95.

—Ya llegué, estrellita!

México apenas se quitó los zapatos antes de escabullirse entre las sábanas para abrazarse a USA

—Mex

El estadounidense susurró aún perdido entre sus sueños, hizo un ruido molesto cuando su pareja empezó a tocarle el pectoral y a rozarse en su espalda

—Es muy tarde... Y hueles horrible
—Mi estrellita —sonrió acariciando esas piernas
—Estás ebrio —se dió vuelta para alejar a México de él— y hueles a otra persona.
—A lo único que quiero oler es a ti —intentó besarlo, pero lo empujaron
—Me niego a todo mientras huelas a otro Omega! Tienes ese aroma encima y no lo tolero
—No hice nada

México no estaba tan ebrio como para no darse cuenta de la indirecta. Así que se levantó y quiso aclarar todo

—Estrellita, no hice nada. Vine a casa directo
—No me interesa. No me des explicaciones —hizo un ruidito molesto antes de recostarse y envolvese con las mantas—. Quítate ese aroma de encima y puedes volver
—Pero déjame contarte...
—Solo date un baño y vuelve. No quiero que me cuentes nada de lo que pasó en la fiesta —suspiró—. Vivo mejor en la ignorancia, Mex.
—Te contaré todo cuando vuelva

México se fue casi corriendo a la ducha. Sabía que debía dar evidencia de que no cometió otro error. No bebió tanto, recuerda todo. Apenas sintió que su mente se estaba alborotando, se encaminó al departamento que compartía con su compañero.

Se estaba esforzando

No iba a cometer otro error

Porque amaba a USA y solo quería estar con él.

A pesar de que sabía que USA no le iba a creer así de fácil, lo intentaría hasta el cansancio porque no quería hacerlo sufrir. Ya había pasado por mucho. Solo quería verlo feliz y disfrutar de la dulzura que le otrogaba las feromonas cuando USA le expresaba su amor y confianza

Quería que todo volviera a la normalidad, como antes

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