06. La agonía de Jungkook
Abril.
Kim Taehyung caminaba en completo silencio por los pasillos del área de rehabilitación del hospital Chung-Ang, impulsando sin demora la silla de ruedas en la que iba Jeon Jungkook.
Ese día hacía mucho viento, desde los ventanales del hospital se podía apreciar como los árboles que recién habían florecido se inclinaban hacia el lado derecho de su tronco. El ambiente no ayudaba para nada al semblante del Golden Maknae, pues al darse cuenta de que hasta las ráfagas de viento podían correr libres por doquier, se hundía más en su depresión.
—Jeon Jungkook, ¿Verdad? —una vez que estuvieron dentro del pequeño consultorio de Taehyung, éste trató de comenzar a entablar una conversación con el joven atleta. Jungkook no dijo nada, solo se limitó a asentir mientras miraba con tristeza sus propias piernas, que ahora consideraba inservibles—. Le operaron hace dos semanas —murmuró el castaño leyendo con detenimiento el documento que le había entregado su colega Seokjin— ¿Cómo han ido las cosas desde la cirugía? —cuestionó sin dejar de leer el expediente.
El pelinegro levantó su rostro hasta encontrarse con un chico que vestía un cómodo uniforme a color ciruela. Le observó por unos segundos y notó como el cabello castaño y rizado del profesional le cubría los ojos, pensó en lo ridículo que era tener el pelo tan largo y con pequeños mechones ondulados. Nunca había visto a alguien así y sinceramente le molestó, pero ese sentimiento ya era normal, desde su incidente no podía ver las cosas de otra manera, incluso lo que no se comía le hacía daño.
Taehyung retiró la vista del papel al no recibir una respuesta de su nuevo paciente, miró con prolijo el rostro demacrado y enfadado que éste mantenía y respiró a profundidad—. Siento lo que le sucedió —comentó de pronto provocando que la mirada de Jungkook encontrara la suya por primera vez—, pero estará bien —el Golden Maknae se mofó inmediatamente ante el comentario del castaño y le dedicó una mirada llena de desagrado. Aquella burla hizo sentir incómodo al chico del uniforme, durante el tiempo que llevaba ejerciendo su carrera se había topado con todo tipo de pacientes, pero ninguno con la actitud de aquel joven deportista—. Hablo en serio —fue lo único que pudo decir antes de levantarse de su asiento, rodear el escritorio e inclinarse frente a Jungkook, con el único propósito de analizar cómo iba la cicatrización de la herida causada por la cirugía—. ¿Le ha dolido?
Jungkook entrecerró sus ojos, tal parecía que su nuevo fisioterapeuta no se había percatado de que lo menos que quería hacer era conversar con él. Pero a pesar de ello decidió expresar lo que pasó por su mente ignorando la pregunta recién planteada—. ¿Cómo puede hablar en serio? —soltó sin más y Taehyung levantó su mirada desde la rodilla hasta el rostro del chico de cabello negro, encontrándose con unos ojos amielados que daban la sensación de arder en cólera—, ¿Cómo puede decirme que estaré bien cuando toda mi vida se fue a la basura?
—Joven Jeon... —murmuró Taehyung un poco desconcertado ante el tono utilizado por el chico que tenía de frente, pero antes de poder hablar fue interrumpido por aquella voz repleta de enojo qué, en el fondo, resonaba dolida por una inmensa tristeza.
—Simplemente no lo diga, no provoque que me ilusione. No espero poder lograr nada —contestó con sinceridad el pequeño, aún estaba lleno de molestia, pero a pesar de aquel fuerte carácter, el fisioterapeuta pudo notar el sentimiento desolado que le recorría.
Taehyung se puso de pie siendo seguido por los ojos marrones del pelinegro, intentó buscar las palabras correctas para contestar el comentario recién hecho por el Golden Maknae, pero no hubo nada lo suficientemente bueno—. No se trata de eso —opinó—, quiero decir, siempre hay una solución.
Jungkook continuó observando al castaño mientras pensaba en la rabia que le provocaba tener que hablar con el mundo. Estaba cansado, deseaba no tener que ver a más personas, no quería seguir sintiendo sobre sus hombros aquella mirada de lástima que le ocasionaba caer en un mar de lágrimas por las noches—. Lo dice porque usted no ha perdido la razón de su existir —el castaño bajó la mirada, no había nada que pudiera decir. En primera, porque estaba mal discutir con un paciente, y en segunda, porque sabía que no llegaría a ningún lado con la actitud que abundaba en la mente del más chico—. No intente entender cómo me siento, sinceramente no quiero hacer esto, no quiero pasar por esto —dijo el pelinegro al comprender que su fisioterapeuta era igual al resto, pues también sintió lástima por él—. No servirá de nada —murmuró bajando la mirada para reparar en su rodilla dañada.
Entonces respiró profundamente, tomó con sus manos las ásperas ruedas de la silla que lo sostenía y deslizó con fuerza para poder girar y avanzar hacia la salida del consultorio. Inconscientemente, Taehyung entendió el sentimiento atrapado en el pecho del menor, pero además de ello se sintió impotente, jamás imaginó que alguien tan joven y lleno de vida llegaría a cavar un pozo tan profundo y oscuro.
—¿Cómo lo sabe? —cuestionó Kim, deteniendo cautelosamente el movimiento de la silla y provocando que Jeon levantara la vista—, le dije que estará bien porque sé que lo estará, pero yo no hago magia. Estará bien solo si lo intenta, de otra manera se quedará en esa silla para siempre, ¿Eso es lo que quiere? —desafió sin querer, observando como el rostro de Jungkook demostraba su inquietud.
—¿Qué espera que le diga?, ¿Acaso puede prometerme que volveré a correr? —espetó el menor, sin querer aceptar que esperaba obtener una respuesta positiva.
—No puedo hacer eso —y ante el comentario del fisioterapeuta sus ocultas esperanzas decayeron cual barco que se hunde en lo profundo—. No puedo darle falsas expectativas, ni prometerle resultados inciertos, pero sí puedo asegurarle que daré lo mejor de mí para que usted vuelva a ser el mismo de antes —el Golden Maknae no esperaba aquella contestación, no encontró argumentos para defender su postura o negar la ayuda que le ofrecía el castaño—, pero eso no lo puedo hacer solo, al fin de cuentas esto depende de usted.
El pelinegro negó observando nuevamente sus piernas—. Esto es absurdo, me largo —soltó para luego acercarse a la puerta y fallar al intentar abrirla, ya que sus movimientos eran muy torpes debido a lo robusta que era aquella silla de ruedas que planeaba convertir en su principal aliada.
Taehyung suspiró por lo bajo y se encaminó a abrirle la puerta a su intolerante paciente, pero antes de permitirle irse, decidió decir por fin lo que su mente pensaba—. La vida da mil vueltas Jeon Jungkook, pero sí no lucha, sí no intenta, entonces nunca sabrá qué tan lejos puede llegar.
Y Jeon Jungkook abandonó la habitación, dejando a Kim Taehyung con un sentimiento de incapacidad arañándole la piel.
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