—Lo siento. No volverá a pasar

México agachó la cabeza levemente mientras cerraba sus ojos con fuerza

—He escuchado eso muchas veces antes. Ya no importa
—En serio, USA —lo miró suplicante—. Buscaré una solución
—Dije que ya no importa. Dejó de dolerme después de la tercera vez

USA rodó los ojos. Había pasado ya por el proceso de aceptación, aunque no fue nada fácil.

—Pero...
—Al menos era atractivo o guapa? —sonrió—. Me ofenderé si te acostaste con alguien menos agraciado que yo
—Esto no es un chiste
—Tus promesas de cambiar son un chiste. Yo hablo en serio... Quiero saber con quién estuviste
—No voy a hablar de eso
—Eres tan aburrido —USA bufó fastidiado—. Iré a mis reuniones de trabajo. No me esperes despierto, tardaré.

El norteamericano suspiró antes de salir con calma, sabía que su pareja no lo iba a perseguir con súplicas incoherentes o excusas. No había caso ya. Habían pasado por eso muchas veces, ya dejó de doler.

Ahora solo había un leve resentimiento, un dolor efímero y unas inmensas ganas de vomitar. Lo controlaba bien. Ya podía seguir con su vida a pesar de todo.

Pero para México era una alerta evidente. El que su pareja ya no mostrara interés significaba que ya no era lo suficientemente importante, ya lo superó, ya no había remedio. Ya no era digno de confianza o esperanza.

Lo estaba perdiendo.