Quería matar a quien fuera que le había hecho eso, y estaba por hacerlo cuando reconoció el rostro del azabache entre la oscuridad. Lo observó con enojo esperando una respuesta digna, aunque esté solo le devolvió la mueca de desagrado agregando una nariz arrugada.

  — ¿Pero qué estabas bebiendo? Demonios, huele horrible. — Se alejó un poco de su cuerpo mirando a los lados.

  — Espera, tengo una pregunta mejor   — Movió sus manos para enfatizar —. ¿Qué mierdas estás haciendo aquí? — La bebida le estaba haciendo efecto, no encontraba la razón por la cual debería hablar sin groserías. Afinco su dedo sobre el pecho del azabache. — Tú deberías estar en la jodida Francia, no aquí. Carajo.

  — ¿En serio lo preguntas? ¡Tu mismo me dijiste por medio de un mensaje de voz que estabas devastado y que te querías matar! Vine para ver si no habías hecho del imbécil ya.

  — ¡Ese mensaje lo envié hace una semana! — exclamo ahora liberándose del agarre del azabache, se tambaleo un poco pero consiguió mantener el equilibrio. — Hasta podría quejarme por el hecho de que llegaras tan tarde.

  — Oh perdón Señor me voy a matar. Pero tenia asuntos que atender en Francia. Ahora muevete, estas borracho.