15. Euforia
Junio.
Las manos de Jungkook aprisionaban el volante de su camioneta. Se sentía tenso, cansado y preocupado. Sus ojos no se despegaban de la carretera y por más que avanzaba en el camino no llegaba a ningún sitio. Lo más desesperante de la situación era que no sabía a donde se dirigía, solo sentía una opresión en su pecho que le provocaba un extraño dolor en su alma.
De pronto, la radio se encendió y Jungkook pegó un salto del susto. Una fina melodía instrumental se escuchó dentro de aquel pequeño espacio y sin previo aviso, una voz conocida le hizo girar hasta observar el asiento del copiloto.
—Jungkook, nuestro destino está cerca.
Se sorprendió, podía jurar que segundos antes el asiento estaba vacío y él era el único dentro del auto, pero no le quedó más que respirar profundamente para calmar su corazón espantado.
—¿Nuestro destino? —fue lo que preguntó, y los oscuros, pero brillantes ojitos del niño de piel canela se conectaron con los suyos, provocándole un escalofrío emocionante.
—¿También estabas caminando en busca de un sueño borrado?, es diferente a la típica definición del destino —y entonces Jungkook frunció el ceño al no entender aquella respuesta dada por Kim Taehyung.
—Taehyung... —dijo, pero el mayor lo detuvo poniendo su dedo índice sobre sus labios y musitando un delicado: "Ssshh".
—¿Escuchas eso?, Parece el océano, ¿O es un bosque? —cuestionó con su rostro pensativo, mirando al techo de la camioneta y Jungkook rio al ver la curiosa expresión formada en el divino rostro de su terapeuta.
—No logro escuchar nada —confesó y Taehyung dibujó un puchero en sus labios.
—No te preocupes, quizá esto también sea un sueño —se giró y apoyó sus codos en la puerta del copiloto, sobre el área de la ventana abierta. Descansó su rostro entre sus brazos mientras observaba como un atardecer anaranjado se pintaba en el horizonte.
Jungkook miró unos segundos como el viento despeinaba los finos rulos de su acompañante, y al seguir escuchando aquella melodía recordó que iba conduciendo. Se alarmó volviendo a mirar la carretera, pero para su asombro, iba correctamente alineado; parpadeó un par de veces al percatarse de que ahora el camino era más claro y podía distinguir tenuemente su recorrido. Pensó en lo extraño que era aquello y de pronto se dio cuenta de la paz y tranquilidad que ahora había en su alma, pues aquella angustia que adornaba su pecho ya no la sentía más.
Fueron minutos en los que el un silencio cómodo reinó en aquel espacio.
—¿Crees que se nos hace tarde? —pero Kim Taehyung destruyó aquello.
—¿Tarde para qué? —cuestionó Jungkook, esta vez sin dejar de ver las líneas de la carretera.
Pero tan solo un segundo fue suficiente para que Taehyung estuviera más cerca de lo que permitía su asiento. Súbitamente, retiró una mano de Jungkook de aquel volante al que minutos antes se había aferrado el pelinegro, y la miró con curiosidad. Jungkook retiró la mirada del camino y observó el rostro llamativo de Taehyung.
Este último, al haber analizado cada detalle de la mano del menor, sonrió en una delgada línea y lentamente entrelazó sus dedos contra los de Jeon Jungkook.
El pelinegro quedó absorto y sintió que su cuerpo se tensó armoniosamente ante aquel tacto cálido sobre su piel. Y por unos instantes, no pudo dejar de mirar aquel tierno agarre que incrementó su ritmo cardiaco inmediatamente.
—Jungkook —lo llamó Taehyung, provocando que levantara sus ojos amielados hasta encontrar los oscuros—. Eres la causa de mi euforia.
Y no necesitó más para que su alma se derritiera en un segundo. Los ojitos de Kim Taehyung lo observaban con cariño, y aquellas hermosas mejillas a piel café con leche, se tiñeron de rosa al tener de frente a Jungkook.
—Taehyung —soltó Jungkook instantes después —. Incluso si la tierra se divide, incluso si alguien sacude este mundo: nunca sueltes mi mano —indicó a la par que dejaba un tierno beso en los nudillos del castaño, quien no pudo evitar sonreír esplendorosamente.
—Estoy tan feliz que no puedo respirar —confesó y acercó lentamente su rostro al de Jeon Jungkook—. Cuando estoy contigo, siento que estoy en utopía —dijo para luego acariciar levemente la punta de su nariz con la del pelinegro.
— ¿Podrías por favor quedarte en mis sueños? —la pregunta de Jungkook hizo reír al castaño, y el corazón de éste se aceleró de una manera que nunca había experimentado cuando los finos labios del mayor se aproximaron a los suyos.
Por favor, no despiertes de este sueño.
—¡Por favor, no despiertes de este sueño! —gritó Jungkook aquello que pedía desde cuando supo que su sueño estaba a punto de terminar, hasta que despertó correctamente. Se sentó molesto sobre su cama, percatándose que la luz de la luna entraba aún por la ventana de su balcón.
Tonto, tonto Jungkook.
Pensó mientras se golpeaba con tacto intencional su mejilla derecha. Su corazón se abatió y deseó poder haber concluido aquel extraño sueño de una manera exitosa, de una manera en la que sus labios hubieran tocado los de Kim Taehyung.
Se dejó caer nuevamente sobre la almohada apretando sus ojos amielados con la intención de volver a dormir para seguir soñando, pues en su alma, corazón y mente, la sensación que tuvo en el sueño fue tan real que aún se impregnaba en su pecho.
¿Qué haces ahora Jungkook?, ¿Qué pretendes con esto?, ¿Por qué intentas seguir soñando?, está mal, ¿Quién te crees que eres para soñar que besas a la gente... que besas a Kim Taehyung?, ¿Qué te está pasando?
Y aquella última pregunta hizo estragos en su mente. Era cierto, ¿Qué rayos le estaba sucediendo?, él no era esa clase de persona, él no era así. Se preocupó y su corazón dolió, pero ¿Por qué el corazón le dolía al tener simples pensamientos?
No lo soportó más y se levantó de su cama dirigiéndose sin demora hacia su balcón, era eso lo que necesitaba, tomar algo de aire nocturno. Se sentó en la bonita silla que adornaba el lugar y se quedó viendo por unos minutos los candiles de la ciudad iluminando a lo lejos cada espacio, mientras sobre él, la noche oscura, se divertía traviesa con sus pesares.
¿Qué es lo que te está pasando Jungkook?
Se volvió a preguntar.
¿Por qué no puedes sacar a Kim Taehyung de tu mente?
Pensó por un momento sin encontrar respuesta alguna.
¡Ya sé!, es debido a que pasas mucho tiempo con él. A partir de ahora no debe seguir teniendo mucha importancia.
Asintió ante su pensar con decisión y cerró sus ojos dispuesto a descansar un rato sobre aquella cómoda silla al aire libre. Pero en su mente, una llamativa mirada se dibujó con lentitud, como si se tratara de un pequeño vídeo corto. Entonces, abrió sus ojos abruptamente.
—¡¿Por qué rayos es tan hermoso?! —musitó comenzando a alterarse y pasando su mano por sus finas hebras despeinadas. Se dejó caer sobre el respaldo de la silla y observó la luna detalladamente. Luego de unos segundos levantó su mano derecha, notando como aquella cálida sensación seguía impregnada en su piel, y suspiró—. ¿Qué me estás haciendo Kim Taehyung?
En medio de un puchero su mente se rindió, dejando toda responsabilidad sobre su pequeño corazón.
Me gusta.
Y su alma se tensó.
—Me gusta Kim Taehyung —y tras decir aquello, llevó sus manos a su rostro para tapar un leve sonrojo que subió como la marea.
Quiso gritar, se golpeó el pecho y se tiró del cabello. Aquello le frustraba el alma, entenderlo fue tan difícil y lo hacía quedar como un simple estúpido.
¿Cómo no te diste cuenta antes?, es increíble que ni siquiera tú mismo te conozcas.
Se regañó, pero segundos después regresó la angustia a su pecho.
¡¿Pero qué es esto Jungkook?!, ¡No te puede gustar Taehyung!, no puedes cometer esta tontería. ¿Qué harás ahora?, ¿Qué pasará si se entera?, ¡Estás perdido!
Y una leve añoranza se apoderó de su mente al recordar el día en que descubrió que le gustaba un chico, la primera vez que su corazón se enamoró y se partió en mil pedazos días después, aquel instante en que regresó a casa con lágrimas en los ojos y le confesó a su madre que le gustaba un niño y que tenía mucho miedo.
Y agradeció infinitamente a Heeyon, pues ella comprendió perfectamente su sentir y lo acompañó durante mucho tiempo a ver a un buen psicólogo, con la finalidad de ayudarlo a entender lo que le sucedía, a asimilar que no tenía nada de malo su inclinación por su mismo género y a prepararse para todos los obstáculos que aparecerían en su vida.
Jeon Jungkook no era nada más ni nada menos que un atleta homosexual sin perjuicios en su alma.
Fue increíble cuando logró aceptarse, fue como si las nubes se disiparan después de una fuerte tormenta eléctrica, pero eso no quitaba el hecho de que decidió que jamás volvería a gustarle nadie, que se mantendría al margen de su orientación sexual y que se centraría en su carrera deportiva.
Y lo logró por muchos años... Hasta ahora.
Hasta Kim Taehyung.
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