45. Eres mi lugar seguro

Enero.

Kim Taehyung estaba concentrado en acomodar aquellos pequeños troncos de roble que, durante esa noche sabatina, actuarían como fogata para calentar la velada planeada entre Jungkook y su persona. Eso, hasta que Jimin y Yoongi entraron al consultorio de Taehyung y lograron escuchar su conversación, haciendo que el plan no fuera de dos, sino de siete.

Acampar en el bosque era algo que Jungkook quería hacer, mucho antes de que su lesión ocurriera. En aquella temporada, la tensión que había sobre sus hombros, fue la causa principal de que ese plan estuviera en pausa. Sin embargo, ahora que tenía a Taehyung, importaba muy poco su reducido tiempo libre, solo quería compartir la experiencia con el joven de mejillas sonrojadas... y bueno, también con los cinco chicos de más, que ya ayudaban a montar el campamento.

—Entonces —habló Kim Namjoon, quien acomodaba los asientos alrededor de la fogata, llamando la atención del castaño fisioterapeuta—, ¿Ya son novios? —preguntó y Taehyung se tensó al instante, pero luego respiró con profundidad y se puso de pie.

—Aún no —aceptó, buscando a su atleta favorito con la mirada, dándose cuenta que solo Namjoon y Jimin estaban cerca—. Con Jungkook, decidimos que haremos las cosas un poco distintas. En determinado momento, me pedirá que seamos novios.

—Ugh —murmuró Namjoon—, Jungkook es todo un romeo. Es tu culpa Jimin.

—¡Oye! —exclamó el rubio, acercándose hasta el par de jóvenes—, ¿Por qué?

—Porque lo ponías a ver dramas contigo.

—Nuestro reto era terminar mi lista de Netflix —argumentó.

—¿Y era necesario que estuviera llena de cosas como: My Holo Love? —y la risa de Taehyung no se hizo esperar, provocando que las mejillas de Jimin se enrojecieran ante la pena de ser expuesto como un romántico empedernido.

—Taehyung, lamento que Jungkook sea tan cursi —murmuró y Kim Taehyung sonrió en un cuadrado.

—No te preocupes. En realidad, me gusta mucho que sea así —confesó y los atletas lo miraron atentos—, me hace sentir especial.

Y tras sonreír enternecidos, Kim Namjoon volvió a hablar—. Jungkook llevaba meses gustando de ti.

—Incluso te soñaba —añadió Park Jimin.

—No te imaginas lo difíciles que se volvieron sus días. El tema de su lesión fue soportable hasta cierto punto, pues Jimin y yo tratábamos de animarlo, pero cuando se dio cuenta de que le gustabas, su mundo entero se derrumbó.

—Para Jungkook lo eres todo. Este último mes ha sido más feliz que en toda su vida. En los entrenamientos, aunque tiene problemas por la condición perdida, la inmensa sonrisa no se borra de su rostro.

—Nosotros habíamos platicado ya. Queríamos agradecerte por darle esta oportunidad a nuestro pequeño y, a la par, pedirte que no lo decepciones. Por favor, no tomes sus sentimientos como un juego.

—Él hará todo lo que esté en sus manos para hacerte feliz, no importa si tiene que construirte un castillo o comprarte una isla —explicó Park Jimin—. Te ganaste su corazón, cuídalo con esmero. Valdrá la pena cada minuto.

—Ustedes dos son unos amigos increíbles. Gracias por preocuparse por él y cuidarlo en todo momento —agradeció Kim Taehyung y ambos jóvenes sonrieron—. Daré todo de mí, no tengan duda. Solo quiero que Jungkook sea muy feliz, sin importar qué. Así que, me encargaré de motivarlo y apoyarlo en todo momento —decidió—. Mi corazón nunca se había acelerado tanto con solo ver una sonrisa. Lo que siento por Jungkook es tan fuerte, que provoca millones de mariposas en mi estómago. Me gusta en serio, lo cuidaré bien.

—Más te vale —contestó Jimin—, porque estoy seguro de que no te gustará conocer a mis amigos de la mafia italiana.

—Vincenzo, ¿Verdad? —le cuestionó Namjoon al rubio cachetón, con una ceja alzada.

—Sip —contestó encogiéndose de hombros, para simplemente girarse e ir a buscar al emblemático Min Yoongi.

[...]

Asar bombones nunca antes había sido tan divertido, pues la presencia caótica del grupo de jóvenes, solo hacía que todos rieran por montones, aun cuando estaban contando historias de terror. Era extraño, a pesar de ser tan diferentes, los siete, se sentían bastante cómodos al estar juntos.

Jung Hoseok destapó su segunda cerveza y el sonido crujiente se mezcló con el de las brasas de la fogata.

—Yo también quiero una cerveza —pronunció Jimin haciendo un puchero hacia Yoongi, causando que este rodara los ojos y asintiera ante su petición, acercándole una lata al instante—. Gracias — pronunció sonriente y un beso tibio fue depositado en su mejilla.

—¿Y entonces? —le preguntó Kim Namjoon a Jung Hoseok, pues estaba muy inmerso en la historia que relataba.

—Salió corriendo —soltó como si fuera obvio y el mayor de los atletas no tuvo más que fruncir el ceño.

—¡Qué tontería, Hoseokie! —exclamó Kim Seokjin y Hobi rio.

—Era una calle solitaria y oscura, solo se podía escuchar la respiración del propio protagonista y los aullidos de los perros del vecindario. Además, ese hombre debajo del umbral parpadeante no daba buena espina, ¿Qué hubieras hecho tú? —inquirió hacia Seokjin.

—Decirle: ¡Oye tú!, ¿Por qué estás ahí parado?

—¿Y si no contesta y solo se te queda viendo?

—Mmh, sería entendible, soy muy guapo —concluyó Seokjin.

—Buen punto —arguyó Namjoon—. Pero espera, ¿El hombre tiene rostro?

—Aún más importante, ¿El hombre tiene ojos?

—¿Cómo quieren que sepa eso? —preguntó Hoseok, confundido.

—Dios, Hobi, que mala historia de terror. ¡Siguiente! —todos alrededor de la fogata rieron y giraron hacia Min Yoongi, quien era el próximo en contar su historia.

Kim Taehyung llevó sus ojos hasta el chico que tenía a su lado derecho y Jeon Jungkook no pudo evitar regresarle la mirada, provocando que dos bonitas sonrisas se ensancharan maravilladas.

Sin decir nada, el más joven, le extendió al otro su varilla, misma donde reposaba un bombón recién asado a fuego ardiente. Taehyung llevó su mano hasta enredarla sobre la de Jungkook y, sin desconectar sus orbes de los mieles, dejó un mordisco suave en el bocadillo, agradeciendo de inmediato el haber podido hacerlo. Estaba delicioso y quiso que Jungkook compartiera su pensamiento, así que llevó el bombón hasta la otra boca rosada, invitándole a probar del aperitivo que el atleta preparó para sí mismo. Jungkook sonrió e imitó el mordisco de Taehyung, viendo como una sonrisa satisfactoria se dibujaba en el otro rostro.

No se resistió, dejó la varilla en las manos de Taehyung y enredó sus brazos en el cuerpo color canela, atrayéndolo completamente a su cuerpo y logrando que el castaño se acurrucara a su costado, recargando su cabeza en su pectoral y sintiendo los brazos de Jungkook protegerle en absoluto.

—... El ladrón se arrodilló y extendió sus manos dentro del ataúd para arrebatar los anillos, pero estaban totalmente adheridos a sus dedos. Así que decidió que la única manera de hacerse con ellos era cortando los dedos con un cuchillo. Pero cuando cortó el anular, este comenzó a sangrar, y Emma Ackerman comenzó a moverse. ¡De repente, ella se sentó!, Aterrorizado, el ladrón se puso en pie. Golpeó accidentalmente la linterna y la luz se apagó...

—Mejor cuenta otra historia —interrumpió Jimin al joven azabache y todos lo miraron, percatándose de la expresión aterrada que tenía.

—¿Tienes miedo? —le preguntó, Hoseok, algo extrañado—. Es decir, ¿Te asustan estas historias?

—Bu... bueno... es que... yo —balbuceó, a la par que sus mejillas enrojecían—... yo...

—¿Hay algún problema con que le asusten, Hobi? —inquirió, de pronto, Yoongi y Hoseok tragó saliva asustado, pero luego se dio cuenta de que Park Jimin era el joven que hacía soñar a Min Yoongi.

—No —contestó de inmediato—. Solo me parece curioso.

—¿Curioso?

—Una vez escuché que lo curioso es pariente de lo feo —añadió Kim Seokjin, tratando de aportar algo que disminuyera la tensión originada entre los asientos de sus amigos.

—¿Estoy feo? —pero solo hizo que Jimin dibujara un puchero en sus gruesos labios.

—No, para nada, Jiminnie —se apresuró a decir Yoongi—. Hoseok está feo; tú eres hermoso, pareces un muñequito de aparador —confesó y la sonrisita ilusionada que apareció en el rostro de Jimin, provocó que los demás se enternecieran—. Así que no te hagas esas ideas y no te avergüences si estas asustado, tienes derecho a sentir lo que tú quieras. De cualquier forma, te cuidaré siempre. Y tú —soltó, endureciendo su tono, al girarse a ver Hoseok—. Vuelves a poner a Jimin en una situación incómoda y te las veras conmigo —le advirtió, apuntándole con su varilla, causando que el joven "sonrisas" levantara las manos, como si de un fugitivo se tratara, mientras las risas de sus amigos recorrían el bosque entero.

Jungkook rio y, sin querer, volvió a mirar a Taehyung; una gran sonrisa hizo presencia en sus facciones, al ver como este también reía satisfecho. Nada, en el mundo entero, se podía comparar con aquellas mejillas abultadas maravillosamente, aunado a esos ojitos que se entrecerraban contentos, recibiendo un ataque de alegría en el corazón. Taehyung era tan divino, tan fascinante.

De pronto se acercó y dejó un piquito en los rizos de su mayor, haciendo que este levantara la vista de inmediato, y llevara, rápidamente, sus labios rosados, hasta contestar con otro pico silencioso en la mandíbula de Jungkook, sitio que le era más cercano a su posición sobre aquel tronco.

Se sonrieron tiernamente y Taehyung alzó una mano, solo para dejar un par de caricias en la mejilla del menor, quien se derritió en un santiamén.

—Me llenas el alma —le susurró al oído, cuando se inclinó levemente.

Taehyung sintió bonito en su estómago y no pudo soportarlo, así que se irguió levemente hasta alcanzar el oído de Jungkook.

—Tú me llenas el corazón —confesó en un murmuro y la sonrisita que apareció en los labios de Jungkook, solo confirmó que su complicidad era tan perfecta, que seguro habían nacido solo para vivirla.

Entonces, los labios de Taehyung presionaron en la mejilla del ajeno y, luego de acariciar la punta de su nariz en la misma, se abrazó al cuerpo de Jeon Jungkook, pegando su mejilla contra la antes mencionada.

Un bostezo cruel salió de su boca, terminando con el aura mágica que había enredado a ambos cuerpos; y se lamentó aún más, cuando Jungkook se alejó un poco solo para ver su celular.

—Ya casi son las dos de la madrugada —informó—, ¿Quieres ir a dormir, bebé? —Taehyung puchereó: no quería irse, no quería que esa linda noche terminara, pero un segundo bostezo lo puso en evidencia y no tuvo más que asentir, sacándole una risita a Jungkook—. Vamos —le indicó y, tomando su mano, hizo que se levantaran—. Iremos a dormir —avisó a los demás y Kim Seokjin los detuvo al instante.

—¡Ah no!, Ustedes dos no dormirán juntos hasta el día de su boda —sentenció, poniéndose frente a ellos y las mejillas de Taehyung enrojecieron sobremanera.

—Pero... pero... Hyung —balbuceó, sintiendo la mirada de los demás sobre su persona.

—No —arguyó el mayor.

—Pero Hyung —repitió y sus ojitos brillaron apenados—, quisiera... quiero ir a dormir con Jungkook —se animó a decir, aunque fue en el volumen más bajo que pudo.

—Ya dije que no. Dormirás conmigo.

—Agh —soltó como queja y no le quedó más que girarse hacia el más jovencito, poniendo una expresión entristecida a la par—. Jungkook, lo siento.

No obstante, aquella situación, solo provocó que Jungkook le sonriera enternecido—. Pasa bonita noche, TaeTae —le susurró y sus labios se estamparon contra la mejilla enrojecida, haciendo que el corazón del castaño se exaltara, dejándole una sensación armoniosa en el cuerpo entero.

—Igualmente Kookie.

[...]

Dormir en el piso, era algo que Taehyung ya había hecho muchas veces, sobre todo en esas noches de verano, cuando el calor era más insoportable que llevar una piedrita en el zapato. Sin embargo, durante esa madrugada, le estaba costando mucho conciliar el sueño, haciéndolo ver cómo un total bipolar, pues cuando estaban alrededor de la fogata podía jurar que caería dormido en los brazos de Morfeo, o en los de Jungkook, literalmente hablando.

Quizá era eso. Jungkook era cómodo y calientito. Además, lo abrazaba con un cariño inmenso, ¿Quién no se sentiría conmovido y adormilado en una situación así?, absolutamente nadie.

La luna estaba alumbrando con grandeza, de esas veces cuando crees que el amanecer está cerca, por ello, las facciones de Kim Seokjin se podían apreciar con claridad. El mayor del grupo dormía plácidamente, disfrutándolo en demasía, como si no hubiera nada más importante que hacer. Y es que no lo había, pero, a veces, la vida no quiere que hagas ciertas cosas y, en definitiva, así debe suceder.

Se giró sobre su lugar, hasta darle la espalda a su amigo y logró escuchar, en su oído, los latidos constantes que dejaba su corazón. Cerró los ojos: dormir, eso debía hacer. No obstante, su celular vibró levemente a su costado y Taehyung lo tomó como si de una emergencia se tratara. Para su suerte, era un mensaje de su atleta favorito.

Jungkook

"Bebé, ¿Estás durmiendo?".

Decía y su pecho se conmovió por montones.

Taehyung

"No, Koo. ¿Tampoco puedes dormir?".

Jungkook

"No :(".

"Te extraño".

Taehyung

"Kookie, no seas tonto. Estoy frente a tu casa de campaña, jaja".

Jungkook

"Igual te extraño. No hay remedio".

Taehyung

"Oh, Koo... ¿Quieres ir a ver la luna conmigo?".

Jungkook

":0".

"¿Podemos?".

"¿Qué hay de Seokjin Hyung?".

Taehyung

"Duerme como un anciano".

Jungkook

"Pero... ¿Y si nos descubre?".

Taehyung

"Yo no le diré, tú no le dirás. Es simple".

Jungkook

"Caray... Pero si Seokjin Hyung me mata, promete que esparcirás mis cenizas en el mar".

Taehyung

"Lo prometo, aunque no creo que sea necesario".

Jungkook

"Te espero afuera, bebé".

Entonces, Kim Taehyung se movió silencioso, logrando salir de la casa de campaña con éxito, seguro de que Kim Seokjin comenzaba a roncar. Cerró, por completo, la cremallera que fungía por el contorno de la puerta y se puso de pie, abotonando también su suéter: después de todo era invierno.

Unos brazos fuertes se enredaron a su cintura y un par de labios tibios presionaron su mejilla, haciéndolo sonreír en grande.

—Kookie —musitó estremecido y el menor tomó su mano al segundo siguiente.

—Vamos, lindura.

Entonces, se internaron en el bosque, siendo Jungkook el joven que iba por delante, iluminando su caminar con una linterna.

Taehyung no podía parar de observar al hombre que iba frente a él: su cabellera, su cuello, su espalda, la mochila que cargaba y esa mano que, por nada del mundo, soltaba la suya. Le gustaba... Le gustaba tanto, que ni siquiera le preocupaba saber a dónde se dirigían, ni el camino que estaban recorriendo; Si después no encontraban cómo regresar, aceptaría la culpa sin demora. Perderse no tenía importancia si Jungkook le tomaba la mano así.

Reaccionó, una vez que el pelinegro se dio la vuelta inesperadamente, causando que Taehyung chocara contra su pecho. El menor soltó una risita y sus manos se enredaron en la cintura del castaño.

—Lo siento —soltó el último, un poco apenado, separándose unos cuantos centímetros del pecho firme frente a él—. Estaba distraído.

—No te preocupes TaeTae. ¿Te gusta aquí? —le preguntó y fue entonces que el mayor recayó en el lugar donde se encontraban.

Era un pequeño risco a la orilla del lago, al menos unos dos metros sobre el nivel del mismo y aún con muchos árboles detrás. Taehyung abrió los ojos un poco más de lo requerido, el paisaje era hermoso. La luna se reflejaba brillante en el agua cristalina y, aquella sensación plateada, se mezclaba deliciosa con el sonido relajante de la pequeña corriente. Las estrellas podían verse con total naturalidad, no como en la ciudad, donde resultaba casi imposible disfrutar de su presencia.

—Es perfecto —fue lo que dijo y entonces Jungkook le sonrió.

Apagó la linterna y se quitó la mochila, sacando una gran manta que después extendió en el piso, a las raíces de un árbol de tronco gigante. Se sentó, recargando su espalda en el gran tronco y luego extendió su mano, ofreciéndosela a Taehyung y, una vez que este la tomó, lo incitó a sentarse a su lado, atrayéndolo hacia su cuerpo y abrazándolo con cariño.

Se quedaron en silencio por unos minutos, solo disfrutando del momento, de su cercanía y de su amor naciente. Es que, su vida juntos, no era más que una hermosa caminata entre las nubes.

—Cuéntame de ti —pidió Jungkook, interrumpiendo la divina tranquilidad que los envolvía—. Dime algo que aún no sepa.

—Mmh —murmuró Taehyung y se irguió un poco—... No lo sé, ¿Qué puedo contarte?

—Lo que sea —indicó y un suspiro lento salió de los labios de Taehyung.

—Veamos —dijo y su vista se concentró en la corriente—. En San Valentín, mi mamá y yo íbamos al jardín trasero de nuestra casa, nos sentábamos debajo del árbol de cerezos y abríamos una caja de chocolates Lindt. La comíamos entera, mientras hablábamos de cosas triviales. Me gustaba mucho que llegara esa fecha, no solo porque mi mamá gozaba de comer sus bocadillos preferidos, también porque me contaba muchas cosas sobre su vida y lo feliz que era teniéndome como su hijo... Desde que falleció, no he vuelto a comer esos chocolates; Me saben a ella y a su recuerdo... me duelen —confesó por último y giró su rostro hasta encontrar el de Jungkook, quien lo miraba angustiado, entristecido y arrepentido por haber preguntado—. Tranquilo —le dijo de pronto y su mano fue hasta acariciar la mejilla del pelinegro—, estoy bien.

—Pero, bebé...

—Estoy bien, Jungkook —aseguró y su mirada brillante resplandeció en la del menor—. Ya ha pasado mucho tiempo. Así se dieron las cosas y no hay nada que se pueda hacer... Ahora cuéntame: eres un atleta talentoso, ¿Cuál es tu motivación al correr?

—¿Mi motivación?

—Sí, ¿Por qué corres?

—Bueno —habló pensativo—... Todo el mundo cree que es por mi familia y, en parte, es verdad; es la vocación de todos ellos y es lo que amaba hacer mi padre... Comencé por esa razón, pero al crecer y tener la mente confusa por los problemas emocionales a causa del descubrimiento de mi sexualidad, correr se convirtió en mi todo. Primero, fue mi escape: huía y huía de mis pensamientos, concentrándome en la adrenalina que emanaba de mi cuerpo; después, estando en mi proceso de aceptación, correr era mi manera de expresar lo feliz que me hacía perseguir mis sueños y mi libertad. Llegaba a la meta y mi recompensa eran las sonrisas de los Jeon, me hacía feliz como no tienes idea —soltó con una expresión ilusionada, que decayó casi al instante—, pero... ¿Recuerdas cuando nos conocimos?

—En definitiva. Aún me siento herido por cómo me hablaste —comentó Taehyung y dibujó un tierno puchero.

—Oh, bebito. Lo siento mucho, sé que no fue justo en absoluto. Tú no tenías la culpa de mi frustración —dijo, enredando, cariñoso, el cuerpo de Taehyung con sus dos brazos, como si tratara de recompensarle por su primer enfrentamiento—. En realidad, en ese entonces, no creía que la fisioterapia fuera un desperdicio, como te lo hice saber. Más bien, no quería volver a recuperar la movilidad de mi rodilla porque, en el fondo, me sentía muy presionado en cuanto a toda mi familia —la mirada asustada en los ojos de Taehyung, le rogó por explicaciones al respecto, ¿Cómo era posible que sucediera eso? —. Tenía miedo de que no resultara, pero, a la vez, quería quedarme así para ya no sentir más presión, ni deberle nada a nadie.

—Jungkook, ¿Lo dices en serio?, ¿Llegaste al punto de querer estar lesionado para siempre? —preguntó el castaño, aún absorto.

El pelinegro asintió—. Fue una etapa complicada y muy desesperante, porque también quería seguir luchando por mis objetivos. Correr es lo único que sé hacer bien.

—No —interrumpió Taehyung de inmediato—. Eres muy talentoso en todos los sentidos. Correr es una parte muy importante de ti: sí, pero eres magnífico en cada cosa que decides hacer. Incluso en detalles mínimos, es decir, nadie me había besado tan rico antes.

—¿Qué? —cuestionó Jungkook y luego soltó una carcajada—. ¿Dices que soy un talentoso besador?

Y las mejillas de Taehyung se enrojecieron—... Sí —admitió y tuvo que desviar su mirada hasta cualquier otro punto—, lo eres.

—No te creo.

—¿Por qué no? —inquirió ofendido, nuevamente conectando sus orbes con los ojos del pelinegro—. Es cierto. Besas divino, como nadie más.

—Así que... te gustan mis besos —murmuró y Taehyung quiso esconderse debajo de la roca más grande cercana.

—Koo...

—Los besos que te he dado son los primeros de mi vida... Para ser sincero, hace algunos años vi tutoriales en YouTube; no creí que fueran de ayuda. Pero si tú lo dices, en serio debo ser talentoso.

—Jungkook...

—Ah, debí haberles dado like —dijo, como si estuviera arrepentido de tal hecho—. Eso me lleva a pensar: ¿Besaste a muchas chicas antes que a mí?

—¿Eh?

—Supongo que no me dirás, pero debiste haber besado a muchas para decir que soy el mejor. Me halaga, pero me pone celoso.

—Oye...

—¿Si fuera una chica, hubieras elegido salir conmigo?

—¡Jungkook! —exclamó al final y los ojos de Jungkook por fin repararon en su persona.

—Dime, bebé —soltó como si no hubiera estado haciendo hipótesis durante el último minuto y, entonces, Taehyung se quedó en silencio. En realidad, no tenía nada para decir, pero el pelinegro esperaba que hablara, así que, simplemente, tomó el rostro de Jungkook y le plantó un beso estático, tan riguroso, que el menor apretó los ojos con ímpetu, sintiendo los suaves belfos de Taehyung hacer un piquito sobre los suyos.

Poco a poco, aquella fuerza aplicada por Taehyung, fue disminuyendo y sus labios se despegaron unos milímetros. Sin embargo, ellos no se alejaron ni abrieron los ojos, solo continuaron así, rozando sus labios levemente, acariciandolos compasivos.

—Eres un talentoso besador, pero adoro tus besos solo porque son tuyos —confesó en un murmuro, provocando que Jungkook entreabriera sus labios levemente, sintiendo su estómago revolotear conmovido—. Me gustas tú —aseguró—, completito, así como eres —y, de pronto, se subió a horcajadas sobre las piernas de Jungkook, sorprendiéndolo en demasía y acelerándole el corazón. Sin darle tiempo a reaccionar, ancló sus labios con los otros asombrados, dio un ligero desliz y volvió a detenerse—... y me emociona mucho ser el primero en probar de ti.

—Eres el primero y serás el único, TaeTae —le contestó y el corazón de Kim Taehyung se derritió, haciéndolo alejarse del rostro de Jungkook, solo para poder verlo.

Era una locura lo que acababa de decir, ambos lo pensaron: Nadie sabe lo que sucederá mañana. No obstante, por eso mismo, los dos supieron que, hasta ese momento, tenían las mismas intenciones, que deseaban lo mismo y que darían todo para que fuera su realidad... que estarían juntos el resto de sus vidas.

—Kookie —murmuró Taehyung después de unos segundos, admirando los hermosos ojos de Jeon Jungkook—, en cuanto al atletismo, siento mucho todo lo que pasaste. Ahora comprendo todo y reconozco que eres increíblemente fuerte: no cualquiera tiene esta valentía... Me gustaría decirte que todo será diferente, que no tendrás más tensión cada que compitas en la pista, pero sé que eso es algo imposible. No obstante, ahora me tienes a mí; no sirvo de mucho, pero te aseguro que siempre estaré apoyándote. Te cuidaré y apapacharé en demasía, te escucharé a diario, podrás decirme todo lo que sientas sin reserva alguna. Seré el sitio donde puedas descansar cuando más duro sea el camino y llevaré a todos lados tus botellas de agua para que siempre estés hidratado... No quiero que pienses en mí como lo haces con tu familia; no te exigiré premios, no te presionaré para que los consigas, pero te motivaré todos los días porque me interesa que des lo mejor de ti y que triunfes en lo que más te gusta hacer —terminó de decir y sus manos se perdieron en la nuca del menor.

—Oh Taehyung... Estoy tan satisfecho por haberme lesionado —comentó y Taehyung tuvo que soltar una risita.

—No digas eso.

—Hablo en serio. De no haber sucedido así, jamás te hubiera conocido.

—¿A costa de pausar tu sueño?

—Eso no importa. Mi sueño es muy distinto ahora mismo, TaeTae —contestó y unió sus manos en la espalda baja de Taehyung—. Eres lo mejor que me ha pasado. Eres mi felicidad y mi lugar favorito —y una tierna sonrisita por parte del castaño, le hizo saber que sus corazones palpitaban a la par.

—Digo lo mismo, Kookie —confesó unos segundos después, y llevó su nariz hasta acariciarla contra la de Jungkook—. Eres mi... todo. Nunca te vayas de mí.

—Nunca lo haré —decidió y entonces Taehyung se alejó un poco, viendo el hermoso rostro del que era dueño Jeon Jungkook.

Le encantaba cada una de las facciones que este tenía, sus ojos grandes, su nariz perfilada, sus labios delgados, su piel blanca. Le encantaba en serio, de una manera extravagante.

¿Cómo no lo había visto antes?, ¿Por qué se tardó tanto en reconocer que su corazón palpitaba por ese joven tan atractivo?

—Son más hermosas las estrellas reflejadas en tus ojos, que las que rellenan la noche oscurecida —le dijo y Jungkook agradeció infinitamente el haberlo conocido.

—Es que tú eres a quién ellos están mirando.

Entonces, se sonrieron con amplitud, dedicándose la sonrisa más preciosa de sus vidas y, como si se hubieran leído la mente, se acercaron al mismo tiempo, juntando sus labios en un cálido beso. Era una tierna unión, sin movimiento alguno, solo motivándose ante el deseo de sentir su propia suavidad, una que demostraba el afecto que ya habían comenzado a tenerse.

Todo era silencio, paz y dulzura.

Todo era Kim Taehyung y Jeon Jungkook. 

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