¡Defiéndete!
XIV
Los rayos del sol se filtran a la habitación, uno de ellos me da exactamente en los ojos así que sólo me queda levantarme, me siento en la cama y enseguida mi espalda truena.
—Ahh... cuanto tiempo sin sentir este dolor. —hablo en vos alta.
Veo la hora en mi celular y son las 11 de la mañana, al parecer la fiesta estuvo buena porque nadie ha venido a joder. Voy al baño hago mis necesidades y me adentro a la ducha.
Salgo quince minutos después, al estar frente al espejo veo mi espalda y hay un gran hematoma en ella, el color es horrible, una combinación entre morado, negro y amarillo, dolorosamente asqueroso.
Mi rodilla está hinchada y con un hematoma casi igual en el costado interior y exterior, pero es más pequeño y sólo es morado. Me duele la cabeza y tengo suerte de que no me haya sangrado nuevamente.
Me pongo mi ropa interior pero al abrochar el sujetador una punzada en mi espalda hace que lo suelte, tomo aire y vuelvo a intentar, con más esfuerzo lo logro. Hago una nota mental de conseguir una venda para mi rodilla.
Me acompañan unos pantalones de licra hasta la cintura de color azul marino, una playera negra holgada que llega hasta mis nalgas, para no lastimar la espalda.
Me pongo mis botas de soldado y paso al tocador, cepillo mi cabello cuidando de no mandar al carajo el trabajo que hizo Barone ayer en la zona, hago una coleta alta y después la trenzo.
Antes de salir y ver qué pasa afuera guardo el celular en el cajón que está en el mueble a un lado de la cama, hago lo mismo con el arma que me dio el guardia, pero esta la guardo en una chaqueta de mi armario.
Ya lista salgo no hay ni un solo ruido, conforme bajo las escaleras se escucha más alboroto.
—¿Dónde carajos están? —veo a Barone gritarle a Azucena, cuando voy a intervenir Dante grita.
—¡Barone encontramos al guardia!
Esté sale disparado hacia donde está él. La puerta de la casa está abierta, que fácil sería largarme de aquí...
Inconscientemente me dirijo a la puerta cuando una voz me detiene.
—¡Tú! ¡Maldita zorra!
Él guardia que había encerrado ayer se estaba liberando y sé que viene tras de mí así que salgo a la parte frontal de la casa, sé que no acabaremos tomando el té y no quiero hacer más destrozos en la propiedad.
En menos de dos segundos el guardia está enfrente de mí, todos los demás salen de la casa, Barone y Dante están expectantes a lo que pasará no dejan que Connor se acerque más de la cuenta a donde estoy.
—Me las pagaras.
—¿Qué te hace pensar que tendrás mejores resultados que los anteriores? —hablo cínica.
—Ángel, ¿Qué es todo esto? —pregunta Dante.
—Eso no es nada justo —comenta Connor.
—Que poco confías en ella. —habla Octavio.
—No lo digo por ella, él no tiene oportunidad. —sonríe orgulloso.
Esté no habla y sólo se abalanza hacía mí.
Me muevo rápido haciendo que se vea torpe al tirar.
Él gruñe en respuesta.
—Detente, yo me haré responsable.
Tira un derechazo impidiéndome hablar pero que afortunadamente alcanzó a esquivar. Decido esquivar sus golpes hasta que se canse, estaba amarrado en una bañera toda la noche, más los golpes de ayer no creo que dure mucho.
Le esquivo todos sus golpes pero no se cansa, sólo se enfurece más, así que decido enfrentarlo.
Me agachó esquivando su patada y contra ataco con una igual en su rodilla izquierda, se flexiona dándome la oportunidad de darle un golpe a la nariz, pero me muevo lento ocasionando que me de un gancho y me aviente, logro retomar el equilibrio y me pongo atenta a su nuevo movimiento, este saca una navaja de su bolsillo.
—¡Malia por una mierda DEFIÉNDETE! —grita Connor desesperado —Malia si dejas que te toque juro que te mato.
Intento no reír por la estupidez de Connor pero el sujeto que quiere apuñalarme roba toda mi atención.
Sigo esquivando sus golpes e intentos de puñaladas por unos minutos más. Al girar en su propio eje alcanza a cortarme en el antebrazo, me alejo y veo su sonrisa de triunfo, mi antebrazo sangrar pero no es profunda así que le devolví la misma sonrisa.
—¡Puto cabrón de mierda! ¡Suéltame Azucena que voy y le cortó las manos!
Giro a verlo, un guardia y Azucena detienen a Connor, gracias a esa distracción Ángel avanza e intenta apuñalarme, pero doy un paso hacia atrás y detengo su muñeca con ambas manos antes de que siga, la navaja penetró mi playera pero al alejarme no traspasó mi piel.
Ángel se quedó unos segundos intentando ver si había logrado su objetivo.
—¡¡MALIA!! —el grito de Connor retumbo en todo el lugar.
Antes de que se acercara doblé la mano de Ángel hacia abajo enganchando la navaja en mi playera, sonrío victoriosa como él hizo unos minutos atrás. Después de sujetar su navaja con mi playera gire al lado izquierdo, él por inercia tiró de su mano al lado contrario haciendo que mi playera se rompiera y fuera con él enredada en el arma. Antes de que terminara de romperla tomo una parte de la tela y tiro de ella haciendo que se desprenda de lo que resta, no suelto la tela ya que con ella está envuelta la navaja y mano de Ángel, halo de ella haciendo que ejerza más fuerza en su brazo, giro y le doy una patada en la quijada, me agacho pasando por detrás de él, la tela la paso por su cuello haciendo que se ahorque él mismo y suelte la navaja tomándola antes de que toque el piso, pateo su rodilla logrando que se hinque. Con la navaja hago presión directo a su corazón.
—Barone no te tocara —susurro en su oído, pensé que eso lo tranquilizaría pero se tensó e intento soltarse.
En dos segundos otros guardias lo tomaron y Connor se acerca a mí.
—¿Por qué mierda no te defendiste?
—Sabes que me gusta el show —digo simplona.
Los dos empezamos a reír.
—Dame tú playera —la que tenía apenas y me tapaba los pechos, él se quita su playera y me la extiende.
Antes de ponérmela Barone me toma del codo.
—Me vas a explicar ahora mismo qué jodido pasó —habla amenazante.
—¿¡Qué mierda te hiciste en la espalda!? —lo interrumpe Connor.
—Digamos que tuve un enfrentamiento —digo mirando a Ángel y este me mira satisfecho al ver mi espalda.
Me pongo rápido la playera de Connor. Mónica viene a por mí y me toma del brazo pero me libro en dos segundos.
—Puedo sola.
Nos adentramos a la casa y los hombres de Barone ya tienen una silla en medio de la sala.
Mónica me sienta en la silla y ponen a Ángel enfrente de mí y detrás de él está Azucena.
—¿Qué pasó? —preguntó Barone.
Ángel iba a contestar pero Barone me miro, rodé los ojos y al instante Mónica me había dado un puñetazo.
Me paré furiosa y dos de los hombres de Barone me tomaron de los brazos. Connor se impacienta, lo miro y toma un respiro. Sé que están siendo amables después de lo que hice pero también sé que todo vale la pena.
Hacen el intento de sentarme pero no me dejó. Los fulmino con la mirada y estos dejan de insistir. Cuando voy a hablar Mónica me suelta otro puñetazo.
Respira. Malia. Respira.
La miro con burla—. Cuando quieras hablo —se hace hacia atrás—. ¿Qué quieren saber?
—Nos morimos por saber cuántos años tienes y cuáles son tus sueños más grandes. —habla Dante sarcástico.
—¿Tú dejaste escapar a las Shesadak? —cuestiona Barone.
—No... —el rostro de Azucena se transforma pero hablo antes—. Yo las ayude a escapar...
Remarco cada palabra para que no me hagan repetirlo. Barone asiente y Mónica me da en el estómago pero alcanzo a poner fuerza y no siento el golpe tan fuerte.
—¿Por qué? —continúa Dante.
—No iba a dejar que las mataran, no tenían motivo, la madre te dijo todo y fue de mayor ayuda que Alarik y las hijas tenían menos culpa del imbécil que tienen como padre, y tú sólo las mandas matar porque ya no te sirven, porqué ya no te pueden dar información.
—Era una orden directa —habla Mónica.
—Digamos que no soy de seguir órdenes y menos cuando estás son equivocadas o injustas —interrumpo a Mónica.
—¿En qué momento planeaste todo? —cuestiona Dante.
—En 5 minutos, las iba a dejar en el bosque cuando escaparon pero no durarían nada ahí así que subí a mi habitación y lo planee lo demás fue suerte e improvisación —digo insignificante.
Veo a Connor me regala una sonrisa pero de igual manera noto que está molesto por lo que hice.
—¿Quién te ayudo? —pregunta Barone viendo a Ángel y Azucena.
—Nadie. —digo de la misa forma.
—¿Pretendes que te crea que sacaste a 3 mujeres de esta fortaleza sin ayuda?
—Así es, no puedes negar que son muy inteligente... —Mónica me interrumpió con otro golpe al abdomen.
—Sin juegos —habla Barone, ruedo los ojos y vuelvo a hablar.
—Sí, lo planee en cuestión de minutos, sólo quedaba arriesgarme. ¿Por qué tus hombres me ayudarían? Incluso Connor estaba fuera, sabía las consecuencias de lo que haría, estaba dispuesta y lo estoy ahora a asumirlas.
—¿Atacaste a mi guardia? ¿Por qué estaba atado? ¿Por qué no lo mataste?
—Sí, lo engañé: primero lo desmayé, pero cuando iba a salir con ellas se empezó a despertar, entonces me di cuenta que no llegaríamos muy lejos sin algo en que movernos. Fui por un coche y cuando regrese tenía a la madre y a la más grande, les ordene que subieran al auto, él me dijo que te estaba traicionando y que él mismo me iba a llevar contigo y después las mataría enfrente de mí. Acto seguido hubo una confrontación, por eso mi espalda así. Como es obvio quedó inconsciente, lo arrastre al baño busque algo con que amarrarlo hasta que encontré la cinta. Las lleve lejos de aquí y regrese, tu Maserati está muy bien por cierto. —Barone aprieta la mandíbula y frunce el ceño—. Regresé y dormí, el resto ya lo saben. Digamos que dañe su ego de macho y quería la revancha. No lo mate porque ese no era mi objetivo.
Dije mirando a Barone y Connor para que pudieran creerme.
Desvíe mi mirada hacia Ángel y Azucena, los dos estaban sorprendidos por lo que he dicho.
Miro a Ángel para que me siga el juego pero no dice nada.
—¿Dónde las dejaste? ¿Dónde están?
—Sabes que no voy a contestar a eso.
Mónica se vuelve a acercar a mí reparte golpes en mi torso hasta que Barone le pide que pare y esta lo hace.
Levanto mi vista y Connor me mira enojado. Vaya no pensé que se fuera poner así.
—¿Es cierto lo que dice? —le pregunta a Ángel.
Me mira y lo amenazo para que diga que sí.
—Sí.
—¿Por eso intentaste matarla? —pregunta burlón Connor.
—Sí —dice entre dientes.
Bien, todo está tranquilo cosa que no me gusta. Barone asiente y Mónica vuelve a atacar.
—Malia.... ¡Solberg! por un ¡carajo! —habla/grita Connor al ver que no hago nada por apartarla pero soy realista y sé que esto es lo de menos.
Mónica no toca mi cara sólo mi torso, nada tonta aprovecha mi espalda para hacer que pierda fuerzas pero no me encorvo, me mantengo derecha, aprieto mis labios para evitar gritar y aguanto cada uno de sus golpes, intento poner duro mi abdomen pero cada vez me cuesta más trabajo por lo tanto también mis muecas aumentan.
—Basta —dice Barone. Pero no se detiene—. Basta —habla más alto pero de igual forma es ignorado.
Me libero del brazo izquierdo conectando mi puño al guardia contrario, el primero intenta tomarme pero le doy un codazo en su pómulo, me giro quedando frente a él, le doy un derechazo y una patada directo a su ingle.
El otro me toma con su mano del hombro, lo tomo de la muñeca, giro y le doy un Uppercut, después otro directo a la nariz, tomo su cabeza y la estampó con mí rodilla. Rápidamente me giro en dirección a Mónica le doble el brazo y la tomo del cabello.
—Pequeña estúpida, espero que te hayas dado cuenta de cuando parar. —hablo con la mandíbula apretada y un poco agitada por los golpes.
La aviento y cae al sofá sobando su brazo. Sin más voy hacía las escaleras.
—Azucena —habla Barone tranquilo—. Le reducirás la comida, sólo una comida al día si es que come en el tiempo establecido, así hasta que empiece a comportarse. Absolutamente todos tienen prohibido ayudarla u obedecer algo de lo que diga. En dos días vuelves a trabajar y tú equipo estará disponible. Otro espectáculo de estos y te mandaré al prostíbulo más bajo y lejano que tengo en mi poder —dice amenazante.
Miro a Connor y este me mata con la mirada a Barone, lo miro para que no diga nada.
—Y discúlpate con Mónica si no quieres que te mande ahora mismo. —dice chantajeándome.
Me empiezo a reír a carcajadas en su cara.
Respiro y me giro, subo dos escalones cuando me detiene.
—¿A dónde vas? —pregunta con la quijada apretada.
—Por mí maleta, creo que nos vamos ya al prostíbulo.
—No me retes.
—Lo mismo digo, mejor ve a consolar a tu zorrita. Yo ya escuché mi "sanción" —digo haciendo comillas con mis dedos.
Miro a mi público que está atento a todo y absolutamente todos me ven como si tuviera un tercer ojo. Me encojo de hombros y subo a mí habitación.
Paz. Malia. Paz.
Pienso en si bañarme nuevamente o no, mi pereza gana y sólo me lavo la cara, creo que el golpe de Mónica se notará en mi pómulo.
Bufo fastidiada esos sólo los había tenido 2 veces en mi vida; uno cuando me estaban formando para este mundo y otro cuando intentaron sacarme de el.
Me dejo la playera larga y holgada de Connor, me quito las botas y me tumbó a la cama. Prendo la televisión, pero no hay nada entretenido, cuando me voy a rendir alguien entra, volteo y veo a Barone recargado en la puerta.
Espero a que diga algo, pero sólo se sienta en el borde de la cama, así que lo imitó sentándome a unos centímetros lejos de él.
Lo miro a los ojos, algo tiene que me hacen recordar cuando todavía era una niña. Es tan fácil perderse en ese azul como en el bosque.
Se mueve y yo aparto la mirada.
—No hay nada que ver —me quejo.
—Que lastima.
Ruedo los ojos por la forma en que lo dijo. Regreso mí vista a él esperando a que vuelva a hablar.
—Ven —dice firme.
Me lo pienso dos segundos y terminó acercándome, me siento como indio y con la espalda encorvada.
—¿Por qué te agarraste el cabello? —pregunta tranquilo.
—Pensé que ya se había acabado el interrogatorio.
—Contesta.
—Siempre lo hago, sólo que estos días no le he dedicado mucho tiempo. Además de alguna forma sabía lo que me esperaría el día de hoy.
—¿Y por qué lo haces?
—¿El qué?
—El agarrar tu cabello —me pongo a pensar el por qué y desde cuando lo hacía, al recordar desvío la mirada concentrándola en mis manos.
—Ammm... alguien hace un par de años me corto el cabello, casi me deja calva, logre librarme pero me dejó una cicatriz —gire mi cabeza y puse mi dedo encima de donde estaba pero el cabello la cubría—. Entonces cuando volvió a crecer lo empecé a amarrar, eso impedía que él se diera cuenta cuando crecía. Luego.... ammm digamos que acabe con esa persona pero sabía que al entrenar o salir a "trabajar" mi cabello me ponía en desventaja, así como hoy he tomado a Mónica así podían hacerlo conmigo, y entonces se hizo una costumbre —digo aun viendo mis manos.
Cierro mis ojos no quiero recordar...
Tomo un respiro y miro hacia la ventana.
—Le dejaste adolorido el brazo, utilizaste mucha fuerza —cambia de tema y suspiro aliviada. Sin querer sonreí por lo que dijo.
—Claro que no, sólo es una exagerada que quiere atención —digo irritada.
—Puede ser
—En fin.
—Quítate la playera...
—¿Qué? —siempre cambia de tema tan abruptamente.
—Qui.ta.te la pla.ye.ra.
—No.
—Entonces lo hago yo...________________________________________________________________
Espero que les este gustando, me gustaría saber su opinión. Vamos que por votar no se les cae el dedo. ❤
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