155.
—Puedo tocarte un poco?
México lo observaba muy seguido, angustiado por la salud de su compañero. USA estaba recostado en el sofá, acariciando su vientre de cinco meses y medio, adormilado, cansado.
—No
—Déjame llevarte a la habitación al menos
—No puedes cargarme
—Lo he hecho antes
—No conmigo gestando. No quiero arriesgarme a que me dejes caer
—No te haría daño, estrellita
USA lo miró feo y México soltó una risita incómoda
—Solo mi cabello por hoy
México se arrodilló en el suelo, admirando un momento la expresión cansada de USA, las ojeras, la palidez, sus pómulos marcados porque USA había lidiado con un embarazo difícil que se llevó su buena salud.
Le acarició la frente y después repasó esos cabellos con cariño y cuidado. Lo admiró con devoción, incluso empezó a tararear una suave tonada que recordaba haber usado cuando él y USA cuidaban a los niños de URSS
Lo vio llorar en silencio, seguramente recordando lo mismo que él. Le dijo que lo sentía antes de ver a USA quedarse dormido aferrado a su vientre.
—Todo iray bien, estrellita
Lo cubrió con una manta, se aseguró de que estuviera cómodo y le dejó un pequeño plato con frutos secos para que comiera apenas se despertara
Derramó sus feromonas en la estancia de forma sutil y fue a la cocina a preparar una cena ligera. Lo quería cuidar más que a nadie. Y esperaba fervientemente que lo perdonara algún día.
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