Capítulo 1

- ¡Mamá, ya no soy un crío! - cerró la puerta con fuerza, era un alfa, un alfa con diecinueve años a punto de cumplir los veinte en poco más de un mes. Y aun así lo trataban cual crío. 

- ¡Kuroo! - Su amigo y futuro beta, Yaku, se acercó a él en el momento que le vio. - ¿A dónde vamos? -

-Voy a ir al bosque un rato a cazar algo. - Esta semana les habían enseñado en la institución de su manada como cazar, en vez de estar atento a la clase como de costumbre, estuvo perdido, Kenma llevaba unos días sin asistir al lugar, y sus padres no le dejaron ir a verlo, por ello el enfado con sus padres. Si volvía a faltar un día más el mismo iría a su casa.

-Te acompañaré, luego nos separaremos y veremos quien ha cazado lo mejor. -

-Hecho- Ambos se separaron, él fue por la izquierda y Yaku por la derecha, en una hora deberían volver al lugar y traer lo que hubieran conseguido cazar. Como alfa, su orgullo no le permitía perder, así que utilizó su instinto, lo mejor sería llegar al borde del rio que era donde los animales más se concentraban. Así él podría elegir mejor a su presa.

No tardó en encontrar el agua, siguiendo el sonido de la corriente y la dirección del viento. Además del fuerte olor a agua dulce en el ambiente. la corriente hoy era demasiado fuerte como para nadar, aun así, los animales igual vendrían a beber. Eso no arruinaba su plan.

Siguió caminando, en el borde del río, extrañamente, ninguna criatura salió, como si hoy supieran que estaba él para cazarles. Como su primer plan no funcionó, creyó que era una mejor idea esperar en un arbusto, donde se podría camuflar mejor si frotaba su aroma contra las hojas para disminuir la cantidad de feromonas y disimularlas con el aroma de la naturaleza.

Se quedó allí, quieto, esperando una presa.

Unos diez minutos después, esperando cauteloso en el arbusto, convencido de que tenía la peor suerte de todas, escuchó un leve sollozo. Su cuerpo se tensó involuntariamente. Apretando la mandíbula endureciendo sus facciones. Ahora se acercaba una presa.

Lo que no esperaba era ver a kenma allí, hipando entre lágrimas. En vez de ir junto a él, se obligó a si mismo a quedarse mirando, algo le decía que estaba mal, y tendría que enterarse de ello primero. Y si iba a socorrer a su amigo no iba a acabar enterándose.

Lo que no esperaba era que Kenma se arrancaría a arañazos la camisa, dejando salir sus garras.

¿Kenma ya se había presentado? ¿Por eso faltó estos días a la institución?

La curiosidad le invadió, no apartando la mirada del moreno delante de él. Su mirada se centró en el torso del pequeño, un abdomen liso sin ninguna protuberancia, algo extrañamente en los lobos machos. ¿Cuánto tiempo hacía desde que Kenma no iba al rio con los jóvenes a bañarse? Kuroo no lo recordaba, simplemente hubo un momento donde Kenma dejó de ir a esas fiestas, quedándose en casa.

Era pequeño comparado con sus otros amigos, sus hombros menudos no mostraban la misma forma que la de un alfa u beta corriente, no daban la sensación de poder que un macho daba, más bien eran delicados, dando la impresión de suavidad, podía hasta compararlos con los delicados hombros de su madre, como si fuera la figura de una hembra lo que estaba viendo.

Lo único diferente que veía era su pecho, este si indicaba que era un hombre, ni tenía pechos como los de una mujer, aun así, sus pezones estaban erectos debido al frio del ambiente, rosados. Kuroo tragó duro, su mandíbula se aflojó, puede que no tuviera una presa que matar, pero si tenía una que quería comer.

Quitó ese pensamiento de su mente.

Su mirada seguía posada en Kenma. Sin creérselo aún, los demás hombres tenían los abdominales marcados debido a los entrenamientos. Kenma también recibía los mismos entrenamientos en la institución. Sin embargo, su abdomen era liso, suave, y delgado. Con una curve desde su ombligo hasta la ingle, una curva de atractivo femenino.

Kuroo no entendía que pasaba, menos ahora que Kenma decidió quitarse otra prenda, sus pantalones. Quedando únicamente en su ropa interior. Una ropa interior ajustada. Que dejaba una vista perfecta a su trasero. De nuevo, no era musculosos, era suave, todo en su cuerpo tenía el aspecto de suave, piel lechosa que empezaba a incitarlo, más aún a sus hormonas de puberto.

Algo le llamó la atención, manchas de sangre en su ropa interior. No pudo decir de que herida venía dado que la ropa interior no tardó en irse por el mismo camino que las otras prendas. Iba a apartar la m irada, pero su cuerpo no se movió, analizando cada parte.

¿Dónde estaba el pelo de su cuerpo?

Ese detalle se le escapó, todos los lobos tenían pelo en su cuerpo ¿Por qué él no?

No pudo pensar más, porque Kenma se dirigía rápidamente al rio, con total intención de saltar y el salió de su escondite, lanzándose contra el moreno para detener aquella locura.

jadeó una vez estaban en el suelo

- ¿Qué coño crees que estás haciendo? ¿Quieres morir? - Kenma era débil, lo dijeron cuando nació, y el mismo lo acababa de comprobar al observar su cuerpo hacía unos instantes, una persona podría morir al lanzarse hoy al rio, y Kenma iba directo a su muerte.

- ¿Kuroo? - Los ojos de Kenma brillaban en un dorado resplandeciente, casi como si fuera otra persona, el brillo se apagó al momento. - Suéltame. -

-No, ¿Estás loco? ibas a tirarte al rio, no voy a soltarte hasta que me prometas que no lo vas a volver a hacer. - Kenma se removía debajo de él, completamente desnudo, frotando sus cuerpos de manera involuntaria debido a su agarre, Y maldita sea, su cuerpo respondía al del contrario

-Kuroo, déjame. - Su fuerza de voluntad se quebraba, él era un alfa, y tenía una tentación demasiado grande delante de él. Aun así, el saber por qué Kenma intentó suicidarse le mantenía cuerdo.

- ¿Por qué quieres morir? ¿Qué ha pasado durante estos días? - Kenma era feliz, él se aseguraba de eso, nunca le dieron razones para querer morir, nadie se metía con él, siempre estaba al tanto de él.

- ¡Soy un omega Kuroo! - Era la primera vez que escuchaba a Kenma gritar. Las lágrimas volvían a bajar por las mejillas del más pequeño. - Déjame morir, prefiero hacerlo yo aquí solo que esperar a mi muerte. -

-Esa no es razón para matarse- Ser omega no tenía nada de malo, aunque fuera la primera vez que escuchaba sobre un omega hombre, él sabía sobre ellos. Su madre le explicó que las omegas eran lindas y bonitas. Y, sobre todo, que tenían que ser protegidas en sus periodos más débiles, sus celos.

- ¿Sabes lo que les pasa a los omegas masculinos o a las alfas femeninas? - No, no lo sabía, pero igualmente no tardaría en averiguarlo, les preguntaría a sus padres en el momento que fuera a su casa de nuevo.

-No, pero no tiene por qué ser tan fuerte como para que quieras matarte. -

-Los matan Kuroo, los matan, somos un error que no debería existir. - No, Kenma no iba a morir, él se aseguraría de eso, desafiaría a su padre si eso pasaba, le quitaría el liderazgo antes de tiempo si eso pasara.

-No, no puede ser cierto, mi padre no mandará tu ejecución. -

-Será el consejo quien lo haga, tu padre no podrá decir nada a no ser que quiera a todas las manadas en contra de la nuestra, seré ejecutado públicamente. - No, no iban a matarlo en ningún lugar, antes sería ejecutado él.

- ¡Pues huye! prefiero no verte nunca más que saber que estás muerto! - Aunque se le oprimiera el pecho al decir eso. Cualquiera tendría acceso a él. Pero al menos seguiría vivo, eso mantendría su cordura.

- ¿A dónde? Me encontraran, un omega no puede vivir solo por su cuenta. -

-Podrás hacerlo, yo sé que podrás, eres valiente, podrás...- Kenma le interrumpió de nuevo, sin alzar la voz como antes.

-En cuanto entre en celo atraeré a todo hombre alrededor de mí, da igual si es un lobo o no, hasta si me escondiera entre los humanos se sentirían atraídos. - El celo, los omegas sufrían de celos, Kenma era un omega, ese pensamiento le hacía querer encerrar al más bajo en su habitación, donde estaría seguro, donde podría aislarlo, donde solo él podría verlo, cuidarlo. Solo él podrí tener acceso a él. Su pechó vibró,

Ronroneando

-Puedes ocultar tus feromonas, solamente...-

-Kuroo, hace unas horas les llegó una carta a mis padres de parte del consejo, en un mes exactamente, cuando la luna roja se alce, se procederá mi ejecución en la plaza de la manada, delante de todos. - Kuroo no habló, incapaz de creérselo. - No quiero hacerle eso a mis padres, no quiero que la gente me tenga pena, simplemente déjame morir aquí, he sido muy feliz durante todo este tiempo, pero ya se acabó. Volveré a renacer si la diosa Luna tiene piedad de mí y a lo mejor volveremos a vernos. Este es mi fin. -

-No- gruñó

-No ¿Qué? - vaciló

-Este no es tu fin, no vas a morir, tendrás que vivir plenamente, los cambia formas vivimos durante mucho tiempo, mi padre ya está cerca de los cien y sigue joven, tú no puedes morir a los dieciséis. - el alfa no sabía que otras soluciones podrían resultar, la palabra muerte era lo único que veían sus ojos. Su instinto más primario se estaba apoderando de él. Queriendo proteger de todo mal al omega.

-Kuroo...- el más bajo se removió aún más debajo de él, todavía desnudo.

- ¡he dicho que no! ¡No dejaré que mueras!¡Mataré al consejo!¡Lo hare!¡No les dejaré! - Kenma sonrió, aun con una leve tristeza, soltando feromonas, Kuroo captó en ese momento sus feromonas, por primera vez, un aroma avainillado que olía a gloria, un aroma que la diosa Luna creo para él. - ¡Eres mío maldita sea! - Ahora Kenma entró en pánico.

- ¡No! ¡No soy tuyo!¡No puedes hacerte esto! ¿quieres morir? - Gritó por segunda vez en el día.

-La diosa Luna te eligió para mi ¿no captas mis feromonas? - Una dosis descomunal de feromonas salieron del alfa, mas Kenma se negó a aspirar por la nariz.

-No las oleré, me niego, no acepto esto. - Kenma estaba seguro de que no iba a hacerlo, no podía arrastrar a Kuroo a su muerte.

-la luna roja es en un mes, dame un día, conseguiré que puedas huir. - Kenma quería creerle, pero no podía, era imposible.

-Kuroo...- El susodicho no resistió más, el alfa no pudo más, tenía ese pequeño cuerpo debajo de él, completamente a su merced, kenma le pertenecía, era suyo, era su omega, y no iba a permitir que muriese, antes moriría él.

No aguantó, se abalanzó sobre él

Kenma solo podía ver la mirada de un depredador sobre él.

Sus labios juntos por fin, como debía ser, ahora todo encajaba, esa extraña obsesión por el pequeño desde que lo vio al nacer, Era su pareja marcada por la diosa Luna, su compañero, su otra mitad. Ahora se sentiría completo.

Kuroo había salido por una presa que cazar, un animal que matar para luego alimentarse y enorgullecerse de el mismo y sus habilidades. No había conseguido ningún animal, había conseguido algo mejor.

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Sus labios no se querían separar, Kuroo invadió completamente la cavidad bucal de la omega, Su boca era pequeña, delicada. Sus ojos se volvieron rojos completamente. Salvajes. Kenma gimió, y el alfa no podía dejar de estar contento por conseguirlo.

Sus manos recorrían su torso, la suave piel que momentos antes le impulsaba a pecar, era suave, tal y como habían visto. más feromonas a su alrededor.

- ¿Kuroo? - Una amenaza, era lo único que veía el alfa. Alguien se había atrevido a molestarle en su momento. Intentó alejar el pensamiento, pero se dio cuenta de que su pareja seguía sin ropa, y alguien estaba mirándolos. Alguien estaba viendo lo suyo. Alguien se había atrevido a ver sus pertenencias.

-Kenma, cariño, vístete- Sus padres estaban delante de él. Con una posición defensiva de su padre, protegiendo a Sakura. Kenma salió de entre sus brazos. Aun así, no le quitó la vista de encima. Sus ojos no disminuían, es más, parecían cada vez más vivos, más rojos, un rojo parecido a la sangre.

-Kuroo ¿Qué crees que estás haciendo? - No habló, seguía en guardia, con Kenma a su espalda, siendo su escudo. - Estas dejando que tu lobo te controle, vuelve en ti. - No era verdad, puede que estuviera un poco instintivo, pero él estaba de acuerdo con todos sus movimientos.

-Alejaros, no os acerquéis- Mantenía a Kenma agarrado detrás de él. Ahora ya estaba vestido, no era una sentencia a muerte si alguien más aparecía.

-No me hagas atacarte Kuroo, no quiero pegar a mi cachorro. - Eso era mentira, siempre le pegaba cuando entrenaban.

-No soy un cachorro, mantente alejado de nosotros. - el agarre en kenma se aflojó un poco cuando este se movió hacia atrás.

-kenma, aléjate de él, ven con nosotros. - Su madre le habló

-No se va con vosotros- Kenma se movió, alterando al alfa, cosa que le hizo girarse, dándole la espalda a su padre, quien lo tumbó al momento, perdiendo la conciencia.

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Kuroo recuperó la conciencia una hora después, despertando en su comedor. No tardó en ver a Kenma a su lado, tomando una bebida de lo que parecía ser un zumo.

- ¿Ya estas despierto? - Su padre mencionó, delante de él. Junto a su madre en uno de los sillones. Kuroo no dijo nada, solo se incorporó en el cómodo lugar.

-Hemos recibido una carta del consejo, al igual que tu Kenma. - Su madre enseñó la carta con el sello negro. Correspondiente al sello que se utilizaba para una pena de muerte en una sociedad de cambia formas.

-Lo siento. -el omega bajó su cabeza, totalmente cohibido, con los ojos brillando, llorosos, como si de un momento a otro su estabilidad se rompiese.

-no tienes por qué disculparte. - le susurró, dejando a sus padres de lado. Su padre le hizo una mueca ante ese comportamiento ya que Kuroo actuaba como si sus padres, los mismos que se encargaron de criarlo, no estuvieran ahí presentes.

-Pero yo...-

-kenma, tienes que estar orgulloso por lo que eres, no tienes que avergonzarte. - su madre habló, dedicándole la más sincera de las sonrisas.

-Si, Luna- asintió, aun incapaz de sonreír, ni siquiera se atrevió a alzar el rostro. no se creía digno de mirar a sus líderes después de todo lo que le explicaron sobre su naturaleza. Se sentía sucio.

-Bien, ahora dinos listillo ¿Qué quieres hacer? - Esta vez le hablaron a Kuroo, como si dejaran todos los sucesos que vendrían en sus manos. Él iba a encargarse de este asunto.

- ¿Como que qué quiero hacer? - gruñó, su voz sonó más grave que de costumbre casi como si estuviera a punto de entrar en un profundo estado de ira de la que nunca saldría

- ¿No iras a matar al consejo, ¿no? eso solo tiene derecho a hacerlo el alfa central. - su madre se veía un tanto nerviosa, mirando a su compañero, rogándole a través de enlace que detuviera a Kuroo si se le ocurría hacer una estupidez como esa.

-No tengo tanto tiempo como para esperar a que la manada central quiera disolver el consejo. - Kuroo era un alfa, un ser ansioso que no dependía de nadie, el mismo decidía por él. Y si algo era considerado una amenaza para su pareja y para su familia entraría en un estado en donde solo habría un objetivo en la mente. La muerte. El problema no era ese, el verdadero problema es que la no tenía la fuerza suficiente como para vencer al consejo entero y sus seguidores. Solo la manada central poseía ese privilegio, y si alguien más de les adelantaba, correrían el riesgo de entrar en guerra.

-Por eso preguntamos Kuroo ¿Qué quieres hacer? - Toda aquella conversación hacía que a Kenma se le erizara la piel. Estaban discutiendo sobre él y no estaba incluido en la conversación. Aunque ellos tenían sus razones, un omega recién presentado corría un riesgo muy grande si se exponía al estrés.

-Me iré con Kenma un tiempo. - Si, esa fue a la mejor conclusión que llegó, verdaderamente no había pensado mucho en otras opciones, pero huir durante un largo tiempo era una de las mejores ideas que se la había ocurrido en mucho tiempo.

- ¿a dónde? -

-Al pueblo humano. - su voz no vaciló al decirlo, escuchando un leve jadeo de Kenma al mencionar siquiera pisar el pueblo humano.

Como muchos sabían, desde tiempos ancestrales, los cambia formas eran cazados y confundidos con animales salvajes, si te pillaban los humanos, era una sentencia de muerte.

-Denegado- sus padres respondieron al unísono, dejarlo irse con los humanos no era una opción.

-No puedes irte cariño, eres el próximo alfa líder. - su madre tenía una voz tranquilizadora que intentaba engatusarlo, la había visto hacerlo siempre con los integrantes de la manada, era una de las cualidades que poseía una Luna, pero no iba a funcionar contra él.

-Kuroo, a mí no me importa morir, mientras no sea delante de toda la manada. - suspiró Kenma, moviendo su cabello nervioso colocándoselo detrás de la oreja.

-Kenma, no vamos a dejarte morir. - El alfa líder gruñó junto a su hijo, dejarlo morir no era una opción para ninguno. ya habían aceptado que era la siguiente luna. Un alfa moriría si su compañero moría, y era una sentencia de muerte para toda la manada si Kenma moría.

-Pero...-

-Es un no definitivo así que ni te lo replantees. - Kuroo tenía una facilidad por gruñir.

-Podríais simular su muerte, una vez fuera del radar, no hay lobo a quien matar. - Su padre por lo visto tenía experiencia en hacer desaparecer a las personas debido a su anterior cargo antes de subir al puesto de líder.

- ¿Y cómo vais a hacer que la manada no me reconozca? - por mucho que lo disfrazaran o le cambiaran las ropas su rostro seguiría luciendo igual.

-Eso déjamelo a mí, puedo mandar a alguien a comprar a un lugar humano. - Si, su madre amaba mandar a gente de la manada a hacer compras por ella en los lugares humanos, consiguiendo cosas extrañas de las cuales encontraban un propósito para hacerlas servir.

- ¿Y qué es lo que tienen los humanos que quieres comprar? -

-Tinte para cabello, podemos hacer que Kenma se vea como una chica. - Si, ahora Kenma prefería acabar rápidamente con su vida. Podía ser un omega cualquiera, pero seguía siendo un hombre. No quería disfrazarse de chica.

- ¿no será muy raro que desaparezca el mismo día que supuestamente moriré? -

-Te esconderás en mi guarida. - soltó rápidamente. Kenma ahogó un gemido, muerto de la vergüenza delante de los líderes.

- ¡Kuroo! - Le chilló, claro que le chilló. Las guaridas eran lugares seguros que cada macho al comienzo de la adolescencia se hacía para protegerse de cualquier futuro ataque en la manada, solo personas de confianza podían entrar, normalmente solo un compañero y los cachorros entraban. Y que Kuroo dejara que kenma entrase en su lugar hacia que se le enrojeciera el rostro.

- ¿Qué? - inquirió tan tranquilo al mirarlo.

- ¡No puedes meterme en tu guarida! - No, eso era imposible. Aun negaba la posible conexión entre ellos, eso lo ponía en peligro a ambos, meterse en su guarida no era una buena opción.

- ¿por qué? Eres mi pareja. -

-kenma, esconderte allí es una buena idea, está en un lugar escondido y nadie sería tan estúpido como para entrar en el lugar privado de un alfa líder. - Sakura habló, dando por hecho que iba a acabar en el territorio privado de Kuroo.

-Pero... Está bien. - agacho de nuevo la cabeza.

-Bien, pues está decidido, os quiero aquí todas las tardes para empezar a ver como simularemos tu muerte. -

-Si, alfa. -

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