66. Lo que un ebrio quiere
Abril.
—¡Jungkook! —saludó el entrenador en cuanto el pelinegro ingresó en la sección VIP, del estadio de los Jeon, llevando a Kim Taehyung de la mano.
—¡Jackson Hyung! —regresó como saludo y solo apretó levemente el agarre sobre la suave mano de su novio, para guiarlo entre las mesas, hasta llegar al sitio desde donde lo había llamado el mayor.
—¡Ahí está mi niño dorado!, ¿Cómo está el joven más talentoso del mundo? —preguntó muy sonriente y Jungkook enseñó sus pequeños dientes de conejo, sintiéndose apenado ante la manera en que Jackson lo había descrito.
—Estoy bien, Hyung —contestó, llevando su mirada hasta Taehyung, quien, por un instante, perdió sus ojos negros en el ventanal del lugar, mismo que le trajo recuerdos: La celebración a la que había sido invitado, era justo en el sitio donde Jungkook y él pasaron la noche, el día que se confesó y una tormenta de nieve azotó a la ciudad—... Tú... ¿Ya estás ebrio? —preguntó, volviendo la mirada hasta su entrenador y confirmando que aquel saludo tan orgulloso, había sido por el alcohol que ya se colaba en el sistema del joven.
—¡Por supuesto!, ¡Era justo y necesario!
—Para él, siempre es justo y necesario —comentó Namjoon, quien apareció detrás del extranjero y le dio un par de coscorrones. Ambos eran muy buenos amigos y tenían ese nivel de confianza, así que no se había visto raro.
—¡Hey! —reclamó el pelirrubio a su amigo y solo se levantó de su asiento para regresarle un golpe mal calculado—. ¡Sin críticas! —exigió—, ¡Mejor vamos a beber, esa tercera ronda no se tomará sola! —aconsejó y su mano fue hasta tomar el hombro de Jungkook, donde dio un par de palmadas—, ¡Ven, Jungkookie!
—Lo siento, Hyung —dijo el pelinegro, sonriendo levemente—. Hoy no quisiera beber, tengo compañía —anunció, como si ninguna de las pocas personas en el lugar, se hubiera dado cuenta de la presencia del joven fisioterapeuta.
—¡Ah!, el niño bonito de los rizos castaños. Mjmh, muy buen prospecto.
—¿Verdad? —cuestionó Jungkook y su mirada fue otra vez hacia su novio, encontrándolo algo sonrojado por el comentario—, es muy hermoso: como un príncipe de un cuento de hadas —pronunció, admirándolo de pies a cabeza.
—¡Claro! —habló Jackson, viendo a Taehyung también—... Por eso mismo es muy comprensivo... Así que no se molestará si descubre que, su hombre, no es más que un borracho veloz.
—¡Hey! —regañó a su mayor—... No, no, no, no, no... No es verdad, TaeTae, no lo escuches.
—Está bien, Jungkook. No hay problema —terminó diciendo Taehyung, tratando de esconder la sonrisita linda que le quería salir, al pensar en lo que había dicho el ebrio de Jackson Wang: Jungkook era su hombre, sí.
—No, Tae...
—Ya Jungkook —soltó la señora Jeon Heeyon, recién aproximándose al grupito—, no quieres beber porque no quieres que Taehyung vea cómo te quedas dormido con tu poco aguante... Debes dejar que tu novio conozca cada faceta de ti, así que no te hagas del rogar y no rechaces más a tu entrenador. Taehyung entiende —explicó y dejó una botella cerrada en la mesa de Jackson, que ninguno supo de dónde sacó—. Taehyung, cariño —nombró, desconcertando al chico que no pudo evitar mirarla, sorprendido, al instante—, ¿Podrías acompañarme por unos platillos del bufete?
—Cla... claro —contestó y la señora le indicó que la siguiera, pero su mirada viajó nerviosa hasta Jungkook, quien asintió en respuesta, brindándole confianza y dándole un ligero apretón en su mano, para luego soltarlo.
Después de avanzar por el pasillo, ambos se internaron en una de las tantas habitaciones que había en la instalación. De inmediato, Taehyung abrió los ojos ante el asombro, en el sitio sí había comida, pero las botellas de alcohol abundaban por todas partes, eran tantas que, haciendo cálculos rápidos, podía dejar una en cada casa de Seúl y después de ello, aún no quedaría vacío el lugar.
—Siéntate —le pidió, mientras ella se acomodaba detrás de la agraciada barra y preparaba dos copas—... ¿Blanco o tinto? —le preguntó, sin mirarlo y Taehyung se sintió aún más desconcertado: Si no llevaban la comida, se enfriaría.
—Tinto —fue lo que contestó y pudo ver como la señora sonreía.
—Buena elección, prefiero el vino tinto —dijo y entonces tomó una botella, para verterla en las copas y ofrecerle una a Taehyung, mientras tomaba asiento frente a él, relajándose—... Anda —le animó, agarrando ella su copa y dándole un pequeño sorbo.
—Mmh, ¿La comida no se enfriará? —preguntó, tomando, casi sin querer, la copa ofrecida.
Pero una carcajada por parte de la mujer, lo hizo desconcertar aún más—. Taehyung, que gracioso eres —mencionó volviendo a reír—... Jamás te pondría a cargar cosas, no seas tonto... Te traje aquí, porque quiero hablar contigo.
—Oh —murmuró el pequeño, entendiendo, pero a la vez resaltando su confusión—... ¿Qué sucede?
Y ante su pregunta, la mujer dejó su copa a un lado y sus manos fueron directo a tomar las suyas—. Lo siento mucho, Kim Taehyung —habló con toda la sinceridad del mundo y sus ojos mieles se clavaron en los del menor, alterándolo un poco—... Yo no estaba pensando bien y tenía miedo; por esa razón, atenté contra tu relación con mi hijo —confesó y sus bonitos orbes se llenaron de lágrimas—. Estaba asustada: eres la primera pareja de Jungkook y, como te considerabas heterosexual, desde el inicio creí que era una mala idea, que no duraría y que terminarías yéndote... abandonándolo —admitió—. Lo siento, fui una mala persona y ni siquiera escuché a mi propio hijo. Pensaba que ustedes estaban jugando, que todo su romanticismo e ideas, no eran más que un simulacro. Por eso no quería que el mundo lo supiera, no valía la pena lidiar con todo lo que se nos vendría encima, si de todas maneras se acabaría inmediatamente... Perdóname, niño... te juzgué mal, te vi como la persona que venía a destruir a mi hijo... te vi como el malo del cuento, aun cuando nada había sucedido. Me equivoqué, me equivoqué como nunca antes me había equivocado, tú solo eres un niño que adora a mi niño... y Jungkook no te habría elegido si no supiera que eres tú: lo conozco, él es muy diferente a mí, él piensa las cosas mil veces antes de actuar, él vence todas las barreras y se queda en su postura una vez que está completamente seguro de lo que quiere... y te quiere a ti... y sé que, si aun después de todo esto, te vas, nada nunca será igual para él, vivirá para siempre con tu recuerdo y no volverá a intentar nada con nadie, porque lo marcaste... Pero está bien, porque no hay nadie mejor, para él, que tú, estoy completamente segura de ello. Hoy en día, me arrepiento inmensamente de lo que les hice; estaba preocupada por el corazón de mi hijo, sin razonar que, el mismo, pendía de las mejores manos del mundo: las de un fisioterapeuta que daría su vida por él... Así que, por el bien de mi hijo, su relación y la nuestra, te ofrezco nuevamente mis disculpas... No hay nada que quiera más en la vida, que tu sincero perdón... Aunque entiendo si no puedes hacerlo, entiendo si te sientes muy lastimado y es algo que no superarás, entiendo...
—La perdono —soltó Kim Taehyung, interrumpiéndola y viendo cómo, largas lágrimas, le escurrieron desde sus mieles—... la perdono, señora Jeon.
—¡Oh, cariño! —sollozó y se levantó de su sitio, rodeando la barra y yendo a abrazar al joven castaño, enredándolo en sus brazos con calidez y sintiéndose correspondida al instante—... Eres tan bueno y comprensivo —dijo, al jadear—... Lo siento, de verdad... Te prometo que jamás volverá a repetirse. Ustedes dos tienen todo mi apoyo para siempre y los ayudaré en lo que necesiten. No están solos en esto, seré la madre que merecen y lucharé contra la corriente con tal de obtener su bienestar —acordó, acariciando unos ricitos de Taehyung que le quedaron cercanos.
—Gracias —musitó, contagiándose del sentimentalismo de la mujer. Cualquiera pensaría que era una estupidez, que, en vez de estar agradeciendo, debía reclamarle por lo mal que la pasó cuando todo con Jungkook era tan complicado, debía decirle que era una muy mala madre y hasta recordarle lo presionado que hacía sentir a su hijo, cada que venía una carrera; pero no lo hizo, solo dibujó una pequeña sonrisa en su bonito rostro, sintiéndose conmovido por el mar de sentimientos que tenía dentro. Jamás imaginó volver a estar en una habitación con la mamá de su chico, mucho menos que ella se disculpara—. También me esforzaré: seré un buen novio para su hijo, se lo prometo.
—Ya lo eres, pequeño —pronunció y Taehyung se sintió feliz con el comentario. Qué bonito era sentirse reconocido y aceptado—. Lo que dije hace un momento, de ser la madre que ustedes merecen, aplica también para ti, Taehyung —dijo y se separó un poco, observando los ojos oscuros, que ya eran rojizos por el cúmulo de lágrimas invasoras y, con una sonrisa, tan auténtica como la de su novio, retiró un pequeño mechón de su cabello ondulado, hasta acomodarlo detrás de su oreja—. Sé que la comparación es una falta de respeto, pero, si en algún momento te sientes cómodo con ello, puedes verme como a una mamá, cariño. Voy a cuidar de ti y te apapacharé cada vez que lo necesites, ¿Está bien?, solo tienes que pedirlo y mis brazos te enrollarán.
Y Kim Taehyung ya estaba sollozando, era imposible no hacerlo, la mamá de su novio, le estaba ofreciendo su regazo, ¿Cómo negarse a tal hecho si había tanto amor de por medio?
—Gra... gracias —fue lo que pudo decir y, de inmediato, la mujer acudió a limpiar sus lágrimas.
—No llores, que seguiré llorando y mi delineado se caerá —pidió, tratando de ser graciosa, pero llorando igual.
—Lo siento —musitó—. No puedo evitarlo... es que... es que... gracias.
—No agradezcas, lo he dicho de corazón —estableció y volvió a abrazar a Taehyung—. Ahora, ¿Qué te parece si terminamos nuestras copas y luego vamos a ver si Jungkook ya se durmió?, capturemos algunas fotos para ponerlas en el álbum familiar y burlarnos de él cada tanto.
—Está bien, está perfecto.
Los minutos pasaron y ambos salieron de la habitación, después de haber platicado de un par de cosas triviales. Caminaban por el pasillo en tranquilidad, mientras hablaban cómodamente; eso, hasta que fueron alcanzados por Park Jimin, quien iba llegando a la fiesta.
—¡Hola! —saludó, muy alegre—, Buenas noches —dijo, inclinándose levemente y sonriendoles a ambos.
—¡Hola, Jimin! —contestó Heeyon—. ¿Recién llegas?
—Sí, se me hizo un poco tarde.
—Oh, no te preocupes, nosotros vamos llegando también.
—¿En serio? —preguntó, sorprendiéndose.
—Algo así, ¿Verdad, Taehyung?
—Sí —fue lo que contestó el castaño. Se sentía algo nervioso ante la mirada del pequeño rubio.
—¿Entramos? —preguntó la señora.
—Antes —detuvo Jimin—... ¿Podríamos hablar un momento, Taehyung? —cuestionó y Kim Taehyung lo miró con algo de angustia, para, al final, terminar asintiendo.
—Los veo adentro, ¿Okay? —soltó Heeyon y, después de sonreír, los dejó a solas.
—¿Has estado bien, Jimin? —preguntó Taehyung y el ajeno asintió un par de veces, mientras sonreía, mostrando una actitud completamente diferente a la de aquel día.
—¿Tú?
—También —dijo Taehyung y el pequeño sonrió más amplio.
—Me alegra —y, después de tomar una bocanada gigante de oxígeno, decidió hablar—. Discúlpame por lo de la otra noche, por favor. Estaba muy molesto y, sinceramente, los celos me dominaron. Jamás pensé que terminaría ofendiéndote, no era mi intención; Sin embargo, acepto que fui de lo peor y cometí un gran error, tú no tenías la culpa de...
—Está bien, Jimin —contestó Taehyung, sonriendo, y soltándole un golpecito al hombro.
—¿En serio? —preguntó este, asombrándose.
—¡Claro! —decretó—. Ya me he familiarizado con la situación y, si lo que pasó, me hubiera ocurrido a mí, también hubiera reaccionado de esa manera. Así que no te preocupes, entiendo todo y no estoy molesto, sé que no era tu intención —y respiró profundamente, dando una sonrisa sincera—... Lamento haberte robado a tu mejor amigo.
—Oh, vamos, no digas tonterías —pidió el más bajito, avergonzándose—. Sé que no es el caso y que Jungkook es feliz, así que vale la pena.
—Gracias por verlo desde ese punto —pronunció y ambos rieron, dándole un paso a un pequeño silencio, que los sumergió estáticamente.
—Taehyung —llamó Jimin, segundos después, pensando seriamente lo que quería preguntar—... Él... ¿Ha estado bien?
Entonces, Taehyung sonrió tiernamente. Le causaba dolor de cabeza que ambos chicos se complicaran tanto, pero era lindo ver cómo, después de todos esos problemas, seguían preocupándose por el ajeno—. Está bien —informó—... Aunque, honestamente, no ha sido nada sencillo. Trata de salir adelante, pero le sigue costando, supongo que está en el proceso de resignación.
—¿Resignación? —preguntó Jimin, preocupándose levemente.
—Sí —arguyó Taehyung—, tratando de entender que no lo quieres cerca —recalcó, viendo como el cachetón se encogía de hombros, perdiendo toda la energía con la que le había saludado en un inicio—... Jimin —le llamó y los ojitos del rubio dieron con los suyos—... Está bien cualquier cosa que decidas hacer, ¿Okay?... Yoongi te quiere, sí, pero tú debes de quererte más... No es sencillo para ninguno y sé que el dolor está latente, pero estarán bien... No te preocupes tanto, el tiempo acomodará las cosas, saldrás de esta y serás feliz, con Yoongi o sin él, porque nadie es indispensable más que tu propia persona. Procura ser tu prioridad y buscar tu felicidad donde más cómodo te sea. Si coinciden, sería grandioso, si no, vendrán cosas y/o personas mejores para ambos. Así que ánimo, que al final pasa todo y no pasa nada.
—Tienes toda la razón... Gracias por decirlo, Taehyung.
—Gracias a ti, por preguntar por mi amigo. Estás siendo muy valiente, las cosas mejorarán.
—Gracias —volvió a repetir y Taehyung le sonrió más.
—¿Vamos adentro?, quiero ver como Jungkook duerme sobre alguna de las mesas.
—¿Jungkook duerme?
—Su mamá dijo que se queda dormido con el tercer trago —y una carcajada feliz, salió de los labios de Jimin.
—Es verdad, es muy malo bebiendo.
—Necesito ver eso —declaró y ambos rieron para después ingresar al salón donde celebraban el triunfo del pelinegro, pero jamás imaginaron que se llevarían la sorpresa de su vida—. ¡Santo Dios! —soltó Kim Taehyung asombrado y Park Jimin no se quedó atrás: la imagen de Jeon Jungkook, bailando el Gangnam Style de PSY junto con Kim Namjoon y Jackson Wang, fue algo que nunca les pasó por la mente.
—¡Eso, Jungkook! —gritó la señora Jeon, emocionadísima de ver a su hijo prendiendo la pista—... ¡Muéstrales quién manda, nene!
Los vítores no paraban ahí. Todos aclamaban emocionados a los tres bailarines que se deshacían sobre la pista; entre la familia de los Jeon y el staff completo, el sitio era toda una locura. Las luces de colores solo hacían que el ambiente fuera más emocionante y el sonido de la música era tan alto, que no permitía a nadie hablar en un tono tranquilo, cosa que no era problema, pues la mayoría de las personas estaban más que bebidas: las conversaciones, de por sí, ya no eran normales.
Sin embargo, aún con el aspecto aturdido que lo pilló, Kim Taehyung no pudo evitar sonreír: jamás había visto a su pelinegro divertirse tan descontrolado, era una situación fantástica, una que en serio estaba disfrutando su amor; así que no podía parar de sentirse enamorado, sobre todo cuando bailaba tan exquisito y deslumbraba en el escenario.
Su novio era un estuche de monerías, sin duda.
Cuando menos acordó, también ya estaba gritando, aunque, en cuanto lo notó, trató de moderarse: gritarle a su novio que lucía súper sexi en la pista, no era algo que sonara adecuado enfrente de toda su familia.
La música terminó y la pose final de los tres fue tan dramática, que el mundo entero enloqueció y los gritos fueron estridentes, provocando que el lugar se sintiera más cálido y exuberante.
Taehyung no pudo dejar de aplaudir y soltar grititos emocionados: tenía al novio más talentoso del mundo. Fue hasta cuando los ojos de Jungkook dieron con los suyos, que se detuvo anhelante, pues el pelinegro ya estaba ahí, sonriéndole bobamente al siguiente segundo.
—¡TaeTae! —exclamó alzando los brazos y rodeando al muchacho castaño que sonrió a la par en un cuadrito—, ¡Te extrañé, bonito! —y aquello se sintió tan precioso, como la manera agraciada en la que un pequeño describiría lo dulzona que está su caramelo recién comprado.
—¿No se supone que te iba a encontrar dormido por ahí?, venía preparado para que me usaras de almohada —soltó Taehyung, dejándose abrazar por el joven que olía, etéreamente, a alcohol y nuez.
—¡Taehyung! —se quejó en su oído y Taehyung solo rio.
—¡Bailaste increíble, amor!, aún no puedo creer lo bueno que eres para todo —calificó—, ¿Desde cuándo sabes la coreografía? —y una carcajadita salió de los labios de Jungkook.
—Desde los quince —aceptó riendo y se alejó levemente, para poder ver la carita de su novio rizado. Enseguida, Taehyung volvió a reír: el rostro de Jungkook estaba tan rojizo, que no podía creer lo tierno que lucía así de sonrojado—... ¡TaeTae! —volvió a clamar, como si volviera a saludarlo y sus labios dieron en el blanco, dejando un besito en la punta de la nariz del mencionado—... estás más hermoso que ayer y menos que mañana —entonces, el castaño se iba a burlar, diciendo algo como: "No hay peor poeta que el que no sabe rimar" o "Romeo, Romeo, ¿Dónde estás, que no te veo?, pero su pelinegro fue más rápido—. Eres mi novio favorito.
—¿Qué? —preguntó a la brevedad, apenas asimilando lo que había escuchado; sintiendo como Jungkook llevaba su mano hasta el lóbulo de su oído y se dedicó, fervientemente, a acariciarlo—, ¿Pues cuántos tienes? —y ante la pregunta, Jungkook volvió a reír, atontado.
—Tú —mencionó, comenzando a enumerar mientras su atención estaba real y verdaderamente enfocada en su bonita piel, como si su oreja fuera la cosa más interesante del mundo—, tú —repitió, muy seguro de sí—... y tú —dijo, para volver a reír pequeñito y llevar sus labios hasta donde tocaba, dejando un besito tibio.
—Oh, amor, eres tan tierno —pronunció Taehyung y, sin poder evitarlo más, se abrazó del cuerpo del atleta, derritiéndose en sus brazos, confirmando que, aunque estaba tambaleante, era el sitio más seguro del mundo para su persona enamorada.
—No soy tierno, soy rudo —le contestó segundos después, molestándose apenas.
—No es verdad, eres como un conejito —le dijo, al pincharle una mejilla y el ceño fruncido de Jungkook, solo lo hizo reír.
—No.
—Sí.
—Te digo que no.
—Que sí.
—No, TaeTae —soltó, a punto de hacer un berrinche, pues Taehyung pudo jurar que, si no fuera porque se había contenido, pudo haber visto un puchero precioso—... No soy un conejo, soy un humano.
—Un humano muy lindo que parece un conejito.
—¡No! —exclamó y sus manos se ataron con fuerza a la cintura de Taehyung, como tratando de demostrarle 'quien manda'—... No es verdad... soy tu hombre, no tu conejo.
—Pero es que eres tan suave y apapachable —y al decir eso, pellizcó uno de los cachetes rojos, con todo el cariño del mundo—... como un tierno conejito.
—No, no —repitió, sintiéndose muy ofendido por el muchacho que sonreía burlesco—... Eres malo —le dijo—... Ya no te hablaré de mi secreto.
—¿Un secreto? —preguntó Taehyung, sintiendo como la conversación se le iba de las manos—... No, Jungkook, nosotros no tenemos secretos... Tienes que decirme.
—No puedo —soltó, fingiendo ser altanero.
—¿Por qué no? —inquirió, preocupándose cada vez más.
—Los conejos no hablan —y ante aquella respuesta, Taehyung no tuvo más que darse un golpecito en la frente: su novio era tan astuto, incluso estando ebrio, que le causaba un tremendo coraje en el corazón.
—No, Jungkook. Era un juego, no eres un conejo.
—¿Ah, no? —recibió como pregunta, aún con una postura ofendida.
—No, te juro que no.
—No te creo.
—Hablo en serio, no eres un conejo —repitió, pensando que no podía ser más tonta su conversación... ¿Por qué lo estaban discutiendo?
—Pruébalo —retó y Taehyung quiso morirse.
—¿Probarlo?, ¿Cómo lo probaría?
—No lo sé, tú eres el que clasificas a las personas como conejos.
—¡Jungkook! —ahora, el del berrinche era otro—. ¡No hagas eso!
—¿Hacer qué?, los conejos no hacemos nada.
—¡Kookie! —chilló—... No eres un conejo, eres un humano, un hombre, un hombre muy rudo, sexi, fuerte, veloz y talentoso, que tiene un único novio favorito —y de pronto, se acercó, dejando pequeños besitos desesperados en las mejillas del más alto—... Taehyung no besaría a un conejo, ¿Ves?, porque un conejo no sería igual de precioso... esa es la prueba de que no eres uno; Taehyung solo besa a su hombre —terminó, tan angustiado como si fuera la propia verdad de la vida.
—Bueno —fue lo que le contestó, restándole importancia a todo lo que Taehyung había dicho.
—¿Bueno?... ¿Eso es lo que dirás?, ¡Yo quiero saber tu secreto!
—¿De verdad?
—Sí, mucho... Dime —rogó, alargando y casi dando saltos desesperados.
—Bueno —volvió a decir—... Solo porque eres bonito —aceptó y se acercó a su oído, cubriéndose la boca con sus manos, evitando que la gente alrededor escuchara: cosa que era imposible de suceder, porque el sonido de la música rebasaba los límites de lo debido—. Tome un trago —susurró y entonces comenzó a reírse, como si fuera la cosa más extravagante e impensable que nadie en el mundo era capaz de efectuar.
Taehyung pudo haberlo golpeado, pudo haberse molestado y soltado de su agarre e, incluso, pudo haberle reclamado la nimiedad de sus palabras y lo mal que había logrado ponerlo; pero solo sonrió, sin poder evitar perderse en lo hermoso que era Jeon Jungkook, en sus increíbles mejillas rojas y en sus ojos entrecerrados por las carcajadas que estaba soltando.
—¿Solo uno? —le preguntó, conservando la paciencia y el menor se detuvo, enrojeciendo más, como si la conversación fuera algo prohibida o extremadamente vergonzosa.
—Bien, tres, quizá.
—¿Tres?
—Siete —dijo, soltando la risa otra vez—, siete tragos —confesó, seguro de sí—. Pero no estoy borracho, te lo juro. No te enojes, fue Jackson Hyung.
—No me enojo, amor.
—¡Ah, Tae!, eres como el cielo —le dijo y sus labios fueron a dejarle un beso en la frente—. Te quiero, precioso príncipe morado.
—¿Morado?, ¿Por qué no azul?
—¿Qué te pasa?, yo soy el príncipe azul... Ese es el lugar de los hombres rudos, tú eres delicado, fino y sensible, de color morado.
—¡Agh!, ahora yo necesito un trago.
—Vamos —ofreció—. En aquella mesa, bailaré el Gangnam Style solo para ti.
[...]
Eran cerca de las dos de la mañana y ahí estaba Taehyung, sentado en uno de los tantos sofás decorativos, jugando, muy concentrado, con la mano de Jungkook, quien descansaba su cabeza sobre su hombro, sin más energía para seguir con la vida. Si no fuera por los constantes toques suaves de su chico, ya estaría en el quinto sueño de la noche.
Frente a ellos, la fiesta seguía más que alebrestada. No cabía duda de que las personas que los acompañaban, sabían divertirse muy bien: tanto la familia de los Jeon como el staff completo, ninguno nunca se detuvo, hasta la señora Jeon estaba dominando el karaoke.
Kim Taehyung tenía una sonrisa tonta en los labios y no fue hasta que Jeon Jungkook se alzó a dejar un beso en su cuello, que lo notó. Sin embargo, el más joven no le dijo nada, solo subió su mano libre y acarició la mejilla del castaño, acomodándose mejor a su costado y acurrucándose, como pudo, en el cuerpo delgado del mismo.
—Te quiero —le dijo y Taehyung soltó una risita.
—Te quiero —regresó y tan pronto como había hablado, Jungkook lo rodeó entre sus brazos, atrayéndolo todo lo posible a él.
Ambos volvieron a reír y simplemente se quedaron así por unos minutos: en una posición extraña sobre el sofá, viendo a la gente bailar por todos lados y observando el caos que armaban las luces de colores.
Posteriormente, cuando Taehyung estaba más que ensimismado acariciando los mechones negros de Jungkook, este último, dejó un beso húmedo en su cuello, que lo hizo pegar un respingo sorpresivo. Sonrió y se separó un poco, buscando la mirada miel que, para ese instante, se cerraba cada tanto, cargada de sueño.
Sus labios se unieron en un pico que se convirtió en dos, y luego en tres y luego en seis, y luego la boca de Jungkook bajó por su cuello, saboreando, tintineante, cada poro que logró alcanzar, lamiendo y clavando su nariz en ese olor a lavanda con alcohol que le fascinó, aunque fuese algo ácido.
Fue cuando comenzó a mordisquear sus clavículas, que Taehyung cayó en cuenta de lo que hacían frente a toda esa gente. Es que soltó un gemido agudo y, al escucharse, se sonrojó más de la cuenta: estaba ebrio, pero menos que Jungkook, así que todavía podía actuar, meramente, centrado.
—Koo, Koo, Koo —balbuceó, metiendo ambas manos entre ellos y sufriendo un poco por sentir el vacío que le dejó el espacio marcado por su separación—... Necesito hablarte, ¿Salimos un momento? —fue lo que dijo, pues los ojitos dormilones lo miraron algo decepcionados. No obstante, Jungkook asintió y Taehyung se puso de pie, tirando del perezoso muchacho veloz.
Salieron de la sala y el mayor llevó a Jungkook hasta el fondo del pasillo, donde había un cruce que bien podría ser un escondite. Estaba oscuro, pues era al lado contrario de la entrada, así que la gente no iba, ni de cerca, para allá.
—¿Qué ocurre? —preguntó Jungkook en cuanto Taehyung se acomodó contra la pared, pero este le ignoró, pues consideró más importante estirar la cabeza para observar el pasillo una vez más, como cerciorándose de que estuvieran a solas.
—Dame un beso —pidió y Jungkook se confundió.
¿Habían ido hasta ahí para eso?
Sin embargo, no dijo nada, solo se acercó al joven y, acatando su orden, cerró sus labios sobre los del ajeno, quien, de inmediato, se colgó de su cuello, poniendo todo de su parte en ese contacto que comenzó a ser cautivador cuando pudieron anclarse al otro, deslizando, fervientemente, sus belfos con los distintos.
El sabor a alcohol no era lo único que compartían, también estaban las caricias que comenzaban a dejarse y los suspiros que iban saliendo de a poco. Las manos de Jungkook se posaron precisas en su cintura y Taehyung metió su lengua en su boca, haciéndolo entender la razón de porqué lo había llevado hasta ahí: necesitaba la privacidad suficiente para besarlo con vivacidad.
Suspiró nuevamente, la somnolencia no le iba a ganar justo cuando su novio quería sentirlo cerca. Así que su lengua se movió también y el mayor enredó sus dedos en los mechones negros de su nuca; la sensación era agradable y mágica, le asfixiaba y le hacía querer avanzar.
Entonces, con decisión, sus manos bajaron y entraron debajo del suéter de Jungkook, por primera vez, puntuales, preparados para acariciar el suave dorso trabajado. En agradecimiento, Jungkook le lamió el paladar y dejó ir sus manos por debajo de su suéter, posicionándolas en su espalda baja, donde hizo un par de círculos que obligaron al mayor a presionar hacia adelante, donde sus dos partes se rozaron.
Eso fue suficiente para que el calor aumentara, tanto, que el beso se descontroló por la desesperación y la saliva comenzó a escurrirles entre las comisuras; choques de dientes llegaron y fue Jungkook quien no pudo resistirse a morder de la piel de Taehyung, mientras este empezaba a acariciar alrededor de sus dos botones.
Pasión y deseo: eso era lo que había entre cada roce voraz. Tan sencillo y anhelante como tal.
Tres, cuatro, cinco lamidas suaves y las manos de Jungkook ya estaban desabotonando el jean de Taehyung.
¿Por qué siempre llegaban a ese punto?, ¿Por qué ya no tenían suficiente con solo besarse?, ¿Por qué tenían que tocarse así y porqué se tenía que sentir tan rico?
Suponían que así era el amor y que ellos estaban tan llenos de él, que era completamente imposible apagar el contacto. Es que se sentía tan bien y tan celestial, que estaban totalmente seguros que adorarían vivir su intimidad juntos; pero la burbuja de jabón se rompió, cuando un gemido torpe salió de los labios desocupados de Taehyung y Jungkook necesitó de detenerse de golpe, justo después de haber clavado sus dedos en el redondo trasero del mayor, que ya apretaba con afán efusivo.
—No —susurró y sus ojos dieron con los de Taehyung, quien lo miró desconcertado al instante—. Estoy muy ebrio, pero soy consciente de que quiero hacerte el amor —y al decirlo, sus manos salieron del bóxer de Taehyung, para luego alejarse, quizá, a un metro de distancia—. Sé que también lo quieres, pero no está bien.
—Koo —murmuró Taehyung, observando cuán frustrado se había puesto el menor—... ¿Por qué? —preguntó—... ¿Por qué no está bien?
—Porque no quiero que pase así— admitió—. Quiero hacerte gemir y penetrarte tan exquisito que te derritas de placer... pero no en un pasillo, no en el estadio, no con el staff cerca y, sobre todo, no estando borracho —y entonces se volvió a acercar a Taehyung, tomándolo de la cintura con cariño—. Quiero acordarme de todo, quiero grabarte completo en mi mente... No quiero que sea apresurado, quiero desnudarte en una cama y jugar toda la noche contigo: acariciar y besar cada parte de ti... Quiero que sea romántico y perfecto, que lo disfrutes igual y no quieras parar hasta quedarte dormido en mi pecho... También quiero que te sientas cómodo, que no estés temiendo porque alguien nos pueda descubrir. No te mereces menos que una noche de pasión preciosa, realmente sana e inolvidable... y quiero respetar eso siempre.
—Ay, Koo —fue lo que dijo Taehyung, estaba tan conmovido, que no podía con su propia suerte.
—No te enojes, por favor.
—¿Cómo podría enojarme? —preguntó, comenzando a sonreír y subiendo sus brazos hasta el cuello del tipo que le había robado el corazón—... ¿Cómo podría siquiera pensar en estar molesto contigo? —de nuevo, sus palabras quedaron suspendidas en el aire, Jungkook tenía miedo de arruinarlo, era obvio para ambos—... Estoy tan feliz —confesó y entonces Jungkook lo miró distinto, un poco menos "regañado"—, tengo al novio más respetuoso, atento y perfecto del mundo entero, que no tengo idea de qué hice en mi otra vida para poder siquiera tocarlo —dijo y sus labios dieron con los del menor—. Gracias por siempre pensar en mí y en lo que quieres para ambos —soltó y besó de nuevo—. Lo haremos en su momento y lo haremos bien, amor, así que no te preocupes, ni te sientas presionado, que yo te confío mi vida entera.
—Te quiero —susurró Jungkook y Taehyung no hizo menos que derretirse en esos brazos.
—Te quiero también —admitió y entonces pegó su frente con la de Jungkook, cerrando los ojos con fuerza, para transmitirle plenitud y seguridad, esa que siempre era mutua. Entonces, lo que le había costado días enteros sin dormir, vino de golpe a su mente—. Me voy a Busan —soltó de pronto y una de sus manos hizo puños la tela del suéter de Jeon, quién se retiró de repente, asustándose por lo recién escuchado—. No, no, amor, no te asustes —le pidió, pero los ojos mieles lo siguieron mirando despavoridos—... Es por trabajo —explicó—... será solo una semana y regresaré lo más pronto que pueda: para verte... Además, te llamaré a diario, me aseguraré de estar en contacto y te contaré lo que sea que suceda —terminó de decir, pero Jungkook no retractaba su sentir. Estaba completamente impresionado; eso, hasta que, después de unos segundos de largo sufrimiento, relajó, poco a poco, su expresión.
—Estuve a punto de desmayarme —balbuceó y Taehyung soltó un suspiro aliviado: al menos ya le había hablado—... ¿Por qué no me habías dicho?
—Porque quería que la competencia fuera tu prioridad —admitió—. Sé que no es para tanto y que la forma en que lo solté no fue adecuada, pero es que así lo siento. Lo supe hace dos semanas y creí que estaría bien, pero, ahora que me estás abrazando, es tan difícil pensar en que me soltarás y en que no podré tenerte cerca durante estos días.
—Taehyung —murmuró Jungkook y el mayor se estremeció, no sabía si era por las ganas de llorar que de pronto aparecieron, o por la forma dolida en que lo nombró el pelinegro—. Es del otro lado del país...
—Ya sé...
—Y una semana tiene 192 horas.
—Ya sé...
—Y estarás muy lejos.
—Ya sé, amor...
—Te voy a extrañar —terminó diciendo.
—Yo también —y tras ello, comenzó a llorar.
Díganle llorón, pero es que no lo podía evitar: el alcohol lo ponía sensible y que su novio dijera aquello, no ayudaba a su estabilidad.
—No, Tae —soltó Jungkook, arrepentido: debió ser más comprensivo, debió actuar de forma distinta y no resaltar lo negativo—... No llores, precioso —le pidió—. Está bien, no pasa nada. Solo es una semana, se irá volando y volveremos a estar juntos. Además, como dijiste, hablaremos a diario y no será tan diferente a esos momentos cuando no podemos vernos en el transcurso de los días... Pensemos así, pensemos que cada quien estará ocupado, como en todas esas ocasiones: tú en el hospital y yo en la pista. Te prometo que será ligero y volverás más pronto de lo que imaginas.
—Koo —murmuró el castaño entre el llanto, sin tener nada que decir.
—Tae —repitió el menor, sintiéndose más terrible que cualquier cosa en el mundo.
—Me esperarás, ¿Verdad?
—Cada maldito segundo.
—Koo —volvió a repetir, lleno de pesar—. Te quiero mucho.
—Te quiero mucho, mucho, mucho más, hermoso príncipe morado.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top