Vamos a jugar al escondite
Advertencia +18
Las palabras se quedaron flotando en el aire pero las repetía en mi cabeza constantemente. Ambos sostuvimos nuestras miradas con sutileza y Alec sonrió diciendo todas las cosas que quería escuchar aunque de su boca no salió ningún sonido.
Giré la cabeza y empecé a andar ocultando mi reacción. Él no me había dejado andar sola ni un segundo, aguardó detrás de mí durante un par de metros hasta que este decidió romper el silencio.
— Tienes algo aquí espera — colocó sus manos en mi cadera y me arrimó con suavidad a su cuerpo y presionó sus labios con los míos. — ya está... — dijo casi con un susurro acariciando mi mejilla.
Me quedé en blanco y no supe qué responder, pero un acto sería más que mil palabras y le respondí con el mismo gesto, la única diferencia con el de antes era que sus mano había volado a mis pómulos, como si de esa forma fuera más complicado que me escapara.
Sentía el calor que desprendía su cuerpo y sus latidos palpitando en mi pecho con cada pulsación de su cuerpo. Mis piernas aguantaban por alguna razón que no conocía, pero sentía que por dentro me derretía con tan solo un cruce de miradas.
— Debí haber roto la puerta... — musitó pegado a mi boca con una sonrisa.
— No me importaría si lo hubieras hecho... — admití enseguida, pero este volvió a acercarse y sus labios de nuevo estuvieron ocupados por un momento.
— ¿Quieres quedarte aquí? — negué con la cabeza incapaz de hablar — el coche no está lejos...
— Pero Kai esta en casa
— Entonces no podemos hacer mucho ruido
Su coche no estaba lejos de donde estábamos nosotros y con las prisas no tardamos nada en llegar y arrancar.
Alec condujo como con urgencia en la penumbra de la noche y en ningún momento abrimos la boca, pero por dentro aún seguía temblando y por la expresión de seriedad que este llevaba podía deducir que también estaba en la misma situación que yo, sin embargo, para aliviar mis estremecimientos llevé la mano distraídamente a esa zona más íntima de mi cuerpo, pero ni siquiera llegué a rozarla cuando este me detuvo.
— No hagas eso
— ¿Por qué, te da cosa que lo haga aquí? — este dibujo una media sonrisa sin perder de vista la autovía y entonces contestó;
— Me da cosa no tener espacio para hacer lo que quiero contigo en este coche si te tocas mientras ni siquiera puedo ver que es lo que haces. — tragué saliva con dificultad y a pesar de que no moví su extremidad, éste dio toques en la parte más interna de mi muslo, casi rozando la ropa interior que le separaba de mi piel. — Solo espera un poco, amor, no queda mucho.
Cerré mis ojos durante unos instantes y no precisamente porque tuviera sueño. Traté de moverme un par de veces hacia delante pero éste replicó con una palmada en mi pierna.
— Te he dicho que te esperes — dijo con un tono más tajante y únicamente cuando retomé mi posición inicial, siguió apenas unos segundos más antes de detenernos y con tan solo la poca luz que alumbraban las luces del coche, pude ver lo que era una fachada de ladrillos delante de nuestras narices.
Bajamos del coche y pasamos por delante de la recepción la cual estaba vacía a pesar de que no era muy tarde. Subimos al ascensor y justo después las puertas se cerraron.
Llamamos a la puerta esperando encontrarnos el berrido de los gritos de Kai, pero sin embargo lo que nos encontramos por parte de él fueron los ronquidos que provenían del salón. No decidimos tentar al lobo y tratamos de hacer el menor ruido posible al meternos en la habitación.
— ¿Y si se despierta?
— Por eso está el cerrojo, cuando quieres privacidad se suele poner, aunque eso supongo que lo sabes.
Este me cargó sin mediar más palabras y me dejó caer sobre la cama con un movimiento no muy brusco. Según rocé las sábanas me escabullí y trepé como mejor pude hasta la cabecera de la cama, — aunque tampoco pude recorrer mucho espacio por mí sola — este atrapó mi pierna y tiró de ella hasta que quedé debajo de él. Me separó los brazos y las posicionó a ambos lados de mi cabeza con fuerza
Este dominaba con la fuerza que ejercía sobre mí y los movimientos que hacía sus labios al arremeter contra los míos mientras yo me dejaba fluir por su habilidad. Mi piel se fundía con cada trazo que este exploraba en mi cuerpo y respirar era cada vez más complicado.
El castaño fue desabrochando los cierres de mi ropa hasta que esta cayó al suelo y acto seguido este hizo lo mismo. Moví mis dedos sobre su torso y fui bajando hacia esa V que se asomaba por su ropa interior. Me acerqué a aquel lugar, pero él no tenía los mismos planes para mí.
— Aquí no pelirroja — suspiró contra mi piel, quise preguntar por qué, pero esas palabras nunca salieron de mis labios.
Tenía el piloto automático puesto aunque parecía que mi cuerpo sentía el doble que de costumbre. Alec echó una ojeada a la zona que ahora quedaba entre su miembro y mi cordura, este deslizó la yema de sus dedos hasta el borde de mi tela y tiró de esta con fuerza hasta que la rajó.
— Ven aquí — dijo cogiéndome de nuevo en brazos y llevándome a la pared que daba con la puerta.
Mi inquietud incrementó en el segundo en el que rocé la pared fría y este se deshizo de la única ropa que aún le quedaba puesta. Liberó su miembro erecto y lo colocó en la entrada de mi sexo.
— No podemos hacerlo así
— ¿Quieres apostar? — susurró sonriendo. Este posicionó mis caderas como mejor le convenía con un movimiento su erección se deslizó por completo sin necesidad de hacer mucha fuerza, saliendo así un pequeño quejido de mí.
Mi cuerpo temblaba y se agitaba a medida que sentía que la longitud entraba. El ritmo de mi respiración se aceleraba con cada estocada constante y firme que entraba en mi. Llevé mi mano a mi boca para acallar mis sonidos, — no pude —, sin embargo no nos detuvimos por eso. Dios... como había echado de menos esa sensación.
Este empezó a dar más rapidez a sus movimientos una vez que posicionó mis piernas alrededor de sus brazos y por la impresión y no saber cómo manejar aquella situación, mis ojos empezaron a volverse vidriosos.
— ¿Te duele? — preguntó ralentizando el ajetreo. Negué con la cabeza y moví mi pelvis hacia delante para profundizar más.
Su pelo caía como una cortina, dándole un aspecto más alborotado y dominante a las expresiones de él. Alec soltaba pequeños suspiros que para mi eran música para mis oídos, y cuando por fin dejé soltar el último fulgor de mí, este atrapó entre sus dientes mis labios húmedos sacando su entrepierna fuera para poder liberarse de igual manera.
Ambos acabamos respirando entrecortadamente, intentando volver a retomar el ritmo habitual, pero era imposible, este me llevó como antes lo había hecho a la cama y me posicionó encima de su regazo.
— ¿Cómo es? — preguntó él, y aunque aparentemente no tuviera ningún sentido, lo tuvo para mí.
— Solo tú — respondí después de unos segundos de pausa. Este sonrió placentero con mi respuesta y me besó con suavidad nuevamente.
— Que no se te olvide, pelirroja
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Alec
<<Te adoro>>
Al menos esa era una de las muchas palabras que quería poder decir pero aun esas se quedaban dentro de mí, y esta como muchas otras, podría haber sido la oportunidad de decírselo a la cara, ya que ella fue la primera que se quedó dormida.
<<Había sido pura suerte que Kai no se despertara — con la discrepancia no nos habíamos lucido esa noche —. >>
Me tumbé a su lado y la abracé como si así pudiera hacerla solo para mí. Deslicé las mantas alborotadas sobre ella y acaricié su espalda desnuda como si fuera de porcelana, aun sin poder dormir.
Respiré de su aroma y besé su frente con todo el cariño que había en mi.
— Descansa cariño.
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