Los errores se reconocen al igual que un combate perdido.
Poner el vídeo para sentir la emoción al leer, se los recomiendo mucho....
La emoción recorrió mi cuerpo durante todo el camino, la rapidez de la moto, el como sus gomas se desplazaban por la carretera, el rugido del escape, simplemente maravillosa. ─ Quiero una de estas. ─ ni siquiera quise desmontarme, pero lamentablemente habíamos llegado a nuestro destino.
Quitándose el casco, Anker ladeo el rostro hacia mí. ─ Pero ya tienes una. ─ la sonrisa de obviedad se adueño de su rostro. No señores, el no tiene complejo de payaso. Simplemente nació con una sonrisa imborrable.
Aunque abnegada, tuve que abandonar mi asiento en la moto para que este pudiera desmontarse. ─ Primero, no es mía, es de nuestro padre. ─ corregí, ─ Segundo, está en Chipre y obviamente su dueño, aun con la capacidad y el dinero para hacer el papeleo y traerla hasta aquí, no renunciaría a ella.
Alzando la vista en contemplación, mi querido hermano adopto una pose de conciencia ante los hechos expuestos. ─ Bueno, pensare en la viabilidad de tu demanda. ─ Dicho esto, tomo el casco en mis manos e inicio su andar en dirección a un edificio de gran tamaño; el nombrado gimnasio, al parecer.
Siguiendo su paso, decidí golpear el hierro mientras aun estaba caliente. ─ Te doy hasta mañana.
No obstante, a parte de una pequeña risilla y un leve tarareo, no obtuve una clara respuesta. Aun así, conociendo a mi hermano, la recibiría pronto. Tal vez, más rápido de lo pensado.
Traspasando la puerta, cortésmente abierta por Anker al estilo exageradamente caballeroso, asalto a la vista un chico rubio de prominente estatura. Una cabeza mas baja que Anker para dar un ejemplo de ello. Si me preguntaran su edad, diría que rondaba los veinticinco, más o menos. Este, ignorándome en todo el proceso, se adelanto hasta quedar frente a mi hermano.
Vaya forma olímpica de quedar en el mismo renglón que las paredes. Encogiéndome de hombros, ocupe el lugar dispuesto y me recline sobre una de ellas. Incluso les susurre un: "ya entiendo cómo se sienten". Claramente no obtuve respuesta.
─ Anker, ¿Dónde diablos te habías metido? ─ Ojalá tuviese algún snack para ver como un completo extraño, en mi caso, regañaba a mi hermano. ─ Jacob y los demás llevan dos horas de puro calentamiento, hace treinta minutos que deberías haber llegado de recoger al nuevo entrenador del cual habías estado lanzando flores. ─ Prosiguió, tras esto pensé en recortar algunas de las palabras en las revistas en la mesa de recepción, y crear un cartel que diga: "¡Oye! Soy yo, estoy aquí" o "Anker, ¿No que era una propuesta de trabajo? ¿Por qué ricitos de oro habla como si hace tiempo se hubiese dado por sentado el hecho de que trabajaría aquí?"
Bueno, tal vez me ahorre el recorte y pega pues la rápida mirada de Anker sobre mi y su mueca de inocencia tras ver mi rostro, era un indicio de que el mensaje de mis pensamientos al respecto había sido transmitido sin el uso de palabras.
Con un toque en el hombro de este y un rápido movimiento para girar al chico en mi dirección, Anker argumento la prueba de que no había mentido en cuanto a los reclamos del chico. ─ Y eso acabo de hacer. ─ El desconocido frunció el ceño en mi dirección y la alterno entre Anker y yo. Su cara paso de confusión, a interpretación y luego a una maldición no dicha.
─ Dime que es la hija del entrenador... ─ susurro antes de quedar frente a mí.
─ No estás del todo errado. ─ Acoto mi hermano, ─ Nicolas, te presento a Yaiza. Ella será nuestra nueva entrenadora. ─ Presento sonriente, solo que la mueca de felicidad no se compartió a ninguno de los dos. ─ Yaiza, este es Nicolas uno de los supervisores de rutina y también, nuestro enfermero auxiliar.
El chico solo borro su alivio inicial ante la primera declaración de Anker. Después de un segundo, suspiro, miro al techo y cruzado de brazos lo volvió a encarar. ─ ¿No estarás hablando en serio, ¿verdad?
─No, definitivamente esto es enserio cabello de ángel. ─ conteste en lugar del cuestionado, logrando con ello su atención de regreso hacia mi persona. ─ Anker, llévame conocer tu ganado antes de que San Nicolas me haga arrepentir de aceptar todo esto.
─Anker, esta chica se ve de preparatoria. ─ murmuro por lo bajo el rubio arrastrando a mi hermano unos cuantos pasos lejos de mi persona, sus intentos para que aquello solo fuera escuchado por mi hermano eran escasos. ─ Aun si hablas en serio al respecto, sabes que se van a negar en cuanto la presentes como su nuevo entrenador.
─Bueno, Yaiza tiene lo que se necesita y más, no hay por que menospreciar un libro por su portada. ─ con su habitual actitud despreocupada, escuche el como este daba por hecho su confianza en mi persona. Una sonrisa ladina adornada con sus dejes de ternura se coló entre mis labios por ello. ─ Además, el que tenga dudas puede probar mis palabras. ─ en su boca se instaló una sonrisa plana, al igual que la seriedad se adueñó de su mirada. Incluso yo agrie mi expresión. Aquel gesto siempre hace que la otra parte se quede sin palabras para rebatir.
Lo cual acaba de pasar con Nicolas. No lo culpo, Anker es juguetón y graciosamente rebelde. Pero, cuando quiere dar un tema por sentado, aquella expresión es una de pocas que este da a demostrar para indicar el: ya no acepto más protestas, gracias.
Viendo logrado su cometido, la sonrisa despreocupada volvió a su aclamado lugar en el rostro de mi hermano. Este ultimo arrastro nuevamente a Nicolas hasta mi ubicación.
─ Oh, ¿Terminaron? ─ Indague con ironía.
─ Abajo el enojo mi pequeño monstruo, aboguemos por la paz. ─ sermoneo con picardía buscando una sonrisa de compromiso por mi parte, no lo logro. Tampoco se desanimo por ello, simplemente rodeo mis hombros con una mano y me insto a seguirlo hasta el lugar en donde encontraríamos a mis "pupilos". Un paso atrás, Nicolas siguió nuestras espaldas.
A parte de suspiros, ninguna palabra se formó desde su garganta.
Luego de algunos pasillos y una que otra mención sobre las instalaciones, llegamos a la gran puerta doble que contenía una de las áreas del gimnasio. Anker abrió una de las puertas, cediéndome el paso y al instante me saludo una gran área de practica dividida varias secciones con equipos para diferentes tipos de entrenamiento. En medio de todo esto, un ring se alzaba de forma magnifica. Cabe destacar, que el área no se encontraba ausente de personas. En total, siete individuos se encontraban algo dispersos en los alrededores.
Cuatro tomaron turno en el área de los sacos, cada uno hacia practica de diferente tipo de golpe mientras que otros dos simulaban un pequeño encuentro en el ring mientras el ultimo supervisaba todo ejerciendo el papel de árbitro. Se mantuvieron ocupado en lo suyo por algunos cinco minutos hasta que el silencio de los sacos al ser golpeados se dio a notar provocando que estos detuvieran su pequeño simulacro. Nuestra presencia había sido notada.
─ Entrenador Lonney, ya era hora de que llegara. ─ retirándose el protector bucal, uno de los chicos del ring comento en un suspiro. Su amarronado cabello hacía lo posible por pegarse a la frente debido al sudor y como si este molestara la vista, con un poco de molestia por los guantes, lo retiro del camino. ─ ¿Te fuiste a una cita? ─ inquirió este al posar su mirada en mí, lo cual hizo que arrugara el ceño. No es de inteligente suponer hechos por tan solo un vistazo al panorama. ─ ¿Y el nuevo entrenador?
─Erick, te dije que comenzaras a llamarme por el título de manager. ─ Suspiro el aludido, negándose a ver mis ojos cuales transmitían un mensaje peor que lo expuesto en su pequeña charla con Nicolas. ─ Y sí, por supuesto que busque al nuevo entrenador.
─ ¿A sí? ─ Una voz algo rasposa con tintes de pereza mal humorada se coló desde nuestro lado izquierdo, con gesto de búsqueda y una mano alzada en cuestionamiento, un joven de tez oscura alzo una ceja en dirección a Anker tras no encontrar el objetivo deseado. ─ ¿Y dónde lo dejaste?
Haciendo uso de su particular y exagerada actuación, mi hermano se reverencio mientras hacia el acto de presentarme. ─ Con ustedes, la hermosa y sublime Yaiza. ─ Señalo con ambas manos hacia mí, ─ su nueva entrenadora.
El ambiente tubo un breve estancamiento, todos me arquearon una ceja en mi dirección y por lo bajo escuche el lamento agotado de Nicolas.
Un chico, casi de mi tamaño, se paro frente a nosotros, me miro detenidamente y con pulgar apuntado hacia mi volteo a mirar a Anker. ─ Dices que, esta chica, que no supera los dieciocho años, es nuestra nueva entrenadora. ─ comento incrédulo y con ojos de suplica para que aquello fuese una mala broma. Sin embargo, el cabeceo afirmativo de mi hermano mayor disipo toda ilusión sobre un estúpido chiste. ─ ¿Hablas en serio?
─Totalmente. ─ respondió Anker cruzado de brazos y mostrando que sus palabras no eran parte de un juego absurdo.
─ Disculpa, ─ lo freno el chico alzando ambas palmas en un intento por solicitar un stop. ─ Se que eres el Manager y aun más importante, el administrador de este lugar. Pero, ¡¿Estas demente?! ─ siguiendo a este, los dos anteriores y dos de los cuatro que no había dicho palabra alguna, levantaron murmullos en protesta.
Por cuarta vez, Nicolas lanzo un suspiro al aire. ─ Te dije que no iban a reaccionar muy bien. ─ Tras una breve mirada a mi hermano, busco un lugar en el cual sentarse.
─ Ya, en serio. ─ Saliendo de entre las cuerdas del ring, el supuesto Erick se bajo de este y desatando sus guantes con los dientes se aproximo al ya formado circulo. ─ ¿Dónde está el nuevo entrenador?
Girando sus ojos un tanto hastiado de repetir lo mismo mi hermano alzo los brazos al cielo en busca de paciencia. ─ Yaiza es la entrenadora, no es ninguna clase de broma o juego. ─ El chico moreno frunció el entre cejo y abrió la boca para protestar más, sin embargo, Anker se lo impidió. ─ Tal y como dijo Jacob, no solo soy manager también soy quien administra este lugar, lo que me da la potestad de evaluar quien trabaja aquí cualquiera sea el puesto a ocupar. En este caso, necesitaba un entrenador que se ocupara de sus entrenamientos al igual que evaluara y reforzara lo que tendrían que mejorar o potenciar en sus prácticas. ─ prosiguió, al igual que en su breve conversación con Nicolas en la entrada, su rostro adopto el mismo gesto de seriedad. ─ En este caso, Yaiza es la candidata electa para ocupar dicho lugar. Así que, sea o no de su gusto o agrado, a partir de este momento estarán bajo su mano.
Un silencio muerto se esparció tras finalizar su predica, inconformidad, protesta y algo de disgusto mesclado con latente incredulidad rondaba los rostros de los presentes. Realizando un conteo silencioso en mi mente aguarde el estallido de las palabras que amenazaban con ser derramadas en representación de dichos sentimientos.
Lo cual no tardo en ocurrir.
─ No estoy de acuerdo con tu decisión, Lonney.
─ Al menos podrías haberlo consultado con todos.
─ Esta bien que seas el administrador, pero tenemos un contrato. ¿En dónde queda nuestro parecer?
Eso y otros más conformaban las quejas de inconformidad que rondaban los pensamientos y sentir de los que se supone serian mis pupilos.
─ ¡Silencio! ─ ni muy fuerte, pero tampoco inaudible, demande la calma en el quejumbroso ambiente lleno de amarga pólvora. Antes de que alguno dijera algo por mi brusquedad e interrupción, proseguí con calma y algo de tono mordaz. ─ En primer lugar, aunque tienen derecho a opinar en cuanto al personal asignado para su entrenamiento también deberían saber que inmediatamente aceptaran el firmar un contrato de patrocinio por parte de este gimnasio, la misma solo representa un cuarto por ciento mientras que la del manager radica en un porcentaje mayor. ─ Explique las clausuras del documento, ─ así que, a menos que se tenga un problema de comunicación durante los primeros tres meses de entrenamiento por parte del entrenador asignado, o no se encuentren las mejoras propuestas en un inicio, la demanda de un cambio o negativa a seguir bajo la mano del mismo queda totalmente invalidada hasta cumplir con el tiempo estipulado.
Viendo a cada uno de los protestantes, note que algunos si habían leído el contrato con detenimiento tan pronto el gesto de entendimiento y mal humor se instaló en sus rostros.
─ En casos especiales, si el entrenador es abusivo en diferentes sentidos del ámbito legal y judicial, pueden solicitar un cambio e incluso imponer una demanda al gimnasio por ello. ─ continue, ─ Sin embargo, esta es la primera vez que nos vemos los rostros y tengo poco menos de quince minutos siendo su entrenadora por tanto lo primero no puede ser aplicado. ─ sonreí con sapiencia y algo de burla, lo cual molesto a más de uno. ─ Y si nos vamos al ámbito de casos especiales, ni siquiera he tenido la oportunidad de darles algún entrenamiento para recibir una solicitud de revoque en mis funciones, mucho menos alguna demanda al respecto. Así que, ¿Por qué no dejan el llanto a un lado y actúan como personas inteligentes en lugar de derramar protestas injustificadas?
Compartiendo miradas ceñudas y uno que otro gesto molesto, los jóvenes mostraron su entendimiento e inconformidad. Aun así, las palabras para contrarrestar mi argumento parecían escasas en sus bocas.
Pero, siempre hay uno que no acepta las cuestiones hasta conseguir algo por lo cual estar de acuerdo con estas. ─ El punto quedo completamente claro, aun así, ¿Cómo estar seguros de que tienes la capacidad para brindarnos el entrenamiento adecuado? ─ Erick dio un paso al frente y se planto frente a mi hermano, para luego dirigir aquella pregunta hacia mi cara.
Sonriendo de forma encantadora le oferte la respuesta que este esperaba escuchar. ─ Tienes razón, ¿Qué tal si tenemos un encuentro para que vean un poco de mi como entrenadora? Prometo darles una evaluación al final de cada perdida.
Esta última declaración lo hizo resoplar con sorna. ─ Presumido de tu parte, ─ contesto, ─ pero acepto. ─ Con esto, ambos miramos a los demás los cuales cabecearon en confirmación para apuntarse a lo propuesto.
─ Bueno, entonces, ¡vamos a prepararte! ─ apartando mis ojos de Erick, me deje llevar por Anker a lo que supongo era el área de vestuarios y duchas.
Anker fue hasta unos casilleros en el fondo dejándome apreciar el lugar, se nota que la organización y diseño del vestuario tenía su toque artístico por todos lados. ─ ¿Papá te dejo pintar todo esto?
─ Sí. ─ respondió con la cabeza metida en el casillero.
─ Es igual que el de las barracas.
─ Ese era el punto. ─ Cerrando el casillero, se aproximo hasta mi y me extendió una bolsa negra. ─ Aquí esta el equipo que prepare para ti.
Con la ceja alzada, realice una pregunta silenciosa. Obviamente, él ya había previsto todo este asunto de mi siendo su nuevo entrenador y la indisposición de sus novatos ante la noticia.
─ Debí pedir más que una moto.
Fingiendo ignorancia, Anker alargo su sonrisa. ─Sí, debiste hacerlo.
─ Esta pequeña trampilla te saldrá cara. ─ comente al pasar por su lado y empezar a desvestirme.
─ Solo no seas tan dura, son tus primeros borregos de este lado del mundo.
Anker espero mi cambio de ropa desde la entrada, no hay por qué sorprenderse por ello, el cambiarse en frente del otro es una costumbre. Quien se ha visto bajo la rigurosa y extenuante guía del señor Lonney pierde el sentido de la vergüenza en cuanto a su cuerpo
─ Sin promesas.
Dándose por vencido, escuche su suspiro desganado y luego el anuncio de su retirada. ─ Te espero afuera, ─ de mi parte, este obtuvo un breve tarareo.
Solo medio minuto después de que Anker hubiese salido, yo había terminado de cambiarme. Tengo que admitirlo, todavía tiene conocimiento de mis gustos en cuanto a ropa deportiva se trata. Aunque fallo en el área del pecho. ─ Muy ajustado. ─ Exhale con incomodidad, ─ la comida de tía Andrea hace maravillas. Incomodas maravillas.
Tomando las vendas del bulto, me dispuse a salir del vestuario. Mi concentración estaba puesta acomodar los vendajes de forma correcta en mis manos y muñecas, para cuando levante la cabeza note el silencio del lugar al igual que las miradas que se clavaban en mí.
─ ¿Qué?
Alguien abrió la boca al instante, pero mi hermano se le adelanto. ─ Guárdate tus comentarios, Jacob. ─ mire en su dirección con el ceño fruncido y note su clásica sonrisa de advertencia. Desviando los ojos hacia el reprendido, pude apreciar su cierre y apertura de boca antes de dejar en sus adentros lo que sea que estuviese a punto de decir.
Encaminándome hacia mi hermano, le regale una sonrisa. ─ ¿Tomando el lugar de papá sobre protector?
─ Tengo complejo de hermana, más bien. ─ se encogió de hombros totalmente despreocupado y me ofreció su ayuda la colocación de los guantes. ─ Bien, Erick, tu vas primero. ─ Indico terminando de atar el primer guante y sin mirar al señalado. ─ Nicolas, serás el árbitro. Thomas, tu serás el apoyo de Erick.
Al cabo de tres minutos, ambas partes estaban en sus respectivas esquinas. Anker estaba conmigo, Nicolas ocupaba su lugar como árbitro y Erick junto a un chico rubio se apoderaron de su propia esquina; la pequeña multitud restante hacía de espectador en la espera de su turno.
─ Abre la boca. ─ me indico Anker, lo cual hice. El protector bucal fue puesto en su lugar luego de un par de muecas. ─ Que bien te queda el negro. ─ bufe por aquel alago.
Con la llamada de Nicolas, ambos combatientes nos acercamos al centro del ring. ─ Solo será un asalto por combatiente, el primero en caer y no logre levantarse a la cuenta de diez esta fuera. ¿Entendido? ─ Ambos dimos nuestra respuesta en comprensión. ─ Ok, choque de guantes.
─ Mi rostro está aquí arriba. ─ señale a mi oponente mientras nuestros guantes estaban unidos.
─ Solo miraba tu corazón. ─ se excuso este con sonrisa galante, o lo que le permitiese su protector bucal. ─ Que lo demás este en frente es otra cosa.
Sonriendo de igual forma, respondí. ─ Sabes, los dientes naturales son un lujo. ─ este tardo unos momentos en comprender mi sutil amenaza. Solo que antes de que pudiera comentar al respecto, Nicolas nos separó y tiempo después hizo sonar la campana. Dando inicio al asalto.
Todo comenzó con un rodeo entre ambas partes, al cabo de cinco segundos todavía ninguno dio el primer golpe simplemente lanzo uno que otro amague. En su caso, parecía mas una tentativa de juego. Aquello obtuvo un punto negativo de mi parte. Por tanto, decidí ponerle un freno.
Sin retener mi rudeza, lance tres golpes directos en su contra: jab, oper y croch. Eso lo hizo retroceder al no vérselo esperado. Al menos no por mi parte. La incredulidad fue un hermoso poema dibujado en su rostro.
─ Deja de jugar, ─ dije, mi alerta y protección no cayó en ningún momento. ─ Los dentistas son muy caros en este país. ─ recalque. Mis palabras fueron otro golpe para Erick. Viendo su postura reacomodada, era claro que el juego había quedado atrás. Esta vez, el fue quien cargo contra mi.
Golpes laterales y directos, una linda mescla de ataques e intentos por romper mi defensa. Más no suficiente, pues carecían de buena trayectoria y balance. Lo único aceptable era su fuerza, mal aprovechada, pero rescatable con un buen plan de entrenamiento. Cansada de esquivar y mantener mi defensa, me lance al ataque con varios golpes cruzados respaldados por uno que otro directo. Era mi turno de anular su guardia. Su defensa estaba igual en carencia, solo medio minuto y cometió el error de bajarla. Roto el puente a dentro la invasión. Una fuerte gancho derecho a la mandíbula fue el inicio del fin. Erick cayo como borracho al piso del ring.
─ Nicolas, ─ llame, el nombrado arbitro estaba en estado de shock. ─ ¿Conteo? ─ tras mi obvio señalamiento, ricitos de oro sacudió el rostro e inicio con su deber.
Erick buscaba levantarse, pero por su rostro aturdido y la saliva desparramada de su boca con algunos tintes de sangre se le notaba la dificultad para lograrlo. Para cuando llegaron al nueve su cuerpo volvió a abrazar el suelo.
Con la llegada del diez se anuncio al ganador, Thomas se apresuro a ver el estado de Erick quien ahora estaba boca arriba en la lona mientras agriaba los ojos en busca de aclarar su malestar. Sin prestar más atención a este, saque mi protector bucal y me gire hacía el, ahora callado, grupo de chicos. Mis ojos se asentaron en uno de los tipos de tez oscura.
─ Taylor, sigues tu. ─ informe.
Este aparto su mirada de un ya casi recompuesto Erick, y la redirecciono a mi posición. Regalándome una mueca de desdén, mantuvimos un duelo de miradas hasta que se encamino en dirección a la esquina que antes pertenecía a su compañero. Este último, aun tambaleante y algo confuso, había sido guiado fuera del ring por su apoyo.
─ Buen derechazo. ─ Silbó Anker en elogio cuando me fui a recostar a la esquina.
─ Cortesía de la casa. ─ respondí a ello.
No paso mucho tiempo antes de que Taylor estuviese listo en su esquina. Nuevamente, Thomas hizo de apoyo. Erick estaba sentado en una silla cerca de los demás.
Siguiendo la misma rutina de inicio, ambos chocamos nuestros puños mientras Nicolas repetía las reglas del encuentro.
─ Yo no soy Erick, ─ fue lo único que dijo Taylor antes de separarnos y esperar el sonido de la campana para abrir el asalto.
Espero que tenga razón en su declaración.
Tan pronto el sonido de la campana cayo, este no hizo acto de iniciar un rodeo. Simplemente trazo un juego de pies y cargo hacia mi. Golpes directos, uno tras otro, buscando el impedimento de un contra ataque de mi parte. Solo dejando que mi defensa fuera la única arma, al parecer quería llevarme a la esquina. Más yo no me dejo arrastrar. Después de unos cuantos pasos hacia atrás me clave en mi lugar por un segundo, antes de esquivar un lateral de su parte y dibujar un juego de pies que me sacara de su alcance; impidiendo que este lograse conectar algún golpe de corta distancia.
El animo perdido tras el fracaso de Erick parecía haberse recobrado entre los espectadores bajo el ring, sus porras se escuchaban por todo el lugar. Aquello pareció darle emoción a Taylor, sentirse respaldado encendió un poco de fuego en sus ojos. Si tan supiera manejar de forma adecuada aquella impetuosa energía.
Un bloqueo de mi parte seguido de una evasión me otorgo el ángulo perfecto a sus costillas. Naturalmente, eso me otorgo la oportunidad de conectar con un fuerte gancho al hígado. El breve momento en que este se encogió fue aprovechado para lanzar un ataque de golpes cruzados hasta mitigar su frágil defensa. Si tan solo no se hubiera concentrado en atacar en todo momento en lugar de atacar y defender, tal vez si hubiésemos completado los tres minutos que componen este round. Pero, el uper en su barbilla cerro el telón entre nosotros.
De parte de la audiencia, un "uff" algo lamentado, fue todo lo ofertado tras aquel golpe.
Esta vez, Nicolas no se quedo petrificado e inicio el conteo. Con los brazos extendidos a ambos lados de su cuerpo, Taylor no busco la manera de levantarse. Ni siquiera hizo el intento de moverse de su lugar.
Incluso Anker se aparto de mi esquina y atravesó las cuerdas para revisar al hombre. ─ Yaiza, sin lesiones. ─ Al apartar el protector bucal y acomodar al moreno en una pose inclinada, un poco de sangre se escurrió de su boca. Este saco la lengua con lamento, de allí corría la sangre.
─ Sobrevivirá. ─ Con un leve chasquido de lengua, descarte su regaño. ─ El siguiente. ─ anuncie recargándome en las cuerdas frente a los pocos chicos que hacían de público. ─ ¿Jacob? ─ incite, el nombrado me devolvió la mirada antes de cortarme los ojos.
Rodeando el ring hasta la esquina designada, mientras esperaba a que Anker y Thomas sacaran al grandote de Taylor, aguardo por su turno. Un tanto complacida por su negativa en cuanto a dar marcha atrás, me retire a mi propio lugar y aguarde tranquilamente el siguiente asalto.
Quien diría que el tercero me causaría un gran disgusto. Al chocar los puños no se hizo mención de comentario alguno, de ninguna de las partes. Simplemente aguardamos el sonido de la campana, alguien se desespero en el proceso.
Un lanzamiento de jab más cruzado me fue propinado segundos antes de que sonara la campana, mi reflejo para evadir fue al instante. La voz de Nicolas retando a mi contrincante hizo eco en mi oído, más no lo deje que pausara el encuentro. Jacob merecía algo más que una llamada de atención para esta falta. El chico ignoro a Nicolas y se mantuvo conectando varios ganchos de derecha con golpes cruzados, un desastre de opción para soltar de esa forma. Por tanto, decidí utilizar jab al cuerpo. Uno tras otro, para que este disminuyera sus ataques, acepte algunos de sus golpes en el proceso. Solo evadiendo cuando era necesario, evadía y luego seguía con más jabs al cuerpo.
Pronto, este empezó a pensar en su parte baja e incrédulamente bajo su defensa para protegerse allí dejando su rostro desprotegido. Aunque quise lanzar un suspiro por su ignorancia, en su lugar le oferté un overhand en aquel claro predispuesto para mi mano derecha. A diferencia de los demás, no contuve tanto aquel golpe.
El siseo de los espectadores denotaba el dolor fantasmal que sentían al ver como numero tres terminaba igual que los otros dos. A excepción de que la sangre, esta vez, no escurría por su boca.
─ ¡Gamo to...! ─ No sabía a quién jurarle esa maldición, incluso el protector bucal pago parte de mi colera tras retirarlo y lanzarlo contra el piso. Luego de algunas hondas respiraciones, camine hacia las cuerdas y deje que sostuviesen mi peso mientras alzaba el rostro al techo para mitigar la decepción que había terminado de brotar en mí. Ni siquiera le dirigí una mirada a las tres personas restantes bajo el ring. ─ Anker, ¡¿Me douléveis?! ─ Estos no podían ser los chicos seleccionados por mi hermano, una broma de mal guasto; eso es lo que eran.
─ Son novatos Yaiza, sabes que tienden a equivocarse. ─ comento este a mis espaldas. Igual que con Tylor, este había ido a ver el estado de Jacob.
─ ¿Cuántos tiempo tienen? ─ pregunte, la mirada todavía estaba en el techo. Pues la calma no había arreciado en mi ser. Eso tomaría su tiempo.
─ Tres meses... ─ contesto, al instante hice una mueca. ─ Yaiza, le fracturaste la nariz.
Girándome hacia el masculle con enojo latente. ─ ¿Y de quien crees que es la culpa? ─ este arrugo los labios evadiendo la respuesta. ─ En serio Anker, aunque es poco tiempo, es suficiente para darle un adiestramiento básico. ¿Qué diablos has estado haciendo en ese tiempo? Porque, dudo que alguien con tu disciplina pudiese dejar que las personas tu mismo seleccionaste, sean tan... ─ hice una pausa para mirar al derribado, luego en los que no habían participado y finalmente en quienes ya habían tenido su turno. ─ defectuosas en muchos sentidos.
Volviendo a mirar a mi hermano quien ahora se hallaba a mi lado. Fruncí el ceño al notar que este tenía una cara algo ausente. Al percibir mi fijación en él, esta se esfumo. Su típica sonrisa salió a flote de nuevo. ─ He estado ocupado con una grámma. ─ susurro con picardía.
Eso se ganó mi silencio para disparar cualquier tipo de reclamo o sermón, ─ Entiendo, pido disculpas.
─ Si me dejas hacerte girar nuevamente, te disculpare. ─ negoció juguetón.
─ Anker, todavía tengo los guantes.
─ Nicolas, ¿En qué te ayudo? ─ media vuelta y ya se había alejado de mi.
Soltando un suspiro de rendición, enfoque mi atención en Erick y Jacob. Estos, con cara de pocos amigos me devolvieron la mirada. ─ Nunca, ni siquiera en la practicas, trates a tu oponente como un juego. Una pelea no es algún tipo de entretención personal mucho, está bien tener confianza, pero si esta se mescla con actos de impertinencia en pro de burla hacia tu contrincante puedes acabar muy mal. ─ Esto fue dirigido a Erick. ─ Nunca subestimes a tu oponente. Sobre todo, cuando careces de información alguna respecto al mismo.
Este agacho la mirada luego de tornarse malhumorada, aun así, podía ver que aprendió algo de el error señalado.
─ Taylor, ─ el nombrado tuvo un leve espasmo al escuchar su nombre salir de mi boca. ─ ¿Sabes lo que es la planeación? O, mejor dicho, ¿Conoces el ahorro de energía? ─ dispare, este apretó los labios, pero mantuvo mi mirada. ─ Una pistola no puede disparar todas sus balas en un solo tiro, quedarte sin municiones es una muerte súbita. ─ proseguí, ─ El cansancio golpea cuando la energía se ha perdido en gran cantidad, ¿Lanzar una lluvia de golpes fuertes al inicio? ¿En serio? ─ si mi mano no estuviese aun enguantada, mis dedos estarían masajeando el pliegue entre mis cejas. ─ Te concentraste en querer acabar todo a la fuerza bruta, descuidaste tu defensa si a eso se le puede llamar defensa. ─ suspire con enojo, el coraje estaba brotando de solo recordar aquel error. ─ Se supone que la protección es algo básico, ¡Demonios!
Aquel grito de disgusto se me hizo imposible de contener. El rostro de Taylor se desfiguro por la vergüenza, y vaya que tenia que sentirla.
─ En cuanto al estúpido de aquí, ─ la corona de regaños fue pasada a un ya consciente Jacob. Aun con la cabeza baja, para dejar correr la sangre de su nariz, sus ojos atraparon mi figura. ─ Nunca, ¡Nunca, maldita sea! ─ recalque con saña, ─ ignores el sonido de la campana. ─ acote. ─ Ese es tu permiso de salida, maldito estúpido. Sin eso no puedes iniciar, es una falta que puede convertirse en una grave sanción. ─ respire hondo. ─ ¿Gancho de derecha? ¿En el inicio de una pelea? ¡¿Hablas en serio?! ─ exclamé al chico Husky; ahora parecía un cachorro. ─ ¿Cuándo viste que mi defensa estaba agotada? ¿En que momento me viste tambaleante o con falta de reacción? ─ si pudiese escupir fuego, el chico estaría en llamas. ─ Actuaste antes de obtener el pase de salida, ignoraste el llamado de atención del arbitro y no analizaste la postura de tu oponente antes de lanzar tu primer ataque. Alégrate de que solo fracture la nariz. Otro en mi lugar te la hubiera roto por imprudente.
─ Yaiza tiene razón, Jacob. ─ comento Nicolas, su rostro critico y el tono serio en sus palabras denotaban su enojo. ─ No vuelvas a hacer lo que hiciste hoy, un árbitro te amonestaría por rebeldía y desacato.
─ L-lo siento, estaba equivocado. ─ mordiendo su labio inferior, el chico esquivo la mirada del rubio y lanzo su disculpa. Nicolas solo siguió con lo suyo, sin responder a ello.
Chasqueando mi lengua me volví hacia los chicos restantes, ─ ¿Algún otro quiere ser el siguiente? ─ indague, ninguno respondió.
─ Los demás son sparrings. ─ anuncio Anker desde su posición.
─ Entonces, ¿Estos tres son los novatos? ─ me gire hacia este.
─ Exacto.
─ ¿Y para que se quejaban? ─ resople.
─ La unión hace la fuerza, hermanita. ─ Como si un botón de pausa se hubiese activado, todos dejaron de moverse en sus lugares. Al instante entendí por qué. Desde que llegue, Anker no había anunciado nuestro parentesco. Incluso Nicolas se quedó incrédulo por la repentina revelación.
─ ¡¿Cómo que hermana?! ─ Erick y Taylor se pararon de sus respectivos asientos y exclamaron a la par.
Nicolas se paro y miro confundido, hasta algo choqueado, a mi hermano. ─ ¿Son familia?
─ No te preocupes caperuza, ─ precedí a morder las agujetas de mi guante derecho, sin oponente a la vista no hay razón para seguir usándolos. ─ A veces yo también lo pongo en duda.
─ Yo también te quiero, Yaiza. ─ Anker no tardo en sentirse ofendido. ─ Volveré a presentarlos, ─ prosiguió acercándose hasta mi para ayudarme con el guante restante. ─ Directamente desde Chipre, su nueva entrenadora, Yaiza Lonney. ─ señalo a mi persona con el guante retirado. ─ Mi hermana menor.
─ Créanme que no es un gusto. ─ dicho esto, aparte las cuerdas del ring y salte hacia el suelo en retirada. ─ Me voy a las duchas, si alguien quiere quedarse sin bolas trate de entrar mientras estoy en allí.
En mi camino hacia el vestuario nadie hablo, abucheo o intento quejarse. El silencio parece ser parte del lugar ahora. No tenia nada que ver conmigo. La demostración había terminado al igual que el castigo y los regaños. Con tranquilidad, encontré mi ropa, el bulto que me dio Anker y me metí a las duchas. A parte de la ropa de gimnasio, mi querido hermano había preparado un pequeño equipo para el aseo. No era una ducha para quitar el sudor, más bien era para aplacar la hirviente molestia. El agua fría me traía calma en este tipo de malos humores.
Diez minutos después, tanto el bulto dado por mi hermano como mi mochila estaban cargados en mi espalda. Con teléfono en mano abandone el vestuario. ─ Anker, llévame a mi apartamento.
─ Claro, pequeño monstruo. ─ Como siempre, este estaba más que dispuesto. ─ Pero, antes de eso... ─ miro a los siete chicos a su alrededor, ocho si incluimos a Nicolas. Estos tenían miradas esquivas en su mayoría, mis tres ex-contrincantes portaban las caretas más indispuestas.
─ ¿Qué les pico? ─ Indague en una mueca.
─ Quieren disculparse, ─explico para luego mirar al grupo. ─ ¿verdad chicos? ─ estos lo miraron a el y luego volvieron a poner su atención en mí. Algunos abrieron y cerraron la boca, más ningún sonido salió de sus cuerdas bocales. Aun después de medio minuto.
Con cara de aburrida, encare a mi hermano. ─ No tengo toda la noche, Anker.
─ ¿Hasta para recibir una disculpa eres así de borde? ─ escuche susurrar, mire al dueño de la voz. Jacob, que sorpresa.
─ ¿En serio planean disculparse de forma sincera? ─ ninguno hablo, era obvio. ─ Anker, vámonos. ─ inste empezando a caminar, luego pare en seco y gire sobre mi hombro. ─ Por cierto, no se preocupen. No seré su entrenadora. Ninguno vale la pena, no con esa clase de comportamiento. ─ Hacer las cosas difíciles quizás ayude a su intransigencia. Analizar sus errores es el primer paso para ofrecer una disculpa sincera.
Solo espero que sean lo suficientemente inteligentes para aceptarlo y aprender de ello.
─ Yaiza.
Anker me pisaba los talones, pero no correspondí su llamado. Simplemente seguí mi rumbo hacia la salida.
─ Yaiza, hermanita. ─ intento, pero ya había cruzado la puerta y seguí mi andar hasta el estacionamiento. ─ Pequeño monstruo...
─ Mi decisión ya fue puesta sobre la mesa, Anker. ─ contesté al llegar hasta su moto y en el proceso, extendí mi mano frente a el para recibir mi casco. ─ Tantee las aguas y no me gusto lo que vi en su reflejo, de mi parte no habrá entrenamiento.
─ ¿Te vas a echar para atrás? ─ me tendió el casco. ─ Pero si ya teníamos un acuerdo.
─ Bueno, con su actuación queda totalmente disuelto. ─ resople, ─ Ahora muévete, enciende la moto que quiero llegar al apartamento. ─ El enojo dio paso al hambre.
─ No la voy a encender, no hasta que me des nuevamente tu palabra. ─ ¿En serio quiere iniciar con el chantaje? Bueno, dos pueden jugar ese juego.
─ Ok. ─ fue todo lo que dije, saqué el celular de mi bolcillo, subí el volumen y con toda la calma del mundo empecé a digitar aquella fila de números que tan grabado estaba en mi mente.
Sin saber lo que estaba haciendo, Anker me dedico una expresión de burla. ─ No me digas que estas solicitando un taxi.
─ No, ─ negué con tranquilidad. ─ Por supuesto que no, hay algo mucho mejor que eso. ─ le sostuve la mirada con nítida paciencia antes de apretar el icono verde.
Mi postura lo perturbo. ─ ¿A quién estas llamando? ─ las esquinas de mis labios se arquearon. Esto lo puso en alerta ─ ¿No te atreverías?
─ Ya lo hice, ─ el primer tono de espera sonó en mi oído. ─ Sabes, de los hombres en la familia, ¿Quién es el que atiende mis llamadas al segundo tono? ─ la sonrisa en mi rostro se hizo más grande. ─ A ver que dirá cuando se entere que su niña, quien solo lleva pocos días en un país extranjero, tuvo que irse sola hacia su apartamento; de noche, por que su hermano mayor se negó a llevarla luego de arrastrarla a su lugar de trabajo y hacerla quedar hasta tarde en la noche.
─ ¡A penas son las siete! ─ inquirió alterado y preocupado.
Más, sin embargo, yo me dedique a canturrear: ─ Ya está sonando el segundo tono...
─ ¡Ok! ─ grito al borde de los nervios, yo alce una ceja. ─ Tu, ganas. ─ subiéndose a la moto, giro la llave y el motor rugió. Antes de que el segundo tono terminara, cerré la llamada y mande un breve mensaje a nuestro padre como disculpa.
─ ¿Ves? No era tan difícil. ─ comente con total satisfacción antes de ocupar mi lugar en el vehículo y colocarme el casco.
Siguiendo mi ejemplo, Anker se coloco el suyo. ─ Eres tremenda manipuladora. ─ mascullo entre dientes.
─ Bien lo dijo la tía Andrea. ─ acomodando mis manos en su cintura, me encogí de hombros. ─ Hay que aprender un poco de todo en esta vida.
Mi hermano balanceo su cabeza de un lado a otro en negación, tiempo después una honda exhalación abandono sus pulmones. ─ Pequeño monstruo, ─ llamo tras arrancar en dirección a la calle. Un zumbido de mi parte le indico mi atención. ─ ¿Al menos toma esta semana para pensarlo otra vez? ─ propuso inundando su tono con algo de seriedad.
Me dedique a tararear en contemplación su solicitud. Cuando llegamos a un semáforo, le di un pequeño consuelo. ─ Ok, veremos que dice la almohada.
El semáforo cambio a verde y Anker volvió a emprender el camino. ─ Espero que la almohada te logre convencer.
De mi parte, solo obtuvo un murmullo de consideración.
Tenía la respuesta, pero no se la daría tan fácilmente. Tengo mucho sin mortificar a mi hermano y hay que aprovechar el bug.
Lo prometido es deuda, dije que estoy de regreso y este capitulo reeditado es prueba de ello. No mentiré, extrañaba a Anker.
Yaiza: Y yo que? Soy tu protagonista principal!!😒
Anker: Pero yo soy mas guapo.😌
Yaiza: Me pondré los guantes otra vez...😑
Anker: Ashanty014!! Yaiza me quiere pegar! Healpis mi!😫
Nicolas: Se escribe: Help me!🤨
Anker: No cambia el significado!😒
Ashanty014: Señor... Dame paciencia.🙄
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