13. Un paso a la vez

Junio.

La ciudad de Seúl estaba sumergida en un majestuoso atardecer. Park Jimin y Jeon Jungkook apreciaban por las ventanas de la camioneta del más joven, como el color naranja del cielo reinaba por doquier. Sin embargo, solo uno de los dos admiraba con tranquilidad el paisaje, pues el muchacho rubio cargaba consigo una fuerte sensación de ansiedad.

Jungkook lo notó demasiado tarde, puesto que su chofer ya buscaba estacionamiento dentro del hospital. Le miró extrañado y Jimin le regresó una sonrisa nerviosa. Quiso preguntar que ocurría, pero en cuanto el auto aparcó el mayor bajó apresurado.

El Golden Maknae le siguió el paso como pudo, apoyándose aun en las muletas, y cuando caminaban por los pasillos en dirección a la sala de rehabilitación, decidió romper el silencio y aclarar sus dudas.

—¿Qué es lo que pasa? —dijo y los pequeños ojitos del niño de mejillas regordetas lo vieron, dedicándole una mirada inquietante.

—Sabes que no me gustan los hospitales, ¿Por qué me trajiste?

—Hyung, no comiences a quejarte. Solo hemos venido a mi cita. Es la primera vez que me toca tan tarde, quizá soy el último de la agenda —concluyó al percatarse de que los pasillos de aquel sitio estaban relativamente vacíos—. Ya oscureció, y realmente no quería que viniera mamá. Así que eres su reemplazo, luego te pedirá informes de lo que realicé en mi cita "Nocturna". Más vale que saques fotografías, de otra manera creerá que fuimos a beber y no me dejará verte más.

—Así que te permitió venir con la condición de que alguien te acompañara, ya conozco a Jeon Heeyon —expuso con sabiduría el mayor y Jungkook lo miró con una mueca en el rostro, dándose cuenta de que Jimin escudriñaba detalladamente el sitio—. De cualquier manera, ¿Por qué no quieres que venga tu mamá?

Jungkook se quedó callado, no sabía que contestar ante la presente pregunta, o, mejor dicho, no sabía si contestar con la verdad. Conocía lo extremista que podía llegar a ser su madre, así que no deseaba llevarla por dos razones: la primera, porque sabía muy bien que de inmediato bombardearía a su fisioterapeuta con preguntas repletas de presión exigiendo prontos resultados, y la segunda, porque no podría admirar con atención al joven de los rulos ni apreciar su linda sonrisa detenidamente.

—Simplemente me incomoda —fue lo que contestó y Jimin volteó a verlo, conocía a Jungkook desde hace años, distinguía perfectamente cuando el más pequeño le ocultaba algo—. Además, Taehyung te va a caer muy bien —soltó el pelinegro con una sensación de adrenalina por haberse referido a su terapeuta de manera informal.

Ante el reciente comentario, el rubio se cruzó de brazos—. Taehyung, Taehyung, Taehyung. Últimamente solo hablas de él. Qué Taehyung esto, que Taehyung aquello, ¡Agotador!, ¿Por qué no me mencionas a mí?, creí que me amabas —el muchacho de ojos amielados no pudo evitar soltar una sonora carcajada frente a las palabras de Jimin. Le encantaba que fuera así de dramático, pues en vez de ello resultaba ser muy gracioso.

—Deja de decir tonterías, hyung.

—¡Hola! —una repentina voz sobresaltó abruptamente el caminar de ambos jóvenes, provocando, además, que el chico rubio soltara un grito agudo del susto, pues Kim Taehyung apareció frente a ellos sin ningún previo aviso.

El color carmesí subió sin demora a las mejillas de Jungkook, pues temió que el castaño hubiera estado escuchando la conversación, y la manera tan informal con la que ambos lo habían nombrado. ¿Qué pensaría ahora de él?, ni siquiera eran amigos, aquello estaba mal. Se reprendió internamente queriéndose dar golpes de pecho, pero por fuera, simplemente mostró una sonrisa nerviosa.

—Ho... hola —balbuceó, intentando regularizar su respiración—. Él es Park Jimin, mi mejor amigo. ¿Hay algún problema si nos acompaña durante la sesión?

Y entonces, el motivo de la mayoría de sus últimos sonrojos apareció, aquella sonrisa cuadrada se dibujó en el perfilado rostro del castaño, e internamente, Jungkook agradeció estar vivo—. Por supuesto que no. Es un placer Park Jimin, soy Kim Taehyung.

—El placer es mío —contestó el más bajito casi de inmediato, admirando también la sonrisa de Taehyung, pues definitivamente, era imposible que pasara desapercibido.

—Síganme, por favor —indicó el profesional tan solo unos segundos después y se giró para entrar a la sala de rehabilitación física.

—Ahora entiendo todo Jungkook —musitó Jimin lo más bajo que pudo, refiriéndose al guapo prospecto que iba frente a ellos, y provocando que en las mejillas del menor se intensificara el rojizo color.

Park Jimin se acomodó en unas sillas cómodas que adornaban aquella sala vacía, mientras Jeon Jungkook y Kim Taehyung hacían los principales calentamientos con su rodilla lesionada. Minutos más tarde, el Golden Maknae se dedicaba a hacer un ejercicio que ya realizaba con mucha confianza. Estaba parado en medio de los dos pasamanos, sosteniéndose de estos y haciendo sentadillas sobre su pierna lesionada.

Alzó la mirada, encontrándose con un lindo castañito que lo observaba atentamente. De inmediato, ambos sonrieron a la par.

—Creo que ya es momento joven Jeon.

El pelinegro supo inmediatamente a lo que se refería. Asintió tomando una bocanada de aire y comenzó a caminar a lo largo del pasamanos, aun sosteniéndose, pero ya sin miedo. Atravesó aquel tramo quizá un par de veces más, y cuando se sintió listo lo soltó.

Y caminó.

Lo hizo tan bien, como si jamás se hubiese lastimado, ni siquiera necesitó mirar el piso. Sus ojos estaban concentrados en la expresión sorprendida que comenzaba a aparecer en el rostro de su fisioterapeuta.

Y cuando menos lo pensaron, Jungkook llegó al final del tramo provocando que Taehyung le ofreciera sus brazos para servir como apoyo. El pelinegro se sujetó en cuanto pudo y soltó un grito entusiasmado observando la emoción que también existió en el niño de los rulos. Ambos sonrieron soñadores, y estando ahí de frente no pudieron evitar mirarse a los ojos, conectándose como nunca antes lo habían hecho, con nadie más.

De pronto, Jungkook giró su rostro en busca del buen Jimin, quien había observado con atención todo lo sucedido y estaba de pie, pegando saltos de la emoción.

—¡Hyung!, ¿Viste eso? —cuestionó de inmediato aferrándose aún a los brazos de Taehyung.

—¡Lo vi!, ¡Esto es increíble! —exclamó Jimin comenzando a caminar hacia los jóvenes que decoraron el ambiente con ternura sin siquiera haber sido consientes. Entonces Jeon soltó a Kim y se giró para poder encontrar a Jimin en su caminar. Los amigos se abrazaron aún muy emocionados y el castaño se conmovió ante la escena—. Esto es maravilloso, lo lograste —dijo Jimin casi en un susurro y Jungkook sintió que la felicidad no le cabía en el pecho.

Se soltó de Jimin y se giró para dirigirse a su fisioterapeuta.

—Gracias —fue lo que le dijo.

—No fue nada, me siento muy feliz por usted.

—¡Taehyung!, vamos a ca... sa —y en ese momento, para Min Yoongi, haber entrado en aquella amplia habitación del hospital Chung—Ang fue como si le hubieran tirado un balde de agua fría.

—¿Yoongi? —cuestionó Jimin al instante, y su corazón se aceleró con tan solo haber mencionado ese nombre.

Ese tonto nombre era el causante de la mayoría de sus desvelos.

—¿Jimin?, ¿Qué... haces aquí?

—Estoy acompañando a Jungkook. ¿Trabajas en este hospital? —preguntó, aunque en realidad ya sabía la respuesta.

—Si —una pequeña sonrisa se formó entre las mejillas del pálido—. Desde hace un año —admitió.

—¿Ya se conocían? —la voz cautelosa del pelinegro no se hizo esperar.

—Si, él es Min Yoongi —ante ello, Jeon Jungkook abrió los ojos anonadado, ahora entendía la actitud nerviosa de Park Jimin, Min Yoongi era lo que el rubio buscaba entre los pasillos. No podía creer que dentro de los últimos meses estuvo tan cerca de ese chico, del que Jimin hablaba tanto, y ni siquiera lo reconoció. De pronto, se sintió un mal amigo—. Deberíamos ir a celebrar este logro —soltó Jimin, para terminar con el torpe momento que el menor había creado con su expresivo asombro.

—¿Qué logro? —preguntó Yoongi sin demora.

—El joven Jeon ya camina sin ningún problema —soltó Taehyung en una sonrisa, inconscientemente sentía como la alegría transitaba por su pecho.

—¡Eso es fantástico!, ¡Felicidades joven Jeon!

—Muchas gracias —dijo la voz del menor, y segundos después llenó sus pulmones de oxígeno para proseguir hablando, pues se le acababa de ocurrir una idea—. ¿Les gustaría acompañarnos a cenar?

—Claro, no estaría mal. Además, Jimin me debe pollo frito —habló Yoongi a la brevedad, observando divertido como Jimin se ponía rojito—. ¿Qué opinas Taehyung? —cuestionó despegando su intensa mirada de la del niño rubio y buscando a su amigo.

—Mmh, en realidad tengo cosas que hacer —expresó como quien no quiere la cosa y Min Yoongi se cruzó de brazos.

—Ir a estudiar ahora mismo no cuenta como tener cosas que hacer. Vamos solo por hoy, mañana estudias todo lo que quieras —con pasos "intimidantes" se fue acercando al castaño, pero este ni siquiera se inmutó, conocía ya muy bien la manera de actuar del mayor.

—Pero... —quiso decir, pero de inmediato Yoongi le dirigió una intensa mirada controladora.

—Sin peros Taehyung, sabes que no aceptaré un no por respuesta —y aquello era cierto, si algo tenía Min Yoongi, eso era convicción y perseverancia, siempre lograba lo que quería y jamás dejaba un nudo suelto.

—Bien —cedió, después de pensarlo unos segundos más y sentir como Jeon Jungkook le rogaba inconsciente con la mirada.

Pero ni Kim Taehyung ni Jeon Jungkook, imaginaron que aquella pequeña palabra sería el comienzo de una aventura, que cambiaría sus vidas para siempre.

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