9
Foolish despertó y estiró sus brazos como habitualmente lo hacía cada mañana. Enredó sus dedos con sus cabellos y pensó que debía encontrar un momento para cortarlo pues estaba ya muy largo para su gusto. Luego, relamió sus labios después de un bostezo, mirando la pared de su habitación mientras recuperaba energías para este nuevo día. Dio la vuelta en su cama para observar en la otra dirección y quizá dormir un poquito más, sin embargo, el poco sueño que aún prevalecía en él se esfumó de inmediato al encontrarse con el rostro de Vegetta, aún dormido, cerca suyo. A su mente volvió entonces todo lo acontecido la noche anterior, como el reencuentro y la breve conversación, sonrojándose al notar que volvieron a dormir uno al lado del otro luego de más de una década.
Intentó no hacer ruido alguno, tomándose un tiempo para admirar el rostro del hombre. Parecía tan en paz cuando estaba descansando, dándose cuenta Foolish de que fueron poquísimas las veces donde lo vio de día, pues esta era, increíblemente, la primera vez que notaba como los rayos del sol acariciaban el rostro de Vegetta con suma delicadeza para no despertarlo.
¿Acaso este hombre tenía enamorado tanto a las estrellas, como a la luna y al sol? Foolish rio ante tal pensamiento pues, de ser así, él también formaba parte de ese club.
— Hnm... — los ojos amatistas volvieron a ser visibles al Vegetta despertar. Foolish se sintió atrapado, más cuando el azabache sonrió al verlo y acercó una de sus manos a las mejillas del viajero —Qué bien se siente que tú seas lo primero que vea en el día, Foolish.
"I waited a long time for mornings like this...", pensó el de ojos esmeraldas, ¡quería decirlo en realidad! Sin embargo, apartó lentamente la mano de Vegetta y se paró.
— We still need to talk first, Veyitta. — respondió en su lugar. Vegetta solo suspiró, pero asintió.
— Sí, tienes toda la razón.
Foolish se sintió orgulloso de mantener la calma y no lanzarse a besarlo. Aun quería las explicaciones primero, por más que su corazón le pedía ignorar todo y solo dedicarse a amar. Vegetta no lo reprochó, entendía sus motivos, así que solo salió de la cama.
— Puedo ayudarte con el desayuno si así lo deseas. — se ofreció — Mis habilidades de cocina son dignas de alguien que necesitó aprender a la fuerza para sobrevivir por años.
— Si fue por la fuerza, dudo de su sabor. — dijo, con una sonrisita imposible de evitar en su rostro. Vegetta rodó los ojos y rio ante el comentario, aceptando que sí, no era el mejor chef que podrías encontrar — Además, eres mi invitado, deja que por hoy me encargue yo.
— Solo si me dejes invitarte a comer algún día.
— We'll see.
Posterior a ello, Foolish le dejó su habitación para que se aseara y vistiera, mientras él se apresuraba a bajar al primer piso al escuchar unas pisadas en el pasillo y las escaleras, señal de que Leo ya estaba despierta y lo esperaba para desayunar antes de irse a la escuela.
— Here: avocado toast, orange juice and some coins to buy a dessert. — Foolish le entregó su lonchera del día a Leo, quien asentía al mismo tiempo que terminaba con su respectivo desayuno — ¿Lista para el examen?
— ¡Sí! — gritó, emocionada — ¡Las matemáticas no serán rivales para mí... no de nuevo!
Foolish sonrió ante su positivismo, adoraba mucho a su hija.
— Por cierto, pa ¿Y el señor Vegetta? — preguntó, luego de un último mordisco a su desayuno — ¿Lo llevaste al hotel del pueblo para que descanse?
Antes de siquiera darle tiempo a responder ambos vieron como, en las escaleras, Vegetta aparecía bajando a la par que se arreglaba la camisa que vestía. El cabello aún se notaba mojado debido al baño que debió tomar, se acomodaba el equipaje que bajaba consigo y su sonrisa dirigida a ambos pares de ojos esmeraldas al darse cuenta de que lo observaban fue tan cándida que parecía brillar. Foolish lo observó de arriba abajo inconscientemente, obligándose a evadir su mirada del cuerpo de Vegetta, nervioso y sonrojado.
— ¡Buenos días, Leo! — dijo, mientras ella no podía creer que se encontraba ahí.
— ¡Señor Vegetta! — gritó la niña con alegría, acercándose a él y chocando sus manos en señal de saludo — Pero, ¿cómo? ¿Acaso usted durmió aquí?
Ah.
Los dos adultos se observaron sin saber exactamente qué decir ante la inesperada pregunta. No podían confirmar que simplemente durmieron juntos, ¿o sí? ¿Qué pensaría Leonarda de ello? Foolish no quería confundir a su pequeña hija haciéndole creer que entre él y Vegetta había algo más que una amistad, sobre todo si aún no recibía las explicaciones que quería. El de ojos amatistas, por otro lado, carraspeó. Probablemente no se imaginaba que tenía que lidiar con este tipo de interrogatorios cuando se reencontrase con Foolish.
— Oh... ¡ya entiendo! — dijo Leo, rompiendo el silencio y como si un foco se le prendiera encima de su cabeza — ¿Le gustó la habitación de invitados?
Un gran alivio recorrió el cuerpo de Foolish.
— Eh... ¡Sí! — respondió Vegetta, con una sonrisa nerviosa — Leo, se nota que a Matt también le encanta ese cuarto.
— ¡Es su lugar favorito! — ella comenzó a relatar como el mapache una vez trajo animales muertos y los dejó en la cama, dejando a Vegetta con una sonrisa nerviosa — ¿Se quedará entonces con nosotros, señor? ¡Matt tendrá un nuevo compañero!
— Leo, ¿no llegarás tarde a la escuela? — se apresuró a decir Foolish, alarmándola y haciendo que se pare de su silla, dando vueltas desesperada.
— ¡Es cierto! — alegó, agarrando su mochila y la lonchera — ¡Nos vemos pronto, pa! — le dio un beso en la mejilla — ¡Nos vemos pronto se...! ¿Le puedo decir Vege? Es más corto y bonito.
Los ojos del mayor la miraron con sorpresa ante el recuerdo nostálgico de dicho apodo. Sonrió, acercándose a ella y acomodándole la gorra roja que llevaba consigo.
— Por supuesto. Me parece un trato justo ya que yo te digo Leo. — ella sonrió, con sus ojitos verdes brillando de emoción.
— ¡Nos vemos pronto entonces, Vege! ¡Aún debo mostrarle mi habitación!
Alzó la mano en señal de despedida y salió de la casa dando un portazo con ayuda del viento.
Finalmente, los dos estaban solos.
— Well, felizmente guardé su cepillo de dientes en la mochila. — dijo Foolish, observando en dirección hacia donde se había ido la aludida. — ¿Desayunamos?
Vegetta asintió. Ayudó a Foolish a poner su propio desayuno en la mesa y los dos se sentaron, mirándose fijamente y esperando a que uno de ellos dé el primer movimiento. Comieron en silencio, escuchando una que otra ve los cánticos de los pájaros que volaban cerca de ahí. Foolish terminó luego de un rato por dar su último bocado mientras Vegetta, quien había terminado antes, Soplaba su taza de café para bajar el calor y poder darle un sorbo.
— So... — inició el rubio, nervioso ante lo que aprendería — Ready to talk?
— Desde que nos reencontramos, claro que sí. — respondió — Aunque te advierto que es una historia algo larga en realidad.
Foolish se encogió de hombros.
— I'm listening. — susurró, como aquella vez hace muchos años al enterarse de que quien estaba frente a él era un príncipe.
Vegetta sonrió ante el deja vú vivido. Observó las esmeraldas de Foolish, quienes esperaban impacientes por la historia que tenía por contar. Este suspiró y, volviendo a dar otro sorbo a su café, comenzó a hablar. Le explicó todo desde la noche donde le prometió romper su matrimonio con su prometida. Habló de su padre, el infarto, el dolor de ver a Roier llorando en su habitación, el pánico de saber que los días del rey estaban contados y la culpa que lo invadía aunque supiese que él no era el responsable. Luego, continuó con la boda, la muerte de su padre, lo que sucedió después, su abdicación como rey, el inicio de su viaje para encontrarlo y cumplir el pedido de Akira.
De Akira... habló muchísimo de ella, de lo mucho que la extrañaba, el gran soporte que fue en su vida, la sensación insatisfecha de no haber podido ser capaz de hacerla feliz en su totalidad incluso si ella le juraba que sí y el empujoncito que la difunta reina le dio para iniciar su propio viaje en búsqueda de su felicidad.
Antes de darse cuenta, Foolish tenía una de sus manos encima de las del ex príncipe para darle confort, pues este daba indicios de querer llorar al hablar de su esposa.
— Ella quería conocerte, ¿sabes? Amó mucho la pulsera de rubíes que hiciste. — sonrió, ante un sorprendido pero halagado Foolish — De no ser por Akira... no te hubiese comenzado a buscar — las amatistas volvieron a mirar fijamente a las esmeraldas, con culpa dentro de sí — Foolish, debo ser sincero contigo: ha pasado tanto tiempo, tantos años y, a pesar de todo, confieso que te sigo amando como la primera vez. Cuando te vi ayer, bajo las estrellas, no tienes ni idea de lo feliz que me sentí al abrazarte, al escucharte, al sentirse... estoy muy contento de volver a verte.
Claro que sabía lo feliz que Vegetta se sintió. Después de todo, fue lo mismo para Foolish.
— Veyitta...
— Si hay algo de lo que me arrepiento es de no decirte lo que realmente quería ese día. De no haberme casado contigo y luchar por nuestro amor, mentirte diciendo que quería acabar con lo nuestro para enfocarme en mi reino, no quedarme cuando susurraste entre sueños que me quedara a tu lado... — dio un largo suspiro, intentando que sus emociones no le ganen — Sé que han pasado años, por lo que hubiese entendido si hubieras decidido avanzar y comenzar una familia con alguien más, estaba preparado para eso... o creí estarlo. Cuando me enteré que Leo era tu hija me sentí feliz por ti, aunque también triste ante la idea de que te había perdido para siempre y ya no tener la libertad de amarte. A pesar de ello hubiera aceptado y respetado tus elecciones, así como tú respetaste las mías en el pasado, aún si fueron egoístas y terribles para nuestra relación.
Los recuerdos de los días antes de la boda de Vegetta inundaron la mente de Foolish sin compasión, logrando que este bajase la mirada al recordar la elección del en ese entonces príncipe.
— Sin embargo. — continuó él, tomando la mano del rubio y acariciándola — Estás aquí, estoy aquí, ya no hay nada que pueda evitar que nos amemos. Por lo que... — entrelazo sus dedos con los de Foolish, ofreciéndole la sonrisa más sincera que podía mostrar — Quisiera saber si una relación entre los dos todavía es posible.
El cuerpo de Foolish se estremeció. Vegetta tenía razón en una cosa: no había nada ya que les impidiera reanudar su amor y volver a aquellos momentos de gloria a su lado. El corazón y los sentimientos de Foolish parecían estar de acuerdo, pues le pedían dejarse llevar, pararse ahí mismo y correr a sus brazos. Su querido príncipe lo miraba expectante, y él quería corresponder con la misma calidez a las amatistas más hermosas que vio en su vida.
Pero, aun así, sus piernas no se movieron.
— This is all very sudden. — dijo finalmente — Veyitta, I... estoy muy confundido ahora mismo. My... tengo los sentimientos hechos un revoltijo. — alzó un poco la voz ante ello, intentando demostrar lo impactado que se encontraba y el debate interno que tenía en esos instantes — No me siento preparado para darte una respuesta, ¡ni siquiera veía posible el volver a verte! — se soltó del agarre de la mano de Vegetta — Es demasiada información en tan poco tiempo y, aunque también me siento muy feliz de verte, es... — tenía que ser fuerte, por más que aún lo quisiera simplemente él... — It's complicated. Necesito pensarlo, por Leo y... por mí. Todavía recuerdo la noche donde dijiste que dejarme sería un sacrificio que estabas dispuesto a realizar; es... doloroso y aunque yo todavía... todavía te ame, la verdad es que necesito tiempo, un poco más de tiempo para pensarlo con tranquilidad... lo necesito.
Las amatistas de Vegetta parecieron perder su brillo luego de dicha respuesta, Sin embargo, sonrió levemente, asintiendo.
— Por supuesto, comprendo. — respondió, con un poco de decepción en la voz — Al menos, me alivia por fin poder disculparme contigo y decirte la verdad.
— Igual no es del todo un no. — ¡oh, sus sentimientos esta vez actuaron más rápido que su mente! — Just... give me some time to think.
— Lo haré. — afirmó, un poco más esperanzado — ¡Buah! Bueno, es lo lógico, hubiese sido muy cuento de hadas que solo viniendo aquí tú y yo pudiéramos volver a ser lo que fuimos en el pasado. — continuó entre risas, intentando aligerar el ambiente.
— ¿Qué fuimos exactamente? — susurró Foolish más para sí que para Vegetta. Sin embargo, el azabache lo observó y, con los ojos brillando cual constelación, le sonrió.
— Lo fuimos todo. — y miró hacia otro lado después, pero Foolish aún pudo sentir electricidad recorrer su cuerpo ante tal frase — Foolish, respetaré tu decisión y te daré todo el tiempo del mundo para una respuesta, sea positiva o negativa. Sin embargo, ¿me permitirías visitarte de vez en cuando?
— Of course, you owe me breakfast. — dijo en automático, procesando lo que parecía era una despedida momentánea con Vegetta — You... where willl you go?
El pánico de que esto fuese un sueño y no volverlo a ver se apoderó otra vez de su persona.
— No creo que sea adecuado quedarme a vivir contigo y Leonarda, por lo que buscaré una habitación en el pueblo para quedarme. Estaré una temporada por aquí, buscaré un empleo y veré qué hacer después. Ya cumplí con mi objetivo principal, si te soy sincero, no sé qué más hacer. — agarró la mochila que había dejado en una esquina de la cabaña. — Gracias por el desayuno. Si me disculpas, tengo precios de habitaciones que regatear.
— ¿Prince Veyitta regateando? — no pudo evitar decirlo con sarcasmo.
— Me he vuelto un experto con los años. — dijo, orgulloso — Y es solo Vegetta ahora, Foolish... aunque Veyitta siempre me ha gustado más. — el rubio no pudo evitar sonrojarse ante ello — Entonces, si me disculpas...
— Sí, hasta luego — abrió la puerta para que Vegetta se fuera y este le agradeció — ¡Ve... Veyitta!
— ¿Sí, Foolish?
— El hotel del pueblo está cerca de la plaza; mi trabajo, cerca de la biblioteca. Termino de guardar todo alrededor de las nueve de la noche. Quizá... si te pasas por ahí algún día podríamos conversar un poco más.
Parece que Vegetta no se esperaba esas palabras, por lo que sonrió nuevamente.
— Te tomaré la palabra.
Al Vegetta irse, Foolish cerró la puerta y soltó el suspiro más largo que había tenido en su vida. Se tiró en la silla más cercana, sintiendo a su corazón latir incontrolable por todas las emociones que acababa de experimentar luego de mucho tiempo en tan pocas horas. Sentía que había hecho lo correcto al no lanzarse al primer intento a los brazos del azabache por más que sus sentimientos hacia él siguieran fervientes dentro de sí, pues el miedo de que todo se esfumara otra vez y volver a sufrir era algo que no quería experimentar. Ya no era el viajero sin ataduras que iba de aquí para allá, ahora tenía una niña que no merecía verlo triste y derrotado cada día, por lo que se tomaría su tiempo en volver a conocer a Vegetta y, cuando esté en paz con todo lo dicho por él, tomar una decisión.
— ¡Aquí lo tienes! — Foolish le mostraba a su comprador del día el objeto que este le había encargado — Amatistas alrededor y en el centro una perla, se volverá de sus accesorios predilectos en cuanto lo vea.
— ¡Eres increíble, Foolish! — Missa agarró la pulsera con delicadeza y sonreía — De su color favorito, estoy seguro que a Tallulah le gustará por su cumpleaños ¿Qué opinas, Chayanne? — esta vez se dirigió a su izquierda, donde un niño de cabellos rubios con una espada de juguete lo miraba curioso.
— Me gusta, ¡pero mi hermanita merece mucho más!
— ¡Y por supuesto que lo tendrá! — claro que Foolish esperaba esa respuesta, por lo que atrajo la atención de los dos y sacó un objeto más — Como cortesía de la casa y por todo lo que su familia me apoyó cuando Leo y yo llegamos aquí, hice una escultura de ella. No es mucho, pero espero que le guste el detalle.
Ahora era Chayanne quien agarraba el nuevo regalo. En ello, se podía apreciar a la niña sentada en un piso rodeada de flores muy detalladas, usando su flauta como si estuviese tocando una melodía.
— No podemos aceptarlo, ¿cuánto sería? — Missa ya había sacado su billetera pero el vendedor se negó, agarrando nuevamente la estatua y la pulsera y poniéndolas en dos bolsitas separadas.
— It's a present. Está bien. — le sonrió, dándole los objetos — deséenle feliz cumpleaños de mi parte.
— Lo haremos — asintió el músico con alegría — Gracias, Foolish. Chayanne, ¿qué se dice?
— ¡Muchas gracias, tío Foolish!
Este sonrió mientras se despidió de ellos.
Fue simplemente instantes luego de que padre e hijo se retiraran cuando los ojos esmeraldas captaron, a unos metros de distancia, otro cabello azabache revoloteando contra el viento. No sabía a dónde se dirigía, pero sí que sabía lo que llevaba en aquella caja cuya etiqueta tenía la cara de un Bad sonriente: Vegetta había comenzado a trabajar para su amienemigo en la biblioteca, y una de sus labores consistía en entregar libros a quienes no tenían tiempo de ir a la biblioteca, así como también aparecerse en las casas de quienes aún no los devolvían. Un servicio de delivery que nunca había visto, pero de Bad se esperaba ya lo que sea. Decidió enfocar su mirada en las esculturas y baratijas que tenía pendientes de acabar, mas el de ojos amatistas lo notó a la distancia y le saludó antes de continuar con su recorrido, respondiéndole Foolish con una leve sonrisa.
Ver a Vegetta en el pueblo se sentía irreal. A veces chocaban en el mercado, otras veces lo veía conversando con los demás pueblerinos o, en otras, era simplemente uno más de los transeúntes que pasaban por su tienda en un día cualquiera. Su presencia ahí era tan disonante a cuando lo conoció como príncipe, siempre recibiendo alabanzas e imponiendo respeto frente a todos a su alrededor. Aquí, a ojos de los demás, Vegetta era una simple persona, uno más, aunque para Foolish "simple" era un término que jamás se atrevería a usar para describirlo.
No habían podido conversar apropiadamente desde el día del reencuentro pues el de ojos amatistas se había enfocado en buscar un trabajo adecuado para él. A lo mucho, Foolish le había dado sugerencias en un breve encuentro entre los dos, sintiéndose feliz cuando Vegetta le agradecía, aunque nunca se esperó que terminase trabajando con Bad. En fin, daba igual, mientras el azabache pudiese tener algo con lo que mantenerse por sí mismo, Foolish estaba más que agradeció pues, por ello, podía seguir admirándolo.
Seguía enamorado de Vegetta, eso no lo iba a negar, sin embargo, estaba cómodo con el como iban las cosas.
— Entrega especial para Veyitta de Luque. — cierto día, Foolish se acercó a la biblioteca bajo la excusa de acompañar a Leonarda a buscar un libro de Física. Su verdadero objetivo era hablar con Vegetta, quien ese día estaba de recepcionista en el edificio.
— ¿Foolish? Qué sorpresa verte por aquí. — respondió, dejando el libro que estaba leyendo a un costado — ¿Con pedido te refieres a...?
— Yeah, lo que estás pensando. — sacó de su bolso la pulsera de esmeraldas, entregándosela a un emocionado Vegetta, quien no esperó para volver a ponérsela — Con diez doradas monedas me conformo. — el ex príncipe rio — Did I say something funny?
— Monedas doradas, Foolish, pero igual se entiende.
— Fudge, aún me mareo un poco con el orden.
E intentar permanecer tranquilo frente a Vegetta se le hacía aún más difícil. Observó a otro lado, notando una escultura familiar para él, ¿cómo no? Si el mismo Foolish la hizo: la pequeña estatua de estrella se encontraba reluciente en la recepción, tan bonita como cuando la creó.
— Aun la conservas. — dijo, estupefacto. Vegetta miró hacia donde las esmeraldas observaban y asintió.
— No podría jamás olvidarme jamás de la escultura que fue el desencadenante de nuestra primera conversación. — la acarició, con los ojos chispeantes — la traje aquí para siempre verla cuando estoy trabajando, es un bonito decorado y tiene muchas memorias consigo.
Foolish se sentía feliz de que aquella preciosa escultura de estrella cayera en buenas manos.
— Me alegra saber eso. Y por cierto: ¿Qué tal la vida en la biblioteca?
— Muy bien, de hecho. Es calmado y puedo leer cuando no hay mucha gente o estoy entregando un libro. El trabajo perfecto.
— I'm glad. Es un buen lugar, aunque el dueño no es de mi gusto.
— ¿Ah, sí? A mí me dijo que eran mejores amigos... ¡Espera! ¿Es ese Badboy del que siempre me hablabas?
— Yeah, that bastard. — pero sonreía mientras lo decía — No tengo ni idea de cómo terminamos en el mismo pueblo de nuevo. Anyways, ama decir falsos rumores sobre mí, be careful.
— ¡Ah! Así que te importa lo que yo piense de ti. — respondió con picardía, logrando que el de piel dorada se sonrojara — Me dijo algo el otro día, sobre que has salido con la mayoría de gente de este pueblo y...
— That's not true! — gritó, para luego ser callado por Vegetta pues seguían en la biblioteca — Y respecto a lo primero, bueno, ¿sí? Yo...
— Descuida Foolish, te conozco, unas cuantas bromas no cambiarán mi percepción de ti.
Eso alivió su corazón.
— ¡Vege! — Leonarda apareció y dejó un libro en la recepción — ¡Me llevaré este libro para estudiar!
— ¡A la orden, Leo! Además... — se dio la vuelta y sacó un libro que se encontraba en una estantería detrás suyo — ¿Por qué no te llevas este también? Un breve cuento para distraerse luego de estudiar.
— ¿Oh? — la niña examinó el libro, cuyo título hacía alusión a unos huevitos en busca de aventuras — ¿Aquí los protagonistas también se mueren como en los cuentos de pa Foolich?
— ¡Leo! — le recrimina el rubio, avergonzado, mas Vegetta solo rio bajito.
— Tendrás que leerlo para averiguarlo. — respondió el de ojos amatistas.
— ¡Va! — asintió la niña, alzando una de sus manos para chocarla con la de Vegetta — Pa, ¿puedo ir primero a casa? Quiero leer el cuen... ¡digo! Quiero leer el libro de Física para mi examen.
— Claro, estudiar, right. — habló Foolish con sarcasmo — En un momento te acompaño, ¿sí? Debo ir primero a comprar los ingredientes para el almuerzo de hoy. — Leonarda aceptó y se encaminó por su cuenta a las afueras de la biblioteca.
— De verdad que Leo es un amor. — dijo Vegetta como cumplido.
— Lo es, sí que lo es. — pensaba despedirse de una vez para ir a hacer sus propias cosas, aunque en el fondo sí que quería quedarse un poquito más — Well, see ya when I see ya!
— Espera, Foolish. — lo detuvo — ¿Mañana te puedo tomar la palabra de la vez que conversamos en tu casa?
— ¿Huh?
— Ya que mis aposentos se encuentran en la misma dirección de tu hogar, podríamos ir caminando juntos por un rato y conversar.
— Sure! Será divertido.
Se despidieron finalmente, estando ambos emocionados por dentro con su futura caminata.
Lo que en un inicio parecía solo una caminata fortuita se terminó convirtiendo en su rutina. No solo era Vegetta quien a veces aparecía en su puesto apenas era la hora de cerrar, sino que también el mismo Foolish se acercaba a la biblioteca a esperarlo terminar su turno y tener sus charlas diarias, aguantando por supuesto las bromas que Bad le hacía cuando lo veía llegar ahí. Daba igual, para Foolish, hablar con Vegetta sobre su día, sobre Leo, y anécdotas que les ocurrían durante sus horas de trabajo era nostálgico, devolviéndolo al pasado, donde el entonces viajero esperaba cada noche impaciente a que el príncipe del reino apareciera frente a él, simplemente para conversar.
— Badboy es realmente un buen chico, ¡te lo digo en serio! — dijo Vegetta sin dejar de reir, luego de que Foolish le comentara como el mencionado lo tuvo por más de dos horas decidiendo el pedido que quería hacerle — Deberías verlo haciendo de cuenta cuentos los viernes, ¡los niños lo adoran!
— ¡Un maestro del engaño es lo que es! — Foolish rodó los ojos — Yo podría ser mejor cuenta cuentos que él. — movió sus manos mientras relataba uno de los cuentos que le relataba a Leo antes de dormir, causando más risas por parte de su acompañante.
— No lo dudo.
En eso, durante uno de los movimientos de Foolish, una de sus manos choca sin querer con la de Vegetta, sintiendo el nerviosismo volver a invadir su cuerpo. La confianza que había vuelto a ganar al estar al lado del azabache se sentía caer, sonrojándose y deteniéndose abruptamente.
— Sorry! — se apartó, recibiendo una negativa por parte de Vegetta — No fue mi intención.
— Descuida, fue sin querer. — respondió él — Ya llegamos a mi hogar, ¿te veo mañana?
— Cuenta con ello.
Se despidieron, con un Vegetta que se le quedó viendo hasta perderlo de vista y un Foolish lamentándose por actuar tan avergonzado. Ya en su hogar, Leo lo recibió con un abrazo y el rubio se dedicó a preparar la cena para los dos. El recuerdo del roce entre sus manos lo tenía distraído durante la cena, formándosele una sonrisita divertida de vez en cuando al regresar esa pequeña memoria a su mente, prueba de lo feliz que su corazón se sintió con ese pequeño detalle accidental.
Leonarda lo notó, por supuesto, pero solo se quedó observando.
Noches después, durante una charla sobre el alza de precios en el mercado entre los dos hombres, nuevamente, sus manos se rozaron. Esta vez, sin embargo, Foolish se armó de valor y tomó la mano de Vegetta, entrelazando sus dedos con los de él. Estaba nervioso, deseoso también de volver a sentir el contacto entre sus pieles, terminando por separarse luego de un breve instante, con la cara roja cual tomate. No se sentía capaz de ver a Vegetta a los ojos pues creía que, de hacerlo, se avergonzaría aún más al actuar como si fuera un novato en esos temas.
— It's ok, Foolish. — lentamente, observó a los ojos amatistas luego de esas palabras — Tómate todo el tiempo que quieras, no te apresures en tomar una decisión. Yo me quedaré aquí.
No lo apresuró, ni le exigió nada por tal acto. Al contrario, Vegetta solo le sonrió y reanudaron la caminata. Foolish se sentía muy agradecido por ello, siguiéndole el paso y sintiéndose seguro. A partir de esa noche, cada vez que caminaban uno al lado del otro, Foolish tomaba la mano de Vegetta por unos instantes hasta que el propio calor de sus mejillas le decía que era suficiente. Vegetta solo sonreía y a veces era él quien iniciaba el acto, poniéndose incluso más nervioso al rubio, aunque no por ello menos feliz.
Sin palabras, sin cuestiones, los dos pasaban dichas noches en su burbuja bajo la protección de las estrellas.
¿Qué pasaba por sus mentes durante esos instantes? Para Foolish, estas interacciones eran pequeñas victorias que hacían a su corazón más seguro de tomar, por fin, una decisión. Vegetta quizá intuía ello, por lo que solo lo dejaba ser y respetaba lo que Foolish hacía y quería, dispuesto a ser él quien esta vez lo esperara.
Leonarda logró invitar a Vegetta a cenar a su casa por fin. Junto a Foolish, ambos hicieron la cena más rica que habían preparado en su vida, esperando los dos que las amatistas de Vegetta brillasen al comerla por lo deliciosa que esta estaría. Cuando el invitado llegó, la niña saltó a sus brazos y lo llevó a rastras al comedor, donde todo ya estaba preparado y solo quedaba comer. Así lo hicieron, felicitando Vegetta a la familia de dos y teniendo una conversación amena mientras terminaban con todo lo que se hallaba en sus platos. Foolish, al ver a sus dos seres más queridos interactuar y pasarla bien, sintió que esto es lo que le gustaría ver cada día si fueran una familia, teniendo el impulso de querer abrazarlos y decirles lo mucho que los quería. Sin embargo, solo optó por dedicarse a terminar su cena y ver a su pequeña contarle a Vegetta como le había ido hoy en la escuela, al mismo tiempo que el ex príncipe le preguntaba cada detalle con suma curiosidad.
— Vege. — dijo Leonarda ya cuando los tres habían terminado de cenar — ¿Te puedo hacer una pregunta?
— Claro, pollito.
— ¿Te gusta alguien?
Tanto Foolish como Vegetta tosieron con aquella pregunta. La niña los miró divertida, pero no dijo nada más, poniéndose en medio de los dos y dándoles palmaditas en la espalda para que recuperaran la compostura.
— ¡Leo! — le reprendió el de ojos esmeraldas — No puedes hacer preguntas así a los invitados.
— Está bien, Foolish. — respondió Vegetta, ya de nuevo calmado — ¿Por qué lo preguntas?
Leo lo observó y se acercó a su padre mientras lo abrazaba.
— Es que... ¡mi papá es un buen partido, ¿sabes?! ¡Siempre habla de ti y sonríe cuando lo hace!
— ¡Leonarda Brown! — volvió a decir el de piel dorada, con la cara rojísima de la vergüenza, Vegetta solo soltó una carcajada. — ¿De qué te ríes?
— ¡Nada!... Leo, escucha, tienes toda la razón: tu padre es... especial. — dijo con una voz calmada y llena de nostalgia — Es una persona muy inteligente, divertida, increíble, estoy seguro que sabes de lo que hablo, pero Foolish es... — ahora lo observaba a él, con sus ojos brillantes y un poco de rosa en sus mejillas — Alguien que haría dichoso a cualquiera.
Los ojitos de Foolish chispearon al escuchar tales palabras. Vegetta era un tonto a sus ojos, ¡cómo se atrevía a decir ese cumplido tan bonito! Si pudiese, se acercaría a él y le diría que los dos lo eran.
— Hablas muy bonito de mi pa, ¿acaso te gusta él?
— Leonarda, ¿no quieres ir a dormir ya?
— ¡Eres un aguafiestas, Foolich! — bufó la pequeña.
— Yo me iré yendo entonces. — respondió el ex príncipe — Mañana debo levantarme temprano y tú también, pequeñita.
— ¿¡También eres un aguafiestas, Vege!? — exclamó ella, riendo. — Está bien, ¡pero esto queda pendiente!
— ¡Leo! — volvió a gritar Foolish, pero la niña ya había corrido a su habitación entre risas — Perdona por eso, Veyitta.
— No hay nada de qué disculparse, ella no estaba para nada alejada de la verdad. -—susurró, el corazón de Foolish se aceleró — Muchas gracias por la cena.
— Eres bienvenido cuando quieras.
Vegetta asintió, agradeciendo nuevamente y terminando por retirarse de la cabaña.
Foolish corrió hacia el cuarto de Leo, quien lo esperaba escondida entre las sábanas. Ya ahí, el de ojos esmeraldas se acercó y, para sorpresa de la niña, comenzó a hacerle cosquillas.
— Little missy, ¿qué fue eso? — dijo, riendo porque ahora era Leo quien le contraatacó con cosquillas — Te encanta el chisme, ¿eh?
— ¡Solo estaba bromeando! — respondió, aceptando que la guerra de cosquillas terminase cuando Foolish le dio un abrazo.
— Bien, te creeré, pero ya es hora de dormir. — le dio un beso en la frente y se preparaba para apagar la luz.
— Pa. — mas un susurro de Leo antes de que Foolish lo hiciese lo detuvo — Estás feliz.
— Hoy fue un buen día en el trabajo. Claro que estoy feliz.
— Y ayer, y antes de ayer, y muy antes del antes de ayer. —rio la pequeña — De hecho, te veo muy feliz desde que Vege apareció en nuestras vidas.
Foolish tartamudeó ante las palabras de una sonriente Leo, quien disfrutaba ver a su papá nervioso.
— ¡Leo! No es... no es así. Es un viejo amigo... ya te lo comenté.
— Si estás tan feliz con Vege deberías dejar que se quede a vivir aquí con nosotros. — respondió la ojiverde, ignorándolo por completo — Me hace feliz verte feliz, pa. Yo siempre... rezo a las estrellas para verte feliz, para que las veas feliz. Desde que te conocí, siempre parecías triste cuando se hacía de noche, pero ahora sonríes más que nunca.
¿Hasta su hija se había dado cuenta de sus sentimientos por Vegetta? Foolish suspiró, despeinando a Leonarda con una de sus manos.
— ¡Oye! — dijo la niña, riendo — Por cierto, ¿podemos invitar a cenar a Vege otro día? ¡Aún no me cuenta todas sus historias!
— Por supuesto, Leo, ya hablaremos de eso mañana. — respondió, cobijándola — Ya es tarde y debes dormir que hay escuela.
— ¡Buu!
— Estoy de acuerdo, pero shhh. — sonrió su padre — Que si no los maestros te escucharán y reprobarás. — Leo asintió entre risas — Well! Another beautiful day, descansa Leo.
— ¡Eres el besti besti! Y no te olvides de lo que te dije: ¡Vege podría vivir aquí! Aunque yo seguiré teniendo la habitación más grande, eso no se discute. — Foolish rio.
— Ya veremos, ya veremos.
Salió de la habitación y cerró la puerta ¡Su niña era todo un mar de sorpresas! Se encaminó a su propio cuarto y se recostó en la cama, mirando las estrellas como se le hacía habitual., listo para descansar.
Leonarda tenía razón, Foolish ya no miraba a los brillantes astros con nostalgia ni tristeza, sino con esperanzas, sino con ilusión... del mismo modo en que las veía durante su relación con Vegetta.
Esa noche, Foolish tomó su decisión.
Cumpliéndose medio año desde que Vegetta volvió a su vida, Foolish se dispuso a tomarlo de la mano durante toda la travesía que duró su caminata. No por unos instantes ni hasta que alguno señalase algo, no, estuvieron todo el momento, desde que se encontraron en la biblioteca hasta llegar al hotel donde se hospedaba Vegetta, con las manos entrelazadas. Cuando llegaron al final, ya con solo las despedidas por decirse, ambos se miraron, nerviosos, sin saber cómo continuar.
— Ya puedes soltarme, Foolish. — dijo el de ojos amatistas, notando como las mejillas del mencionado se tornaban carmesí.
— ¡Oh! Yeah... — dijo él, sin embargo, no lo hacía — But I don't want to.
Vegetta se sorprendió ante aquella respuesta. Ahora era él quien sentía sus mejillas arder, esperando impaciente lo que sea que Foolish planeaba hacer.
— Vegetta.
— ¿No Veyitta?
— No ahora. — siguió — Vegetta, ya he tomado una decisión.
— ¿Y esa decisión... — respondió, nervioso — cuál es?
— Let me show you.
Jaló al hombre y lo acercó a él, para luego besarlo en los labios como deseaba desde que se volvieron a encontrar. Una explosión de felicidad lo invadió esta vez, más cuando se percató de que el beso había sido correspondido inmediatamente por el de ojos amatistas. Se sentía un poco torpe pues, debía admitir, no había besado a alguien desde Vegetta, por lo que soltaba pequeñas risitas que se extinguen al instante en que el otro tomaba riendas del beso y lo guiaba como tantas veces había hecho en el pasado. Se separan, con la respiración agitada y ahora las dos manos entrelazadas, y se observan con el cariño que nunca los dejó.
— No quiero volver a soltar tu mano nunca más. I love you, Veyitta. — susurra Foolish, volviendo al apodo habitual — No he podido dejar de amarte durante todos estos años. Estar contigo como antes se ha sentido increíble e irreal que... tengo miedo de que si vuelvo a dejar que me ames y amarte todo vuelva a desaparecer, tenía mucho miedo de eso, aún lo tengo, pero no quiero perder todo lo que nos queda por vivir escondido de mis propios sentimientos, ya no. — gotas cristalinas comenzaron a salir de sus ojos, permitiéndose sentir y desahogarse al lado de su amado — Perdóname por demorar, pero ahora solo quiero vivir y disfrutar de nuestro interrumpido amor.
Vegetta agarró las dos mejillas de Foolish y le sonrió.
— Tonto, pero si soy yo quien debería pedirte perdón por todos estos años de ausencia — sus lágrimas, porque también comenzó a llorar, eran limpiadas por las finas manos de Foolish. — Te amo, Foolish, te amo demasiado, te prometo nunca más separarme de ti, nunca más. — lo abraza — Te prometo que te demostraré siempre lo mucho que te amo.
Y Foolish estaba dispuesto a recibir todo ese amor cada día.
— Lo mismo digo. — respondió — Humn, ¿Veyitta?
— ¿Sí?
— Leo... ella hoy se quedará en casa de unos amigos suyos a tener una pijamada.
— En ese caso, ¿por qué no pasas la noche aquí conmigo?
— ¿Solo llevamos besándonos unos minutos y ya me quieres hacer una propuesta indecente?
Vegetta soltó una carcajada.
— Sí, la verdad es que sí.
Sonrieron cómplices, entrando de la mano al hogar de Vegetta, del mismo modo que en el pasado era este quien visitaba el de Foolish.
Foolish despertó a la mañana siguiente, con una sonrisa inmensa en su rostro debido a que había tenido el mejor de los descansos y abrazado a las sábanas que cubrían su cuerpo. Por un momento, se sintió desorientado al percatarse de que no se hallaba en su casa para después sonrojarse ante los recuerdos de la noche y madrugada anterior. Estiró su mano en busca del cuerpo en el que se quedó dormido, no encontrándolo y parándose de inmediato ante ello ¿Dónde estaba? Miró a cada lado de la habitación, pero las señales de Vegetta eran inexistentes.
— ¿Veyi...?
Estaba a punto de llamar su nombre cuando la puerta se abrió y, de ella, la persona que lo había amado durante tanto tiempo se encontraba ahí, con bandeja en mano, sonriéndole mientras se sentaba en la cama y se acercaba a él para darle un beso en los labios.
— Buenos días, my love. Te debía un desayuno, ¿no es así?
Foolish recordó aquella promesa y solo pudo sonreír del alivio. Abrazó a Vegetta y chocó su nariz con la de él, dándose mimos para eliminar por fin toda duda que hubiese alguna vez continuado en su mente. No tenía por qué dudar de él, le había demostrado en todo este tiempo que esta vez sí podrían estar juntos y vivir su amor, sin obligaciones ni destinos ni obstáculos que lo impidan.
Podrían ser libres de darse una segunda oportunidad.
— ¿Te encuentras bien, Foolish? — dijo con preocupación, mas el rubio asintió y lo volvió a besar.
— Ahora sí, contigo aquí sí.
— Mi Foolish, de ahora en adelante siempre será de este modo, solo felicidad. — se miraron, contentos de que esa conexión entre sus ojos siguiese latente como la primera vez — Ya lo sabes, you and me...
— And Leonarda!
— Por supuesto, ¡cómo olvidarla! — sonrió — You, Leonarda and me only, together in this life.
Y esta vez sería verdad.
Espero les haya gustado ¡Nos leemos pronto!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top