50. Cuando la luz se debilita

Enero.

Los extremos de la crueldad causaban un sufrimiento silencioso, perpetuo y lastimero, mismo que no necesitaba pedir Kim Taehyung, pues ya lo tenía arraigado en el alma.

Jeon Jungkook abrió la puerta de su habitación, entrando y prendiendo la luz de inmediato, pero al sentirse solitario, giró sobre sus talones y encontró a Taehyung aún en el pasillo, con su mirada cristalina perdida en el piso.

—Adelante —indicó y fue cuando Taehyung alzó la vista; sin embargo, no se movió y Jungkook tuvo que acercarse para tomar su mano y hacerlo pasar—. No dejaré que vayas a una sauna.

—Pero, Jungkook...

—Está bien, TaeTae, no te preocupes. Además, no te molestaré, yo dormiré en la habitación contigua.

—Yo puedo dormir allá, esta es tu habitación.

—No, estarás más cómodo aquí —explicó y dejó a Taehyung para ir a su armario, volviendo con un par de prendas en las manos—. Puedes usar este pijama, también puedes darte una ducha, eso te relajará y hará que descanses mejor; en el baño hay todo lo necesario. Yo iré a lavarme a la habitación de al lado.

—Bien —dijo sin muchas ganas, ya ni siquiera podía oponerse.

El muchacho pelinegro sintió que su mundo se derrumbaba, Taehyung no sonreía más. ¿Por qué, justo el día que Taehyung podía ir a dormir más feliz que nunca, sucedió algo así?

—¿Está bien si vengo en un rato? —preguntó, pues de verdad que no quería dejar al castaño solo.

—Si, está bien —contestó, nuevamente, llevando su mirada hasta el piso.

—Perfecto —mencionó al acercarse y, tomando las mejillas del mayor, dejó un leve besito en su frente—. Estás en tu casa, ¿Okay?, siéntete libre de hacer lo que desees.

—Gracias, Koo —murmuró el mayor con tristeza y Jungkook no tuvo más que salir de la habitación.

Entonces, Taehyung, se quedó solo y el vacío se hizo más grande. Suspiró, evitando que el llanto siguiera saliendo. Lo mejor era lavarse, necesitaba descansar o moriría de la aflicción.

[...]

Eran cerca de las tres de la madrugada cuando sus pies entraron en las pantuflas de Jeon Jungkook; se había duchado rápidamente: no soportó tener tiempo para analizar las cosas, pues sus pensamientos se mezclaron de manera indefinida, removiéndole, de a poco, la llaga que ya estaba clavada en su pecho.

Se miró en el espejo de aquel baño acaudalado y sus hebras mojadas dejaron caer un par de gotas hasta el lavabo. Suspiró, al menos el pijama que le había dado Jungkook conservaba ese olor a nuez que tanto le llenaba la vida.

Debía ponerse a razonar para encontrar soluciones, pero unos leves toquecitos aparecieron en la puerta y su corazón se estremeció al escuchar la voz de su novio—. ¿Taehyung?

—¿Sí? —inquirió al instante.

—¿Todo bien? —le preguntó, era obvio que estaba preocupado y Taehyung se vio en la necesidad de tomar una bocanada de oxígeno. Odiaba causar molestias.

—Sí —contestó sin más y un suspiro salió de la boca de Jungkook.

—Bien. ¿Puedo esperarte aquí?, traje una toalla para secar tu cabello.

—Voy... voy en seguida —fue lo único que dijo y se limitó a escuchar como Jungkook asentía y se alejaba de la puerta del baño.

Las lágrimas volvieron a asomarse entre sus pestañas y se tapó el rostro con sus manos.

"Llorar hasta que no queden más lágrimas", ha sido la frase más tonta jamás creada, pues él llevaba todo el día llorando y no veía señales de que su mar se secara.

Respiró profundamente y se limpió las gotitas: no quería darle más angustias a Jungkook, él no se lo merecía.

Salió del baño, tratando de lucir lo más tranquilo posible y sus ojos se encontraron con los de Jeon, quien lo estaba esperando, sentado a la orilla de la cama. De inmediato, el joven pelinegro, dejó el comic que sostenía a un lado y se levantó, viendo a Taehyung acercarse.

—¿Cómo estuvo tu ducha? —preguntó y Taehyung intentó sonreírle.

—Relajante —dijo y Jungkook sonrió levemente, para tratar de animar a su bebé.

—Siéntate —pidió y Taehyung asintió, sentándose a la orilla de la cama.

Jungkook tomó una toalla que había dejado sobre una mesita junto a la puerta y entonces se subió en la cama, posicionándose detrás del mayor y llevando la prenda hasta rozarla contra la cabellera castaña.

Taehyung dejó salir un suspiro, mientras trataba de calmarse al sentir las suaves caricias que dejaba Jungkook en su cabeza. Ambos se hundieron en un silencio tranquilo, mismo que solo era irrumpido por sus respiraciones sincronizadas.

—Lo siento —dijo Taehyung de pronto y Jungkook se detuvo—. Siento haber arruinado todo.

—No. No, amor. No arruinaste nada.

—Esta era una noche importante —arguyó el mayor.

—Sigue siéndolo —contestó Jungkook—. Sigue siendo nuestra noche —recalcó y volvió a remover la toalla, con todo el cuidado posible, entre las hebras de Taehyung, asegurándose de que el agua empapara la tela en vez del cabello castaño, actuando como si fuera lo más importante por hacer en el mundo. Volvieron a hundirse en el frío silencio, pues el fisioterapeuta entendió que el atleta no quería seguir escuchando más sobre el tema. No obstante, Jungkook se sintió mal y, al tomar oxígeno, decidió hablar—. Perdóname, Taehyung, por haber causado todo esto, por hacer que la sonrisa desapareciera de tu rostro.

—No, Jungkook. Tú no hiciste nada...

—Claro que sí —aseguró y se volvió a detener—. Te besé frente a tu padre; si no lo hubiera hecho, no estarías sintiendo tanto dolor.

—Kookie —murmuró Taehyung y se giró un poco para ver de frente el rostro de su chico—. No lo hiciste con esa intención —comentó aceleradamente, como si tratara de hacer que Jungkook dejara de hundirse con él—. Esto estaba destinado a suceder, tarde o temprano, mi padre se iba a enterar —argumentó y tomó una mano de Jeon Jungkook—. No quiero que pienses así, esto no ha sido tu culpa.

—Taehyung...

—Por favor —rogó y de un movimiento se subió en la cama, enredando sus brazos en el cuerpo de Jungkook—, me pone más triste que te culpes. No lo hagas.

—Oh, mi amor —musitó y sus brazos correspondieron al abrazo que Taehyung le estaba dando—. Está bien, no te preocupes —pidió y el jovencito castaño asintió, hundiendo su nariz en el cuello del menor. Se quedaron un momento así, hasta que Jungkook sintió que Taehyung estaba un poco menos tenso—. Vamos a arroparte, ¿Sí?, es hora de que intentes descansar —indicó y el mayor aceptó, dejándose hacer por Jeon Jungkook.

Pronto, estuvo acomodado al centro de la cama, viendo como Jungkook cubría su cuerpo con las sábanas y acomodaba estas detalladamente, esperando que Taehyung encontrara comodidad donde él siempre lo hacía.

—Gracias —musitó cuando el menor se sentó al borde, seguro de que todo estaba listo.

La mano de Jungkook fue directo hasta la mejilla de Taehyung y dejó una suave caricia contra su piel—. No te preocupes por nada, Tae. Al amanecer, podrás ver las cosas un poco distintas... Vas a estar bien —aseguró y Taehyung asintió. Entonces, Jungkook no pudo evitar reparar en los hermosos ojos negros que ahora mismo estaban hinchados y enrojecidos—. Llámame si necesitas algo; no importa lo que sea, vendré.

—Sí —dijo y Jungkook respiró profundo al apagar la lámpara más cercana, tomando fuerzas para levantarse.

—Duerme bien —en seguida, caminó hasta la puerta, sintiendo que cada uno de sus pasos resonaba contra el viento y dejaba una estela eterna de sensaciones adversas.

—Jungkook —pero esa voz lo hizo detenerse en seco, pues lo llamó de una manera dolida, con un nudo en la garganta. Se giró angustiado y encontró a Taehyung sentado y haciendo un leve puchero—. No te vayas —rogó—. No me dejes ahora.

Por ende, el menor sintió un alivio que a la par le arrancó el corazón: su Taehyung estaba sufriendo, era imposible de evitar. Entonces, sin perder otro segundo, fue y se metió entre las sábanas, recargándose en las almohadas y abriendo los brazos, indicándole a Taehyung que no se iría, que se quedaría siempre. En consecuencia, Taehyung se dejó ir, metiéndose entre las piernas de Jungkook y clavando su rostro en el pecho de su menor, abrazándose a él con las pocas fuerzas que le quedaban. Los brazos de Jungkook también lo envolvieron y acariciaron su cabello con esmero y serenidad, haciéndolo saber que no todo estaba perdido; Sin embargo, un jadeo adolorido, abandonó los labios del rizado y sus lágrimas escurrieron como si de una cascada se tratara.

—Soy tan débil —murmuró, quizá un minuto después de solo estar sollozando, y aquello quebró al atleta.

—No, no eres débil, bebé.

—Claro que sí, ¿Cómo puede afectarme tanto la opinión de una persona que nunca ha estado para mí?, ¿Por qué le estoy dando tanta importancia y no puedo evitar que me duela?

—Porque es tu padre. Sea como sea, has vivido toda tu vida con sus pasos detrás, la profundidad de su lazo no desaparece por acciones mundanas.

—Aun así, no entiendo cómo puede odiarme tanto... Lo que dijo sobre mamá... jugó con su memoria y ni siquiera tienen justificación sus palabras; ella no sería así, ella me aceptaría sin importar... nada —terminó de decir y sorbió su nariz, esperando no empapar, en demasía, el pijama de Jeon Jungkook.

—Tu madre te amaba más que a nada en su vida —añadió el otro joven y dejó una caricia en la mejilla del mayor—. Si estuviera aquí, estoy seguro de que hubiera dicho algo como: Taehyung-ssi, no tengas miedo, no pasa nada. Si tú eres feliz, yo también lo seré, por esto no dejas de ser mi hermoso hijo.

—Oh, Jungkook —musitó el castaño y soltó un gemido lastimoso—... La extraño tanto... Estoy solo en el mundo.

—No digas eso, amor.

—Es la verdad. Quizá no quería aceptarlo, pero, desde que murió mamá, he estado tan solo. Kim Chulmoo no merece que lo llame 'padre', jamás ha sido uno —dijo y cerró los ojos, sintiendo como estos soltaban gotitas por montones, ya ni siquiera tenía fuerzas para sollozar del todo—. ¿O... soy yo quién no merece ser su hijo? —preguntó de pronto y sus manos se afianzaron a la espalda de Jeon—; quizá debí esforzarme un poco más, hacer lo que mi papá quería, obedecerlo y ser un buen hijo, cambiar mi...

—Hey, hey, hey —le interrumpió el menor y, tomándolo de los hombros, lo obligó a separarse un poco. Sólo entonces pudo verle el rostro, entristeciéndose aún más al notar la expresión melancólica de su chico; aquellos orbes le gritaban el gran suplicio que cargaba. Ojalá hubiera una medicina, ojalá pudiera curar esa aflicción; no obstante, era imposible—. Taehyung, no necesitas cambiar nada de ti, tu padre debió apoyarte siempre, debió entender lo que tu querías y dejar de insistir con someterte a cumplir sus metas; un hijo no es una posesión, no es un muñeco o un objeto, es una vida. En todo caso, él no merece ser el padre de un ángel como tú. Por favor, no quiero que vuelvas a decir eso —pidió y miró como Taehyung hizo un puchero dolido—. Eres un buen hijo, siempre has dado todo de ti, no me vas a decir que no; incluso, hasta la fecha, sigues esforzándote con el alma para lograr ser digno de su aceptación —mencionó y sus manos fueron directo a enrollar las mejillas del joven castaño—. Desgraciadamente, uno nunca es suficiente para alguien que no sabe lo que quiere; por eso, todo este tiempo, debiste haber pensado un poco más en ti.

—¿En mí?, pero si siempre hice lo que quise...

—Sí, amor, soy consciente de ello; pero también sé que todos los días te reprendes por no haber hecho lo que tu papá quería. Sigues pensando en eso y lo arrastras como si se tratara de una condena.

—Jungkook...

—Escucha, Taehyung. No le debes nada a nadie, todo lo que has hecho siempre ha sido por y para ti, así que deja de luchar contra la corriente y acepta lo que has elegido... en cuanto a todo: tu trabajo, tus hobbies, tus amigos... yo; somos una elección, somos lo que tú has querido —soltó y limpió, con sus pulgares, las lágrimas que resbalaron por las mejillas de Taehyung—. Sé que estás en todo tu derecho de arrepentirte, pero ¿Serviría de algo si vas y le ruegas a tu papá por su perdón, si estudias abogacía, si te conviertes en político, si te casas con Lee Misuk?, ¿Lograrías ser feliz si te encargas de cumplir sus sueños? —y Taehyung solo pudo bajar la mirada, sintiendo sus párpados adormecidos por el llanto—... ¿Qué pasaría con los tuyos? —al final, Jeon Jungkook tenía toda la razón del mundo

—Perdón por ser un cobarde.

—No. No eres un cobarde, bebé, ni siquiera estás huyendo. ¿Acaso no encaraste a tu papá cuando sucedió lo de hace rato?, Caminaste al frente y trataste de explicarle tus razones, él fue quien no quiso escuchar, él fue quien se condenó a vivir sin tu cariño... Sé que duele enormemente y sé que no tiene justificación lo que ha hecho, sin embargo, considero que, si puedes, deberías intentar perdonarlo —opinó y la mirada del fisioterapeuta encontró la suya.

—¿Perdonarlo? —inquirió y un sollozo se escapó palpitante—... pero nos ofendió excesivamente.

—Lo sé, dijo cosas muy crueles.

—¿Entonces? —cuestionó—, ¿Por qué pides eso?

—Porque no quiero que tu corazón se llene de rencor. No es necesario que seas infeliz por su causa. Me gustaría que algún día pudieras decirme que todo está bien, que el dolor ha terminado y que no te importa su opinión. No pido que te relaciones con él, que arregles las cosas de frente, que lo visites los fines de semana, no, solo quiero que en tu pecho todo esté tranquilo. No obstante, es tu decisión. Ya eres un adulto independiente, Taehyung, puedes hacer con tu vida lo que sea que desees.

Y entonces, Kim Taehyung, analizó un instante lo que Jungkook acababa de decirle—. Tienes... tienes razón.

—¿Verdad que sí?... En este momento estás perturbado, te sientes inconsolable y no sabes qué sucederá el día de mañana, pero te prometo que estarás bien —dijo y se atrevió a dejar un leve besito en la frente de su niño—. No estás solo, amor, no lo estás. Tú mamá, tus amigos y yo estamos contigo en todo momento; sé que no nos comparamos a tu familia, pero...

—Lo son —interrumpió—... son lo único que tengo.

—Oh, TaeTae —habló el pelinegro, sintiéndose conmovido y volviendo a envolver la espalda de Taehyung entre sus brazos—. Te quiero, amor.

—Te quiero también —confesó y volvió a llorar en el pecho del joven, dejándose llevar por las palabras que recién le había dicho.

Todo estará bien.

Si siguen juntos así, todo estará bien.

Minutos después, la calma había adornado el pecho de Taehyung, haciendo que Jungkook pudiera respirar un poco más tranquilo. Tomó las sábanas y las colocó encima del cuerpo de Taehyung, cobijándose a la par, pues el chico seguía sobre su cuerpo, abrazándolo con ímpetu.

Bajó un poco la mirada y pudo ver el rostro del joven, quien tenía los ojos cerrados y respiraba con serenidad entre la tela de su pijama; aquello, le provocó una leve sonrisa. El simple hecho de que no salieran más lágrimas, le aliviaba el corazón.

En definitiva, Jeon Jungkook, estaba dispuesto a soportar una y mil tormentas por Kim Taehyung.

[...]

Kim Taehyung se removió entre los edredones con olor a nuez y aquel aroma hizo que sus sentidos despertaran. Abrió los ojos poco a poco, recobrando el sentido que siempre le robaba el sueño. No obstante, ese no estaba destinado a ser un amanecer cotidiano, pues la gran diferencia era representada por ese guapo chico de tez blanca y cabello negro, que lo estaba abrazando por la cintura, sin siquiera ser consciente de ello, ya que seguía durmiendo.

El corazón de Taehyung aún dolía, ni siquiera pudo creer que de verdad había podido conciliar el sueño, pero la presencia de Jeon Jungkook en su vida, hacía que el dolor se redujera a una cifra casi inutilizable, ayudándolo a encontrar su bienestar.

Entonces, suspiró sin muchas fuerzas, llevando su mano izquierda hasta poder retirar un mechoncito negro, que se interponía entre la belleza de Jeon Jungkook y su capacidad para mostrarla al mundo. Ese hombre, era lo más perfecto que la vida pudo haber creado y, para su suerte, estaba hecho para él.

De pronto, pegó un saltito asustado, retirando su mano con brusquedad, cuando los ojos marrones se abrieron. Jungkook lo miró adormecido, por solo unas milésimas de segundo y volvió a cerrar sus orbes; luego sonrió un poquitín y se acercó, travieso, hasta el punto en que sus narices se rozaron.

Taehyung se quedó quieto, tratando de regular el palpitar acelerado de su corazón, esperando, a la par, que aquel lindo chico volviera a dar indicios de vida. Sin embargo, nada pasó y eso solo hizo que su nerviosismo aumentara; pero cuando estuvo a punto de alejarse un poco, Jungkook decidió hablar, haciéndolo temblar al escuchar su ronca y varonil voz mañanera.

—Amor —llamó, aún con los ojos cerrados, y el alma de Taehyung se disparó como una flecha directo a Saturno—. ¿Me das un beso? —cuestionó y el mayor no pudo contener la hermosa sensación que le llenó el pecho—. Porfis.

En seguida, Taehyung soltó un suspiro y, con ambas manos, aprisionó las mejillas de su novio, para después, girar un poco su cabeza y presionar sus labios con los otros, dejando una dulce compresión entre los dos que, al finalizar, les hizo soltar un definido: muak.

Por consiguiente, Jungkook abrió los ojos lentamente y dejó de abrazar su cintura para ir a acariciar su mejilla.

—¿Dormiste bien? —preguntó y Taehyung asintió, notando como Jungkook inspeccionaba sus ojos aún hinchados por el llanto—. Me alegra, estaba preocupado.

—Siento ser una molestia.

—No eres una molestia —indicó y dejó un besito en la punta de la nariz de Taehyung—. Estaba preocupado porque, en realidad, me duele mucho cuando sufres.

—Kookie, no sufras por mí, por favor.

—No pidas eso, es imposible no hacerlo. Eres la luz de mi vida... y si mi luz se apaga, me perderé en la oscuridad.

—Jungkook —y con ese murmuro, Taehyung se abrazó al cuerpo de su novio, haciendo que éste correspondiera de inmediato—. No me apagaré, te lo prometo.

—¿Nunca?

—Jamás —aseguró—... Pero si de pronto mi luz se debilita, por favor, ajusta mi voltaje otra vez, justo como lo hiciste anoche.

—Bebé —murmuró Jungkook, conmovido.

—Te necesito conmigo siempre.

—Estaré contigo siempre.

Y dicho lo anterior, ambos se abrazaron con fuerza, queriéndose fundir en su calor mutuo, mismo que los hacía sentir seguros, aun cuando sus mundos se caían a pedazos.

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