V: Epílogo.
Termino de hacer el puré y noto que Melanie está muy silenciosa, mirándome fijo y pensativa. En estos cinco meses, tras su vuelta a casa, todavía no puedo besarla. Cada vez que me acerco a ella se siente incómoda y no lo soporto, pero tengo que aguantar. Aun así le sonrío y alzo las cejas para ver si me dice algo, y lo hace.
—¿Sabés? Estos días estuve recordando algunas cosas de cuando estaba en coma, y creo que tuve un sueño muy largo con vos. —Me doy vuelta para mirarla.
—¿En serio? —cuestiono—. ¿Como qué?
—Bueno... era como que nos volvíamos a ver. Lo último que recuerdo es que me trajiste flores a casa y ya.
—¡Es lo último que te conté antes de que el doctor me interrumpa con la autorización esa! ¡Me escuchabas e imaginabas las cosas! —respondo casi gritando, y ella se sobresalta—. Uy, perdón. —Me acerco y nos ponemos cara a cara—. O sea que... recordas algunas cosas. ¿Te vas acordando de mí?
Asiente en silencio y sonríe tímidamente mientras se sonroja.
—Marcos... —dice en voz baja y su voz tiembla—. Recuerdo absolutamente todo y estoy segura de... de que te amo.
Los dos rompemos en llanto a la misma vez y nos fundimos en un beso largo, apasionado y lleno de amor.
—También te amo, Mel. Con todo mi corazón...
Nos volvemos a besar y puedo asegurar que es el mejor día de San Valentín de toda mi vida.
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