La llamaste, no contestó.

—Trata una vez más.

—No Dannah, ya no más.

Querías oírla pero nunca contestaba.

—Por mi — pidió Dannah, siempre pensaste que ella era la mujer más maravillosa del mundo, aún siendo tu ex-novia te alentaba a volver con tu actual amor.

Lo hiciste, por ella.

Sonó.

— ...

El primer sonido.

Nada.

—...

El segundo.

Nada.

Te rendiste.

—¿Bueno?

Contestaron, sentiste tu corazón volcarse.

—¿Miki?

Cuestionaste, dudabas de esa voz.

—No, la señorita Miki ha dejado su móvil en la casa, pero puedo anotarle su recado — respondieron y eso te enfadó.

—No, déjelo, gracias de igual manera — agregaste sin perder los modales, cómo también para acabar la conversación.

— ¿Y? — preguntó ansiosa Dannah.

No dijiste nada. La besaste en la frente, tomaste tus llaves y tu chaqueta.

Siempre pensé que tenías poco control de tus emociones. Ahora lo comprobé.

Y Miki era el nombre de tu verduga. Tan bello nombre.

Y tan doloroso peso el que caía en el también.

13122015