¿Podrías...?

<<Por qué cojones no habríamos corrido la cortina antes de irnos a dormir...>>.

Resoplé de mal humor al darme cuenta de que era pronto en la mañana — demasiado pronto diría yo — no había mucha luz del sol, lo que alumbraba más la habitación eran las farolas que ahora servían de poco.

Debería estar sintiéndome mal como muchas otras veces que había pensado en esta situación, pero lo cierto era que no. Cambiaría un millón de cosas, pero tenerla cerca no era ninguna de ellas.

Me giré para encontrarme a ella despierta. Tenía el pelo desordenado y la piel pálida que solía tener ella, ahora estaba algo más sonrojada, con la mirada perdida en el techo y divagando como muchas otras veces por su cabeza.

— ¿Ahora es costumbre que madrugues? — pregunté susurrando recordando la noche en aquel hotel y su actividad nocturna. La pelirroja no se sobresaltó cuando hablé, pero se colocó de costado mirándome con una sonrisa. — Buenos días

— Buenos días — respondió con el mismo sigilo en la voz.

Esta trepó hasta mi regazo y se tumbó encima de mi abdomen aún con la manta sobre su cuerpo y la abracé de vuelta.

— ¿Qué tal estás?

— Cómoda pero con hambre — replicó ella.

— ¿Me vas ha hacer levantarme a por comida? — como si eso nunca hubiera pasado...

Adara soltó una risa corta pero negó con la cabeza

— Ahora no, pero luego sí — admitió. Hubo una larga pausa entre los dos pero no era incómoda. — Tendría que irme antes de que se despierte Kai.

Rodé los ojos como hacía ella y le dí un giro a la situación, haciendo que ella quedara debajo esta vez y yo sobre ella evitando que así se pudiera mover.

— ¿Qué haces? — rió ella esta vez con más ganas.

— Aún es pronto — indiqué intentando hacerla cambiar de opinión. — Además no puedes salir así — recalqué. La ropa de la noche anterior era un desastre pero tan solo estaba a una puerta de distancia, sin embargo no se me podían ocurrir más excusas.

— Podría usar la ropa de ayer — dijo ella con sarcasmo.

— Podrías... si tuvieras — en ese instante me levanté de la cama y recogí toda su ropa y con un movimiento rápido la guardé en una de las baldas más altas de la estantería.

Ella miraba con cara de que en cualquier momento soltaría una carcajada por tanta desesperación mía.

— O podrías prestarme ropa — levanté las cejas divertido mientras la veía levantarse cubierta todavía con las sábanas y adentrarse en mi armario.

Empezó a inspeccionar mis camisetas y cuando retiró una del cajón se dió la vuelta y me encaró.

— ¿Y la privacidad? — quiso saber ella rotando lo justo la cabeza para mirarme a los ojos.

— La privacidad es para cuando no tienes confianza con una persona, pero creo que no es nuestro caso. — según dije eso, me acomodé mejor en la cama y ella me sacó la lengua.

— ¿La ropa interior también me la vas a quitar? — preguntó graciosa y me encogí de brazos.

— Vas a sobrevivir sin ella hoy — le aseguré.

Empezó a dejar caer con rapidez la tela que la rodeaba, dejando que yo pudiera apreciar sus movimientos, y vaya que si lo hice. Era ya de por sí difícil que ella no capte la atención por las calles y ahora más si esa distracción se exhibía en cueros frente a mí.

No llevaba nada debajo de esa tela, eso estaba claro y podía notarlo y ella lo sabía.

— ¿Te dejo entrar a mi habitación y lo primero que haces es robarme mi ropa? — me quejé con ironía cuando ella regresó a los pies de la cama.

— Tu has empezado quitándome la mía, no veo porque no puedo quitarte la tuya, pero si no te gusta puedo coger más cosas — replicó — Y es la segunda cosa que he hecho — susurró ella con la intención de que se quedara solo para ella y con una sonrisa tímida que si se volvía a repetir la capturarían mis labios.

Empezó a rebuscar entre el desorden de la habitación hasta encontrar su móvil, abrió la puerta para salir, sin embargo no sus pies no salieron de la habitación y se quedó dubitativa.

— ¿Nos vamos a ver luego? — preguntó curiosa mirando a los costados de la cama sin ningún rumbo fijo.

Formulé la sonrisa más amplia que mi boca pudo hacer al darme cuenta de que lo decía en serio. Joder... algún día de estos esta chica me mataría. La razón todavía no la sabría.

— No si tu no quieres — ella repitió el mismo gesto que yo y se arrimó al colchón aunque se quedó callada unos segundos demasiado largos.

— Oye... — murmuró casi temblorosa y empezando a ruborizarse — no se como despedirme ahora — no se si pude contener mi risa en ese momento o si tan solo la dejé salir. Lo sí sabía era que ella me lanzó un manotazo avergonzado. — ¡No te rías! Lo digo en serio idiota.

— No puede ser tan complicado — me acerqué a ella y atrapé su barbilla para disfrutar del sabor de sus labios rosados. — ¿Lo ves? Pero no te preocupes, no se desgastan. — mierda eso no era así, ¿he arruinado el momento?

Se quedó perpleja mirándome y con los ojos brillantes hasta que pudo responder con algo más de coherencia;

— Tampoco lo hace el nombre de idiota.

Contuvo su sonrisa y antes de cerrar la puerta sin hacer ruido me miró por última vez y solo quedaron palabras en el aire. Cuando tristemente volví a mi soledad, hundí mi cara en mi almohada.

<<¿Enserio? ¿No se desgastan?>> cada día iba empeorando...

➳➳➳➳➳➳➳

Habían pasado horas y aún no había pasado nada interesante. A Adara le había dado tiempo a salir a correr como todas las mañanas y volver, mientras tanto, yo estaba en la cocina terminando papeleo e intentando respirar en este calor infernal.

No muy a menudo cruzábamos miradas despistadas que alguna vez acaban convirtiéndose en risas despreocupadas. Hasta que una tercera persona y una cuarta persona entraron en escena.

— Buenos días — dijo Nicolas entrando a la cocina y terminándose el poco líquido de café frío que quedaba.

A este paso ya no tenía certeza de quién quedaba en este sitio y quién no, pero no me sorprendería de verlos a todos de nuevo en unas semanas. Kai estaba aún recomponiéndose de la noche ajetreada que había tenido, supuse que estuvo con ellos hasta no muy tarde, pero ahora estaba saludándola alegremente.

Hasta que vino hasta aquí.

— ¿La noche fue buena? — preguntó curioso con ese tono de voz que me retorcía las tripas. Por la risa en sus palabras y por que aun no estaba este encima mío, supuse que no tenía ni idea de quién era ella.

El piso era pequeño pero no había espacio para las conversaciones privadas con un tono elevado, fue por eso que Adara lo escuchó y casi se le salieron los ojos de sus órbitas al mirarme fijamente.

— Nada mal — contesté divertido.

— Joder Monti... nada mal es poder llegar a tener sexo durante diez minutos y hacer que la mujer se corra, lo que pasó en ese cuarto, no es de estar nada mal.

Fui a hablar pero ya lo hicieron por mi;

— Salgo esta noche — intervino la pelirroja ahora cambiada de ropa y entrando en la cocina con todo el gentío. — Ahí abajo abren una pista, ¿queréis venir?

Me recosté en la silla habiendo notado ese cambio de tema en la sala. Kai se dio la vuelta para mirarla y esperando una respuesta negativa, este asintió.

— Mañana tenemos que madrugar, ¿lo sabes, no?

Retiré mi mirada de él y me centré solo en Adara. ¿Mañana? Ella parecía que le quería clavar el cuchillo en cuanto se diera la vuelta pero solo me miró de reojo y volvió a la conversación.

— No volveremos tarde — prometió suponiendo que iríamos todos, que sería lo más probable que ocurriera. Kai nos miró a ambos varones y ambos asentimos sin importarnos qué hacer con nuestras vidas.

— A las dos como muy tarde en casa — movimos la cabeza hacia arriba y abajo. Ella caminó hasta él y le besó la mejilla como agradecimiento.

<<Yo solo quería morderme la lengua para no estrellarme con su cara bonita>>

— Entonces nos vemos luego — dije recogiendo mis cosas y dejándolas en un lugar apartado de mi habitación.

➳➳➳➳➳➳➳

El tiempo volvía a pasar lento como de costumbre, aunque todavía seguía recordándome que al día siguiente todo se habría esfumado y probablemente todo lo que había pasado aquí se habría convertido en un recuerdo. Aunque quizás era lo mejor en este momento.

Me recogí de manera desordenada y la ropa que escogí tampoco fue la mejor, aunque no supuse que ninguno de los de aquí se arreglaran demasiado. Todos menos... uno.

Cada uno iba por su cuenta, pero cuando todos quedamos ahí abajo, ella... joder. Se había tomado muy a pecho lo de la ropa. Iría como siempre de no ser por el pequeño detalle de la ropa interior, no había.

Me costaba meterme en la cabeza la posibilidad de que Kai le hubiera dejado salir así de casa, pero esto lo estaba haciendo a posta y ella lo sabía. Parecía que la camiseta que llevaba era su segunda piel y no había mucho espacio para la imaginación que dijéramos, se adaptaba perfectamente a la forma de sus pechos y a cada curva que hacía su cuerpo. La miré de reojo o algo parecido, la pelirroja me devolvió el gesto y sonrió ampliamente.

— ¿Tenéis suelto? Quiero beber algo antes — reclamó Nicolas extendiendo la mano en el centro intentando encontrar algo de calderilla. Spoiler, nadie le dio ni un céntimo.

— No, pero te acompaño — dijo Adara marcando el ritmo de los pasos y acercándose a la barra con Nicolas detrás.

— No se que voy a hacer con ella — murmuró Kai resoplando y encontrándome a mí como alguien a quien hablar de ella. Pero no dije nada, ni rechisté.

— ¿Qué hay de malo?

— Q- ¿que qué hay de malo? — abrió los ojos como platos como si fuera un problema evidente que solo yo no estaba viendo — lo malo es que la dejo hacer todo lo que ella quiere y no puedo marcar unos límites con ella. Tomé aire y me serene.

— ¿Y por qué no sueltas un poco la cuerda chaval? Hasta donde yo sé sois pareja, no es un perro que le dices siéntate y se sienta, lo raro sería que hiciera algo como eso. No puedes pretender que haga lo que tu quieras día sí y día también. — Nos pusimos frente a frente y la diferencia de altura entre uno y otro era poco palpable pero aun así hacía una diferencia.

— Tampoco creo que sea mucho pedir que ella vaya un poco más... adecuada. — puso mala cara cuando dijo la última palabra. ¿Había algo de atractivo en él? — El problema es q- — se cortó a sí mismo y se rascó la frente en señal de frustración mientras resoplaba — Da igual.

<<No, el problema es que quieres cambiar como es ella, el problema es que tu pretendes ser el tío perfecto, con el curro perfecto y la familia perfecta, pero lo que en verdad eres es un tío que bebe hasta que no puede más cuando nadie le ve y un caprichoso por solo pensar en tí.>> Nunca lo dije, pero ansiaba poder escupirle esas palabras a la cara.

— Igual me estoy equivocando — que por supuesto no lo hacía — pero yo hablaría con ella, haber si llegáis a un término en el que los dos estéis cómodos.

— No se si merece la pena, no me escucha — yo tampoco lo haría tranquilo, es problema no es ella.

— Podría intentarlo yo, no me molestaría probar

— Estaría genial, pero dudo que te haga caso a tí antes que a mí — me tragué mis pensamientos y dejé que siguiera en su propia fantasía. Él seguía hablando de fondo pero dejé de escuchar lo que decía. Miraba a todas partes intentando buscar un punto fijo en el que evadir mi mente. — Dame un momento. — dijo pegándose el teléfono a la oreja como si fuera un imán que no le dejara desprenderse de él, para luego irse y escurrirse por la "multitud" hasta que no se le vió.

Pasaba el rato y aun seguía ahí parado, los dos que se habían ido no tardarían mucho en regresar, o eso esperaba. La busqué con la mirada, no era demasiado trabajo destacarla en aquel lugar, seguía en la barra terminándose lo que sea que había ordenado.

Fui en su dirección cuando ella terminó cruzando miradas con la mía. Pedí lo primero que se me vino a la cabeza y me apoyé en el borde de la madera dejando mi cuerpo caer hacia delante.

— Pensé que estabas acompañado

Guardamos silencio aunque este no era incómodo, solo... se podría decir que era curioso.

— Si tanta urgencia tenias por recuperar tu ropa deberías de habérmela pedido. — dije resaltando la falta de ella.

— No me hubieras hecho caso — y tenía toda la razón, no hubiera cambiado nada si se hubiera dado ese caso, pero al menos podría decir que lo había intentado. — Además a Kai le ha encantado la idea. — soltó ella con ironía mientras se terminaba el resto del líquido en su vaso.

— Estoy seguro... Con que mañana eh — la recordé.

Debió de haberse esperado a terminar su bebida, porque la cara de frustración en su rostro lo hacía todo más evidente. No le hacía ilusión irse, eso lo daba por hecho y lo sabía, pero ahora... todo podría cambiar.

— Si, le llamaron hace unos días, necesitan que esté en un evento en dos días — se excusó ella. Probablemente no estuviera mintiendo, no, seguro que no estaba mintiendo, de hecho la culpa la llenaba por completo y lo mejor que pude hacer en el momento fue sonreír.

— Podríamos... — no sabía como terminar de desarrollar mis palabras, de alguna manera se estancaban en mi boca, solo les hacía falta un empujón... — no tiene porque terminarse aquí.

— No, no tiene porque. Tu... ¿vendrías con nosotros? — "nosotros", que palabra más fea cuando se refería a gente ajena.

— No se si sería lo indicado, además tengo tambien cosas que hacer — mentira, todo mentira, pero sabía que el ambiente sería incómodo, aunque la idea no terminaba de odiarla después de todo.

— Seguro que son muy importantes — esta sacó su teléfono y rebuscó algo en él, hasta que me llegó una notificación al mío — esta es la ubicación, por si tu agenda se despeja y así te pasas a saludar, si quieres claro.

— Me lo pensaré.

La mire por encima del hombro para divisar quien estaba y quién no entre la multitud y entonces la robé un beso despreocupado.

— ¿Eso es un sí definitivo?

— Eso es un me lo estoy pensando — recalqué.

— A mi me ha parecido que era un sí redondo — se rió ella entre dientes y formando pequeñas arrugas por sonreír alrededor de sus ojos. Le copié el gesto y reí con ella aunque no respondí a pesar de que ambos sabíamos la respuesta.

Al parecer nos íbamos de viaje.

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