41. Hogar, dulce hogar
Diciembre.
Por primera vez, Jeon Jungkook, se encontraba sentado en la parada de autobús más cercana al fraccionamiento donde residía y, para ser sincero, se sentía un tanto extraño.
Lo anterior, podría ocurrir por dos razones: la primera, por las miradas que recibía de las personas a su alrededor, quizá, había exagerado un poco con su atuendo formal; y la segunda: porque el tiempo transcurría con extrema lentitud y sus nervios estaban a punto de provocarle náuseas.
Miró el reloj por enésima vez y, al comprobar que pronto darían las veintiún horas, se removió en el frío asiento, llevando su vista hasta la acera contigua, por la cual, un centenar de personas, caminaban a prisa con obsequios en sus manos.
Nochebuena, eres todo un caos.
Pensó y soltó un resoplido, para luego intentar distraerse, imaginando la vida de muchos de ellos. Sin embargo, justo cuando estaba concentrándose, un verdoso autobús se detuvo frente a él, trayéndole el mejor regalo de Navidad que nunca jamás pensó pedir.
Kim Taehyung puso sus pies sobre la acera, sintiendo una inquietud en el pecho que también le provocaba un temblor en sus rodillas. Levantó el rostro y no pudo evitar quedar perplejo.
Una gran sonrisa se dibujó en el rostro de Jungkook y se puso de pie al instante para acercarse hasta el lindo chico recién llegado.
—Taehyung —pronunció—, te extrañé —pero después de haber confesado eso, notó la rara expresión en el rostro que más adoraba—. ¿Estás bien?, ¿Pasó algo? —cuestionó preocupándose.
—T... tú —soltó entrecortado—... Estás... guapísimo...
—¿Qué? —inquirió el menor, sin impedir que un leve sonrojo le adornara la piel—, Taehyung...
—Te ves demasiado atractivo —declaró, llevando sus manos hasta cubrirse la boca—... Y ese peinado, Dios —por ende, Jungkook soltó una risita apenada.
Era cierto que había planificado su atuendo con anticipación. Un traje negro con una corbata guinda fueron su idea desde un principio, justo como cada año. No obstante, en esta ocasión, su cabello estaba recogido hacia atrás, peinado de una manera tan seductora, que el corazón de Taehyung no pudo evitar enloquecerse.
—Entonces si te gustó —arguyó y la expresión de Taehyung se convirtió en una de desconcierto.
—¿Lo hiciste a propósito?
—Quizá —pronunció juguetón y sus manos fueron directo hasta la corbata de Kim Taehyung—. Este estilo te queda demasiado bien —le dijo, acomodando con delicadeza la prenda que rodeaba el cuello del mayor—. Luces elegante y hermoso, bebé.
Y ante esa manera de llamarlo, Taehyung se tensó. Apenas, el pelinegro le había dicho así un par de veces por mensajes de texto, pero sonaba tan precioso al escucharlo de frente, que no pudo evitar querer lanzarse a abrazar al pelinegro. Cuando menos acordó, ya había dejado un pico sorpresivo en los labios de Jungkook.
—¿Esperaste por mucho? —cuestionó, poniéndose rojo cuando ya estaba lejos del otro rostro.
—No en realidad —contestó, comenzando a caminar en dirección a su fraccionamiento, misma acción que imitó Taehyung—. ¿Te fue bien al venir?
—La verdad, el colectivo demoró demasiado en atravesar la ciudad. Sinceramente, me estaba desesperando.
—Te dije que yo podía pasar a buscarte —pronunció e, inconscientemente, buscó la mano del mayor para entrelazarla con la suya.
—No quiero abusar —confesó.
—No es abusar —declaró y sus manos se unieron, haciendo soltar un suspiro al mayor al sentir que el atleta le apretaba con más fuerza de la necesaria. Aquello no se sentía como una acción dominante, al contrario, Taehyung entendió que Jungkook solo trataba de darle calor a su mano helada—. En realidad, me gustaría verte durante más tiempo. Ya no tengo más sesiones fisioterapéuticas, así que, ese tipo de acciones pueden ayudar.
—Buen punto, niño atlético —contestó, mostrando una pequeña y tímida sonrisa—. Para nuestra siguiente cita, en definitiva, irás por mí.
—Dalo por hecho, Tae bonito —habló, tronándole un beso a la mejilla ruborizada del castaño—. Siento haberte hecho venir vestido así, sé qué hace mucho frío y un saco no es suficiente para cubrirlo. Sin embargo, mi familia es un tanto exagerada y les gusta vestir de manera formal en este tipo de reuniones, por muy simples que sean.
—No te preocupes, Koo. No hay ningún problema.
Y después de recibir un asentimiento por parte de Jungkook, se dedicaron a caminar, en silencio, por el fraccionamiento de los Jeon, que, desde luego, estaba lleno de casas lujosas y bien adornadas en razón de la temporada.
—Es lindo.
—Me alegra que te guste —pronunció y soltó un resoplo—. Vivo aquí desde que tengo memoria, conozco todo el sitio y sin duda estoy acostumbrado. No obstante, lo he analizado y me gustaría experimentar lo que es vivir en una casa pequeña.
—¿De verdad? —preguntó, Taehyung, a la brevedad—, ¿Por qué?
—Porque, ¿De qué sirve tener un lugar tan grande, si al final de cuentas está vacío, solitario y triste?. Solo somos mamá y yo, rara vez nos encontramos entre los pasillos. Vivimos juntos, pero no nos vemos. Es extraño.
—Vaya... y yo que desearía no encontrarme con mi padre. Es lo primero que veo cuando salgo de mi habitación.
—¿Te gustaría hablar de ello?
—Más tarde, ¿Sí? —inquirió, cuando se dio cuenta que estaban sobre el pórtico de una casona magnífica, a color blanco perlado y con detalles finos.
Entonces, por los ventanales observó, cómo la familia Jeon se reunía en el salón principal, conviviendo con alegría y sosteniendo copas de vino tinto por todas partes.
—¿Sucede algo? —cuestionó Jungkook cuando estuvo a punto de abrir la puerta y el mayor no avanzó.
—Jungkook... Yo... Es que yo... Yo... estoy muy nervioso —soltó, sin dejar de ver a las personas de adentro.
—¿Por qué?
—Por... Por... Es que... Conocer a tu familia. No esperé que eso fuera a suceder tan pronto... Me da pena, mucha, de verdad y no sé cómo... debo actuar.
Enseguida, Jungkook suavizó el agarré que tenía hacia Taehyung y se le puso de frente, para hacer que lo mirara.
—Tae, bebito. No es necesario que actúes sobre nada, solo sé tú mismo. Eres una persona increíblemente excepcional. Ellos te van a amar en cuanto te vean, no te preocupes y no te sientas apenado, todo va a salir bien —indicó y Taehyung tragó saliva.
—¿Se... seguro?
—Claro que sí, jamás te mentiría. Muero de emoción porque te conozcan.
Por lo tanto, Kim Taehyung bajó la mirada.
—Koo... ¿Les dirás sobre nosotros? —cuestionó y al reparar en sus manos unidas, volvió a buscar los orbes del ajeno—... ¿Qué estamos saliendo para conocernos porque... nos gustamos?
Y la expresión que se dibujó en el rostro de Jungkook, asustó un poco más al corazoncito de Taehyung.
—¿Estás incómodo con esto?
—¡No, no!, por supuesto que no... Es solo que... Yo... No quiero que te molestes conmigo, pero... aún no deseo que las personas sepan lo que tú y yo tenemos... No porque esté incómodo, no es eso, más bien, aún estoy pensando en cómo llevaremos este asunto y la forma en la que debemos hacer las cosas —explicó y los segundos que transcurrieron, hasta que Jungkook tomó aire para hablar, fueron eternos.
—Comprendo —pronunció en seriedad—. Si te soy sincero, quería decirles que eres mi cita, porque quisiera poder presumirte desde ya, pero respeto tus opiniones —dijo por último y su mirada se desvió hasta sus manos entrelazadas—... Ahora, mi buen "amigo"—remarcó lo último—, suelta mi mano.
—No te molestes —pidió Taehyung, aferrándose a la mano de Jungkook.
—No estoy molesto.
—Koo...
—Tae, no estoy molesto —aclaró.
—¿En serio?
—Si.
—Júralo.
—Lo juro.
—Bueno, solo por si acaso —murmuró y se acercó en movimientos rápidos a besar los labios del menor con todo el anhelo que había en su alma, deslizando, un par de veces, sus belfos contra los de Jungkook—. Me gustas mucho, Koo —dijo al separarse, pegando su frente a la del pelinegro.
—Y tú a mí, Tae... No te imaginas cuánto.
[...]
—Es un gusto que nos estás acompañando esta noche, Taehyung —comentó la madre de Jungkook con toda la amabilidad del mundo, provocando que el jovencito le regresara una sonrisa, mientras que, en el interior, quería salir corriendo.
Si no fuera porque Jungkook estaba a su lado, habría caído desmayado desde el instante en que entró en la mansión.
—Al contrario, agradezco infinitamente la invitación —fue lo que dijo y la mujer le sonrió de igual forma, sólo entonces pudo respirar profundo.
Jeon Heeyon no le aterraba del todo, pues si mal no recordaba, en una ocasión, se enfrentó a ella logrando salir ileso. Sin embargo, la situación era muy distinta ahora, sobre todo, después de haber dañado a Jungkook. Era imposible que no estuviera enterada de lo sucedido, sí el mismo Jung Hoseok acudía a la mansión para impartir sus sesiones fisioterapéuticas. Kim Taehyung estaba avergonzado; la señora Jeon debía odiarlo profundamente y eso lo hacía sentir como un completo miserable.
No obstante, la mano de Jungkook, se posó sobre su rodilla por debajo de la mesa, llamando su atención prontamente y regalándole una sonrisa enternecedora, que le obligó a dejar de pensar en cosas preocupantes y a soltar un leve suspiro, volviendo a sonreír.
La cena de Nochebuena estaba siendo servida por el personal del lugar, así que la situación era extraña, aunque solo para él, pues las veinte personas que estaban distribuidas en el gran comedor, parecían estar bastante acostumbradas, incluso, si alguna mucama se acercaba a ponerles baberos.
—No sabía que Jungkook tuviera amigos tan atractivos —comentó, de pronto, la señora que estaba sentada frente a los dos jóvenes, haciendo que estos la miraran en breve.
—Tía —pronunció el Golden Maknae, arrastrando las palabras, como si de una advertencia se tratara—, no comiences.
—Ay cariño, es imposible no comenzar. El joven Kim es muy guapo —dijo, sonriéndole ampliamente, al chico que se sonrojó al instante—. Dime Taehyung, ¿Sales con alguien?
—¡Tía!
—¡Oh, Jungkook!, ¿Acaso no lo ves?, yo estaría encantada, de que alguien como él formara parte de la familia Jeon —y aunque Jungkook se tocó el puente de la nariz en señal de desapruebo, pareciendo estar harto de la situación: su corazón latió enloquecido, a la par que el del joven a su izquierda— ¿Entonces? —cuestionó la señora hacia Taehyung y el castaño comenzó a negar.
—No —fue lo que dijo y esperó, con todo su corazón, que Jungkook no se molestara por haberlo negado.
—¡Es perfecto! —exclamó la señora—. Escucha, mi hija Injae se encuentra fuera del país por cuestiones de trabajo, pero volverá el siguiente mes, ¿Te gustaría conocerla?, es muy linda y tiene modales exquisitos, te agradará.
—Mmh, bueno... yo...
—¿Lo ves?, Pusiste a Taehyung incómodo, ¿Podrías detenerte? —preguntó Jungkook, pero más que sugerencia, sonó a ruego.
—Oh, no te preocupes Jungkook, no estoy incómodo —aseguró Taehyung, de golpe, y su mirada oscura reparó en la señora, regalándole, a la par, una linda sonrisa—. Agradezco muchísimo que me considere para pretender a su hija. Sin embargo, debo disculparme, pues no puedo hacer lo que me pide.
—¿Ah, no? —cuestionó la mujer, confundida.
—No —soltó Taehyung y llevó, con sigilo, su mano, hasta colocarla sobre la de Jungkook, que yacía descansando cerca de sus cubiertos. Entonces, el atleta abrió los ojos sorprendido y volteó a ver al castaño de inmediato—. Me temo que estoy ocupado ahora, ¿Verdad? —cuestionó al pelinegro y luego le sonrió tiernamente, haciendo que el menor enloqueciera al instante.
—Verdad —contestó después de unos segundos, sintiendo que su corazón estaba a punto de salir de su pecho.
—Ah —fue lo que musitó la mujer, sin poder dejar de observar, como resultaba tan cálido, el tacto que Taehyung ejercía sobre la piel de Jungkook.
—Lo siento Yisook —dijo Heeyon a su cuñada—, parece que alguien más lo vio primero que Injae.
Por lo tanto, la tía de Jungkook no tuvo más que asentir, para así, escudarse detrás de su copa de vino tinto, bebiendo el contenido de un solo trago.
[...]
Cerca de la medianoche, todos los invitados se encontraban reunidos en el salón principal de la casa, esperando que la Navidad llegará para poder brindar en familia.
Taehyung estaba sentado en un sofá muy lujoso, contiguo al gran árbol de Navidad, mientras Jungkook iba a rellenar una bandeja de bocadillos al área de la cocina. Por ende, el castaño se encontraba analizando todo a su alrededor y, para ser sincero, la idea de pasar la Navidad en familia, ya no le parecía tan exorbitante.
No podía negar que la noche estaba siendo algo pesada, pero, en realidad, se sentía muy agradecido con la familia Jeon, pues lo seguían mirando y tratando de maravilla, aun cuando todos notaron que no estaba ahí por ser un simple "amigo" de Jungkook.
—¿Por qué sonríes? —le cuestionó el atleta, imitando su mueca, al sentarse a su costado.
—Por... nada —murmuró al final, viendo cómo los ojos amielados trataban de entenderlo—. Estoy feliz. Gracias por invitarme —terminó por decir y las comisuras de Jungkook se extendieron satisfechas.
—Tae...
—¡Familia!, ¡Ya es Navidad! —exclamó una prima de Jungkook, llegando feliz desde el gran comedor, interrumpiendo las conversaciones de todos los presentes.
De inmediato, las sonrisas adornaron cada uno de los rostros participantes y, ya todos reunidos en el salón, tomaron copas de champagne entre sus manos para comenzar a realizar el brindis habitual.
Posterior a un lindo discurso, dictado por Jeon Heeyon, dónde agradeció por las bendiciones que había tenido, durante ese año, cada uno de los miembros de su familia; todos comenzaron a abrazarse sanamente, esperando llenar de afecto a sus seres más preciados.
Taehyung se sintió extraño: personas que no conocía, se acercaron a abrazarlo e, incluso, a agradecerle por haber ayudado a Jungkook a superar su lesión. Sin duda, ese era un hecho muy peculiar.
Al final, su turno de abrazar a Jungkook llegó, y la felicidad que había en su pecho no podía ser más grande. Así que dejó que el joven lo envolviera entre sus brazos, permitiéndose sentir la calidez que solo el pelinegro podía brindarle.
—Gracias por todo TaeTae —susurró, el menor, en su oído—. También estoy feliz... Tu presencia me hace feliz —y los brazos de Taehyung se afianzaron más fuerte sobre el otro cuerpo.
—Kookie —murmuró el castaño con mucho cariño, dejándose apapachar por el hombre atlético, que jamás imaginó conocer.
—Estás helado —mencionó Jungkook después de unos segundos y se separó del cuerpo de Taehyung—. Ven —fue lo que le dijo y, tomando su mano, hizo que le siguiera por los pasillos de la mansión.
Seguido de subir las lujosas escaleras y de haber recorrido un par de corredores más, Jungkook, guiando a Taehyung, llegó hasta una de las tantas puertas que había en el sitio, adentrándose al momento y cerrando luego de que el castaño ingresara.
—Esta es...
—¿Mi habitación? —completó Jungkook y las mejillas de Taehyung se colorearon. No tenía idea del porqué le sucedía eso con solo escuchar la voz del menor, no era divertido sentir sus mejillas calientes todo el tiempo; odiaba no poder controlarlo. Sin embargo, estar a solas con Jungkook, en definitiva, lo ponía emocional—. Si. Buscaré un par de abrigos. Puedes ponerte cómodo —Taehyung asintió y el menor soltó su mano para terminar alejándose y accediendo a una de las puertas que había en el sitio, misma que daba hacia el armario del chico.
El fisioterapeuta sonrió, nunca imaginó que conocería el lugar donde el pelinegro despertaba todas las mañanas. Si lo pensaba bien, era un tanto emocionante estar ahí, pues significaba que Jungkook le tenía toda la confianza del mundo, tanta, que lo aceptaba estando en su espacio personal, repleto de olor a nuez.
Y fue justo ese aroma, el que lo hizo volver a la realidad.
El sitio era inmenso, con una cama gigante en el centro y una televisión enorme frente a ella; en las paredes, había pinturas de paisajes realizadas por el chico y repisas repletas de figuras de acción, principalmente de superhéroes. Luego, existía una sección donde residían muchos cómics y mangas, haciendo parecer a Jungkook, el chico friki que, en su primera cita, le describió ser. Taehyung soltó una risita, acercándose hasta un estante para poder admirar, un poco más de cerca, cada complemento que formaba la personalidad de Jeon Jungkook. No obstante, se topó con una zona llena de fotografías, donde la más llamativa resultaba ser una en la que un hombre cargaba, sobre sus hombros, a un niño muy sonriente. De inmediato, supo de quién se trataba y su corazón se estrujó. Esa fotografía debía ser el centro de la vida de Jeon Jungkook.
Soltó un suspiro y fue directo hasta la cama del chico, para sentarse un instante y observar todo su alrededor desde ahí; pero aquello no duró nada, puesto que se percató de que la habitación contaba con un balcón bastante espléndido.
El viento gélido le golpeó el rostro, en cuanto recorrió la puerta de cristal que privaba el sitio del ambiente exterior. Sin embargo, tal hecho no le importó, ya que solo deseaba poder pasar un momento de tranquilidad, gozando de la vista del lindo fraccionamiento de los Jeon. Logró su objetivo, sintiéndose realmente emocionado al poder experimentar algo así, pues siempre que intentaba relajarse, solía asomarse por la ventana de su habitación, para calmarse al mirar el cielo nocturno. Pero, sinceramente, la sensación que dejaba, el balcón de la habitación de Jungkook, ni siquiera llegaba a comparársele.
Cuando menos acordó, Jungkook dejó un beso en su mejilla, llamando su atención al instante.
—Hace mucho frío. Parece que nevó hace una hora —comentó y le extendió uno de sus abrigos al chico, indicando que metiera sus brazos en ambas mangas, para acomodarlo correctamente en su espalda y abotonarlo por la parte de enfrente, como si el mismo Taehyung no pudiera hacerlo. Más no dijo nada, permitiendo que Jungkook fuera lindo con él.
—Me gusta mucho aquí.
—Entonces, ¿Sí quieres que vivamos juntos? —preguntó y Taehyung soltó una carcajada.
—¿Tienes Netflix? —se acercó y subió sus brazos hasta los hombros de Jungkook
—¡Por supuesto! —contestó mientras enrollaba a Taehyung por la cintura.
—Lo consideraré —dijo juguetón y ambos rieron.
—Dijiste que no querías que nadie supiera de lo nuestro, ¿Por qué el cambio?
El castaño soltó un resoplido—. Nadie merece ser ilusionado o desilusionado sin razón.
—Mi tía se vio muy ilusionada con presentarte a Injae, ¿Verdad?
—No exactamente —hizo una pausa y luego conectó sus orbes oscuros con los amielados—. Fui injusto contigo cuando pedí que no le dijéramos a nadie. Tú estabas muy emocionado y arruiné esa ilusión...
—No Tae...
—Koo, no quiero decepcionarte. Lo nuestro es especial y no deseo que retrocedamos, solo quiero avanzar a tu lado. Por lo mismo, desilusionarte, cuando has pintado mi mundo de colores, es de los peores actos que puedo cometer contra ti. Debiste haberte enojado, debiste haberme echado de aquí al instante, sobre todo cuando le dije a tu tía que no salía con nadie.
—Dije que respetaba tus opiniones.
—Pero, ¿Y las tuyas? —inquirió y Jungkook se mantuvo en silencio—. Por favor, no me permitas hacer algo así otra vez.
—Taehyung, es que de verdad comprendo, tú no estabas listo para esto. Sé que necesitas tu tiempo y tu espacio para poder asimilar todo...
—Si, pero eso no significa que tú no importas o... que tú no sientes —soltó—. Una relación es de dos, no quieras cargar con todo solo porque yo no estoy listo... Dije que lo enfrentaría si era contigo, por ende, no intentes sobrellevarlo así, yo también quiero ser responsable... Existe el diálogo, podemos llegar a un acuerdo sin hacer cosas que lastimen al otro, ¿No crees?
Después de un momento, los labios de Jungkook se extendieron en una sonrisa—. Mi bebé es todo un adulto, ¿Eh? —cuestionó y Taehyung soltó una risita, negando con la cabeza.
—Tu bebé lamenta mucho lo sucedido. Quiere hacer las cosas bien.
—Mi bebé debe saber que estoy totalmente de acuerdo con lo que piensa, y muy orgulloso de la persona que es.
—Tu bebé agradece inmensamente tu comprensión y tus bonitas palabras. Desea tenerte siempre cerca.
—Caray, eso me pone feliz... ¿Será que puedo besar a mi bebé? —cuestionó, de pronto, Jungkook y Taehyung quiso reír, pero se mantuvo serio.
—Mmh —musitó pensativo—... Los bebés no besan.
—Eso me temía —contestó el pelinegro—. Entonces, mi bebé tendrá que perdonarme, pues no soy yo, es la situación la que me obliga a besarle.
—¿Qué? —ante la mirada confusa que le estaba dedicando Taehyung, Jungkook sacó, del bolsillo de su abrigo, un muérdago pequeño, que llevó hasta sostenerlo sobre sus cabezas—. Oh —soltó el castaño al entender, sin dejar de observar el objeto hermosamente adornado—. Ni hablar.
—Los bebés no hablan —y luego de susurrar eso, se inclinó hacia enfrente, para presionar sus labios con los de Taehyung, que ya lo estaban esperando ansiosos.
Se mantuvieron así, unidos en ese tacto suave que denotaba un beso tímido, mismo que les encantaba en demasía. Besarse así, les hacía sentir que su relación era algo tan nuevo e inocente, que dejaba claro que no deseaban apresurarse. La sincronía era increíblemente mutua.
Segundos más tarde, Taehyung se alejó un poco de Jungkook.
—Kookie —susurró, rozando sus labios con los del chico y cerrando los ojos con fuerza—... Feliz Navidad —y una sonrisa se formó en los belfos contrarios.
—Feliz Navidad, TaeT...
Pero no pudo terminar, pues Taehyung aprovechó que la boca contraria se abrió ligeramente, para enganchar sus labios con los ajenos en un intento por demostrar que estaba deseoso por besarlo, que sus intenciones no habían cambiado, que lamentaba haberlo herido y que esperaba, de verdad, poder estar siempre a su lado.
De inmediato, Jungkook supo lo que pasaba y lo que Taehyung sentía, así que trató de contestar, a cada uno de sus deslices, con todo el cariño y comprensión del mundo. Pero sus pensamientos se vieron afectados, cuando sintió que el mayor detuvo sus movimientos para ponerse a succionar su labio superior.
Su piel se erizó y sus mejillas ardieron, trayendo consigo una sensación tan nerviosa que su cuerpo entero tembló. No era para tanto, eso era cierto, pero jamás imaginó que Taehyung sería quién se atrevería a hacer ese tipo de acciones; no cuando era tan tímido y casi cualquier cosa lo ruborizaba.
Sin embargo, se alegró y en el fondo no podía parar de pensar si Taehyung podría llegar a gustarle más. Aquello no tenía respuesta, pues, cada vez que se veían, el castaño le mostraba una faceta distinta de su personalidad, que Jungkook jamás hubiera imaginado existir.
Así que, cuando logró calmarse y salir de su mente, llevó sus manos hasta el cuello del mayor y, ejerciendo un poco de fuerza, se dispuso a succionar el labio inferior de Taehyung, que, repentinamente, se sintió relajar.
Y es que, para el castaño, haber avanzado hasta ese punto, fue cuestión de una conversación profunda con su corazón, mismo que no dejaba de temblar de miedo. Eso, hasta que Jungkook respondió de la misma manera y lo hizo soltar un suspiro por verse correspondido.
Entonces, unos segundos después, se separaron con lentitud, dándose cuenta de que ambos estaban ruborizados, con el corazón latiendo emocionado y sus labios cubiertos de una ligera capa de líquido brillante.
Soltaron una risita y Jungkook limpió, con la manga de su abrigo, la saliva que había dejado en el lindo rostro ajeno, haciendo que Taehyung, bajara su mirada al hallarse apenado.
—Debo ir a casa, Koo.
—Te llevaré a casa, Tae.
Y establecido lo anterior, se abrazaron tiernamente; Kim Taehyung, escondiendo su rojizo rostro, en el pecho palpitante de Jeon Jungkook.
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