10. A flor de piel

Mayo.

Jungkook caminaba con esfuerzo entre los pasillos de la mansión de los Jeon y avanzaba tajantemente, siendo sostenido por las muletas que llevaba a los costados de su cuerpo. Habían pasado unas cuantas semanas de que su fisioterapeuta le animó a dejar la silla de ruedas, y para él, ya era todo un logro poder merodear entre los pasillos de su inmenso hogar, aunque fuese con las muletas.

De pronto se detuvo unos segundos, pues se encontró con las gigantescas puertas que ocultaban del mundo la icónica sala de trofeos que existía en la hermosa y destacada residencia. Aquel sitio llegó a causar exagerada polémica más de una vez en el área de los espectáculos y los deportes de Corea, debido a que el público se enteró que la remodelaron y dejaron una pared entera para el Golden Maknae, preparada con repisas de arriba a abajo, con el fin de esperar todos los trofeos que para el atleta pronosticaban.

Observó el reloj de su celular, aún tenía tiempo para curiosear antes de su cita con Kim Taehyung, así que solo se acercó a la puerta, puso la contraseña en la cerradura digital y entró decidido al sitio.

Ese era uno de los lugares más especiales para el joven pelinegro, pues recordaba que cuando él y su padre no se encontraban en la pista de carreras, se encerraban en aquella amplia habitación a jugar por horas, leer un par de cuentos y soñar despiertos sobre lo que juntos lograrían obtener en el futuro.

Jungkook miró todo el lugar, era tan inmenso que sintió un gélido ambiente enfriar su rígido cuerpo, a pesar de estar ingresando en la época más calurosa del año. Se quedó en el centro, observando estático cómo la pared principal de la habitación brillaba más que las contiguas. Conocía muy bien el sentimiento de su madre ante sus cualidades deportivas, a ella le gustaba presumir y anunciar al mundo lo buen atleta que era el Golden Maknae, apreciaba mucho sus méritos y trataba de reconocer cada paso valioso que daba el chico, pero a veces, el ojimiel pensaba que Heeyon exageraba.

El pelinegro siguió observando la pared por unos momentos, percatándose de que aún le faltaba más de la mitad para poder llenarla, pues sinceramente, a sus 23 años de edad no había logrado mucho, pero sí más que toda su familia junta. Por ello, todos los Jeon estaban muy seguros de que lograría cosas inmensas sí seguía esforzándose de esa manera tan pasional hacia su deporte.

Repentinamente observó a un costado de la habitación, y sin esperarlo, vio el nombre de su padre brillar reluciente en una pequeña placa de aluminio acompañada de un trofeo. Se acercó lo más rápido que pudo y sintió su alma quebrarse, aquel era el único trofeo que su padre pudo llevar a casa en su corta vida. Sabía lo mucho que significó para él en su momento, aunque el hombre siempre insistió en que ganar trofeos no era importante, Jungkook supo que estaba muy orgulloso de cuando le fue otorgado ese mérito. Lo miró detalladamente, era de las pocas cosas que tenía de él.

—Cariño, ¿Ya estas listo? —la voz de Heeyon le sacó de sus pensamientos, y rápidamente limpió una pequeña lágrima escurridiza—. Te estuve buscando por todos lados, jamás imaginé que estuvieras aquí.

—Solo quise echar un vistazo, tenía mucho tiempo sin venir —se justificó.

—Lo sé —dijo Heeyon percatándose de lo que su pequeño hijo estaba viendo instantes anteriores—. Jungkook, tu padre debe estar orgulloso de todo lo que has logrado —el pelinegro asintió de inmediato, sabía muy bien hasta donde los llevaría aquella conversación, así que prefirió evitarla desde el primer momento.

—Debo irme mamá, se hace tarde.

—Dongyul te espera en el recibidor, ya está el auto preparado. Por favor, cuídate mucho y esfuérzate, el tiempo no deja de correr y tú tampoco deberías. 

El muchacho sonrió ante el irónico comentario y abandonó la habitación, luego la mansión, el fraccionamiento y también el vecindario, hasta perderse en las concurridas calles del centro de Seúl.

[...]

—¡Vamos joven Jeon!, ambos sabemos que puede hacerlo —animó Taehyung, una vez que estuvieron en la sala de rehabilitación del hospital Chung-Ang.

Aquel lugar no era una habitación muy grande, pero cuando no había muchas personas parecía ser tan inmensa que, incluso el sonido de las respiraciones se escuchaba exagerado al expandirse por todo el sitio. Y para la suerte del menor, esa tarde de finales de mayo solo estaban su fisioterapeuta y él.

El pelinegro se mofó del comentario del profesional de la salud. Taehyung se cruzó de brazos y levantó una ceja, esa era la señal de que el chico de los rulos entraba en su faceta de obstinación. Ambos tenían quizá un mes de conocerse, y aunque realmente no sabían de la personalidad del ajeno, el ojimiel comenzaba a identificar algunos patrones en el comportamiento del castaño, pues cuando al mayor se le metía una idea a la cabeza, llegaba a ser tan testarudo como se pudiese.

—¿Y sí no puedo hacerlo? —cuestionó Jungkook ante lo que le pedía el castaño, ya que el fisioterapeuta Kim pretendía hacerlo caminar sin las muletas y verlo atravesar con cuidado el corto tramo formado por unos pasamanos de metal, adaptados perfectamente para el sostén del chico pelinegro.

—Debería dejar de ser tan inseguro —murmuró el rizado para sí, pero el menor logró escucharlo e hizo una mueca de desaprobación.

—¿Por qué me dice eso? —cuestionó de inmediato y Taehyung sonrió sintiéndose atrapado.

—Solo digo, he notado que a usted todo le sale bien, así que debemos reconocer que lo mismo sucederá en esta ocasión —expresó lo que pensaba y los labios del ojimiel se estiraron en una pequeña línea que no llegaba a ser una sonrisa—. Simplemente, imagine que camina sobre unas escaleras mientras se sostiene del pasamanos. Tenga confianza, podrá lograrlo.

La incredulidad de Jungkook no terminaba por ceder, bajó la mirada hasta toparse con sus piernas apoyadas en el piso, lo pensó un par de veces más y levantó la vista hasta encontrar unos bonitos ojos oscuros que lo miraban con curiosidad. En el rostro de Taehyung se formó una sonrisa que de inmediato le hizo cambiar de opinión, así que después de tomar aire dramáticamente, se dignó a intentar realizar aquel drástico movimiento. 

Llegó con las muletas hasta posicionarse en medio de los dos pasamanos, así que el castaño se paró a su lado pidiendo que le entregara las muletas. Jungkook bufó y Taehyung le sonrió en grande, achicando sus ojos oscuros, y aunque una expresión de desconfianza relucía en el rostro del pelinegro, no tuvo más que darle las muletas y hacer un par de respiraciones profundas.

Por otra parte, el castaño pensaba en lo extraño que era ver a Jungkook de pie. Nunca imaginó que sería un poco más alto que él, y en realidad nunca lo pensó, pero ahora que lo tenía al costado, era difícil acostumbrarse a la poca diferencia de altura que tenía con el joven deportista, que también conservaba una espalda ligeramente más ancha que la de él.

Se quedó observando por unos segundos el peinado del Golden Maknae, los mechones negros y bien posicionados sobre su cabeza le daban un efecto angelical a su rostro blanquecino. De pronto, y sacándolo de sus pensamientos, aquel atleta comenzó a avanzar con cuidado, poniendo la fuerza necesaria sobre su rodilla sin llegar a lastimar fuertemente la musculatura de la misma. 

Taehyung caminó a la par del más joven, manteniendo una tierna sonrisa provocada por ver el esfuerzo de su atleta favorito, y cuando Jungkook pudo llegar al final del camino sin ningún problema, ambos se emocionaron. 

Inesperadamente, el pelinegro celebró pegando un salto inconsciente debido a la afección que sintió, pero su rodilla no soportó ese brusco movimiento y perdió el equilibrio sin siquiera imaginarlo. Cayó al piso sobre la colchoneta y el castaño soltó las muletas del más joven sin ningún cuidado, el pánico se posicionó en su mente al pensar en que el ojimiel se encontraba lastimado, por ello, se inclinó en movimientos rápidos para revisar el estado del deportista.

La mirada de un Jungkook preocupado por su rodilla se posó en la de Taehyung, quien esperaba que todo se encontrara bien, pero al ver los ojos amielados, comprendió el miedo que se apoderó del pelinegro ante la molestia que comenzaba a sentir sobre su rodilla. Así que, sin más, el muchacho de los rulos pasó sus brazos por debajo de los del ojimiel, lo rodeó sin problemas, y con fuerza levantó lentamente al joven atleta, mientras éste se tensaba en un instante, pues sintió su piel erizarse cuando la respiración del castaño chocó contra su cuello.

Aquello le puso los nervios de punta, se quedó estático una vez que estuvo perfectamente de pie siendo sostenido por los cálidos brazos de su fisioterapeuta, pues jamás imaginó sentir tan exageradamente cerca, los pequeños pero firmes músculos del joven con uniforme, que en ese momento le rodearon con delicadeza su contorneado y ahora débil cuerpo.

—¿Le duele mucho? —preguntó y a Jungkook le recorrió un rayo eléctrico por el cuerpo al escuchar la voz del rizado tan cerca de su oído, creyó que se estaba volviendo loco, y se regañó mentalmente por haber olvidado la pequeña molestia que sintió en la rodilla justo cuando el castaño lo envolvió en sus brazos—. Joven Jeon —habló nuevamente preocupándose ante el silencio del pelinegro.

—To... Todo bien —contestó nervioso y Taehyung se alejó un poco para tomar al chico de un costado y encaminarlo hasta la camilla más cercana, con el objetivo de revisarlo correctamente.

—Joven Jeon, ¿Por qué saltó?, conoce muy bien su condición, aún no está listo para efectuar ese tipo de movimiento, puede llegar a afectar la articulación —habló en un tono angustiado mientras manipulaba la rodilla del menor. En realidad, quería regañarle, pero sabía que era totalmente inadecuado hacerlo, simplemente era su paciente y debía tratarlo con respeto.

—Lo sé, pero lo hice inconscientemente, por favor, no se moleste. Fue muy emocionante poder lograr atravesar el sitio —concluyó Jungkook y la mirada chocolate se levantó hasta encontrar sus ojos.

—Reconozco que también me emocioné bastante, pero debo pedirle que sea más cuidadoso. Su rodilla está bien por ahora, sin embargo, no deseo que se lastime nunca más —soltó y el pelinegro asintió a la brevedad sin poder hacer nada más, pues los ojos de Taehyung sobre los suyos, provocaron que su cuerpo recibiera una descarga de adrenalina que nunca antes había sentido.

Y mientras Kim Taehyung revisaba detalladamente la rodilla de Jeon Jungkook, éste se perdía en sus pensamientos tratando de analizar lo que minutos antes había experimentado. Recordó como los brazos del castaño lo rodearon y cuando menos lo pensó, un leve sonrojo adornaba sus mejillas, siendo acompañado por una extraña sensación en su piel.

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