→ Capítulo único.
Regresé esta vez con un Oneshot, ciertamente, triste. La verdad es que esta idea es algo semejante a una secuela del fic que publiqué hace unos días en mi colección de 'Song fics'. Sin embargo, no hay necesidad de leer la historia anterior para entender esta. Sin más que agregar, disfruten la lectura.
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Por más que hubiese querido concentrarse en lo que rezaba la pantalla de su laptop no podía concebir tal milagro. No cuando sus ojos picaban a causa del cansancio acumulado de noches en vela, y peor aún... la incertidumbre. El no saber dónde se encontraba su compañero de habitación, que de casualidad, también resultaba ser su mejor amigo.
Largó una pesada exhalación al retirar con una de sus manos las gafas que le concedían poder ver el mundo como un humano promedio sin miopía lo haría. Esas que le gustaban tanto a su amigo, a Minhyuk.
"-Las redondas te quedan mejor, te hacen ver más cuchi."
Recordó, riendo con amargura tras empuñar las manos sobre sus piernas, apretando así las mangas de la sudadera que vestía. Esa que era al menos dos tallas más que la suya.
Había contenido las lágrimas como todo un campeón, esa noche y todas las remotamente similares. La acción antojándosele como un esfuerzo titánico, la cual conforme a las leyes de la física acababa en una consecuencia. En su caso, un desgaste tanto físico como emocional, en eso se resumía el efecto su acción.
Y sabía que no sería capaz de soportar el dolor generado por la tensión en su cuerpo, pero llorar nunca había sido fácil para él. El desahogo siempre habría venido en otras formas más prácticas, menos solitarias.
"-Kihyunnie... no llores. Todo estará bien, estoy aquí para ti."
El primer sollozo escapó de sus labios y avergonzado consigo mismo, advirtiendo su quiebre, se llevó ambas manos al rostro, pudiendo cubrirse así con las mangas azules que forraban sus palmas y que no olían a nadie más sino a él... a Minhyuk.
¿Tan patético era por percibir aquel abandono como traición?, ¿Tan patético era por usar la ropa ajena en su ausencia?, ¿Tan patético era... por extrañarle?
No tenía que bajar nadie de las alturas a compadecerse de él y susurrarle la verdad, pues, la sabía. Era consciente del hecho de que mientras él le lloraba, Minhyuk ni siquiera le pensaba.
Entonces sí, ¡por supuesto que era patético!, es decir, quizá no la persona más patética del mundo pero al menos la de su facultad, ¿no?
Respiró hondo un par de veces antes de descubrir nuevamente su cara, más no se atrevió a alzar la mirada. Con la diestra se peinó los cabellos hacia atrás conservando la misma posición, absorto en el pensamiento de que todo en su entorno le detestaba, como si los objetos a su alrededor hubiesen cobrado vida tan sólo para mofarse de su error. Pero no existía tal realidad, aquellas voces en su cabeza no eran nadie más sino él mismo, recordándose lo estúpido que era por amar y echar de menos a alguien que ya no estaba dispuesto a prestarle siquiera un segundo de su tiempo. Estaba solo, y el silencio curiosamente hacía más ruido que una multitud. Las cosas de su compañero al otro lado de la habitación le atestaban su ya dolido corazón, porque hacía quizá dos días que todo permanecía en el mismo lugar.
"-Volveré mañana, Ki. Te quiero."
Si tan solo alguna de esas cosas hubiese sido cierta. Ni siquiera tenían que ser ambas, se hubiese conformado con la primera porque así de patético era. Hasta ese grado llegaba su terquedad.
¡Quién le habría mandado a él a enamorarse de Lee Minhyuk!
Entre sus temblorosas manos tomó sus gafas, se las colocó y con la pizca que le quedaba de coraje se sumergió en la pesada teoría que debía asimilar. No podía darse el lujo de reprobar por algo como eso, no podía darle el lujo a Minhyuk de volver añicos su excelente récord académico.
-... aplicando las reglas de la termodinámica... se podrá...
"-¿Otra vez termodinámica?, ¿por qué mejor no dejas que yo te explique?
-Minhyuk, no tienes idea siquiera de lo que significa la palabra 'termodinámica'.
-Tiene que ver con calor, ¿no?... yo te puedo dar calor."
Cerró los ojos con fuerza al tiempo que sacudía su cabeza de manera violenta, buscando apartar esos recuerdos de su mente cuando antes. Minhyuk era un imbécil, pero había sabido cómo tratarle, como fingir que le quería de verdad, y eso era lo más doloroso respecto a su posición.
No importaba la circunstancia, en el pasado Minhyuk siempre estaría allí para él. Incluso en el escenario más absurdo, el más improbable. Minhyuk siempre buscaría una solución, la mejor solución. Por esa razón le era tan difícil olvidar, el negarse a recordar.
Y es que a nadie se le puede culpar de extrañar a quien con tanto cariño le ha cuidado. No obstante, ahí reposaba su último lamento, el más quejumbroso de todos: Minhyuk sólo le tenía cariño.
Y allí iba otra flecha directo a su corazón: ni Minhyuk ni su cariño volverían esa noche, mucho menos la siguiente porque él ya no era importante. Alguien más había tomado su lugar. Pero... ¿si quiera habría tenido un lugar?
Observó una vez más la pantalla de su laptop, la batería estaría quizá a veinte minutos de acabarse. Ya eran pasadas las doce y a esa hora el campus cerraba las puertas principales por seguridad; incluso siendo un estudiante, Minhyuk se metería en un lío si le pillaban escabulléndose a esas horas en las instalaciones. Sin embargo, no tenía necesidad de preocuparse porque en el fondo sabía que el otro no volvería, que no estaba ni cerca de la vivienda y mucho menos del campus.
Tanto la termodinámica como Minhyuk volvían a burlarse de él esa noche, y ya estaba harto.
Con la diestra bajó la pantalla, tomando la máquina para así dejarla sobre el escritorio próximo a su cama. El nudo que con anterioridad habría aflorado en su garganta, ahora le contraía dolorosamente haciéndole casi imposible respirar. Miserable así como se sentía, se arrulló contra sí, empujado las almohadas que había esparcidas por su cama. Tenía frío pero no veía el punto de cubrirse, tan sólo se limitó a cerrar los ojos esperando ir a otro lugar, deseando estar en cualquier otro lugar menos ese donde tantas noches habría compartido con el mayor riendo, llorando, soñando...
"-Besas tan bien, Kihyunnie... quiero besarte toda la noche, toda la... espera, espera. No te avergüences.
Susurró el castaño quien a centímetros de su rostro volvió a buscarle, tomándole con ambas manos para impedir que apartase la mirada. Obediente le miró a los ojos, apreciando el calorcillo que se había instalado en sus mejillas. No había otra persona en la tierra que desarmara así sus defensas y, sabía era estúpido ruborizarse por algo así, porque aquello no significaba nada, ¿verdad?
-Ahí estás, bebé... no dejes de verme. Me gustan tus ojos, tu sonrisa, tus labios, tu todo...
Habló el mayor sobre sus belfos haciendo de cada pausa un beso, como si de comas en una oración se tratase al enumerar todas esas cosas que decían gustarle de él.
Temía por su pobre corazón, que desbocado se movía a razón de la inspiración que eran las palabras del otro. El perfume del mayor le tenía en el limbo y pendiendo de un hilo tenía a sus sentidos, amplificando cada resultado de los juegos que ambos llevaban a cabo. Sus lentes estorbaban cada vez que sus rostros se acomodaban en un nuevo ángulo al besarse. Tan rico, decante, sensual e intenso. Minhyuk insistiría en dejar aquellos cristales en su lugar, alegando lo bien que se le veían, y la sensación (el morbo) que le agregaba a la situación. Y con qué ganas le negaba algo a Minhyuk si entre sus brazos siempre le hacía sentir tan... querido.
-Mh... Kihyunnie, bebé... ¿irías abajo por mí?
Escuchó decir al moreno tras haberle chupado la lengua con parsimonia, logrando arrancarle un deseoso jadeo. Tuvo que parpadear varias veces para disipar la espesa bruma que cubría su visión, y sólo cuando hubo salido de su trance, sintiendo aún la vestigio que unía sus bocas, percibiendo los tibios labios que besaban el atardecer de sus mejillas y mentón, asintió.
No era la primera ni sería la última vez que se ponía de rodillas entre las piernas del mayor. Indistintamente, siempre se vería así mismo como el inexperto, el aprendiz que contaba con un talentoso maestro. Minhyuk ponía su mundo a dar vueltas a la inversa y eso le fascinaba.
Ansiaría entonces los halagos que pudiera darle el inconfundible tono rasposo de su tutor, justo tras poner su boca a disposición. Habiendo dejado sus lentes en su lugar, y estando todavía más sonrojado, despeinado y enamorado de Minhyuk, aunque este sólo le usara..."
Maldijo en voz baja al recordar la sonrisa que habría dibujado el mayor en aquel momento. Aquella estúpida y hermosa mueca que de forma involuntaria besaría si pudiera. A continuación, articuló unos cuantos insultos más a la vez que otro sollozo huía intrépido del encierro; las lágrimas, por su parte, no se dejaban a pesar de cubrir su mirada. Se sentía tan frustrado, tan frágil... él no era así, esa no era su auténtico ser. Pero Minhyuk sí que había dado para con todas sus debilidades llevarle hasta el punto de quiebre.
"-A-ah... más, más, ¡M-min... hyuk!, más, más... no pares.
Gemía el mantra que al mayor tanto le gustaba mientras entre sus piernas el otro movía sus caderas, enterrando el deseo en su cuerpo, lento y complaciente, como el amante atento que Minhyuk era falsamente para con él siempre traerle el espejismo del cielo en la tierra.
-No te calles, bebé. No te guardes nada, que todos te escuchen.
Murmuraba el otro contra la piel sudorosa de su cuello, su pecho, y su boca. Minhyuk estaba en todas partes, le sentía poniendo a punto de hervor cada célula de su cuerpo y quería más, pero nunca tendría más. Con sus piernas atraería el cuerpo ajeno obligándole a cambiar el ángulo de sus embestidas, desatando en sí un llanto placentero. Con sus escasas uñas rasguñaría su espalda en el desespero de marcar lo que no le pertenecía. Y una vez más buscaría besarle, aguantándose al fervor de sus cuerpos unidos. Soñando con una historia sin final..."
Esta vez no sería un sollozo sino un tímido gemido lo que escaparía de sus labios cuando inconscientemente se encontró a sí mismo, frotándose a la almohada que envolvía ahora entre sus piernas, tal como hubiese hecho con Minhyuk.
"Patético."
Se reprochó internamente mientras volvía a empujar sus caderas, esta vez callando los penosos sonidos de su boca contra el dorso cubierto de su mano.
Era absurdo lo palpable que era su necesidad. El afán de ser tocado, complacido, y no por cualquiera sino por Minhyuk. Estaba enojado y hacía quizá demasiado calor, pero no sabía distinguir si todo era a causa de la excitación, o por la rabia que todo el asunto le producía. No obstante, qué importaba.
Ya no habría un punto más bajo del que ahora ocupaba.
Sin vergüenza, sabiéndose solo y sin un mejor plan apartó la almohada y se deshizo de la ropa interior que llevaba, siendo esta la única prenda que le vestía de la cintura para abajo.
"-Me encanta cuando me recibes así, Kihyunnie.
Musitó el mayor, viéndole desde su lugar al umbral de la puerta de la habitación siempre con la pizca de deseo latente en su voz. No había querido usar pantalones, había preferido ocupar una de las sudaderas de su amigo porque entre tantos parciales no había tenido tiempo de llevar su propia ropa a la lavandería esa semana.
Por supuesto que su plan no había sido provocar al otro, pero tampoco se quejaría, mucho menos cuando de un brinco el mayor le hubo asaltado la boca en húmedos besos.
-Lo hiciste a propósito, ¿no es así?... lucir así de irresistible... ¿acaso no te bastó con lo que te hice ayer, bebé?
-Y-yo... no... a-agh...
-Shh... está bien. Te tengo.
Las caricias que esas grandes manos dejaban a su paso sobre sus piernas y su abdomen le erizarían la piel, y la temperatura de su cuerpo iría progresivamente en ascenso. Porque Minhyuk siempre le tomaría como si tuviesen todo el tiempo del mundo, atento como él solo, descubriendo cada recoveco de su cuerpo con los labios, en palabras dulces."
Y Minhyuk siempre insistiría en coger así como estaba, tendido entre las sábanas vistiendo alguna prenda suya, con sus gafas y el sonrojo de sus prominentes pómulos todo siempre en su lugar.
Quizá esa debió de ser su primera pista, la primera de las tantas que el mayor dejó de camino al inminente final. El día que no fue Minhyuk sino él quien pidió por atención. Aquel fatídico día advirtió la distancia de los movimientos y las palabras del otro, pero quiso omitir la presencia de la barrera que comenzaba a alzarse entre ellos. Esa y las veces que le siguieron hizo lo mismo hasta que el otro le soltó y hubo caído posteriormente al vacío.
Irritado por la negatividad que sus memorias le evocaban se centró únicamente en su liberación. Escupió en la palma de su mano y acomodándose de espaldas en la cama, llevó esa misma mano a su crecida erección, gimiendo con descuido tan pronto la humedad hizo contacto contra el ardor de su carne. Una, dos, tres veces, se movió de arriba hacia abajo lubricando con pereza el producto de sus necias fantasías.
Y mientras más apretaba, mientras más se movía e incrementaba la velocidad de su mano, más lloriqueaba contra la tela de la manga de la sudadera que ahora húmeda por su saliva, seguía mordiendo. No tenía quien le dijera lo hermosa que era su voz, no tenía quien le recordara lo bien que se veía al borde de la desesperación, así que no tendría sentido regalarle eso al silencio que no hacía más sino recriminarle.
-Mhmm... ¡a-ah!
Gimoteó al molestarse así mismo, presionando y rodeando con sus dedos la punta, sintiendo el líquido pre-seminal salir a borbotones, como las lágrimas que ahora caían de sus ojos mojando los costados de su rostro hasta caer sobre la cama.
"-Mírate nada más... estás tan húmedo y a penas te he tocado, bebé.
Soltaría entonces una pesada exhalación tan pronto el mayor acariciaba sus nalgas por dentro de las prendas, incitando el meneo que hacía sobre su regazo para seguir frotándose. Los ensayos de ambos esparramados en la mesa, olvidados. Y el deseo, la necesidad, oscureciendo la sensateces.
-M-minhyuk, por favor...
-¿Hm?, ¿qué quieres, bebé?
-¿T-tócame?...
-Aigo, no llores, Kihyunnie. Estoy aquí, te daré lo que me pidas..."
Esos momentos en los que las promesas de Minhyuk eran verdades... debió aprovecharlos más, disfrutarlos, atesorarlos. Ahora solo eran recuerdos que incómodamente le quemaban por dentro.
"Te odio, te odio, te odio... te necesito, Minhyuk."
Repetiría en su mente al mismo ritmo que su mano llevaba anticipando el estallido, el alivio momentáneo que le esperaba.
De sus ojos seguía escapando el agua salada proveniente del mar en el cual se ahogaría más entrada la madrugada. Sollozaba, gemía, y el resto de su cuerpo convulsionaba de placer, imaginando que eran las manos del mayor las que le tocaban. Y por un momento incluso creyó oír la voz del otro en las promesas, las frases mansas que no significaban nada y que a él tanto le gustaban.
-M-minhyuk... Minhyuk...
Repitió en medio del desespero, sintiendo un nudo en su vientre, lo pesado e hinchado que se sentía su miembro al tacto en cada embestida que daba contra su propia mano.
"-Eso, eso es, Kihyunnie. V-vamos, bebé... córrete para mí, anda. Quiero ver lo hermoso que eres.
Hablaría el mayor contra sus labios en besos interrumpidos por el frenético movimiento que llevaba al brincar una y otra vez sobre la estaca que palpitaba dentro de su ser. Sus brazos en torno a los hombros ajenos, sonidos lascivos derramándose de sus belfos, ambos impacientes persiguiendo la dulce liberación.
-¡M-min...! M-minhyuk, Minmin...
Gimió tan pronto sus sentidos se apagaron en la despiadada sacudida que arremetió, contrayendo los músculos de su anatomía. Entonces satisfecho y tembloroso, estrujaría el cuerpo ajeno que cálido le recibía acompañado del mismo discurso. Siendo incapaz de percibir otro aroma que no fuese el de su amor.
-Sí, di mi nombre, bebé... mira qué hermoso te ves, ¿se sintió bien?
Y entre besos que cubrirían la humedad de sus mejillas, asentiría antes de ir a por la búsqueda del estallido ajeno..."
Queriendo vivir una experiencia similar, con su mano libre alzó el frente de la sudadera hasta la altura de su rostro, aferrándose no solo a la tela sino al aroma que esta desprendía, el vestigio de Minhyuk que rondaba entre las fibras, el mismo que vergonzosamente le empujó con rapidez a la culminación. Y tras sentir el nudo apretar en su vientre, la tensión en su cuerpo y una última sacudida se vino en un grito ahogado con el nombre del mayor danzando en la piel maltratada de sus labios.
La evidencia de su pecaminosa acción manchando en chorros tibios su mano y el azul de la sudadera, que vistiendo su sudoroso cuerpo parecía temblar con él.
-M-minhyuk...
Repitió su nombre en medio del agite. Nombre que después se convertiría en sollozo desgarrador, en el grito histérico que arrebató el aire de sus pulmones. Una vez más se cubrió el rostro con las manos, sintiéndose estúpido, traicionado por el otro y por sí mismo.
"-Cuando me necesites... sólo búscame, ¿sí? Llámame si estoy lejos, te contestaré no importa lo que pase, Kihyun.
Y podría haber jurado que la pesada ternura de esas palabras cayó sobre su lengua al recibir el beso que le siguió, tan tibio. Sus manos dubitativas buscando las adversas siendo recibidas con agrado, enlazando así sus dedos.
-No me dejes nunca, Minhyuk. Por favor...
-No lo haré, bebé... aquí me tienes, aquí estoy.
Para ese momento resolvió era propicio resguardarse en la genuinidad de las palabras ajenas, en la belleza que encerraba el brillo de aquellos ojos que miraban a través de su alma. Solo ellos dos..."
-M-mentiroso...
Sollozó contra la almohada después de lograr juntar lo poco o nada que le restaba de dignidad para tratar de limpiarse.
Seguía en la cama, ahora sentado de espalda a la pared, meciéndose en busca del confort que solo una persona pudiera darle. Y es que su situación era tan deplorable, porque no tenía más amigos a quienes acudir... Minhyuk era la totalidad de su mundo y su confianza absoluta, al menos en esa ciudad estando tan lejos de su familia.
Abandonado y con el corazón roto, así le encontrarían. Enamorado de su primero y único... así estaba y estaría.
Movió sus gafas a un lado para secar las nuevas lágrimas que empezaban a empapar sus mejillas, y tras volver a acomodarlas en el puente de su respingada nariz vio por el rabillo del ojo, el brillo de la pantalla de su teléfono el cual llamó la atención.
Interesado por ello, se movió para alcanzar el dispositivo. Una vez en sus manos revisó todo, alcanzando a ver las notificaciones de siempre y por último, un mensaje que no hubiese querido leer.
- " De MinMin: No volveré esta semana, me quedaré donde Hyunwoo."
Por alguna razón las palabras en la pantalla parecieron difuminarse y para cuando reparó en el por qué, las salpicaduras de sus lágrimas ya eran demasiadas. Dejó caer el teléfono y volvió de nueva cuenta al lugar que anteriormente habría ocupado, abrazándose a la almohada mientras ignoraba el hecho de lo intensa que podía resultar una simple oración, de lo agudo que era el dolor que producían las heridas en su corazón.
-O-ojalá nunca los h-hubiera presentado...
Sollozó, viendo hacia la puerta con la esperanza de que el mayor volviera y cumpliera sus promesas. Deseando nunca haber conocido aquel intruso.
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¿Qué les pareció? Espero no hayan llorado tanto como yo.
Y si no quedaron satisfechos con este final, pueden doblar la pagina y leer el final alternativo, la versión más feliz de esta trágica historia de amor.
╭( ・ㅂ・)و ̑̑ ˂ᵒ͜͡ᵏᵎ⁾✩
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