"Capítulo Número Dos"
¡Mierda! ¡Ya es tarde!
Alisté rápidamente mis cosas, me vestí, cepillé mis dientes y subí al auto con mi mochila en la espalda, un pan tostado en una mano y un peine en la otra.
-Deberías ser más responsable, Bell.- me reprochó mi madre, soltando un suspiro. Yo solo sonreí y me rasqué torpemente la nuca. "Lo sé, lo sé", respondí. Peiné rapidamente mi cabellera rubia, que caía por mi espalda hasta llegar a mis caderas, y terminé de comer mi pan tostado antes de llegar.
...
Bajé del auto, frente al colegio, y subí corriendo las escaleras. Afortunadamente la maestra de matemáticas todavía no había llegado. Pasé la mirada por los pupitres para dos personas que se encontraban pulcramente distribuídos por la clase, pero todos los lugares estaban ocupados...excepto uno. El lugar libre estaba al lado de una chica con la que nunca antes había hablado, y no recordaba su nombre. Al acercarme, me penetró el alma con sus fríos ojos marrones. Su piel estaba bronceada y su cabello corto y sus lentes de marco negro hacían que tenga un aspecto algo masculino, pero sus pechos copa B o tal vez C y su notoria cintura la delataban, además de sus labios gruesos y sus largas pestañas...era muy bonita.
-¡Hey! ¿Qué es lo que miras, niña fresa?
-¿Hum?- su voz me sacó de mi trance.-Lo...lo siento.-bajé la mirada y me sonrojé un poco.
-¿Vas a sentarte o no?-dijo, cruzando los brazos sobre el pecho.
Me senté a su lado, avergonzada. Ella era muy ruda. Llevaba el uniforme para educación física, a pesar de que hoy no era el día en que debía traerlo, y una campera completamente negra con capucha.
Saqué de mi mochila mi estuche de maquillaje. Coloqué un espejito sobre el pupitre y saqué el delineador. Me lo coloqué cuidadosamente, cerrando uno de mis ojos grises por vez, para después aplicar rímel sobre mis pestañas.Luego saqué la sombra de ojos, escogí un color rosa pálido, como el mechón teñido que tenía en la parte delantera de la cabeza. También me coloqué un brillo de labios, sabor durazno; y finalmente saqué un perfume, bastante costoso y de un olor dulzón y lo rocié en mi cuello y brazos.
-¿Qué es ese olor?-dijo mi compañera, evidentemente molesta. Miró atentamente el perfume que sostenía en mis manos y luego el maquillaje que había en mi lado del pupitre.-Estamos en el colegio, no en un prostíbulo-dijo mirandome de una manera rara. Me indigné mucho ante su comentario y no pude evitar defenderme:
-Me maquillo porque me gusta. Así me siento mejor conmigo misma, tú eres la que debería producirse y cuidar su aspecto fisico un poco más. Así que me gustaría que dejes de criticarme.
-Lo siento, pero el olor a maquillaje y a perfume me enferma. Te agradecería que no lo hagas cerca de mí.-respondió ignorandome.
-¿Acaso nunca te maquillas o te pones perfume?-pregunté, sorprendida.
-No.
-¿Por qué? Eres una chica.
-Me baño y me cepillo los dientes todos los días. Para mí eso es suficiente.
-¿Cómo piensas conseguir novio así?
-No me interesan los hombres.
Solo me quedé en silencio. Yo jamás conviví con una persona como ella. Tal vez debería ayudarla a ser algo más femenina. Ella es muy hermosa, y mientras más la observo, más lo es.
Su bolsillo vibró, y ella sacó un celular de su bolsillo. Me asomé un poco para ver si averiguaba algo interesante.
Continuará...
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