47. Nuestra oscuridad - Parte I
Enero.
"Solo... mantente saludable, por favor".
Digitó, por último, Kim Taehyung, en el chat de Jeon Jungkook y, al observar el mismo, quiso ponerse a llorar como un crío.
—Taehyung, ya deja ese celular —pidió Yoongi, en cuanto salió de la tienda de videojuegos, misma a la que el castaño no quiso entrar—. Si Jungkook no contestó hace dos minutos, no lo hará ahora.
—Hyung —chilló el menor, levantándose de la banca donde reposó los últimos minutos, solo para acompañar los pasos de su amigo—, Jungkook no es así.
—Lo sé, tonto —dijo y Taehyung revisó una vez más su teléfono, topándose con la misma información de antes: un Jeon Jungkook que no quería saber de él—. No sé qué es lo que sucede entre ustedes, pero no quiero que entristezcas más. Parece imposible, pero debes intentarlo, no es bueno que tus emociones suban y bajen cual montaña rusa. Anímate.
—No tiene sentido, Hyung. Sin Jungkook no...
—No me vengas con excusas Kim Taehyung, Jungkook no estaba hace un año y aun así respirabas. Sé que su actitud es muy extraña y que no paras de pensar en qué es lo que le está pasando, pero si estás conmigo, significa que debes olvidarte de tus problemas y ayudarme a resolver los míos.
—¡Pero qué buen amigo eres!
—Solo quiero ayudar a tu mente y distraerte con otras cosas que no sean tu amorío con el atleta. Ya no veas ese teléfono, te hace daño. Esfuérzate y vamos a comer algo.
—Mejor vayamos a beber —sugirió, mientras un puchero se adueñaba de sus labios.
—No, no dejaré que te embriagues.
—¿Por qué?, Es sábado, mañana no trabajamos.
—Lo sé, pero no quiero que te pongas a llorar e intentes ir a buscar a ese hombre hasta su mansión. Trátalo como te trata: si te está ignorando, ignóralo también —exigió y Taehyung sintió que su corazón se estrujaba.
—Me siento mal, Hyung. Me duele aquí y siento una gran opresión que no me permite respirar correctamente —indicó poniendo una de sus manos sobre su pecho, justo encima de su órgano palpitante y Yoongi dibujó una mueca triste sobre su rostro.
—Nadie ha dicho que el amor es sencillo, Taehyung —pronunció y su mano fue hasta la espalda del menor, compadeciéndose de su dolor interno, ese que, muchas veces, él ya había sentido. Sin embargo, tuvo que detener el discurso que estaba a punto de darle a su dongsaeng, al recibir una llamada urgente.
Taehyung mantuvo una expresión decaída y no le quedó más que sentarse en la banca que estaba a su lado, pensando en lo que su Hyung acababa de decirle y mirando, cabizbajo, el ambiente del centro comercial, mismo que se hundía en la tranquilidad, pues no había muchas personas. Yoongi lo observó con algo de lástima y se acercó a dejar las bolsas que cargaba a un lado suyo, mientras seguía atendiendo su llamada.
—Ah, por cierto, Minnie, olvidé decirte que...
—¡Jimin! —pero, entonces, su conversación fue interrumpida por el castaño desesperado, que arrebató su celular de su oído y le gritó a la bocina con extremada angustia—. Jungkook, ¿Sabes algo de él?
—¿De Jungkook? —le cuestionó Jimin al instante y Yoongi se pegó al celular, para poder escuchar también—, ¿Saber algo?, ¿Cómo qué?
—Si está vivo, por ejemplo.
—Taehyung, ¿De qué hablas?, Jungkook está bien —aseguró el rubio y los ojos de Taehyung se clavaron en los de Yoongi.
—¿Lo has visto?
Y los segundos que se tardó Jimin en responder, se volvieron una eternidad para Kim Taehyung—. Esta mañana, en la pista.
—¿De casualidad, comentó algo de mí: qué estuviera molesto conmigo o cualquier otra cosa?
—No, ¿Por qué lo estaría?
—No lo sé —confesó el castaño—, lleva cuatro días sin hablarme.
—¡¿Cuatro días?! —exclamó el joven, al otro lado de la línea—. Wow, eso es mucho tiempo.
—Solo... Quisiera saber si está bien, si ya comió, si se está hidratando correctamente, si no se ha lastimado... Cualquier cosa, lo que sea... Dijo que saldríamos este fin de semana, pero nunca fue a buscarme al hospital. Intenté llamarlo, le he enviado montones de mensajes y nada. No quiere saber de mí —contó, por último, sintiendo sus ojos cristalizarse.
—Oh, Taehyung, no te lo tomes así —aconsejó Jimin—. Jungkook está muy ocupado con su entrenamiento, no tiene tanto tiempo para salir como antes. Debes tratar de entenderlo y darle su espacio. Eres su escape, su distracción y, en este momento, no le hace bien tener distracciones —explicó y Taehyung contuvo un sollozo.
—Tienes razón.
—¿Verdad?, Tranquilízate, él está bien. Dale tiempo, ya te buscará y, entonces, le metes la paliza de su vida.
—Bien —musitó—... S... Si lo ves, ¿Puedes decirle que lo extraño?
—Lo haré, no te preocupes. Mejor concéntrate en crear algunas porras para que lo animes en la pista, pronto tendrá algunas competencias nacionales.
—Gr... gracias, Jimin.
—Por nada, Taehyung. Ahora, ¿Podrías pasarme al gato tonto?
Entonces, Taehyung se alejó del celular, entregándolo a su dueño y dejándose caer, nuevamente, en la banca que antes ocupaba. Yoongi se encargó de terminar la llamada con su niño cachetón y su mirada se encontró con la de Kim Taehyung.
—Lo asfixio con mi existencia —dijo y enseguida se soltó a llorar.
—No, no. No es eso —arguyó Min Yoongi, poniéndose de cuclillas frente a su amigo—. Jungkook solo está ocupado, ya escuchaste a Jimin.
—Entiendo esa parte Hyung, pero nada le cuesta teclear un simple "Estoy bien. No puedo hablar ahora, te veo después". La verdad, es que soy una molestia, una distracción. No quería eso, no quería que Jungkook se hartara de mí. Me gusta estar con él, me gusta abrazarlo y escucharlo hablar de cualquier cosa, pero yo... jamás creí que mi cariño lo empalagaría, no me detuve a pensar en que necesita su espacio y que, un hombre como yo, solo es un estorbo cuando se trata de cumplir sus metas.
—Ay, Taehyung —musitó el mayor, haciendo pucheros también, contagiándose de la melancolía del más pequeño—. Si Seokjin Hyung te escucha decir eso, no te dejará seguir con Jeon Jungkook y se convertirá en su más grande hater. Comprendo la situación, pero lo único que puedo hacer es ofrecerte mi cariño infinito. Todo va a estar bien, te lo aseguro. Mientras tanto, vamos por helado, eso es lo que necesitas.
—Que no sea de nuez, por favor.
—No te preocupes, me aseguraré de que no haya ninguna clase de nuez cerca de ti.
[...]
La noche ya se había plantado sobre la ciudad de Seúl; sin embargo, para Taehyung, nada estaba siendo distinto: seguía estando triste. Su mirada resplandecía deprimente a través de la ventana de la camioneta, persiguiendo cada una de las luces que hacían ver a la ciudad menos nostálgica.
—¿Te sientes mejor? —cuestionó Min Yoongi, quién iba frente al volante y justo se había detenido en una luz roja.
—Me duele el estómago —contestó Taehyung, sin mirar al más grande.
—Cuando dije que comieras helado, no me refería a la heladería completa.
Y una risita triste, escapó de los labios del menor—. Solo fueron tres tazones.
—Y el bote de cuatro litros que pediste para llevar.
—Es para casos de emergencia.
—Sí, claro —asintió con una sonrisa—. De cualquier manera, te mereces todo ese helado. Disfrútalo.
—Lo haré.
—Bien —y dicho lo anterior, presionó el acelerador, pues la luz verde apareció frente a sus ojos.
—Hyung —le llamó el castaño unos cuantos segundos después—. ¿Por qué te complicas tanto?
—¿De qué hablas?
—Me refiero a Jimin —contestó y Min Yoongi le dirigió una rápida mirada—. Si lo quieres tanto, ¿Por qué no se lo dices de frente?
—Ya se lo he dicho.
—Sí, pero no de la manera en que ambos desean tomárselo —dijo el menor, causando que Yoongi diera un profundo respiro—. No es secreto que Jimin muere de amor por ti y tú lo adoras de una manera innegable... ¿Qué es lo que te detiene?, ¿Por qué te privas de sentir sin condiciones hacia él?
—Es complicado, Taehyung.
—¿Qué cosa?
—Lo que siento por Park Jimin —confesó y sintió que su corazón se encogía levemente—. No hay mucho que pueda decir al respecto y probablemente no comprendas mi forma de pensar, pero Jimin es lo más bonito que he visto en este planeta. Es como una luz que me devuelve la esperanza cada que lo necesito; es tierno, adorable y obstinado, tan latoso como un crío, pero tan frágil y angelical que parece irreal... Se merece todo lo mejor de este mundo.
—¿Y... por qué no se lo das?
—No soy esa persona, Taehyung.
—Pero, Hyung... ¿En qué te basas para creer eso? —cuestionó y un suspiro decaído abandonó los labios felinos.
—No me lo tomes a mal, pero no quiero continuar con esta conversación.
—Está bien —contestó el menor y su mirada viajó nuevamente hasta la ventana a su izquierda, no tenía intenciones de incomodar a su amigo. Yoongi no era una persona complicada, solo había cosas que no quería decir y Taehyung respetaba ese aspecto de su personalidad—. Adoraría que Jungkook se expresara de mí, como tú lo haces de Jimin.
—Oh, no te preocupes, lo hace —soltó y Kim Taehyung lo miró de inmediato.
—¿Lo hace?
—Lo hace.
—¿De verdad?
—Sí, cada que tiene oportunidad —comentó y los ojitos de Taehyung brillaron ilusionados—. Algún día te lo dirá de frente —aseguró, haciendo que el más pequeño sintiera cálido en su corazón—. Te ves algo cansado.
—Me siento cansado —admitió.
—Entonces, intenta dormir un poco. Te despertaré cuando estemos frente a tu casa.
—Gracias, Hyung —dijo, por último, refiriéndose a todo lo que había hecho Yoongi, durante ese día, por su persona dolida. No tenía cómo pagarle, nada sería suficiente para compensar cada minuto que el mayor invirtió en escucharlo y animarlo constantemente. Entonces, con una pequeña sonrisa, inclinó lentamente el asiento, encontrando una posición adecuada y acomodándose sin ninguna reserva; cerrando los ojos, dispuesto a tomar una siesta mientras su pecho estuviera calmado.
—Por nada, Taehyungie.
[...]
—Taehyung —susurró Min Yoongi y el joven de mechones ondulados se removió sobre el asiento—. Taehyungie —repitió, esta vez, tocando el hombro del chico y moviéndolo un poco. Sonrió cuando miró a la ventana y regresó hacia el menor, observando como comenzaba a arruinar su tranquilo sueño—. Taehyung, es hora de despertar.
—Solo un poco más, Hyung —pidió el menor y Yoongi soltó una carcajada.
—No creo que sea posible, debes despertar ahora.
Taehyung soltó un quejido. No quería despertar, hace días que no dormía tan bien como en ese momento—. Hyung —chilló y abrió los ojos, volviendo a cerrarlos casi al instante—. ¿No sería más sencillo si me dejaras dormir aquí?
—Sería más sencillo, pero nada cómodo.
—Si quieres, puedes dormir en mi cama, bebé.
Y con tan solo escuchar ese adorable sobrenombre, los sentidos de Kim Taehyung se avivaron, provocando que abriera los ojos y se irguiera de golpe sobre el asiento.
—¿Jung... Jungkook? —cuestionó, sintiendo su corazón acelerarse cuando sus ojos se conectaron con los mieles que lo miraban desde la ventana a su costado—... ¡Jungkook! —exclamó y rápidamente se deshizo del cinturón de seguridad, abriendo la puerta y saliendo del vehículo sin ningún cuidado. Entonces, abruptamente, se adhirió al cuerpo de Jeon Jungkook, aferrándose con anhelo a su cuello y sumergiéndose en ese hermoso aroma a nuez que jamás dejaba de capturarle—. Kookie —murmuró y un nudo en su garganta apareció, humedeciéndole los ojos a la par que los brazos del pelinegro le rodearon la espalda.
—¿Has estado bien, bebito? —cuestionó el menor y un sollozo lastimero, salió de los otros labios, cuando el dueño de ellos intentó hablar; por ello, la preocupación inundó el pecho de Jeon Jungkook—. Taehyung —le llamó, separándose un poco y logrando ver la carita aguada del niño que más adoraba en el mundo—. Precioso, ¿Por... por qué lloras?
—Jungkook —y al pronunciar ese nombre, un par de lágrimas largas recorrieron sus mejillas—... tú... tú —pero la voz se le cortó y solo pudo llevar sus manos hasta cubrirse el rostro—... No quiero verte hoy.
—¿Qué?, pero, bebé...
—Suéltame —pidió y los ojos de Jungkook fueron hasta Yoongi, pidiendo explicaciones.
—Fueron cuatro días, amigo. Taehyung está muy sentido, ha llorado toda la ta...
—¡Hyung! —exclamó Taehyung y Yoongi cerró la boca de golpe—... Suéltame, Jungkook... Por favor —pidió y al no sentir que eso sucediera, destapó su rostro, bajando la mirada de inmediato y llevando sus manos hasta los brazos de Jungkook, retirándolos, con toda la fuerza de su debilucho cuerpo.
Entonces, se giró hacia la camioneta y cuando iba a abrir la puerta, el sonido de los seguros hizo efecto, prohibiéndole el paso enseguida. La mirada asustada de Taehyung reparó en la de Min Yoongi, quien le sonrió a la brevedad.
—Lo siento, Taehyung —dijo el azabache—. Me compró todos los tomos de Shingeki No Kyojin —argumentó—, no pude negarme... Debes quedarte con él y escuchar lo que dirá. No me odies, es por tu bien —y dicho lo anterior, encendió el motor de su vehículo y arrancó, dejando al resentido Kim Taehyung con el amor de su vida.
En aquel momento reparó en la situación, parecía encontrarse en el fraccionamiento de los Jeon, pero no estaba completamente seguro, pues lo único que podía ver era la parte trasera de una casona y una extensión gigantesca de pasto.
—Tae —susurró Jungkook a su espalda, perdiéndose en el cuerpo rígido del castaño, sin dejar de ver como este observaba hacia donde Yoongi se había ido—... Yo... lo siento, de verdad... Jamás pensé que los días...
—Pudiste haberme dicho que estabas ocupado, que no podías responder, que no tenías wifi o cualquier otro pretexto que me hiciera tranquilizar —soltó y la tensión entre ambos jóvenes creció en desmedida—. Tus dedos no se lesionarán por unas cuantas palabras que dejes en mi chat: lo sabes, ¿Verdad?
—Hey —musitó el pelinegro, sintiendo que su alma entera se consumía en la preocupación, por eso, se movió hasta conseguir estar de frente a Kim Taehyung, quien no fue capaz de levantar la mirada y solo reparó en observar la acera donde estaban parados—, bebé. No fue mi intención que las cosas se dieran así —pronunció y buscó la mirada del mayor, misma que no logró obtener—. De verdad, lamento haberte dado días tan agobiantes. Sé que ahora mismo estás molesto, pero quisiera poder...
—Jungkook —lo detuvo el ajeno—... Siento mucho ser una distracción para ti.
—¿Qué? —cuestionó al desconcertarse—... ¿Una... una distracción?
Y un puchero se formó en los labios de Kim Taehyung—. Soy muy consciente de que tienes prioridades, de que debes invertir tu tiempo en tu entrenamiento y que te riges por una agenda apretada. Nunca pensé en lo que yo causaba en ti, en lo molesta que resulta ser mi actitud sofocante y mi manera de desear siempre tu atención. Lamento no saber darte tu espacio y hartarte con mis cursilerías. No quería esto, no quería aburrirte... solo quería estar contigo porque en serio me gustas... Pero ya lo entendí, no era necesario que sobornaras a Yoongi para que me trajera hasta aquí; comprendo a la perfección cuando no se puede incluir en la vida cotidiana a alguien que te frena constantemente...
—Taehyung, ¿De qué estás hablando? —y sus manos fueron a dar hasta los hombros del castaño—... Mírame y explícame lo que tratas de decir, porque no estoy entendiendo en absoluto.
Pero Taehyung no quiso verlo—. Solo digo que comprenderé si quieres hacerme a un lado.
—¿Si quiero hacerte a un lado?, ¿A ti?, ¿A la persona más hermosa del mundo entero? —entonces, Taehyung alzó la mirada, clavándola al instante en los orbes mieles del agraciado atleta—... ¿Cómo puedes pensar en eso cuando sabes que eres mi luz?
—Jungkook, me ignoraste por cuatro días...
—Es un malentendido. Acompáñame y te explicaré todo.
—¿Acompañarte?, no eres precisamente la persona con la que desearía gastar mi tiempo esta noche.
—Taehyung...
—Me dolió, Jungkook. Estoy molesto contigo, sí; pero más me enoja mi propia actitud y la manera en que me preocupé por ti. Así que no esperes que desee quedarme contigo cuando...
Pero los labios de Jeon Jungkook se clavaron en los suyos con brusquedad, impidiéndole el habla y quitándole el aliento, saboreándole las comisuras y sintiendo la falta de ambición en ellas; aprisionándole las mejillas con todo el anhelo del mundo, mientras su corazón se aceleraba por haber actuado enloquecido, incluso, ante los deseos contrarios del chico que lo hacía feliz.
—Lo siento, Taehyung —le dijo, separándose unos cuantos centímetros—: pero no tienes otra opción —y fue entonces que tomó el cuerpo de Taehyung entre sus brazos, cargándolo cual saco de harina sobre uno de sus hombros y comenzando a caminar decidido, mientras el mayor se removía como una sanguijuela de vida libre, dispuesto a salir corriendo si pudiera hacerlo.
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