63. El dilema de Jungké

Abril.

Park Jimin entró luego de Jeon Jungkook, a ese famoso bar que habían planeado visitar desde su inauguración. Con sinceridad, al rubiecillo le parecía una tontería estar ahí, pues ya habían pasado meses de aquel suceso; sin embargo, le sorprendió mucho cuando Jungkook lo buscó esa tarde, invitándolo a, por fin, asistir al lugar.

Se quería negar, algo le decía que era mejor permanecer en su casa; pero el menor no se lo permitió, así que, ahora mismo, iba detrás de él, siguiéndolo receloso, justo hasta la única mesa que encontraron vacía.

—¿De verdad no estás ocupado? —preguntó, al tomar asiento—. Seguro tienes mejores cosas que hacer.

—Hyung, no seas tonto. Mi vida es complicada, pero no tanto —contestó, acomodándose frente al mayor y soltando una risita.

—Bueno, es que no se sabe contigo: entre la pista y Kim Taehyung, ya no cabe Park Jimin —soltó, en una combinación de burla y recelo, tomando el menú del establecimiento.

—Oh, ¿Don Celoso vino hoy? —inquirió el menor, abriendo la otra carta que también estaba sobre la mesa.

—¡Por supuesto que no!, ¿Quién estaría celoso de que su mejor amigo tiene un novio rizado y parlanchín, al que le dedica su vida entera? —cuestionó, sonriendo falsamente y haciendo reír al pelinegro.

—Tú no, Park Jimin —estableció, siguiéndole el juego y sonriendo igual.

—¡Claro!, somos adultos.

—Por supuesto.

—Ajá.

—Ajá —respondió Jungkook y, burlándose, comenzó a leer el menú—. ¿Con qué empezamos?

—Whisky escocés —indicó, sin rodeos—. Ve a la barra por una botella, hay mucha gente y pocos meseros —y Jeon Jungkook no tuvo más que reír ante la actitud dominante de su amigo, le causaba mucha gracia cuando intentaba ser así.

—Bien. Iré, Don Celoso —soltó, mofándose al levantarse.

—¡Qué no estoy celoso!

—¡Claro!, ¡Lo que digas! —y, después de reír, se alejó.

Caminó entre las personas hasta llegar a la barra, pero tuvo que hacer de las suyas para escabullirse y meterse entre el gentillal.

Un bar no debería estar tan abarrotado, ¿No?

Pensó, luego de disculparse con un par de personas con las que chocó sin querer. No obstante, que el sitio estuviera lleno de gente, le hizo considerar que era una buena señal: seguro era como decían y en ese lugar servían las mejores bebidas de Seúl.

Como se dijo antes: Jungkook no era bueno con el alcohol, pero no por ello dejaría de intentarlo.

—¿Qué le sirvo? —le preguntó, a la brevedad, uno de los chicos que atendía la barra.

—Deme la botella del mejor Whisky escocés que tenga, por favor.

—En seguida.

—¡Kookie! —exclamaron a su costado, y pegó un brinco del susto al ver los ojitos negros de su novio.

—¡TaeTae! —soltó, y aunque pareció que clamó por el bullicio a su alrededor, en realidad, estaba espantado por haber sido encontrado con las manos en la masa.

—¡Amor! —chilló y, quitando a dos personas de su paso, se apegó al pelinegro, aferrándose a uno de sus fuertes brazos—... ¡Tengo quince minutos aquí y ese idiota no me ha prestado atención!, ¿Cómo hiciste para que te atendiera a la de ya?... ¿Le mostraste tus pectorales?, yo no he visto tus pectorales, ¿Por qué él sí?

—¿Qué? —inquirió a la brevedad, alegrándose de que Taehyung no le estaba reprendiendo por estar en un bar y no en casa de Min Yoongi—... Tae, no seas tontito: no voy por la vida enseñando piel. Además, si no los has visto tú, no los ha visto nadie.

—Más te vale —amenazó y, cambiando de actitud repentinamente, le sonrió en grande, plantándole un beso en la mejilla—. Hola, mi amor —saludó cariñoso y sus brazos se enredaron en el cuello del atleta—. Eres el mejor novio del mundo: sabías que te extrañaba y viniste a verme —soltó burlón y Jungkook le regresó una risita, mientras su mano se adhería a su cintura.

—Sí, es que, quererte tanto, me hace viajar hasta dónde estás. Eres mi destino siempre.

—Aw, te adoro un montón —dijo, conmovido y soltando un beso fugaz en los labios delgados—... Ya, en serio, ¿No ibas a estar en casa de Jimin?

—¿No ibas a estar en tu habitación? —y ante la pregunta, Taehyung soltó una risita, atrapado.

—Yoongi Hyung quería beber y me arrastró hasta aquí.

—Yo arrastré a Jimin Hyung —confesó, sonriendo apenado.

—¿Así que tú eres quien quiere beber? —inquirió, levantando una ceja.

—Una vez al año, no hace daño —se justificó.

—Pero no me invitas, malvado.

—Necesitaba ver que el lugar fuera bueno para ti, no puedo dejar que mi bebé se embriague con bebidas no adecuadas a su nivel intelectual.

—Sí, claro... mi nivel intelectual es importante.

—Ajá, de otra manera, ¿Cómo podrías mejorar la vida de tus pacientes?

—Exacto, mis pacientes también son importantes.

—Con que ninguno sea más importante que yo, todo está bien.

—Oh. Eso dalo por hecho, nene.

—Aquí tiene —interrumpió el barman, ofreciéndole la botella que antes había pedido.

—¡Gracias!, ¿Podría darme...? —se quedó en silencio y su mirada viajó hasta su novio, a quién seguía tomando por la cintura—... guapo, ¿Te gustaría ir a mi mesa? —le preguntó y Taehyung sonrió en gigante, sintiendo la tensión crecer en el empleado que atendía a Jungkook.

—Depende, ¿Habrá besitos de por medio?

—Siempre hay besitos de por medio.

—Acepto, señor —contestó y el pelinegro también sonrió.

—¡Perfecto! —soltó hacia su novio y le dio un besito en la mejilla, para después girarse hacia el barman—. Quiero cuatro copas, por favor.

—Cla... claro —balbuceó el empleado y, ante la sonrisa triunfante de Taehyung, simplemente, se movió y le entregó lo que había pedido.

Casi de inmediato, ambos salieron de la aglomeración y se dieron un cálido abrazo, como cada vez que se saludaban al volverse a ver.

—Dijiste que no le habías enseñado tus pectorales, ¿Por qué recalcaste que eres mío? —preguntó Taehyung al oído, sintiendo como Jungkook lo apretaba con amor.

—Porque soy tuyo y porque no quiero que haya dudas —admitió y un sonrojado Taehyung fue a mirar sus ojos—. Te quiero.

—Te quiero —contestó emocionado y le dejó un besito a la punta de la nariz del menor. Aquella respuesta le había alegrado la vida, pues le gustaba que estuviera claro: Jeon Jungkook era suyo y de nadie más—. Iré por Yoongi Hyung.

A la brevedad, Jungkook llegó hasta Jimin y se sentó frente a él con una sonrisa inmensa, sintiendo calientito, justo donde Taehyung había dejado su tierno ósculo.

—¿Por qué sonríes? —cuestionó Jimin, quitándole la botella de alcohol para destaparla.

—Invité a un guapo a la mesa.

—¿A un guapo?

—¡Jimin!, ¡Hola! —saludó Kim Taehyung al llegar, trayendo consigo a un Min Yoongi que, claramente, se acababa de enterar que Jeon Jungkook estaba compartiendo mesa con Park Jimin.

La mirada de Jimin viajó asustada hasta Jungkook, tratando de decirle que lo salvara, que no quería ver a ese tipo, que no estaba preparado, que había llorado un mar y que no era el momento; pero el menor no comprendió ni medio significado de su maniática expresión e, incentivado por la sonrisa cuadrada de su novio, invitó a sentar al par de jóvenes, dejando, desgraciadamente, a Min Yoongi junto a Park Jimin.

—¡Hyung!, Tenía mucho sin verte —dijo Jungkook hacia Yoongi y el mayor tragó saliva para atreverse a hablar. Se estaba hundiendo profundo en la sensación angustiante que llenaba su pecho, desde el día en que Park Jimin le cerró la puerta en la cara.

—Me viste hace una semana, tonto —fue lo que dijo y Jungkook soltó una carcajada.

—Sí, pero solo te vi de reojo. Ahora puedo decir, con seguridad, que no has cambiado nada.

Y así fue como inició la conversación, una en la que solo participaban Jeon Jungkook y Kim Taehyung.

Hablaron de todo: lo que había sucedido en su día, lo que comieron en la mañana, lo pesado que estuvo el tráfico, el calor que hizo por la tarde, el pronóstico de las primeras lluvias del año, el problema con las alcantarillas de la ciudad, lo bonito que se veía Taehyung con ese suéter verde, lo inusualmente guapo que se notaba Jungkook con el despunte que le dio a su cabello; de todo, incluso se pusieron cursis diciéndose lo mucho que se gustaban.

Una conversación normal, de una pareja normal: tan interesante para ellos mismos, que olvidaron lo que había a su alrededor; eso, hasta cuando iban a besarse para confirmar lo agridulce que estaba el Whisky escocés, y se encontraron con las miradas dolidas de los otros dos jóvenes que compartían la mesa.

Taehyung soltó el cuello de Jungkook y bajó la mirada, tratando de asimilar lo que sucedía con los chicos del frente; pero ninguno de los dos dijo algo, solo siguieron observando sus copas, mismas que ya habían llenado unas ocho veces.

—Voy al baño —le indicó a su novio y se levantó confuso, sintiendo una leve opresión en el pecho que le decía que había arruinado todo en la reunión y que, en definitiva, debía intentar solucionarlo.

Tae Bebito

"Amor... Salgamos de aquí".

Tecleó en su móvil y envió el mensaje a su novio, viendo, a lo lejos, como el joven atendía, de inmediato, el celular.

Lindo Koo

"¡Bebé!, ¿Qué dices?, Aún no estamos preparados para hacer el amor".

Tae Bebito

"¿Qué?".

"¡No!, ¡No hablo de eso, malpensado!".

"Jimin y Yoongi Hyung están raros. No han hablado, ni sé han mirado. Solo beben copa tras copa".

Lindo Koo

"Pensé que yo estaba imaginando cosas".

Tae Bebito

"No. Algo les pasa y parece que es serio".

"¿Crees que debamos dejarlos solos, aunque sea un rato?, quizá necesitan hablarlo y no quieren hacerlo frente a nosotros".

Lindo Koo

"Tienes razón".

"Hay que salir unos minutos".

Tae Bebito

"¿Te espero afuera? "

Lindo Koo

"Voy para allá, precioso. ❤".

En seguida, Jungkook se puso de pie, diciendo a ambos jóvenes que necesitaba salir a tomar aire fresco; Sin embargo, ni siquiera pareció ser escuchado, así que aprovechó y salió casi corriendo, encontrando a su novio parado sobre la acera.

—¿Dijeron algo? —preguntó y Jeon Jungkook negó, haciéndolo dibujar una mueca triste.

—Está bien, démosles un tiempo —sugirió y tomó la mano del castaño, para comenzar a caminar entre las calles del centro de la ciudad.

[...]

—¿Un frappé? —preguntó Taehyung y una sonrisa divertida apareció en el rostro de Jungkook.

—Dijiste que querías helado de nuez —contestó, deteniendo la caminata que ejercían y tomando entre sus manos la cadera de Taehyung para acercarlo a su cuerpo, mientras él se recargaba en la pared del establecimiento al que planeaban ingresar.

—Ya tengo mi helado de nuez —respondió pícaro y plantó un beso en los labios de su lindo menor—. Además, quiero café —indicó y sus manos fueron hasta los hombros de su novio, para volver a dejar un pico, disfrutando del sutil olor a Whisky, impregnado en el pelinegro, gracias al único trago que ingirió.

—Puedo buscar una loción con aroma a café, si es lo que quieres.

—Tonto —regañó, enamorado—. Deja al café ser auténtico, tú ya tienes la nuez. Te quieres robar el crédito en todo.

—¿Qué te digo?, Nací para ser tu prioridad, no puedo dejar que el café te guste más que yo.

—Kookie —alargó en respuesta—... eres la causa de que estos ojos brillen. Jamás sería primero el café.

—Pero ahora mismo quieres un frappé y no un Jungké —y la carcajada que soltó Taehyung, ante la pequeña queja de Jungkook, hizo reír también a este último.

—Deberíamos crear esa marca, sería de nuez y seguro tus fans la consumirían —estableció, subiendo sus manos hasta enrollarlas en el cuello de su novio—. Hay que emprender y hacernos ricos, para que, cuando nos casemos, podamos comprar un departamento con vista al río Han, y vayamos a vivir ahí, junto a nuestros dos hijos y un perrito.

—Alto, alto —le detuvo—... ¿Dos hijos?

—Y un perrito —aclaró, Taehyung, muy sonriente—, con posibilidad de robar a Yeontan.

—¿Dos hijos y Yeontan? —cuestionó nuevamente, observando, incrédulo, el rostro bonito de su niño.

—Sip —confirmó éste, más feliz—, es ahora mi sueño dorado. Me esforzaré para ahorrar mucho dinero y poder cumplirlo.

—Pero, lindura... no necesitas esforzarte, yo ya puedo darte ese departamen...

—¡Hey! —interrumpió Taehyung—. No —estableció, reacio—, ni siquiera lo imagines. No quiero tu dinero, ni el de tu familia; solo deseo que me des esos dos hijos y me ayudes a robar a Yeontan.

—Tae...

—No. Ya sabes lo que pienso, te lo he dicho antes —alegó—. El Golden Maknae es mi atleta favorito y a quién más admiro en este mundo, pero estoy aquí porque adoro, con mi alma entera, a Jeon Jungkook. Así que no vuelvas a decir algo así, jamás aceptaré.

—Ay, lindura —musitó Jungkook, arrepentido por haber dicho aquello. Odiaba ver a Taehyung molesto—... Lo siento, TaeTae. No te enojes, no volveré a mencionarlo.

—Está bien —comentó Taehyung y, volviendo a ser meloso, dejó un beso casto en los belfos de su novio—. Te adoro, Kookie.

—Y yo a ti, bebé —confirmó el menor—... Pero aceptarás que pague nuestros frappés, ¿Verdad?

—Solo porque olvidé mi billetera —bromeó y se alegró por ver a Jungkook reír encantado.

—Bobito bebito —nombró y, después de repartir un par de besos en las mejillas rojizas del muchacho castaño, lo dejó libre para reanudar su caminata y cumplir su objetivo de consentirlo.

—¡Jungkook! —exclamó, de pronto, Taehyung, cuando volvieron a caminar—, ¡Mira eso!

—¿Una máquina de peluches? —preguntó el menor, viendo el aparato que Taehyung apuntaba con emoción. Hace años no tenía uno tan cerca.

—¡Vamos!, te sacaré un osito —y llevándose a Jungkook de la mano, hizo que ambos llegaran hasta la máquina, misma que, hasta el momento, permanecía solitaria.

Taehyung se pegó al vidrio, buscando un peluche que fuera perfecto para ser el acompañante de tigrecito, y soltó un chillido cuando vio uno a color café claro, que reposaba justo en el centro del contenedor. Jungkook sonrió, no podía evitar conmoverse con el lindo y tierno hombre que le pertenecía.

De inmediato, comenzó a jugar con la máquina, dejando ir la garra un par de veces y consiguiendo tener un efecto negativo, que lo hizo maldecir en más de una ocasión. El pelinegro, como el buen novio que era, le dijo unas cuantas palabras motivantes y le animó a que siguiera intentando.

Taehyung quería sacar un osito, la vida no tenía derecho a negárselo.

—¡No!, ¡No!, ¡No!, ¡Tonta máquina!... ¡Quiero un amiguito para tigrecito! —exclamó y metió la moneda para volver a intentarlo—... ¡Carajo! —pero volvió a perder.

Y las manos de Jungkook lo atrajeron a su cuerpo solo para tomarle las mejillas, buscando su atención—... TaeTae, amor, está bien —dijo con suavidad, tratando de tranquilizarlo—. Es algo muy complicado y la mayoría de estas máquinas están trucadas —explicó, justificando las derrotas del que casi quería llorar de la frustración—. Tranquilo. No pasa nada.

—Es que... quiero ese osito.

—Ay, bebé —murmuró, para después dejarle un besito en la frente—. ¿Qué te parece si, para distraerte un poco, vas y traes nuestros frappés, mientras yo sigo intentando sacarlo?

—Agh, Jungkook...

—Amor —regañó ante la queja—. Ya estás muy estresado, no será fácil que consigas el osito si sigues actuando por desesperación. Así que cálmate y obedece. Te esperaré aquí, ¿Sí?

—Koo...

—¿Sí? —recalcó.

—Bien —consiguió como respuesta, aparte de un pucherito que besó de inmediato—, ya vuelvo.

Y entonces se alejó, no sin antes asegurarse de que Jungkook tomaba su lugar en la máquina y comenzaba a analizar los movimientos que debía ejercer, para sacar el anhelado osito que deseaba Taehyung.

Caminó hasta la tienda contigua e ingresó, saludando a la chica que atendía el mostrador principal y, afortunadamente, recibiendo un buen trato que le hizo cambiar de humor. Pidió los frappés y, tan pronto como se los entregaron, volvió a con Jungkook, con las intenciones más puras de abrazarlo y decirle que el osito no era necesario, que era mejor que disfrutaran de la noche. Sin embargo, jamás imaginó que terminaría deteniéndose en seco, al observar aquella escena.

Manos en los bolsillos. Mejillas coloradas. Sonrisa cohibida.

¿Jungkook... estaba siendo cortejado?

Y su mirada inspeccionó con rapidez, al joven que le sonreía ampliamente a su chico, mismo que le estaba ofreciendo el osito de peluche que, todo ese tiempo, ellos habían intentado obtener.

—Por favor, acéptalo —rogó el peliplata y Jungkook negó repetidamente.

—No, lo has ganado tú.

—Sí, pero lo gané para ti —arguyó y siguió extendiéndole el osito—. Vamos, no desaires a tu fan número uno.

—Esa no es mi intención.

—Entonces, tómalo.

—Bien —y con una sonrisa apenada, tomó el peluche entre sus manos—. Gracias.

—No agradezcas —soltó el joven y, de pronto, pegó un par de saltos—. ¡Ah! —exclamó, moderado—... Es que no puedo creer que por fin te conozca en persona. En definitiva, eres más guapo de lo que te ves en televisión.

—¡Oh, basta!, no es verdad —contestó Jungkook, tratando de restarle importancia.

—¡Claro que sí!

—¡Hola! —interrumpió Taehyung, acercándose, acelerado, al escuchar el tema en el que se iban a internar los jóvenes en cuestión.

—¡Tae! —clamó, Jungkook—, volviste pronto.

—Sí, fue un rápido y muy buen servicio... ¿Ganaste mi osito? —inquirió directamente, haciendo que Jungkook lo observara con incomodidad.

—No, lo obtuvo... —y su mirada viajó hasta el joven.

—Yugyeom —complementó y Jungkook le sonrió, agradecido.

—Lo obtuvo Yugyeom, y me lo ha obsequiado.

—¿Ah, sí? —preguntó Taehyung y volvió a inspeccionar al peliplata—... ¿Por? —le cuestionó, levantando una ceja.

—Lo gané para él, porque soy su fan número uno.

—¡Claro! —soltó, como si acabara de entender algo emocionante—. Jungkook es un gran atleta, el mejor de todos —terminó diciendo y su mano fue a enredarse en el brazo del mencionado—. Amor, ¿Podemos irnos ya?, Los frappés se enfriarán —comentó, caprichoso, y Jungkook soltó una risita nerviosa, tanto por el comentario sin sentido de su novio, como por la manera envidiosa en que estaba actuando.

—Bien —contestó y se decidió a hacer una reverencia para agradecerle al chico que estaba frente a ellos, pero fue interrumpido por este mismo.

—... Antes... Chico —nombró, dirigiéndose a Taehyung—... ¿Me tomarías una foto con Jungkook, por favor?

—¿Ah? —inquirió el castaño, sin entender si se sentía ofendido por haber sido nombrado como "Chico", o porque el joven le estaba pidiendo una foto a su novio.

—Por favor —pidió—, quiero una foto con él.

—Tae —y ante el pequeño regaño de su hombre, tuvo que ceder.

—Claro —dijo, casi demostrando que estaba siendo obligado.

Tomó el celular que el joven le ofrecía y se puso detrás de la cámara, viendo, por medio de la pantalla, como ambos chicos se acomodaban para ser captados en una buena fotografía.

Sintió que la sangre le ardía cuando un brazo de Jungkook pasó por encima de los hombros de Yugyeom y, por ese detalle, tomó la fotografía lo más rápido que pudo, regresando el celular a la brevedad y rogándole al pelinegro, con la mirada, que se despidiera lo más pronto posible.

Y solo dejó de sentirse intimidado, cuando el peliplata ya estaba a diez metros de distancia, de su actual ubicación.

—Agh —chilló, preparándose para hacer un berrinche—. No quiero que fans como él compren el Jungké.

—Pero, lindura, fans son fans.

—No me gusta —indicó receloso, observando el caminar del chico que se alejaba—. ¿Qué es eso de andar diciendo que es tu fan número uno?, Yo soy tu fan número uno, él no.

—TaeTae —alargó el atleta, pero se privó de regañar, pues el osito recién regalado, le fue arrebatado.

—Y este oso —murmuró Taehyung y le soltó un pequeño golpe en la barriga—... no es más que una falta de respeto —arguyó, dando otro golpecito—. No quiero que sea amigo de tigrecito, ni que esté en tu habitación, ni nada de eso...

—Bebé...

—¡Ay, Kookie!, soy un pésimo novio, ni siquiera pude sacar a este osito para ti. ¿Cómo es que ese tal Yugyeom pudo hacerlo?, no puede quererte más que yo, ¿O sí?. Aish...

—TaeTae —y los brazos de Jungkook lo atraparon con cariño, deteniendo su parloteo al instante—, eres tan hermoso cuando estás celoso, que solo logras gustarme más —confesó y sus labios fueron directo a dejar un piquito en la punta de la nariz del rey del drama—. Tú, precioso príncipe, eres el único osito que quiero tener, el único que me hace falta y hace que mi vida sea más bonita, el que me gusta abrazar por las noches y consentir en todo momento. Eres lo más especial para mí. Así que deja de hacer corajes, niño celoso, que no hay fundamento para ello —terminó diciendo—. Te quiero un montón, más de lo que te imaginas... Y ya vamos a tomar los frappés porque se enfriarán.

Y una carcajada torpe salió de los labios de Taehyung—. Quedé, ya lo sé —dijo, refiriéndose a la tonta excusa sin sentido que puso, para alejar a Jungkook de Yugyeom.

—Adoro a mi celoso bebé —soltó el menor, y sus labios atraparon, con seguridad, los del chico que le pintaba de colores su existir.

[...]

La mirada de Min Yoongi se mantenía fija en el frente, completamente perdido en sus pensamientos. En realidad, estaba molesto, el alcohol ya no era suficiente para olvidar que su vida estaba rota y que, también, había quebrado la de alguien más.

Suspiró lentamente y llevó su copa hasta sus labios, bebiendo la parte que quedaba en el fondo de la misma; pero su mirada fue hasta la mano que tomó la botella de Whisky con desesperación y la sirvió sin mucho cuidado en otra copa.

Park Jimin tenía las mejillas coloradas y se encontraba meramente ebrio. Sin embargo, Min Yoongi no pudo evitar sentir que su corazón se disparaba enamorado: el jovencito era tan hermoso, incluso cuando bebía así, que le estaba costando todo su control mental para no dejarse ir sobre él y abrazarlo con fuerza, apapachándolo con ilusión.

No obstante, ese pensamiento, junto con la expresión dolida del más bajito, le hizo recaer, nuevamente, en su realidad: una en la que todo estaba completamente perdido y Jimin ya no le quería más.

Y su vista volvió a perderse en el frente, tratando de no pensar en el menor, en lo mal que se ponía al beber y en lo mucho que lo extrañaba en su vida. Fue por eso que no tardó en aparecer la esperanza, esa que, desde la última vez que bebió con Jimin y terminaron haciendo el amor, no había resentido.

Sabía que el rubio le había pedido que parara, pero no podía darse por vencido, no cuando estaba seguro de que, ese niño berrinchudo, era el amor de su vida. Dejarlo ir, así como así, permitirle correr a otros brazos, alejarse y desampararlo: era lo menos que quería que ocurriera.

No se veía teniendo una vida donde no estuviera el menor.

Así que se amarró los pantalones y, con todo el valor que logró reunir en esos pocos minutos de ansiedad, abrió la boca para, por fin, decir unas cuantas palabras.

—Jimin —pero ese murmuro fue suficiente para que el pequeño se levantara de golpe y saliera corriendo del lugar.

No, no, no, no.

Repensó Jimin, incesante.

Las cosas no podían ser así de sencillas, no cuando su corazón sangraba en cada palpitar.

Una cosa era soportar a Yoongi sentado a su lado, pero escuchar su voz, pronunciando su nombre, era el acto más atroz y terrible que deseaba jamás volver a presenciar.

Le enojaba, le hacía trizas la piel y le exasperaba de una manera inimaginable.

Odiaba todo, odiaba a Min Yoongi y se odiaba a sí mismo.

Si Yoongi no lo hubiera tratado como basura, estaba seguro de que, a ese punto, ya estaría enredado en sus brazos, recibiendo besos tiernos en la punta de su nariz.

Sin embargo, imaginar eso, fue lo que lo obligó a colapsar.

Tenía que huir, tenía que irse lo más lejos posible y buscar un lugar para enterrar su corazón.

Pero nunca esperó que, justo afuera del establecimiento, chocaría estrepitosamente con el cuerpo de Jeon Jungkook, chico que abrazaba, cariñosamente, a Kim Taehyung.

—Hyung —soltó el pelinegro, dejando de lado a su novio y preocupándose por la expresión alterada que irradiaba Park Jimin—, ¿Qué pasa?, ¿Por qué...?

—Quítate del camino —pidió, dando un paso a la izquierda, pero siendo bloqueado por el joven que le pedía una explicación.

—Hyung...

—¡Quítate ya! —y aquel grito, hizo hasta que Kim Taehyung se sobresaltara.

—¿Qué jodidos te pasa? —terminó preguntando Jungkook, comenzando a desesperarse por la actitud exasperante de su mejor amigo.

—¡¿Qué jodidos me pasa?! —exclamó el rubio y sus ojos se llenaron de lágrimas de rabia—, ¡Lo sabrías si no fueras tan mal amigo y me eligieras al menos una maldita noche de tu vida!

—Jimin...

—¡Estoy pudriéndome y a ti no te importa!, ¡Solo sirves para ir a besuquearte con ese hijo de...!

—¡Hey! —le interrumpió, gritando también—, ¡Detente! —ordenó—, puedes decir lo que sea de mí, pero a Taehyung nunca lo mencionarás en una oración negativa.

—Sí, sí, ¡Claro!... Taehyung esto, Taehyung lo otro... ¡Solo tienes cabeza para ese jodido Kim Taehyung!

—¡Park Jimin! —regañó Jungkook, sin poder creer lo que el rubio estaba diciendo.

—¡Disfruta de ello!, ¡Goza de su compañía y de sus besos!, ¡Déjate llevar y dale todo lo que tienes!, pero cuando te vuelva a romper, ni siquiera te me acerques. ¡Húndete solo en esa estúpida miseria que llamas amor!

—Jimin —y esa voz gruesa lo hizo aventar a Jungkook con sus pocas fuerzas, para así poder caminar por la acera, en dirección a la parada que estaba del otro lado de la calle; pero Min Yoongi fue más rápido y lo detuvo, tomándolo del brazo y haciéndolo girarse—. Jimin, por favor, escúchame...

—¡No! —le gritó—, Ya te lo he dicho antes, Min Yoongi: ¡Si no dejas de joderme la vida, yo mismo haré trizas la tuya! —indicó acelerado y, pinchando el corazón del mayor, se soltó bruscamente, decidiendo que no quería más eso y subiendo al afortunado taxi que encontró.

—Minnie... —y con ese susurro, Min Yoongi cayó al piso de rodillas, quebrándose al instante y soltando un llanto estremecedor.

Los ojos de Jeon Jungkook buscaron los absortos de Kim Taehyung, quien estaba completamente sorprendido y asustado.

—Amor —susurró Jungkook, con intenciones de abrazar a su niño y pedirle disculpas por los insultos que había recibido por parte de Jimin.

—Está bien —le contestó, dándole una mirada un poco más comprensiva e indicándole que se acercaría a Min Yoongi, pues no era momento para hablar de ello—. Hyung —le llamó, al ponerse en cuclillas y los ojos del pálido cayeron, acuosos, en los suyos.

—Taehyung —murmuró dolido y haciendo un puchero que le rompió el corazón al castaño—... Taehyung-ssi —volvió a murmurar, abrazándose del mencionado.

—Hyung, ¿Qué pasa?, me estás asustando... ¿Por qué lloras?, tú no lloras frente a mí, no te gusta hacerlo... ¿Qué tienes?

—Me odia —declaró, después de soltar un par de sollozos desgarradores—... Jimin me odia —confirmó, nuevamente—... y yo... yo lo amo.

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