46. Solo un poco más
Enero.
La mirada de Min Yoongi, estaba perdida en las finas aguas cristalinas del lago, observando, detalladamente, cómo la luz de la luna se reflejaba en el mismo y daba, al bosque, un hermoso ambiente invernal. Sin embargo, ese detalle no hacía que su atención se desviara del jovencito rubio, quien estaba sentado algunos metros atrás, en una roca gigantemente cómoda.
—No pasa nada —indicó el pelinegro y Jimin soltó un bufido.
—Es fácil decirlo para un gato sin sentimientos como tú... comprenderás.
—Minnie...
—Yoonnie...
—No puedo —reafirmó y Park Jimin se cruzó de brazos.
—Si, si, Hoseok Hyung es muy importante para ti, lo sé. No lo repitas más, que me hiere.
—No seas dramático —le pidió, mientras se inclinaba sobre sus rodillas y metía una de sus manos al agua, sintiendo la corriente con delicadeza.
—No seas dramático —pero el tono chillón de Jimin, perturbó la hermosa aura de aquella linda madrugada.
—¿Otra vez remedando? —regañó.
—Yoongi, si tengo miedo, Namjoon Hyung no me abrazará —explicó.
—Y eso me ayuda a dormir tranquilo.
—¡Yoon!
—Jimin —llamó Yoongi, sacando su mano del agua y secándola contra su chaqueta—, tú solito te sugestionas y provocas que las pesadillas vengan volando —concluyó, mientras se acercaba al jovencito que lo miraba con molestia—. Deja de hacerlo. Las historias de terror son solo eso, historias. No te sucederá nada.
—Dijiste que me cuidarías.
—Y eso haré, siempre de los siempres —declaró con sinceridad—. Pero no puedo dormir contigo esta noche, debes entender —entonces, Park Jimin hizo el puchero más tierno de su vida. Sin embargo, la expresión de "No me convencerás, aunque llores" que le dirigió Min Yoongi, lo hizo volver a su ceño fruncido—. Sabes que te quiero, ¿Verdad?
—Lo sé —fue lo que contestó y su mirada, cargada de desilusión, viajó hasta el piso verdoso. No obstante, la mano suave de Yoongi tocó su afilado mentón, levantando su rostro con cuidado.
—Perfecto, muñeco —y dicho eso, dejó un beso tibio en la mejilla abultada de Jimin, pasmando, en ambas pieles, la sensación más cálida y hermosa del mundo, misma que gritaba: "No temas, estoy contigo siempre"—. Aclarado lo anterior, nadaré un rato —por ende, se alejó, yendo nuevamente a la orilla del lago.
—¿Qué? —cuestionó el pelirrubio, desconcertándose absolutamente—, ¿Ahora?
—Sí, ahora —indicó, dejando su chaqueta a un lado y sacándose la camisa sin ningún problema ni incomodidad, pero Jimin se sorprendió tanto, que llevó sus manos hasta tapar sus ojos marrones. No podía ser cierto, era la espalda más atractiva del mundo.
—Pero... pero —no obstante, debía disimular, aunque sea un poco, que estaba a punto de viajar hasta la mismísima luna—... son las tres de la madrugada y hace mucho frío. Es una locura que te expongas así, te resfriarás.
—No me pasará nada. Caso contrario, trabajo en un hospital, todo estará bien —entonces, se deshizo de sus tenis y calcetines.
—Si puedes evitarlo, es una tontería que lo hagas.
—¿Qué sería de esta vida sin las tonterías?
—Yoongi, no quiero que te enfermes —y eso lo dijo con toda la sinceridad del mundo.
—¿No es hermoso este lugar? —sin embargo, Yoongi decidió que no lo escucharía y se preparó para entrar en el agua.
—¿Siquiera estás escuchándome? —Park Jimin se sintió ofendido al recibir aquella respuesta por parte del chico que le había robado el alma. Así que se levantó y, en movimientos veloces, tomó el brazo de su mayor, jalándolo con todas sus fuerzas, solo para detenerle—, no me igno —pero jamás esperó que Yoongi cediera tan pronto, haciéndolo perder el equilibrio y tropezar esplendorosamente. No obstante, los brazos de Min Yoongi fueron más rápidos que la gravedad y, adhiriéndose a la cintura del menor, evitaron que cayera al piso por completo—... Yoon —murmuró Jimin, sorprendido, al darse cuenta de la situación: El pelinegro lo estaba abrazando con fuerza y él, tenía sus manos apoyadas en los pectorales desnudos del hombre de sus sueños.
—¿Estás bien? —le preguntó el de rasgos felinos y eso lo hizo reparar en que su expresión estaba siendo la de alguien que acababa de ser salvado de la muerte.
—S... Sí —musitó y retiró sus manos, con brusquedad, de los pectorales de Yoongi, cuando notó que este bajó la mirada hasta ver la manera en cómo lo estaba tocando—. Lo... lo... siento.
—No hay problema —contestó, perdiéndose en el sonrojado rostro del menor, quien estaba a punto de desfallecer en esos pálidos brazos. En definitiva, Park Jimin, era lo más bello del mundo, sin importar su estado de ánimo.
—¿Po... podrías soltarme? —preguntó Jimin de pronto, pero eso no hizo que Yoongi dejara de observarlo con tal admiración.
—¿Eso quieres? —musitó y sus ojos repararon en los gruesos labios del menor.
—Solo... solo quiero que no te metas al lago ahora —dijo el pelirrubio y Min Yoongi llevó su mirada hasta los otros orbes, percatándose de que el ajeno temblaba levemente.
—Mmh, con una condición.
—¿Cuál? —y una sonrisa ladina apareció en los labios felinos.
—Que luego nos sumerjamos juntos.
—¿Luego, en primavera? —cuestionó el atleta.
—Luego, en primavera —accedió el fisioterapeuta.
—Acepto. Ahora, suéltame —pidió el menor y Yoongi llevó su rostro hasta hundirlo en la curva del cuello de éste, respirando su suave y distinguible aroma.
—Solo un minuto más, ¿Quieres? —le susurró y Jimin volvió a sonrojarse hasta los huesos.
—Agh, está bien, gatito mimado —entonces, sus brazos rodearon la espalda del mayor, acomodándose tiernamente para poder disfrutar de ese bello sentimiento cálido y, por supuesto, de la suave y ancha espalda de Min Yoongi.
[...]
Kim Taehyung, dormía plácidamente junto a Jeon Jungkook, quien no podía parar de observarlo desde el momento en que lo acomodó sobre sus almohadas. Quería chillar de gusto, no era posible que le estuvieran pasando cosas tan hermosas, es decir, Taehyung era lo más divino que existía en el universo entero y, maravillosamente, le confesó estar enamorándose de él, antes de quedarse completamente dormido.
No podía ser más perfecto, no podía ser más real.
Su corazón bombeó sangre con toda la emoción del mundo y se acercó hasta unir sus labios con los otros hinchados, dejando un piquito armonioso, uno que hizo sonreír a Taehyung entre sueños.
Entonces, enternecido, se decidió. No esperaría más, ya no podía hacerlo.
Concretado lo anterior, se levantó con cuidado y salió de la tienda de campaña, dispuesto a comenzar con el mejor momento de su vida.
Veinte minutos más tarde, Kim Taehyung se removió entre los edredones con olor a nuez. Sus fosas nasales captaron a la perfección aquel delicioso aroma y luego sus sentidos se encendieron. Abrió los ojos con pesadez, casi como si prefiriera mantenerlos cerrados un rato más, pero le fue imposible al notar que todo a su alrededor era de Jeon Jungkook.
Se sentó de golpe, abriendo los ojos con asombro y, entonces, sus mejillas se enrojecieron al recordar la forma en que había llegado hasta ahí: cargado cual novia recién casada y aferrado como koala al cuello de su chico, donde, antes, dejó varios besos húmedos y quizá, algunas cuantas succiones tímidas.
Se cubrió el rostro con las manos, estaba muy apenado. ¿Cómo es que se atrevió a efectuar aquello?, mejor dicho, ¿Cómo es que propuso besarse hasta el amanecer y, con qué cara, Jeon Jungkook había aceptado?
Sí, ya lo recordaba, ambos habían enrojecido cual tomates antes de asentir.
Es que, ¿Era normal tener tantas ganas de Jungkook?, ¿De estar con él, de besarlo y abrazarlo en todo momento?... Quizá se estaba enfermando.
"Jungkook, me estoy enamorando de ti".
Rememoró aquello que había confesado medio dormido, cuando Jungkook lo estaba arropando entre sus edredones y la vergüenza se acrecentó. Debía disculparse y debía hacerlo ya, no estuvo bien haber actuado así.
Por ello, salió de la tienda de campaña de Jungkook, decidido a buscarlo con algo de ansiedad incorporada. Sin embargo, se detuvo en seco, cuando se encontró con Kim Seokjin, parado, con los brazos cruzados, cual mamá que se acaba de enterar de que su hijo ha reprobado todas las materias en la secundaria. Frente a él, estaba Jeon Jungkook, sentado en uno de los troncos pertenecientes a la fogata de la noche anterior, con la mirada en el piso y totalmente cabizbajo, como un perrito regañado por haber regado sus croquetas en la alfombra.
Su mirada oscura, viajó unas diez veces del rostro de Seokjin al de Jungkook y, cuando tuvo la intención de seguir su camino como si no hubiera visto nada, el dedo índice de Kim Seokjin lo señaló, haciendo que Taehyung volteara hacia atrás buscando otra persona que pudiera ser la señalada. Sin embargo, cuando no vio a nadie más fuera de las tiendas de campaña, preguntó con la mirada si se trataba de él y no le quedó más que tragar saliva, pues Kim Seokjin asintió con obviedad y le indicó que fuera a sentarse junto a Jungkook, no tuvo más que obedecer, poniéndose cabizbajo también.
—Explíquense.
—No hicimos nada malo —soltó Jungkook.
—Solo estábamos durmiendo —secundó Taehyung.
—Pero les dije que no lo hicieran.
—Yo fui quien acudió a Taehyung —confesó Jungkook—, le llamé hace un par de horas porque necesitaba una pastilla para el dolor de estómago. Sé que siempre trae un botiquín consigo.
—Exacto, ¿No escuchaste como se quejó toda la noche?, le dije que no comiera tantos bombones —contó Taehyung con seguridad —. No pude dormir, estaba muy preocupado, así que fui a su casa de campaña a llevarle una pastilla y ver que no tuviera fiebre.
—Luego, ya no pude correrlo porque se quedó dormidito en cuanto tocó mis edredones.
—Ajá... pero no te preocupes Hyung, eso pasó cuando estaba amaneciendo, no hace ni dos horas.
—Sí, y yo ya me siento mejor. Aunque igual desobedecimos. Lo sentimos mucho —concluyó Jungkook y Kim Taehyung demostró su apoyo, llevando su mano hasta colocarla sobre la del chico pelinegro.
—No obstante, si quieres matar a Jungkook, primero tendrás que matarme a mí. No viviré una vida si él no está a mi lado.
—No —dijo el menor de inmediato—, yo asumo la culpa por los dos y me dejo matar dos veces —indicó y clavó su mirada en la de Seokjin—. No mates a TaeTae, aún le quedan muchas cosas por vivir. No quiero que muera sin haber jugado ajedrez en Las Vegas.
—Oh, Kookie —chilló Taehyung y llevó su otra mano hasta la mejilla de Jungkook, haciendo que volteara a verlo para unir sus frentes como si de una despedida se tratara—... estarás en mi corazón por siempre. Esparciré tus cenizas en el mar, justo como querías.
—Bebé —murmuró Jungkook—, no me olvides nunca, por favor.
—No te olvidaré, jamás lo haría. Yo te a...
—¡Basta! —exclamó Seokjin y ambos chicos dieron un salto, alejándose al instante—, deténganse, mi cabeza explotará —pidió y sus dedos fueron hasta acariciar sus sienes—. No mataré a nadie, pero eso no quiere decir que los he perdonado. Tendrán que cocinar el almuerzo para los siete —indicó, provocando que Taehyung y Jungkook se voltearan a ver. Ese no era su plan de fin de semana, ellos pensaban sobrevivir solo con ramen—, después de todo: me desobedecieron, así que no quiero peros. De lo contrario, los separaré de por vida.
—A la orden, capitán —pronunció Jungkook y Taehyung sonrió.
—Ahora, fuera de mi vista, par de críos con hormonas alborotadas.
—Gracias, Hyung. Te queremos, Hyung —dijo Taehyung por último y tomó la mano de Jungkook para salir corriendo del lugar e ir internarse en alguna parte del bosque, donde no estuviera Kim Seokjin.
—¿Jungkook está enfermo? —preguntó Namjoon, de pronto, pues había escuchado toda la conversación mientras ponía a cargar su celular dentro de una de las camionetas.
—No lo está —contestó Seokjin al instante, viendo alejarse a los más chicos del grupo.
—¿Lo sabes porque eres traumatólogo?
—No, lo sé porque vi como Taehyung se escapó en plena madrugada —confesó y las cejas alzadas de Namjoon provocaron que el mayor le regalara un asentimiento.
—¿Y se lo permitiste? —cuestionó y Seokjin suavizó su expresión.
—Es que no viste cómo le sonrió al celular cuando recibió los mensajes de Jungkook. Me conmovió verlo tan feliz e ilusionado. Nunca había estado así.
—Comprendo —dijo Namjoon con una sonrisa—. Eres un buen hermano mayor, Seokjin.
—¿Verdad que sí?, gracias. Por eso mismo, y como mi sentido de hermandad me lo sugiere, haré que nos cocinen el almuerzo, pues hoy es mi día de descanso —comentó y Namjoon soltó una carcajada—. ¿Quieres ir a explorar el bosque conmigo? —preguntó y la sonrisa maravillada en el rostro con hoyuelos le hizo saber a Seokjin que recibiría una respuesta positiva.
—Iré por mis tenis, ya vengo.
[...]
Un árbol de tronco grueso apareció en el camino y Kim Taehyung se esforzó, tan solo un poco más, para llegar hasta él, escondiéndose y desplomando su espalda contra este, al instante en que tocó la madera vieja del mismo. No fue hasta que Jungkook se posicionó frente a él, que empezó a recuperar el aliento, inhalando y exhalando oxígeno, exagerando, como si acabara de correr un maratón.
Jungkook no pudo evitar soltar una risita—. Bebé —le nombró y enredó el cuerpo del castaño entre sus brazos, haciendo que descansara sobre él y no en el árbol—. Tranquilo, ya pasará. Respira con calma.
—¿Cómo... cómo es que... haces... esto siempre... sin... terminar como yo? —preguntó, acunando su mentón en el hombro de Jungkook y sintiendo como este le acariciaba el cabello con ternura.
—Es cuestión de condición —explicó—. Estarás bien en un momento, no te preocupes.
—B... Bien.
Se quedaron estáticos, sintiendo los pequeños rayos del sol entrometerse entre los árboles y un pequeño viento mañanero arribar, mientras escuchaban la respiración de Taehyung que, poco a poco, comenzó a tranquilizarse. Entonces, el mayor subió sus brazos, abrazando cuidadosamente a su chico, sin evitar notar que había un par de marcas rosadas ahí, donde, por la madrugada, dejó sus besos insistentes.
—Jungkook —murmuró—. Perdóname.
—¿Perdonarte?, ¿Por qué?
—Yo... anoche... actué mal.
—¿Anoche?
—Sí —asintió y escondió su rostro en la curva del cuello de Jungkook—. Apresuré las cosas entre nosotros.
—No, no es así...
—Sí lo es —aseguró y se alejó un poco, solo para ver el cuello de Jungkook que, en efecto, tenía marcas rojizas, apenas visibles, por todos lados—. Mira esto —pronunció dolido—. Lo siento.
—Taehyung, bebé, no te disculpes —pidió—... Esos besos fueron los más deliciosos que he tenido en toda mi vida. No dudaría en proponer que lo hiciéramos una vez más, pues me encantó que te atrevieras a ir más allá de lo que antes hacíamos. Fue tan profundo y ardiente.
—Por eso mismo Jungkook, no debí llegar hasta ese punto. Dijimos que iríamos lento, que disfrutaríamos del tiempo y nos conoceríamos sin premura...
—Pero te he dicho que me encantó. No le veo problema alguno, Taehyung —los orbes amielados se conectaron a profundidad con los oscuros, haciendo que el mayor no tuviera nada más que decir—. Entiendo a lo que te refieres, sé que fue apresurado y que anoche nos dejamos llevar un poco. Si no quieres que suceda nuevamente, está bien por mí; pero solo quiero que sepas que lo disfruté como no tienes idea, que me gustas aún más y que no estoy molesto en absoluto.
—Jungkook, es que...
—Taehyung, yo... también me estoy enamorando de ti —confesó y Kim Taehyung sintió que su mundo, por fin, se pintaba de colores... unos muy hermosos—. No me importa que suene apresurado o que...
Pero Jungkook no pudo continuar, pues los labios de Taehyung se pegaron a los suyos como si de un imán se tratara y, casi de inmediato, sus lenguas comenzaron a atacarse, haciendo que ambos se sumergieran en esa forma delirante de besarse, hundiéndose con claridad en su cariño.
Sin embargo, no pudieron profundizar ni disfrutarse como la noche anterior, pues ahora mismo tenían los labios doloridos y eso les frenó de a poco.
Se alejaron en silencio, sonriendo dulcemente y pensando en lo bonito que se sentía existir en el mismo plano. Entonces volvieron a abrazarse, descansando en el hombro del otro, como si se tratara del sitio más tranquilizante del mundo.
—Gracias, Jungkook, por todo —susurró el mayor—. Me gustas.
—Me gustas más —y la mejilla de Taehyung, recibió un suave beso, lleno de dulzura—. Debemos regresar.
—No —rogó, Taehyung, cual niño pequeño.
—Tae, tenemos que preparar el desayuno.
—Ya sé, pero quiero estar contigo así, aunque sea un momento más. Por favor.
—Taehyung, Seokjin Hyung nos —y los labios del mayor se sembraron en la mejilla de Jungkook, sorprendiéndole y sacándole un suspiro repentino—... Está bien, bebé —entonces, se aferró con anhelo a la cintura de Taehyung, abrazándolo con toda la ternura del mundo y sintiendo como el castaño sonreía sobre su mejilla, apretando su agarre alrededor de su cuello.
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