Capítulo 38
Bella descansa su cabeza en mi hombro mientras yo miro por la ventanilla, contemplando la noche gris y melancólica que nos envuelve, con la brisa del viento creando un vínculo entre nosotros. Aún nos encontramos en el territorio de los hermanos Dark King; la última vez que estuve aquí, sufrí un terrible accidente por culpa de una plaga de asesinos. No me agrada que Bella tenga que recorrer estos lugares oscuros que parecen un verdadero infierno.
Me siento abrumado y desorientado, algo que no debería estar experimentando; necesito mantenerme alerta para cuidar de mi novia. Después de varias horas en el Uber, siento un gran alivio al llegar a nuestra pequeña ciudad sanos y salvos. Subo las ventanillas rápidamente.
A partir de aquí, creo que lo mejor es tomar un taxi; no voy a permitir que conozca mi vecindario, y mucho menos el de Bella, sino puede irse de chivo a los Malnacidos.
—Puedes dejarnos aquí —le comunico al guardaespaldas de Hugo.
—¿De verdad? ¿No quieren que los lleve a su vecindario? No sería ningún problema para mí— su tono tranquilo me resulta algo inquietante; seguro que esconde intenciones que prefiero ignorar.
—Agradecemos la oferta, pero tenemos otros planes.
No insiste, lo cual le agradezco, y nos deja cerca de la acera. Bajamos del coche de inmediato. Esperamos unos minutos hasta que el Uber se aleje por completo.
—Vamos a mi casa.
Asiento. Un taxi se aproxima y lo detengo, indico nuestro destino y nos subimos. Bella y yo intercambiamos miradas; el iris oscuro de sus ojos refleja cansancio, y eso me hace sentir mal. La atraigo hacia mis brazos para que esté cómoda y pueda descansar un poco.
—Duerme, cariño, estás muy cansada.
—No puedo, cuando lleguemos a casa tendré que cuidarte; sabes que no estás en condiciones.
Me acaricia la mejilla con ternura, y al sentir su toque, algo se despierta en mí; es una sensación agradable. No sé en qué momento mis mejillas se sonrojaron, pero parece que ella lo nota. Se inclina hacia mí, y su cercanía es tentadora; cierro los ojos, esperando sentir sus labios delicados rozar los míos, pero el frenazo del auto interrumpe ese momento.
—¡Hemos llegado! —anuncia el conductor con un tono alarmante. Me da la impresión de que nos estaba observando en el espejo retrovisor, lo que explica su reacción. Bella y yo nos apartamos, sintiendo la tensión en el aire. Ella saca dinero de su bolso y se lo entrega al conductor.
Al salir del vehículo, me doy cuenta de la tranquilidad del vecindario, con sus casas cercadas y pocas personas caminando por las calles. Nosotros andamos despacio; sostengo su mano al notar que hay un pequeño espacio entre los dos. Bella se detiene, mirándome con confusión, pero no dice nada; solo sonríe y baja la mirada.
Aunque no tardamos en llegar a la mansión, nos encontramos inesperadamente con nuestros amigos. Idier lleva a Luli en brazos.
«¿Qué les ha pasado? Luli parece estar desmayada».
Bella se da cuenta rápidamente y corre hacia ellos, examinando a su amiga con preocupación en su mirada.
—¿Qué le pasa a Luli? ¿Por qué está así?
Las preguntas de Bella son algo exageradas, pero también me inquieta la situación.
—¿Qué ocurrió, bro?
—Solo está dormida. ¿Y ustedes qué hacen? En lugar de entrar, me están interrogando como si hubiera cometido un crimen—. Creo que tú serías capaz— responde Bella mirando a Idier con una mirada fulminante—. Muy graciosa.
Ella continúa mirándolo con desdén, pero se aleja para hacer una llamada, dejándome a solas con él.
—Ya entiendo por qué no apareciste en la carrera —lanzo una mirada a Luli y sonrío—. No es lo que piensas; le dije a Bella que te informara sobre mi ausencia porque tenía algo que hacer, y tu expresión me dice que ni te avisó —. La verdad es que no lo hizo, pero me alegra que no hayas estado; no hubiera querido que presenciaras una desgracia—. No estoy entendiendo nada.
—Ya podemos entrar —nos avisa Bella.
Entramos en la casa en silencio. Al llegar al amplio salón decorado con muebles modernos en blanco y azul marino, me planto en el sillón. Bella se lleva a Idier hacia el cuarto de invitados. Una empleada se me acerca con un jugo de naranja; aunque no lo pedí, lo acepto y agradezco el gesto. Reviso mi abrigo de cuero oscuro buscando mi móvil, y para mi sorpresa, no lo encuentro. No puede ser, me levanto de golpe, moviendo todo mi cuerpo, pero no hay resultado. Otra vez se me va un móvil.
—¿Estás buscando algo, cariño?—me pregunta Bella.
—Creo que he perdido mi móvil.
—No te preocupes, lo tengo yo. Ven a mi cuarto.
Al escuchar esto, casi me ahogo con mi propia saliva. Nunca había estado en su habitación; ella se da la vuelta y empieza a caminar. Mis piernas tiemblan, pero respiro hondo y la sigo. Nos detenemos al ver una puerta entreabierta; ella suspira y asoma la cabeza. Yo ni siquiera me atrevo a avanzar.
—Íker, mira esto—la curiosidad me impulsa a asomarme también. Allí están Idier y Luli dormidos en la cama, acurrucados como si fueran una pareja, sus frentes tocándose, como si hubieran caído en un profundo sueño mirándose a los ojos.
—Son adorables juntos, ¿crees que estén saliendo?
—Eso lo sabremos mañana. Pero ya casi es de día—responde Bella.
—Tienes razón, nosotros también necesitamos descansar.
Bella cierra la puerta que da a nuestros amigos y toma mi mano para guiarme. Entramos en su cuarto y ella cierra la puerta detrás de nosotros. Las paredes son de un suave violeta y todo está ordenado como en cualquier habitación femenina; hay varias fotos de ella y Luli juntas. Cuando me siento en su cama, noto que esta se mueve.
—¿Qué le pasa a tu cama?
—Es solo el modelo, tiene un sistema de corriente de agua. ¿No te gusta?
—No es eso...
Me detengo; no sé por qué estoy tan nervioso, su perfume a jazmín me desarma.
—Voy a encargarme de ti, llamaré a un médico para que te atienda —se levanta y va hacia su mesita de noche por su móvil. Al menos puedo respirar un poco más tranquilo; Bella es tan especial que no sé cómo manejar esta situación ahora.
FLASHBACK
El silencio que emanaba de Luli me inquietaba; había algo que ocultaba y no me gustaba en absoluto.
—¿He hecho mal al preguntar?
Ella me miró, como si estuviera sopesando sus palabras.
—No tuve nada con Idiomar, si es eso lo que crees.
Levanté una ceja, insatisfecho con su respuesta.
—¿Entonces Ludmila te odia sin razón?
—Ella reaccionó así por el dolor que sentía tras perderlo. Buscaba un culpable para aliviar su sufrimiento, y yo fui un blanco fácil. No hablé ni una palabra con Idiomar. Él estaba locamente enamorado de Ludmila; sus supuestas infidelidades son problemas de pareja. No entiendo qué tenía que ver yo en eso, ya que su relación no me importaba.
—¿Así que Idiomar nunca te confesó lo que sentía por ti? Me intriga saberlo.
Los ojos de Luli se agrandaron por la sorpresa.
—¿Quién te dijo que Idiomar estaba enamorado de mí? Debe ser ella quien te ha llenado la cabeza de cucarachas para hacerte creer que yo fui la culpable de la muerte de su novio.
Se levantó y se dio la vuelta, mirando hacia el mar, mientras su vestido negro danzaba con el viento. Salí de la arena y me acomodé a su lado.
—La creíste. Lo que yo diga no te servirá, porque ella se está haciendo la víctima para llamar tu atención y arruinar todo lo que he construido solo por celos.
A veces pienso que no eres quien aparentas ser. Sin embargo, tu actitud parece ser una coraza para protegerte del dolor, porque en el fondo, eres una buena persona. Necesito conocerte mejor y despejar mis dudas. Hay algo raro en esta situación y es mejor proceder con cautela; la conversación podría volverse tensa y arruinar mis planes. A los enemigos hay que mantenerlos cerca, cueste lo que cueste. Ahora más que nunca debo estar a su lado.
Coloqué mis brazos alrededor de su cintura y noté cómo su respiración se aceleraba; debía estar nerviosa. Tomé su mano delicada y ella se giró hacia mí.
—¿Crees que soy una mala persona, Idier? Tu silencio lo dice todo.
—Solo necesito que me respondas a una pregunta para aclarar algo.
Ella asintió, manteniendo su mirada fija en la mía.
—¿Alguna vez Hugo e Idiomar tuvieron un enfrentamiento?
—No lo sé, Idier. Nunca comprendí bien la relación que tenían. Hugo nunca me presentaba a sus amigos, y si intentaba acercarme a algún chico, siempre ocurría algo por mi culpa.
Vaya, tuviste un novio bastante tóxico, ahora entiendo algunas cosas.
—Parece que eso también me afecta a mí.
—¿En serio me estás diciendo que Hugo te atacó cuando nos vio juntos aquella vez en la cancha?
—Así fue, pero no te preocupes, sé cómo manejar a tu exnovio.
—Es arriesgado, admito que yo también tengo parte de la culpa, pero tú no me lo haces fácil.
—Tampoco tú, bebé. No me arrepiento de haberme acercado sabiendo las consecuencias.
Ella bajó la mirada, jugando con sus pies descalzos.
—No esperaba que dijeras eso.
¿Por qué no me mira a los ojos? Se nota que le cuesta expresar sus sentimientos. No me sorprende; si en su infancia no conoció el amor, menos sabrá lo que siente por mí. Sostuve su barbilla y detuve el movimiento de sus manos en la arena. La miré fijamente a los ojos y percibí su vulnerabilidad.
—Estoy tan cansada y tengo frío, por favor, volvamos a la ciudad.
Lo sentí más como una súplica para evitar seguir con la conversación. Bueno, ya será en otro momento, cuando esté más despejada. Me quité la capucha y me quedé solo con la camiseta blanca que llevaba debajo, y se la puse sobre sus delicados hombros. Ella me miró mientras la atendía con cuidado.
—Vamos al coche.
Caminamos unas pocas cuadras, la brisa soplaba con más fuerza. Esperaba que me pidiera cargarla como solía hacer, pero no dijo nada. ¿En qué estará pensando ahora? Al acercarnos al auto, vimos que estaba abierto y nos acomodamos en los asientos en silencio. Arranqué el motor y nos pusimos en marcha hacia nuestro destino. Hugo y Ludmila fueron quienes estuvieron más cerca de Idiomar antes de su muerte, así que tendré que vigilarlos desde las sombras.
Miré de reojo y vi a Luli apoyada en mi hombro; su cabeza se deslizó hasta caer en mis piernas. Acaricié su cabello mientras conducía. En el fondo, no quiero aceptar que Luli pueda estar involucrada; no sé por qué. Pero debo ser cauteloso y observarla bien; tal vez sea la culpable, quién sabe. Hermano, al menos dame otra señal para saber con quién debo relacionarme y descubrir de una vez quién fue el asesino.
Fin de ~flashback
Despierto junto a Luli; nuestras frentes se tocan y veo que está en un sueño profundo. Al tocar su mano, no percibo ninguna amenaza, solo una sensación de calma, aunque no estoy seguro si es solo mi mente jugándome una trampa.
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