X V I I I.

Era el día de descanso de Dojun Kengo. ¿Qué haría normalmente? Claro, visitar a su inválida madre que se encontraba en el hospital como cada dos días tenía la oportunidad de hacerlo. Iba muy bien arreglado, mostrando las cicatrices en su rostro aunque luego las ocultaba con un par de lentes oscuros pero pareciera que las personas con las que se encontraba, ya estaban acostumbradas a ver pasear a un monstruo como él. Poniéndose aquel brazo falso del que solo podía sentir lástima, estaba tan frio al ser de metal junto con otro material para que fuera más flexible. Movía sus dedos, movía su muñeca y movía un poco su brazo, aunque ya no suele utilizar ese brazo pero aún así, se trataba de un mal recordatorio que solo le traía dolor. Hace unos años, era un hombre completo, era un hombre feliz con su madre, con una excelente carrera, con un excelente futuro y ahora, ahora solo se convirtió en ese ser después de aquel horrible accidente. Aunque era más doloroso, el ver a su madre acostada en aquella cama, sin la posibilidad de hacer algo más por ella. De vez en cuando salía de ese lugar en una silla de ruedas que había sido creada para su condición, le mostraba aquel mundo alrededor y solo le preguntaba el día en el que al fin podría salir de aquel tormento. Estaba aburrida de ver las mismas paredes blancas de su habitación y no poder ver más colores.

¿Qué era lo que le contestaba siempre? Mentiras tras mentiras. Al igual que todos, se estaba cansando de todo ello pero era la única manera de poder controlar todo el asunto sin que este, decidiera salírsele de las manos.

--Muy pronto mamá --Sonreía para no hacerle ver aquella tristeza, aquel dolor, tocaba sus manos aunque estas no las pudiera mover, ella podía sentir.-- Te juro que muy pronto podremos salir juntos de este lugar y te llevare a conocer los lugares más hermosos de los que puedes imaginar

--¿Volveré a ver a las personas que me conocen? --Ella siempre hablaba con una gran sonrisa en su rostro al imaginar aquel hermoso pasado donde conoció a todos aquellos jóvenes que se convertirían en el futuro.-- ¿Los volveré a ver a todos ellos? Estoy realmente nerviosa que me vean en esas condiciones

--Ellos están ansiosos de volver a verte --Acariciaba su cabello, le otorgaba un suave beso en su frente.-- A ellos no les importara el cómo te veas, ellos siempre van a querer a la joven que siempre les ayudaba con pequeñas cosas

Era una total desgracia que le oculto de igual manera. Que todos aquellos jóvenes investigadores que había conocido en su juventud, ahora la mayoría se encontraban muertos y otros más desaparecidos. Lo único que quedaba de aquellos energéticos jóvenes, eran sus hijos que solo buscaban un porqué de todos aquellos sucesos de su joven e inexperta vida. Él porque sus padres habían muerto y ellos quedaron abandonados a su suerte, aunque no tanto al ser observados y guiados por Kogami Kiyoshi, aunque fuera a la lejanía pero aún así, protegía a esos niños que se convirtieron en jóvenes, justo como lo que haría con su propio hijo. Siendo solo unos niños que lo que más esperaban, era tener a sus padres a su lado para cada momento pequeño pero importante de su vida. Recordando aquel dolor de aquellos jóvenes, era imposible no recordar su propio dolor. Se veía en aquellos jóvenes que reían y bromeaban. Que solo querían disfrutar de la vida pero ahora con tanto riesgo, era justo y necesario el estar pendientes de todo lo que pasaba. Era lo que tenía que hacer, era a lo que estaba obligado a hacer.

Antes de entrar al hospital. Soltaba un gran suspiro, ese día, evitaba oler a cigarro. Dejaba aquel peso de sus hombros en aquellas puertas para poder entrar con una sonrisa. Para poder entrar siendo otro hombre. Uno que sonríe a todo el mundo, uno al que no tiene miedo de lo que suceda a su alrededor aunque nunca dejara de ver de reojo, si algo está mal, siempre estaba atento. Su entrenamiento le permitía eso. Se dirigía a paso lento después de saludar a todos aquellos doctores y enfermeras que conocían a su madre y que se encargaban de atenderla. Realmente agradecía al profesor Kiyoshi que le ayudara en esos asuntos. Al haber sido un joven que no sabía qué hacer en ese momento, fue Kogami Kiyoshi quien se presento ante él. La mistad que tenía con su madre, era algo importante para él. Fue el único que le ofreció su mano para poder ayudarle en todo lo que fuera necesario mientras él se acomodara a esa nueva vida.

--Aunque no sea tu verdadero padre, yo te veo como un hijo para mí --Fueron aquellas palabras que le dedico en ese momento.-- Haz estado junto a nosotros desde que solo eras un niño, déjame ayudarte, no por lastima ni por necesidad, es porque realmente quiero hacerlo, Sakura es una gran amiga para todos nosotros, aunque no tuviera nuestras habilidades, ella siempre nos consolaba como una amiga más, nos apoyaba en nuestros proyectos y siempre se lo deberemos ¿Puedes permitirme ayudarme, Dojun?

Fue un tanto difícil pero al final, acepto. En ese momento, no tenía a nadie. En ese momento, el hombro de Kiyoshi sirvió en ese momento que se derrumbo. Sintió, lo que significaba tener un padre como él.

Desde entonces, su madre ha estado internada en aquel lugar. No pudo evitar soltar un suspiro mientras veía por las ventanas. Una vez que terminara todo esto, se encargaría de sacar a su madre de ese lugar para que una vez más, se sintiera libre. Sintiera que en verdad está viviendo como ella siempre deseaba. Dejo todos aquellos pensamientos a un lado al momento que llego a la puerta del cuarto de su madre. Toco la puerta un par de veces y deslizo la puerta para poder entrar. Era una habitación espaciosa. No tenía porque compartir habitación con una persona desconocida. Solo estaba ella y la cantidad de aparatos y demás cosas que le ayudan a moverse. Aunque la medicina estaba más avanzada, aun faltaba un par de años para que fuera una realidad y una persona que se encontrara en esas situaciones, pudiera regresar a caminar, regresar a su movilidad. Vio a su madre sentada en aquella silla de ruedas, observando por aquella ventana. Sintiendo en su pálida piel, aquella calidez del sol que le calentaba los huesos. Observo con atención a esa mujer de corto cabello negro con algunas canas blancas. Aquellas pequeñas arrugas que se empezaban a formar en su piel. Por más que quisiera negarlo pero realmente, ya no había nada de aquella joven madre que se encargo de sacar a su único hijo por delante.

--Te ves bien mamá --Fue lo que menciono a su madre que en ese momento, giro la silla como le era permitido y sonrió al ver a su hijo.-- Lamento la tardanza para nuestro paseo, solo compraba algunas flores más para decorar tu cuarto --Enseñaba la pequeña maceta que había comprado.

--Vaya que Takagi-san escoge las mejores flores para mí --Era lo que siempre mencionaba pero para desgracia de ella, aquella persona padre de Spectre, era uno de las tantas personas desaparecidas pero no se atrevía a decirle la verdad.-- Cada flor que escoge es perfecta, muchas gracias cariño

--No hay de que mamá --Siempre sonreía. Lo acomodaba en algún lugar que para su madre, fuera demasiado visible. Ver adornado su cuarto con flores de todos colores y tamaños. Incluso, de diferentes aromas para que no extrañara todo eso.-- Vamos, hay mucho que contarte

--Claro hijo, muchas gracias por estar aquí conmigo --Sonreía su madre cuando salía de aquella habitación. Soltó un pequeño suspiro.-- Por cierto ¿Has hablado con tu padre? No he sabido nada desde aquella última llamada ¿Cómo esta esa hija suya por la que nos abandono?

--No lo sé mamá --Era lo único que le podía responder.-- Hace tiempo que no los he visto

--Típico de ese hombre --Soltó un pequeño suspiro.-- Espero que se encuentren bien

--Yo igual mamá, yo igual

Ese era un tema para otro momento. Hablar de su hermana, hasta sonaba doloroso. Aunque su mamá no la quisiera y mucho menos al hombre que la abandono con solo un hijo, él quería a su hermana a pesar de ser aquella hija por la que su padre los abandono. Ese era un tema para otro día. Ahora, ahora solo quería olvidar de todos aquellos peligros que se acercan y cuidar a su madre. Que ella vuelva a vivir, que ella vuelva a sonreír. Eso era lo único que quería.

.o.

Era muy extraño que un alumno se inscribiera a mediados de que terminara el año escolar pero curiosamente, había sido aceptado. Claro, las chicas no podían evitar acercarse a Kenshirou Sorinozuka, al nuevo chico transferido del que todos hablaban. Aquella sonrisa tan presumida que era capaz de conquistar el corazón de cualquier chica menos del que él quería. En la entrada, no pudo evitar mirar un tanto embobado a Fujiki Yusaku al momento de su llegada. Como un curioso perro de pelaje oscuro la escoltaba en la entrada y una vez que le daba una caricia en su cabeza, este se marchaba. Inmediatamente que ella llegaba, se le sumaba Homura Takeru y Kusanagi Jin. Ambos amigos de la infancia, le saludaban con bastante alegría hasta que llegaba una chica de cabellos castaños junto con Suzaki Spectre. Verla sonreír, era lo que más le gusto desde que eran unos simples niños, aunque esa sonrisa, nunca fuera dirigida a él.

No pudo evitar desviar la mirada al momento que ella detuvo su andar y alzo la mirada. En una de las ventanas, se encontraba observando Kogami Ryoken. Este alzo la mano para saludarla y Yusa, Yusa solo hizo una pequeña reverencia aunque se notaba demasiado aquella sonrisa que adornaba su rostro. Como aquellos esmeraldas que tenía como ojos, brillaban con solo la presencia del mayor. Era imposible que aquella mirada fuera dirija a él por más que quisiera, era imposible que ella decidiera enamorarse de él.

Era un amor infantil que aún con el pasar de los años, se ha mantenido siempre ahí.

Soltó un pequeño suspiro al mismo momento que se despedía de todas aquellas chicas y se dirigía a cambiar su calzado por el de la escuela. Era una pena que se encontrara en clases diferentes pero cada que la podía ver, era un pequeño brillo para él. Mejor se apresuro antes de que empezaran a clases y pudiera llegar a sus clases. Que por cierto, eran un poco más aburridas de lo que imaginaba. Ya ni podía recordar cómo es que había accedido a entrar en esa clase. Oh claro, al recordar a Yusa como que ahí se encontraban la mayoría de sus amigos, decidió aceptar aquel destino.

--¿Y Yusa?

No pudo evitar preguntar en el momento que llego la hora del almuerzo y camino hasta una de las mesas donde se encontraban todos. Takeru y Jin le saludaron con tranquilidad, alzando su mano y chocando sus puños, como cuando eran niños.

--Fue por unas bebidas --Sonrió Takeru.-- Le gane en un piedra, papel y tijera

--Es raro que tu ganes en algo --Bromeaba Jin.-- Tal vez Yusa se encontraba un tanto distraída, ya sabes, ahora que está saliendo con Ryoken, se debe encontrar muy enamorada

--¿Están saliendo? --No pudo preguntar un tanto desilusionado. Aunque para Takeru y Jin, no pudieron notar aquel sentimiento.

--Mi hermano los vio salir juntos, incluso Yusa ya no lo odiaba como desde el primer día que ella llego --Explico Jin con una pequeña sonrisa en su rostro.-- Aunque bueno, todos sabíamos que tarde o temprano, iba a resultar algo

--¿Ustedes saben el porqué ella se fue? --Pregunto un tanto curioso, tanto Jin como Takeru se miraron en ese momento y también miraron a su alrededor.-- Tenía entendido que fue por la culpa de Kogami que ella se fuera pero ahora ellos se ven igual de unidos que hace tiempo

--En realidad...

--Eso yo se lo explicare a Kenshirou en su momento, así que no pueden decirle nada --Yusa llego en ese momento para interrumpir a Takeru. Se podía apreciar a la chica llegar con varios envases de plástico mientras los dejaba en sus respectivos lugares para al final, sentarse al lado de Jin.-- Es algo difícil de explicar y es mejor que te lo explique en persona, estos tarados tardaron en comprender

--¡Oye!

Takeru y Yusaku empezaron a pelear un momento, incluso la chica lo ignoraba mientras tomaba de su botella y miraba a otro lado. Eran esas típicas peleas de niños que al parecer, ni con el paso del tiempo iba a cambiar. Era totalmente entretenido hasta que volvió a sentir esa mirada pesada en su nuca. Volteo un tanto curioso para saber que se trataba de él. Kogami Ryoken le miraba de mala gana, incluso esa actitud no cambiaba con el tiempo.

Aunque no podía hacer nada por conquistar el corazón de Yusa cuando esta ya se encontraba enamorada de él desde el momento que se conocieron pero al menor se esforzaría por ello. No era como Kogami Ryoken era imposible que fuera como él, su nombre era Kenshirou Sorinozuka y se esforzaría por luchar contra ese amor.

.o.

Aoi Zaizen se sorprendió de ver a Yusa en el trabajo de su hermano, cuando curiosamente, solo había ido de visita porque este había olvidado su almuerzo. Qué bueno que en ese lugar, ya la conocían y podía entrar, ver que su hermano come porque luego se le olvida de hacerlo y al final, solo se marcharía para empezar hacer sus tareas. Claro, nunca creyó imaginar que su hermano Akira y ella se llevaran bien, tanto que conversaban sobre algunas cosas y se reían sobre cosas que no había logrado escuchar porque apenas le habían dado la autorización para entrar.

Incluso vio como Yusa abrió los ojos sorprendida al ver a su amiga de castaños cabellos. Sabía muy bien por Akira, que ese lugar, era donde trabajaba el padre de Ryoken pero que ella se encontrara en ese lugar, paseándose como si nada, no pudo entrarle un poco de curiosidad. Al momento que Akira vio con atención ese momento, solo sonrió, tomo el almuerzo que había olvidado y se alejo, dejando a las dos chicas para que hablaran.

--No sabía que te encontrabas aquí --Fue lo que dijo Aoi.

--Hago pequeño trabajos --Dijo ella un tanto nerviosa mientras se rascaba su mejilla y se le ocurria alguna buena idea que decir.-- Antes de mudarme a Den, trabajaba en pequeñas empresas, solo para obtener dinero y ahora que estoy aquí, el tío Kiyoshi me dijo que trabajara un tiempo aquí para obtener más referencias en el futuro

--Tienes razón --Entendió muy bien esas palabras. Ella de igual manera, buscaría esas oportunidades.-- Es sorprendente que estés trabajando aquí ya que solo aceptan a personas que son muy buenas en las computadoras, incluso mi hermano es hacker

--He estudiado mucho --Respondió nerviosa.-- De algo también tengo que aprender

Yusa pudo suspirar. Aunque no creía tonta a Aoi pero ella como Miyu, eran de las pocas personas que no le había explicado su misión en Den, no quería preocupar a ninguna de las dos chicas que hasta ahora, son las únicas cómplices al contarles sobre su situación con Ryoken. Ambas chicas suspiraron, hasta que se dieron cuenta y no pudieron evitar soltar una pequeña risita. Aunque todavía tendría que esperar para poder contarle aquella verdad pero le alegraba tener una amiga como Aoi. Akira Zaizen no pudo evitar mirar a su hermana y a Yusa hablar con normalidad mientras una se distraía de su soledad en casa, la otra también se distraía de tantas cosas que estaban haciendo en secreto.

Un pequeño deshago era lo que ambas necesitaban. Un pequeño momento de amistad. Después, después se decidiría ese futuro.

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