55. Contigo y sin ti
Febrero.
Los ojos de Jungkook escudriñaron a Taehyung con locura, tratando de encontrar la razón de aquella sugerencia errática, pero nada encontró. Estaba tanto desconcertado como asustado, su mundo entero estaba a punto de desmoronarse lenta y dolorosamente.
—¿Qué? —murmuró unos segundos más tarde, absorto, totalmente perdido.
Entonces Taehyung tomó una bocanada de oxígeno, queriendo casi comerse al mundo, queriendo llenar sus pulmones de coraje para arriesgarse a dar aquel paso tan equivocado.
Es que lo sabía, estaba yendo en contra de todo lo que le dijo a Jungkook que haría desde que se confesó: cuando Jungkook le cuestionó acerca de si había seguridad en sus palabras, si iba a soportar los golpes cuando los azotara la tormenta. Él había dicho que sí, él había asentido y se había lanzado a aquellos brazos fuertes, que lo esperaban con cariño.
¿Dónde había quedado aquella valentía?, Quizá su padre también la arrojó por la ventana aquella noche.
—Terminemos —y todas esas veces que juró querer y necesitar a Jeon Jungkook en su vida, decidió hacerlas desaparecer para poder continuar.
—Taehyung —murmuró el menor y de pronto su postura se endureció—, ¿Eres consciente de lo que me estás diciendo? —no le quedaba más que hacer esa pregunta, pues, a su ver, Taehyung era un bebito que estaba a punto de soltarse a llorar, tratando de arrojar una jugada cruel, una mentira sin fundamento, un deseo impensable y acribillante de dejar de ser.
—Jungkook, es que... No quiero que sufras, no quiero que el mundo siempre te señale por estar conmigo —declaró y sus ojitos se llenaron de lágrimas, haciendo que Jungkook lo observara pasmado.
—Taehyung —soltó en un quejido preocupado—... ¿Hablas en serio? —el castaño asintió, limpiándose los pómulos cuando las lágrimas escurrieron. Era momento de hacerse el fuerte, no podía llorar—... Pero si te he dicho cientos de veces que no me interesa lo que el mundo piense. No me importa, no me detiene, no me hace sufrir.
—Yo...
—TaeTae —pero lo detuvo, y su mirada dolida hizo temblar a Taehyung—... ¿Estás seguro de que es por mí? —y ante la expresión evidenciada del mayor, el pelinegro sintió que un ligero cólera le recorría.
—Jungkook...
—Es que... solo estás tratando de evitar que el mundo te vea como a mí, ¿No es cierto? —preguntó desafiante y los ojos negros se abrieron en grande. Entonces, ¿era eso?—. Escucha, entiendo a la perfección, sin embargo, ¿Lo que yo quiero no cuenta?
—No es lo que quise decir, Koo.
—Pues —pronunció—... me ha dejado esa impresión.
—Es que... si rompemos, todo se terminará.
—Exacto —arguyó y fue cuando la molestia se hizo notoria en su rostro. No podía ser posible, después de todo lo que habían vivido, después de tantas alegrías y momentos lindos, después de los sacrificios y las guerras con medio mundo, Taehyung no podía retractarse, no cuando ya habían llegado hasta ahí—: todo... También lo que siento por ti —y un pucherito en los belfos del mayor, apareció sin precedente—. ¿No te parece que estás siendo egoísta?, es decir, sé que, a nivel personal, uno mismo debe ser su prioridad, pero tú y yo estamos en una relación, y una relación es de dos. Romperla para terminar con los problemas... no es la solución.
—Koo...
—¿Y todo esto que hay en mi pecho? —cuestionó, alejándose un poquito de Taehyung. De pronto, se sentía muy herido—... A mí... a mí me duele también.
—Kookie...
—Dijiste que no querías decepcionarme, que deseabas avanzar a mi lado.
—Eso fue antes de ver qué todo esto sucedería —proclamó el mayor, sintiéndose inevitablemente aturdido ante lo que Jungkook acababa de mencionar.
—Era obvio que iba a suceder, los dos lo sabíamos y aun así decidimos estar juntos.
—¡No me estás comprendiendo!
—¡Pues claro que no! —exclamó, imitando el tono de su chico, pero arrepintiéndose al instante—... Dijiste que lo enfrentarías si era conmigo, Taehyung... que hablaríamos y no haríamos cosas que lastimaran al otro.
—Estamos hablando...
—Pero me estás lastimando —indicó y la mirada de Taehyung se volvió a cristalizar, haciendo que Jungkook comenzara a negar con la cabeza mientras apretaba sus labios por el nudo que había en su garganta— No —soltó—, dijiste que no te permitiera hacer esto otra vez: decidir por los dos... Así que no voy a romper contigo, no por esta tontería —pronunció ofuscado—. Si de verdad eso quieres, mejor busca otra excusa.
Entonces se levantó, girándose sobre sus talones y alejándose a paso tajante. No podía creerlo, no podía ser posible.
—Jungkook... no...
Y cuando escuchó esa vocecita triste hundirse en los sollozos, comenzó a llorar también, más decidió no detenerse. Necesitaba salir de ahí, necesitaba alejarse y encontrar un sitio que no fuera tan perturbante para poder pensar y llorar tranquilo, sin que Taehyung notara que estaba tan quebrado como él.
Su mundo se había hecho pedazos y a ese punto, sabía que no podía hacer nada para detenerlo.
[...]
Min Yoongi jaló el brazo de Kim Taehyung, obligándolo a avanzar por aquellos pasillos del centro comercial que visitaba cada tanto fin de semana.
—Hyung —chilló el castaño, caminando con pesadez—, siempre vienes solo a recoger tus videojuegos, no entiendo para qué me necesitas esta vez.
—No te necesito, Taehyung —aclaró—. Solo... no quiero abandonarte en casa.
—Estoy bien —arguyó, tratando de mostrarse seguro.
—Claro que no, niño tonto —Taehyung solo hizo un mohín—. Llevas días enteros sin salir y sin lavarte, apestoso.
—¿Qué te pasa?, claro que me he lavado —refutó y Yoongi rodó los ojos.
—Ese no es el punto... si te dejo solo en casa, te vas a morir de la tristeza —concluyó y Taehyung bajó su mirada, sin dejar de seguir los pasos de su mayor—. Has faltado al trabajo continuamente y si no llevo la comida hasta tu habitación, tú no bajas por ella. ¿Cómo pretendes decirme que estás bien cuando yo veo cómo te desmoronas lentamente?
—Lo siento, Hyung —fue lo que pudo decir.
—No lo sientas. Mejor, intenta salir de esto. No siempre voy a poder cubrir tus horarios, te despedirán y yo seré...
Pero hasta ahí le alcanzaron las palabras, pues a lo lejos se escuchó una carcajada que conocía a la perfección y su corazón entero se detuvo. Park Jimin caminaba en su dirección, manteniendo su mirada feliz en su acompañante, el emblemático Cha Eunwoo.
Pudo haberse quedado congelado, hacer un drama por el dolor creciente, ponerse a llorar o correr hacia su niño para abrazarlo con fuerza. Había un millón de posibilidades, pero eligió girarse junto con Kim Taehyung y caminar hacia cualquier otra dirección que no fueran los bonitos ojos de Park Jimin.
—Oye —le dijo Eunwoo a Jimin, quien había notado la manera en que ese chico pálido iba a salir corriendo—. ¿No es tú amigo, el de aquella vez? —le dijo al pequeñito y el semblante que segundos antes estuvo feliz, se llenó de dolor instantáneo—. ¡Hey!, ¡Chico gato! —y fue demasiado tarde para Park Jimin, cuando Min Yoongi se dio la vuelta sin tener otra alternativa, mostrándole su rostro blanquecino.
—¿Chico gato? —inquirió el nombrado, dejando a Kim Taehyung atrás, joven que se había llenado de desconcierto al no saber lo que estaba sucediendo.
—Jimin te dice gato, así que fue por eso, lo siento —dijo al sonreírle en grande y los ojos de Yoongi buscaron los de Jimin, quien desvió la mirada hacia cualquier otro punto que no fueran los orbes felinos que tanto le gustaban—. ¿Puedes acompañarlo un momento mientras voy al baño?, no quiero dejarlo solito, está sensible.
—¡Oye! —recriminó Jimin, y aunque Eunwoo creyó que aquel reclamo había sido por hablar de su sensibilidad, en realidad, Jimin le rogaba que no lo dejara con Yoongi.
—¿Puedes? —sin embargo, el más alto recalcó.
—Ah —balbuceó Yoongi—, claro —dijo al final y Eunwoo agradeció.
—Vuelvo pronto —le dijo a Jimin y, en un abrir y cerrar de ojos, le plantó un beso en los labios, para después alejarse preciso, dejando a ambos chicos totalmente absortos.
—¿Qué se supone que estás haciendo? —y aunque Yoongi preguntó en voz baja, Park Jimin percibió aquello como una protesta adolorida.
—¿De qué hablas? —no obstante, eso fue lo que cuestionó.
Obviamente era un momento difícil, obviamente había pasado las noches en vela y llorado mares interminables, obviamente seguía roto y con el alma hecha trizas; pero no quería que Yoongi lo supiera. Lo mejor era hacerse el desentendido.
—¿De qué hablo? —preguntó Yoongi sin poder creerlo—, ¡Te acaba de plantar un beso! —y lo sacó.
No supo cómo, ni con qué cara, pero quedarse callado cuando había visto aquello, le pareció imposible.
—¿Y qué tiene de malo?, puede hacerlo cuando quiera —dijo al cruzarse de brazos, dedicándole una mirada despectiva.
—¿Cuándo quiera? —inquirió, queriendo pegarse un tiro ante la actitud que Jimin estaba tomando—, ¡¿Con qué derecho?!
—¡Con el que le fue otorgado cuando se volvió mi novio!
—¡¿Tú novio?! —y ya no susurraban más, no era posible si Yoongi estaba cayendo en la inmundicia, esa que le advertía, que los bonitos labios gruesos ya no eran para él—... Tres jodidas semanas sin verte, ¿Y ya dices tener un novio? —preguntó ofuscado y la sonrisita ladina que apareció en los pomposos belfos que adoraba, le provocó el querer morir.
—¿Algún problema, Min Yoongi? —y ahí fue cuando la cabeza del pelinegro se quedó en blanco.
¡Claro que había problema!, ¡Le estaba rompiendo el corazón!, Pero... ¿Cómo reclamárselo si él, al tomar sus decisiones, hizo pedacitos el de su niño?
Que tontería, ¿Por qué se estaba comportando así?, no debía, no podía.
—Es que... estás dando esas demostraciones en la vía pública —terminó por decir, llevando una de sus manos hasta rascar, con aflicción, el cabello de su nuca—, ¿Acaso no ves lo que le pasa a Jungkook y a Taehyung?, tú también eres un atleta reconocido.
—No me interesa lo que llegue a suceder —habló, por primera vez, con toda la sinceridad—, ya nada en este jodido mundo me importa.
—¿Ni yo? —preguntó, pero aquello volvió a ser un impulso.
—¿Disculpa? —cuestionó el menor, con extremada confusión.
—¿Ni yo importo? —repitió, sabiendo que no estaba en posición de hacerlo, pero la verdad es que le encantaría escuchar, aunque sea una vez más, que era el universo de Park Jimin.
—¡Tú menos que nadie, maldito gato infeliz! —exclamó, de pronto, Jimin, dejando salir eso que prefería mantener oculto, yendo en contra de todos y cada uno de los pensamientos que tuvo durante los últimos días—. ¿Cómo te atreves a hacer esa pregunta después de que me abandonaste así?
—¿Abandonarte así?
—¡Hicimos el amor mientras nos confesamos y luego me echaste! —y ahí estaba lo que le había costado centenares de lágrimas—. Ni siquiera debería estar dirigiéndote la palabra. Nadie me ha hecho tanto daño como tú, me has roto en miles de pedazos —confesó rindiéndose, después de todo, y como lo había mencionado, ya nada valía la pena. Era mejor que las cosas quedaran claras desde el inicio a tratar de ocultar su dolor y aguantar que Yoongi llegara, desde quién sabe dónde, a hacer preguntas indiscretas, remover sus heridas y reclamar su autoridad donde había rechazado tenerla.
—Jimin...
—Dijiste que cerrara la puerta y juro que no pienso volver a abrirla, así que, si no quieres que te devuelva el gesto y te arruine la vida, más vale que no intentes meterte en mis asuntos.
—Pero...
—Pero nada —estableció—... Me olvidaré de ti y de todo este asunto. Por ahora, no te acerques más y déjame agonizar tranquilo —pidió, casi en un ruego y luego se giró, alejándose, con seguridad, para luego terminar huyendo hacia alguna parte del sitio; dejando a Yoongi ahí, con su corazón mutilado.
Entonces, había funcionado... pero qué duro era escucharlo.
—Así que... eso fue lo que pasó —habló Taehyung al acercarse, viendo como la mirada de Yoongi estaba perdida por donde se había ido Jimin—. ¿Por qué ignoras que tu corazón está roto, Hyung? —finalizó preguntando y Min Yoongi sonrió con tristeza.
—No lo ignoro, lloro en las noches cuando ya te has dormido —y aunque lo había dicho con gracia, Taehyung ni siquiera se sintió cerca de reír.
—¿Por qué no me habías contado? —inquirió y Yoongi suspiró.
—Tienes muchos problemas, si te cuento los míos, te mueres.
—Hyung...
—Taehyung... Está bien —pronunció tratando de permanecer tranquilo. No le quedaba otra opción—. Yo lo decidí así. He hecho sufrir tanto a Jiminnie, que entiendo que esté en esa postura, incluso, pienso que su forma de actuar fue muy leve comparada con todo lo que me merezco —y esa confesión no era más que la verdad—... Es mejor así, que busque su lugar en otro lado. Yo no soy lo que él necesita.
—Ay, Hyung.
—No digas nada, solo consuélame. Para eso son los amigos, ¿No?
—Ven acá —dijo Taehyung, enrollando en sus brazos al que últimamente limpiaba sus lágrimas—. Siempre estaré para escucharte, ¿Okay?. Puedes decirme lo que sea, no te juzgaré.
—Lucha por tu felicidad, Kim Taehyung. Eso es lo que debes hacer —terminó diciendo, al hundir su rostro en el cuello de su amigo—. Si Jungkook te quiere y tú lo quieres, luchen por ello y que el mundo se joda.
—No hablábamos de eso, Yoongi-ah —acarició la cabellera azabache.
—Dijiste que podía decirte lo que fuera, así que acéptalo. Arregla las cosas con él —aconsejó.
—Está molesto —argumentó el más joven—... muy molesto.
—Y está en su derecho.
—Lo sé... me siento tan culpable —aceptó, sintiendo su pecho doler, como cada día desde que no hablaba más con Jungkook.
—No importa si está molesto, Taehyung, es tu turno de ir a buscarlo y rogarle que te perdone.
—No sé si quiero eso, Hyung.
—Es justo lo que quieres, si no, no estarías actuando así, ni te la pasarías llorando —y Taehyung cerró sus ojos, cansado de su realidad—. Tal vez ese día solo querías tirar la toalla, pero hoy es diferente, hoy lo lamentas y lo extrañas.
—Tonto, has evadido el tema otra vez —dijo, tratando de suprimir la llaga que se abría en su corazón.
—Yo estaré bien y Jimin mucho mejor, así que no te preocupes por nosotros —dijo y Taehyung soltó un suspiro.
—Mejor vamos por esos videojuegos, ya quiero volver a casa.
Al decirlo, soltó al joven, comenzando a caminar hacia esa tienda tonta que le encantaba a su amigo.
Qué días tan terribles.
La única verdad es que era muy duro estar con Jungkook, pero era aún más duro estar sin él.
Yoongi tenía razón, siempre tenía razón.
Lástima que se equivocaba tanto hacia su propia situación; porque sí, Jimin y Yoongi eran uno mismo. Continuarían siéndolo por el resto de sus vidas, aunque tratara de evitarlo por todos los medios posibles.
Amar, es como atravesar una inmensa noche oscura: si no fuera tan complicado, siempre habría millones de estrellas; pero las estrellas no son para cualquiera, solo para aquellos que las miran relucir.
Este es un capítulo un poco más corto que los habituales. Espero que sea de tu agrado.
Gracias por leer, votar y comentar.
Me pongo feliz cuando veo que hay personitas entre estas humildes páginas.
Gracias por tomarte el tiempo de pasar por aquí, te quedas en mi corazón. ❤
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