37. No más confusión
Noviembre.
Kim Taehyung estaba completamente perdido.
Eso era lo que estaba pensando, mientras daba vueltas a la comida que había en su plato.
Durante el último mes, decidió que no le daría espacio a su imaginación, que evitaría que su mente se volviera loca pensando en un sin fin de cosas y que se centraría en lo importante: seguir con su vida.
Desgraciadamente, su objetivo no había sido posible, todo era gracias a su gran amigo: Min Yoongi, quien solo había hecho que sus ideas se pusieran de cabeza.
—... Enseguida, dijo que yo tenía que hacer ese trabajo, ¿Comprendes el porqué de mi enojo? —preguntó la linda enfermera que estaba sentada frente a él—. ¿Taehyung? —inquirió la chica después de unos segundos, justo cuando alzó su vista y se encontró con un Taehyung completamente desorientado—... ¡Kim Taehyung!, ¿Me estás escuchando?
—¿Perdón? —fue lo que salió de su boca al darse cuenta del aprieto en el que se encontraba.
Pero la expresión en el rostro de la chica denotó que su molestia había arribado al lugar—. Mmh —soltó sin muchas ganas—. ¿Pasó algo en casa?
—No —contestó el ajeno en cuanto pudo—... Todo está bien. Prosigue con lo que contabas —pidió y fue cuando llevó a sus labios el primer bocado.
—Ya no hablaré más —indicó.
—Misuk...
—¿Para qué quieres que lo haga si ni siquiera me estás escuchando? —preguntó y, aunque lo había expresado manteniendo un rostro sereno, pareció que aquellas palabras llevaban consigo un tono reacio, lleno de enojo e indignación.
—Lo siento —comentó el castaño sin dejar de mirar a la chica—. Necesito ir al baño —pronunció y, sin más, se levantó de la mesa, avanzando apresurado por los pasillos de aquel restaurante que ya conocía bien.
Una vez que estuvo dentro del baño, se aseguró de que no hubiera nadie más en los cubículos y simplemente se acercó a los lavabos para limpiar su rostro con agua fría. Eso era lo que necesitaba, que sus pensamientos fueran lavados como se hace con la suciedad.
Sin embargo, cuando hundió su rostro en el agua fresca, la imagen de Jeon Jungkook hizo que pegara un respingo y saliera de inmediato del líquido. Sin duda, estaba asustado. Su corazón latió frenéticamente y por unos instantes se quedó sin aire, justo hundiéndose en la sensación de un vacío excesivo, uno que atacaba su alma como ninguna otra cosa lo había hecho antes.
—¿Por qué? —susurró para sí mismo, llevando su mirada hasta el espejo y admirando con detalle el ser que aparecía de frente.
Duele.
Eso fue lo que pensó, cuando notó lo severa y atemorizante que estaba siendo su expresión. Sus ojos negros se encargaban de escanear al hombre que se reflejaba, pero, a la par, estaban penetrando su propio cuerpo, haciéndolo sentir como el único blanco, uno que se puede atravesar con un sin fin de flechas y, aun así, seguir teniendo espacio para un par más... Como si fuera Quirón y mereciera una inmortalidad dolorosa.
Cerró sus ojos y los apretó con fuerza.
No había nada distinto. Incluso, cuando tenía los ojos abiertos, lo único que miraba era oscuridad, una muy profunda.
¿Qué era todo eso?... No era invidente, las cosas que miraba, su propio reflejo... Sus ojos no estaban ciegos, pero su corazón, definitivamente sí.
¿Qué pasa Taehyung?
Alzó la vista, encontrándose nuevamente con su persona.
¿Por qué parece que corres por un callejón que no tiene final?
¿Por qué tu pecho late con tanta desesperación y, a la par, se siente extremadamente desolado?
Se preguntó y solo pudo soltar un suspiro adolorido.
¿Qué sucede?, ¿Por qué no puedo, simplemente, dedicarme a vivir día con día?... ¿Cuál es la respuesta?
Y ante la anterior pregunta, el joven pelinegro, volvió a ocupar sus pensamientos.
Jeon Jungkook.
Entonces, tuvo que abrazarse a sí mismo, mientras sus piernas se debilitaban y lo hacían llegar hasta el piso. Se sentó, recargado en el azulejo reluciente y experimentó como el frío le atravesaba los huesos.
¿Por qué siento que tomé la decisión incorrecta?
Inquirió y, de inmediato, sus ojos se volvieron cristalinos.
Yoongi dijo que cualquier cosa que yo eligiera estaría bien, ¿No es así?
Jeon Jungkook.
¿Por qué siento que te necesito?
¿Por qué extraño tu voz?
¿Por qué... te quiero?
Por consiguiente, comenzó a llorar en silencio.
Soy una escoria. ¿Cómo puedo pensar en que lo quiero cuando ni siquiera me aprecio a mí mismo?... Estoy completamente loco.
No lo merezco. Ni siquiera debería tomarme el atrevimiento de pensar en él cuando me comporté como la basura más inútil del universo.
"Amor es amor".
Taehyung, eres un estúpido.
Concluyó mientras las lágrimas recorrían, sin obstáculo alguno, sus delineadas mejillas.
¿Por qué sigo tratando de esconderme bajo esta máscara?, ¿Por qué me puse una en un principio?
¿Por qué, sencillamente, no puedo entender lo que me está sucediendo?, ¿Por qué me cuesta trabajo?...
¿Quién soy?, ¿Quién quiero ser?...
¿Por qué me duele el corazón?
Se siente como si estuviera enterrándome una daga, como si me odiara, como si quisiera estar hiriéndome... como si yo fuera mi único enemigo.
¿Acaso lo soy?
Si. Concluyentemente, sí.
Sollozó, sintiendo que todo dentro suyo deseaba explotar; después de unos segundos, justo cuando el dolor se volvió insoportable, se obligó a volver en sí. Tuvo que abrazarse con fuerza para reunir el valor de levantarse y, una vez que lo logró, evitó mirarse en el espejo mientras volvía a lavar su rostro, esta vez, decidido a secarlo con suavidad.
Entonces, no tuvo otra opción más que enfrentarse a su reflejo.
Tienes que salir adelante Taehyung, nadie más lo hará por ti. Tú eres el único, el dueño de tus tristezas y heridas, pero también el dueño de tus decisiones. Avanza. Avanza y no dejes de correr. No importa que sientas que estás huyendo, solo avanza. Sigue tu camino, aunque en este momento parezca un laberinto... Al final, todo va a estar bien.
Enseguida, salió del baño, preparado para enfrentar cada una de las situaciones que la vida le pusiera en puerta.
Desde el pasillo, pudo ver como Misuk estaba en su teléfono celular; ya había terminado de comer y simplemente se entretenía para pasar el rato.
Fue inevitable para el castaño, pensar en que la chica era demasiado hermosa. Era tan perfecta que su corazón se conmovió al instante. Tal parecía que, en todo ese tiempo, él había estado en un error, Misuk siempre demostraba su disposición por hacer de su relación algo inolvidable; sin duda, era injusto la manera en que Taehyung terminaba restándole importancia.
Por ende, y con una nueva vibra en su mente, se acercó a su mesa dispuesto a poner todo de su parte, a comenzar de cero, a elegir el camino que podía recorrer con ella, esta vez, siendo parte del proceso.
—Siento la demora, ¿Terminaste de cenar? —preguntó y se sentó en la silla fría que antes le había pertenecido. Tomó los cubiertos y comenzó a hacer trozos, la carne sobre su plato, con el propósito de disfrutar de ella y, a la par, llenar su estómago satisfactoriamente.
Sin embargo, la chica, llevó sus manos hasta las de Taehyung para detener sus movimientos.
—Espera, Taehyung —le dijo y, de inmediato, los ojos oscuros hicieron contacto con los de ella—... Yo... estoy completamente harta —confesó—. Seamos sinceros, yo no te importo.
—Misuk, ¿Qué es lo que dices?
—Es que... Es obvio: o yo no te intereso, o hay alguien más —indicó, y al instante, el cuerpo del castaño se tensó.
—¿Alguien más?, ¿Cómo podría haber alguien más?
—No lo sé, tú dime.
—Misuk...
—Ya no eres el mismo de antes. Te has vuelto tan apático, tan seco, amargado e insensible que no sabes cuánto coraje siento al no poder... al no poder... al no poder hacer que me quieras —soltó y ambos corazones se estrujaron—. ¿Tiene algún sentido que sufra por ti?, ¿Vale la pena que desperdicie mi tiempo al intentar esperar que cambies?... Nosotros... Nuestra relación... Ella nunca va a funcionar.
Entonces, todo el escenario que Taehyung se había imaginado se desmoronó en pedazos, dejándole entender la realidad.
—Terminémosla.
—Taehyung...
—¿Por qué deberíamos seguir con esto? —preguntó, manteniendo esa seriedad con la que había dicho aquella dura palabra.
—Esto es lo que querías, ¿Cierto?... Terminarme desde hace tiempo.
—Por supuesto que no.
—¿Entonces qué es lo que sucede?, ¿Por qué te alejaste de mí?
—Porque... porque... no sé qué es lo que me está pasando; todo es tan confuso... Lo que dijiste es cierto. Por más que ambos queramos, nuestra relación no funcionará nunca. Todo tiene su tiempo y lo nuestro ya fue. Lamento no poder haber reconocido el daño que te estaba causando, soy completamente culpable de ello... No podré repararlo nunca y eso es lo que me hace sentir mal. Sin embargo, terminar con todo esto es lo correcto —razonó—. Ya somos adultos, tomar decisiones es parte de nuestro juego. Y elegir con quién queremos compartir nuestra vida no es algo que se debe decidir a la ligera, incluso si queremos estar solos —y dicho lo anterior, llevó sus manos hasta las de Misuk para envolverlas tiernamente—... Perdón, pero ya no quiero seguir contigo.
—Taehyung...
—Por favor, busca tu felicidad y tu satisfacción —de un momento a otro, se puso de pie, sacó un par de billetes de su cartera y los dejó sobre la mesa.
—Taehyung, yo... yo... Yo no quería terminar... solo dije eso porque trataba de hacerte reaccionar.
—Lo sé Misuk, y lo lograste —le dijo, sintiéndose extrañamente aliviado—. Eres una chica especial, te mereces a alguien que sepa cómo quererte y valorarte por lo que eres. Espero que algún día puedas entender mi decisión.
—Taehyung...
—Busquemos nuestro camino.
Entonces, el joven Kim Taehyung, salió del restaurante con el corazón nostálgico, pero lleno de ilusiones. Después de todo, el sendero que debía recorrer ya estaba establecido... y era demasiado hermoso.
[...]
—Min Yoongi —susurró Park Jimin en la oscuridad—. Eres un tonto celoso.
Soltó una risita y volvió a observar el techo de su habitación.
Para ser sincero, se sentía muy enamorado durante esa madrugada, tanto, que no era capaz de siquiera pensar en conciliar el sueño.
De su mente, no salía aquel recuerdo. Yoongi abrazándolo por la cintura, como todo un alfa que defiende a su omega, frente al lindo Cha Eunwoo: era algo que le volaba los sentidos. Solo podía retorcerse sobre su propia cama y tocarse una y otra vez donde su hyung había puesto su mano, tratando de experimentar el tacto cálido que el otro le había precisado.
Se sonrojaba con solo rememorarlo.
Adoraba con toda su alma a Min Yoongi.
—No puedo creer que te hayas puesto celoso —soltó y sonrió en grande.
Cerró sus ojos conmovido, solo para volver a recordar la expresión que había en el rostro del pobre Eunwoo. Se sentía un villano al hacer eso, pero era la primera vez que el antipático Min Yoongi había actuado tan posesivamente, ¿Cómo no le iba a encantar, sí era todo lo que había querido en su vida?
Y justo cuando pensó eso, algunos recuerdos desagradables hicieron arribo.
Min Yoongi lo rechazó en un principio, ¿De verdad era posible que tuviera ese raro comportamiento, que lo celara, que lo tomara de la cintura, que le rogara por atención y le dijera cosas hermosas sobre su persona?, ¿En serio estaba sucediendo?
No era su imaginación, ¿Verdad?
No podía inventarse todo ello, ni sentir las intenciones que había en las acciones del pálido. No estaba tan loco todavía, eso quería creer.
Por ende, todo debía ser cierto.
—Yoongi me quiere —estableció—. Me quiere, él lo dijo —sonrió nuevamente.
Pero luego, le atemorizó su inseguridad y estar ideando tonterías.
—Jimin, basta ya —trató de evitar la pequeña opresión que, repentinamente, comenzó a sentir en el pecho—. ¡Ah! —gritó bajito.
Entonces tomó el celular entre sus manos y entró directamente en el chat del azabache. Verificó la hora, eran cerca de las cuatro de la madrugada. Respiró profundamente y comenzó a teclear.
"Gatito, no puedo dormir. Cuéntame un chiste".
Sí me contesta ahora mismo, quiere decir que siente cosas por mí; sí no lo hace: yo me he imaginado todo.
Dudó un par de veces en enviar, pero al final lo hizo.
Con mucho miedo bloqueó su móvil y lo dejó nuevamente en una de las mesitas de noche que adornaban los costados de su cama.
Él me quiere.
[...]
—Pudimos haber ido a un hotel, ¿Por qué tu casa?
—Dijiste que no querías esperar y mi casa nos quedaba más cerca —pronunció con obviedad Min Yoongi, mientras llegaba de la cocina con un par de copas servidas en mano.
De inmediato, le ofreció una de ellas al chico pelirrojo que, le esperaba sentado sobre uno de los sofás de su cómoda sala de estar. Ambos sonrieron y el azabache se sentó junto al joven, dándole un sorbo a su copa y colocándola en la mesita de centro.
—Ven ya —habló el pelirrojo y, dejando su copa a un lado, se subió sobre el cuerpo de Min Yoongi.
Casi de inmediato sus labios se unieron y comenzaron a repartirse caricias por todas partes.
Dos horas atrás, se encontraron en el antro al que Yoongi decidió asistir después de tanto tiempo y, a pesar de que había sido una corta noche, supieron que compartían una buena química. El chico pelirrojo era lindo, tenía unos ojos grandes y avellanados. El pálido no recordaba perfectamente su nombre, pues tomaron demasiado antes de concluir en que intimarían en ese mismo instante. Pero no hacía falta conocerlo, después de todo, algo de diversión no haría daño, y parecía que el pelirrojo en serio sabía divertirse.
Después de unos minutos, los dos ya estaban desnudos y disfrutando del cuerpo del ajeno. Sus pieles ardían al contacto. Incluso, Yoongi, sentía los vellos de sus brazos erizarse, al experimentar como el otro enredaba sus dedos entre su cabello negro. Era algo bueno, sin duda alguna.
—Eso —gimió el desconocido cuando vio que Yoongi estaba a punto de separar sus piernas—. Hazlo, gatito.
Y no hizo falta nada más, esa palabra tuvo el impacto suficiente para que sus sentidos se detuvieran en seco.
Jimin.
Entonces, se puso de pie, dejando al descubierto el cuerpo sudado del joven pelirrojo y quedándose completamente helado.
—¿Qué ocurre?
—Yo —murmuró sintiéndose desorientado—... yo...
—Ven aquí.
—No...
—¿No? —cuestionó confundido y se levantó también, listo para acercarse a Yoongi y lamer su oreja exitosamente—... ¿Por qué no? —le cuestionó en un tono sensual y, de inmediato, besó los labios delgados, haciendo que el azabache le correspondiera casi al momento.
Pero a su celular llegó una notificación que identificaba perfectamente. Era el tono chillón que había elegido para Park Jimin una vez que trató de hacerlo enojar, diciéndole que así sabría que no debía contestar el móvil y viendo como el bonito rubio se cruzaba de brazos indignado.
De pronto, alejó con brusquedad al chico que lo besaba y le observó absorto.
—¡Oye!
—Lo siento, debes irte.
—P... p... pero... mi erección...
—¡Vete ya! —le gritó y el joven pelirrojo lo miró aterrado.
Suspiró tratando de tranquilizarse, tomó su ropa y se vistió lo más rápido posible, saliendo de aquella casa como alma que lleva el diablo.
Solo entonces, Min Yoongi pudo respirar con profundidad. Se dio un golpe en la mejilla izquierda y se sentó sobre el sofá, tomando su celular entre sus manos y buscando aquella notificación que le permitió regresar al mundo real: uno en donde Park Jimin era lo más hermoso que tenía.
Minnie ♡
"Gatito, no puedo dormir. Cuéntame un chiste".
Yoonnie ♡
"¿Cuál es la fruta más divertida?".
Minnie ♡
"¿Cuál?".
Yoonnie ♡
"La naranja ja ja ja ja".
Entonces, ambos le sonrieron al celular, a la par que a sus corazones; no solo porque el chiste había sido muy malo, sino también, porque eso significaba que sus almas conformaban una sola.
Era un hecho, Min Yoongi y Park Jimin se pertenecían mutuamente.
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