XXXI

La chica no dejaba de contemplar a Ricky con ojos rasgados, él a ella con una gran sonrisa, estaba emocionado por poder conocerla, aunque debiese ocultar su parentesco. Tadeo comenzó a llamarlo y no tuvo más remedio que acercarse a mí para cargarlo mientras la escrutadora mirada de la pequeña permanecía encima de él.

—¿Es hijo de ambos?

Con esa pregunta, la niña abandonó el mutismo e involuntariamente un raro gesto se formó en mi rostro. Una risa baja se le escapó a Ricky antes de darle respuesta.

—¿Por qué? ¿Se parece a mí? —Mostró una sonrisa inmensa que dejaba al descubierto todos los dientes y parte de las encías; además, el bebé enseguida lo imitó y no pude evitar reír.

Desde que estábamos en ese lugar, ya había perdido la cuenta de todos los saludos que Ricky repartió, era realmente impresionante la popularidad del chico y cómo él bromeaba con todos, pero cuando sus conocidos que transitaban por allí lo vieron con Tadeo, cambiaron el saludo por otros comentarios:

—Ricky, se te ve bien de papito —le dijo un chico bastante afeminado acompañado por otros cuatro que afirmaron entre risitas y aplausos.

—¡Sí, ¿verdad?! —contestó mi novio emocionado— ¡Somos igualitos!

—¡Hey, Ricky, ¿y ese chiquito tan mono?! —preguntó otra joven acompañada de un grupo de chicas, quienes se acercaron a hacerle cariñitos a Tadeo.

—Es el bebé de mi novio —les dijo entusiasmado, señalándome y todas pusieron los ojos en mí, incluso algunos silbidos de admiración dejaron escapar. Aunque él lo hizo sin pensar, sentí palidecer al tener tantas miradas encima y así nació una necesidad de ahorcarlo.

Sin embargo, pronto, él y Tadeo volvieron a ser el punto focal y pude respirar, aliviado. Miré a la niña, tenía los brazos cruzados y en su escrutadora mirada se notaba que perdía la paciencia, aunque al mismo tiempo se le enternecía el semblante cuando ponía la vista en el bebé.

Y así hasta que Ricky ya no tuvo conocidos cerca a quienes saludar, fue cuando devolvió la atención a la pequeña de mirada enojona.

—¡Sí que eres popular! —exclamé sorprendido y le escuché reír, pero subió en volumen con la respuesta de la niña:

—¡Y se queda corto!

Ricky no podía dejar de reír y decidió agacharse un poco para hablarle a su altura:

—¿Así que es verdad?, me has estado siguiendo —le dijo risueño, la chiquilla puso su escrutadora mirada en mí antes de hablarme en voz baja y me provocó una carcajada:

—Soplón.

—No, cariño —le habló Ricky, sonriente y ella volvió a fijarse en él—, no es soplón; somos una pareja y nos contamos todo.

—¿De veras? —inquirió ella con notoria incredulidad, Ricky asintió con la cabeza— Entonces, ¿sabe él sobre tus encuentros con mi papá?

Ricky dejó caer la cabeza y una risa baja se le escapó antes de contestar:

—No, porque no existe tal cosa.

—¡Pero si yo los he visto! —habló fuerte y bastante molesta la niña— Desde el año pasado y siempre con secreteos.

Escuché a Ricky volver a reír, luego de un suspiro posó su sonriente gesto en ella quien se apresuró a continuar:

—La primera vez que te vi, te escondías para mirarlo, varias veces te quisiste acercar y volviste a alejarte. —Ella lucía molesta mientras le increpaba cosas, Ricky no dejaba de sonreír—. Entonces, te acercaste, pero mientras hablaban vi a mi papá enojarse y al final tú estabas triste. ¡Claramente era una pelea de amantes!

—Vaya, resulta que sí me viste ese día.

—Ahora sí sabes quién es mi papá, ¿verdad? —La niña hablaba en un tono amenazante que me dejó pasmado; sin embargo, Ricky permaneció sonriente y eso pareció molestarle más a ella—. ¡Por favor! Debes alejarte de mi papá, mamá sufre mucho por tu culpa y mira, tú tienes una bonita familia. —Gruñó enojada antes de continuar—: ¡¿Puedes quitar esa cara de hiena burlona?!

Vi a Ricky intentar disimular la sonrisa, luego tomó una profunda bocanada de aire y lo liberó despacio, él no estaba dispuesto a contarle la verdad si antes Zack no lo hacía, por eso buscaba la manera más apropiada de sobrellevar la situación, tampoco quería mentirle porque lo sentía injusto.

—¿Te dijo ese día o luego algo sobre mí? —le preguntó mi novio en un tono condescendiente, la niña se encogió de hombros.

—Solo que no eras nadie, pero si es así, ¿por qué siempre te busca con la mirada y se enoja cuando te ve? O ¿Por qué tú luces triste luego de hablar con él? Incluso ahora lo pareces.

Ricky se quedó en silencio, quizás rebasado por las palabras de su hermana o tal vez pensaba qué decirle o cómo contarle; lo que haya sido, le tomó tiempo decidirlo. La niña suspiró sonoramente y luego la vi sentarse en el pasto abrazada a sus rodillas, lucía afligida.

Vi a Tadeo presionar a Ricky hasta que este lo bajó, enseguida caminó hacia la chica y se aferró a sus piernas. Cuando ella levantó el rostro, el bebé sonrió ampliamente e hizo un exagerado movimiento con la mano al hablarle:

—Hoooolaaa —le dijo con una cara muy loca y no pude evitar reír, la niña y Ricky tampoco. Pronto se encontraron sumergidos en una estruendosa carcajada cuando mi hijo comenzó a realizar muecas y tonterías.

Eso es algo que me ha sorprendido de Tadeo desde el primer día, ese pequeño parece sentir la tristeza o el dolor de los demás y busca la manera de ayudar.

—Eres lindo, bebé —le dijo ella a Tadeo, sosteniendo sus manitas—. ¿Cómo te llamas, chiquito?

—Él es Tadeo —contestó Ricky y tomó asiento junto a ella.

—Parece muy cercano a ti.

—Lo amo como si fuese mío.

Aunque sabía que las palabras de Ricky eran reales, sentí algo moverse dentro de mí al oírlo y claro, me tocó controlar a un escurridizo gesto involuntario que se asomó en mi rostro. Vi a la niña sonreír y él continuó:

—Escucha, después de mi mamita, este pequeño y ese buen hombre que ves apoyado del árbol, son las personas más importantes en mi vida, jamás pondría en juego esto.

—Entonces, ¿qué pasa con mis padres? —El tono de la pequeña tembló y los sollozos no tardaron en llegar conforme continuaba—: Si no es tu culpa, ¿por qué discuten todo el tiempo?

Sentí algo malo removerse en mi interior y sí, quise golpear a su padre, sé que la violencia no es solución, pero ese infeliz había hecho todo lo posible por ganarse un puñetazo. Ricky realizaba un juego de manos con Tadeo para mantenerlo quieto mientras pensaba qué decirle a ella, cuando al fin tuvo algo en mente, liberó un largo suspiro y se atrevió a pasarle un brazo sobre los hombros como un intento de calmarla.

—No tengo una respuesta para eso —le dijo en tono bajo—, lo único que sé es que los padres no son perfectos, como cualquier humano, se equivocan y mucho. A veces no son conscientes del daño que pueden causar con sus pleitos, pero es importante que tú comprendas algo: independientemente de sus problemas, nada es tu culpa y no tienes por qué tratar de reparar su relación.

—Pero yo no quiero que se separen... —expresó en medio de un llanto bajo.

Un largo silencio apareció, solo se oían sonidos ambiente, murmullo de estudiantes y algunos gritos también, los gimoteos de la pequeña crecieron en volumen, a punto estuve de intervenir cuando Ricky liberó otro suspiro y retomó la palabra:

—Eso solo va a depender de ellos. Algunas parejas se separan y es cuando aprenden a amar mejor.

La niña miraba a Ricky con ojos trémulos, él le sobó el cabello con delicadeza y aunque en la voz y gestos yo podía percibir lo afectado que se encontraba por la situación; siguió adelante y si debo decirlo, sentí orgullo al escuchar cada una de sus palabras, incluso me permití una sonrisa, llevaba su papel de hermano mayor en magistral forma.

—Pase lo que pase entre ellos, no dudes del amor que te tienen.

La niña tomó aire a profundidad y fue soltando despacio, usó su mano para limpiar el rastro dejado por las lágrimas antes de emitir una nueva palabra:

—Gracias. Eres amable, Ricky.

—Lamento no ser tu culpable. —Ambos rieron en bajo por la pequeña broma.

—A propósito, mi nombre es...

—¡¡¡Serena!!!

Todos dimos un salto ante el iracundo grito de Zack, Tadeo incluso corrió a refugiarse tras mis piernas y enseguida sentí mi respiración tornarse errática.

Vimos a la chica ponerse en pie y correr hacia el encuentro con su padre quien pasaba su furiosa mirada de ella a mi novio y allí permaneció por largo rato como un reclamo silencioso. Fue así hasta que di algunos pasos y alcancé a Ricky, Zack apartó la vista al notar mi presencia y la manera amenazante en que le observaba.

Sin embargo, ignoró cualquier palabra dicha por su hija y solo la agarró fuerte por un brazo, pese a las quejas de la pequeña por lastimarla, la llevó consigo casi a rastras. En ese momento, Ricky se levantó e intentó ir con él, pero me tocó retenerlo en un fuerte abrazo, lo único por hacer en ese preciso instante era permanecer al margen.

—Es mi culpa, Tobi, la maltrató por mi culpa. —Ricky lloraba en mi hombro y su cuerpo, antes tenso por la rabia e impotencia, se aflojó de tal manera que estuvo a punto de desplomarse en el suelo, creo que así habría sido de no ser porque lo mantenía sujeto entre mis brazos.

No fue sencillo calmarlo, mucho menos hacerle ver que no era así, pero cuando lo logré, me aseguré de limpiar las marcas lastimeras en su rostro, él me devolvió una sonrisa, a esta le siguió un beso antes de volver a despedirse y correr hacia sus clases porque ya iba bastante tarde.

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No vimos a la niña de nuevo en el campus, Ricky intentaba aparentar tranquilidad, pero en realidad solía buscarla. Sin éxito.

El día de la inauguración llegó, o debería decir noche, una de las cuidadoras de la guardería se ofreció a ser mi niñera por unas horas mientras duraba el evento, todo el personal de Murano estaba invitado, aunque no todos asistieron, yo debía estar presente por obligatoriedad.

Ricky llegó en compañía de su mamita y el señor Murano, su padrastro. Los tres lucían elegantes, sonreí un poco apenado por el gesto burlón de mi novio que iba del brazo izquierdo de su madre mientras que el jefe del derecho y en cuanto consiguió divisarme, saludó afable. Me acerqué a ellos enseguida.

Al igual que todos los invitados, permanecíamos a las afueras del hotel, algunos paseaban por los jardines exquisitos jardines de estilo imperial o se tomaban fotos en la fachada frontal, fuente ornamental o lo que sea; entretanto, mozos repartían copas de champán y los dueños terminaban de llegar o prepararse para el discurso inicial y posterior corte del cintillo ceremonial.

El jefe y yo hablábamos sobre lo bien que había quedado el lugar, la verdad me sentía orgulloso por donde sea que contemplase la edificación, ¿y cómo no estarlo? Era el proyecto de mi vida, el que aseguraba la obtención de ese anhelado nombramiento por el cual le había dedicado años a la empresa y allí estaba, mi sueño se materializaba.

Ricky hacía algunas intervenciones en la conversación también, sé que es un chico listo, pero me sorprendió al hablar sobre el diseño, estructura y cantidad de cosas ligadas a la construcción; creo que en mi cara notó el asombro porque en un momento fijó la mirada en mí para hablarme:

—Trabajo en una constructora, Tobi, algo tuve que aprender estos casi tres años. —Eso me sacó una buena risa a la cual se sumó el señor Murano.

—¡Cuánto tiempo, hijo! —habló mi jefe, risueño, con la vista en él, su gesto era paternal, lleno de orgullo—, y ahora nos dejas. ¡Vamos a extrañarte!

—Jefecito, ¿qué cosas dices, pa? Nos vemos a diario en casa —contestó Ricky con una sonrisa, la mirada del señor Murano estaba cargada de ternura, era obvio cuánto cariño sentía por el chico.

Un par de reporteros de alguna revista de decoración se llevaron a Malena para entrevistarla, ella estuvo a cargo del paisajismo en los jardines para darles ese aspecto de palacio imperial que poseían. En ese momento volví a sentirme algo idiota, ella había formado parte de mi equipo de diseño, aunque nuestro contacto casi siempre fue por videollamadas, trabajamos de la mano en la adecuación de los exteriores, se me escapó una sonrisa boba al comprender el por qué de las muchas risitas repentinas que invadían a Malena cuando hablábamos.

Entonces, en medio de nuestra amena plática, vimos llegar a un sonriente Zack acompañado por su esposa, Sabrina: una morena quizás de cuarenta, delgada, de rasgos finos y con el cabello negro en un corte pixie que me recordó a Halley Berry, bastante elegante, la verdad. Junto a ellos, Serena, quien abrió los ojos de la impresión ante nuestra presencia; en cambio, pude ver en el rostro de Ricky un gesto de alivio asomarse. Un par de pasos tras ellos se encontraba Norman y no lucía muy feliz de estar allí.

Zack saludó con una increíblemente falsa sonrisa a los tres antes de presentarnos a su familia, yo repliqué su farsa, también Ricky a mi lado.

Sin embargo, Sabrina, contemplaba a mi pareja de manera sospechosa, en realidad parecía estudiar cada uno de sus ángulos, absorta, y permaneció del mismo modo casi toda la noche sin importar desde qué lugar lo observase. De hecho, luego de la apertura, él se sintió intimidado y decidió ir a dar una vuelta por el casino.

Después de un rato, conseguí alcanzar a Ricky junto a la barra del restaurante y fue cuando me contó sobre su incomodidad ante la mirada de ella.

—¿La habías visto en la universidad? —le pregunté en tono bajo, él asintió con la cabeza y después admitió que cuando llegó a toparse con ella frente a frente, su actitud era igual y tampoco le decía nada.

—A veces pienso que ella lo sabe, pero luego recuerdo que ha sido así conmigo desde que llegó a trabajar allí, hace unos años. —Apreté su mano bajo la barra en un intento por confortarlo, él sonrió antes de decir algo más—: Gracias, Tobi. Al menos pude ver a...

Ricky guardó silencio y abrió mucho los ojos de la impresión, yo seguí la dirección de su mirada y acabé igual. Ambos posamos la vista en el lugar del cual emergía un fuerte sonido realizado por alguien al sorber, pero fue Ricky quien habló sorprendido en cuanto notó a la chiquilla junto a nosotros, consumía los últimos rastros de su bebida.

—¡¿Serena?!

Yo había estado tan pendiente de él que no fui consciente de su presencia en la banca aledaña hasta ese momento y de repente me sentí realmente nervioso ante lo que pudo haber escuchado.

Ricky contemplaba boquiabierto a su hermana, ella a él con el sorbete entre los labios y la misma escrutadora mirada de hacía días en el campus. Solo después de ubicar el vaso de vidrio sobre la barra con un golpe sonoro fue que abandonó el mutismo:

—¿Qué cosa crees que sabe mi mamá? ¿Acaso tiene que ver contigo y mi papá?


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¡Hola, mis dulces corazones multicolor! 💛💚💙💜💖 Lo prometido es deuda y aquí está el capítulo, espero lo hayan disfrutado y nos leemos la semana entrante😘🤗

El capi de hoy va para yahiralvarez16 por ser primer comentario en capítulo anterior 😆 muchas gracias por el apoyo 💖

No se olviden, el siguiente capítulo saldrá con dedicatoria al primero que comente😆

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