Prólogo
A pesar de que vivió en esa misma casa en su infancia, Fujiki Yusaku se sentia como una extraña al volver a su ciudad natal. Ciertamente ya no tenía algo más que la detuviera en la ciudad donde había vivido diez años, era bueno regresar a donde una vez había sido feliz, junto con sus abuelos. Veía a su abuela parada en la puerta de la casa con una sonrisa de tristeza mientras hablaba con unas vecinas.
Suspiró para volver a sonreír y seguir limpiando el cuarto que sus abuelos le asignaron al llegar a su casa. No se veía tan descuidada por el mantenimiento que anteriormente le daba la abuela y su madre, suspiro con un poco de tristeza al recordar aquello, prefirió ignorar aquello. Ciertamente, ese siempre había sido su hogar, recuerda esas veces que iban sus amigos y jugaban a muchas cosas, ahora sólo simplemente eran recuerdos de un pasado que no quería volver a recordar.
Se había agachado para seguir cargando unas cajas mientras su mente seguía divagando, ella había cambiado, ya no quedaba nada de esa niña tan molesta, ahora sólo era una chica con una vida medianamente normal. Suspiro al ver que las cajas no acabarían tan rapido si seguía pensando en el pasado, aún le faltaba por terminar de instalar su nuevo equipo de trabajo. Se sobresalto un poco cuando sintió el lenguetazo de su perro en su cara. Soltó una risita antes de acariciar su peluda cabeza. Sonrió al ver a su perro de melena negra y hermosos ojos heterocromaticos mover su cola de un lado a otro con felicidad por esa caricia.
--Se que es un lugar desconocido para ti, Ai -Hablo con suavidad.-- Pero no te preocupes, te acostumbraras a esta nueva vida
En su respuesta, el perro volvió a lamerle la cara. Sonrió. Su abuela estaba ocupada platicando con las vecinas y su abuelo estaba trabajando en la pequeña tienda familiar, no pasaría nada malo si saliera a pasear junto con su perro. Tomó la correa junto con el collar de Ai, se lo puso al igual que de una caja sacó una una gorra que cubriera su cabeza, se puso su inseparable chaqueta negra y poco le importó que tenía un short que dejaba descubierto sus largas piernas. Salió por la puerta trasera y empezó caminando por las calles que se sabía de memoria.
Sonreía. Se sentía nerviosa de regresar pero no podia cambiar las cosas, ya estaba ahí. Alzo el rostro y siguio caminando, saludando a viejos amigos de sus abuelos y observando por las tiendas los productos que vendían, incluso paso por la que iba a ser su nueva escuela a partir de ahora. Todo iba bien hasta que sintió aquella misma mirada, sólo había una persona quien conocía a la perfección como para saber que en ese momento la estaba observando. Un poco nerviosa volteó a sus espaldas, fue ahí cuando lo volvió a ver.
Ya no quedaba nada de ese niño de cabello blanco con mechas purpuras y ojos celestes. Ahora era un adulto de hermosa complexión, alto y rasgos varoniles que realmente no evitó observar con atención. Vio como aquellos ojos celestes la miraban con sorpresa. No era diferente a como ella lo veia, nunca creyó que cambiaría tanto. Un fuerte aire provocó que la gorra saliera volando y descubriera su cabeza.
Sus largos cabellos oscuros se movieron, los cortos cabellos del chico frente a él, de igual manera danzaban. Este la miraba sorprendido, su corazón había golpeado su pecho. Ella se había convertido en una hermosa jovencita de largos cabellos azules con mechones rosas y grandes ojos esmeraldas que ya no brillaban como lo hacían hace diez años.
Eran como de esos típicos encuentros donde ella correría a los brazos de él por tanto tiempo estar separados y donde ambos compartían un dulce beso por que sabían que no habían podido vivir sin el otro pero este no era un encuentro realmente esperado.
--¿Ryoken? -Susurro con temor.
--¿Yusaku? -Escucho hablar al chico delante de ella.
El momento duro poco cuando sintió como Ai empezaba a gruñir y moverse para soltarse de la correa. Corrió para tirar a Ryoken y para su desgracia escapar. Yusaku no sabía que hacer, ayudar a recoger las cosas que había tirado de la persona que menos había esperado volver a ver o ir corriendo por Ai.
--¡Espera Ai! -Se decidió por la primera opción. Antes de irse corriendo sólo hizo una reverencia y se fue.
Los ojos celestes miraba por donde se había ido la chica dueña del pesar que cargaba su corazón. Poco le importó que lo que había comprado se encontraba ahora en el piso. El cálido aire golpeaba sus cabellos y una sonrisa apareció en su rostro al igual que varias lágrimas bajaban por su rostro.
Su mirada cambió a una decidida para quitarse las lágrimas de su rostro y levantarse.
--No volveré a perderte ahora que se que has regresado --Miro la gorra de la chica que descansaba en el piso. La tomó y la apretó a su pecho.-- No volveré a perderte Yusaku
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