43. Nosotros, por siempre

Diciembre.

—Entonces, este orangután le dijo a Seokjin Hyung, que Jungkook le estaba ayudando con una basurita que tenía en su ojo, cuando claramente tenía los ojos cerrados —explicó Min Yoongi a Park Jimin, quien soltó una carcajada al instante.

—Hyung, ya basta —rogó Taehyung y Yoongi se puso a reír como si no hubiera un mañana, haciendo que el afectado se cruzara de brazos—. ¿Piensas burlarte por siempre?

—No por siempre, solo mientras te sigas avergonzando.

—Yoongi Hyung —le llamó Jungkook con amabilidad, al ver como el castaño se tensaba sobremanera—, deja de molestar a Taehyung por hoy. No quiero que se ponga de mal humor, después tengo que sobornarlo para que no se desquite conmigo.

—¡Oye! —exclamó el mencionado y dejó un codazo en el cuerpo a su izquierda.

—Te dije que eran el uno para el otro —musitó Jimin mientras se escudaba tras su copa de vino y la mirada de los tres chicos restantes fue a dar sobre su persona.

—¿Cómo? —se atrevió a inquirir Taehyung y Jimin enrojeció bajo su mirada, pues creyó que solo Yoongi lo escucharía.

Comenzó a soltar una risita nerviosa que al final detuvo por un bufido que salió de Yoongi—. Cuando regresábamos del concierto de Coldplay, ustedes se veían muy lindos durmiendo juntos en el asiento trasero.

—Jimin mencionó que hacían bonita pareja —secundó el azabache, ayudando al rubio que seguro ya tenía revuelto el estómago.

—Eso. Y no me equivoqué, ¿Verdad? —cuestionó, a los jóvenes que tenía frente a sí, en aquella mesa—. ¿Son pareja?

Y un silencio rígido se adueñó del sitio, aun cuando el restaurante estaba abarrotado de personas.

—Ah —murmuró el Golden Maknae.

—Bueno, nosotros —musitó Taehyung.

—No somos pareja —confesó el menor y el castaño lo miró sorprendido, a la par que su corazón se estrujaba lentamente, doliéndole en cada latido.

Los rostros de Jimin y Yoongi parecían desorientados, pero no tanto como el de Taehyung. La seguridad que Jungkook había utilizado para expresar aquello, fue tan inmensa que, por un instante, la mente del fisioterapeuta colapsó, haciéndole ver la realidad: Jungkook y él no eran nada, solo dos hombres que se gustaban.

—Me alegra mucho que hayan decidido acompañarnos hoy —dijo Jimin, tratando de romper la extraña atmósfera que los había envuelto.

—Exacto, Jimin quería venir desde hace tiempo, pero le dije que sería mejor si los incluíamos.

—¿Fue complicado conseguir la reservación? —cuestionó Jungkook, observando de reojo como Taehyung había adquirido una postura decaída y solo miraba a su platillo mientras sostenía el fuste de su copa, sin siquiera levantarla de la mesa.

De inmediato, se arrepintió. Arruinó todo con Taehyung.

—Sinceramente: sí. No funcionó cuando le dije a la recepcionista que te conocía —soltó Jimin en una ligera risita—... Pero logré conseguir una mesa para hoy.

—Solo un tonto desea cenar en un sitio como éste en el último día del año. Itaewon es divertido, pero muy aclamado.

—¡Oh, Yoonnie!, No molestes. También querías venir.

—Bueno, los restaurantes lujosos me gustan, pero también el ramen que preparaste hace unos días. Estuvo rico.

—Más te valía decir eso, Min Yoongi.

[...]

La cena prosiguió en un ambiente incómodo, mismo que Park Jimin y Min Yoongi tuvieron que manejar. Después de haber pagado la cuenta que, en definitiva, había sido costosa; salieron del restaurante de cinco estrellas, encontrándose con el típico gentío andante del famoso Itaewon.

—¿Y ahora qué? —cuestionó Yoongi—. ¿Vamos a beber?

—Antes —interrumpió Jimin—... falta poco para media noche. Me gustaría ir a ver los fuegos artificiales que lanzarán en la calle Itaewon-Ro, para recibir el año próximo.

—Mmh, está cerca, pero es un lugar lleno de gente —comentó el azabache y volteó hacia atrás, reparando en los dos jóvenes que mantenían una notoria distancia y que ni siquiera se atrevían a mirarse—. ¿Qué opinan?, ¿Cumplimos los caprichos del muñeco cachetón?

—Está bien —habló Taehyung de pronto, haciendo que los tres tipos lo miraran sorprendidos, pues no había dicho nada durante una hora.

—¿Seguro?

—Seguro. Vamos —indicó y caminó al frente, comenzando a meterse entre el mar de gente que fluía hasta la calle Itaewon-Ro.

—Lo siento, Jungkookie —murmuró Park Jimin, al percatarse del rostro afligido del menor del grupo.

—Es la primera vez que se molesta conmigo, Hyung.

—Escucha Jungkook, Taehyung no se molesta con facilidad —pronunció el chico pálido e iniciaron su caminata—. Incluso, la mayoría de las veces, no está molesto con los contrarios, sino que reflexiona sobre sus propias acciones. No te gritará, ni te hará sentir mal; prefiere mantenerse alejado hasta que se le pasa. Se guarda todo lo que siente.

—Oh, Tae —murmuró, viendo cómo el castaño avanzaba a unos metros frente a ellos—... Sé que fue mi error...

—Entonces, ve y díselo —aconsejó el rubio.

—Opino lo mismo. Sí no quieres que esta noche continúe como ocurrió la cena: ve, actúa normal, hazle saber que estás ahí, plática con él y no importa si trata de esquivarte una y mil veces, dile que lo sientes. Luego, hazlo reír y cómprale algo que pueda comerse. Sobrelleva mejor las treguas cuando hay bocadillos de por medio.

—Lo conoces mucho, ¿Eh? —inquirió Jimin a Yoongi, cruzándose de brazos y llevando una ceja en alto.

—Después de graduarse, no tenía a nadie más. Me entristecía, así que quise acompañarlo. Lo escuché y consolé cuántas veces fue necesario. Parece fuerte, pero por dentro se desmorona al instante —contestó, pasando su brazo por detrás del cuello de Jimin y llevando el otro hasta el hombro de Jungkook—. Confía demasiado en ti y le gustas en exceso, de otra forma, jamás hubiera ido a confesarse. Por ello, te pido que luches por él. Está poniendo todo de su parte para congeniar contigo, así que, no dejes de buscarlo, aun cuando te haga pensar que no quiere verte. Le hará muy bien saber que te tiene... Hazlo feliz, vale la pena.

Y después de recibir ese consejo, Jungkook no pudo dejar de ver el caminar de Taehyung a unas cuantas personas frente a él.

Lo sabía, el castaño era la causa principal de su sonrisa, valía la pena como nadie más, porque además era lo que siempre había buscado, era su chico ideal: inteligente, trabajador, apasionado, amable, honesto, de facciones divinas, comprensivo y risueño. Todo en él le encantaba.

Disculparse: debía hacerlo ya. No podía permitir que su bonita cercanía se viera afectada en un día tan especial como ese.

Así que, en cuanto estuvieron en la calle Itaewon-Ro y Taehyung tomó localidad entre la multitud que ya esperaba por el espectáculo, Jungkook se acercó y le tomó la cintura desde atrás, recargando su mentón en su hombro.

—Bebé —le susurró al oído y Taehyung se estremeció.

—Me llamo Taehyung —pero fue lo que declaró, inclinando su cabeza hacia el lado contrario de dónde Jungkook se encontraba.

—Tae, por favor...

—Te agradecería que me permitieras disfrutar del show en silencio.

—Pero ni siquiera ha comenzado.

—Entonces, me gustaría esperar a que comience... en silencio.

Un gruñido salió de la boca de Jungkook y, cuando menos acordó, ya había jalado a Taehyung al costado de la aglomeración, deteniéndose en un sitio que aún no estaba plagado de gente.

—Kim Taehyung, ¿Qué te pasa? —le cuestionó de frente y los ojos oscuros se agrandaron un poco.

—No me pasa nada.

—TaeTae —alargó Jungkook.

—No me pasa nada —repitió, cruzándose de brazos.

—Muy bien, en ese caso: bésame.

—¿Qué? —murmuró el castaño al instante y su ceño se frunció—, No.

—¿Por qué no?

—Porque... porque estamos en un sitio público.

Explicó y Jungkook observó a su alrededor, para luego tomar un brazo de Taehyung y arrastrarlo nuevamente hasta un callejón pequeño y semi—oscuro, mismo que estaba entre dos tiendas de conveniencia.

De pronto, lo pegó contra la pared y lo aprisionó de una manera que nunca antes lo había hecho, poniendo sus manos a los costados de su cuerpo y profundizando una mirada seria sobre sus orbes.

—Aquí nadie nos verá —pronunció y se acercó hasta rozar sus narices, abriendo sus labios lentamente y provocando que los de Taehyung actuaran igual—. Bésame rico —musitó y sus alientos se mezclaron.

Lo anterior, hizo reaccionar al mayor, metiendo sus brazos entre de los dos cuerpos y haciendo que el menor se alejara un poco.

—Jungkook, ¿Qué mosca te picó? —preguntó, al fin dejando ver una mueca molesta.

—No me ha picado nada, solo quiero besitos de TaeTae —intentó volver a acercarse, pero Taehyung lo volvió a alejar.

—Pues TaeTae no va por la vida repartiendo besitos, mucho menos a personas que no tienen ninguna clase de vínculo con él.

Y aunque sonara ilógico, una sonrisita se dibujó en el rostro de Jungkook, pues Taehyung finalmente mencionó eso que tanto le molestaba—. Me malinterpretaste, Taehyung.

—Si, ya sé lo que dirás: yo soy el que se hace locas ideas.

—No, no lindura, jamás pensaría eso. Lo que dije fue por una razón, pero no te la expliqué.

—¿Por qué? —cuestionó, endureciendo su expresión.

—No era el momento —confesó.

—¿Y cuándo será?

—Ahora mismo.

—Perfecto, explícame ya, porque resulta que no sé leer la mente.

—Taehyung...

—Tienes treinta segundos, los fuegos artificiales son mi prioridad esta noche.

En ese momento, Jungkook tomó una bocanada exagerada de oxígeno, preparándose para expresar sus pensamientos—. Lo que dije, no significa que tú y yo no tengamos una relación. Me gustas mucho, no sería tan tonto. Jimin Hyung preguntó si somos pareja, dije que no porque así lo es.

—No tienes que repetirlo, me quedó claro en la primera ocasión.

—No bebé, escucha. Sé que, en la cultura moderna, el hecho de salir y tener citas con alguien, convierte a esa persona en tu pareja, pero yo no quiero hacerlo así. Quiero que vivamos nuestra relación diferente, con citas y caricias; quiero que nos conozcamos un poco más y, luego, después de haber comprobado nuestra compatibilidad absoluta, pedirte, formalmente, que seas mi novio —reveló y los ojitos de Taehyung brillaron—. No veo ese rol con simpleza, me gusta darle la relevancia que de verdad merece. Para mí, tener pareja no es algo que solo se asume y ya, sino que conlleva un proceso real, mismo que inicia cuando ambas personas deciden darse un "sí" para dejar claro que ahora se pertenecen. No es matrimonio, ni compromiso, solo es una promesa, una dónde se especifica que permiten que nazca el amor entre los dos. Me entiendes, ¿Verdad?

—Kookie... yo... ¿Por qué no me dijiste antes? —inquirió, golpeando, levemente, el pecho firme de Jungkook—. ¡Quedé como un tonto rechazado frente a Jimin y Yoongi Hyung! —exclamó y el menor soltó una carcajada.

—Perdón, bebé. No pensé que se darían las cosas así.

—Qué pena —dijo, llevando su rostro rojizo hasta esconderlo en la curva del cuello del pelinegro—. Y yo que ya estaba pensando en pedirte un tiempo para ver como haría con mi vida.

—Oh, TaeTae. De verdad lo siento, mi intención jamás fue hacerte sentir mal, ni que dudaras sobre lo que tenemos. Me importas mucho, más de lo que te imaginas —expresó y enredó entre sus manos la cintura de Taehyung, atrayendo su peso hacia su cuerpo—. Eres lo más hermoso que existe. Me encantas, incluso estando molesto conmigo —y una risita torpe se escapó de los belfos del mayor.

—Siento haber actuado así —murmuró—. Me comporté muy infantil.

—Estabas en tu derecho. Debí haberte dicho lo que pensaba desde el inicio.

—Igual fui muy descortés. Sí te doy un beso, ¿Me perdonas? —preguntó, levantando su rostro y encarando a su enamorado Jeon Jungkook.

—¿Solo uno?

—Sip, tómalo o déjalo.

—Lo tomo —contestó rápidamente, haciendo que ambos soltaran una carcajada.

Taehyung llevó sus manos hasta sostener el rostro de Jungkook, acarició sus pómulos con sus dedos pulgares y la sonrisa de conejo apareció. Se miraron por unos segundos, el mayor apreciaba lo precioso y suave que resultaba ser el ajeno, mientras el menor no paraba de deleitarse con la sensación cálida que adornaba su pecho. No podía creer como había ocurrido todo, no podía creer que había logrado gustarle a Taehyung sin ni siquiera haberlo previsto. Lo que le estaba sucediendo era una bendición, una que no se merecía.

El castaño se lamió los labios e inclinó un poco su rostro, acercándose lentamente hasta rozar sus belfos con los del pelinegro. El más alto soltó un leve suspiro que hizo sonreír a Taehyung, apresurándolo a pegar sus belfos con los otros rosados.

Ambos se unieron en un pico, luego en otro, luego en otro más; y las manos de Jungkook acariciaron la cintura baja de Taehyung, mientras sus labios se presionaban y volvían a alejarse repetidas veces.

—Jungkook —murmuró el castaño, deteniendo sus tiernos besitos—. ¿En serio me pedirás que sea tu novio? —inquirió, aun cuando sus mejillas se pusieron coloradas.

—¿Qué opinas al respecto?, ¿Te gustaría que lo haga?

—Mmh —musitó—, ¿Qué tienes en mente?

—No te lo diré, así no funciona; pero te garantizo que es algo especial.

—Bien —soltó como si acabara de convencerse, pese a que le encantó la idea desde el inicio. Luego, afianzó sus manos en las mejillas de Jungkook y dejó un par de besos más, mismos que fueron contestados al instante. En seguida, volvió a detenerse—. Después de que lo hagas, ¿Podré decirte: "amor"?

—¡Oh, bebé!, Eres tan tierno.

—Jungkook —alargó el mayor.

—Taehyung, después de que nos hagamos novios, podrás hacer conmigo lo que quieras —aclaró y el castaño rio.

—Ya lo hago.

—Bueno, sí, pero no tengo problema con ello. Estoy, por siempre, a tus pies.

—Oh, Kookie —soltó en un suspiro emotivo, sintiendo como su alma se derretía sin prevención—. Ven acá —musitó y, esta vez, hizo que sus labios se anclaran, comenzando a besarse con sincronía.

Era un beso tierno. Apenas un roce divino, exquisito, delicado, repleto de movimientos lentos y suaves. Tan ligero, tan adorable, tan de ellos. La sensación era sagrada, como si se tratara de acariciar una manta de terciopelo o los pétalos de una rosa; el latir que había en sus pechos era tan alocado, que ambos entendieron que estaban bien así, que se tenían el uno al otro y que, en efecto, podrían enamorarse sin obstáculos: nacieron para estar juntos.

Se habían convertido en presas de su propio vaivén, y esa instalación de sentimientos solo los hacía querer besarse más. Era increíble, era inefable.

Eso mismo, fue lo que llevó a Jungkook, a creer que era momento de avanzar en el tipo de caricias que se dedicaban y, justo cuando iba a atreverse a lamer los labios de su lindo castañito, los fuegos artificiales explotaron en el cielo, provocando que Taehyung se alejara y soltara su agarre, con el propósito de contemplarlos.

—Oh Dios —murmuró mirando hacia arriba y el pelinegro no pudo evitar cautivarse sobremanera de aquel hombre impresionante.

Su cuerpo entero vibró, cuando se percató del hermoso reflejo de la pirotecnia en los ojos negros. Por mucho, era el paisaje más fascinante de la vida. ¿Qué decir de la bonita sonrisa cuadrada?, era tan especial, tan distintiva y maravillosa, que no hacía falta nada más. Estaba seguro de que podía vivir por cientos de años, sí esa era la sonrisa que miraría al despertar.

El clamor jubiloso de las personas fuera del callejón, junto con las propias explosiones de los cohetes, eran todo lo que se escuchaba en aquel sitio reducido; no obstante, la respiración de Taehyung era tan clara para Jungkook, que le parecía haber desarrollado un súper oído. Tener la mente tan llena del fisioterapeuta, era la cosa más estupenda que le llegó a suceder en la vida.

Sus otros sentidos volvieron en sí, cuando reparó en que había comenzado la cuenta regresiva para recibir el año nuevo. Así que, con toda la delicadeza del mundo, subió una de sus manos hasta la mejilla izquierda de Taehyung, llamando su atención al instante.

El joven castaño le regaló una sonrisa y el menor tuvo la necesidad de acercarse hasta acariciar su nariz con la otra perfilada. Sonrió igual y cerró sus ojos, imitando a los de Taehyung. En ese momento, volvió a sentir aquellos cálidos labios sobre los suyos, presionándole con esmero, haciéndole volar los sentidos.

—Tres —susurró Jungkook a la par que todo el mundo en la calle Itaewon-Ro, justo cuando Taehyung se alejó. Entonces, tomó, con ambas manos, el rostro ajeno para acercarse y dejarle un suave beso en la frente—. Dos —el cuerpo de Taehyung se estremeció cuando los labios del pelinegro presionaron en la punta de su nariz—. Uno —musitó, rozando con ternura los bonitos rosados—. Feliz año nuevo, Tae —murmuró al final, atrapando los labios de Taehyung, esta vez, poniendo todo su deseo en el suceso.

Desliz tras desliz, los chasquidos húmedos aparecieron. La electricidad y el cosquilleo que recorrió a ambos cuerpos, solo profundizó más en esos repasos vagos de impaciencia recién provocada. Tan solo unos segundos más tarde, se clavaron en un ritmo distinto, más rápido que el anterior, pero tierno igual; manteniendo un impulso mutuo, uno que solo los hacía querer sostenerse siempre.

La mano izquierda de Jungkook bajó hasta su pecho, para tomar una mano del mayor y brindar un par de caricias circulares en su cálida palma. Por ende, un suspiro salió de la boca de Taehyung, armando de un valor extraño al atleta, quien, de inmediato, llevó su otra mano hasta posarla detrás del cuello a color canela, hundiendo sus firmes dedos entre los rizos cortos de la linda nuca.

En seguida, su lengua se abrió paso entre sus labios, tocando, por primera vez, las comisuras de Taehyung.

De golpe, todo se detuvo.

Una leve punzada hizo añicos su alma entera. Quiso retroceder, quiso apartarse y arrodillarse para pedirle disculpas al castaño; quiso hacer de todo en ese momento, pero no se movió. Estaba tan asustado, que sus sentidos enteros se congelaron en el acto. Ni siquiera se permitió abrir los ojos: no podía, no tenía el valor. ¿En qué momento creyó que Taehyung pensaba o quería lo mismo?, ¿Acaso había dado alguna señal?, No, nunca.

Por ello, Jungkook no tuvo más que sentirse como una bazofia, puesto que se había propasado con el joven castaño. Es decir, llevaban medio mes tratándose, era normal que no estuvieran listos para hacer ese tipo de cosas, para intimar en los límites de lo que su corta relación les permitía.

Dijeron que irían despacio. Dijeron que se apreciarían con calma, que no tenían ninguna urgencia por hacer las cosas, ¿Cómo es que el Golden Maknae quería hacer eso?, ¿De dónde salió tal necesidad?

Así pues, tuvo que estar listo para alejarse y enfrentar las consecuencias de sus locuras. Sin embargo, Taehyung comprendió todo lo que pasaba por la mente del atleta, no solo porque las caricias cesaron en la palma de su mano, sino también porque podía sentir el desánimo y arrepentimiento en cada una de las cortas respiraciones de Jeon Jungkook.

Entonces, abrió la boca y su lengua encontró la otra, haciéndolo temblar ipso facto.

Pensó que estaba bien, que Jungkook era lo mejor de su vida y que tenía tantas ganas de tenerlo a su lado, que no sería penoso si admitía que lo deseaba igual.

Y motivado por el anterior pensamiento, su lengua presionó a la del atleta, haciéndola retroceder hasta que ambas ingresaron a la cavidad del menor: acariciando lento, rozando su paladar y dejando una sensación irremediablemente abrasadora.

Jungkook se emocionó, su corazón latió enloquecido y no pudo evitar soltar un jadeo gustoso, cayendo en la realidad que los aquejaba, esa en la que Taehyung era el centro de su planeta. Fue a la sazón que reaccionó, comenzando a moverse y dando pelea a esa entusiasmada lucha entre sus corazones.

¿Era posible que ya se encontrara enamorado?

Dos semanas... dos benditas semanas conviviendo con el hombre de sus sueños, ese que no dejaba de sorprenderlo, ese que apoyaba cada una de sus ideas y se sonrojaba inocente cuando se veía afectado por su presencia.

Es que Taehyung sentía lo mismo, Taehyung también le adoraba. Sí no lo hiciera, hubiera huido desde el inicio, desde que le fue planteado cenar en la mansión de los Jeon. El castaño era consciente de que el sentir de Jungkook incrementaba con cada palpitar y lo aceptaba, puesto que le sucedía lo mismo.

¿Podía ser más perfecto?, Eran el uno para el otro.

Más pronto de lo esperado, sus bocas ya estaban envueltas en un beso voraz, con Jungkook nadando boca adentro de Taehyung, dejando caricias enloquecedoras, que enmudecieron sus sentidos al punto en que no podía controlar sus repentinos suspiros.

Estaban entregados, tan apegados que entre sus cuerpos no existía la más mínima distancia posible; sumergidos en una calidez mutua, una que los estaba dejando sin aliento.

Roces húmedos en ida y vuelta, sensaciones creciendo en sus pechos. Era inigualable.

Sus respiraciones entrecortadas, se mezclaban levemente, estremeciéndolos de pies a cabeza, haciéndolos cómplices fieles de su unión, esa que nunca pensaron tener y que les hacía soltar pequeños ruiditos.

El calor emergió casi al instante por cada uno de sus poros; el frío de Enero no llegaría a dañarlos, no mientras fueran guiados por su propia locura, que procuraba un desenfrenado deseo, inmerso en la profundidad del mejor beso de sus vidas.

Nada existía; desapareció la ciudad, desapareció la gente, los fuegos artificiales, el callejón, las tiendas de conveniencia, todo. Solo eran Kim Taehyung y Jeon Jungkook, navegando por el escenario más dichoso y palpable, extendiendo un contacto que clamaba: ¡Quiero estar siempre contigo!

Eso era todo, un glorioso: "Tú y yo, por siempre".

Se detuvieron cuando se vieron afectados por la falta de oxígeno. La separación de sus rostros fue marcada por un hilo de saliva que colgó de unas comisuras a otras, pero que se esfumó por un beso casto, que dejó el pelinegro, casi de inmediato.

Sus ojos se conectaron y unas sonrisas enternecidas aparecieron en ambas fauces hinchadas. Soltaron una risita y Jungkook llevó la manga de su abrigo hasta limpiar, cuidadosamente, la saliva brillante en el rostro de Taehyung.

—Feliz año nuevo, Koo —le murmuró el mayor en un tono dulce, derritiéndolo sin más.

—¿Vamos por un algodón de azúcar?

—No creo poder comerlo.

—¿Por qué?

—Siento mariposas en el estómago —confesó y sus mejillas se enrojecieron en desmedida.

—Yo también Taehyung. En mi defensa, todo ha sido tu culpa: me llenas el alma.

—Jungkook —chilló conmovido—, me gustas.

En definitiva, entre los dos, el amor ya estaba naciendo.

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