X X.
Cuando Takeru jugaba con sus compañeros de equipo de basquetbol o cuando iba a las competiciones de artes marciales que su abuelo siempre lo inscribía, por alguna razón, no podía dejar de mirar las gradas o cualquier lugar donde se pudiera encontrar una cantidad inmensa de personas que gritaban y brincaban, en ese momento, el ruido que todos ellos hacían, desaparecía y sentía como el tiempo corría demasiado lento porque solo se enfocaba en algo mucho más importante, sus ojos buscaban a alguien, teniendo un poco de esperanza, incluso, desesperado porque realmente estuvieran ahí pero cuando no los podía ver, cuando era imposible de verlos porque muy dentro de él, sabía que ellos nunca más estarían a su lado, solo suspiraba y se rendía, prefería enfocarse en otros asuntos, prefería tener la cabeza fría y no volver a pensar en ello aunque para la siguiente competición, haría lo mismo.
Por más que quisiera jurarse que nunca más lo volvería hacer, era imposible porque todas esas veces, seguiría buscando.
Era lo mismo que hacía desde que era un pequeño niño y se dio cuenta de un momento a otro, que sus padres nunca volverían a llegar por él a la escuela. No hablo por varios días, no quería hacer contacto con nadie, en ese momento, solo quería los abrazos de su padre como los besos de su mamá. Quería estar en la seguridad de sus brazos, quería estar siempre a su lado, cuando asustaban a los fantasmas que había debajo de su cama o de su closet. Aquellas comidas deliciosas que mamá siempre le preparaba como los golpes que le solía dar en la cabeza con el cucharon por culpa de algunas travesuras que solía hacer con todos sus amigos. Solo quería que le tomaran de la mano una vez más, solo quería estar a su lado una vez más. Dormir a su lado, ir a salir a comer algún helado y pedirles ayuda para escapar de algún perro que no lo quería dejar de molestar. Pero para su desgracia, la última vez que los vio, fue en aquellos ataúdes de madera que solo veía como se los llevaban. Su abuelo, con todas sus fuerzas, lo detuvo para que no los siguiera, para que incluso, no quisiera saltar a la tierra para poder estar a su lado. Solo recuerda como su abuelo lo abrazaba con todas sus fuerzas, como su abuela lloraba a su lado mientras cubría su rostro con un pañuelo. Mientras él, él solo gritaba desesperado.
¿Cómo no llorar desesperado cuando veías como tus padres eran enterrados?
Gritaba desesperado para que ellos abrieran los ojos una vez más pero lamentablemente, no fue así. Lloraba desconsolado, solo quería que todo fuera una mala pesadilla pero al ver sus pequeños brazos llenos de moretones, se dio cuenta que las cosas no iban a ser como esperaba. Esa era una cruel realidad de la que era imposible escapar.
--¡Por favor! ¡Mamá tiene que hacer pasteles para la reunión de la escuela! ¡Papá tiene que ayudar al abuelo en las competencias! --Gritaba desesperado.-- ¡Regrésenme a mamá y papá!
--Por favor, Takeru --Pedía su abuela, iba hablar pero fue detenida por su esposo que solo negaba mientras lo seguía abrazando
--Déjalo que llore cariño --Hablaba con voz rota, por más que quería evitar llorar, era imposible no hacerlo.-- Déjalo que llore, ahora nosotros cuidaremos de este niño, no dejaremos de ser su única familia, él nos necesitara a partir de ahora, debemos aprender a ser fuerte --Atrajo a Takeru a su pecho, el menor, no pudo evitar abrazarlo con fuerza, sin importar que mojara y arrugara su traje negro.-- Por ahora, solo dejemos que llore, por ahora, solo permítenos caer de rodillas, mañana, seremos fuertes por él
¿Cómo no evitar llorar cuando tus padres murieron en algo que tú viste?
Al igual que un simple parpadeo, solo vio como sus padres morían. Solo vio aquella sangre en el piso al momento de escuchar un arma siendo disparada. Solo había mirado a otro lado, solo había hecho eso y al minuto siguiente, sus padres se encontraban muertos frente a él. Solo se quedo paralizado mientras escuchaba los gritos de las personas, unos llamando a los servicios médicos y otros más, tratando de alejar al pequeño niño que se encontraba observando todo pero que no era capaz de moverse.
Solo era una pesadilla más, un momento que su mente se encarga de suprimir pero cuando los recuerdos vienen, no puede evitar correr al baño y vomitar. No puede evitar llorar desconsolado y golpear cualquier cosa que se encuentra frente a él. No importaba que sus manos empezaran a sangrar, su abuelo le había enseñado que si quería sacar toda aquella furia, miedo y dolor, que no se lo quedara porque el corazón era demasiado débil y el cuerpo no podía llegar a soportar tanto, la única manera era golpear todo lo que uno quisiera, no importaba si las cosas se rompían, no importaba si uno terminaba con su misma sangre en las manos, lo más importante, era sacar todos esos sentimientos para una vez que termine de sentirse así, uno pueda llorar libremente sin sentir nada de culpa que sus hombros quieran cargar.
Aunque en ese momento, hubiera querido tener a su mejor amiga, Yusaku, a su lado. Pero para ese entonces, ella ya había desaparecido de sus vidas, ella había tenido que irse, no solo para la protección de sus padres, si no, también la suya. Quería tenerla a su lado y que le ayudara como siempre lo hizo, no tenerla en ese momento, se dio cuenta de lo solitario que se puede sentir. Un sentimiento que no quería volver a repetir.
No paraba de agradecer a sus abuelos porque siempre han estado ahí a su lado. Le educaron para que fuera un buen muchacho aunque al principio, no pudo evitar entrar a su fase rebelde, donde nada le importaba, donde siempre se metía en problemas y siempre faltaba a la escuela. Pero fue gracias a todo ese tiempo y dedicación de ellos tuvieron por él, aunque algunos regaños más de su abuelo, que pudo entrar en razón y pudo caminar por el lado correcto. Fue gracias a ellos que ahora tenía un sueño, una meta que quiere seguir y estaba más que seguro, que Kiku estaría a su lado para apoyarlo. Muchas veces ella se lo demostró, le apoyaría en cada una de las decisiones que el escogería, porque seria para bien, porque sería para ese gran futuro brillante que deseaba tener.
Takeru salió de sus pensamientos en el momento que su gato negro de curiosas patitas blancas, llego a su regazo y empezó a ronronear mientras le miraba con aquellos ojos amarillos. No pudo evitar sonreír y acariciarlo con bastante cariño, sintiendo como el minino se acomodaba mejor entre sus piernas y bostezaba por la larga siesta que de seguro, tomaría en ese momento en ese cómodo lugar. Fue unos años después, en uno de los aniversarios de la muerte de sus padres, cuando se encontró con ese minino. Era un pequeño gato enfermo que había aparecido y que justo, se había desvanecido frente a él, maullando en busca de ayuda. No dudo en ofrecérsela, llevarlo con él y salvarle la vida. Sin importar el tiempo que le dedico al cuidarlo, las horas desvelado para darle comida y su medicamento. Las salidas urgentes al veterinario y pasando noches de vela para saber sobre él. Al final, el gatito mejor considerablemente y como agradecimiento, se quedo a su lado. Era el que le despertaba en las mañanas, quien esperaba por él en la puerta de la casa, quien lo consolaba cuando se encontraba triste.
--Eres un buen gato, Flame --Murmuraba Takeru mientras seguía acariciando a su gato.-- Sí, me gustan más los gatos que los odiosos perros, aunque algún día deberías conocer a Ai, a pesar de ser un perro, es más tranquilo de lo que esperaba --Miraba por su ventana, la noche ya estaba cayendo.-- ¿Algún día podrán atrapar a las personas que nos hicieron esto?
Era una pregunta con muchas dudas.
.o.
--¡Ya llegue hermano!
Era ese grito peculiar que Shoichi escuchaba en el momento que Jin llegaba a la tienda. Veía a su pequeño hermano sonreírle después de clases, alzaba la mano para saludarle cuando tenía a muchos clientes que atender pero en momentos como ese, donde se encontraban solo algunas personas, podía saludarlo con normalidad.
--Bienvenido, Jin ¿Cómo te fue en la escuela? ¿Algo nuevo que quieras contarme?
--Es cansado como siempre --Se estiraba mientras bostezaba un poco y caminaba para poder sentarse cerca de la barra mientras lo veía cocinar, hasta ese punto, su estomago pedía algo de comer.-- Pero me supongo que es más divertido con Yusa a nuestro lado --No pudo evitar soltar risitas, aunque al final, soltó un pesado suspiro.-- Tanto tiempo que nos perdimos de ella
--Pero ella está aquí --Le consoló.-- La vida nos está dando una nueva oportunidad ¿No es así?
--Tienes razón hermano --Jin sonreía.-- ¿Quieres que te ayude en algo?
--Primero haz tus deberes y cuando termines, puedes bajar ayudarme ¿Está bien?
--Esta bien --Jin sonreía.-- Me apurare para ayudarte
Shoichi veía feliz como su hermano pasaba por una puerta al lado de la cocina y subía las escaleras para poder entrar a casa. No pudo evitar suspirar y sonreír para poder cocinar lo que aquellos adorables viejitos le pedía. Desde que sus padres se fueron, nada había sido fácil. Se las tuvo que empeñar para poder cuidar de Jin, para poder sacar el sustento para ellos dos. Aunque dejo de estudiar, todo lo hizo por su hermano. Tal vez, no cocinaba como su madre pero ahí siempre se encontraba esforzándose, buscando en internet, platillos sencillos con los que primero tuvo que practicar aunque Jin en ese momento se trato de su conejillo de indias pero al final, termino por gustarle la cocina. Sus padres eran investigadores pero a su mamá, lo que más le apasionaba, era lo cocina. Ese era un pequeño local de cocina que logro construir con tanto esfuerzo y de alguna manera, no quería que se lo quitaran. Era suyo, era de Jin, era el único recuerdo que tenía de sus padres, todo para evitar que ellos se marcharan de su lado y pedirles que los cuidaran como siempre lo han hecho. Su hermano lloro demasiado por sus padres, él también lo hizo pero tenía que ser fuerte por su hermano menor. Al principio, tuvo algunos problemas con los servicios infantiles, creían que un joven adulto, no era capaz de cuidar a un niño pero él les hizo saber que si podía con todo. Con su educación, con su salud, con su alimentación, con todo lo que él necesitaba. No importaba si tenía que trabajar de más, el lograría lo que fuera por Jin. Incluso, tener algunos problemas con los bancos pero siempre pagaba puntual.
No pudo evitar estirarse un poco al sentir como los huesos de su espalda tronaban un poco. Estaba cansado que le dolía la espalda pero ese no era un impedimento.
--Deberías ir a descansar
Miro frente a él. Aquel hombre que siempre leía el periódico cuando iba a comer a ese pequeño local, al momento que lo bajo, fue cuando Shoichi le pudo pasar su comida. Inmediatamente tomo un poco del café que se encontraba a su lado. Por más años que pasaran, nunca dejaría de ir a ese lugar que siempre visitaba junto con su mamá.
--¿Y tú cuidarías la tienda? No gracias, Kengo, no me quiero quedar sin clientela como la última vez que ofreciste tú ayuda --Se quejaba Shoichi.-- Además, estoy descansando, no hay mucha clientela, puedo relajarme un poco antes de cerrar
--Si tu lo dices pero tampoco dudes de la ayuda que tu hermano te ofrece, él solo quiere ayudarte un poco --Alzo los hombros desinteresado, empezó a comer del plato que le dejo Shoichi.-- ¿No has pensado en contratar alguien más?
--¿Y pagarle con qué dinero?
Kengo se quedo en silencio, era verdad, él tenía toda la razón, incluso Shoichi. Estaban buscando una solución hasta que al más se le ocurrió a Dojun.
--¿Y si te ayudo?
--¿Qué?
.o.
Shoichi miro un tanto sorprendido a Yusa, que en ese momento se dedicaba atender a los clientes. La chica sonreía con amabilidad mientras anotaba los pedidos en su celular y se lo hacía llegar a Shoichi por mensaje. Limpiaba las mesas y se encargaba de llevar todas las órdenes. Incluso, era curioso, verla vestida con un vestido de azul marino y un delantal blanco. Incluso, su cabello se mantenía en una coleta alta. Incluso miro a Jin a su lado, de igual manera, se encargaba de atender a la clientela. Cuando hace unos días le dijo que le ayudara, nunca imagino que en ese mismo fin de semana, iba a llegar acompañado de Yusa y esta no dudo en aceptar y ponerse a trabajar inmediatamente.
--No importa si no puedes pagarme --Yusa sonrió.-- Ayudar a Shoichi y a Jin como siempre lo han hecho conmigo, es lo que puedo hacer --Encogió los hombros mientras tomaba la comida y la ponía en su charola.-- Porque son mis amigos y casi mi familia, no duden en pedir ayuda cuando la necesites
--Gracias Yusa
--No agradezcas Shoichi, mejor ponte a preparar comida que aún hay muchos pedidos
Había sido lo que ella le había dicho, gracias a ella, es que ahora no se encontraba tan apurado como lo era normalmente. Incluso ver a su hermano trabajar y sonreír, fue lo que le gustaba. Tal vez, podía aceptar ayuda de su hermano más seguido. Ahora que pensaba mejor, ¿De dónde es que se conocía Kengo y Yusa? Sabía que este era amigo de sus padres pero no podía recordar si en algún momento, ellos dos se conocieron más.
--¿Por qué de un momento a otro quisiste ayudarme? --Pregunto con curiosidad Shoichi cuando le entregaba su comida a Kengo.
--Mamá y yo siempre veníamos a comer aquí --Sonrió un poco al momento de tomar un poco de su café.-- No me gustaría ver el lugar que tantos recuerdos tenemos, como un desastre
--Gracias Kengo
Alzo los hombros desinteresado mientras empezaba a comer. En ese momento que la campana de la puerta sonó, Shoichi alzo la mirada para recibir a la persona que entraba a su local. Se alegro de ver a Kenshirou, incluso a su padre, aunque no podía conocer a esa mujer de cabellos azules de algún lado.
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