23. Abrazo medicinal
Julio.
Ese verano era uno de los más calurosos que habían azotado a Seúl, pero nada jamás se había comparado con el ambiente abrasador que rellenaba el interior del ascensor, donde Kim Taehyung y Jeon Jungkook seguían atrapados.
El castaño fisioterapeuta colgó instantáneamente el teléfono de Jungkook y su vista viajó hasta el mencionado, quién seguía llorando aterrado al fondo de la cabina. Contrario de este último, el mayor pudo tomar un profundo respiro que le ayudó a tranquilizar sus nervios, al menos ya había podido comunicarse con alguien del exterior.
Jimin fue su única opción después de analizar sus posibilidades, pues Hoseok estaba de vacaciones, el número de Seokjin había cambiado y la misma Misuk llevaba días ignorándolo.
Con la esperanza de ser rescatados pronto, se concentró en tratar de encontrar una solución para tranquilizar al joven que sufría frente a sus ojos. Al pelinegro, el aire no dejaba de faltarle, y el hecho de que el ascensor se volviera tan sofocante, le hizo creer al mayor que las cosas se pondrían más difíciles. Dentro de ese sitio no había mucho que hacer, pues la claustrofobia no dejaría de molestarlos hasta que salieran, pero pensó que al menos podría persuadirlo positivamente.
No sabía si era lo correcto, pero debía intentar, de alguna manera, brindarle calma a Jeon Jungkook. Por lo tanto, se sentó a su lado, pasó cautelosamente su brazo derecho por detrás de su espalda y esperó a que Jungkook reaccionara, ya sea pidiéndole espacio o aceptando su ligero toque. Para su suerte, el menor levantó su rostro de entre sus rodillas con lentitud, todavía tenía un poco de juicio y, aunque no se notara, trataba de tranquilizarse desde que sintió como Taehyung sacaba su teléfono de su bolsillo y hablaba con su mejor amigo.
El fisioterapeuta sintió un poco de alivio ante la respuesta que dio el atleta y pensó que era el momento correcto para intentar calmar al menor.
—Todo está bien —le susurró al oído y Jungkook pegó un pequeño salto—, no te preocupes, saldremos de aquí muy pronto —volvió a decir y el pelinegro giró su rostro hasta encontrar los ojos oscuros, Taehyung le sonrió y mentalmente agradeció que el pequeño le estuviera mirando tan concentrado en su parpadear—. Te lo prometo —habló con seguridad y un sollozo se escapó de la boca de Jeon—... Solo intenta tranquilizarte, ¿Sí? —pidió y con su pulgar limpió una lágrima que corrió por la mejilla del deportista—. Respira, no nos sucederá nada malo, estoy contigo. Yo te voy a cuidar.
Y ante la presente declaración, el muchacho de los ojos rojizos e hinchados, dejó de abrazar sus rodillas para enredarse en el cuerpo de Kim Taehyung, rodeando con sus brazos trabajados el tórax del mayor y escondiendo su rostro en el pecho del mencionado.
—Tae —murmuró el más joven aún llorando.
—Tranquilo —le dijo el otro abrazándolo también y comenzando a acariciar su suave cabellera—. Todo se resolverá, ya vienen a buscarnos —ambos estaban sudando y el pelinegro no podía parar de temblar, pero al menos, al sentir que los brazos de Taehyung lo rodeaban y lo acariciaban, se comenzó a sentir protegido—. Imaginemos que estamos en el consultorio, ¿Sí?, estamos a salvo esperando a que Hobi hyung nos traiga comida. Solo... Respira conmigo, ¿Quieres? —fue lo que le dijo y comenzó a inhalar y exhalar oxígeno como si de ello dependiera su vida.
Jungkook despegó su rostro del cómodo uniforme turquesa y buscó los orbes del ajeno, encontrando la mirada más hermosa que Taehyung le pudo haber regalado. Si, sus ojos estaban llenos de preocupación, pero también había algo de afecto y ternura. Se preguntó si estaba imaginando de más, pero en realidad aquella cálida sensación que inundó su pecho se hizo más fuerte cuando Taehyung le sonrió desde arriba.
No supo en qué momento había empezado a imitar al mayor, pero su respiración logró controlarse al copiar la que el otro le mostraba. Luego ya no lloraba más. Su interior iba recobrando la tranquilidad mientras sus ojos no podían parar de mirar el rostro de Kim Taehyung. Aquella era una sensación increíblemente extraña, a ese punto, era imposible no pensar que los brazos que lo enrollaban se sentían extremadamente bien, eran tan cálidos y sinceros que le hicieron olvidar por un corto instante la situación que estaba viviendo.
¿Qué era todo aquello?, ¿Cómo Taehyung podía lograr ese efecto en su persona?, ¿Cómo podía calmarlo incluso cuando temblaba de miedo?
¿O Taehyung era un ángel o le gustaba tanto que ya imaginaba sensaciones inexistentes?, quizá ambas opciones eran correctas.
Al pensar en lo anterior sus mejillas se tiñeron de un rojo tan intenso que casi era pasional. No le quedó otra opción más que volver a esconder su rostro, esta vez, en la curva del cuello del otro.
—¿Te sientes mejor? —le preguntó al oído un par de minutos más tarde y Jungkook asintió sin moverse un centímetro.
No estaba listo para hablar, pero a la par, sentía que debía una disculpa, por hacer preocupar a un nivel tan extremo, al chico que no dejaba de acariciarle el cabello de la nuca—. Perdón —musitó casi sin aliento y todavía temblando involuntariamente.
—No, perdóname tú a mí, no debí haberte traído aquí. Es mi culpa.
—No... No lo digas, ¿Cómo íbamos a saber? —entonces Taehyung no pudo argumentar nada más, aquello era cierto, pero no podía evitar sentirse culpable. Así que solo respiró profundamente sintiendo como una pequeña gota de sudor le recorría desde la frente hasta la punta de su nariz—. Cuando yo era niño, mi padre murió en un accidente automovilístico —confesó Jungkook en su oído, tomando un tono tan melancólico que Taehyung temió volver a escucharlo llorar—... y yo quedé atrapado en el auto por horas...
Un sollozo incontrolable salió de sus labios y el pecho del castaño se contrajo. En movimientos rápidos, se separó lo suficiente para poder ver el rostro del menor.
—Jungkook, no es necesario que...
—Yo quiero contártelo —aseguró y la mirada de Taehyung se concentró en los ojos rojos del atleta que, una vez más, se habían humedecido. No dijo nada, solo asintió—... Era de noche y ambos volvíamos de Gapyeong-gun, no recuerdo exactamente porque habíamos ido, ni tampoco lo que hacíamos antes de eso. El camino era complicado, estaba lleno de curvas... De pronto —se detuvo perdiendo su vista en la pared de la cabina que tenía de frente, sus manos se apretaron en un par de puños y una lágrima dolida se mezcló con las gotas de sudor que inundaban su rostro—... el auto ya estaba boca abajo, echaba humo por montones y mi papá... estaba... había roto el vidrio frontal y tenía medio cuerpo afuera del auto y yo... yo no podía hacer nada —sollozó—, no podía moverme, no podía gritar ni llorar, solo estaba ahí... paralizado del terror.
Y entonces Taehyung no pudo contenerse más y se arrojó contra el cuerpo de Jungkook para poder abrazarlo y acunarlo con ímpetu, al mismo tiempo fue recibido por los brazos del atleta que también lo envolvieron con fuerza. Se sentía mal por el menor, no podía siquiera imaginarse el dolor que pasó durante aquella época de su vida, pensó que le hubiera gustado estar ahí, para apoyarlo y brindarle sus hombros cada vez que necesitara llorar, justo como ahora.
—Jungkook —murmuró sintiendo como la respiración del menor golpeaba la curva de su cuello y, al mismo tiempo, pequeñas gotitas saladas le humedecían el uniforme.
—Desde entonces padezco de claustrofobia... Aunque tuve tratamiento psicológico y los ataques de pánico han desaparecido, aún no puedo controlarlo del todo cuando me encuentro en situaciones como esta... Cuando vuelvo a sentir que estoy atrapado, que no hay salida y que no puedo hacer nada por escapar... Cuando recuerdo lo que experimenté al momento en que mi papá no me respondía y sangraba por todas partes... Ese dolor, justo ese... me da mucho miedo.
Dolor, si, esa palabra quedaba corta cada vez que sus memorias traían el momento en que su padre fallecía ante sus ojos. Si tan solo no hubiera quedado atrapado, si tan solo hubiera podido hacer algo para que su padre sobreviviera. Aunque el hubiera ya no existe y con todas las terapias que tomó logró entender que no había sido su culpa, aquel sentimiento de miedo e impotencia no desaparecía por más que quisiera superarlo. Cada vez que lo revivía, volvía a sentirse como un niño incapaz, volvía a temblar de angustia.
—Lo lamento mucho Jungkook —dijo el mayor después de unos segundos—... Lamento cada momento que la has pasado mal —continuó—... No estuve antes, pero si de algo sirve... cada vez que necesites desahogarte puedes llamarme, te escucharé y estaré ahí... siempre.
Y solo esas palabras hicieron falta para que el menor se aferrara con más fuerza a su abrazo y sintiera que la angustia disminuía. Si, Taehyung era la cura para todos sus males, no había duda de eso.
Se quedaron ahí, abrazados en un rincón de la cabina. No hacía falta seguir hablando, con tan solo escuchar el palpitar de sus corazones se había vuelto suficiente. El pelinegro respiraba con calma, no había nada mejor que eso, que estar tan cerca de Taehyung.
Si cualquier otra persona los viera, pensaría inmediatamente que eran una hermosa pareja mimándose, pero en realidad, solo uno de los dos podía sentir que su alma explotaba de gusto. Y eso era triste, pero el atleta había decidido concentrarse en lo bueno y dejar de pensar en cada una de las cosas que partían su corazón.
El tiempo pasó y cuando menos lo acordaron, las puertas frente a ellos comenzaban a abrirse, forzadamente, desde afuera. Entonces pudieron ver como se encontraban justamente en medio del cuarto y el quinto piso.
—¡Jungkookie! —la voz de Jimin entró por los oídos de ambos y provocó que el menor soltara a Taehyung y se levantara de un solo salto.
—Jimin hyung —murmuró Jungkook viendo tan solo la mitad del cuerpo de su mejor amigo, pero luego, este se inclinó al instante, mostrando sus mejillas regordetas a los dos jóvenes que sudaban chorros.
—Esperen un momento, los sacaremos de ahí —informó y luego se alejó para dejar actuar al equipo de emergencia.
Segundos más tarde, Jungkook y Taehyung fueron extraídos con éxito del interior del ascensor.
—¿Te sientes mal?, ¿Quieres que te lleve a urgencias? —cuestionó Jimin en cuanto tuvo a Jungkook al alcance, envolviéndolo entre sus brazos y con el rostro repleto de preocupación.
—Es... estoy bien hyung —después de decir eso, sintió como el aire fresco rellenaba sus pulmones—... Todo gracias a —buscó, con una mirada colmada de ilusión, al joven castaño que antes lo había abrazado—... Taehyung —pero aquel nombre golpeó el ambiente en un pequeño hilo de voz, pues los anhelos de Jungkook cayeron en picada al encontrarse una linda enfermera aferrada al cuerpo del chico que le gustaba.
Con un dejo de desaliento, bajó la vista al instante y Jimin entendió perfectamente lo que sucedía. Así que subió sus manos hasta las mejillas del pelinegro y las acunó con cariño.
—Todo está bien... Vámonos ya —fue lo que le dijo, para después tomar su brazo y arrastrarlo por el largo pasillo en el que se encontraban.
Pero lo que no supo, fue que conforme su corazón avanzaba arrastrándose contra el piso, la mirada oscura le seguía casi sin parpadear, ignorando las palabras y la presencia de la joven enfermera.
Taehyung suspiró agobiado. Después de todo lo sucedido y lo preocupado que llegó a estar, creyó que el alivio llegaría en cuanto abandonaran la cabina, pero en realidad, con cada paso que dio Jungkook en dirección contraria, una sensación de vacío se iba expandiendo por su pecho, angustiándole el corazón.
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