3. ¿SIETE PRONTI?
16 años atrás
Ethan me lleva de la mano, son poco más de las diez de la noche, estamos fuera de un restaurante de comida china y la detesto.
—Muy bien, quédate aquí yo vuelvo en un segundo.
No sé cuánto tiempo llevo esperando cuando un chico se me acerca y dice:
—¡Vamos corre! —tira de mi brazo pero no muevo.
—¿Quién eres? —le pregunto y a pesar de la poca luz logro ver sus facciones, tiene pecas alrededor de su nariz, y unos ojos verdes realmente impactantes.
—Si quieres ver a Ethan ¡corre! —no lo pienso dos veces y lo sigo. Su cabello rubio ondulado no sale de mi campo de visión.
Llevamos corriendo varios minutos cuando algo me avienta, me levanto y me doy cuenta de que no es algo sino más bien alguien.
—Vaya con que tú eres la nueva, dime ¿qué haces aquí?...
—No sé de qué hablas —hizo un puchero para nada maduro.
—¡Oooh! ¿La bebé no sabe de qué hablo?, ¿quieres que te lo dejé más claro linda? —sus acompañantes se rieron, tengo la sensación de que esta noche será muy larga.
-—Ya basta Marck —lo interrumpió el chico de ojos verdes.
El chico se pone serio, pero su rostro demuestra que no dejara las cosas así.
—Viene con Ethan así que cállate y llevémosla con él —con eso se queda cayado junto con sus dos amigos regalándome una mirada nada amigable de su parte.
Llegamos a nuestra casa, una casa en el árbol que hizo Ethan, sólo él y yo vivimos ahí.
Cuando me encontró en aquel parque llorando y buscando a mi madre él me trajo aquí y desde entonces me ha estado cuidando, de eso ya hace poco más de tres meses.
No recuerdo donde vivía y a papá menos, sólo sabía que debía buscarla que me necesitaba. Cuando lo vi tenía la sensación de que ya lo conocía pero mi cabeza no era capaz de recordar nada.
Eth ya está en la casa, al llegar me abraza, me alejo y me siento en el colchón viejo que tengo por cama, Eth se sienta en el suyo junto con el rubio y los tres muchachos que gracias a la luz que hay en la habitación logro identificar:
A quien responde por el nombre de Marck tiene el cabello corto y de un color café rojizo como el mío, unos ojos cómo las aceitunas, es delgado como todos los que estamos aquí, el que está a su izquierda es castaño de ojos oscuros, de labios delgados, rosados y el de la derecha tiene el cabello negro como la noche y los ojos azules como el mar, ese azul tan intenso y una mirada que me causa miedo.
—Chicos les presento a Malia, ella a partir de hoy será parte de nuestro grupo, quien se meta con ella se mete conmigo y por lo tanto también con ustedes... —ninguno decía palabra alguna o algún gesto todos estaban serios mirándome y mirándolo a él como si le hubiera salido otra cabeza.
—Malia, ellos son Marck —dijo apuntando al de en medio—. Connor —el que está a la izquierda de cabello castaño—. Y Ashton —el pelinegro—. Él es Gabriel mi mejor amigo —señaló al pecoso que me sacó del restaurante—. Todos ellos lo son, por lo tanto tienes que llevarte bien con ellos, trátalos como si fueran yo.
—¿Estás de broma? Ethan es una niña, sabes que causará problemas o no podremos cumplir con los encargos —lo interrumpió Marck.
—Sabes que en esto no podemos estar de niñeras —añadió Connor.
—Miren bobos no quiero niñeras sé hacerme cargo de mis errores y les puedo apostar que puedo más con los encargos que todos ustedes juntos —les dije antes de que Ethan se arrepintiera de tenerme aquí, necesito su ayuda para encontrarla, no sé de qué encargos hablan pero si tengo que hacerlo para contar con su ayuda lo haré.
—Si por tu culpa sale algo mal yo mismo voy a llevarte con la policía —habló Marck pero a la vez me extendió su mano, yo la tome en señal de haber cerrado un trato, pero antes añadí:
—Y si TÚ me estorbas a mí para cumplir mi propósito no dudes que te haré a un lado.
—Bien, en marcha que la noche es larga y tenemos muchas cosas que hacer, Malia, quédate aquí Gabriel te cuidara, ustedes vámonos tenemos que acabar de entregar los pedidos —habló Ethan.
Él fue el primero en salir, le siguieron Marck y Connor, el pelinegro antes de salir me guiño un ojo para después marcharse con los demás dejándome sola con Gabriel.
—¿Siete pronti? (¿Estás lista?) —me cuestionó alzando una ceja, lo miro sin entender.
—¿Sei pronti pero ciò che ci attende? (¿Estás lista para lo que nos espera?) —lo dijo serio tratando de ver si tenía miedo.
—Sempre (siempre) —le sonrío guiñándole un ojo.
Gabriel se encargó de entretenerme y no pare de reír con él aunque también me contó que él, Ashton, Marck y Connor se escaparon de un internado hace 2 años y encontraron a Ethan que se convirtió en su amigo y los ayudo. Se sorprendió al saber que tenía 8 años, él y los demás tienen 10 a excepción de Ethan qué tiene 12.
***
Con el paso del tiempo me enteré que a Eth lo ayudaba un viejo amigo de su papá, (o eso me dijo) los encargos eran llevar paquetes con dinero a diferentes personas, después se hizo la mano derecha de Ernesto, a quien asesinaron y él quedó a cargo, eso pasó cuando Eth tenía 18 años, yo era menor por lo tanto, contrato unos entrenadores en defensa personal y manejo de armas, también contaba con maestros particulares, se dedicó a entrenarme.
Cuando llegamos a Rusia Ethan me ofreció dirigir la organización como su hermana, ese era el cariño que hemos adoptado el uno por el otro y desde entonces me cedió el poder de la organización siendo yo la líder del tráfico y lavado de dinero en Italia y sus alrededores, aunque ahora las drogas no faltan.
Gabriel y los demás entrenaron conmigo ahora están bajo mi mando, ellos se convirtieron en unos grandes amigos pero Ashton unos meses después de conocerlo y entrar a su pequeño grupo desapareció, sin decir nada, desde entonces no sabemos de su paradero. Tal vez no le pareció mi presencia ahí, no lo sé.
Salí del baño con demasiados recuerdos, una vez cambiada y lista para irnos voy directo a la planta baja, donde no encuentro a nadie así que me dirijo a la bodega.
—Ly, el cargamento está listo —me informó Connor.
Asentí en su dirección, voy directo con Gabriel para irnos y lo encuentro discutiendo con Ethan.
—¿Por qué tiene que ir? —pregunta a Gabriel
—Porque está entrega es para Barone y si vamos a hacer lo acordado debería conocerlo. El cargamento está listo es hora de irnos —esto último lo digo dirigiéndome a Gabriel.
—Demonios Malia, tú deberías ir a comprar ropa como loca justo como lo hacen las chicas —dice Ethan con sorna.
—Imbécil —le respondí—. Vamos que al idiota de Barone no le gusta esperar.
Y era cierto, los Barone eran de cuidado, estábamos en su territorio por lo que tenemos esa desventaja pero eso no quita que son unos grandes negociantes, nosotros les damos dinero en euros y ellos nos dejan tener nuestros negocios sin estropear los suyos, aunque de vez en cuando las armas de última generación que sacan mediante la ONU no nos vienen mal.
—Primera vez que lo verás en 4 cuatro años, es engreído, prepotente y definitivamente un bastardo—dice Gabriel mientras caminamos a las camionetas—. ¿Nerviosa?
—No, suena como un mafioso más. Además Connor mencionó que nunca baja de su camioneta.
Asiente con su cabeza—. ¿Siete pronti? —dijo acompañado de una pequeña risa.
—Sempre. —afirme abordando la camioneta.
***
Íbamos por el boulevard directo a las brechas, teníamos despejado el camino de policías así que todo estaba tranquilo.
Llegamos y las camionetas de Barone ya se encontraban allí. Los escoltas bajaron armados y después lo hicimos nosotros. Nos esperaba un hombre de Barone con una sonrisa enorme; el cobarde de Barone nunca salía de la camioneta.
Nos dirigimos hacia él pero Gabriel tenía empuñada su arma y más tenso de lo normal.
—Los pequeños italianos... —dijo con sorna.
—Al grano, ¿dónde están las armas? —pregunte tajante, lo que ocasionó que mi acompañante se tensara aún más.
—¿Armas? Este pago es para el permiso —dijo con burla, di un paso adelante.
—No tengo tu tiempo, así que o me das mis armas o me voy con mi dinero a otro lado, tengo más proveedores —dije aparentando estar tranquila.
—Esas órdenes no han llegado a mí, sólo que recoja nuestro pago.
—¿A no? Por qué no le dices al cobarde de tu jefe que salga, de la cara y arregle esto — inmediatamente se tensó y ahora fue su turno de dar un paso adelante.
—Mira muñeca, te recomiendo que cuides tus palabras o yo estaré encantado de hacer que te las tragues.
—Quiero ver que lo intentes —dije desafiándolo.
Cuando iba a avanzar hacia mí se abrió la puerta de la camioneta.
—¿Por qué tanta violencia aquí? —se refirió a su escolta.
—Barone, sabes lo que quiero así que dámelo.
—Mmmm... ¿Y qué te hace pensar que me importa lo que quieres? —le dedique una sonrisa de superioridad.
—Ya veo... —me dirijo a mis hombres—. ¡Muchachos no bajen el cargamento nos vamos! —regreso mi mirada hacía él—. Tú no me conoces Barone pero te diré algo, conmigo no se juega y no me gusta que me hagan perder el tiempo, así que decide; me das lo que hemos quedado o me voy.
Apretó la mandíbula pero no dijo ni una sola palabra. Tomé su silencio como respuesta y me dirigí a la Raptor con un muy sorprendido Gabriel atrás de mí.
—Está bien —lo escuche antes de subir a la camioneta.
—Está bien... que...
—Tú ganas esta noche, tengo que admitir que me sorprende tu valentía o puede ser estupidez, sin embargo no te fíes de que siempre ganarás —dijo con burla.
—Entonces déjame recordarte que aquí el que no quiso cumplir con lo acordado fue otro, pensé que eras un hombre de palabra —en nuestra conversación nunca despegamos nuestros ojos, su azul contra mi café claro. Sin más que decirle y sin dejar que me contestara me dirigí a mis hombres.
—Muchachos bajen la mercancía —hable desafiándolo con la mirada.
—Un placer volverte a ver —dijo mirándome de pies a cabeza.
—¿De qué hablas?
—Hasta pronto... —Gabriel trago en seco y asintió por ambos.
Espere a que el intercambio terminara y nos fuimos de ahí.
Gabriel no dejaba de mirarme con reproche pero lo ignore y me dedique a ver por la ventana.
Los minutos pasaron pero seguía sintiendo sus ojos en mí.
—¡Qué! —pregunte ya harta.
—¿¡ACASO ÉSTAS LOCA!? ¿¡COMO SE TE OCURRE DIRIGIRTE ASÍ A BARONE, ERES CONSCIENTE DEL PODER QUE TIENE? ESTAMOS EN SU TERRITORIO.
—¡DEJA DE GRITARME NO ESTOY SORDA! —le dije de la misma manera—. No iba a dejar que nos viera la cara de idiotas ese cabrón, además todo salió bien y era justo, él fue quien cometió el error, por eso todo salió como lo planee.
—Algún día tus arranques te llevarán a la perdición.
—Deja de decir estupideces y de esto ni una palabra a Ethan. Es una orden —dije en modo de advertencia.
Llegamos y sin más baje de la camioneta y me fui directo a mi habitación, mañana sería un día intenso, las empresas Barone nos esperaban así que activo el despertador y voy directo a mi cama.
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