52. La tormenta ha llegado
Febrero.
La mirada resentida de Taehyung, no podía apartarse de su móvil apagado, mismo que, minutos antes, decidió arrojar al sofá contiguo, pues su cercanía le afectaba.
Los brazos de Yoongi lo apresaban con fuerza, acariciando su espalda para tratar de tranquilizarlo; después de todo, no podía soportar ver a su mejor amigo sufrir al temblar con tanto miedo.
—Soy un idiota —murmuró después de varios minutos respirando ansiosamente.
—No —contestó Yoongi, contradiciendo de inmediato al menor.
—Es que debí...
—Taehyung, no —le detuvo y el corazón del castaño se achicó—. Todo estará bien —terminó por decir; sin embargo, Taehyung comenzó a negar mientras sus ojos negros se aguadaban.
—No es verdad —admitió y hundió su rostro en el pecho del chico pálido.
—Sí lo es.
—Hyung, no lo es... Todo esto es mi culpa. Soy un inconsciente, el novio más imbécil y dañino del universo.
—De ninguna manera, las cosas no son así y te aseguro que Jungkook piensa lo mismo que yo —objetó el azabache—. Trata de tranquilizarte, porque, si él te llega a ver así, se preocupará y me quebrará una botella en la cabeza por cuidarte de tan mala manera —aconsejó, tratando de hacerlo reír un poco, pero Taehyung siguió negando—. Hazlo por tu Kookie. Sin lugar a dudas, no está teniendo su mejor día.
—Muero de miedo —confesó y Yoongi dejó ver una mueca de tristeza.
—Comprendo, niño prodigio —soltó y sus manos apapacharon al menor—. Pero no es hora de que te acobardes... Verás que ambos podrán resolverlo.
—¿Sí? —preguntó y transmitió un pequeño temblor hasta el cuerpo de Min Yoongi.
—Sí. Te lo juro —aseguró y Taehyung se aferró con más fuerza a su mayor—. Estarán bien; ambos, estarán bien.
[...]
Jungkook se miró en el espejo y esperó a que aquella chica terminara de peinar su cabello, mientras un pequeño micrófono era acomodado al borde de su camisa. La etapa de promoción recién acaba de comenzar y eso le causaba una inquietud extrema: es que, aparecer en todos los medios, no era algo que le encantaba del todo, principalmente, por el pequeño pánico escénico que le daba en esos momentos, dejándole el cerebro seco y sin ninguna palabra por decir al sentir las cámaras de frente.
No lo juzguen: es atleta, no artista.
Sin embargo, y aun sintiendo que el estómago se le agitaba un poco, sonrió, mirando a su madre venir entre los pasillos de la televisora.
—Jungkook, debes ir ya. Sales en tres minutos —le indicó y el joven asintió, comenzando a caminar en compañía de Jeon Heeyon.
Salir en televisión nacional, no era cosa sencilla; no obstante, Jungkook era consciente de que debía hacer un buen trabajo, pues el programa de deportes en el que aparecería, insistió enloquecidamente para tener, en vivo, la primera entrevista de Jeon Jungkook antes de su participación en sus primeras competencias agendadas.
Para el instante en el que estuvo frente a la conductora del programa, ya había perdido la cuenta de cuantas veces respiró tan profundamente como su naturalidad se lo permitió. Sin embargo, no le quedó más que actuar con profesionalismo, cuando el productor dio la orden de inicio.
Dar una buena impresión al público: ese era su trabajo.
—Hoy es el día más esperado de la temporada, pues, por fin, y después de tanto insistir —murmuró la conductora en un tono burlón—. ¡Tenemos al Golden Maknae con nosotros! —profirió emocionada y sus ojos se posaron directo en los de Jeon Jungkook, mismo joven al que apuntaron las cámaras.
—¡Hola a todos! —saludó sonriente—. Moría por estar aquí, gracias por invitarme... y por insistir.
Y la carcajada de la mujer se escuchó tan alegre como ninguna otra—. ¡Gracias a ti, Jungkook!, es un delicioso placer que estés con nosotros. Estamos realmente emocionados por tu presencia. ¿Ya escuchaste que hay algunos fans esperando en la entrada de los estudios?
—Lo escuché hace un momento y aún no me lo puedo creer. Gracias por su desmesurado apoyo, me motiva demasiado saber que me han estado esperando.
—Sí que lo hemos hecho. Todo el país enloqueció al conocer que regresarías a la pista; por ello mismo, deseo que nos cuentes: se acercan las primeras competencias, ¿Cómo te sientes al respecto?
—Ah —soltó el pelinegro junto a un suspiro—. En realidad, nunca me había sentido tan ansioso como en esta ocasión. A inicios del próximo mes, comienzan las competencias nacionales y estoy muy inquieto, deseando que ya llegue la fecha. Esta es la etapa más importante de toda mi carrera y, después de llevar tanto tiempo sin competir, estoy impaciente porque las cosas sucedan.
—Ha sido una larga espera —contestó la entrevistadora y Jungkook asintió con una sonrisa—. Sobre eso, ¿Tu lesión ha tenido un final feliz?
—En definitiva, lo ha tenido —admitió y la conductora volvió a reír—. Cuando todo esto empezó, creía que, después de sanar, se me complicaría inmensamente volver a la pista; pero la verdad es que estaba tan angustiado que no veía fuera del problema. Hoy en día, y gracias a la fisioterapia, estoy completamente listo para echarme a correr en cualquier momento.
—No tienes idea de cuánto nos alegra escuchar eso. Entonces, durante todos estos meses que te has estado preparando, ¿Cómo ha sido el proceso?
—No negaré que ha sido complicado y, en ocasiones, hasta frustrante. Cada día, entreno por horas en la pista de carreras y, cuando no estoy entrenando, el gimnasio es mi segundo hogar, pues debo ponerme en forma cuanto antes, para recuperar el nivel que el año pasado tenía al competir.
—Estamos seguros de que pronto lo lograrás y tu esfuerzo será reconocido. No por nada eres el mejor atleta de todo Corea del Sur... Sabemos que siempre estás muy ocupado, ¿Podrías contarnos qué trae entre manos el Golden Maknae?
—Por supuesto —soltó seguro y luego unió sus manos sobre su rodilla—. En realidad, seguiré entrenando hasta que todo salga como lo deseo. Participaré en las competencias nacionales sin dudarlo un poco. Mi meta es la misma que desde un inicio: calificaré, seré nombrado como el representante oficial de Corea del Sur en el área de atletismo y seré enviado a las Olimpiadas que se realizarán a mitad del año.
—¿Obtendrás el oro?
—¡En definitiva! —exclamó y la mujer suspiró cautivada.
—¡Nos acabas de emocionar la existencia!, Este será tu año, todos lo sabemos y también nos gustaría dejar claro que anhelamos que cumplas tus sueños.
—Gracias por eso, ojalá que pueda regresarles toda la alegría que dan a mi vida.
—Es todo un placer, pequeño Jeon —mencionó y Jungkook le sonrió satisfecho—. Ahora, querido Jungkook, nos gustaría preguntarte algo que, hace unas horas, dejó al público completamente helado.
—¿Ah, sí? —inquirió y no dudó un segundo en seguir sonriendo—, ¿Qué sucede?
—Eso queremos saber —dijo la mujer y Jungkook frunció el ceño, acomodando su postura—, aún estamos completamente sorprendidos, pues recién nos enteramos de que estás estrenando pareja.
Y justo ahí, fue cuando su mundo se detuvo.
—¿Disculpa? —preguntó, abriendo sus ojos mieles en grande—, ¿Pareja?
—¡Claro!, no teníamos idea de que eras homosexual. Ahora mismo, muchas tenemos el corazón roto.
—¿Qué? —cuestionó temiendo y pudo ver cómo, Jeon Heeyon, tuvo que sostenerse de uno de los trabajadores que siempre la acompañaban.
—¡Ay!, No te hagas el que no sabes de qué hablo.
—Lo siento —fue lo que contestó—, es que de verdad no entiendo.
—¡No puede ser! —clamó la conductora—, es imposible que aún no hayas visto —Jungkook negó con la cabeza y la angustia floreció como si de un árbol se tratara. Esto no podía estar pasando—, ¡Eres viral en internet! —y aquellas palabras casi le causaron un infarto al corazón—, Hace unas horas, en una fanbase de Twitter, se revelaron unas fotos de ti con... tu novio, andando por la feria en uno de los barrios de Gangnam-gu... Por supuesto que todo el mundo está opinando sobre esto, por ello nos gustaría preguntarte, ¿Quién es el apuesto joven que te acompaña en las fotografías?
Entonces, unas fotos de él y Taehyung, aparecieron en todas las pantallas del estudio. Primero, estaban tomados de la mano mientras caminaban, luego montando el carrusel y, en la última, Taehyung besándole la mejilla mientras abrazaba el tigre de peluche que obtuvieron en el puesto de tiro al blanco.
Esto era una completa locura, ¿Cómo pudo ser tan tonto para no notar que los estaban siguiendo?
Juró que las cosas no se saldrían de control, pero ahora mismo no sabía ni cómo reaccionar, sus mejillas ardieron y le comenzó a faltar el aire; sin embargo, mantuvo la compostura al ver como su madre lo miraba con aquella notable angustia: darse golpes de pecho no era una opción, no en ese momento.
—Oh —respiró profundamente—, él es... un gran amigo.
—¿Amigo? —objetó la entrevistadora y Jungkook se obligó a sonreír levemente.
—El mejor, de hecho.
—Mmh, se nota eso —opinó la mujer—, no obstante, y para ser sincera, no me parece que esto sea una simple amistad. Es decir, se ve que se quieren un montón, la manera tan tierna en la que el joven abraza el peluche y besa tu mejilla, nos grita muchísimas cosas.
—Entiendo, pero esto no es como parece.
—¿No?
—No —contestó de inmediato y rogó al cielo que Taehyung lo perdonara por estarlo negando—, él es como un hermano para mí. Nos tratamos con cariño, eso es todo.
—Confiésalo ya, Jungkook. No te cuesta nada.
—Lo siento —soltó de pronto y dibujó una expresión un poco más seria—, pero exijo que este tema se detenga ya, no hay nada que deba declarar. Vine aquí a hablar sobre mi carrera, no sobre mi vida personal. Así que pido, de la manera más atenta, que mis aspectos privados queden intactos.
—Comprendemos, Jungkook —contestó la ajena—, gracias por aclararlo. ¿Proseguimos con la entrevista?
—Adelante —fue lo que dijo y volvió a sonreír, viendo como la mujer se alistaba algo incómoda sobre su asiento.
Odiaba no poder ser honesto, odiaba que la mirada de su madre se posara sobre su persona con aquella locura inmiscuida, odiaba la situación y odiaba a todo el mundo, pero nada se comparó con el odio que sintió por él mismo.
Acababa de hundir a Kim Taehyung en un oscuro y muy profundo abismo, mismo que él había cavado con anterioridad.
[...]
Cuando el programa terminó y después de agradecer al productor por todas las atenciones recibidas, se apresuró por uno de los pasillos donde recordaba haber visto una salida de emergencia. Sin embargo, el agarre de su madre le hizo detenerse de golpe.
No necesitaba eso, no en ese momento.
—¡Jeon Jungkook! —exclamó la mujer y el chico giró hasta tenerla de frente, no le quedaba más que encarar su destino—, ¡Vas a explicarme en este momento que rayos acaba de suceder!. Me prometiste que no se enteraría la agencia y ahora el mundo entero lo sabe. ¡Las redes sociales son un caos!, me están llegando cientos de correos pidiendo explicaciones, las llamadas a mi oficina no paran... ¿Qué se supone que debo hacer con todo esto? —pero el pelinegro solo guardó silencio cabizbajo, clavando su mirada en el piso—. ¡Dime algo! —exclamó desesperada y fue entonces que Jungkook le miró a los ojos.
—Nada de lo que te diga arreglará la situación —soltó con franqueza—. Sé que esto es un problema muy grande, sé que las marcas dejarán de patrocinarme y estaré en los netizens por mucho tiempo; cada vez que hable: me juzgaran por mi orientación, nadaré en el descrédito y habrá opiniones por doquier —mencionó y la mirada de Jeon Heeyon se cristalizó—. Sin embargo, en este momento, lo único que me preocupa es Kim Taehyung —confesó y la rabia, en el pecho de su madre, llegó para alistarse y explotar—: debe estar asustado y nervioso, quizá hasta llorando. No puedo creer que acabo de arruinar su vida.
—¡Jungkook! —profirió exasperada—, ¿Cómo puedes siquiera...?, ¡Tu carrera, niño tonto!, ¡Tu carrera está por caer al precipicio!
—¡Mamá! —nombró Jungkook y los ojos de la señora soltaron un par de lágrimas—, esto estaba destinado a suceder. Sé que tu más grande miedo siempre fue este: que mis puertas se cerraran en razón de mi orientación sexual... Soy gay, esa es la verdad: tú lo sabes, la familia lo sabe, mis amigos lo saben... y, ahora, el mundo entero... Lamento que las cosas se dieran así, lamento que tu peor pesadilla se esté haciendo realidad y siento mucho no poder evitar la tormenta en la que nos vamos a sumergir —dijo y sintió como la desesperación que su madre demostraba, también estaba dentro de su cuerpo—. No obstante, no puedo hacer nada.
—¿Cómo qué no? —inquirió incrédula—, dejar de ver a Tae...
—No —negó el pelinegro—. Eso no lo voy a hacer.
—Jungkook...
—Mamá, ¿Por qué quieres esconder mi realidad?
—Porque el mundo te criticará y nadie te seguirá apoyando.
—¿Ni tú? —y ante esa insinuación, la madre de Jeon Jungkook no pudo decir nada, estaba completamente herida—. Verás, mamá, este mundo es cruel. Yo ya lo sabía, siempre lo he tenido bien claro y no me molesta, de verdad que no, porque no tiene una pizca de importancia para mí. No compito con las opiniones de las personas; salgo a la pista por mí, por ti, por papá, porque es lo que amo hacer, porque me nace, porque me llena el alma y porque es mi sueño. Nada de lo que digan terceros va a hacer que me detenga. Si el mundo deja de apoyarme por ser homosexual, no queda más que hacer frente a la verdadera cara de las personas. Lucharé por mí, por mis sueños y por mi felicidad, pero Taehyung permanecerá a mi lado, te guste o no.
—Jungkook...
Pero no quiso seguir escuchando a su madre. Cada palabra que le era dictada llegaba hasta el fondo de su corazón, solo para destrozarlo más. No podía con tanto, no si la vida estaba a punto de ponerse más difícil cuando viera a Taehyung sufrir por su causa.
Subió al automóvil en el que había llegado al lugar y el chofer preguntó a donde deseaba ir; no obstante, ir a la mansión o a la pista, así como así, no era la mejor de las opciones. Quería huir, claro que sí, pero no de su destino, sino a los brazos de su chico bonito. Pero eso mismo lo llevó a pensar en lo difícil que sería llegar hasta Taehyung si toda esa gente lo estaba esperando afuera de la televisora.
Fans molestos y reporteros que exigían respuestas. La combinación perfecta para arruinar su vida entera.
¿De qué se trataba todo eso?, ¿Era tan malo ser un corredor homosexual?, ¿Cuál era el problema de tener pareja?, ¿Por qué al mundo le importaba tanto?
Sí, en toda red social se destacaba su problema sobre todos los demás, pues quedaban cortos ante la locura que rodeaba al Golden Maknae. La gente opinaba con desquicio, sin detenerse a pensar lo que decían, unos defendiéndolo y sintiéndose orgullosos, pero la mayoría insultando a su persona y a sus más allegados: a su hermoso Kim Taehyung.
Cuando menos acordó, Jung Hoseok ya lo estaba recogiendo en ese estacionamiento, pues prefirió dejar ir a su madre en el coche que antes había usado, observando cómo la prensa se dividía en dos, unos siguiendo a la señora hasta la mansión y otros, un poco más astutos, atinando a que Jungkook no había abandonado las instalaciones aún.
—Deja de ver eso —le dijo Hobi al arrebatarle el celular—. No está bien que te castigues así, ya es suficiente con que la entrevistadora se haya atrevido a tocar el tema en televisión nacional.
—Hyung, no sé qué voy a hacer.
—Comprendo —admitió Hoseok y su mirada se posó blanda sobre el pelinegro—. Pero no sirve de nada si te sumerges ahí. Será más difícil encontrar soluciones.
—Tienes razón.
—Claro que sí. No te preocupes tanto, Jungkook. Las personas sólo buscan entretenimiento, en este momento es tu situación, pero pronto llegará algo más y dejarás de estar en los reflectores. Todo llega y todo pasa —animó y el joven asintió, tratando de pensar justo como su amigo lo hacía—. Ahora, vamos a buscar a Taehyung, ¿Quieres?
—Por favor.
Y dicho lo anterior, salieron del estacionamiento de la televisora, en esa furgoneta extraña que Jung Hoseok había conseguido. Sin embargo, fueron perseguidos por una leve porción de reporteros que perdieron luego de entrar a un estacionamiento subterráneo y cambiarse al automóvil del joven sonrisas, mismo que había planeado la distracción con anterioridad.
La noche ya había caído cuando se estacionaron, un poco más tranquilos, frente a la casa de Min Yoongi, siendo Hoseok el que había conducido por algunas horas hasta estar completamente seguro de que no eran seguidos más.
Tocaron el timbre un par de veces y Park Jimin fue quien los recibió, apretando a Jeon Jungkook entre sus brazos con mucha fuerza.
—Jungkook —susurró angustiado y el menor no tuvo más que aferrarse a Jimin también—. Sentimos mucho lo que está pasando.
—Por más que lo pensamos, no encontramos soluciones —añadió Yoongi con el semblante cabizbajo—. De verdad que lamentamos no poder ayudar.
—Está bien, chicos —soltó el joven y se separó de su amigo—. Muchas gracias por preocuparse, pero ni yo mismo sé que hacer. Con Hobi Hyung, hemos pensado por horas, pero nada ha sido factible. Mamá quiere que ocultemos todo y que no vuelva a salir con Taehyung, pero no puedo hacer eso —declaró—; a pesar de que siento extremada presión, por tratarse de mi carrera, no puedo dejar de pensar en él y en lo duro que está siendo todo esto.
—Está siendo duro, sí —afirmó Yoongi al instante—. Desgraciadamente, miró y leyó muchas cosas en redes sociales antes de que yo me diera cuenta de lo que estaba pasando —contó y llevó una mano hasta rascarse la cabeza con preocupación—. Cuando hice que dejara el celular, ya era muy tarde.
—¿Dónde está ahora? —inquirió el menor de inmediato y Jimin hizo una mueca de tristeza.
—En su habitación. Dijo que quería beber y Jimin y yo salimos a surtirnos de alcohol, pero cuando regresamos, lo encontramos dormido junto con Yeontan.
—Entiendo.
—Está muy angustiado y triste, se siente culpable por causar todo esto —mencionó Jimin y eso solo puso más afligido a Jungkook.
—Oh, mi Taehyungie —murmuró, demostrando su angustia—. ¿Está bien si voy a buscarlo?
—Sé que va a decir que no deberías estar aquí, pero te necesita muchísimo.
Y después de asentir, subió las escaleras hasta la habitación que, sabía bien, era de su niño. Entró con cuidado sin atreverse a tocar antes, pues pensó que no sería bueno despertar al joven hermoso que había dentro; Sin embargo, fueron un par de sollozos los que le hicieron saber que Taehyung no estaba del todo dormido.
De inmediato, se acercó hasta la cama, viendo como la espalda de Taehyung se tensaba levemente al identificar la nueva presencia en la habitación. Entonces, no le quedó más que acostarse a su lado y rodear el fino cuerpo del amor de su vida, para después dejar un besito en la parte trasera de su cuello.
—Hola, bebé —susurró y Taehyung optó por hacerse bolita sobre su sitio.
—¿Qué haces aquí? —preguntó, tratando de no delatar que había estado llorando—, ¿Por qué viniste?
—Porque te extraño y estoy preocupado —declaró con sinceridad y escuchó como Taehyung dejaba salir un suspiro—. Yoongi dijo que viste muchas cosas en internet. Lamento de verdad todo lo que te estoy causando, también lamento haber mentido durante la entrevista, quería decir la verdad, pero mi madre no lo permitió, lo siento mucho.
—Jungkook —le llamó el mayor y se giró bajo su abrazo, quedando de frente a Jeon Jungkook, mismo que sintió su corazón achicarse al ver los ojitos negros tan hinchados y tristes—, estoy arruinando tu carrera, ¿Por qué no estás molesto conmigo?
—¿Contigo? —preguntó de inmediato—. No seas tonto, bebé. ¿Qué culpa tienes tú de todo esto?
—Toda —admitió el castaño—. Hice que expusiéramos nuestra relación andando por la calle como si nada.
—¿Y eso qué tiene de malo, mi amor? —inquirió y la mirada del mayor lo fulminó con obviedad—... Taehyung, no soy la reina Isabela, ni el presidente de Estados Unidos; ni siquiera llego a un ídolo con contrato que le prohíbe hasta respirar. Soy un simple atleta homosexual que tiene un novio precioso —declaró y su mano acarició una mejilla de su novio—. El mundo está haciendo una tormenta en un vaso de agua, no te sumerjas en ella.
—¿Cómo no hacerlo?, Yo fui quien...
—Hey —le interrumpió el pelinegro—. No te preocupes, te prometo que vamos a estar bien, saldremos de esta situación y seguiremos siendo felices —aseguró.
—Jungkook...
—Taehyung, no me importa en lo más mínimo todo lo que está sucediendo —terminó mintiendo: claro que le importaba, le preocupaba muchísimo. Era su carrera, su forma de vivir. Aceptaba que era normal la ansiedad que su mamá demostró tener, también le carcomía por dentro; sin embargo, Taehyung importaba un poco más que todo el caos que lo rodeaba. Lo adoraba con su alma entera y estaba seguro, que, si no hubiera podido volver a correr, Kim Taehyung lo compensaría estando en su vida, pues era su mayor causa de felicidad—. Sí, mi carrera está en declive, va a ser mucho más difícil conseguir el puesto que deseo así, pero nada de eso importa más que nosotros. No te martirices, podré reponerme. Además, nadie más que nosotros, puede comprender lo que tenemos, nadie se imagina lo mucho que te quiero y como mi corazón se acelera cuando te veo. Ninguna opinión es más válida que la nuestra —objetó—. Pero, amor... Por favor, no me abandones ahora. Tómame fuerte y no me sueltes porque, si estoy solo, caeré en cualquier momento.
—Koo —murmuró bajito y se aferró al cuerpo de su chico, hundiendo su rostro en el pecho del menor, sintiendo las caricias que de inmediato le fueron repartidas en sus pequeños mechones despeinados.
—Te quiero, bebito.
—Y yo a ti.
Un silencio tranquilo hizo arribo al lugar. Taehyung no había conseguido sentir calma hasta el momento en que Jungkook lo abrazó con esa fuerza.
¿Qué iba a hacer con todo eso?, ¿Cómo iba a enfrentar la vida así?
Sin embargo, lo que más le dolía en su pecho, era reconocer que le esperaban muchas tormentas a Jeon Jungkook. No quería ser una carga más: o se alejaba, o se mantenía fuerte. Pero, si esa calma solo lograba sentirla en los brazos del mencionado, quien le había pedido que se mantuviera con él, entonces no había mucho que debiera decidir.
Sería fuerte, por él y por su Jungkook.
—Amor —murmuró Jeon y Taehyung respondió con un ruidito—. Mi casa está rodeada de periodistas, así que, por esta noche, me quedaré en casa de Hobi Hyung.
—¿Con Hobi Hyung? —preguntó alzando la vista hasta encontrar los ojos mieles.
—Sí, me prestará una habitación que tiene libre.
—Oh —murmuró y volvió a clavar su rostro en la camisa del menor—. Viniste solo para volver a abandonarme.
—No —soltó Jungkook con una risita—. A eso iba, ¿Te gustaría acompañarme?
—¿Y si nos ven? —preguntó y sus ojitos se abrieron levemente.
—Hoseok Hyung, es como un espía encubierto. Perdió a todos los fans y reporteros en una persecución sobre una avenida. Nadie nos está siguiendo ahora.
—Pero...
—Si deseas dormir solo esta noche, lo entenderé.
—No —susurró a la brevedad—, no podría —y al hacer un puchero, Jungkook le tomó las mejillas para dejarle un besito en los labios.
—Bien —murmuró al pararse y le extendió los brazos al joven que seguía bajo las cobijas—. Ven, te cargaré como a un bebé —indicó y el mayor obedeció de inmediato, dejándose cargar por el hombre de su vida, mientras hundía su rostro entristecido en la curva del cuello con olor a nuez.
—Bonita pijama de ositos —le susurró Jungkook antes de disponerse a bajar las escaleras y Taehyung solo se aferró más al joven, soltando una risita triste.
—¿Listo? —preguntó Hoseok en cuanto vio que ambos habían llegado a la sala de estar: Taehyung ignorando al mundo y escondiéndose de este, sintiendo como sus piernas colgaban a los costados de la cadera de Jungkook.
—Sí. Taehyung decidió ir con nosotros.
—Es lo mejor —admitió, el dueño del lugar— No dejes que Taehyung se siga martirizando.
—Tiene prohibido decir que lo lamenta —indicó Jungkook y Taehyung levantó su rostro hasta encontrar el de su novio.
—Es que de verdad lo lamento.
—Que no es tu culpa, tonto —repitió Min Yoongi y removió los cabellos del joven que le daba la espalda—. Solo ve y duerme con tu Kookie.
—Cuídense mucho —pidió Jimin, tan angustiado como en un inicio.
—Lo haremos. Conseguiré que este nene descanse toda la noche.
—Lo necesita —pronunció Yoongi demostrando una mueca de cansancio—. Cualquier cosa, llámennos, incluso si se trata de este bobo llorando por unas gomitas.
—Hyung —se quejó Taehyung y volvió a hundirse en el cuello de Jungkook—. Encárgate de cuidar de Jimin y déjame llorar en paz —exigió y logró sacarles unas carcajadas a los presentes: las de Jimin, en particular, repletas de pena y nerviosismo.
Al final, se despidieron, llevando con ellos un sin fin de penas inquietantes, pues, en definitiva, estaban a punto de sentir como se ahogarían en el mismísimo Mar del Este.
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