata de hacerte fallar.

—No digas tonterías, no siempre se tiene la oportunidad de visitar otra ciudad, un fin de semana, con tu novio atlético y bien parecido; en este caso, más vale pedir perdón que pedir permiso. Además, este es nuestro primer viaje juntos, debemos aprovechar cada segundo como si fuera nuestra luna de miel.

—Oh —se conmovió Jungkook—... Luna de miel, me gusta.

—No era el punto.

—No importa, tendré una luna de miel con mi novio, así que calla —dijo, haciendo reír a Taehyung para llevar sus manos hasta la bonita nuca cubierta de cabellitos rizados.

Sonrió habilidoso y sus labios se presionaron, cuál imán, en los del chico que se dejó aturdir al instante, comenzando con el rumbo que, más pronto de lo que esperaba, le cobraría por cada acto cometido en su debilidad.

Un beso, otro beso, más besos y un par de lenguas juguetonas. Las manos de Jungkook abrochándose, cada vez más cerradas, en la cadera del único joven que lo hacía vibrar en la Tierra, mientras éste solo se aferraba a su cuello con su perfecto aroma a preciosa nuez.

Más profundo, más sagrado, más bendito y más de ellos.

Taehyung estaba ensimismado, dejándose llevar tan arduamente que no notó en qué momento, Jungkook ya los llevaba a su habitación, caminando torpemente por el pasillo. Pero cuando lo pensó, no podía estar más agradecido de que, durante el trayecto en el elevador y su caminata por esos lugares, personas de ningún tipo aparecieran por ahí, cómo si la vida quisiera darles ese pequeño momento de divinidad.

Sonrió entre el beso, cuando notó que Jungkook lo recargaba contra la pared y solo pudo enredar su lengua con más euforia en la otra deliciosa, comiéndose un quisquilloso suspiro de su novio adorado.

Segundos después, se separó un poco, ganándose un gruñido por parte del chico que de inmediato se clavó en su cuello para seguirle besando, no obstante, solo se rio y continuó con su tarea de averiguar dónde se encontraba recargado, para asegurarse de no estar molestando a ningún pobre vecino.

Sonrió de nuevo cuando supo que era su puerta, o quizá fue porque Jungkook le comenzó a succionar en su manzana de Adán. De igual manera, intentó ignorar que tenía a su novio dándole mimos cuál sanguijuela y solo se estiró un poco, buscando su mochila que colgaba del mismo joven, obteniendo la tarjeta que fungía como llave de la habitación.

Sin embargo, cuando estaba por usarla, Jeon Jungkook se alzó y le tomó el labio inferior entre los dientes, abriendo los ojos un poco y topándose con un Taehyung que no esperaba que fuera tan asertivo en sus movimientos.

Se quedaron así por un momento y Taehyung no pudo evitar notar lo que los ojos mieles mostraban:

¿Excitación?, ¿Deseo?, ¿Lujuria?

... O todo junto.

Y temió... pues estaba seguro de que no tenía idea de qué podía hacer con todo eso y, para su mala suerte, quizá, solo quizá, estaba por sentir lo mismo.

En seguida, Jungkook entendió la expresión pensativa en su nene y le soltó el belfo, alejándose lentamente y suavizando su expresión diluida en ansia. Taehyung bajó la mirada, aun siendo abrazado por Jungkook, fue entonces que se percató de que sus mejillas estaban calientes, seguro parecía un tomatito desde que su menor comenzó a darle mimos en el ascensor; no podía creer que no lo había notado.

Es que todo lo ocupaba Jungkook, su olor a nuez, sus botas negras, su cabello bien recortado, su atenta voz y sus increíbles besos.

Besos.

Hermosos besos de colores.

Alegres, románticos, tiernos, amorosos, tranquilos, húmedos y apasionados.

—Tae —murmuró el pelinegro, pero no pudo ver los ojitos que tanto amaba—... Siento si te incomodé, yo... no tenía esa intención. Puedo irme ahora, si quie...

—No —detuvo Taehyung, pero más que a las palabras, fueron a los brazos que se empezaban a alejar—... No —volvió a decir, colocándolos, de nuevo, en su cintura—... yo —balbuceó—... yo...

—¿Sí, amor? —inquirió y fue justo cuando la mirada del mayor se atrevió a acoger la suya.

—Yo...

—¿Sí?

—... Quiero un beso.

Y dicho eso, atrapó los labios de Jeon Jungkook, hundiéndose en la sencillez de su vicio, clavando un desliz que fue interceptado por el ajeno enamorado, ese que no esperaba que las manos de Taehyung subieran tan descontroladas a su cuello y se instalaran, ambiciosas, en él.

Los poros de sus pieles se abrieron y las puntas de sus narices se aplastaron ligeramente; Kim Taehyung quería eso, quería estar completamente pegado a Jeon Jungkook, sentir su cuerpo, su calor, sus perfectas caricias, fundirse en él, ser uno solo; quería todo y quería tanto, que no supo cuando Jungkook le correspondió también, enredando sus brazos en su espalda y apegándolo todo lo posible a su cuerpo, con todas las fuerzas que tenía aprisionadas bajo las mangas de su camisa.

Se besaron preciosamente, reanimando centenares de mariposas que revolotearon en magnificencia, con cada roce que resbalaba de unos labios a otros. Taehyung suspiró, llenándose del aroma a nuez deliciosa, mientras respiraba, como podía, en la mejilla de Jungkook, sintiendo su respirar pesado del lado contrario.

Apretó los ojos con fuerza, deseando que jamás se terminara, que Jungkook se quedara para siempre con él y con su corazón. Le quería tanto, que no tenía idea dónde le cabía todo su inmenso sentir.

Jungkook posó una de sus manos en su nuca y lo presionó contra su boca, causando que, con ese movimiento apretado, la lengua de Taehyung acariciara sus bonitos dientes de conejo.

Sonrió y Taehyung también lo hizo, pero no tenían tiempo para eso, no cuando las caricias remojadas comenzaban a bailar en sus fauces.

Húmedo y exquisito.

Taehyung debía admitir que le encantaba sentir a Jungkook así, estar dentro de su boca y probar todo lo que le era posible alcanzar, resbalarse y simplemente volver a arremeter contra la lengua que actuaba igual, que le buscaba igual, que le probaba igual.

Porque era delicioso, porque era especial y porque era de ellos.

Jungkook temblaba levemente al sentir la mandíbula de Taehyung actuar bajo su mano. Aparte de que le encantaba la suave textura de su piel reluciente, adoraba experimentar el movimiento del abrir y cerrar irrefutable de su boca.

El pasillo entero estaba hundido en un silencio placentero. Era la única palabra que encontraba el menor para describirlo, pues los chasquidos mojados de sus besos, resonaban increíbles en un ambiente tan delicado como ese.

La luna estaría orgullosa si pudiera ver cómo estaba tomando a Taehyung, cómo lo hacía suspirar y le acariciaba hasta el alma. Sentía que su pecho se elevaba, sentía que su corazón crecía exagerado, que en algún momento le explotaría dentro, dejándole unas ganas tan exorbitantes de besarle hasta la voz.

Los segundos avanzaron y con ellos llegó la desesperación, el ansia de sentir más y de expresar más, aun cuando sus bocas se comían de trozo en trozo. Sin embargo, por el mismo sentimiento, no tuvieron más que acelerar, gozando más rápido del contacto, del frotar de sus narices y del arrastre de sus belfos.

Taehyung hizo un ruidito raro, enredando sus dedos en los cortos mechones de Jungkook, abriendo la boca todo lo posible, sintiendo cómo desaparecía la sincronía y se abría paso la locura, misma que provocaba sonidos más chiclosos, choques inadvertidos y rayos electrizantes por todo el cuerpo.

Se estaban convirtiendo en un desastre, uno que le apenaría que la gente viera; pero es que no quería parar, no quería dejar de tener ese beso hermosamente voraz e inefable, se le desplomaba el corazón. Justo por eso, evitó pensarlo y se concentró en controlar su respiración, para no tener que alejarse tan pronto.

La pasión le quitaba el aire.

Pero nada nunca le había cortado la respiración, como lo que sucedió cuando la mano de Jungkook, que le sostenía la espalda baja, descendió precisa por su perfecto talle, hasta ingresar dentro de su pantalón y, muy acertadamente, en su bóxer, donde se tomó la libertad de separar sus redondos cachetes con un dedo fantástico que, sin avisar, presionó precavido en su pequeña entrada.

Taehyung se detuvo de golpe, estremeciéndose y pegando un respingo alterado, soltando el gemido más extraño que, si no fuera porque estaba a punto de morir de la impresión, lo hubiera hecho morir de la vergüenza. Se quedó pasmado y sus manos se hicieron puños en la ropa de Jungkook, mientras apretaba los ojos al sentir como el dedo le presionaba y luego cedía un poco para, después, volver a presionar y dejar la misma sensación turbante, que agitaba su corazón.

—¡Ju... Ju... Ju... Jungkook! —clamó sin aliento cuando pudo pensar un poco en la realidad y, con la pequeña voluntad que le quedaba, tomó el brazo del joven pelinegro, sacándolo de su lugar íntimo y sintiendo, de inmediato, la soledad en el mismo—... ¿Qué...? —preguntó, sin tener una cuestión real, y fue cuando abrió los ojos, encontrándose con la mirada nublada del menor, que estaba un tanto arrepentida al ver la reacción de su bebé.

—Lo siento, pensé que te gustaría —fue lo que dijo y Taehyung lo miró enseriado, pero luego sacudió la cabeza, tratando de pensar con claridad.

—No puedo —dijo, perdiéndose un poquito en la piel enrojecida de Jungkook alrededor de sus labios hinchados—... Ya sé lo que vas a decir, pero, es que... De verdad necesito ir a la farmacia.

—¿A la farmacia?, ¿Te sientes mal?

—Sí —afirmó—. Tengo la temperatura muy alta, necesito lubricante y condones para bajarla.

—¿Qué?... Pero... Pero... Hoy yo n...

—No puedes negarte... No puedes decirme que esperemos porque no estamos preparados, no cuando te has atrevido a hacer algo como esto y a dejarme pendiendo de un hilo. Así que, por el santo cielo que nos cubre, debes tomarme esta noche, si no, voy a verme en la penosa necesidad de... autocomplacerme.

—¿Autocomplacerte? —cuestionó Jungkook, abriendo los ojos más de lo necesario—, quiero ver eso.

—No, tú no entrarás —sentenció Taehyung.

—Me basta con escuchar.

—¡¿Qué?! —exclamó, incrédulo—, ¡Eso no es lo que deberías decir!

—¿Qué quieres escuchar?

—Que me permites ir a la farmacia a realizar mi compra y que la usarás con mucho gusto para volverme loco, porque estoy completamente seguro de que no te basta con escuchar —designó, viendo los ojos expectantes de Jungkook y pensando cómo obtener una respuesta positiva de su parte—... es decir, estaré gimiendo como un lobito en celo y tú no podrás hacer nada más que imaginar que, lo que sea que tenga adentro, es tu querido Jungkook junior.

—¿Traes un consolador contigo?

—¿Qué? —odiaba a Jeon Jungkook, odiaba cuando actuaba así, cuando le daba la vuelta a las cosas solo para confundirlo... lo desquiciaba completamente—, ¡Claro que no!

—¿Entonces? —preguntó, retando sin ser tan preciso—, tu manita no llegará hasta donde necesitas —de pronto, se hizo el sorprendido y sonrió para sus adentros, burlándose de la expresión irritada que comenzaba a poner Taehyung—, ¡¿Usarás el cepillo de dientes?!

—¡Agh!, ¡Largo de aquí! —clamó, saliendo de todo agarre de Jeon Jungkook—, ¡No te quiero cerca!, ¡Ve a dormir al aeropuerto!

—¡Nuu, TaeTae!, quiero quedarme contigo —habló, tratando de acercarse, pero siendo apartado.

—¡No! —le contestó—... si no me haces el amor esta noche: No —decretó, molestándose de verdad y sacándole su mochila al muchacho que lo miró algo angustiado, pues notó que en serio lo había cabreado.

—Tae...

—¡Solo quiero que metas a tu amiguito en mí!, ¡¿Eso es mucho pedir?! —soltó ante la desesperación y el rostro de Jungkook se llenó de un asombro incorregible.

—Wow —balbuceó, después de unos segundos, totalmente extasiado: fuera de sí—... Wow —repitió, conteniendo ligeramente el aliento y sonrojándose de golpe—... Wow...

—¡Esto es todo! —exclamó el mayor y, sin ningún cuidado, puso la tarjeta en el lector de la puerta, logrando abrirla, aún mirando, acusativo, a Jeon Jungkook—. Eres el peor novio del —pero sus ojos dieron por fin con el interior de la habitación y la realidad le azotó con una fuerza enorme, una que le robó el aliento—... mundo —musitó, sin poder detener la impresión; pero de inmediato pensó que quizá se había equivocado y que esa no podía ser su habitación: por eso fue a comprobar, rápidamente, el número grabado en la puerta.

—Sí lo es —le confirmó el pelinegro.

—Pero... pero... ¿Qué...?

—El peor novio del mundo preparó todo para meter a su amiguito dentro de ti, pequeño bebito impaciente.

—Jungkook...

—Ven —le dijo suavemente, tomando su mano con delicadeza y haciéndolo entrar en el sitio—... te haré el amor ahora mismo.

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