42. Estaremos bien

Diciembre.

La mano de Jeon Jungkook nunca había temblado tanto, ni siquiera cuando tomó, por primera vez, la mano de Kim Taehyung. Sin embargo, la situación en la que se encontraba, ameritaba todo tipo de inquietud existente. Pero debía ser fuerte, debía enfrentar sus nuevos miedos y afrontar cada cosa que se le viniera en contra.

Si tan solo Taehyung le respondiera el teléfono, en ese momento no estaría parado ahí, frente a la puerta de su casa, intentando tocar el timbre sin fracasar.

¡Vamos!, ¡Es por TaeTae!

Se dijo, por último, y entonces su dedo índice dio directo en el clamado botón, provocando que un "ding-dong" tintineante, se expandiera en todo el sitio. Tan solo unos segundos pasaron, cuando le abrieron la puerta, trayendo al joven atleta, aquello que tanto temía: Kim Chulmoo.

De inmediato, hizo una reverencia exagerada, doblando su cuerpo en un ángulo de noventa grados y dejando al hombre algo desconcertado.

—Buenas tardes Señor —fue lo que dijo y la fría expresión del padre de Taehyung, no cambió.

—¿Puedo ayudarle en algo?

—S... Soy Jungkook, a... amigo de Taehyung. El mismo chico que trajo a su hijo hace unos meses, cuando estaba ebr...

—¿Jeon Jungkook? —le interrumpió y el pelinegro lo miró asombrado—, ¿El atleta más joven de la familia Jeon?

—El... el mismo, ¿Có... cómo lo sabe?

—Miro el canal de deportes —explicó—. ¿Cómo conoce a Taehyung?

—Bueno, hace tiempo sufrí una lesión y su hijo fue quién me ayudó a recuperar la movilidad. Ahora somos muy amigos.

—Ah, ya veo —musitó Chulmoo—. No tenía idea de que Taehyung tuviera amigos.

—¿No?

—No —contestó a la brevedad—. Cómo sea, ¿Qué necesita?

—Me... me preguntaba si Taehyung se encuentra en casa —pronunció, bajando levemente la mirada—. Lo busqué en su trabajo, pero me dijeron que había tomado el día libre.

—Mmh... Ese niño —murmuró el hombre con desdén y Jungkook se sorprendió un poco por el tono usado—. No lo he visto en todo el día, pero puede pasar a buscarlo —dijo haciéndose a un lado, provocando que los ojos del joven se agrandaran. Nunca pensó que llegaría tan lejos—. Sabe dónde queda su habitación, ¿No?

—S... Si Señor —soltó Jungkook casi eufórico—. Gr... Gracias Señor —y luego de decir eso, entró en la casa, no sin antes hacer un par de reverencias más, demostrando su agradecimiento.

Subió las escaleras, sintiendo que las piernas le temblaban y llegó hasta el pasillo dónde quedaba la puerta de la habitación de Taehyung.

Tomó una bocanada de aire, esperando, con todo su corazón, que su futuro chico se encontrara ahí, pues no había dejado de estar preocupado por su repentina desaparición.

Tocó un par de veces y deseó escuchar algo adentro, pero nada pasó. Volvió a tocar, casi rogándole a los ángeles obtener una respuesta. No obstante, luego de un minuto, reparó en que, quizá, ese silencio era su respuesta.

Pero, antes de ponerse a llorar dentro de su camioneta, decidió que no se iría de ahí, sin comprobar la presencia de Taehyung en su habitación. No le gustaba ser un entrometido, por eso, después de haberle pedido perdón a la vida: giró la perilla con todo el sigilo del mundo, abriendo de a poco la puerta y logrando observar, por la pequeña rendija, un bulto cubierto de edredones sobre la cama del castaño.

Pensaba que encontrarlo dentro calmaría su angustia, pero la sensación se acrecentó sin remedio, cuando, después de haber entrado y cerrado la puerta detrás, logró ver el lindo rostro del muchacho, que se mantenía sereno y con los ojos cerrados, denotando una expresión melancólica con sus hermosas facciones.

Su pecho se estrujó y deseó, con toda su alma, poder consolar al joven. Lo observó durante un momento y se percató de que estaba usando audífonos, eso explicaba por qué no había respondido cuando llamó a la puerta; pero, ¿Tan triste era la canción que estaba escuchando?

Verlo así, le partía el corazón.

Pensó en irse, quizá el joven estaba dormido o había decidido desconectarse del mundo, por eso su celular estaba fuera de servicio. Sin embargo, antes de girarse y caminar a la puerta, razonó un poco: No podía dejar solo a Kim Taehyung, al menos no ese día. Después de todo, el castaño ya no necesitaba aislarse del mundo, ahora lo tenía a él, quien estaba dispuesto a acompañarlo por siempre, pasara lo que pasara. Ahora tenía a alguien que quería verlo feliz.

Por ende, con mucho cuidado, se subió sobre la cama, acostándose sobre los edredones, al costado del joven, en la almohada que estaba disponible; quedando de frente al chico que no dejaba de hacer pucheros.

Lo miró por un buen rato, a pesar de tener aquella mueca dolida, su belleza destacaba inmensamente. ¿En serio podía existir un ser tan hermoso?, era increíble.

Taehyung se movió un poco, provocando que uno de sus rizos, cayera directamente sobre su cara, molestándole al instante. Fue en ese momento que Jungkook entró en acción, retirando en silencio el mechón hasta colocarlo detrás de su oreja, viendo como Taehyung relajaba su expresión. Quería besarlo ahí mismo, era tan tierno.

Entonces, se acercó lentamente, deteniéndose hasta que sus narices estuvieron a punto de rozarse. Sonrió, sin dejar de admirar el bonito rostro y no pudo evitar llevar su mano hasta aquella mejilla sonrosada, para acariciarla levemente, observando como el castaño dibujaba una mueca parecida a una sonrisa.

Por lo anterior, no pudo soportarlo más y se aproximó, girando un poco su cabeza, hasta pegar sus labios con los ajenos, dejando un ligero besito que lo hizo sonrojarse de inmediato. Se alejó unos centímetros, sonriendo apenado y apretando sus ojos con fuerza ante el regocijo. Era como un niño travieso.

—Koo —pero nunca espero que el chico murmurara su apodo entre sueños, ni llevara, uno de sus brazos, hasta pasarlo sobre su cuerpo, como si de una almohada se tratara—. Kookie —se tensó y su respiración se volvió irregular.

Trató de no mover ni el más mínimo músculo, todo para no irrumpir en el bonito sueño que, de seguro, había comenzado a tener Taehyung. Aunque, también, deseaba ponerse a gritar cuán embelesado se encontraba del castaño, pues lo evocaba hasta dormido.

Kim Taehyung era el hombre más hermoso, tierno e inocente del mundo entero.

—Bebito —musitó, sin darse cuenta, en un tono cautivado.

—Jungkook —volvió a decir Taehyung y soltó un suspiro aliviado—. ¡Jungkook! —terminó exclamando, cuando abrió los ojos y se percató de que, lo que acababa de suceder, no estaba siendo un sueño. En ese momento pegó un salto, alejándose del cuerpo del atleta y arrancándose, de un manotazo, los audífonos de sus oídos; sentándose de golpe y llevando una de sus manos hasta su pecho, mismo que estaba palpitando a todo lo que daba.

—¿Entonces, también sueñas conmigo? —preguntó el pelinegro en tono de burla, sentándose a la par.

—Jungkook, ¿Qué... Qué haces aquí? —y la gran sonrisa de conejo, apareció.

—Feliz cumpleaños, bebé —pronunció, acercándose nuevamente y envolviendo, entre sus brazos, el cuerpo del confundido castaño—. Me gustas mucho —le susurró y dejó un beso en la mejilla que le quedaba más cercana.

—Koo...

—No quería despertarte, incluso iba a irme, pero no pude hacerlo. Decidí quedarme a cuidarte, pero todo se salió de control cuando noté lo tierno que te ves al dormir, así que no pude evitar besarte. Lo siento —dijo al final, llegando a ruborizar las mejillas del joven que apenas empezaba a analizar la información.

—Yo —musitó—... yo —y de pronto abrió los ojos como platos—... No estoy presentable —fue lo que dijo, tapándose la cara con sus manos.

—¡Oh, Taehyung! —clamó Jungkook—... Te ves tan hermoso en pijama y despeinado, que no tienes idea de cómo se acelera mi corazón —pronunció, para dejar de abrazar el cuerpo y dedicarse a retirar las manos que cubrían el divino rostro, así que Taehyung bajó la mirada apenado—. Entonces, ¿Cómo quieres que celebremos tu cumpleaños?, ¿Una cena?, ¿Salimos a caminar?, ¿Patinamos en hielo?, ¿Vamos a un parque de diversiones?, ¿Hacemos una fiesta y llamo a los chicos para que Hobi Hyung se ría de nosotros, porque no supera tu carita avergonzada cuando nos encontró besándonos?

—Jungkook, yo —interrumpió Taehyung—... no quiero celebrar mi cumpleaños.

—¿Qué? —inquirió el menor al instante, viendo cómo los ánimos del fisioterapeuta caían en picada.

—Perdóname. Siento que hayas tenido que venir hasta aquí solo para recibir esa respuesta.

—Taehyung —murmuró Jungkook—, ¿Qué pasa, bebé?, ¿Por qué no...?

—Mi cumpleaños me recuerda a cosas tan tristes, que llevo años tratando de ignorarlo. Sin embargo, nunca ha dejado de pesar —explicó—. No me gusta, es tan difícil vivirlo que me quema la piel. Yo sé que tenías ganas de celebrar, pero yo no quiero hacerlo, solo deseo quedarme aquí a esperar que el día termine —los ojos de Jungkook, observaron con seriedad, la expresión melancólica que invadía el rostro bello de Taehyung. Soltó un resoplo y comenzó a levantarse para bajarse de la cama—... ¿Qué... Qué haces? —le cuestionó, primero al pensar que se iría, pero luego fue por qué lo vio quitarse las zapatillas deportivas.

—¿No es obvio? —preguntó al levantar las sábanas de la cama de Taehyung—. Me quedaré contigo —contestó, metiéndose entre los edredones y acomodando las almohadas, para recostarse sobre ellas—. Ven —le dijo, con los brazos abiertos, al chico que lo miraba sorprendido, indicando que fuera a acurrucarse en su pecho.

—¿Es... Es en serio?... Debes tener más cosas que hacer.

—No es así, mi agenda se canceló en el momento en que murmuraste mi nombre dormido —dijo sonriente—. Ven TaeTae —y el afecto con el que pronunció ese apodo, hizo que el corazón de Taehyung se derritiera, terminando con esa guerra que había en su interior y metiéndose entre los firmes brazos de Jeon Jungkook—. Eso es —soltó, echando su nariz hasta oler la cabellera rizada—. Déjate consentir por tu Koo.

[...]

El timbre de la casa de los Kim sonó nuevamente y, Chulmoo, se levantó del sofá para atender la puerta.

—Su pedido —le dijo un hombre del otro lado del pórtico, mismo que fungía como repartidor y estaba extendiéndole un par de pizzas con entusiasmo.

—Yo... yo no...

—¡Espere! —exclamó Jungkook, bajando las escaleras a toda velocidad—. Yo... yo hice el pedido —indicó, haciendo que el Señor Kim lo observara confundido, mientras se hacía a un lado en la entrada.

—¿Combo familiar? —preguntó el repartidor.

—Así es —asintió el pelinegro, sintiendo como la mirada de Kim Chulmoo lo examinaba vehemente.

—Perfecto. Hago entrega de un par de pizzas grandes, bread sticks, postre y una bebida de 1.5 litros.

—Excelente —soltó Jungkook al tomar el paquete, extendiéndole, a la par, unos billetes al repartidor—. Muchas gracias. Quédese con el cambio —y después de hacer una leve reverencia, cerró la puerta con lentitud.

—¿Entonces, Taehyung está arriba? —cuestionó, de pronto, el Señor de la casa.

—Si —contestó, bajando un poco la mirada—. Ha estado en la cama todo el día. Parece que se siente triste, por eso no lo quise dejar solo. Lamento mucho los inconvenientes.

—Oh, no se preocupe —dijo, para comenzar a ir hasta los sofás de la sala de estar.

Jungkook se giró para regresar a la habitación de Taehyung, pero se detuvo antes de siquiera dar un paso.

—Señor —le nombró, haciendo que Kim Chulmoo lo mirara—. ¿Gusta comer con nosotros? —preguntó, sintiendo sus rodillas temblar—, la comida es suficiente —pero la expresión en el rostro de Chulmoo, lo dijo todo.

—Se lo agradezco, joven Jeon, pero... la verdad es que... ya comí.

—Ah, ya veo —pronunció Jungkook apenado—. Disculpe —y, dedicándole una reverencia, se giró para avanzar hasta las escaleras.

—Joven —le detuvo Chulmoo—. ¿Podría decirle a Taehyung que le deseo un feliz cumpleaños? —pronunció, sin atreverse a mirar al muchacho pelinegro.

—Claro —habló Jungkook, asintiendo con una leve sonrisa.

¿Cómo es posible que no sepa que su hijo odia su cumpleaños?

Se preguntó, una vez que estuvo frente a la habitación de Taehyung, lamentando que el mayor tuviera que pasar por cosas así.

—Volví —soltó, observando como Taehyung mantenía una expresión asombrada y se tapaba la boca con todo el pasmo del mundo—. ¿Qué pasó? —cuestionó, yendo hasta la cama y sentándose junto al chico, mientras ponía el paquete sobre su regazo.

—No vas a creerlo —musitó, poniéndole pause a la película que se reproducía en su laptop—. Su familia no era su familia.

—¿Cómo? —preguntó Jungkook.

—Lo hipnotizaron, incluso tiene 20 años más de los que piensa.

—¿En serio?, Pero... ¿Por qué?

—Asesinó a la familia que vivía en esa casa, pero no lo recuerda, parece que se traumó con el hecho. El que fingía ser su hermano, solo quería que admitiera su culpa, pues es detective.

—¿De todo eso me perdí? —inquirió con las cejas en alto y Taehyung soltó una carcajada.

—Gracias por la pizza, Koo —dijo, colgándose del cuello del menor y plantándole un beso en la mejilla.

—No agradezcas, mejor dame un beso aquí —pidió y alzó sus labios en una mueca de pato, haciendo que Taehyung sonriera en demasía y, con las mejillas ruborizadas, se acercara hasta juntar sus belfos cariñosamente.

[...]

—No puedo creerlo, ¿Cómo es que a los coreanos se les ocurren estas tramas? —inquirió Taehyung cuando terminaba de cerrar su laptop, pues la película ya había terminado.

—Taehyung, di la palabra clave.

—¿Cuál palabra clave?

—La palabra clave.

—¿De qué estás hablando? —preguntó y, frunciendo su ceño, se levantó para retirar de la cama, el empaque de la pizza terminada. Pero Jungkook entrecerró sus ojos, siguiendo el caminar de Taehyung dentro de la habitación, mientras se cruzaba de brazos—. Oye, me estás asustando —le dijo y se acercó, poniendo sus manos en los hombros de Jungkook y entrecerrando sus ojos igual, para luego inclinarse hasta rozar su nariz con la del chico—. ¿Qué pasa?

—¿De verdad eres mi bebé?

—¿Qué? —cuestionó, alejándose un poco y relajando su expresión.

—¿No eres un detective que me ha hipnotizado?

—¡Jungkook! —exclamó, soltándolo de golpe y alejándose en el acto, pero fue detenido por un brazo que le rodeó la cintura y lo hizo caer sobre sus piernas.

Entonces, Jungkook lo abrazó con más fuerza de la necesaria, cargándolo, como si de un bebé se tratara, apegándolo a su pecho e inclinando su rostro para llenar de besos las mejillas del cumpleañero. De pronto, lo único que llenaba la habitación, eran las risitas torpes que provenían de ambos jóvenes. Eso, hasta que Jungkook no pudo evitar detenerse, al preferir que sus ojos admiraran lo divino que era el mayor.

—Taehyung, tú —musitó, llevando su mano hasta acariciar, nuevamente, la mejilla tersa del bonito chico—... me tienes hipnotizado.

—Oh, Jungkook —contestó el ajeno, perdiéndose en la mirada enamorada que el menor le estaba regalando—... Tú también a mí.

Se miraron, en silencio, por más de un minuto, pensando en lo afortunados que eran al poder estar juntos así.

—¿Y ahora qué? —susurró Jungkook—, ¿Nos besamos?

—Haberlo dicho antes —dicho eso, subió sus brazos hasta el cuello del menor.

Este último le sonrió en grande y, soltando un suspiro, recostó a Taehyung sobre la cama, dejando su brazo por debajo de la cabeza del mayor, para que lo usara como almohada. Luego, se posicionó a su costado, pues no tuvo el coraje para subirse sobre el cuerpo ajeno, simplemente, se detuvo ahí, llevando su mano libre hasta la mandíbula del castaño. Acarició, un par de veces, los otros labios con su pulgar, deleitándose ante la sensación que le crecía en el pecho, al mirar la carita de Taehyung, que no dejaba de verle igual.

Entonces, se lamió los labios, para después irlos a pegar sobre los de Taehyung, acrecentando la magia que solo existía cuando estaban juntos.

Lento, seguro, cariñoso, inocente. Así eran ellos.

No obstante, parecía que siempre llegaba el punto en que sus tiernos besitos y suaves deslices, no eran suficientes para sentir su corazón palpitando a mil.

Entre más se tiene, más se quiere.

Eso fue lo que pensó Jungkook, cuando llevó su mano libre hasta sostener la mejilla de Taehyung, en razón de profundizar sus besos y reunir el valor suficiente, para lamer los labios ajenos y tomarlos entre sus dientes.

—¡Feliz cumpleaños Taehyungie! —entonces, la voz de Jung Hoseok le hizo entender que las ambiciones no siempre son buenas.

—Oh.

—¿Sor... presa?

En ese momento, Kim Taehyung aventó a Jeon Jungkook lo más lejos que pudo, librándose de él y logrando esconderse bajo los edredones.

—Ah —murmuró Jungkook, viendo cómo Kim Seokjin, Min Yoongi y Jung Hoseok, lo observaban asombrados desde la puerta—... Yo... Yo —musitó, pero la verdad es que no tenía nada para decir, más que un centenar de maldiciones.

—Tranquilo —soltó Hoseok, sintiendo lástima por el pobre Jungkook señalado—. Es nuestra culpa.

—Les daremos un minuto —dijo Yoongi, quien mantenía un pastel entre sus manos.

Seokjin tomó la perilla y cerró la puerta, abandonando la habitación al instante.

—Tae —murmuró Jungkook después de unos segundos, subiendo a la cama y tratando de destapar al mencionado, mismo que se quejó y tomó, con fuerza, los edredones sobre su cuerpo—. Bebé, sal de ahí.

—No.

—TaeTae —alargó.

—No quiero —contestó, cual niño teniendo una rabieta.

—Taehyung, si no sales de ahí, te castigaré: ya no habrá más abrazos, ni besos, tampoco te tomaré de la mano, ni te acariciaré. Además, se terminarán los apodos lindos, solo te llamaré "Hyung".

—Kookie —chilló Taehyung bajo las cobijas—... no... no me castigues.

—Entonces sal y ve a recibir a los chicos.

—No puedo hacerlo —admitió—. Estoy muy apenado. ¿Con qué cara...?

—Ellos son tus amigos: entenderán, Hyung.

—¡Jungkook! —exclamó ante la forma en que el menor lo llamó, sin darse cuenta de que se había quitado las sábanas de encima.

—Eso es —pronunció en una sonrisa gigante, aprovechando para tomar entre sus brazos al chico y sentarlo en su lugar. Luego, acunó con sus manos, las mejillas rojizas del rizado—. Son tus amigos, no hay nada que temer. Debemos ser fuertes y enfrentar las consecuencias de nuestros actos.

Taehyung hizo un lindo puchero—. ¿Por qué siempre nos pasan cosas así?

—Porque no cerramos la puerta con seguro —contestó y el castaño lo fulminó con la mirada; pero a Jungkook no le importó, solo aprovechó y cumplió su sueño de besar el puchero ajeno, logrando sentirse victorioso—. No sé qué decirles.

—Su intención es buena, vinieron a celebrar contigo porque les importas. Ellos no saben lo que tú piensas al respecto, así que solo debes explicarles lo que sucede.

—No puedo, me desmayaré.

Jungkook rió ligeramente—. Yo les diré, pero tú debes prometer que te prepararás para recibirlos aquí y enfrentar la situación, ¿De acuerdo?

—¿Y si quedo inconsciente?

—Son profesionales de la salud, sabrán como reanimarte —el rizado se cruzó de brazos—. Vamos, no pongas más excusas, nada de lo que digas funcionará. Y si lo dejas pasar, será peor, pues trabajas con ellos a diario. Al menos, aquí estoy yo para respaldarte.

—¿Me ayudarás?

—Siempre.

—Bien —fue lo que dijo y entonces Jungkook sembró otro pico en los labios de Taehyung y se alejó de él, bajándose de la cama y dirigiéndose hasta la puerta, para terminar saliendo de la habitación.

Taehyung soltó un resoplo y luego llenó sus pulmones con oxígeno exagerado. No le quedaba otra opción. Después de todo, Jungkook tenía razón, esto debía suceder tarde o temprano. Tampoco es como si estuviera en posición para arrepentirse: llevaba una semana siendo más feliz que en ninguna otra ocasión en su vida. No cambiaría por nada, haber decidido luchar por el atleta.

Al final se levantó, se puso sus pantuflas y se acomodó el pijama, para luego hacer la cama e ir a verse en el espejo, con el fin de arreglar un poco su aspecto.

Después de un par de minutos, en los que hizo respiraciones profundas, Jeon Jungkook llamó a la puerta y giró la perilla, asomando su par de ojos amielados.

—¿Todo bien? —el mayor asintió, sentándose al borde de la cama—. ¿Podemos pasar?

—A... adelante.

—¡Taehyungie! —exclamó Seokjin al entrar.

Entonces, los tres chicos, fueron directo a darle un fuerte abrazo al más joven de su grupo.

—Toma —Yoongi le extendió un sabroso pastel, mismo que había sido alterado en su diseño, pues era obvio que alguien le había metido el dedo, para escribir la palabra "No".

Feliz No Cumpleaños.

Y fue cuando soltó una carcajada.

—Lo sentimos, no sabíamos que no te agradaba la fecha —pronunció Hoseok.

—Nunca lo mencionaste —aclaró Yoongi.

—De todas maneras, queremos comerlo contigo.

Y establecido lo anterior, sacaron una bolsa donde traían todo lo necesario. Al final, partieron el pastel en una charla amena y unas cuantas risotadas. Taehyung sonreía, no podía evitar hacerlo, tenía a los mejores amigos del mundo.

—Muchas gracias Hyungs. De verdad, aprecio mucho que estén aquí.

—¡Oh!, no agradezcas —habló Hoseok—. Te queremos mucho, sin ofender a Jungkook aquí presente —Yoongi soltó una carcajada y las mejillas de Taehyung se tornaron rojizas otra vez.

—Si... sobre eso: sentimos mucho lo que vieron —se sinceró.

—Exacto —secundó el atleta—, no fue nuestra intención que sucediera.

—No se preocupen, no hay problema.

—¡¿Cómo que no hay problema?! —inquirió Kim Seokjin, quien estuvo pensando la manera correcta de tocar el tema, dejando a un lado su pastel.

—¿Si hay? —cuestionó, desconcertado, el chico de rasgos felinos.

—¡Por supuesto! —exclamó y se levantó de su asiento solo para ir a posarse frente a Kim Taehyung y Jeon Jungkook, quienes estaban sentados al borde de la cama—, ¿Podrían explicarme qué rayos estaban haciendo ustedes dos?

—¿Qué estábamos haciendo? —inquirió Taehyung, sintiendo los nervios recorrer su cuerpo entero.

—Si, eso mismo —pronunció Seokjin, tomando la pose de una madre cuando regaña a su hijo.

—Bueno, veíamos una película, jugamos a un jueguito en el celular de Jungkook...

—Taehyung —alargó el mayor, en señal de advertencia.

—Es que Jungkook estaba ayudándome con una basurita que tenía en el ojo.

—¡Taehyung!

—Tenías los ojos cerrados, tonto —dijo Min Yoongi.

—¿Ah, sí? —contestó, soltando una risita forzada, pero al notar la mirada que le estaba dirigiendo Seokjin, simplemente soltó un suspiro—. Jungkook y yo... decidimos que intentaremos algo porque nos gustamos mucho, ¿Verdad?

—S... si, eso...

—¿Eso? —preguntó ofendido.

—Si.

—¿Desde cuándo?

—Hace una semana.

—¡¿Una semana?!, ¿Y ya se estaban comiendo así? —y Kim Taehyung deseó, con todas sus fuerzas, poder caer inconsciente. Nunca había sentido tanta pena en su vida.

—Hyung, no los molestes —pidió Hoseok, pero fue ignorado.

—Escucha Taehyung, tú eres como mi hermanito, como mi bebé...

—Hyung, ya soy bebé de Jungkook.

—¡¿Qué?!

—Dios mío —murmuró Yoongi.

—¿Por qué me siento ahora mismo como un niño que regañan por haber hecho una travesura?. Tengo 26 años, puedo hacer con mi vida lo que yo quiera... y quiero estar con Jungkook... Ya lo dije, nadie hará que lo repita y no acepto comentarios que no vengan de nadie, más que de él.

—¿Lo grabaste? —preguntó Hoseok a Yoongi.

—Todito —contestó este, con una sonrisa burlona.

—¡Yoongi Hyung! —exclamó el castaño.

—Lo siento Taehyung, no te molestes. A lo que quiero llegar, es a que no voy a permitir que su relación termine mal. Antes, lo de Misuk era diferente, no dije nada porque no era necesario —dijo Seokjin con suavidad, y se sentó entre Taehyung y Jungkook, para terminar abrazando a su preciado niño—. Debes actuar con calma y conocer al Joven Jeon antes de tomar decisiones desesperadas. Son adultos, sé que están conscientes de todo lo que conlleva la decisión que han tomado. Por favor, manténganse fuertes y luchen por lo suyo siempre, ¿De acuerdo? —cuestionó y ambos jóvenes asintieron.

—Estaremos bien —indicó Taehyung.

—Lo sé, pero por si acaso —contestó y se giró a ver al pelinegro—... cuidadito con dañar a Taehyungie, porque no está solo.

—Cierto —mencionó Yoongi—. Además, conocemos la anatomía del cuerpo humano, por ende, sabemos los puntos débiles.

—Y a Yoongi Hyung le gusta jugar con ellos —añadió Hoseok con una sonrisa maligna.

—Hyungs, basta ya —pidió Taehyung—. Lo van a espantar.

—Esa es la intención.

—Bola de sádicos —murmuró el castaño al final y todos rieron.

No obstante, Jeon Jungkook respiró asustado, deseando poder salir corriendo hasta unas cinco cuadras de distancia. Sin embargo, una mano suave hizo contacto con la suya tras el cuerpo de Kim Seokjin y, con una leve caricia, le dio a conocer que todo iba a estar bien: porque, de seguro, así sería.

Después de todo, ese treinta de diciembre, la noche no era tan oscura, pues las estrellas brillaban más fuerte que nunca.

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