XXXVII
«Necesitamos hablar»
Nuevamente dos palabras hacían mi mundo temblar y se repetían cual jingle dentro de mí.
Más de una vez respiré a profundidad con la única intención de recuperar la calma para afrontar una conversación civilizada con ella. Creo que no lo conseguí.
Los cinco minutos desde la portería a mi casa se hicieron eternos; no mencioné ni una palabra en el largo trayecto, aunque podía sentir las miradas de Sebas e Irene fijas en mí a la espera de una explicación, pero solo podía pensar en esa mujer que de cerca nos seguía en su taxi.
Sebas se detuvo frente a la entrada de la casa. Con la respiración acelerada, presuroso, me dirigí a soltar el cinturón de Tadeo y llevarlo al interior, fue en ese momento que mis amigos abandonaron el mutismo.
Nerviosos, indagaron, pero no dije nada, mi mente se había nublado con la idea de perder al bebé y estaba dispuesto a evitarlo de cualquier manera.
—¡Tobías, me estás asustando! ¿Qué pasa? —Sebas me detuvo en la puerta al hablar.
No obstante, me limité a entregarle a Tadeo y le pedí llevarlo adentro en el mismo momento que vi a ella bajar del taxi, mantenía la vista en el bebé.
—Tobías...
—Llévalo a su habitación, ahora —exigí a Sebas en tono bastante serio y alto, no era mi intención gritarle, pero la sola presencia de ella conseguía alterarme.
Sebas seguía sin comprender, pero asintió en silencio y acató mi petición luego de permitirme plantar un beso en la cabecita del bebé, con ello intentaba expresarle mi deseo de permanecer juntos, no dejaría que lo alejasen de mí.
Le ofrecí a Irene una disculpa silenciosa mientras ella seguía a su esposo al interior con una adormecida Samantha en brazos y la confusión reflejada en el rostro de Simón a su lado.
La puerta se cerró a mis espaldas y fijé la vista en los ojos de ella. Por largo rato permanecimos en un silencioso intercambio de miradas, su larga cabellera castaña la traía en una cola de caballo que se movía hacia un lado por el viento, su rostro lucía afligido, en él lograba asomarse el arrepentimiento, pero también algo muy doloroso dejaba entrever sus cristalizados ojos.
En cuanto comenzó a acercarse, sentí mi rostro retorcerse debido a la incomodidad producto de su presencia.
—Perdón, Tobías.
Y una vez más dos palabras emergieron de su garganta. Dos simples palabras rompieron el sepulcral silencio, también la escasa calma que había logrado reunir.
Casi tres años habían transcurrido desde que decidieron desaparecer sin dar una maldita explicación, sin importarles las veces que ese pequeño pasó sus noches en vela, llorando tal vez por encontrarse en un sitio desconocido o por extrañarlas o qué sé yo.
No existe una razón lógica para romper todo contacto con tu hijo y luego solo pedir perdón. Mi pecho ascendía y de nuevo bajaba ante la rabia que me produjo tenerla en frente y escucharle decir ese par de palabras.
—Tendrás que hacerlo mejor —le dije—. ¿Crees que tu simple disculpa enmienda el abandono?
—Tobías, sé-sé que fallamos... —su voz no dejaba de temblar, pero no podía importarme menos.
—¿Dónde está Odalys, eh? —indagué molesto y luego proseguí sarcástico— ¡Ah, enloqueció de nuevo!
—Tobías...
—¿O acaso ya se fue con alguien más?
—Tobías, basta, solo quiero ser parte de su vida otra vez.
—¡Tres años, Jessica!
Mi iracundo grito le provocó un respingo y el lastimero gesto de su rostro se remarcó todavía más, tampoco me importó ni siquiera me interesó tener vecinos contemplando la escena. Su taxi permanecía aparcado al frente y si conseguía hacerla volver a él, sería feliz con verla desaparecer; por eso, continué en el mismo tono y sus ojos se humedecieron.
—¡Ni siquiera una llamada en tres años, Jessica! ¡¿Qué clase de madre hace eso?!
—To-todo tiene una ex-expli-plicación, lo juro.
—¿Ah, sí? —ironicé antes de volver a estallar, verla allí después de tanto tiempo me molestaba a sobremanera— ¡¿Y cuál es la fantástica razón, eh?! ¿Cómo abandonas a un hijo, así, con un completo desconocido, eh?
—Lys... Odalys, estaba segura de que estaría bien contigo —Jessica hablaba en medio del llanto, tenía las manos empuñadas a ambos lados de su cuerpo como intentando contenerse, aunque cada sollozo le dificultaba expresarse—. Yo no quería, créeme que no quería dejarlo...
—Claro y por eso solo lo metiste en mi casa y saliste huyendo...
Recordé la impotencia, rabia, confusión y cada maldito sentimiento encontrado que experimenté aquel día... el dolor de esa carta y una vez más estallé en un fuerte grito:
—¡Sin decir una maldita palabra!
—Tobías...
—¿Por qué no nos haces un favor a todos? —Me acerqué con rabia, incluso escuché jadeos y murmuraciones alrededor, quizás pensaron que podría arremeter contra ella; en cambio, señalé el taxi que aun la esperaba antes de que un nuevo grito me rasgara la garganta:
—¡Sube a esa mierda y lárgate de nuestras vidas de nuevo! En eso eres experta.
—To-tobías...
—¡¿Qué no entiendes?! Vuelve con Odalys, lárguense del país de nuevo y sigan disfrutando su vida que aquí no son necesarias. ¡¡¡LÁRGATE!!!
—¡¡¡Odalys está muerta!!! —Esa vez su voz sonó demasiado alta, su grito quizás opacó cualquiera de mis vociferaciones.
Abrí los ojos de la impresión, aunque me costó procesar sus palabras, el mundo se volvió en cámara lenta ante mí. Un revoltijo de emociones encontradas había en mi interior, sentí los pulmones como un par de piezas inertes, completamente incapaces de cumplir su función. «¡Odalys está muerta!», volvió a resonar en mi cabeza y fue el corazón lo que se detuvo.
Vi a Jessica envuelta en llanto, subió al taxi a toda prisa y mi último recuerdo antes de que todo comenzase a girar fue el de ese auto abandonando la entrada.
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Las palabras de Jessica resonaron con fuerza en mi cabeza e inútilmente intenté acercarme a ella, su imagen se desvaneció en cuanto posé mi mano sobre su hombro, bastaron milisegundos para que apareciera frente a mí otro rostro...
«¿Odalys?», pregunté nervioso y ella extendió su mano a mi rostro, incluso percibí tal caricia en mi mejilla al devolverme una amplia sonrisa antes de desvanecerse como polvo disuelto en el viento...
—¡¡¡Odalys!!!
—¡Tobías, volviste!
Escuché la alterada voz de Irene, pero algo distante, yo no podía dejar de trepidar, me sentía confundido y ni siquiera conseguía enfocar con claridad. La garganta me ardía como si hubiese gritado por largo tiempo en un partido.
—Tobías, ¿me escuchas? Intenta regular tu respiración.
Yo estaba demasiado agitado, pero había conseguido reconocer la voz de Sebas, por un segundo me pregunté qué hacía allí o qué rayos había ocurrido. Intenté seguir sus indicaciones hasta alcanzar un nivel de respiración más normal.
Conforme mi visión volvía a enfocarse, pude verlo frente a mí, también Irene y Joaquín se encontraban en torno al sofá donde reposaba. En ese momento me sentí demasiado confundido. Estaba al interior de la sala, pero no recordaba cómo o cuándo llegué allí.
—Tobías, ¿puedes escucharme? —Asentí en silencio y él continuó, encendió una pequeña linterna y comenzó a revisarme, enseguida mis párpados se cerraron con fuerza para mitigar la luz, solo volví a abrirlos cuando esta se apagó—: ¿Me ves con claridad? —De nuevo afirmé en silencio y él siguió indagando—: ¿Sabes quién soy?
—Por supuesto que sí, Sebas. —Mi voz sonaba ronca, cansina—. ¿Qué está pasando? ¿Por qué están todos aquí?
En cuanto intenté incorporarme sobre el asiento, noté una manguera endovenosa conectada a mi brazo izquierdo que llegaba hasta una bolsa de suero o algo así, velozmente traté de devolver la mirada a Sebas.
Mi amigo se acuclilló junto a mí y luego de apretarme un hombro, comenzó a contarme lo ocurrido desde que nos topamos a la entrada con esa mujer y no lo dejé terminar porque todo el suceso volvió a mí, de golpe...
—¡Jessica! —interrumpí a Sebas e intenté localizar mi celular con la mirada— Ellas volvieron, necesito que Ed localice a Jessica.
—Tobías, sí, lo llamarás, pero cálmate —Irene pedía con calma, pero yo no paraba de sacudir la cabeza en una desesperada negación.
—No, no puedo calmarme. ¡La quiero lejos de Tadeo!
—Tobías, necesitas relajarte —indicó Joaquín con seriedad.
Sebas removió el suero y luego de empacar sus cosas se sentó a mi lado derecho con la cabeza tirada hacia atrás sobre el espaldar.
Irene tomó asiento a mi izquierda y de inmediato me sostuvo la mano, sus dedos temblaban, por eso me apresuré a cubrirla con la otra mía.
—Irene, estoy bien, tranquila —le dije en tono bajo, ella afirmó con la cabeza—. Si quieres, ve mejor con los niños a la alcoba.
Irene asintió, luego de ponerse en pie, me acarició el cabello y se dirigió a la recámara de Tadeo donde permanecían los tres pequeños, no sin antes exigirle a su esposo mantenerla al tanto. Joaquín tomó el asiento libre junto a mí.
—¿Quién es Jessica? —preguntó Sebas luego de un lánguido suspiro y procedí a contarles las cosas desde el principio, cuando ella apareció en mi casa con Tadeo hasta ese día.
Las últimas palabras de Jessica me llegaron de golpe y sentí un vacío instalarse en mi pecho.
—Dijo que Odalys está muerta —expresé en bajo y por inercia, la mano derecha migró a mi pecho, me dolía.
—¿Odalys? —preguntó Sebas, consternado, yo asentí en silencio— ¿Cuándo, cómo, qué ocurrió?
Negué con la cabeza antes de proceder a explicarle que no sabía nada porque luego de enterarme ocurrió la baja de presión que detonó el desmayo, por eso necesitaba encontrar a Jessica.
Cuando las cosas se calmaron, me disculpé con Sebas por haber alterado el final del viaje, pero mi amigo solo sonrió, besó mi cabeza y se dirigió a la habitación de Tadeo para buscar a su familia y continuar su camino a casa, no sin antes pedirme descansar, también le exigió a Joaquín avisarle cualquier cosa.
Luego de despedirnos de mi amigo y su familia, Joaquín me puso al tanto de la situación, dijo que Jessica vino a buscarme casi a diario desde el día en que partimos al viaje.
—Ya estaba por llamarte, Tobías, cuando aparecieron en la entrada.
Reposé la cabeza sobre el respaldo del sofá y me cubrí el rostro con un brazo, no podía creer que aquello estuviese pasando.
—¿Qué piensas hacer? —indagó Joaquín en tono bajo y enseguida fijé la vista en él— ¿La buscarás?
—No lo sé, Joaquín, no sé si deba. No quiero que le haga daño, él ya no es un bebito, ¿y si vuelve a dejarlo?
—Quizás no quieras escuchar esto, pero ¿qué tal si no? —Aunque sonaba compasivo, le devolví una mala mirada y él continuó—: Tobías, eso no te haría muy diferente del papá de Ricky.
—¿Qué dices? —repliqué indignado por semejante comparación— Joaquín, me he hecho cargo de mi hijo desde el día en que ella lo abandonó aquí. ¿Cómo podría ser similar a ese tipo?
—Pretendes ocultarle su familia a él. Fue lo que ese hombre le hizo a su hermana. ¿Lo crees justo?
—¡Joaquín, ella lo abandonó! —grité al levantarme del sofá, enojado por la comparación.
Sin embargo, me maldije por haber elevado la voz. Lo último que necesitaba era despertar a Tadeo y hacerle saber sobre la conversación que manteníamos.
Presuroso corrí a su recámara y con sumo cuidado abrí la puerta, lo vi profundamente dormido y me acerqué a besar su frente. Regresé a la sala y me disculpé con Joaquín por el exabrupto, tenía los nervios de punta por toda la situación.
—Tobías, sé lo que hizo, pero vino a buscarlo y yo sí la he notado arrepentida.
—Entonces, ¿qué? ¿Propones que lo entregue como si nada? —Me halé el cabello cual demente ante la frustración y rabia que todo aquello me producía e incluso gruñí exasperado—: ¡Debes estar bromeando, Joaquín!
—No dije eso, jamás lo haría, Tobías y tampoco sería capaz de pedirte tal barbaridad. —Un lánguido suspiro dejó escapar antes de continuar—: Digo que hables con ella, averigües qué pasó y le permitas acercarse a él en tus términos.
—No quiero que lo lastime. Te lo dije, él ya no es un bebé; ahora entiende mucho más, si vuelve a dejarlo...
—Tobías, su esposa murió, él es todo lo que le queda. No creo que desee dejarlo de nuevo, pero debes hablar con ella.
La convicción con que Joaquín se expresaba me obligó a emitir un sonoro suspiro, el viejo portero se puso en pie y me apretó un hombro, en tal gesto me transmitió todo su apoyo.
—No lo hagas, Tobías, no le ocultes su familia. Está creciendo y se hace más maduro, ¿qué le dirás cuando te pregunte por su madre? ¿Que murió?
—Técnicamente no sería mentira.
—Pero sí omisión. Estarías ocultando que tiene otra madre que también lo ama y desea compartir con él.
Sabía que Joaquín llevaba la razón, pero realmente me asustaba que ella hiciera algún daño a nuestra pequeña familia, quiero decir, los dos estábamos bien juntos, darle entrada a ella no estaba muy seguro de que fuese buena idea.
En el momento que la radio del viejo portero se encendió solicitando su presencia en la entrada, se despidió de mí recalcándome pensar bien mi decisión pues esta repercutiría directamente en Tadeo y mi relación con él. Maldije a Jessica en silencio.
Suspiré desganado en cuanto estuve solo y por un instante sentí deseos de marcarle a Ricky, suplicarle venir; pero no lo hice. Inhalé aire profundamente y caminé en dirección a mi alcoba.
Sin embargo, decidí a último momento, desviarme para ver a mi hijo dormido, sentí el corazón en la garganta, no estaba dispuesto a permitir que alguien lo lastimase, pero a la vez, temeroso de perderlo, me metí en su cama y lo abracé; no fui consciente del momento en que caí dormido.
Desperté en algún momento de la madrugada, luego de soñar una vez más con Odalys, de hecho, abrí los ojos llorando y sentí mi respiración acelerada. Por fortuna, Tadeo continuaba dormido, con cuidado salí de la cama, también acomode al bebé y abandoné su recámara para ir a la mía.
Me lavé la cara antes de entrar a la cama, el reloj marcaba las cuatro. Abrí el WhatsApp y por inercia fui al chat con Ricky, su última conexión había sido a medianoche; de nuevo quise escribirle, pero no pude, en lugar de eso revisé sus fotografía de perfil y una sonrisa se me escapó, la imagen correspondía al cumpleaños de mamá, Ed fue quien la tomó, en ella estábamos los tres, el bebé en mis brazos y Ricky muy cerca de nosotros, de hecho, apenas en ese momento notaba la forma en que se aferraba a mi brazo.
—Fui un imbécil, a leguas se nota que buscaba acercarse a mí...
Entré a ver su Instagram, porque sí, desde que arruiné todo meses atrás; con frecuencia stalkeaba su perfil. Así me había enterado de su cercanía con Harry y otro tipo con quien los veía compartir en eventos del hospital o incluso el Wild Forrest. Había llegado a creer que existía algo entre él y el ex de mi mejor amigo, pero era obvio que luego de lo ocurrido en casa de mis padres, todas mis idiotas teorías se fueron a tierra.
Noté que casi todas las últimas fotos eran del cumpleaños de mamá, pero sentí mi corazón acelerarse ante un selfie que se tomó, asumo, antes de lanzarse a la laguna y un texto que rezaba: "¿Será este mi nuevo lugar favorito?". Recordé esa noche y sonreí.
No obstante, hice el teléfono a un lado y fijé la vista en el techo porque pensé en Jessica, de nuevo, y mi cabeza estuvo a punto de estallar. Joaquín tenía razón, su regreso era algo que no podía ocultar por demasiado tiempo a Tadeo, tampoco el fallecimiento de su madre, pero no tenía idea de qué manera abordar tales temas con él.
La luz colándose a través de la persiana anunció la llegada de la mañana, sin esperar mucho tiempo más, tomé mi celular para marcarle a Ed, atendió la videollamada en el baño mientras se rasuraba, pero luego de escucharme habló a la cámara, perplejo, la mitad de su rostro seguía cubierta por espuma de afeitar:
—¡¿Las madres del año regresaron?!
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Hola mis dulces corazones multicolor 💛💚💙💜💖 ¿Qué tal los trata la vida?
Espero hayan disfrutado el capítulo, si es así, no duden a hacérmelo saber😆
Gente, estamos súper cerca del final y no lo puedo creer 😱
Este capítulo sale con dedicatoria para Denzel147 quizás no fue el primer corazoncito en comentar en el anterior, pero los anteriores ya han tenido dedicatoria 😆muchísimas gracias por tu apoyo y amor 💖
Lxs quiero mucho y nos leemos prontito 🤗
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