PRÓLOGO

- ¡Es un niño! - una de las mujeres que asistieron al parto salía de la habitación, alegre por mencionar la noticia.

- ¡Un alfa! - la última mujer salió de la sala, dejando al alfa y a su Luna solos, contemplando a su bebé. Aun que el bebé no se hubiera presentado, todo el mundo sabía que el primer hijo de un alfa líder acababa siendo un alfa. Era lo que su diosa dictaba.

-Será un fuerte líder- El alfa, orgulloso, hinchó su pecho. Riendo junto a su mujer.

-No empieces a presionarlo el primer día cariño, déjalo disfrutar su infancia. - la mujer apenas podía hablar, pero reía con todas sus fuerzas, mirando su bebé recién nacido, sonriendo de lado a lado incapaz de contener su inmensa felicidad.

-Es mi hijo, tengo que prepararlo para asumir el liderazgo. - se quejó.

-Si, eso lo discutiremos más tarde. - El alfa ya había perdido, eso lo sabía muy bien, por mucho que impusiera su palabra ante los demás como un buen líder, su Luna siempre acababa ganando las discusiones. - ¿Cómo lo llamaremos? -

-Kuroo. Tetsuro Kuroo. - Añadiendo el apellido principal de la manada, El apellido que reconocía su línea de sangre, un apellido que llevaría con orgullo hasta sus últimos días.

-Bienvenido al Mundo Kuroo, nuestro hermoso y fuerte niño. - la mujer restregó su mejilla contra la del bebé. La típica costumbre entre madre e hijo de la manada. Para asegurarse de marcar con su aroma a sus hijos. El bebé despertó emprendiendo su llanto.

Un llanto fuerte y potente que recorrió toda la manada, dando inicio a una nueva etapa.

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-Mamá, cuéntame el cuento de donde nashiste- el pequeño Kuroo, con tan solo un año, perseguía a la Luna a todas horas para que esta jugara con él. Y la mayoría y veces, para que le explicara una historia, una historia que supuestamente era de su pueblo natal.

-Pero la leyenda de Karasuno es muy triste ¿estás seguro? - el niño hizo un puchero.

-Yo soy mu gande mami, no me ponde trishte. - Obligó a su madre a seguirlo y a sentarse junto a él en el primer sillón que encontró

-Está bien. Hace mucho tiempo, cuando caía la primavera, el Alfa líder de la manada principal se presentaba, iniciando consigo la primera caza, el festival más importante de la manada central. - El pequeño la interrumpió.

- ¿La casha no se hashe aquí mami? - Los ojos vidriosos de su hijo, intentando sacar información de su madre era algo digno de ver, sobre todo porque todo el mundo tenía claro que lo hacía a propósito. Era una cualidad alfaque se presentaba al nacer. Su tremenda curiosidad insaciable.

-No cariño, eso solo se hace en la manada principal, es una tradición que se originó allí a través de la leyenda. - el pequeño ahora brilló con mucha más curiosidad.

- ¿Y cómo os conocisteis papá y tú? - Por alguna razón, Sakura sabía para donde iba a tirar la conversación, así que no le quedó de otra más que contestar todas las preguntas caprichosas de su hijo.

-Bueno, tu padre hizo una visita a mi manada y al encontrarse conmigo descubrió que la Diosa Luna nos había emparejado. - sonrió, recordando el viejo momento

- ¿Sin la casha? - a su hijo le costaba la pronunciación de las erres y las zetas por lo visto

-Si, sin la caza. - Estaba verdaderamente aliviada ante ese echo. la caza era el cortejo de la primera alfa a la primera luna, el que se hubiera mantenido no era nada bueno ya que siempre sucedían cosas fuera de lo normal. Y por mucho que se disfrazara con la bonita leyenda, había cambia formas que temían el festival junto a la caza.

- ¿Y entonshes yo que haré mami? -Kuroo movió la cabeza, inclinándola a un lado. lanzando aún más preguntas.

- ¿Qué quieres hacer? - Sakura a veces no entendía a su hijo, y esta era de esas veces.

- ¿cómo encontralé yo a mi paleja? -

-Eso es algo que solo tu sabrás Kuroo, es algo que se nota a simple vista. Con solo intercambiar miradas con esa persona sabrás que te pertenece y que tú le perteneces a ella. - El niño parecía feliz con la respuesta, aun así, se atrevió a preguntar

- ¿Tiene que ser una chica? - Sakura se tensó, no esperaba que su hijo fuera a prestar tanta atención como para darse cuenta de ese detalle. No quería mencionarle a tan pronta edad las complicaciones que había debido a las leyes marcadas hace años por el consejo. Suspiro, pensando que tendría que decirlo cuanto antes. Mas su suegra, quien entraba junto a su compañero por el umbral de la puerta. por lo visto, había estado escuchándolos.

- ¡Por supuesto que sí! es algo natural, solo las mujeres pueden procrear. - El niño se quedó poco conforme con esa respuesta. Ninguno en el lugar mencionó la existencia de omegas hombres. Casi como si quisieran ocultárselo.

- ¡Marie! - El alfa gruñó - ¡Es muy joven como para que entienda eso! - gracias a la comunicación mental que compartía junto a su compañero sabía que a su alfa, no le importaba que s hijo escogiera un hombre omega. Simplemente se tendrían que preparar en su debido momento para proteger a su hijo de cualquier problema. Y aunque ellos pensaran así, los mayores siempre tenían otra mentalidad.

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- ¡Papá, ven a jugal! - el niño irrumpió en su oficina. La oficina principal del alfa líder. Dándose cuenta de que no estaba solo como esperaba, sino que había gente con él. - ¡Ui!¡Lo siento! -

-No pasa nada Kuroo, ven aquí. - Acató la orden de su progenitor y se acercó a él para sentarse en su regazo. Mirando directamente a los dos hombres que había con ellos.

-Como decía, alfa, me gustaría que no me asignará más tareas hasta que mi cachorro nazca. Mi mujer me necesita en esta última etapa. - Se podía ver que el hombre apenas había pegado ojo en toda la noche.

-por mi está bien, tengo más ejecutores aparte de ti, Aixko. - Como Kuroo bien sabía, el alfa disponía de un segundo al mando, su beta, y luego disponía de hombres de confianza llamados ejecutores, que se encargaban de realizar misiones que el líder asignaba personalmente.

-Gracias alfa. - dio una reverencia.

-Iremos a verte tan pronto nazca el bebé, así que duerme unas horas, tu cara dice a leguas que necesita una buena siesta, yo iré a jugar con Kuroo, puedes irte. - El hombre salió al momento, Kuroo admiraba a su padre, todo el mundo le hacía caso y cumplía sus normas. Era imponente como un buen líder. Y el esperaba poder ser algún día como él.

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- ¿A dónde vamos papi? - Kuroo iba feliz caminando de la mano de sus padres por la manada.

-Vamos a ver al cachorro de un amigo mío. -

- ¿un bebé? - Aún recordaba la fotografía que su madre le enseñó de él mismo de pequeño. Su manada se caracterizaba por estar cerca del pueblo humano. Y por ello tenían muchos artículos interesantes como las fotografías y cámaras.

-Si, un bebé. - Su madre sonrió. Entraron a una casa de la zona, siendo recibidos por el mismo hombre que encontró con su padre semanas atrás. Kuroo empezó a sentirse inquieto por alguna razón. Su piel hormigueaba.

-Aixko, ¿Cómo estáis? - su padre sonrió enormemente. Tenía que dejar claro que daba el visto bueno como alfa a esta pareja junto a su cachorro, que los acogía en la manada.

-bien alfa, pasar. - entraron rápidamente a la sala, donde se encontraba una mujer menuda, un omega, con un bebé en brazos. Era la primera omega que Kuroo veía a parte de su abuela.

-Rina ¿Cómo te encuentras? - Su madre se adelantó, por lo visto ambos conocían muy bien a la pareja.

-bien, el parto fue complicado, pero el bebé nació sano. -una manta bien envuelta alrededor del niño se encontraba entre los brazos de la omega, quien empezó a retirarla para mostrar al bebé. Sin saber el por qué, Kuroo se encontraba ansioso.

-Es un poco débil por lo que creemos que es beta. - Aixko mencionó.

Kuroo veía al bebé con sumo cuidado, casi queriendo recordar a fuego todo el pequeño cuerpo. Fue como si un simple clic se hiciera en su cabeza. Estremeciendo todo su cuerpo. Sintiendo demasiada curiosidad por el pequeño.

Cuando fue la hora de irse, sus padres tuvieron que llevárselo a rastras, porque ante la vista de todos,el pequeña alfa estaba siendo muy tímido en acercarse al bebé. Admirándolo al ver por primera vez un cachorro tan de cerca.

Sus padres se dieron demasiada prisa por marcharse del lugar. Pero a partir de ese día. Kuroo empezó a desaparecer, yendo a ver al pequeño bebé a escondidas. Algo que su madre empezó a notar.

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Kuroo ya tenía tres años y aún seguía con la obsesiva necesidad de ver a Kenma. El pequeño cachorro del que no se separaba.

- ¿A dónde vas cachorro? - Toda su familia estaba reunida en la sala cuando él estaba listo para salir.

-Voy a jugar con Kenma, ¡Y ya no soy un cachorro! - Su etapa de rebeldía contra su padre empezó antes de lo previsto. Vincent, su padre, aún no se creía que se le rebelara y, por tanto, se burlaba de él respecto a su amigo Kenma. Una amistad que, a sus ojos, era muy unida.

-Si claro, creo que Kenma hoy esta con sus amigos, no sé si podrá jugar contigo. - Refunfuñó su padre, incapaz de contener la risa por como unas simples palabras afectaban tanto a su hijo.

-Yo no soy su amigo, soy su alfa. - Todos se tensaron, sobre todo sus propios padres.

- ¿que? Cariño, tú no eres alfa aún. - Se le adelantó la anterior Luna, la abuela de Kuroo, Marie.

-Yo soy su alfa, tiene que jugar conmigo, voy a buscarlo. - extendió un puchero por todo su rostro.

-Mi nieto ya se cree el alfa. - El antiguo alfase rio fuertemente, provocando el enfado del pequeño pelinegro.

- ¡Soy un alfa! -

- ¿Sí? ¿Y quién va a ser tu beta? ¿Ese tal Kenma? - la abuela insistió.

-No, Kenma será mi Luna, Yaku será mi beta. - Kuroo se llevó las manos a la barbilla, simulando una cara soñadora, para mostrar su pequeño e infantil enamoramiento. Su padre, Vincent y su madre, Sakura se giraron rápidamente a ver las reacciones de los dos mayores.

-Cariño, Kenma no puede ser tu Luna. - Marie rápidamente intervino, ocasionando que su nieto la mirara más que mal.

- ¿Por qué? -

-Porque Kenma es un chico- Respondió ahora su abuelo. Sus padres se mantuvieron callados, sin decir nada.

- ¿Y? Yo soy el alfa, si yo quiero que él sea mi Luna pues lo va a ser. Me voy con Kenma. - Se fue dando zancadas hasta la salida, con una cara de enfado bastante notoria.

-Pero...- Fue un poco tarde, el pequeño pelinegro salió por la puerta decidido a buscar al pequeño Kenma.

- ¿Qué haréis con él? ¿No le habéis dicho que los omegas hombres son asesinados? - Marie empezó a hiperventilar, viendo la horrible desdicha que los esperaba.

-Tiene solo tres años. - Vincent gruñó

-No quiero que mi nieto se empareje con un hombre. - El abuelo gruñó de vuelta.

-Tiene razón, deberíais prohibirle que lo viera. - Marie soltó rápidamente.

- ¡Mamá, ya basta! Kuroo es muy pequeño, cuando llegue su momento el decidirá con quien aparearse, y si es un hombre no vamos a quererlo menos por ello. - Sus padres soltaron un grito ahogado, no era posible que su hijo les dijera aquello. Ellos le enseñaron bien los valores que debía traspasar a las siguientes generaciones.

-Pero....el consejo...- Vincent la volvió a interrumpir.

-Del consejo se encargará la manada principal, hemos estado escuchando rumores de que planean abolir sus leyes y eliminar la institución, esperemos que sea verdad y podamos respirar tranquilos. - Y si no era así, El mismo se encargaría de matar al consejo con sus propias manos con tal de protegerlo. Solo esperaba que todo aquello que le sucedía a Kuroo fuera por su corta edad.

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-Papi ¿Qué le pasa a mami? - Kuroo ya podía hablar con normalidad con sus cinco años. Aunque seguía con la misma edad, se notaba su capacidad como futuro alfa, siendo uno de los jóvenes más avanzados.

Sakura se encontraba en su alcoba llorando, nadie a parte de su padre había entrado a la habitación a calmarla. ni el propio cachorro pudo debido a que su madre saltaba en lágrimas al verlo.

-No pasa nada cachorro, solo esta triste. -

- ¿Por qué esta triste? - El instinto de un niño es estar pegado a su madre, y si esta tenía algún cambio en su comportamiento habitual, el niño no puede tranquilizarse. Kuroo simplemente no podía dejar a su madre llorar tan desoladoramente.

-Le han dado una noticia muy triste de su antigua manada. - el niño solo asintió.

-Pobrecita, Voy a ser un niño bueno, iré a mi habitación a dormir, tu calma a mamá ¿sí? - el alfa se sorprendió, su hijo ya estaba mostrando signos de liderazgo, aunque él no se diera cuenta. Mostraba su capacidad de buscar soluciones de manera sobresaliente con tan solo un año.

-Gracias Kuroo, eres un buen niño. - El niño asintió frenéticamente para salir corriendo hasta su habitación, estaba seguro de que su padre clamaría a su madre. por eso eran pareja. Ellos se querían y eran compañeros. El más indicado para calmar a su madre era su padre. Y él no debía molestar.

-Kuroo se ha ido cariño- La mujer sobre la cama se encontraba con la mirada perdida, casi como si su propio espíritu que la caracterizaba como alegre hubiera dejado su cuerpo.

-Siento estar causando este alboroto. - intentó sonreír mas no pudo.

-no pasa nada ¿quieres explicarme que ha pasado? - se sentó junto a su mujer, pasando un brazo por detrás suyo para mantenerla abrazada y poder soltar sus feromonas para intentar tranquilizarla.

-Mi hermano Taemu ha venido a toda prisa esta mañana y se coló en el jardín para hablar conmigo, no te enfades con él por favor. - Supuestamente nadie podía entrar en territorio ajeno sin invitación. ÉL podría haberlo matado de un latido de corazón si lo hubiera descubierto, más aún después de haber dejado a su mujer en tal estado.

-haré la vista gorda esta vez, es tu hermano ¿Qué te dijo? -

-Como sabes yo soy la tercera descendiente del alfa de Karasuno, y como me vine contigo a esta manada no me han estado informando mucho de lo que sucedía allí, hace meses me llegó una carta de ellos, Mi hermano mayor, Daichi se presentó en la caza y encontró a su compañera, pero me mintieron, se emparejó con un omega hombre, entiendo que era un riesgo decírmelo, pero, aun así. -las lágrimas corrían por sus mejillas.

- ¿Te sientes mal porque no confiaron en ti para decírtelo? - El mayor aún no comprendía lo que sucedía.

-No, no me importa que no me contaran, si mis hermanos eran felices no me importaba... pero... ya no está alfa, mi hermano no está. - eso era suficiente para entender, su mujer estaba de luto. Su hermano estaba muerto y por eso estaba ahogada en llantos. -Lo mataron alfa, mataron a mi hermano, mataron a Daichi y a su compañero. - La beta tembló. - No podré volver a ver a mi hermano, el consejo lo mató. - Sakura estaba pálida, lloraba demasiado y temblaba muchísimo, puro pánico recorriendo su cuerpo. - Mi sobrino ahora es huérfano, nacerá con el asesinato de sus padres en su mente, estaba ahí delante de ellos. - Un trauma del que no cualquier niño escapaba.

-Sakura, somos lobos, tenemos que vivir por los que ya no están con nosotros, no dejes que la muerte de una persona importante te consuma, tienes que ser feliz como él hubiera querido que fueras. - los ojos vidriosos miraban intensamente a su pareja.

-Pero no puedo alfa, ¿no te distes cuenta? Es el mismo futuro que nos espera, matarán a nuestro cachorro cuando lo descubran. - Ahora el alfa no entendía nada. Ellos no incumplían las injustas leyes del consejo, no tenían por qué ser asesinados.

- ¿Descubrir el que? -

-Kuroo ha encontrado a su omega, un omega varón. - El mismo tensó su cuerpo al oír la noticia.

-Sakura ¿Cuándo has visto su pareja? -

- ¿No lo has notado? Kuroo no se aleja del cachorro de los Kozume, El bebé no nació débil como dijeron, no mejorará con su crecimiento. Ha nacido un omega en la manada, la próxima Luna. Y como el consejo se entere, mataran a Kenma y a Kuroo juntos. Me quitaran a mi hijo como me han quitado a mi hermano- Sin poder decir más Sakura se desmayó. Siendo esa la única vez que el tema se mencionó en voz alta, tratando de ocultar lo que su hijo pronto descubriría por su propia cuenta.

Solo les quedaba enseñarle a su hijo lo que tendría que hacer cuando el momento llegara. Para mantenerlo protegido. Para asegurarse de que sobreviviera, aunque su vida corriera peligro.

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